La hermana de mi amigo
La visita de la hermana de mi amigo que era un compromiso resulta ser un autentico regalo
Esta historia sucedió hace bastantes años y nunca la he contado. Obviamente los datos están cambiados pero el hecho es real y lo cuento tal como sucedió.
Yo era un estudiante que acababa de terminar el primer curso de mis estudios universitarios y vivía en un piso con otros dos amigos en una gran ciudad.
Hacía pocos meses que había empezado a salir con una chica y aunque había tenido diferentes escarceos amorosos y había practicado la masturbación con varias chicas todavía no había tenido relaciones sexuales plenas con ninguna mujer, por lo que en realidad era bastante inexperto.
Era verano y había encontrado un trabajo para las vacaciones de manera que me había quedado como único habitante del piso. Un día, al principio de ese verano, uno de mis compañeros de piso me llamó para decirme que una hermana suya, con un hijo, iba a venir a la ciudad durante dos meses y necesitaba un sitio para vivir, que si me importaba que su hermana ocupara su habitación durante ese tiempo.
En principio, compartir la casa con una madre y su hijo no me pareció una idea especialmente atractiva pero naturalmente no podía negarme y le dije que no tenía inconveniente.
Mi amigo me informó de que le había dejado a su hermana una copia de la llave de la casa y que, por tanto, no me preocupara de su llegada.
Me olvidé de ello y el día que me dijo mi amigo que venía su hermana, llegué a casa sobre las diez de la noche. Abrí la puerta y me encontré con una mujer de veintipocos años que se identificó como Lucia, la hermana de mi amigo. Nos dimos dos besos como saludo y a continuación me dijo, en voz baja, que acababa de acostar a su hijo y que ya se había dormido.
Lucia mediría unos 1.70 m, era delgada y tenía buen tipo, unas excelentes tetas de tamaño mediano, unas buenas caderas y unas bonitas piernas. Estaba en camisón pero llevaba encima una bata. La bata se abrochaba por delante y tenía los dos primeros botones desabrochados lo que permitía ver el inicio de sus tetas. Como era verano la tela de la bata y el camisón eran lo suficientemente finas como para perfilar bien el contorno de su cuerpo. Ni el camisón ni la bata impedían que sus pezones quedaran claramente marcados y que se le notara un ligero abultamiento del monte de venus: Desde el primer momento ese cuerpo ejerció sobre mí una atracción irresistible.
Después del saludo nos dirigimos al salón para charlar un poco. Nos sentamos uno frente al otro y ella cruzó sus piernas. Al hacerlo la bata se abrió ligeramente dejando visibles una parte de sus muslos. Me fijé más detenidamente en sus piernas: unos tobillos delgados, unas piernas estilizadas y unos muslos que parecían fuertes pero muy proporcionados.
Estar frente a una mujer que me parecía tan rica, desconocida y en camisón me resultaba tremendamente excitante pero estaba un poco inquieto e inseguro por mi falta de experiencia. Sin embargo, mi polla estaba muy despierta y el bulto en mi pantalón era claramente perceptible.
Me contó que había venido a resolver unos asuntos, que en principio solo iba a estar unos dos meses y que tenía que solucionar unos problemas con su marido ya que se encontraba en trámites de divorcio.
Saber que en esos momentos no tenía compromisos sentimentales me produjo una gran satisfacción porque pensé que el hecho de no tener ataduras podía aumentar las posibilidades de poder disfrutar de ese cuerpo tan apetecible.
Yo le confesé que tenía novia pero que no estaba muy contento y lo más probable era que lo dejáramos.
Durante nuestra conversación cruzó y descruzó sus piernas un par de veces y cada vez que lo hacía la bata se le subía un poco más dejando ver unos muslos preciosos. Traté de disimular mi erección cruzando las piernas y poniendo las manos encima para que se me notara menos.
Después de un rato de charla descruzó sus piernas pero no juntó del todo sus rodillas. Posiblemente lo hizo de manera instintiva pero cuando vio que mi mirada se fijaba en sus muslos las cerró inmediatamente.
Naturalmente ella era consciente del efecto que estaba causando en mí y no sé que es lo que la decidió, pero un momento después volvió a separar sus piernas ahora claramente de forma deliberada.
Con esos movimientos el camisón y la bata se le habían subido un poco más dejando visibles la mayor parte de sus muslos. Estos se juntaban al final y no me permitían ver el coño pero si se adivinaba el triángulo blanco que formaban las braguitas.
Yo me estaba poniendo enfermo de deseo pero no se me ocurría que hacer para que aquella preciosidad tuviera una sesión de sexo conmigo.
Le pregunté si quería tomar algo y me fui a la cocina a preparar un par de copas.
A mi vuelta Lucia estaba de píe y se acababa de quitar la bata alegando el exceso de calor que estábamos sufriendo.
La imagen en camisón era más turbadora de lo que me había imaginado. El camisón se sujetaba con unos tirantes muy delgados que se unían a una parte superior de encaje muy poco tupido que dejaba ver bastante bien sus tetas y donde se apreciaban claramente sus aureolas y sus pezones. El resto era una gasa transparente que acaba en una tira con el mismo tipo de encaje que la parte superior y que cubría escasamente hasta por debajo de su entrepierna. El encaje tenía una abertura lateral que le llegaba casi hasta la cadera. Debajo del camisón se veía claramente el triángulo blanco de su braguita que ya había observado.
Me quedé un rato observando aquel maravilloso cuerpo sin decir nada por lo que ella decidió tomar la iniciativa haciéndome una indicación de que me sentara a su lado.
Un poco nervioso me senté y posé mi mano en su muslo esperando su reacción. No dijo nada por lo que interpreté que podía seguir y ya no la retiré, empecé a moverla hacia arriba y hacia abajo acariciando el muslo acercándome cada vez más a su sexo. Ella se giró hacia mí me agarró la cabeza con las dos manos y me dio un suave besos en los labios. Sentir sus calientes labios sobre los míos me produjo un estremecimiento de placer en todo mi cuerpo. Después de este beso abrimos más nuestras bocas y pasamos a un beso profundo en el que parecía que cada lengua peleaba por dominar el espacio de la otra. Tras el largo beso, separó su cabeza ligeramente de la mía y me dijo
¡Por fín! si que me ha costado que te decidieras.
Pero no era por falta de ganas, le dije, desde que te ví lo estaba deseando pero no me atrevía.
Ya me dí cuenta de cómo te empalmabas mirándome las tetas y los muslos y como tratabas de disimular
Se levantó tiró de mi mano y me dijo:
- Ven vamos a tu habitación, estaremos más cómodos allí y más protegidos si mi hijo se despierta.
Adelantándose a mí empezó a caminar hacia mi habitación moviendo sus caderas ostensiblemente para calentarme más sabiendo que me iba a deleitar con su trasero.
Al ver cómo se movia le dije:
- Joder Lucia, estás increíblemente buena! ¡ese movimiento de culo me pone como una una moto! ¡cómo me gustan tu culo y tus tetas!
Lucia me preguntó si ya había hecho el amor con alguna mujer y le confesé que nunca había tenido relaciones sexuales plenas y que solo había practicado la masturbación porque mi novia no tomaba pastillas y no quería arriesgarse a quedarse embarazada.
- Pues vamos a solucionar eso esta misma noche
Lucia se acercó y empezó a desabrocharme la camisa. Cuando lo hacía me pasaba los dos manos extendidas desde los hombros a la cintura, deteniéndose en los pezones de mis tetas que pellizcaba con fuerza
- Pues estas tetitas también están muy ricas, me dice, mientras acercaba su boca y mordía mis pezones.
Unos calambres recorrieron mi cuerpo desde los pezones hasta la entrepierna y hacían que mi polla pareciera que tuviera vida propia y buscara salir del pantalón.
Nos sentamos en la cama y bajé los tirantes de su camisón dejando sus preciosas tetas al aire. Pasé mis manos planas por sus pezones, estrujé sus tetas y estiré sus pezones. Su respiración entrecortada me decía que le gustaba lo que le estaba haciendo por lo que mamé sus tetas y mordisquee sus pezones. Mientras lo hacía mi mano empezó a bajar buscando su coño.
Ella utilizó sus dos manos para desabrochar mi pantalón y bajar la cremallera con lo que tuvo acceso directo a mi polla que sacó fácilmente ya que hacía tiempo que ésta pugnaba por abandonar su encierro. Empezó a mover su mano lentamente desde la punta del capullo hasta mis huevos produciéndome un intenso placer.
Nos tumbamos y seguimos acariciándonos. Lucía se abrió el coño completamente mojado con una mano y con la otra cogió mi polla y empezó a deslizarla de arriba abajo por sus labios vaginales. Cuando llegaba al clítoris hacía unos cuantos movimientos rápidos y volvía a pasar la polla, más despacio, por su raja.
Nunca nadie había hecho eso con mi polla así que experimentaba un placer tan intenso que me parecía que mi pene y mis huevos iban a explotar.
Como sigas así me voy a correr enseguida, le dije.
Espera aguanta un poco, me dijo entre gemidos, a mi me falta muy poco también para correrme. No sabes el placer que supone hacer esto con tu polla, pero vamos a procurar alargar el proceso.
Dejamos esa posición y pasamos a besarnos mientras acariciábamos con intensidad toda la parte de nuestros cuerpos que permitía la posición mientras restregábamos nuestros sexos.
Lucía echó un poco para atrás su culo, cogió mi polla e introdujo la punta de la misma a la entrada de su vagina. En cuanto noté el calor y la humedad de su coño di un ligero empujón con mis caderas y la polla entró entera dentro de su cueva de manera instantánea.
El roce de mi polla en las paredes de su vagina me proporcionaba un placer como nunca había sentido. Ella metió su mano entre su cuerpo y el mío para acariciar su clítoris y empezó a convulsionar. Sus gemidos eran prácticamente lloros, tanto que por un momento pensé que realmente lloraba en lugar de gozar. Las otras chicas con las que había practicado la masturbación también experimentaban orgasmos pero sus gemidos eran muy distintos a los de Lucía. Mis dudas duraron solo unos segundos pero fueron suficientes como para que mi líbido bajara y mi eyaculación que iba a ser inminente se retrasó.
Lucía siguió convulsionando durante un rato mientras me clavaba sus uñas en mi espalda. Dejé de moverme rápido para observar su cuerpo y su cara durante el orgasmo. No hay cosa que me guste más en la vida que observar el orgasmo de la mujer mientras la follas.
Besé a Lucia con ternura mientras mantenía mi polla dentro con suaves movimientos. Lucía respondió a mis besos diciéndome que había sido un polvo maravilloso.
En cuanto Lucía relajó un poco su cuerpo pero cuando aún mantenía un estado de excitación alto reanudé mis movimientos de cadera con golpes secos sacando casi del todo mi polla e introduciéndola a continuación a fondo. Hice unos cuantos movimientos de este tipo y después continué con un mete-saca más rápido. Lucía empezó a gemir de nuevo mientras yo mantenía un alto ritmo de movimiento. De repente noté como un placer intenso me nacía desde los huevos y un chorro de semen ascendía por mi polla. Mi cuerpo se tensó mientras el semen salía por mi polla y mi cuerpo también convulsionó. Lancé varios chorros de semen y cada uno de ellos suponía una convulsión.
Al notar el calor de mi semen en su vagina Lucía tuvo un nuevo orgasmo y me dijo al oído: ¡Ohh Dios, para ya por favor! Que siento tanto gusto que me parece que me voy a volver loca!
Nos quedamos un rato con mi polla dentro de su coño mientras nuestras respiraciones se fueron normalizando satisfechos con ese nuestro primer polvo.