La hermandad (5)

Tras mucho tiempo sin escribir, un nuevo relato de nuestra universitaria. Se recomienda leer los anteriores.

Yo era una joven universitaria que iba a empezar la carrera de derecho en la prestigiosa universidad de Clemson, famosa porque todos los que estudiaban allí tenían una carrera brillante, pasando a ocupar altos puestos en la sociedad civil. Era una chica tímida de un pequeño pueblo agrícola, rubia, bastante menudita pero con muy buen cuerpo, moldeado a la perfección tras pasarme varias horas diarias en el gimnasio (y haciendo "gimnasia" con mi novio Peter).Cuando iba a comenzar el curso estaba bastante nerviosa. Me habían comentado que para poder ser alguien y poder sobrevivir en esta Universidad, me tenía que granjear las amistades de las super reinas de las hermandades. Yo había conseguido que me hicieran una entrevista para poder pertenecer a una de estas hermandades. La de más prestigio e influencia, la de las diosas de la justicia. Lo conseguí a través de una amiga de mi hermana. Mi hermana perteneció a esta universidad, pero no consiguió terminar la carrera, dejándolo en el primer curso por causas que nunca comentó.

Llegó el gran día. Tenía la entrevista en la casa de la hermandad, un edificio apartado unos metros del campus, bastante grande y lujosa.

Me recibió Cindy, mi contacto. Me estuvo comentando el funcionamiento de la hermandad, y me dijo que para poder formar parte de su grupo debía pasar unas pruebas que durarían todo el año. Es lo que llaman periodo de Rookie, donde tienes que obedecer a todo lo que te ordenen las hermanas superiores. Me presentó al resto del grupo.

Para empezar debes ir esta noche a coger un bate de béisbol y una cuerda que hay en el trastero del gimnasio.- me dijeron.

Bueno eso no es difícil, pensé.

A lo que añadieron, - por cierto, tendrás que ir completamente desnuda.-

Me quedé atónita, aunque ya venía avisada de que se solía pedir este tipo de pruebas. Yo quería entrar en la hermandad, así que me desnudé y pregunté por el gimnasio. Salí a buscarlo y lo primero que noté es que por las noches bajaba bastante la temperatura, así que instintivamente empecé a correr en dirección al gimnasio. Toda mi piel estaba erizada. Sin embargo conseguí entrar puesto que no había llave, cogí el bate y la cuerda y volví corriendo. Llegué a la puerta que estaba entreabierta, así que empujé esperando entrar en calor. Pero al entrar me cayó un cubo de agua congelada que hice que me paralizara. Que shok, que casi sin verlo me tiraron sobre una cama y empezaron a atarme. No podía reaccionar. Estaba temblado y con las piernas abiertas. Me empezaron a masturbar. Un dedo, luego dos. Acariciaban mi clítoris que rápidamente reaccionó. Empecé a gemir. Una de las chicas llevaba una cámara con la que grababa todo. Me corrí al notar la piel caliente sobre mi coño congelado. Había llegado a un punto que me daba todo igual puesto que estaba excitadísima. De repente todo se puso en silencio, y sonaba una música de tambores de fondo así como el alboroto de las chicas. ¿qué sería? Lo averigüé pronto. Empezaron a untarme el coño con un líquido, que se parecía a la vaselina. Me abrieron los labios del coño y empezaron a meterme algo. Era muy gordo, lo que hacía que me estremeciera de dolor, qué era eso ¿ En seguida me di cuenta que era el bate de béisbol que entraba y salía, que grande, que dolor, que sensación….Hasta que no pude más me corrí soltando un chorro que nunca había soltado (eyaculación femenina) y mi cuerpo empezó a convulsionarse. Me quedé exhausta pero pude oír a Cindy que riendo decía, - vaya filón hemos encontrado -.

Si os gusta continúo.

Parece ser que la primera prueba la superé con éxito. Yo podía formar parte de la prestigiosa hermandad. Sería respetada, causando la envidia del resto de universitarias que poblaban el campus. Ellas, inocentes criaturas no conocían los entresijos de las diosas de la justicia y el calvario que hay que pasar hasta llegar a ser una de ellas.

Al día siguiente prácticamente no me podía mover. Me dolía todo el cuerpo, sobre todo las partes bajas. Además hay que añadir el fuerte resfriado que pillé como consecuencia de las aventuras nocturnas. Sin embargo estaba contenta, ya formaba parte de la hermandad, además que me gustaba el sexo, por lo tanto yo creo que iba a ser un buen año.

Pasó una semana hasta que Cindy me llamó a su habitación. Me dijo: "estoy muy contenta contigo, te portaste muy bien aquella noche, pero quiero que sepas que esto es el comienzo. Hay muchas que no lo aguanta, como tu hermana, puta novata de mierda." Me sorprendió que una chica que era un modelo de buena conducta en público, sea una auténtica zorra en privado. "Estamos pensando en hacerte una nueva prueba. Será esta noche. No faltes. Y ven vestida con esto que hay en la maleta, no añadas ni quites nada, ¿entendido?" asentí con cierto miedo al ver la cara de lascivia de Cindy y el miedo a lo que me esperaba.

Llegué a mi habitación y abrí la maleta. Había una pequeña falda de cuero negro, una chaqueta a juego, unos zapatos de tacón. No había ropa interior, pero si unas bolas chinas. Junto a ellas había una nota que decía "esto también te las tienes que poner". Eran unas bolas gordas de metal. Total cinco bolas. Me quedé sorprendida, seguro que quiere que las lleve dentro. Pensé en dejarlo, en volver a casa como mi frustrada hermana y seguir trabajando en la granja. Pero no estaba dispuesta a esto. Soy fuerte y tengo el ejemplo de mi hermana que no quiero seguir. Me armé de valor, además se iba haciendo tarde, así que me desnudé fui a por un bote de jabón y enjaboné las bolas para que adquirieran la lubricación precisa. Me tumbé en la cama y empecé a frotarme el coño para que se lubricara. Esto no funcionaba. Así que pensé en mi novio y como me follaba lentamente con su pequeño pene. Sabía moverlo y hacerme vibrar, pero siempre me trataba con dulzura, A veces le pedía que fuera más rápido, a lo que él me comentaba que había que ir con cuidado. Me puse a pensar en fantasías con mi novio, como me penetraba salvajemente, y me llamaba puta obsesa. Sin darme cuenta me estaba excitando. Mi coño empezaba a lubricar, mis pezones se erizaban, me gustaba. Pero no había tiempo que perder. Cogí las bolas y las fui introduciendo. Eran muy grandes, pero gracias a mi excitación y al jabón, entraban… una, dos, tres…Umm que gusto. ¡Peter sííííí.! Sigue… Metí la cuarta, ya no cabían más, pero me corrí, llegando a un orgasmo prolongado. Dejé colgando la última bola, y aún sudorosa me puse la ropa ordenada y salí dispuesta a soportar todo lo que me pidieran.

Con estas bolas en el coño, no podía prácticamente ni andar. Después de la excitación dolía bastante. Tampoco ayudaba mucho los zapatos de tacón. Conseguí llegar, llamé a la puerta y me esperaba la misma comitiva de la última prueba, con la cámara incluida.

Sonia dijo. Umm, parece que esta todo bien, la falda, la chaqueta y los zapatos. No te habrás puesto ropa interior, verdad puta?, Me levantó la falda para comprobar sí llevaba bragas y empezó a reirse,

  • Jajajajaja, mirar a esta puta, se ha metido el collar en el chocho, pero que puta eres¡¡¡ Graba esto bien, Amanda, jajajaja que putón, lo que le habrá costado meterse eso. Escúchame bien, las voy a sacar, no quiero que te muevas, abre bien las piernas.

Como si no la obedecí. Cogió la última bola y tiró con fuerza, sacándolas de un tirón. ARRRRG, que dolor, sentí que me moría…Me quedé echa un ovillo en el suelo retorciéndome de dolor, escuchando las risas de las hermanas. Cogieron el collar y me lo pusieron en el cuello donde siempre debía haber estado. Me sentía muy mal.

Cindy dijo que ya era hora de que conociera a la mascota de la hermandad. Pensé en un perrito. Pero dijo, "se llama SuperDyc". Vi aparecer un armatoste con ruedas. Parecía una antigua máquina inquisitorial. En la punta había un gran falo de plástico, me tiraron a una cama abriéndome las piernas. Yo no podía o no quería poner resistencia. Así pues introdujeron el falo en la entrada de mi vagina. Apretaron un botón y este se puso en movimiento, adelante y atrás, con una armonía y conjunción entre el plástico y la carne. Cindy me gritó;

  • " te gusta guarra?",

  • y un grito salió de mi boca; siiiiii.

¿quieres más?

Darme más

Más rápido?

Si por favor,

Suplica

Más rápido

Manipularon el aparato dándole mayor velocidad, que gusto me daba, me corri. Estaba empapada de sudor y exhausta pero la máquina seguía entrando con fuerza. Mi coño estaba completamente abierto. Me empezaron a masajear el clítoris y a tirarme de los pezones duros como piedras. Me daban palmaditas en las tetas que pronto adquirieron un color rojizo. En el fondo de mi ser creo que me gustaba. Sonia se levantó apareció con el chocho al aire, lo puso en mi boca diciéndome que me lo comiera. Yo nunca había saboreado los flujos. Estaba tan excitada que empecé a comerlo pasando la lengua por sus labios, ella me restregaba su sexo por la cara, metiéndolo en mi nariz. Estaba muy lubricado, dejándome la cara empapada de flujo. Al principio me daban arcadas, pero al poco le fui cogiendo gusto.

Tony cogió un consolador de plástico, Era pequeño y metálico. Me lo pasó por el culo, abrió mis nalgas y me lo metió de un solo golpe. Un espasmo recorrió mi cuerpo, quedándome sin respiración y empecé a temblar. De pronto sacaron la máquina de mi coño, y no pude controlar que un chorro saliera de él. Parecía que no iba a parar nunca, empapándolo todo ante las risas y asombro del resto de las hermanas.

Cindy se acercó a mí y me dice;

mira como has puesto todo puta, tendrás que recogerlo.

Me incorporé como pude intentando quitarme el consolador del culo.

-qué coño te crees que haces? Quien te ha dicho que te lo quites?

Resignada la pregunté por la fregona

para que necesitas una fregona teniendo la lengua? A trabajar puta esclava.

Me tiré al suelo y sacando fuerzas de flaqueza lo lamí todo.

ya te puedes ir, vístete y sólo cuando llegues a casa sácate el consolador. Ya sabes que debes estar preparada para cuando te necesite cualquiera de nosotras.

Como pude llegué a mi residencia, me quité el consolador y me tumbé derrotada en la cama. Algo me hizo empezar a llorar, pero estaba satisfecha, por seguir perteneciendo a la hermandad, y haber quemado una etapa más. Sin querer me puse a pensar en que otras sorpresas me depararían.

Pasaron los días entre libro y libro, entre la historia del derecho y el derecho político (asignaturas que no suelen gustar mucho al ser mas teóricas que prácticas). No había vuelto a saber nada de mis hermanas lo cual era buena señal. Sin embargo ya se había corrido la voz de que había entrado a formar parte de la hermandad de las diosas de la justicia, así que todo el mundo me respetaba y quería ganarse mi confianza y llegar a ser amiga mía. Esto me dio mucha popularidad e hizo que pudiera integrarme en la siempre difícil sociedad de Clemson, rodeada de niños pijos, con sus flamantes deportivos, mientras yo era una simple granjera beneficiaria de una de las pocas becas que concedía la institución.

Esa tarde encontré una nota en mi casillero que decía:

No hagas planes para esta noche, te espera un Bukkake

Cindy.

Yo no tenía ni idea de lo que era eso. Así que me fui a la sala de ordenadores y tecleé en el buscador la maldita palabra que me sonaba a comida japonesa. En seguida me di cuenta que si, que era japonesa y que tenía algo que ver con comida, pero era comida de semen a montones. Un baño de semen. En seguida cerré el buscador porque salían montones de imágenes porno en la pantalla y era un sitio público. Pero sabía a lo que me atenía.

Así pues, me armé nuevamente de valor y me fui a la residencia de la hermandad. Me recibió Sonia. Y me dijo: "muy bien llegas puntual perra. Desnúdate, rápido, tenemos que depilarte ese coño mugriento que tienes"

Me desnudé tan rápido como pude. La verdad que nunca me había depilado el coño ya que a mi novio le gustaba así, al natural.

En seguida vi la cámara otra vez enfocándome. Túmbate en el suelo, me gritaron. Obedecí, aunque estaba un tanto paralizada. Dijo cindy " te dan miedo las cuchillas?, yo asentí sin poder articular palabra. Bueno, me dijo, pues por propia petición no vamos a usar cuchillas, lo haremos a la cera.

Habré oído bien. Depilación a la cera en mi chocho, eso podía doler mucho. Mi cara cambió de gesto, pero ya era demasiado tarde. Me cogieron por las manos y me abrieron las piernas, untándome con la cera todas mis partes bajas. Estaba caliente. Cindy me dijo que esperarían a que se enfriase para proceder a quitar esa mata de pelo. Me empezó a preguntar sobre las clases con total naturalidad, como si yo no estuviera en perlotas tirada en el suelo esperando para ser depilada. Cuando estuvo seca llamaron a Amanda, se acercó y me comentó que había que tirar fuerte que si no dolía más. Cogió la punta de la cera y tiró con todas sus fuerzas. Un grito de dolor salió de mi boca y dos lagrimones recorrieron mis mejillas.

Gritos de alegría sonaban por doquier. A falta de pequeños retoques ya estaba casi lista. Me escocía todo. Seguro que lo tenía en carne viva. Apareció Yoly con una cesta de limones, ante la algarabía de las chicas. Los partieron y empezaron a pasarmelos por la rajita El escozor era increíble. Me retorcía y lloraba de dolor. Al cabo de unos minutos todo terminó. Tenía el coño escocido. Solo con rozarme veía las estrellas.

Cindy dijo:" te recuerdo a lo que has venido, a hacer un bukkake, así que prepárate"

Ya se me había olvidado el motivo principal de mi visita a la residencia. Me pusieron un collar de perro con una cadena, y obligándome a ir a cuatro patas me hicieron subir al piso de arriba. Había una habitación grande y en el centro había una piscina de plástico sin agua. Me dijeron que iban a empezar a llegar chicos y que, como buena granjera tendría que ordeñarlos. En total 20 chicos. Me obligaron a ponerme a cuatro patas mirando hacia la pared, y pusieron música hevy a todo volumen.

Empezó a entrar gente con la cara tapada. De repente noté como de un solo golpe me metieron una polla hasta los huevos, tenía el coño tan escocido que vi las estrellas, dándome un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Tuve un orgasmo que subió como el Sputnik, hasta que me metieron otra poya por la boca, mientras me gritaban, ¡¡¡chúpala zorra!!!!!!. Empecé a chuparla, pero el tio la metía muy dentro provocándome arcadas, pero cogida por la cabeza no me podía zafar. Tampoco ayudaba mucho las envestidas por detrás. Otros dos chicos se pusieron a mi lado para que les pajeara. Tenía el chocho a punto de reventar, cuando noté como se corrían dentro de mi entre duras embestidas. Me la sacó y el semen empezó a descender por mis labios del coño. En seguida el que tenía delante mía se corrió salvajemente en mi cara. Un chorro a presión de caliente leche, que me restregó por la cara con su poya. Los otros dos descargaron uno en mi pelo y el otro noté como lo hacía en mi espalda.

Sin tiempo ni para respirar, les dieron el relevo otros cuatro chicos. Uno se tumbó y me comentó que tenía que follarle. Me puse a horcajadas sobre él y empecé a cabalgar. Entró hasta el fondo. Era una poya enorme, y noté como entraba y no paraba de entrar. "Cabalga granjera," me gritaba el chico. Yo estaba como loca. Me gustaba. Tenía el coño muy sensible y notaba cada embestida. En medio del éxtasis, noté que me abrían las nalgas y me empezaban a encularme. Estaba tan excitada que no costó que la metiera. Nunca había pensado que me pudieran llenar los dos agujeros a la vez. ¡Que gusto sentía!!! Era un poco incomodo, pero enseguida cogimos ritmo. Cuando uno empujaba el otro se apartaba. Otro chico se acerco a mi cara y me eyaculó en la boca, que tenía abierta en busca de aire. Alguien que casi ni vi se corrió en mis tetas, y otro en mi cabeza resbalándome por la cabeza. El semen me resbaló por la mandíbula. Me seguían follando, hasta que se apartaron los dos a la vez, provocándome una espectacular eyaculación que hicieron que me temblaran las piernas quedándome tirada en la piscina con el corazón a punto de estallar. Los flujos salían de mi coño de manera incontrolable. Los tres chicos descargaron sobre mi, empapándome las tetas y tripa. Caí exhausta adentrándome en un sueño del que no podía escapar.

Desperté pasadas unas horas, tirada en la piscina, aun llena de semen y flujos por todas partes, y ahí seguían las chicas, estudiando como si nada hubiera pasado. Me sentía muy sucia, pero creo que tuve el mejor orgasmo de mi vida. Cindy me dijo:

Ah ¿ya te has despertado perezosa?, tienes que estudiar más que se acercan los exámenes, ya está bien de tanta fiesta. Menos mal que están aquí las hermanas para guiarte por la senda adecuada. Anda vístete y vete a estudiar a tú residencia.

Pero, ¿podría ducharme antes?

Sería mejor que lo hagas en casa. Ahí tienes tu ropa.

Estaba totalmente llena de semen. Cogí mi ropa y me di cuenta que también habían descargado los chicos allí en mi ausencia. Las bragas estaban chorreando pero me las tuve que poner. En los zapatos también habian descargado notando algo pringoso cuando metí el pie el ellos. Me vestí como pude, con la ropa empapada y me fui a mi residencia. Los compañeros no podían dejar de mirarme en mi paseo a mi residencia, notando unas risas cómplices. Yo no se si me miraban por todo el semen que tenía o porque habían participado en la orgía.

Llegué a mi residencia y fui directa a la ducha. Tenía el coño totalmente escocido, así que me apliqué agua fría sobre mi chocho pelado. Me vino un pensamiento de aquella gran polla me follo como un animal. Sin duda disfruté, y ya no sabía si quería que me volvieran a llamar.

En esto iba pasando el tiempo, entre libros y exámenes. Ya habían pasado los temibles parciales, solo había suspendido una asignatura, pero en conjunto no me podía quejar. Ya era una diosa de la justicia en toda la regla, o al menos eso era lo que me creía. La gente me respetaba, me dejaban los mejores apuntes cuando faltaba algún día a clase, me cedían el sitio en la biblioteca en época de exámenes y me invitaban a las mejores y más selectas fiestas del campus. Esto para una chica acostumbrada a la ruda vida del campo significaba mucho y estaba dispuesta a pasar todas las pruebas a las que me sometieran

Además le estaba empezando a coger el gusto a esto. Sabía que las hermanas no traspasarían algunas barreras. Por algo yo era una de ellas.

Me dirigí a mi taquilla, cogí mis libros y me acerqué a la biblioteca. Al abrir un libro, se deslizo una hoja de papel que planeó hasta el suelo. En seguida me vino a la mente una nueva prueba de mis hermanas. ¿Qué me propondrán esta vez? Me sentía eufórica, ya no tenía miedos ni dudas. Era una de las hermanas y a buen seguro que cuidarían de mí. Recogí con avidez la hoja disponiéndome a leerla con el máximo interés, olvidándome de libros y clases. Había dibujado un plano, y escrito con la reconocible letra de Cindy que decía "esta vez nos iremos al campo a pasar el fin de semana, seguro que lo pasaremos bien". El mapa se adentraba en el bosque que había a unos kilómetros de la residencia guiándonos hasta una casa de campo discordante con los árboles que la circundaba.

Me dirigía hasta allí cargada con una simple mochila con lo esencial para poder pasar el fin de semana. La verdad es que no llevaba mucha ropa porque a buen seguro que no iba a necesitarla. Cogí el autobús que dejaba en las postrimerías del bosque y me puse a caminar por el esperando no tener que dar muchas vueltas para conseguir encontrarla. Ya llevaba caminando unos 40 minutos cuando creí que me había perdido. La inseguridad se apoderó de mí. Creí oir unos pasos que me seguían en mi deambular, pero en seguida pensé que se trataba de un producto de mi imaginación. Una jugada de mi mente deseosa de encontrar la casa o a alguien que me pudiera orientar de su paradero. Pero ahí no se encontraba nadie. De repente algo me golpeó en la cabeza. Un golpe seco proveniente de un mazo o de un instrumento por el estilo. Se me nubló la vista y las piernas me flaquearon hasta hacerme caer y perder el conocimiento.

Cuando me desperté aturdida aún por el golpe y con la vista borrosa, empecé a tomar consciencia de la situación. Me encontraba totalmente desnuda, atada en cruz sobre unos postes de una lúgubre habitación únicamente iluminada por una serie de velas colocadas como si de un ritual se tratara. En la boca tenía una pelota de goma que me impedía hablar, o lo que quería, gritar. Por ninguna parte había rastros de mis hermanas. Temblaba, seguramente por el frío que hacía, pero más seguramente porque tenía miedo. Era la primera vez que sentí verdaderamente miedo.

Al cabo de un rato se abrió una puerta entrando una figura gruesa, enorme y de aspecto rudo. Tenía un capuchón en la cabeza que me impedía ver sus facciones. Se dirigió a mí y me dijo: "una chica tan joven y guapa no debería andar sola por este bosque. Es muy peligroso. Hay gente que te puede hacer daño. Menos mal que te he encontrado yo, que si no podías haber sido devorada por las alimañas del lugar"

"ya que has venido hasta aquí tendré que jugar contigo, es una muestra de hospitalidad por mi parte. Te gusta jugar ¿verdad?" me miró y se acercó con rapidez hacia mí dándome una torta en la cara que hizo que se me saltaran las lágrimas. "asiente cuando te hable" gritó, a lo cual moví la cabeza en signo de aseveración. Se puso a mis espaldas "bonito culo, blanco y redondo, pellizcándome una nalga con unos dedos que parecían tenazas, provocándome un fuerte dolor. Cogió una fusta y empezó a golpearme en el culo con una gran fuerza. Mis gritos quedaban ahogados por la bola que tenía en la boca, pero el dolor era intenso. Los golpes se sucedían con rapidez, incidiendo sobre la zona dolorida por el golpe anterior. Dijo;

"Así me gusta, el blanco se ha tornado en rojo. Me encanta el rojo ¿sabes?, mientras me acariciaba los gluteos con una sensibilidad alejada de los golpes anteriores. Y estos pezoncitos tan redondos? Que hermosura" Se dirigió hasta una cesta y cogió unas pinzas. Se ausentó un momento y vino con una cubitera. Me restregó un hielo por mis pezones hasta que estos se erizaron, poniéndose duros como piedras. Acto seguido me colocó las pinzas en los pezones sensibilizados, por lo que el daño era superior. Quería gritar pero no podía.

Se aproximó a mi coño y empezó a masajearlo, metiendo poco a poco los dedos. En seguida me puse mojada. –Mira que putita, si le gusta- me dijo.

Puso el armatoste donde estaba colgada en posición horizontal, por lo que dejaba mi coño totalmente abierto y expuesto. Cogió una regla y empezó a darme golpecitos en el chocho, lo que acrecentaba mi humedad. Se bajó los pantalones mostrando un miembro extremadamente grueso pero no muy largo. Lo paseó por mi chocho hasta que alcanzó un grosor espectacular. Entonces me la metió de un solo golpe. Siguió dando unas embestidas bestiales que hacían que viera las estrellas. No se corría nunca, ni perdía velocidad en la penetrada. Yo ya había tenido dos orgasmos seguidos. De repente se separó, me quitó la pelota de la boca y se corrió sobre mí. Tenía un gusto realmente amargo.

Me dijo- eres mi putita, así que harás todo lo que te pida. Me pedirás permiso para todo lo que necesites hacer. Si necesitas ir al baño, me pedirás permiso, si quieres comer me pedirás permiso. ¿Entiendes? Asentí, pero él me propinó una bofetada. –Imbécil, contéstame con el debido respeto- Yo dije – Si señor he comprendido. Le solicito permiso para ir al baño, necesito hacer pipi ya que no lo he hecho en mucho tiempo- La verdad es que me estaba meando, y no aguantaba mucho más.

Permiso denegado. No te lo has ganado. Así que tienes ganas de mear, verdad putita?. Se fue a otra habitación, viniendo al poco con una litrona de cerveza. Bueno, como has sido buena te invito a una cerveza. Quiero que te bebas esto, tienes diez minutos. Vendré en seguida.

Empecé a beber la cerveza, que además estaba caliente. Debido al miedo que sentía y a las ganas de mear, no me entraba. Pero tenía que hacer un esfuerzo y beberme toda la botella si no quería que ese monstruo se enfureciera. Asi que seguí bebiendo la cerveza, cada vez tragos más largos y cada vez que bebía notaba como iba aumentando mi borrachera, puesto que había mezclado la cerveza con algún licor más fuerte. Las ganas de mear eran cada vez más fuertes, estaba a punto de explotar. Conseguí bebermela toda, y al poco entró el secuestrador.

Permiso para mear mi amo.

Permiso denegado

Estaba que reventaba, pero él me abrió las piernas y empezó a meterme dedos en mi chocho, moviéndolos con velocidad, hasta que tuve que mearme, mezcla de meada y eyaculación, aunque todavía mantenía dos dedos dentro de mi.

Me tiró al suelo y me empezó a restregar por el suelo encharcado de meado, hasta que empapó mi cuerpo. En esto mi secuestrador se fue a la otra habitación, lo que aproveche para abrir la ventana y saltar fuera.

Corrí con todas mis fuerzas. Estaba desnuda y empapada en meado pero corría a gran velocidad ayudada por el miedo. Sin mirar atrás, pero oía que alguien me seguía. Las piedras se clavaban en mis pies descalzos. No sabía donde iba. Llegue a una carretera, que parecía que no había sido usada en años. Seguí por ella hasta llegar a una pequeña gasolinera abandonada. Busqué a ver si encontrase algo que me sirviera, pero estaba todo cerrado. Lo único que encontré era una pequeña bicicleta, pero nada de ropa. Cogí la bicicleta y empecé a avanzar por la carretera. Pedaleé como loca. De repente oí que venía un coche. Estaba salvada, pero y si era el secuestrador? Se acercó, era una camioneta y en la parte trasera pude ver a Cindy con la cámara de video, gravándome, pero manteniendo una distancia prudencial para poder gravarme sin que cogiera el coche, mientras iba insultándome y lanzándome escupitajos.

Al cabo de un buen rato de pedaleo y cuando no podía andar mucho más, me encontré en una zona que conocía. Tiré la bici y corrí hasta el apartamento, salvada de mi secuestrador.

Pasaron los días, en los que no le conté lo sucedido a nadie. Entré a clase de derecho Penal, donde nos tocaba un profesor nuevo. No se si fueron imaginaciones mías, o era el secuestrador de aquel dia?

Ya prácticamente había finalizado el primer curso en la Universidad. Casi había superado el mayor examen de todos. El que me hacían mis hermanas. La verdad es que cada vez tengo menos tiempo para hacer nada entre exámenes, trabajos, prácticas y demás. Habían terminado los exámenes. Durante este tiempo, mis hermanas me habían dejado un poco más tranquila, sin duda ellas también tendrían mucho trabajo que hacer. Sin embargo había una cita ineludible antes de irnos de vacaciones. La fiesta de fin de curso. Supuse que las hermanas me tendrían preparada alguna sorpresita. La fiesta era de disfraces, así que seguro que me asignarían uno.

Un día antes de la fiesta me llegó un paquete de las hermanas. Me dispuse a abrirlo y encontré el juego completo de sumisa. Consistía en un corsé negro, con el tanga a juego, un collar de perro, una bola para la boca, unos zapatos de tacón de aguja y una cola de perro que debía enganchar en el tanga. También encontré una nota de Cindy, que decía "todos verán lo perra sumisa que eres". Me pasé toda la tarde pensando en lo que me podrían hacer.

Al día siguiente me puse el disfraz, con mucha dificultad para ponerme el corsé porque era muy estrecho. Tuve que ajustármelo con fuerza, lo que hacía que mis tetas casi se salieran rebentonas por arriba, me puse el mini tanga, casi de hilo dental, al que enganché el rabo de perro y los zapatos de tacón de aguja. Con esos zapatos era dificilísimo andar. Cogí la bola de la boca y me dirigía a la hermandad. Me abrió una chica vestida de criada que me dejó pasar

Buenos días zorrita, veo que te has vestido como debes. Muy bien, ya sabes que debes obedecernos a todas.

Si claro, dije, bajando la mirada debido al respeto que me daba Cindy.

Las hermanas ya habían empezado la fiesta por su cuenta, bebiendo unos cócteles de alta graduación, y metiéndose unas rallas de coca. A buen seguro habría una legión de profesores en la fiesta y nos restringirían la bebida.

Toma zorra, bébete estas tres bebidas de colores, una detrás de otra, no tenemos mucho tiempo y quiero que te pongas a tono para la fiesta.

Me bebí la primera bebida de dos grandes sorbos. Sin duda tenían gran graduación, pero el sabor afrutado hacía que entrara bastante bien. En seguida me obligaron a beberme las otras dos. Por tanto estaba con una borrachera considerable

Mira que zorra, si ya va borracha. Entra al baño y tómate una ralla de coca.

Yo nunca me había tomado ninguna droga, así que me sentó como un tiro, despejándome de la borrachera.

Bueno ya estamos preparadas, salgamos putita. Solo unas pequeñas instrucciones. Quiero que te enrolles con estos tres chicos y los lleves al almacén que hay detrás del gimnasio, (me dio una lista que sin duda contenía el nombre de las tres víctimas que me tenía que "ligar") Les tendrás que decir que eres virgen, pero si quieren te pueden dar por culo, puesto que eso no sería un desvirgamiento. A ver como te las arreglas con la fama de putita que te estás ganando. Por cierto, en el almacén hay varias cámaras. A ver si sales guapa.

Salimos hacia la fiesta, con ese mini atuendo que llevaba, doblándome los tobillos por culpa de los tacones y la borrachera.

Ya en la fiesta pude habría la hoja con el nombre de los tres afortunados. El primero de ellos se llamaba Franky. Le conocía porque estaba en mi clase de historia. Era el típico sabelotodo, que sacaba sobresalientes en todas las asignaturas, con gafas de pasta negra, pelo grasiento y perteneciente a una familia acaudalada de banqueros de la zona. Sin duda sería virgen, lo que dificultaría la penetración.

Llegamos a la fiesta, y todos se me quedaron mirando por mi indumentaria llamativa. Se me acercó una profesora, preguntándome si no iba con muy poco ropa, a lo que la contesté que era una fiesta y que podía ir como quisiera.

Había un grupo de música que tocaba los temas de moda por aquellos años. Me acerqué a la improvisada barra donde solo había bebidas de frutas, nada de alcohol. En seguida se me acercó un chico y me invitó a bailar, lo cual yo rechacé con suma amabilidad. No era uno de los chicos. En seguida vi a mi víctima. Estaba rodeado de otros "pringados" como él. No me sería difícil llevarle al almacén.

Me acerqué y le dije al oído que tenía una sorpresa para él, que viniera y no se le olvidaría en la vida. Me siguió sin preguntar, únicamente que le vieran a mi lado era un logro. Llegamos en seguida al almacén. Fui directa al grano, desabrochando los pantalones y sacando una pequeña verga. En seguida se puso tiesa y solo con tocarla se corrió soltando grandes chorros de semen, ¡prácticamente no lo había tocado y se corrió!. Me iba a ser difícil que me diera por detrás. Pero tenía que intentarlo. Le cogí la polla todavía erecta y empecé a masajearla, por lo que no perdía su vigor. Frankie estaba temblando como un niño. Me quité el tanga y me acercó la polla a la vagina.

Lo siento Frankie, pero eso está reservado a mi futuro marido, pero si quieres me puedes dar por detrás, que me encanta.

Me colocó la polla en la entrada del ano, pero sin llegar a introducirla se volvió a correr, chorreando por mis piernas. Me di la vuelta y bajé mi boca hacía su virgen polla. Empecé a mamarsela en un intento desesperado de que no desfalleciera y no cumpliera la prueba impuesta. Gracias a Dios no perdió fuerza, seguro que le excitaba bastante la situación. Al recobrar su fuerza, decidí cogerla e introducírmela por mi mismo. La acerqué a mi ano dejándome caer sobre ella, introduciéndomela con fuerza. El chico se quedó inmóvil, por lo que tuve que moverme para que entrara y saliera. A los dos minutos se volvió a correr, esta vez dentro de mí

Siiiii, es lo único que salió de su boca cuando se corrió.

Primera prueba superada. Recogí mi tanga y sin despedirme siquiera me lancé a por la siguiente presa. En este caso se trataba de John Ansley, un chico pelirrojo, lleno de granos y pecas, seguro que se trataba de un auténtico palillero adicto a las películas porno. Le vi haciendo el tonto, bailando torpemente en la pista de baile. Al poco tiempo se acercó hasta el servio, lo que aproveché para acercarme a él. Antes de que entrara en el baño, le cogí de la mano y le llevé, ante una gran sorpresa por su parte, al almacén.

Seguí el mismo procedimiento que con el chico anterior. El tiempo se echaba encima, pues tenía que cumplir mi misión antes de que acabara la fiesta. Me desnudé con rapidez. No pude disimular una sonrisa al ver sus ojos desorbitados. Le abrí los botones del pantalón, y bajé unos gastados calzoncillos que seguro que no tenía la intención de ser vistos por nadie en esa noche. La tenía completamente erecta, era de un tamaño medio. Me puse de espaldas y sin que le dijera nada, me penetró con fuerza por detrás, aprovechando que mi ano estaba ya dilatado. Me la metió hasta el fondo, con una pericia de maestro. Sin duda, habría imaginado y visto en miles de películas porno como se hacía. Me agarraba fuertemente de las tetas, tirando de mis pezones. La verdad es que me gustaba, el tío lo hacía muy bien, aunque aparentaba que no se había tirado a nadie en su vida. Me decía que era una auténtica puta, y me daba azotes en la nalgas mientras bombeaba en mi culo. Mientras me penetraba, me hacía un dedo en mi vagina, por lo que tuve un gran orgasmo, que hizo que el se corriera en mi ano. Estaba completamente exhausta, John la sacó lentamente de mi culo, dejando un gran placer a su salida. Estaba aun en el suelo recuperando el aliento, cuando noté un líquido caliente corriendo por mis piernas. Levanté la mirada y vi que me estaba meando el muy cabrón.

Me dijo "no me dejaste ir al baño, así que no aguantaba mas". Le eché a patadas del almacén, el muy cerdo me había meado sin casi darme ni cuenta, pero mi tanga y mis piernas estaban empapadas de orín, a parte de que mi culo estaba lleno de semen.

Tenía menos de una hora para la última enculada. Michael Rodgers, Defensa del equipo de football. Un auténtico mastodonte, pero mas simple que el asa de un cubo. 190 de estatura y 150 kg de peso, pero el cerebro de un bebe.

Estaba empujándose y pegándose con otros compañeros, mostrando una torpe virilidad. Me acerqué a él ante los gritos del resto de los compañeros. Le dije al oído que viniera al almacén que le estaba esperando alguien muy especial. Él dudó, pero me siguió. Los chicos vitoreaban y decían, ¡¡¡¡dala duro Micky!!!

Entramos en el almacén

Donde está esa persona que me dijiste, yo no veo a nadie; dijo

En esas me desnudé en un pis pas y le dije que a quien esperaba ver mejor que a este culito. Me agaché, mostrando mi agujero, el cual estaba dilatado por tanto mete saca. Entré risas, el chico se bajó los pantalones y mostró una verga que iba a juego con el resto del cuerpo. Una verga gruesa como no había visto nunca. El muy bestia me cogió como si fuera un balón de football, dejándome en bolandas, con el culo en pompa, insertándome el pollón con dureza, lo que hizo que se me saltaran las lágrimas. El tio empujaba y empujaba, me iba a romper el culo. Su gran forma física hizo que aguantara bastante tiempo a ritmo infernal. Yo mientras tanto estaba exhausta, pero sin embargo pude llegar a tener varios orgasmos.

Tras un tiempo que me pareció eterno, el joven defensa se corrió, soltando grandes montones de semen dentro de mi culo destrozado. Me dejó en el suelo, se agachó a recoger sus pantalones y se fue. Cuando recuperé el aliento busqué mi ropa para irme a casa después de haber logrado la prueba propuesta. Estaba todo menos el tanga. ¡El cabrón de Michael se había llevado mi tanga como trofeo. Por lo tanto me tocaría regresar a la habitación con el culo dolorido y sin nada de cintura para abajo.