La Hermana Clara
Sexo entre mi hermana y yo, y la monja que vino de visita.
Nuestra casa es muy grande, Papá casi siempre esta en su oficina y mama se pasa todo el tiempo en reuniones de caridad, es por eso que mi hermana y yo somos tan unidas, porque siempre estamos solas en la casa. Aunque realmente no estamos totalmente solas, hay un señor que cuida la casa y vive en un sitio aparte con su hija, que se llama Gloria y es de nuestra edad. Ella es la que se encarga de limpiar la casa y sobre todo nuestros cuartos y nuestra ropa, pues nosotras somos muy desordenadas, y dejamos todo tirado, los jeans, los brasieres, las bragas, todo por ahí. Por cierto, un día descubrí a Gloria oliendo mis bragas usadas, ella se asustó mucho cuando la descubrí, pero yo me hice la desentendida y como si no lo había visto. Gloria no es muy linda, pero tiene un bello cuerpo. Tambien es muy trabajadora y muy de confiar de nosotras.
Pero otro día les hablaré sobre Gloria, hoy les quiero relatar algo muy asombroso, bueno, en realidad lo fue para mí. Estábamos mi hermana y yo, como siempre, hablando de nuestras cosas, cuando tocaron a la puerta. Gloria fue a abrir y nos gritó que era una monja.
Nos vestimos rápidamente para que no nos encontrara como estábamos, solo con nuestras bragas, y fuimos a atenderla. Era una monja joven, aunque como llevaba lentes y tantos hábitos no se notaba si era muy linda.
La Monja venía preguntando por nuestra madre, era de una obra benéfica. Como ya era algo tarde y ella había terminado todas sus visitas del día, nos preguntó si podía esperarla y le dijimos que sí.
La invitamos a pasar y se sentó en la sala, Gloria le trajo un refresco y le dijimos que podía retirarse. Entonces comenzamos a hablar con ella. Era joven, no debía llegar hasta los 30 años. Cuando se sacó los lentes para limpiarlos, pudimos ver unos hermosos ojos verdes. Sus labios eran carnosos, aunque sin pintura se veían un poco mustios. Mi hermana y yo le pedimos un permiso para ir a la cocina a buscar algo, cuando estábamos allí, mi hermana me dijo de pronto: "Me gusta ella, quisiera tener esos labios en mis pezones". Yo la miré algo sorprendida y ella se sonrojó un poco, yo la abracé y le dije que si tenía un plan yo la ayudaría, que haría cualquier cosa por ella, pues yo era su bebita.
Eso le gustó, porque me besó en la boca, y cuando hace eso, es porque me quiere mucho. Me dijo que. simplemente, le siguiese la corriente en todo.
Llegamos a la sala con unos bocadillos y mi hermana le dijo que mi madre tardaría, pero que seguramente era importante lo que tenían que hablar, y después le preguntó que si no le gustaría subir a su cuarto, porque estabamos haciendo la tarea de nuestra escuela. Yo tengo mi cuarto, pero cuando estamos solas en casa, me la paso metida en el cuarto de mi hermana.
La monja aceptó y subió las escaleras detrás de nosotras, mientras lo hacía, nos decía de lo linda que era nuestra casa.
Cuando llegamos al cuarto, ella se sentó en la cama y mi hermana le ofreció si quería ver nuestro álbum de fotos, por supuesto, le ofreció un álbum donde había solo fotos de nosotras en la playa o en la piscina, para ver como ella reaccionaba.
Comenzamos a hablar de todo, se veía que era una persona bastante moderna, para ser monja; entonces comenzamos a hablar de las ropas y los vestidos mientras ella miraba nuestras fotos y nos decía que teníamos unos lindos cuerpos. Mi hermana se quejaba que estaba muy gorda. "¿Usted no cree que estoy gorda?, ¡Míreme en esas fotos y míreme ahorita, me dan ganas de llorar!"...Ella le decía que no, que seguramente estaba tan linda como en las fotos. Entonces mi hermana, para demostrárselo, se quitó la bata y quedó ante ella en bragas y en brasier.
Las bragas de mi hermana eran pequeñas con encajes, tapaban apenas la abertura de su vagina. La monja se puso colorada y bajó la vista. Mi hermana insistió: "¿Ve usted?, ¡No le gusto!, ¡Soy fea!" e hizo intención como de llorar.
La monja le dijo: "No, no, eres muy linda... solo que no estoy acostumbrada a ver...." Mi hermana se le acercó más y le preguntó si le gustaban sus pantaletas, la monja le dijo que si, pero que en el convento no se usaban esas cosas. Entonces, yo, de salida, intervine y le dije que si quería podía probarse algunas, que teníamos muchas muy limpias.
Mi hermana me miró seria, como diciéndome que me había apresurado, pero la monja sólo se sonrió y dijo que mejor no, pues ya debería estar por llegar nuestra mamá. Las dos supimos que ella quería hacerlo, así que tanto le insistimos hasta que aceptó.
Cuando empezó a quitarse los hábitos, apareció ante nosotras un cuerpo joven y hermoso. Sus piernas eran finas pero jugosas, sus nalgas firmes y altas, sus senos ligeramente caídos, pero grandes. Su ropa interior no era sensual para nada, mi hermana le trajo un brasier y unas bragas para que se las pusiese.
Ahí vi que tenia dos grandes y hermosos pezones, su pubis estaba cubierto de pelo, pues según dijo, en el convento no se pueden afeitar.
Se puso el conjunto y se miró al espejo y se veía hermosa. Le dijimos lo linda que era y ella parecía estar feliz. Quería vestirse, pues temía que mamá llegase, en ese momento sonó el teléfono celular de mi hermana, y era mama, diciendo que se tardaría un poco mas pues tenia una reunión, llegaría en dos horas más. Como le dijimos que la monja estaba allí, nos dijo que por favor la esperase, que era muy importante.
Eso tranquilizo a la monja. Mientras mi mamá hablaba con mi hermana, ella se había sentado sobre la cama. Yo me quite la bata y le pregunté si tambien le parecía linda, me dijo que si, entonces me quité los sostenes y dejé que viese mis senos. Ella no sabía que decir o que hacer. Yo tomé su mano y la puse sobre uno de mis pezones. Ella lo apretó ligeramente.
Mi hermana llegó junto a nosotras y se desnudó, lo que iba a pasar ya no se podía detener. Ella nos dijo que se llamaba Clara, y confesó que en el convento había hecho cosas con la madre superiora, era obligada, pero ya se había acostumbrado, pero que nunca había visto a dos chicas tan hermosas. Nosotras le dijimos que allí nos tenía para vernos cuanto quisiera y que podía tocarnos. Mi hermana no la dejó seguir hablando, la tumbó sobre la cama y comenzó a besarla en la boca. Yo estaba allí y la tocaba donde podía. Me subí sobre una de sus piernas, rozando mi vulva contra ella. Eso me excitaba y Clara comenzaba a mostrar toda la pasión que cargaba bajo sus hábitos de costumbre.
Acostamos a Clara y comenzamos a acariciarla entre las dos., comenzando por sus pies que eran pequeños y estaban sumamente limpios, nunca pensé que una monja se cuidaría tanto sus pies, la piel era como la de un bebe, sus uñas perfectamente recortadas, los dedos pequeños y suaves. Tomamos sus pies y comenzamos a lamerlos mientras acariciábamos sus piernas hacia arriba, a veces suavemente, a veces haciendo presión sobre su carne blanda y jugosa. Después comenzamos a lamer sus muslos y, al mismo tiempo, apretábamos sus senos, cada una a un lado y otro de ella. Sus senos, aunque grandes, y un poco caídos, eran duros al tacto, sus pezones comenzaban a inflamarse. Ella cerró los ojos como si estuviese en un sueño. Nosotras no dejábamos de besar su cuerpo.
Mi hermana separó un poco sus piernas, acarició su pubis sobre la mata de pelos, luego las abrió mas dejando su sexo al descubierto, entonces abrió sus labios vaginales con las manos delicadamente, metió su lengua dentro de Clara y se saboreó con una sonrisa; después me ordenó que yo lo hiciese. Yo le obedecí. Aveces me gustaba que mi hermana me diese órdenes, ordenes pequeñas que iban hilvanando mi obediencia hacia ella. Yo me sumergí entre las piernas de Clara. Pude sentir el olor de su sexo y me gustaba. Sus partes estaban limpias, hundí mi boca allí y metí mi lengua profundamente, buscando su vagina. Sentí como Clara daba un espasmo y gemía de placer. Comencé a lamer aumentando los movimientos de mi lengua y ya me sentía mojada. Yo estaba arrodillada en la cama, lamiendo a Clara, doblada completamente, y mi trasero quedaba levantado. Abrí las piernas, mi vulva quedaba expuesta atrás, mi ano completamente abierto y en medio de mi excitación trataba de mover esos pequeños músculos. En ese momento deseaba ser penetrada. Al mismo tiempo que Clara gemía, yo comencé a hacerlo y a mover mi trasero con desesperación. Miré a mi hermana suplicante y seguí lamiendo a Clara intensamente. Mi hermana me entendió y se puso detrás de mí. Cuando sentí que sus manos me abrían y me comía con su boca, sentí un gran alivio. Sentí como que ella quería meterse completamente entre mis nalgas, así me presionaba. Su lengua comenzó a penetrarme, sus manos me acariciaban. Ella metió un dedo en mi ano y selo apreté mientras gritaba "Mas, mas, mas" Ella sacó el dedo y sentí su lengua entrando en él. Quería ser toda de ella. Clara estaba teniendo un orgasmo, se vino completamente dentro de mi boca con gritos de placer. Yo me quedé ahí arrodillada, dejando que mi hermana me tomase, Clara se levanto y fue a acompañarla. entre las dos comenzaron a lamerme. Sus dos lenguas me desesperaban y yo acariciaba y apretaba mis senos mientras gemía y pedía más. Mi hermana fue a buscar algo, cuando regresó sentí que me introducía un gran pene en mi recto. Jamás había sentido algo así. Entre las dos, me lo metían una y otra vez mientras chupaban mis labios mayores, los internos, mi clítoris, metían sus lenguas profundamente dentro de mí. No pude mas, grité y me vine en un gran orgasmo. Ellas seguían allí pegadas de mi trasero, no me soltaban aún cuando yo había quedado sin fuerzas. Clara me tomó por el cuello y no me dejaba mover, me obligaban a mantener aquella posición mientras me introducían aquel pene una y otra vez en mi ano, me daban nalgadas, Clara se puso sobre mi espalda y rozaba su vulva sobre mí mientras mi hermana presionaba mis piernas al mismo tiempo que chupaba mi clítoris, obligándome a mantener el trasero levantado. Me gustaba sentir a Clara acariciando mi espalda así, era muy suave por la cantidad de pelo, y mi hermana seguía perforando mi culo una y otra vez, mientras me chupaba y metía su lengua lo que más podía en mi vagina. Sabía que ella tendría la cara toda embadurnada de mis jugos y seguía allí, lamiéndome, metiendo su lengua. Lancé un gran grito sin contenerme, me vine en un segundo orgasmo sobre la boca de mi hermana y no me contuve mas... solté también un gran chorro de orina, oriné cuanto quise, no podía detenerlo, no tenía fuerzas en mis músculos, estaba completamente exhausta. Entonces me soltaron, dejaron que me tendiese sobre la cama mojada de orine, ellas se echaron a mi lado, embadurnaron sus cuerpos con los flujos del mío...quedamos sucias, olorosas, pero satisfechas.
Tocaron la puerta del cuarto. Era Gloria preguntando si había pasado algo, pues había escuchado gritos, entre risas ahogadas le dijimos que todo estaba bien, nos dijo tambien que nuestra madre estaba llegando con el auto. Entonces la mandamos a que la entretuviera en algo, que después le explicaríamos. Yo presentí que se había quedado un rato en la puerta pensativa, con ganas de entrar, después sentí sus pasos bajando la escalera.
Clara estaba seria, aún acostada entre nosotras,
curtida de flujos y de orine. Mi hermana le preguntó que le pasaba, pero ella no
contestó, me pareció que tenía ganas de llorar. Entonces le dije: "Ahora eres
nuestra hermana, yo te amo" y mi hermana dijo: "yo tambien".
Clara soltó unas lagrimas mientras contestaba: "Lloro
de felicidad".
Recogimos las sabanas de la cama y las metimos en un cajón de ropa sucia, (menos mal que el colchón tenía plástico), nos bañamos las tres muy rápido, sin hacer nada, sólo atendiendo a nuestro aseo, nos vestimos y tendimos sabanas nuevas.
Mientras Clara terminaba de arreglarse los hábitos, nos estaba contando algo de la hermana superiora, pero casi no le oímos, estabamos ansiosas por ver a mamá, a ver si nos había triado algo sabroso (siempre nos trae chocolates o dulces).
Mamá y Clara se saludaron con mucha confianza, eran ya las ocho de la noche y estuvieron casi una hora hablando en el estudio. Cuando nos acercamos, oímos que discutían sobre la hora, Clara le decía que debía regresar y mamá le insistía que no, que era peligroso a esa hora y que ella llamaría al convento para que se quedase a dormir.
Mamá conocía a la madre superiora, había hecho muchas donaciones al convento y era muy querida allí, no le costó mucho convencerla y cuando la oímos decirle a Clara que dormiría en el cuarto de huéspedes esa noche, nos miramos con picardía.
El cuarto de huéspedes era pequeño pero muy arreglado y bonito, y quedaba entre el cuarto de mi hermana y el mío.
Después de cenar, Patricia y yo (Patricia es mi hermana) nos pusimos a ver un programa de televisión que nos encanta, se trata sobre belleza y las formas de mantener el cuerpo. Había en el programa una modelo a la que una terapeuta le daba un masaje. La modelo estaba sobre una camilla boca abajo y la mujer masajeaba su espalda y sus glúteos con una especie de aceite. A nosotras nos pareció tan sensual que nos excitó mucho, y ya lo estábamos con la idea de que Clara dormiría en la casa y seguramente tendríamos oportunidad de estar con ella.
Como había quedado hablando con mamá y nosotras nos entretuvimos viendo el programa, al cabo de un rato bajamos al salón y encontramos a mamá y papá conversando. Nuestro padre había regresado de un viaje de negocios y lo saludamos con muchos besos y abrazos, nos dio un regalo que nos había traído a cada una y mamá comentó, entre risas que nos consentía mucho; él dijo que tenía que ser así pues nosotras éramos sus niñas.
A mi me gusta mucho que papá me trate así, porque me gusta sentirme consentida. Cada vez que tengo oportunidad me siento en sus piernas y me quedo abrazada con él. Me gusta acariciar sus cabellos, que ya se están poniendo grises y él acaricia mi cabellera rubia y me dice que soy una princesa, la niña más hermosa de todo el Universo.
Con Patricia tambien es cariñoso, pero lo es más conmigo, y debe ser porque soy la menor. Mamá nos dijo que Clara ya estaba en la habitación de huéspedes porque estaba muy cansada y que nosotras deberíamos ir a dormir tambien.
Nos despedimos de los dos y fuimos a nuestras habitaciones. Antes de entrar, en el rellano de la escalera, quedamos de acuerdo las dos que en cuanto sintiésemos que nuestros padres subían y entraban a su cuatro, que quedaba al fondo del pasillo, iríamos donde Clara y hablaríamos con ella y, sobre todo, volveríamos a ver su cuerpo que tanto nos gustaba, además, teníamos muchos planes sobre las cosas que queríamos hacer.
Para ponernos de mejor acuerdo, Patricia decidió que yo entrase en su cuarto y esperásemos las dos ahí.
Lo primero que le pregunté a mi hermana fue por aquel pene que me había introducido, que después con el trajín de bañarnos y que ya venía mi mamá, no le pregunté ni lo pude ver. Ella me lo enseñó. Era un gran artefacto que parecía real. Semejaba un pene completamente erecto y hasta tenía dos bolas grandes abajo, iguales a las de un hombre, era bastante grueso y de largo unos veinte centímetros. La punta era como un glande de pene y yo me quede pasmada de como aquello tan monstruoso pudo caber en mi culito tan pequeñito y delicado.
Mi hermana se rió. Me dijo que su novio lo había traído una vez como una broma y después se le olvidó, lo cual a ella le convenía y no se lo había recordado, pues lo usaba muchas veces para masturbarse, que cuando yo lo quisiese me lo prestaba.
Mi hermana es muy linda y nuestro amor es puro. Cuando estamos las dos solas, no hacemos cosas como con Clara o como las hicimos con su novio y mi primo, o con Gabriela simplemente nos damos besos, y nos acariciamos un poco cuando queremos dormir juntas. Mi hermana me prometió que yo siempre sería su hermanita consentida y su bebe y que siempre sus pezones serian míos. Eso me dio mucha risa y mucha alegría y comencé a hacerle cosquillas y jugamos las dos haciéndonos bromas.
Cuando sentimos que nuestros padres se habían ido a su cuarto, dejamos pasar unos minutos mas para asegurarnos y salimos, casi de puntillas hasta la habitación donde dormía Clara. Ibamos muy entusiasmadas y excitadas ante la posibilidad de estar con ella, era como un juguete nuevo, algo para descubrir, no sabíamos si nos cansaríamos de ella, pero hasta ahora no pensábamos en eso, apenas la estábamos conociendo y nos gustaba.
La puerta no estaba cerrada con llave, así que mientras la abríamos lentamente, pensábamos que ella no la había cerrado, contando con que nosotras iríamos, pero al abrirla un poco más, llevamos una gran desilusión: La habitación estaba casi en penumbras, sólo iluminada por la luz de la luna y Clara estaba arrodillada, de espaldas a nosotras, rezando.
Se nos quitó de la mente todo lo que íbamos pensando, no nos atrevimos a entrar y cerrando la puerta, nos regresamos al cuarto de Patricia. Estuvimos un momento en silencio, yo tenía casi ganas de llorar, Mi hermana me abrazó y besó mi frente, yo le dije que quería quedarme a dormir con ella y nos acostamos desnudas como a ella le gustaba, la abracé, besé sus senos y chupé sus pezones como si fuese su hijita, yo sentía que ella me acariciaba tiernamente y me quedé dormida entre su pecho, sin imaginarme lo que aún pasaría esa noche.