La hermana de mi mujer (2)

Después de ese hermoso viernes que termino en una hermosa cojida a mi mujer, cuando le conté con lujo de detalles la experiencia de haberme cojido a su hermana, no dudamos en planear como lograr nuevamente ese encuentro.

Pido disculpas por la demora que he tenido en contarles la segunda parte de mi aventura con mi hermosa cuñadita, espero que les guste lo que les contare.

Después de ese hermoso viernes que termino en una hermosa cojida a mi mujer, cuando le conté con lujo de detalles la experiencia de haberme cojido a su hermana, no dudamos en planear como lograr nuevamente ese encuentro, pero que esta vez no tuviéramos ningún impedimento que nos permitiera gozar plenamente el uno del otro, fue así como al pasar el fin de semana y dar comienzo a la rutina del día Lunes, mi esposa no tardo en indicarle a su hermana, que ese día los niños irían a quedarse toda la tarde en la guardería y que ella tendría clases. Por tal motivo tendríamos la tarde libre para que yo pudiese enseñarle la cuidad o llevarla a algún lugar que no hubiese visitado.

Sin contratiempo todos nos arreglamos y comenzó mi aventura, dejando a mi mujer en sus clases y al encontrarnos mi cuñada y yo solo en el auto, no tarde en indicarle que ese día la secuestraría, que la llevaría a donde pudiésemos estar solos y descubrir nuevas fantasías. Ella solo me miro y sonrió con picardía, se sentía que estaba dispuesta a todo, que el fin de semana le había dado oportunidad de despojarse de los remordimientos que le quedaran y que definitivamente le había encantado haberse cojido a su cuñado.

Le propuse acercarse a mi lado, que yo no mordía y que si lo hacía estaba seguro que le gustaría. Sin pensarlo siquiera se acerco y pude rozar su pierna con mis manos, acariciarla lentamente como un precalentamiento a nuestro encuentro, manejaba directo a un motel, se me hacía interminable el recorrido, al llegar a el ella no pronuncio palabra alguna, ni se extraño de estar allí, era evidente que no era la primera vez que entraba a un lugar de estos.

Recorría el lugar con lentitud, buscando una habitación desocupada, cuando la divise, no se de donde saque la destreza para estacionarme, ya que estos están hacho en su mayoría para automóviles pequeños y no para mi inmensa camioneta, bajamos y cerré el portón automático, llamé y cancele el dinero, para que me facilitaran el acceso a la habitación. Todo esto en un silencio total, donde los dos nos negábamos a hablar por temor a romper el encanto o las decisiones tomadas de las cuales no queríamos ni pensar.

Subimos una escalera que nos llevo a un hermoso lugar, creo que si lo hubiese planeado no habría logrado una habitación igual. Control para las luces, una bañera ideal, que ocupaba el centro de la habitación, una gran cama y un baño espectacular, con vidrios que enmarcaban la ducha, dejando pasar la silueta de un cuerpo para soñar.

Solo faltaba definitivamente mi hermosa cuñadita para poder lograr ese sueño placentero que todo hombre algún día ha de soñar y que inimaginablemente yo estaba por completar.

La tome entre mis brazos y la empecé a besar con frenesís y pasión ella me respondía como si nunca hubiese existido ningún inconveniente que nos obligara a parar, como si fuésemos amantes que se reencontraban para amarse sin ningún pudor. Nos recostamos en la cama y tomamos un respiro, que me permitió dirigirme a la bañera y dejar correr el agua para que esta se llenara y disfrutar después de cojermela de un relajante masaje. Regrese a sus brazos y le dije al oído como la deseaba, que siempre lo había soñado que nunca pensé lograrlo. Poco a poco la fui desvistiendo no quería acabar con ese momento tan glorioso y el nunca llegaría a olvidar, las manos se me enredaron en su brasier que pensé solo en destrozarlo con mis manos, ella se dio cuenta de mi desesperación y tomando mis manos solo pudo llegar a sonreír, fue cuando ella decidió despojarse del resto de sus prendas y permitirme verla tan hermosa como es ante mis ojos que no podían creer que su frágil y hermoso cuerpo serían míos en ese mismo instante.

Le pedí que me desvistiese mientras la observaba con pasión, lentamente me quito mi camisa y se dirigió a mi pantalón, el cual bajaba mientras sus labios me causaban una inexplicable sensación, al rozarlos con mi cuerpo en pequeños besos de pasión. Fue delirante para mi al sentir mi pene en su boca, el cual introdujo sin compasión, lamió poco a poco, como un pequeño lame su helado favorito, como una puta experta que solo procura hacerte sentir el rey del mundo, su único hombre en esa ocasión. Si era una Puta experta, lo tenía escondido o lo llevaba en la sangre y al fin exploto, porque al igual que su hermana sabía sacarle provecho a la ocasión. Con su carita de ángel, con su voz de niña mimada, escondía muy adentro lo que yo llegue a descubrir, un torrente de emociones que estoy seguro que su nuevo marido o esposo, le sería imposible contener, porque definitivamente el pobre llevaría los cuernos hechos desde este momento hasta el día de su defunción.

Tome nuevamente un respiro porque de lo contrario acabaría como un primerizo o un pequeño idiota que no sabe manejar la situación, le pedí que se tendiera en la cama y me permitiera besar su sexo, cuchara, cuca, choco, no se que nombre darle que les guste o les llene de envidia ante esta mi situación, porque me sentía el más afortunado porque probaría lo dulce de su sexo como comerme un dulce de melocotón. Pase mi lengua, saboreando todo su esplendor, ella comenzó a gemir y sin darle tregua alguna me introduje totalmente con mi lengua y mis dedos en esa cueva de amor, chupe, lamí, saboree, hasta que sus manos se apoyaron en mi cabeza queriéndome introducir por completo en su cueva, hasta que un solo grito de placer logró soltar y me inundo con todos sus jugos como un torrente de agua difícil de aguantar y que si no eres un experto te pueden ahogar.

Subí por su cuerpo lentamente, hasta sus senos besar, los cuales no les había dedicado ni un segundo porque no podía esperar, saborear sus jugos y que me llegaran a sesear mi sed de cojerme a mi cuñadita hermosa, que de santa no tiene nada, ya que es una pequeña perra en celo, dispuesta a tirar, con el hombre que se lo sepa proponer y su oreja calentar.

Mientras besaba sus senos los cuales cabían por completo en mi boca y no podía dejar de saborear, introducía mis dedos en su sexo para así lograr que no perdiera su calentura y otro orgasmo llegara a disfrutar, metía mis dedos con lujuria, empecé con uno, hasta que con dos la llegue a penetrar y explotando me llegó a besar, se corrió en mis dedos que a mi boca llegue a llevar para saborear nuevamente su néctar que es difícil de olvidar.

Me coloque un condón y la tomé por la cintura para hacerla cabalgar y que sintiera todo mi pene en su sexo, es difícil de explicar, como se movía primero lentamente y la velocidad que llegó a alcanzar, no se como explicar pero fue tan hermoso acabar en su sexo y al mismo tiempo sentirla llegar, como agradecida me abrazó entre sus brazos para mis labios besar y así quedarnos un rato sin palabras pronunciar.

Nos miramos, sonreímos y nos volvimos a besar, nos tomamos de la mano y a la bañera fuimos a parar, ella se arres costo dentro de ella y yo me senté a su lado para poder observarla en su esplendor, jugué nuevamente en su sexo con mis manos y fue fácil que otro orgasmo llegase a tener, ella en agradecimiento tomo mi pene y lo chupo con mucha lujuria, siempre entre mis fantasías con mi esposa, soñábamos con que su hermana me llegara a chupar y mi leche llegase aprobar y está misma tarde eso se hacia realidad, me senté y disfrute el placer de recibir una hermosa mamada hasta que mi leche invadió sus labios y casi la llego a ahogar, saboreando mi leche y su lengua suave sobre mi pene eso es difícil de olvidar, quería salir corriendo y a mi mujer contar lo glorioso de este encuentro y lo feliz que me hacia el que ella me había logrado propiciar.

Nos quedamos juntos abrazados, acariciándonos el uno al otro y diciéndonos al oído que en cualquier momento volvería a pasar que el echo que se casara no cambiaría en nada nuestro encuentro, que siempre me iba a desear, me prometió guardar el secreto y que cada vez que pudiésemos ella y yo juntos podríamos estar. Se me ocurrió mirar mi reloj y fue cuando me di cuenta del tiempo que había transcurrido, tuvimos prácticamente que vestirnos rápidamente para poder llegar a buscar a los niños y a mi mujer, la cual al llegar nos miro con disimulo, pero no sin arrojarme una sonrisa de complicidad y poder ver dibujado en mi rostro una gran felicidad.

No conversamos de lo sucedido hasta no estar muy solos en nuestra habitación, la cual llenamos de lujuria y pasión al relatarle está historia que nos ha servido como una pequeña llamarada para encender nuestro colchón y la cual recordamos siempre que el morbo nos llena el cerebro de cosas extrañas que se que le gustan a todos y muy pocos se atreven a contar sin pudor.