La hermana de mi exnovia

A veces la vida nos tiene preparados giros inesperados, situaciones imprevistas en las que no hubieras podido imaginar verte envuelto. Esta es la historia de uno de esos quiebros del destino cuyas consecuencias aún no he podido calibrar.

A veces la vida nos tiene preparados giros inesperados, situaciones imprevistas en las que no hubieras podido imaginar verte envuelto. Esta es la historia de uno de esos quiebros del destino cuyas consecuencias aún no he podido calibrar.

Todo comenzó con una llamada telefónica;

  • Hola Alex, ¿qué tal? Escucha, mi hermana ha encontrado un piso increíble, céntrico, cerca de la playa y está nuevo. El problema es que es caro y no lo puede pagar sola, por lo que está buscando una compañera o compañero de piso. Sé que tu estás buscando piso así que, no sé, ¿te parece que se lo comente y a ver que piensa?

Quien estaba al otro lado del aparato era mi ex novia Sara. Hacia 5 años que lo nuestro había acabado, aunque más que acabar, nuestra relación había evolucionado hasta convertirnos en buenos amigos, muy buenos de hecho. Nos veíamos a menudo, compartíamos amistades e incluso integrábamos con naturalidad en nuestro circulo a las respectivas parejas que ambos íbamos tenido a largo de estos años. Sin embargo, que la idea de compartir piso con su hermana menor naciese de ella me cogió por sorpresa.

  • Estás segura? - Le dije. Conocía poco a Adriana, Cuando salía con Sara  ella era aun una niña, después se había ido a estudiar ingeniería textil a París por lo que no la había visto más que 3-4 veces durante los últimos años. Ahora con 22 años había vuelto a Santander a arrancar su propio proyecto y eso es todo lo que sabía de ella.

  • Porqué no? Antes de que Adriana comparta piso con un desconocido, prefiero que lo haga contigo. Os quiero a ambos y sé que la convivencia será buena entre vosotros. Además de esa manera siempre estaré invitada a vuestra casa, jajaja.

  • Bueno, tendría que ver el piso y Adriana tendría que estar de acuerdo...- Sabía que si Sara me había dicho que el piso estaba bien, es que estaba impecable. Es arquitecta y sus nivel de exigencia es cuando menos elevado. La segunda parte me generaba más dudas. No sabía hasta que punto a Adriana le atraería la idea de compartir piso con un chico, de 31 años y que encima era el ex novio de su hermana.

  • Por descontado. Hablo con Adri y te digo algo hoy mismo- Hubo un momento de silencia y súbitamente la voz de Sara cambió, se hizo mucho mas seria.

  • Te voy a pedir una única cosa Alex, y quiero que te lo tomes en serio. Es mi hermana menor, sé que le puedes gustar igual que gustas a otras muchas chicas, pero como pase algo entre vosotros no te vuelvo a dirigir la palabra. Estaré feliz si os lleváis bien, pero hay ciertos límites que no se deben traspasar, ¿lo entiendes?

Hasta ese momento ni se me había pasado por la cabeza el que pudiera haber ningún tipo de connotación sexual en la relación entre Adriana y yo. Para mí seguía siendo la niña que conocí cuando comencé a salir con Sara. Es cierto que desde joven fue una chiquilla preciosa, y su atractivo se acentuaba a medida que crecía. De hecho la última vez que la vi, hace unos 4 meses, estaba tan espectacular que pensé que si no le iba bien el mundo textil, siempre podría hacer carrera como modelo. Aunque no compartí esta reflexión con su hermana obviamente.

Para que os hagáis una idea de lo que digo,  debía medir en torno al 1,74, piernas largas, figura esbelta, un culo sencillamente perfecto y unos pechos que tenían pinta de desafiar todas las leyes de gravedad habidas y por haber.  La melena larga, entre castaña y rojiza, una cara fina, de muñeca de porcelana pero con unos ojos verdes algo rasgados que trasmitían de todo menos inocencia.

Si yo no pensaba en Adriana en terminos sexuales, menos probable me parecía que ella me percibiera así. En realidad no había razones objetivas para que no lo hiciera ya que yo también tendía a tener un notable éxito entre el genero opuesto, y en ocasiones también en el que no era opuesto. Soy alto, he hecho deporte toda mi vida y ahora que llevaba unos años yendo al gimnasio lo cierto es que quizás yo también hubiera podido probar a hacer mis pinitos en el mundo de la moda. Sara me solía decir en tono jocoso que tenía unas proporciones griegas, a excepción de mi miembro, cuya medida ella solía ubicar algo más al sur, en algún punto de áfrica central en concreto.

Compagináramos físicamente o no, existían muchas razones éticas, morales y sociales por las que algo entre nosotros era improbable, de modo que no dude en contestar a Sara;

  • Entiendo perfectamente, por ese lado puedes estar tranquila. Ya sabes que no me gusta complicarme la vida, y desde luego no te quiero perder.

  • Todo claro entonces, voy a hablar con ella. Seria genial que compartierais casa- Su voz volvía a sonar igual de jovial y despreocupada que al principio.

  • Si, supongo. Habla con ella primero, vemos el piso y después lo celebramos. Un beso.

No tuve mucho tiempo de pensar en nuestra conversación ya que antes de 20 minutos Sara me volvió a llamar.

  • Listo Alex. A mi hermana le ha encantado la idea. Yo no puedo ir, pero me ha dicho que ella te enseña el piso esta misma tarde a las 5, si te viene bien. De todas formas le he dado tu teléfono para que podáis concretar detalles directamente.

Así fue como esa misma tarde, después de una visita de 10 minutos y una cerveza de unos 30, Adriana y yo acordábamos compartir vivienda durante un año.

Las primeras semanas transcurrieron con normalidad. La convivencia era agradable, nos llevábamos bien e íbamos trabando mas confianza a medida que pasaban los días. Salíamos a tomar algo de vez en cuando pero siempre acompañados de Sara o de otras personas. No obstante, yo empezaba a sentir cierto desasosiego puesto que era imposible no sentirse atraído por Adriana. Algunas mañanas la veía pasearse por casa en bragas y con una camiseta holgada que apenas le tapaba el culo.  Era como tener a Irina Sahik de compañera de piso. Hasta el más insignificante detalle, cómo ayudarle a subirle la cremallera del vestido, hacia que se erizara el pelo. Ante esta situación, Intente no pensar en ello, convencerme de que no era para tanto y por unas semanas creí conseguir volver a verla con ojos inocentes.

Una mañana, acababa de meterme a la ducha cuando Adriana tocó la puerta del baño.

  • Perdona Alex, te importa que entre un momento a por una cosa? Tengo bastante prisa. Prometo no mirar, jajajaja.

Iba a decirle que esperara un poco, que me daría prisa, pero habíamos establecido una relación tan fluida y cercana durante el tiempo que llevábamos conviviendo que la situación me pareció natural.

  • Vale, entra tranquila.

Al entrar Adriana hizo la broma de taparse los ojos con las manos y fue directa a la cajonera del lavabo. Llevaba una falda corta y pegada que realzaba su culo perfecto y un sujetador semitrasparente de encaje que tampoco dejaba mucho a la imaginación. Estaba espectacular, como siempre. En ese momento se giro, y nos quedamos mirándonos a los ojos por unos segundos que parecieron eternos. Fue un momento extraño. Ella fue la primera en bajar la mirada encontrándose de lleno con mi desnudez. Encima, el agua caliente y la excitación de tenerla a 1 metro había hecho que mi polla ya estuviera morcillona. Vi claramente como se mordía el labio inferior, mientras que mi única reacción, puro instinto, fue intentar taparme como pude con ambas manos.

  • Joder, perdona, no he podido evitarlo. Estás como un tren y encima es verdad lo que me había contado mi hermana cuando salíais juntos - Adriana estaba roja como un tomate mientras decía esto- Sabes, deberíamos ducharnos juntos, así ahorraríamos agua, por eso de salvar el planeta ya sabes. Y encima iría mucho más contenta a trabajar cada día, jajajaja. Es una broma estúpida, verdad? Su risa nerviosa mientras decía esto último denotaba que estaba intentando salir de una de esas situaciones en las que querrías que la tierra te tragase.

El que debía parecer realmente estúpido era yo, que me había quedado totalmente en blanco. No sé si me había dejado más en shock nuestra primera mirada y lo que había visto en sus ojos, o el comentario posterior al verme desnudo.

Fue ella quien zanjó la situación.

  • Me voy. Lo siento de veras, no era mi intención, al menos no así.

Aquella noche Adriana no vino a casa. Me envío un mensaje avisando de que se quedaba a dormir en casa de una amiga. Tengo que reconocer que casi sentí alivio, aunque ello no evito que pasara la noche pensando en ella. Sabía que nos habíamos acercado  peligrosamente a un abismo un poco abstracto pero cuyo vacío sentía claramente bajo mis pies.

Los siguientes días transcurrieron sin grandes sobresaltos. Volvimos a normalizar la situación y aproximadamente 1 semana después del incidente de la ducha, ahí estábamos los dos tirados en el sofá dispuestos a ver una peli. Aun hoy no puedo recordar de qué iba la trama, estaba más pendiente de Adriana que de la pantalla. Ella como de costumbre iba en bragas y con una camiseta en la que se marcaban claramente los pezones libres de sujetador. Aunque no la puedo culpar, yo llevaba unos pantalones de deporte pegados sin nada debajo y una camiseta de tiras que tampoco tapaba demasiado.

No llevaríamos ni 10 minutos cuando se pego un poco más a mi y apoyo su cabeza en mi pecho.

  • Te importa?

  • No te preocupes - le dije sonriendo y pasando el brazo derecho sobre ella para que estuviera más cómoda.

Estoy seguro de que en esa posición Adriana podía escuchar mi corazón apunto de una taquicardia. Además al abrazarla, de forma mas o menos subconsciente mi mano quedo apoyada en su culo. No me atrevía a mover ni una pestaña, ella sin embargo parecía relajada. Empezó a acariciar mi abdomen por debajo de la camiseta, de manera muy inocente al principio, haciendo círculos que me provocaban unas ligeras cosquillas. Sin embargo, cada vez bajaba mas la mano, hasta el punto de empezar a jugar con la goma de mis pantalones. Yo sabía que debajo no había nada y no pude evitar tensarme. Al mismo tiempo estaba tremendamente excitado. Podía escuchar la respiración de Adriana, sentía el calor de su cuerpo, el olor de su pelo...A estas alturas tenia la polla tiesa, grande y dura. Ella tenía una vista privilegiada sobre el miembro que se marcaba claramente bajo el pantalón.

Más por la tensión del momento que por un acto deliberado, apreté un poco su culo, era suave y duro. Ella introdujo la mano bajo el pantalón y mi pene saludó el movimiento liberándose de la tela y quedando erguido y esplendido ante ella. Sus dedos rodearon lentamente el pedazo de carne caliente y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Empezó a mover la mano despacio, arriba y abajo. Su mano delicada casi no podía rodear toda la anchura del tronco, pero se movía con maestría. Sin mediar palabra, vi cómo Adriana bajaba un poco la cabeza y empezó a meterse la polla en la boca. Yo, liberado del estupor inicial, había deslizado un dedo sobre su rajita. Tenía las bragas mojadas, llenas de una mezcla de calor y humedad.  Movía el dedo a lo largo de su sexo llegando hasta el clítoris, acariciándolo y volviendo a hundirlo despacio hacia la entrada del coño. Nunca había visto a nadie mojarse así solo con este movimiento. Estaba seguro de poder hacer que se corriese en ese mismo momento, pero prefería que disfrutase de cada caricia, así que continué moviendo la mano lentamente por debajo de las braguitas, poco a poco. Quería que su orgasmo se fuera acumulando como una marea.

Ella sí había acelerado sus movimientos, se metía mi polla hinchada en al boca, reluciente por la saliva que se le escapaba en cada chupada. Con mi mano libre levante su camiseta y acaricie esas tetas que como había supuesto eran sencillamente perfectas. Solo sus pezones, rosados, redonditos y duros hubieran hecho enloquecer a cualquier hombre.

  • Quiero follarte - Adriana lo dijo como si toda la sinceridad y deseo del mundo pudieran contenerse en esas 2 palabras.

No espero mi respuesta. Se incorporo tranquila, sacándose la camiseta por encima de la cabeza y bajándose las bragas sin prisa. Hizo lo mismo con mi camiseta y pantalones. Me devoró con la mirada mientras lo hacia, le brillaban los ojos. Despacio, se sentó sobre mi. Empezó a restregar su coño recorriendo mi polla mientras empezó besarme jugando con su lengua en mi boca. Moviéndose a lo largo de todo mi miembro, sentía su humedad impregnando nuestros sexos. Se levanto un poco, agarró mi verga palpitante y tras estimular su clítoris con varias pasadas de mi glande, empezó a metersela despacio. Solo la punta al principio, luego hasta algo más de la mitad mientras subía y bajaba lentamente. Adriana jadeaba.

  • Aaahhh, aaaahhhhh, aaaahhhh....

Estaba increiblemente mojada. Sus flujos vaginales le resbalaban muslo abajo y empapaban mi polla. Sentía como llenaba su coñito joven, estrecho y caliente. Cada vez se la metía un poco más y note como unos escalofríos empezaron a recorrerla. Su respiración era cada vez mas entrecortada y mas que jadear, gritaba;

  • Aaaaaaahhhh, aaaaaaahhhh, aaaaaaaaaaahhhh...

En el momento en el que finalmente se dejo caer metiéndosela hasta el fondo explotó en un orgasmo eléctrico. Se corrió en verdaderas descargas que atravesaron todo su cuerpo mojándome entero y empapando el sofá.

Tardo unos segundos en recuperarse. Yo aun seguía dentro de ella. Me abrazó, y entre resoplidos susurro en mi oído.

  • Dios! Creo que acabo de tener el mejor orgasmo de mi vida. Nunca me había metido una polla así y tu me excitas hasta un límite que está fuera de lo razonable. Verte desnudo hace que ya me ponga a punto de correrme.

  • No hemos acabado - Le sonreí.

Como si hubiera sido una señal, ella empezó a cabalgarme despacio. Se metía y sacaba mi miembro desde la punta hasta los huevos y la movía dentro de ella mientras lo hacia. Yo le agarraba el culo con ambas manos, abriendo sus nalgas y ayudándola en cada penetrada. En seguida tuvo otro orgasmo en esta posición. Nuestros cuerpos eran una mezcla de flujos, sudor y el calor que emanábamos por cada poro. La levante en volandas sin dejar de follarla y la deje caer de espaldas en el sofá.

Ahora podía ver su cuerpo en todo su esplendor. Si existiera una diosa de la lujuria, yo la hubiera representado tal como era Adriana en ese momento. Montado sobre ella, fui sacando mi polla despacio. Estaba empapada. Cogí sus piernas, las levante sobre su pecho elevando un poco su culo y dejando su coñito rosado bien abierto. Acerqué mi cabeza y empecé a recorrer toda la raja con mi lengua, haciendo un pequeño circulo cuando llegaba al clítoris. Mientras, un dedo jugaba en su ano, estimulándolo. Paré justo en el momento en el que iba a volverse a correr. Le di la vuelta, poniéndola a cuatro patas, y empece a restregar la punta de mi verga por su sexo y culo.

Ella trataba de pegarse a mi, intentado meterse mi polla de nuevo. La hice sufrir un poco mas, hasta que empece a penetrarla despacio primero y mas rápido después. Cada embestida sonaba a flujos y cuerpos que chocan. La empece a empotrar mientras una de mis manos jugaba con su clítoris. Adriana mordía la almohada entre jadeos y volvió a tener otro orgasmo mientras apretaba la vagina para apresar ese pedazo de carne dura que la estaba llenando por completo.

Se la saque de golpe porque yo también estaba apunto de explotar. Ella se dio la vuelta, sonriente. Cogió el pollón con una mano y se la llevo a la boca lamiendo la punta y metiéndosela despacio.

  • Adriana, me voy a correr.

  • Quiero que me llenes de leche, quiero ver tu cara cuando te corras. Quiero oirte mientras lo haces - Diciendo esto, dejo de comerme la polla y empezó a masturbarme con ambas manos.

Sentí que se me erizaba toda la piel y empecé a descargar gruesas salvas de lefa sobre la cara y el cuerpo de Adriana, pero también sobre el sofá y el suelo.

  • Aaaahhhggg, aaahhhhgg....

Me corrí como nunca. Uno de los lefazos había ido a parar a la mejilla de Adri. Ella sin dejar de mirarme, recogió el semen con dos dedos y se los llevo a la boca con la misma actitud con la que hubiera podido probar una salsa para comprobar el punto de sal.

Es curioso, en ese momento tuve la sensación de estar enamorandome de ella. Al mismo tiempo, estaba tan excitado que mi miembro seguía estando erecto, hinchado, duro. Ella lo notó, así que empezó a mamarmela nuevamente. Mientras, en cuclillas como estaba vi como se masturbaba con dos dedos. Tras un par de minutos, se levantó, se sentó sobre la mesa del salón sin soltar mi polla y se la acerco a la entrada de su empapado coño.

  • No sé si mañana podré levantarme de la cama. Pero creo que no puedo dejar de follar contigo Alex...

No pude más que sonreir mientras mi dureza empezaba a penetrar nuevamentesu mojada cavidad.

Continuará?