La hermandad (2)
Tras la primera prueba superada en la hermandad, me propusieron una segunda más morbosa y caliente.
Yo era una joven universitaria que iba a empezar la carrera de derecho en la prestigiosa universidad de Clemson, famosa porque todos los que estudiaban allí tenían una carrera brillante, pasando a ocupar altos puestos en la sociedad civil. Era una chica tímida de un pequeño pueblo agrícola, rubia, bastante menudita pero con muy buen cuerpo, moldeado a la perfección tras pasarme varias horas diarias en el gimnasio (y haciendo "gimnasia" con mi novio Peter).Cuando iba a comenzar el curso estaba bastante nerviosa. Me habían comentado que para poder ser alguien y poder sobrevivir en esta Universidad, me tenía que granjear las amistades de las super reinas de las hermandades. Yo había conseguido que me hicieran una entrevista para poder pertenecer a una de estas hermandades. La de más prestigio e influencia, la de las diosas de la justicia. Lo conseguí a través de una amiga de mi hermana. Mi hermana perteneció a esta universidad, pero no consiguió terminar la carrera, dejándolo en el primer curso por causas que nunca comentó.
Llegó el gran día. Tenía la entrevista en la casa de la hermandad, un edificio apartado unos metros del campus, bastante grande y lujosa.
Me recibió Cindy, mi contacto. Me estuvo comentando el funcionamiento de la hermandad, y me dijo que para poder formar parte de su grupo debía pasar unas pruebas que durarían todo el año. Es lo que llaman periodo de Rookie, donde tienes que obedecer a todo lo que te ordenen las hermanas superiores. Me presentó al resto del grupo.
Para empezar debes ir esta noche a coger un bate de béisbol y una cuerda que hay en el trastero del gimnasio.- me dijeron.
Bueno eso no es difícil, pensé.
A lo que añadieron, - por cierto, tendrás que ir completamente desnuda.-
Me quedé atónita, aunque ya venía avisada de que se solía pedir este tipo de pruebas. Yo quería entrar en la hermandad, así que me desnudé y pregunté por el gimnasio. Salí a buscarlo y lo primero que noté es que por las noches bajaba bastante la temperatura, así que instintivamente empecé a correr en dirección al gimnasio. Toda mi piel estaba erizada. Sin embargo conseguí entrar puesto que no había llave, cogí el bate y la cuerda y volví corriendo. Llegué a la puerta que estaba entreabierta, así que empujé esperando entrar en calor. Pero al entrar me cayó un cubo de agua congelada que hice que me paralizara. Que shok, que casi sin verlo me tiraron sobre una cama y empezaron a atarme. No podía reaccionar. Estaba temblado y con las piernas abiertas. Me empezaron a masturbar. Un dedo, luego dos. Acariciaban mi clítoris que rápidamente reaccionó. Empecé a gemir. Una de las chicas llevaba una cámara con la que grababa todo. Me corrí al notar la piel caliente sobre mi coño congelado. Había llegado a un punto que me daba todo igual puesto que estaba excitadísima. De repente todo se puso en silencio, y sonaba una música de tambores de fondo así como el alboroto de las chicas. ¿qué sería? Lo averigüé pronto. Empezaron a untarme el coño con un líquido, que se parecía a la vaselina. Me abrieron los labios del coño y empezaron a meterme algo. Era muy gordo, lo que hacía que me estremeciera de dolor, qué era eso ¿ En seguida me di cuenta que era el bate de béisbol que entraba y salía, que grande, que dolor, que sensación .Hasta que no pude más me corrí soltando un chorro que nunca había soltado (eyaculación femenina) y mi cuerpo empezó a convulsionarse. Me quedé exhausta pero pude oír a Cindy que riendo decía, - vaya filón hemos encontrado -.
Si os gusta continúo.
Parece ser que la primera prueba la superé con éxito. Yo podía formar parte de la prestigiosa hermandad. Sería respetada, causando la envidia del resto de universitarias que poblaban el campus. Ellas, inocentes criaturas no conocían los entresijos de las diosas de la justicia y el calvario que hay que pasar hasta llegar a ser una de ellas.
Al día siguiente prácticamente no me podía mover. Me dolía todo el cuerpo, sobre todo las partes bajas. Además hay que añadir el fuerte resfriado que pillé como consecuencia de las aventuras nocturnas. Sin embargo estaba contenta, ya formaba parte de la hermandad, además que me gustaba el sexo, por lo tanto yo creo que iba a ser un buen año.
Pasó una semana hasta que Cindy me llamó a su habitación. Me dijo: "estoy muy contenta contigo, te portaste muy bien aquella noche, pero quiero que sepas que esto es el comienzo. Hay muchas que no lo aguanta, como tu hermana, puta novata de mierda." Me sorprendió que una chica que era un modelo de buena conducta en público, sea una auténtica zorra en privado. "Estamos pensando en hacerte una nueva prueba. Será esta noche. No faltes. Y ven vestida con esto que hay en la maleta, no añadas ni quites nada, ¿entendido?" asentí con cierto miedo al ver la cara de lascivia de Cindy y el miedo a lo que me esperaba.
Llegué a mi habitación y abrí la maleta. Había una pequeña falda de cuero negro, una chaqueta a juego, unos zapatos de tacón. No había ropa interior, pero si unas bolas chinas. Junto a ellas había una nota que decía "esto también te las tienes que poner". Eran unas bolas gordas de metal. Total cinco bolas. Me quedé sorprendida, seguro que quiere que las lleve dentro. Pensé en dejarlo, en volver a casa como mi frustrada hermana y seguir trabajando en la granja. Pero no estaba dispuesta a esto. Soy fuerte y tengo el ejemplo de mi hermana que no quiero seguir. Me armé de valor, además se iba haciendo tarde, así que me desnudé fui a por un bote de jabón y enjaboné las bolas para que adquirieran la lubricación precisa. Me tumbé en la cama y empecé a frotarme el coño para que se lubricara. Esto no funcionaba. Así que pensé en mi novio y como me follaba lentamente con su pequeño pene. Sabía moverlo y hacerme vibrar, pero siempre me trataba con dulzura, A veces le pedía que fuera más rápido, a lo que él me comentaba que había que ir con cuidado. Me puse a pensar en fantasías con mi novio, como me penetraba salvajemente, y me llamaba puta obsesa. Sin darme cuenta me estaba excitando. Mi coño empezaba a lubricar, mis pezones se erizaban, me gustaba. Pero no había tiempo que perder. Cogí las bolas y las fui introduciendo. Eran muy grandes, pero gracias a mi excitación y al jabón, entraban una, dos, tres Umm que gusto. ¡Peter sííííí.! Sigue Metí la cuarta, ya no cabían más, pero me corrí, llegando a un orgasmo prolongado. Dejé colgando la última bola, y aún sudorosa me puse la ropa ordenada y salí dispuesta a soportar todo lo que me pidieran.
Con estas bolas en el coño, no podía prácticamente ni andar. Después de la excitación dolía bastante. Tampoco ayudaba mucho los zapatos de tacón. Conseguí llegar, llamé a la puerta y me esperaba la misma comitiva de la última prueba, con la cámara incluida.
Sonia dijo. Umm, parece que esta todo bien, la falda, la chaqueta y los zapatos. No te habrás puesto ropa interior, verdad puta?, Me levantó la falda para comprobar sí llevaba bragas y empezó a reirse,
- Jajajajaja, mirar a esta puta, se ha metido el collar en el chocho, pero que puta eres¡¡¡ Graba esto bien, Amanda, jajajaja que putón, lo que le habrá costado meterse eso. Escúchame bien, las voy a sacar, no quiero que te muevas, abre bien las piernas.
Como si no la obedecí. Cogió la última bola y tiró con fuerza, sacándolas de un tirón. ARRRRG, que dolor, sentí que me moría Me quedé echa un ovillo en el suelo retorciéndome de dolor, escuchando las risas de las hermanas. Cogieron el collar y me lo pusieron en el cuello donde siempre debía haber estado. Me sentía muy mal.
Cindy dijo que ya era hora de que conociera a la mascota de la hermandad. Pensé en un perrito. Pero dijo, "se llama SuperDyc". Vi aparecer un armatoste con ruedas. Parecía una antigua máquina inquisitorial. En la punta había un gran falo de plástico, me tiraron a una cama abriéndome las piernas. Yo no podía o no quería poner resistencia. Así pues introdujeron el falo en la entrada de mi vagina. Apretaron un botón y este se puso en movimiento, adelante y atrás, con una armonía y conjunción entre el plástico y la carne. Cindy me gritó;
" te gusta guarra?",
y un grito salió de mi boca; siiiiii.
¿quieres más?
Darme más
Más rápido?
Si por favor,
Suplica
Más rápido
Manipularon el aparato dándole mayor velocidad, que gusto me daba, me corri. Estaba empapada de sudor y exhausta pero la máquina seguía entrando con fuerza. Mi coño estaba completamente abierto. Me empezaron a masajear el clítoris y a tirarme de los pezones duros como piedras. Me daban palmaditas en las tetas que pronto adquirieron un color rojizo. En el fondo de mi ser creo que me gustaba. Sonia se levantó apareció con el chocho al aire, lo puso en mi boca diciéndome que me lo comiera. Yo nunca había saboreado los flujos. Estaba tan excitada que empecé a comerlo pasando la lengua por sus labios, ella me restregaba su sexo por la cara, metiéndolo en mi nariz. Estaba muy lubricado, dejándome la cara empapada de flujo. Al principio me daban arcadas, pero al poco le fui cogiendo gusto.
Tony cogió un consolador de plástico, Era pequeño y metálico. Me lo pasó por el culo, abrió mis nalgas y me lo metió de un solo golpe. Un espasmo recorrió mi cuerpo, quedándome sin respiración y empecé a temblar. De pronto sacaron la máquina de mi coño, y no pude controlar que un chorro saliera de él. Parecía que no iba a parar nunca, empapándolo todo ante las risas y asombro del resto de las hermanas.
Cindy se acercó a mí y me dice;
mira como has puesto todo puta, tendrás que recogerlo.
Me incorporé como pude intentando quitarme el consolador del culo.
-qué coño te crees que haces? Quien te ha dicho que te lo quites?
Resignada la pregunté por la fregona
para que necesitas una fregona teniendo la lengua? A trabajar puta esclava.
Me tiré al suelo y sacando fuerzas de flaqueza lo lamí todo.
ya te puedes ir, vístete y sólo cuando llegues a casa sácate el consolador. Ya sabes que debes estar preparada para cuando te necesite cualquiera de nosotras.
Como pude llegué a mi residencia, me quité el consolador y me tumbé derrotada en la cama. Algo me hizo empezar a llorar, pero estaba satisfecha, por seguir perteneciendo a la hermandad, y haber quemado una etapa más. Sin querer me puse a pensar en que otras sorpresas me depararían.