La hermana gemela

Se cuenta como es la vida, cuando en vez de a una esposa, uno tiene que corresponder por partida doble, con ella y su hermana gemela.

- Cariño, te acuerdas de mi hermana, la que vive en Londres , me pregunto mi esposa. Como iba a olvidarla, si parecían dos gotas de agua. Nosotros dos vivimos en la costa Levantina, desde hace ocho años, desde que nos casamos.

Mari es mi esposa, una morena de ojos marrones oscuros, con unas curvas de jovencita y una sonrisa como la de Angelina Jolie, con la que llevo una relación muy buena, estamos comprometidos y libres a la vez. Basta que el otro le dé permiso, para poner tener una relación más que cariñosa.

Es una relación de amor y de dominación, nunca le hemos negado un capricho a la pareja, cuando esta nos lo ha pedido, nunca y eso que a veces nos hemos pasado un rato.

-Mira el lunes vendrá mi hermana, la gemela, eran iguales, pero la hermana cuatro dedos más alta, a vivir una temporada con nosotros, hablé ayer con ella y se ha separado de su marido, el cantamañanas de Alberto. Y me gustaría, te pido que nos trates a las dos por igual, como nosotras te trataremos a ti. Entiendes la importancia de la petición.

Yo me quedé pensando, y asentí con la cabeza, imaginando la vida por partida doble, eso suponía que cada beso o caricia la tenía que duplicar. En lo bueno y en lo malo. Ya en la estación, al besar a mi cuñada, por cierto, se llama Dulce, mi esposa me señaló su mejilla para que le correspondiese con el mismo beso. Querían sentir lo mismo, compartir una experiencia en la que yo, sería el conejillo de indias.

Comimos en la estación, ellas pidieron un plato combinado y yo uno de espaguetis, como yo conducía, sólo tome un vaso de vino, pero entre los tres nos terminamos las dos botellas de un buen reserva. Ellas fueron juntas al baño y al salir se quedaron riendo y me, yo sabía de qué habían estado hablando las dos. Iban alegres.

Llegamos al apartamento y por el camino, yo conducía como os he contado, pero ellas jorobaban la conducción, me iban acariciando el pecho y jugando con mis pezones. Ya en el apartamento, Mari me pidió que las enjabonase a las dos en la bañera, sin prisa, pero sin pausa, salieron despacio y las seque, ella me pidió que me acostase con su hermana. La lleve a la cama en volandas y allí encima de la cama, aun sin vestir la bese despacio en la boca, bajé hasta los pezones y el recorrido terminó en su monte de venus, estilo americano, ni un pelito, allí, permaneció mi lengua un buen rato, mientras que mi esposa me miraba y se acariciaba al mismo tiempo. Yo estaba a mil, no tardé en penetrar esa dulce y rosada cueva y en poco menos de cinco minutos, terminé dentro de ella.

Noté que unas manos me acariciaban la espalda, era mi mujer que me pidió, quiero exactamente lo mismo. El problema es que necesito más de un cuarto de hora para ponerme en forma. Mientras se la lamia, ella me pellizcaba los pezones, al terminar ella, Dulce me hizo lo mismo, como era de esperar. Mientras saboreaba sus labios notaba que las manos me acariciaban el cuerpo y en especial, la entrepierna, como dándome prisas para que se la metiese a mi mujer. Cuando ya entraba dura, mi cuñada me azotó el culo diez veces, con fuerza diría yo, no sé si para excitarme o por el placer de castigarme.

Yo humillado por las risas pellizqué fuertemente en los pezones a mi mujer, la cual dio un grito de la leche, se quedó enojada y pronto se acercó Dulce, esperando recibir el mismo trato, pero no fue así, le pellizque la vulva y luego los pezones, por eso grito el doble. Ahora era mi esposa la que se acercaba tímidamente a mí y esperaba un trato justo e igualitario. Los diez azotes que recibí casi me hicieron llorar. Me lo merecía.

Yo temía ser castigado por una de ellas, ya que lo recibía por partida doble.

-Juan por favor acuéstate a la cama, que te vamos a atar y nos vamos a divertir, mira una te hará cosquillas y la otra te la chupara hasta que te corras y luego ya sabes intercambio, ja, ja, ja… me dijo mi esposa.

Eso fue el comienzo de la relación, el problema fue cuando intervino otra tercera persona, puede que algún día os lo cuente.

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