La hermana de mi novia (1)

Un hombre con éxito que descubre lo peligroso que puede llegar a ser dar rienda suelta a la hermana pequeña de su pareja...

Me llamo Sergio y tengo 33 años. Ahora mismo estoy con una beca de investigación en Barcelona, lo que me permite vivir sin comodidades pero tampoco con preocupaciones. No quiero dármelas de nada pero físicamente he de reconocer que soy atractivo: pelo castaño, ojos negros, fibrado gracias al deporte matutino y con un rostro que se podría esculpir en piedra como una estatua griega. Y en cuestión de sexo siempre me han marcado lo atento que soy con el placer femenino en la cama. Nunca tuve problemas con las mujeres y actualmente mi pareja encajaba en mi lista habitual desde hace unos años: chica en la treintena que se cree más madura que tú pero que juegas con ella como quieres. Rubia, ojos castaños talla 95 y un culo que produce contracturas en los hombres cuando paseamos. Como es habitual se acercó a mí por lo que le contaron las amigas con las que me acosté, un ‘’chaval’’ guaperas que es genial en la cama pero algo alocado. Todas iguales, sígueles la conversación un rato haciéndote el tonto y luego dales duro en la cama mientras suplican que la penetres gritando tu nombre.

Me encontraba en casa de mi novia como tantas noches viendo la tele como preludio a una buena noche de sexo. Porque además de todo lo dicho anteriormente mi novia encima es una guarra. Vive con su hermana Lucía, una jovencita de 18 años clavada a su hermana: rubia, ojos castaños un buen par de pechos redondeados en forma de naranja y un culo increíble. Tenía además una expresión preciosa digna de su tierna edad, con una cara de niña que contrastaba con unos labios carnosos. Era más bajita, claro, pero no voy a mentir diciendo que cuando viene del colegio privado con la falda a cuadros no la miro. Ahora que estamos en verano ya no lleva las medias largas y esa camisa blanca está más desaprovechada que nunca. La coletita no ayuda a que no sea una maldita bomba para la líbido masculina. Y cuando sale con las amigas no se viste como otras chicas de su edad, con minifaldas y escotes de locura. Se pone faldas normales de tela y blusas de lo más corriente. Quizás eso sea lo que me ponga más de ella. Alguna vez he fantaseado con desnudarla salvajemente y confirmar del todo si su cuerpo es tan clavado al de su hermana y si gemirá igual.

Mientras pienso todo esto no puedo evitar excitarme, algo que me ayuda para ponerme a tono con la hermana mayor. Siempre vemos la televisión los 3 juntos antes de que la niña se vaya a dormir y empecemos a magrearnos seriamente. Porque antes de que se vaya mi novia siempre demuestra lo guarra que es. Como si no se diese cuenta, estando su hermana en el sofá de al lado, empieza a sobarme: me revuelve el pelo, mete la mano por dentro de la camisa, roza como sin querer mi paquete… Parece que le pone hacer esas cosas delante de su hermanita. Y a mí también, para qué engañarnos, tocándola yo también de una forma menos descarada pero dejando claro mi deseo. Afortunadamente la niña no es tonta y cuando el magreo empieza a ser descarado se excusa con cualquier estupidez y se va a la cama para dejarnos en intimidad. Nunca la he visto sonreír ni hacerse la sorprendida.

Estábamos como una noche cualquiera viendo la tele con mi novia acurrada en mi cuerpo y Lucía en el otro sofá, vestida ya con la ropa de dormir. Como ya hace demasiado calor llevaba un cullot y una camiseta de tirantes que me estaba volviendo loco. Estaban poniendo una película bastante aburrida y como mi novia estaba tranquilita por ahora decido darle un poco de conversación a Lucía, así de paso tenía excusa para mirarla directamente.

-¿Qué te está pareciendo la peli, Lucía?

-No está mal…¿se ha quedado dormida?-refiriéndose a mi novia.

-Parece que un poco traspuesta…¿la despertamos de una forma especial?

-Puedes hacer lo de siempre que la activa un montón.-me dijo sin apartar su mirada de la mía, completamente seria.

Este comentario me dejó paralizado. ¿Qué coño quería decir con eso? ¿Se refería a las caricias? Me estaba poniendo completamente rojo, joder con la niña. Me di cuenta que habían pasado unos segundos por lo que decidí intentar aparentar indiferencia.

-Jajaja mejor no, seguro que ha venido cansada del trabajo.

-Más motivo entonces, así se relajará.

¿Pero qué Diablos? Ya no sé si eran ilusiones mías o la niña realmente estaba hablando de eso. Decidí darle un poco de cuerda, podría acabar siendo algo interesante y si estaba intentando vacilarme le dejaría las cosas claras.

-No te creas, tu hermana una vez despierta no hay quien la pare.

-De eso estoy segura, siempre estáis viendo la televisión hasta tarde toda la noche.

-Es que a tu hermana le encantan estas cosas, ya aprenderás a disfrutarlas con el tiempo.

-Jajaja-por fin dejaba de mantenerse seria- eso es porque las ve con un tío como tú.

-Seguro que una chica como tú conoce a un montón de chicos como yo…de su edad, claro jajaja!-esto me estaba ya excitando, necesitaba ver hasta dónde podíamos llegar.

-No creas, los chicos de mi edad me aburren. Preferiría mil veces a estar con alguien con experiencia y que tenga las cosas claras, sin tapujos.

Lo reconozco, aquí me quedé con la boca casi abierta sin saber que decir, con la risilla tonta por debajo. ¡Me estaba pidiendo que folláramos! O que fuésemos amigos especiales, o lo que fuese. Joder, Elena, Elenita, la que se iba a la cama nada más ver el percal. La cara de tonto que se me quedó debió animarla más.

-Bueno, te voy a dejar Sergio para que… os relajéis mi hermana y tú.-Dicho esto se fue mientras me sonreía pícaramente.

Y se fue, dejándome con una erección de caballo que se me notaba a kilómetros. Ni me había dado cuenta por el ritmo de la conversación. Cuando oí cómo cerraba su puerta empecé a tocar a mi novia, no magrear ni sugerir. Le apretaba las tetas mientras me hundía en ellas. No tardó nada en despertarse, claro:

-Pero…Sergio…espera ¿y Elena?

-Se ha ido a dormir-mientras decía esto me estaba bajando los pantalones y poniendo mi paquete a la altura de su cara- Cariño, vamos, por favor

-Eh…bueno.

Ella mismo terminó de bajarme los calzoncillos e introdujo mi pene en su boca. Dios, estaba tan excitadísimo que sentía que iba a explotar en cualquier momento. Me imaginaba a la zorra de Elenita haciendo eso mismo, de esa forma tan salvaje. Ni siquiera miraba a mi novia, estaba tan cachondo que no tardé mucho en correrme con los ojos cerrados mientras ahogaba un grito. No la avisé aposta, quería deleitarme con mi propio placer. Me quedé descargando en su boca, disfrutando el momento.

-Guau Sergio, sí que tenías ganas.

-No te puedes hacer ide…-abrí los ojos y ahí estaba, Elena, mirando a escondidas, si es que se puede decir eso de estar con medio cuerpo fuera mirando descaradamente-a.

Me quedé totalmente paralizado. Mi novia empezó a rebuscar en el bolso, probablemente un condón, sin percatarse que su hermana estaba ahí parada. Nos estábamos mirando fijamente a los ojos y ahí ocurrió el milagro: me sonrió tímidamente.

No necesité nada más. Impedí que mi novia se moviese, agarré el condón de sus manos y mientras me lo ponía la apremié en que se quitara el pantalón y las bragas. Nada más que terminó la abrí de piernas y la penetré mientras miraba a Elena, que seguía sin moverse aunque se dejaba ver un poco más.

-Te gusta, ¿verdad?-Empecé a decir en alto.

-Sí, Dios, ¡sí! Es mejor que nunca, ¿qué ha pasado hoy?

-Cállate y disfruta, déjame a mí que te enseñe lo que es placer.

Mi novia sonrió y empezó a gemir con los ojos cerrados. Yo aproveché para mirar descaradamente a Elena, que alternaba su mirada entre mis ojos y la penetración. De vez en cuando sacaba mi pene para que lo viese, momentos en los que clavaba su mirada. Notaba que iba a correrme otra vez pero quería aguantar. ¡Dios! Malditas guarras, las 2, de mi novia lo sabía pero de Elenita sí que no me lo esperaba. Me daban ganas de saltar sobre ella, tumbarla y poseerla ahí directamente.

Mientras pensaba esto me corrí a la vez que mi novia, que esta vez gritó sin contenerse. Seguro que al día siguiente me diría lo preocupada que estará por haber gritado así estando su pobrecita hermana en casa. Saqué mi pene, quité el condón y lo froté en su cuerpo, restregándolo en sus tetas para limpiarlo. Las dos me miraban lascivamente, no sé si la tonta de mi novia se percató de que levantaba mucho la mirada pero estaba tan cachondo que ya me daba igual.

Elena me sonrió ampliamente y se escabulló a su habitación sin hacer ruido. Ya estaba decidido, iba a follármela como fuese, aunque tuviese ella 18 años y fuese la hermana de mi novia.

Continuará