La Hermandad

Como el, me hizo descubrir mi tendencia.

Yo siempre presumía de tener buenos amantes. Me considero más liberada y activa sexualmente que muchas mujeres de mi edad. tengo 45 años. Quizá el hecho de haberme divorciado y haber probado varios compañeros de cama,  no sé, el caso es que me gusta el sexo y disfruto mucho con él, aún con mis peculiaridades.

He descubierto que me excita sentirme dominada. Quizá por eso Juan tiene un punto en la cama que no había encontrado en ninguno de los hombres con los que he estado. En el mundillo BDSM dirían que ambos somos switch (personas que pueden adoptar tanto el rol de Dominante como de sumiso), pero él tira a Dominante y yo a sumisa. Se puede pedir más para disfrutar en la cama?

No recuerdo haber hablado de este tema con él, pero creo que fue muy evidente mi tendencia cuando Juan  notó que, al masturbarme con su mano, mi excitación se disparaba cuando atrapaba mi pierna entre las suyas. Evidentemente, yo fantaseaba con una inmovilización, me sentía sometida y eso me pone a mil. Cuando hace eso, trato de deslizar los brazos bajo la almohada sin que él lo note, empujo mis manos contra la pared y sujeto con una de mis manos la muñeca de la otra. Ya está. Atrapada y a merced de ese cabrón que me trata como a una puta y me insulta mientras mi excitación crece tanto como su polla. En ese momento pasan por mi mente todas las escenas de hentai que más me excitan: los gamberros que atan a una chica abierta de piernas a un columpio de un parque de noche y se la van follando uno tras otro, los malos que pillan a una chica haciendo espionaje industrial y la castigan follándosela a lo bestia, los monstruos llenos de tentáculos que follan por todos sus agujeros a las vírgenes ruborizadas... Él ya ha descubierto que, cuando me falta poco para correrme, me pone malísima que me tape mi boca con la suya. Amordaza mis labios con los suyos, folla mi boca con su lengua, ahoga mis gemidos y mis gritos de placer mientras le tengo tan adentro de mi boca que apenas puedo tragar saliva. Me siento completamente rendida, dominada, a su merced... siento que en ese momento podría hacer cualquier cosa conmigo, me siento completamente suya. Y esa sensación me hace enloquecer de placer.

Juan  iba siempre los jueves desde hacía mucho tiempo a jugar a los dardos  a un pub, Siempre decía que le gustaría que le acompañase, pero yo estoy con mis hijos y nunca puedo ir. Yo sabía que hay gente con la que se llevaba muy bien, eran como un grupo especial de sólo hombres y tenían un grupo de wasap llamado La Hermandad. La primera vez que me lo dijo pensé que hace falta ser muy hortera para ponerle ese nombre a un grupo de amigos, pero pensé que serían aficionados a la Semana Santa como él y tampoco le dí mayor importancia.

Un fin de semana de los que yo no tenía a los niños, me dijo que tenían organizada una fiesta privada en el pub, para la Hermandad y que quería llevarme para presentarme a todos. Aquello me hizo mucha ilusión. Donde antes él había tenido tantas dudas, ahora parecía que perdía el miedo y me iba presentando a gente. Eso me gustaba, así que acepté la invitación sin dudarlo.

Cuando llegó aquel sábado, yo me preparé de forma especial. No era una fiesta de bailar, sino de picar algo, beber y charlar, así que me apeteció vestirme más arreglada y me puse una falda negra y una blusa blanca abotonada. Quería sorprender a Juan  con algo bonito, así que me puse debajo un corpiño con ligueros y medias hasta el muslo. Me gustaba imaginar la cara que pondría al llegar a casa y deslizar sus manos por mi cuerpo y descubrir el liguero. Y yo me iba a sentir irresistible y sexy durante toda la noche sabiendo que llevaba eso debajo. Decidí ir sin bragas para darle un punto extra picante. Alguna vez fui sin bragas con él al cine y me pidió que lo repitiese. Pero nunca había estado así hablando con otros hombres. Me excitaba mucho imaginarme conversando con otros hombres y sentir mi coño al aire y, al mismo tiempo, saber que era sólo de Juan .

Él pasó a recogerme en su coche y yo estiré la falda tanto como pude para que no viese el liguero, quería que fuese una sorpresa al final de la noche. Al llegar al pub, había alguna mujer, pero la mayoría eran hombres. Fuimos hablando con unos y otros en pequeños grupo, había muchos que ya los conocía , amigos de el,  otros me parecieron nuevos. Yo me animé a beber cerveza y me notaba ligeramente mareada, pero estaba a gusto y me sentía bien. Muchos se fueron marchando, hasta que de repente me dí cuenta de que era la única mujer que quedaba en el bar, acompañada de doce o quince hombres. Los camareros se fueron y le dieron las llaves a uno de ellos, que cerró el bar desde dentro. "Ahora empieza la verdadera fiesta de la Hermandad" me dijo Juan .

Los hombres fueron desfilando hasta el almacén y Juan  y yo nos quedamos solos en el bar. Yo lo miré extrañada y me dio un beso en la boca para evitar que le preguntase nada. Al momento, volvieron al bar los hombres, con la cabeza cubierta por una especie de tercerol. Todos se fueron colocando alrededor de una mesa de madera y Juan  me cogió de la mano y me llevó hasta allí. Me indicó que me sentase en la mesa y cuando fui a peguntarle de qué iba todo eso, se llevó su índice a los labios indicándome que guardase silencio. Yo no entendía nada, estaba un poco asustada, pero nada malo podía pasarme estando con él.

Se dirigió al resto y les dijo "Os dije que la traería y aquí la tenéis, la última adquisición de la Hermandad, y vais a ver cómo nos hace disfrutar esta puta a todos." Seguidamente se volvió a mí y cogiéndome por la barbilla me dijo "En esta hermandad lo compartimos todo, hasta las mujeres. Y yo no puedo guardarme una zorrita como tú para mí solo. ¿Sabes que hemos batido record de asistencia en esta fiesta porque sabían que venías tú? Parece que hay muchos hombres que te desean. Y eso que aún no saben lo puta que eres, espera a que escuchen tus gritos al correrte"

Yo no podía creer lo que estaba oyendo. Me levanté de un salto de la mesa, pero él me cogió por los hombros y me sentó de golpe de nuevo sobre la mesa y esta vez acabó tumbándome. Mis piernas colgaban por el borde de la mesa apuntando a aquellos hombres encapuchados que yo ya no podía reconocer. Apreté mis rodillas tanto como pude, suplicando que no se me viese mi coño desnudo desde donde ellos estaban.

Juan  se puso detrás de mi cabeza, frente a ellos, se estiró sobre mi cuerpo hasta alcanzar mi falda con sus manos, a ambos lados de mis muslos, metió los dedos bajo la falda y tiró de ella hacia arriba de un golpe seco, dejándome expuesta a la vista de aquellos hombres. "Mira, mira lo que tenemos aquí. Sonia os parecía muy fina, verdad? Pero sólo las putas salen de casa sin bragas" Yo creí morirme de vergüenza. Notaba como oleadas de calor invadían mi cuerpo de abajo arriba y empezaba a dudar si era vergüenza o excitación. Los murmullos de aquellos hombres al ver mi sexo completamente depilado y desnudo no me dejaron indiferente.

Luego se dirigió a mi blusa y la abrió de par en par haciendo saltar todos los botones. Le hubiese abofeteado cuando comentó entre risas lo duros que estaban mis pezones, insinuando que aquella situación me excitaba. Hundió sus manos por debajo del corpiño sacando parte de mis pechos por encima de la puntilla, dejando al aire mis pezones que, en realidad, estaban como piedras. Acercó su lengua a mi pecho y me miró con picardía antes de lamerlo. Rozó con la punta de la lengua mi pezón erguido y tuve que contener un gemido. Cuando pasó la lengua de lleno, dándome un buen lametón, mi cuerpo dio un respingo incontrolable. Los murmullos entre los hombres aumentaron y vi como muchos se tocaban la polla sobre el pantalón. "Para, por favor" le dije. "Sabes que no lo haré -me dijo- Quiero enseñarles a todos la putilla que tengo. Hoy quiero ser la envidia de todos" y acto seguido se metió mi pezón entero hasta la areola en su boca y empezó a succionarlo y mordisquearlo, jugando con su lengua y mi pezón dentro de la boca. Qué pedazo de cabrón! No recuerdo que me hubiese comido las tetas así jamás, o quizá era la excitación de hacerlo delante de todos aquellos hombres?

Siguió chupando un buen rato, alternando uno y otro pezón, amasando con su mano el pecho que no chupaba con su boca. Y yo me retorcía de placer ante la atenta mirada del grupo. En aquel momento pude ver que al menos la mitad de los hombres tenían ya su polla en la mano y se masturbaban mientras contemplaban el espectáculo.

"Vamos a ver cómo de mojada está mi zorrita" dijo Juan  separando mis piernas. Se oyeron carcajadas en el grupo y yo sentí que la cara me ardía. No sabía si era vergüenza, excitación o enfado. "Veis como era cierto lo que os contaba? Mirad cómo se pone con sólo chuparle las tetas. Veréis cuando le coma el coño" Joder, aquellas palabras hicieron que notase palpitar mi clítoris, estaba excitadísima.

Veía el semicírculo de pollas que habían formado alrededor mío y me volvía loca pensar que todas esas erecciones eran en mi honor. Sentirme deseada por tantos hombres a la vez me hacía sentir un placer que no hubiese podido ni imaginar.

Juan  bajó hasta mi coño y comenzó a comerlo como sólo él sabe hacer. Menudo hijo de puta, el único hombre que ha sabido hacer que me corra en su boca. Estiraba mi pubis hacia arriba para descubrir y lamer más fácilmente el botón de mi clítoris, me lamía a ratos con suavidad y a ratos con fuerza. Yo me sujetaba fuerte con las manos al borde de la mesa mientras mis caderas se movían sin control. Me llevó a ese punto donde ya no puedo hacer más que rendirme a él y a sus deseos, por muy retorcidos, lujuriosos y enfermizos que fuesen. Empezó a masturbarme con la mano al mismo tiempo que la lengua hacía su trabajo en mi coño, dos puntos de placer que me estaban llevando a la locura. Notaba cómo los hombres se masturbaban cada vez más rápido, claramente excitados por lo que veían y por mis gemidos.

"Venid dos de vosotros" dijo volviéndose hacia los hombres. "Poneos cada uno a comerle un pezón, ponédselos bien duros"

Yo estaba deseando gritar que no, que me soltasen, irme de allí... pero no lo hacía. No podía porque estaba disfrutando como nunca en mi vida, me gustaba la idea de que Juan  presumiese de puta ante sus amigos, me excitaba saber que hoy habían venido más hombres de lo habitual para verme a mí en este estado, me volvía loca la idea de ser la puta de todos esos hombres con las vergas endurecidas.

Yo jamás había estado con más de un hombre a la vez y sentir a aquellos dos comiéndome los pezones me iba a hacer estallar de placer. No me había dado cuenta que había una cristalera en el techo, no era un espejo pero reflejaba la imagen. Y ver a Juan  comiéndome el coño y a un hombre enganchado a cada una de mis tetas me puso tan cachonda que noté cómo me bajaba un golpe de flujo vaginal. Con tres hombres trabajando para mi placer, creí que iba a morir de excitación.

"Y tú zorrita, como premio, les vas a comer la polla bien comida a estos dos. Venga, una con cada mano" Antes de que yo pudiese subir mis manos para agarrar esas pollas que, por supuesto, ya estaba deseando comer, los hombres las soltaron dejándolas caer sobre mi cara. Noté su olor, su calor... agarré una con cada mano y comencé a lamerlas alternativamente. Juan  me estaba dando tanto placer al mismo tiempo comiéndome el coño que creía que me iba a volver loca de verdad. Primero las lamía por encima, como un helado, pero enseguida pasé a engullirlas enteras. Las deseaba, quería llenarme la boca con ellas, las devoraba. De vez en cuando cruzábamos miradas con Juan  y no sé cual estaba más excitado de los dos.

Los gemidos de los hombres a quienes estaba comiendo la polla resonaban en mi cabeza uno a cada lado. Aumenté la intensidad de mis sacudidas con las manos y succioné con más fuerza hasta que los dos se corrieron al mismo tiempo sobre mi cara. Notar su semen caliente salpicando mi piel me produjo un orgasmo instantáneo. Mis gritos aumentaron la excitación de los hombres, que se acercaron más para disfrutar ellos también, al mismo tiempo que mis labios, abiertos por el placer, dejaban colar parte de aquel semen caliente en mi boca.

"Ahora van a ir pasando todos y vas a repetir lo mismo. Hoy eres nuestra comepollas y estás al servicio de la Hermandad". Yo no dije nada, no hubiese podido negarme. Y él me conocía lo suficiente como para saber que estaba deseando que aquellas vergas desfilasen por mi boca. "Después te van a follar uno por uno y cada cual decidirá dónde quiere correrse" Yo ya no sabía si estaba borracha o era capaz de sentir tanto placer. El muy cabrón abrió mis piernas aún más para que todos pudiesen ver mi coño empapado "Habéis visto cómo se ha mojado la muy puta cuando le he dicho que la ibais a follar todos?" Yo notaba chorrear el flujo por mis nalgas, estaba rendida al placer.

Y obedecí una vez más. Comí pollas durante un buen rato. Hubo ratos que dos hombres me comían las tetas mientras yo comía las pollas de otros dos. Y más tarde Juan  se apartó para dejar que otros se deleitasen con mi coño. Otros me manoseaban torpemente o frotaban su polla contra cualquier parte de mi cuerpo. Él me miraba un poco apartado, completamente vestido, con cara de satisfacción, estaba disfrutando del espectáculo mientras yo me sentía una presa devorada por animales. Y devorada por el placer.

Terminada la ronda de felaciones, vino la anunciada penetración. Cada cual me iba diciendo por dónde quería follarme y yo me limitaba a adoptar la postura que me pedía y complacerle. Recuerdo uno de los momentos más intensos cuando un tío me tenía a cuatro patas follándome el coño y metiéndome el dedo por el culo, mientras otro delante mío tenía mi melena recogida en un puño y estiraba de ella con fuerza obligándome a engullir su venosa polla hasta la garganta. Otro sobaba mis tetas que se sacudían adelante y atrás con cada embestida. Y Juan  y yo no dejábamos de mirarnos. Era curioso que, en aquel momento, poseída por tres hombres diferentes, yo me sentía más suya que nunca. Suya hasta el punto de poder compartirme sin mi consentimiento, de regalarme a sus amigos. Suya con mayúsculas.

Supe que aquella vez no sería la última. Me dijo que ahora estaba al servicio de la hermandad y que podrían disponer de mí siempre que quisieran. Yo sólo pude bajar la mirada.

gracias por leerlo, espero que os haya gustado. podeis mandar vuestros comentarios a soniap100@hotmail.com