La herencia

¿Se hereda la homosexualidad? ...Descúbrelo en esta historia cargada de sexo y en la que sigo contando la sucesión de acontecimientos que han marcado mi vida

Su vida no había sido nada fácil, enviudó demasiado joven, en unos tiempos en los que las pensiones no existían. Mi abuela con el cuerpo aún yacente de su esposo se vio obligada a conocer al que iba a ser su nuevo marido.

Ese hombre no le gustó pero iba a encargarse de poner el dinero necesario para que el difunto no acabara siendo enterrado en una fosa común, … además se haría cargo del sobrecoste que le supondría el tener que hacerse cargo de dos hijos que no eran ni suyos.

¡La entrada del dinero de ese hombre era una bendición, para la maltrecha economía doméstica de ese hogar!

La noche de bodas con su segundo marido no fue como esperaba. Habiendo conocido ya varón,  no entendió muy bien cómo su nuevo esposo no intentó yacer con ella.

Al principio lo achacó a que ese hombre en un gesto cortés hacia su difunto esposo, había decidido  esperar un tiempo prudencial de luto, …pero ese tipo no mostraba interés alguno por su sexo.

Con el tiempo se acostumbró a esta sequía marital y cuando descubrió a qué se debía pensó que era mejor guardar el secreto. ¡Ese fue el primer acto de amor de mi abuela,  de los muchos que terminó haciendo!.  El último el dejarme a mi la casa como herencia.  Sabía lo mucho que esa casa significaba para mí y que yo al contrario que mi madre,  jamás vendería ese lugar que tan buenos recuerdos atesoraba para mí

★★★

Su padrastro hablaba poco con él. Con aportar el dinero necesario para cuidarlos ya tenía bastante. Ese hombre al que tanto temía era propietario de una granja de pollos en la que el pequeño Juan lo ayudaba en lo que podía.

Era la persona más torpe del mundo,  apenas aprovechaba para enterrar pollos muertos y limpiar los apestosos comederos, pero su padrastro nunca le reñía, … solo lo miraba de esa extraña forma en la que lo hacía.

De vez en cuando lo había visto observándolo durante unos segundos mientras se movía por la granja tropezando con esto o con lo otro, … pero aun así no le decía nada.

¡Por eso el pequeño Juan no podía creer lo rápido que había pasado todo!... ¡Había pillado al viejo machacándosela al pensar que podía disfrutar de unos minutos de intimidad!.

¡Lo acababa de mandar a enterrar una carretilla llena de pollos muertos sabiendo que ese crio enclenque tendría para rato!, … pero el torpe de Juan se había olvidado de la azada.

El ajetreo de la mano y el sonido que hacía la piel untada en saliba al abrazar y soltar el capullo durante el meneo,  silenció los pasos del chico que esta vez sí estuvo hábil para esconderse detrás de unos sacos de pienso.

¡Podría ver por fin y sin ropa que lo ocultara ... lo que llevaba tanto tiempo deseando!

Su mano se introdujo en el pantalón y su polla acabó saliendo afuera en busca del mismo tratamiento.

El hombre sentado sobre esos tres sacos de pienso que Juan tenía totalmente prohibido tocar ...¡y ahora sabía porque!... Se la sacudía sobre esa silla del trono pajeril.

El mono azul del granjero descansaba por debajo de sus rodillas dándole por fin al muchacho una visión completa del cuerpo desnudo de su padrastro

Juan imprimía a su rabo la misma velocidad que el hombre le estaba dando al suyo, …cuando la voz del hombre lo devolvió a la realidad.

¿Se puede saber qué haces ahí pajeándote mientras me espías?

¡Las amenazas con acabar contándole a su recién enviudada madre de lo que hacía su hijo, hicieron el resto!

¡El tío Juan acabó hincando la rodilla para empezar a mamar el duro rabo del guardián de su secreto!

El hombre mientras tanto sujetaba el puro en la mano para llevarlo hasta su boca, …En su rostro se apreciaba una sonrisa de satisfacción ¡Todavía no podía creer lo fácil que le había resultado seducir a este mozo!

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Había pedido unos días de permiso en la obra para cuidar de mi abuela, y para mantener alejada la mente de tanto sufrimiento, aproveché para comprar algo de material con el fin de realizar una pequeña reforma en el baño. La obra consistiría en cambiar  la vieja bañera por un plato de ducha  y por eso había salido hasta la puerta con el uniforme de albañil puesto después de oir el timbre sonar.

Mi escueto atuendo consistía en unas zapatillas de mercadillo llenas de yeso, con un par de agujeros en la punta por las que asomaba el dedo gordo del pie y unos vaqueros desgastados y recortados a la altura de las rodillas.

El pecho iba cubierto de vello, y con pegotes de yeso reseco por todos lados y las manos llenas de una costra de color blanca procedentes de la lechada que le estaba dando  a los azulejos.

Al otro lado de la puerta me esperaba el practicante dispuesto a inyectarle a mi abuela los calmantes que la ayudarían a descansar de esos dolores que la iban matando poco a poco.

La mirada de depredador sexual del médico, se cruzó durante unos segundos con la de cervatillo asustado que ponía el treintañero cada vez que se enfrentaba a un macho que le hacía estremecer de deseo, pero conocedores los dos de lo mucho que arriesgaban por lanzarse a la piscina bajo esas circunstancias, decidieron dejarlo para otra mejor ocasión. El albañil volvió a la reforma mientras el sanitario se introducía en la casa cargado con el instrumental.

En la habitación mi abuela le esperaba sin posibilidad de moverse. Llevaba así unas semanas y por lo visto la enfermedad se iba a postergar durante mucho más tiempo.

¡No esperaba volver a tener noticias de ese hombre!

El practicante solía inyectar a mi abuela, y se largaba sin volver a cruzar palabra alguna conmigo. ¡Así lo llevaba haciendo un par de días!  ¿por qué iba a ser hoy diferente?

Normalmente era mi madre la que se ocupaba de cuidar de mi abuela, y atender al médico durante las visitas, pero la pobre necesitaba unos días de descanso… La enfermedad que en un principio iba a durar unos días ya se estaba acercando al primer mes.

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El médico se demoró bastante en la casa, … quizás para comprobar que en ese momento solo estábamos nosotros tres en ella. Al final armándose de valor se dirigió al baño donde  el albañil arrastraba la paleta cargada con el blanco material, totalmente ajeno a lo que se le venía encima.

Tras acabar de inyectarle a mi abuela esos calmantes y aprovechando  que esa casa también disponía de un maricón como yo entre el mobiliario, el practicante había decidido como medida de gracia  inyectarme a mí algo en lo que iba totalmente sobrado

**¿Te importa si uso un momento el baño, … es que no puedo aguantarme más?

Me preguntó mientras entraba en él bajándose la bragueta del pantalón.**

Sobre la taza del váter descansaba la gaveta llena de yeso, por lo que me acerqué hasta ella para apartarla, … ¡pero mis ojos no tardaron en olvidarse del estado en el que tenía el cuarto de baño en obras para pasar a mirar directamente hacia la polla del sanitario!

El tío subió  la tapa ya con la minga fuera mientras el chorro amarillento empezó a caer en el interior de la taza. Las gotas de color amarillento saltaban hacia afuera intentando escapar del triste fin de su vida.

Mientras tanto mi cuerpo continuaba arrodillado incapaz de levantarse ante la visión de una buena polla soltando su caliente líquido.

El grueso capullo del cuarentón meaba ante mí despreocupadamente. Sus gordas pelotas  permanecían ocultas pero se las adivinaban recubiertas por unos largos y enredados vellos. Algunos salían de la bragueta retorciéndose para intentar ocultar ese instrumento,  pero había demasiada carne como para cubrirla con unos pocos pelos retorcidos. La gruesa mano sujetaba el rabo con firmeza, …¡parecía dispuesta por todos los medios a evitar que esa cosa que iba creciendo por momentos acabara dentro de mi boca!

El calmante le hará bien.  ¡Estoy seguro que dormirá sin dolores, durante al menos un par de horas! Me dijo mientras se la sacudía haciendo que las gotas finales de la meada saltaran por los aires. La ya durísima polla las lanzó a través del baño, hasta chocar con la cisterna.

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Su polla se me clavaba en las entrañas haciendo que la mía golpeara rítmicamente el lavabo.  Mis manos se agarraban al blanco sanitario mientras entreabría las piernas con el culete bien echado hacía atrás para facilitarle la clavada.

El practicante tenía los pantalones en los tobillos, ... medio enredados con los míos.  Su culo se arqueaba haciendo que su polla se introdujera dentro de mí una vez tras otra.

La cara de vicio del hombre se me mostraba a través del espejo. ¿Te gustaaaaa, …? Me preguntó con el aliento entrecortado

Baje la vista un poco mientras me mordía los labios  para no gritar como un loco. ¿Por qué algunas veces haremos esas preguntas, tan tontas cuando follamos?

¡No pares, …me encanta! Le contesté, intentando evitar por todos los medios que mis voces se escucharan más lejos de dónde estábamos.

Le había prometido a mi abuela hace tiempo que no volvería a hacer esto más, y en ese momento estaba rompiendo el pacto de la forma más horrible posible…¡Podría por lo menos habérmelo subido a la cámara para hacer esa cochinada, ... en lugar de hacerlo a escasos metros de ella!

Antes de irse esa mañana me había dicho que volvería a pasarse por la tarde para ver como evolucionaba la cosa. ¡Como si la follada que me acababa de pegar no hubiera influido en la necesidad de hacer una segunda visita  y que por supuesto no cubriría la Seguridad social!

Yo acabé recibiendo la polla del practicante por amor a mi abuela. ¡Era muy gorda, tanto que llegaba a hacerte daño! ...¡Una pomada que en su dia me aconsejo un amigo era el unico calmante que podía ponerme después de sufrir una invasión como esa!

El ATS ademas de inyectarme a mi una buena ración de leche, le colocaba a mi abuela unos calmantes que le permitían llevar mucho mejor la enfermedad.

El sofa de la casa se convirtió en una mesa improvisada de operaciones en las que el sanitario valoraba la evolución de mi parte trasera a la hora de engullirse su gordo rabo. Su mujer se dejaba follar tras mucho insistirle, pero este mariconcete, al que acababa de conocer, ...se ponía culo en pompa nada mas verlo volver de pincharle a su abuela y se engullía en pollón mientras mordía uno de los cojines para no gritar.

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Las murmullos propios del velatorio cesaron al ver la entrada de ese hombre en la habitación.  Momentos después empezaron de nuevo al ver como mi madre se levantaba en dirección hacia él llena de cólera.

Hábilmente me levante y agarrando a esos dos titanes a punto de chocar por el brazo, me los lleve fuera. ¡El funeral no tenía por qué llevar incluido ese espectáculo!

¿Cómo te atreves?  Le pregunto mi madre, mientras me miraba,  algo molesta por no haber podido montar ese número en el interior del velatorio

¡También se trata de mi madre,  creo que tengo derecho a velarla!

¿Después de lo que le hiciste  aun te crees con derechos para venir a esta casa?

¡Ya te dije en su día que no quiero nada,  pero al menos no me niegues el derecho a despedirme de ella!

¡Me fijé en las lágrimas que se escapaban de los ojos de mi tío Juan!  ...¡Eran sinceras y llenas de un dolor acumulado durante años y que en ese momento estallaba sin control!

¿Derecho? ...¡a ti ya no te quedan derechos! ...¿por qué no subes a la cámara para rememorar las cochinadas que hiciste allí arriba y dejas a las personas decentes, velando a esta pobre mujer que tuvo que soportar de tu parte una humillación como esa?

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El colchón de lana sobre el que me follaba estaba tirado al fondo de la cámara,  justo detrás de unos aperos de labranza y unas espuertas de mimbre que no habían sido movidas de ese lugar en años.

Mi ropa debía haber caído en el camino hasta allí por la amplia y fría estancia.  Mi culo en pompa esperaba expectante la entrada de ese pollón.

El ojete se contrajo ligeramente, sintiendo ese cosquilleo previo a la follada. En las puertas del mismo el gordo capullo se mueve intentando coger la posición privilegiada de un observador que sabe que presenciará el desfile desde la primera fila.

A partir de ese punto el empuje empieza a vencer con la temida resistencia inicial,  en milésimas de segundo el músculo se abre haciendo que lo que fue diseñado para expulsar comience a tragar.

Mi boca muerde el colchón,  sabe a sucio, a polvo, ... ¡Pero no un polvo como el que me están echando! ...Se trata de tierra y suciedad acumulada en un lugar que no ha sido limpiado nunca. ¡Nadie en casa salvo yo y mi hermano ha subido nunca ahí!  ...¡En este lugar solía comérsela cuando a mi hermano mayor le entraban ganas de que le mamaran la polla! ¡En este apartado lugar de la casa gozábamos de la discreción que requiere ese preciso momento!

Pienso en ese colchón que muerdo, debe tener restos de lefa reseca de Julián. No me gustaba derramarla, pero algunas veces se me hacía muy difícil tragarla con tanta rapidez. Su pelotas se recargaban con tanta rapidez que algunas veces parecía que nunca dejarían de soltar lefa .

Escaleras abajo mi abuela seguía con sus quehaceres diarios.  ¡Seguro que estaba limpiando en algún lugar de la casa! ...¡Mientras tanto aprovechando que sus viejas piernas le impedían ver lo que hacían sus dos nietos durante tantas horas metidos en la cámara,  yo le limpiaba el sable a mi hermano con dedicación!

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Hoy han venido a verme y he subido con el sujeto a la cámara. No jugamos a explorar nada porque ya sabemos donde esta cada cosa, …¡Solo se me ocurre atender al invitado como se merece!

Mi "invitado" trasero también se esmera en agasajar convenientemente el culete tragón que lo recibe con el ojete bien abierto.

Como siempre ha tocado el timbre de casa por casualidad, … pasaba por la zona haciendo reparto y se ha acordado de mi y de mi abuela, … ¡pero sobre todo se ha acordado de mi culo y de mi forma de mamar! …¡Para eso ha venido realmente!

El portador de ese descomunal rabo atraviesa la puerta cargado con cajas llenas de fruta. En esos tiempos solo vivímos en la casa mi abuela y yo, ¡No necesitábamos tantas patatas, ni cebollas, ... ni tantas manzanas,  pero el hombre se empeña en acarrearlas cada vez que pasa cerca!

¡No quiere que mi pobre abuela tenga que salir al mercado en busca de lo que él puede acercarnos con tanto gusto!

¡María como no sabía lo que necesitaba le he traído un poco de todo!

¡No hacía falta,  hombre! Todavía me quedan cosas de cuando te pasastes por aquí hace cinco días,  le dice mi abuela mientras inspecciona  el género que reposa  sobre la mesa de la cocina

¿Has traído algún pepino?  Le suelto yo con una pregunta cargada de intención.

¡No es tiempo todavía,  pero creo que va alguno en las bolsas! ... Si te corre mucha prisa en probarlo, … las abrimos y lo  buscamos ahora mismo.

¡No, no hace falta! ...¡Vamos a por las cajas vacías que hay en la cámara y ya iré colocando yo después todo esto en el frigorífico cuando te vayas!

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El colchón olía a puro, ese olor se te clavaba en las entrañas. Muchas veces me había preguntado por qué estaba allí, …¿por qué nadie lo había tirado nunca?

Mi hermano y yo nos habíamos aprovechado con creces de esta dejadez por la limpieza que tanto mi abuela como mi madre tenían con la cámara. El resto de la casa era adecentada minuciosamente en un zafarrancho de limpieza cada primavera, sin embargo, la cámara nunca se visitaba. ¡A lo más que se llegaba era a enviarnos a mi hermano y a mí para que le diéramos un barrido a la parte de arriba de la casa! …¡Los dos empezábamos con entusiasmo, quizás contagiados por el frenetico ritmo de limpieza que se llevaba a cabo escaleras abajo, pero cuando llegábamos barriendo a la altura del colchón, el chándal de mi hermano Julián empezaba a abultarse peligrosamente! …¡en ese momento mis sentidos se agudizaban por completo! …

¡El sentido del oído puesto en las escaleras de acceso al lugar!

¡El del olfato con mi nariz clavada entre el vello púbico de mi hermano!, … ¡Me encantaba aspirar el olor que desprendía esa parte de su cuerpo! …

¡El tacto agarrando esos suaves cachetes del culo, para ayudar en el movimiento de follada de boca. Su polla se introducía rítmicamente en mi boca, presagiando esa corrida inminente!

¡Con diferencia el mejor sentido era el del gusto!, …¡Mis papilas gustativas se encargaban de extraer hasta el último sabor de esa polla en desarrollo!

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Sus manos se agarraban al colchón intentando desgarrarlo de la misma forma que a él lo estaban desgarrando por dentro. El hombre le embestía sin miramientos, sabía de sobra que el enculado haría lo imposible para no gritar.

La mano le oprimía la espalda haciendo que medio cuerpo del muchacho,  se clavara en ese viejo colchón de lana. Estaba totalmente cubierto de polvo cuando lo vio casi oculto en un rincón en el fondo de la cámara, justo detrás de unas tablas y unos somieres. ¡Es como si esa cama olvidada lo hubiera estado esperando allí durante años!

Los jugos que expulsaban sus glándulas sudoríparas se mezclaban con la fina capa de polvo que envolvía a la tela haciendo que la cara del muchacho se fuera manchando de un color parduzco. Las telarañas se le enredaban por el pelo, pero a Juan todo eso no le importaba en lo más mínimo, ¡había descubierto que en este rincón de la casa, podría ser follado por ese pollón que lo tenía loco!

Desde que lo había visto en su máximo esplendor en la granja había estado recibiéndolo en su parte trasera a diario, mientras los pollos en crecimiento corrían por entre sus pies.

Cuando llegaban a casa cada tarde después de una dura jornada de trabajo, el hombre y el muchacho aparentaban, lo que no era.

¡Dos trabajadores que volvían del trabajo completamente reventados! …¡El ciclo de engorde de los pollos para el sacrificio posterior en el matadero, duraba cincuenta días, en los que era imprescindible visitar la granja a diario para asegurarse de que todo estaba en orden!

¡Juan todavía era un torpe aprendiz, por eso su padrastro debía acompañarlo para asegurarse de que todos los animales se atendían como es debido! …

¡Pero en la granja Juan solo tenía un cometido, ocuparse de la enorme polla de su padrastro!

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Cuando se los llevaban para sacrificarlos,  solo tenían un par de semanas para limpiarlo todo antes de que desde la empresa avícola les enviaran unas nuevas crías para el engorde.

Pero en esos días de inactividad polleril no era imprescindible la visita diaria a la granja.

Durante esos días Juan añoraba más que nunca su ración diaria de polla. Esa tarde cuando por casualidad descubrió el colchón mientras subía unas cosas viejas a la cámara, decidió que este era un buen lugar para crear un picadero furtivo. ¡Solo tenía que lograr que su padrastro lo acompañara hasta allí! …¡Sabía de sobra que ese hombre no podría resistirse a la tentación de follarse a una puta como él, ...en un sitio tan sucio como ese!

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No me molesté nunca en limpiar esa zona de la casa. Me gustaba la suciedad que decoraba este picadero. ¡Los únicos elementos ajenos a este sitio, que se había quedado parado en el tiempo, eran un tarro de vaselina  y una caja de condones que había ocultado en el interior del colchón. Abría la cremallera lateral donde ocultaba este instrumental notando como mi ojete vibraba expectante.

El macho en cuestión se calzaba la funda de látex, en el duro rabo, con parsimonia. ¡Le gustaba ver cómo meneaba el culo de un lado a otro expectante!

¡En este lugar privado de la casa podíamos follar a gusto sin ser sorprendidos!

Algunos tipos eran algo escrupulosos con la suciedad, pero mi culo se lo compensaba con creces. Les salía a cuenta poder follarse a un niñato como yo mientras alrededor nuestro el mundo continuaba con su ridícula vida de apariencias y secretos inconfesables.

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Esa tarde mientras bajaba las escaleras con esas dos o tres cajas llenas de telarañas vi por primera vez un gesto de preocupación en la cara de mi abuela.

Sobre la mesa descansaba todavía el muestrario de frutas y verduras que ese hombre casado traía hasta nuestra casa con el mero pretexto de ayudar a una anciana, … pero en realidad lo que deseaba era poder follarse a una puta viciosa.

El hombre entró al baño para adecentarse un poco antes de volver a la frutería, … yo entré en la cocina con mi ojete aun adaptándose a la tremenda perdida de carne invasora que acababa de padecer.

Hijo, … no me gustaría que acabaras sufriendo con esto que haces ahí arriba. ¡Eres muy bueno y creo que no te lo mereces! ... Mi abuela estaba pelando un melocotón de un aspecto increíble. ¿quieres la mitad? Me dijo mientras me alargaba la mitad de la pieza ignorando por completo lo que acababa de soltar por su boca.

¿Qué quieres decir? Le pregunté a mi abuela mientras la miraba intrigado.

¡Estos amigos tuyos que te traes de vez en cuando para subirlos a la cámara con cualquier pretexto, ...! …¡Algunos están casados …tienen hijos! …¡No creo que debas encapricharte demasiado con ellos, … ninguno de ellos va a dejar a su mujer por ti! …¡Este mundo es así!...¡Siempre lo ha sido!

¡Mi abuela acababa de cazarme sin ni siquiera subir un solo escalón! …¡Ya no tenía sentido seguir con esa burla!

¡Siento mucho si eso te ha incomodado abuela, …! …¡Te prometo que no volveré a traer nadie más a la casa!

¡Te lo agradecería, … soy bastante vieja ya y no creo que este para esos trotes! …¡Pero cómo sé que la cabra siempre tira para el monte, y que no podré impedir que acabes buscándolo  en otro sitio, te aconsejo que evites en lo posible a los hombres casados! …¡Nunca dejan a sus mujeres, …por un maricón!, … de hacerlo se convertirían en eso mismo …¡No dejes que te hagan daño de esa forma! Me dijo ella mientras cortaba con la navaja un bocado de melocotón para llevarlo hasta su boca.

¡Sé lo que hago abuela! …¡no debes preocuparte por eso! Le dije yo mientras me quitaba un par de telarañas delatadoras del pelo

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Las cabras siempre tiran hacia el monte pero los maricones siempre tiran hacia lo que necesitan. Mi madre los había sorprendido a los dos en esa cámara haciendo cochinadas. Mi abuela asistió impasible y sin decir nada a la bronca que su hija le estaba echando su marido. El hombre metía sus pertenencias en una maleta y abandonaba la casa sin mirar atrás mientras Juan lloraba todavía en calzoncillos  acurrucado en un sofá, como nunca antes lo había hecho

Las semanas se eternizaban mientras poco a poco la casa volvía a la normalidad. Las dos mujeres buscaban trabajo en alguna casa de bien, como limpiadoras mientras Juan se escapaba cada vez que podía a la parte de arriba de la casa para tirarse en ese colchón que tantos buenos recuerdos atesoraba. Las pajas le sabían a poco al igual que su lefa, … era insípida, añoraba profundamente el vicio que le ofrecía el poder tomarse la leche de otro.

Cuando esa tarde se volvió a pelear con su hermana porque ella se partía el lomo con su madre mientras el holgazaneaba en la cama durante todo el día, acabó por abandonar la casa para siempre.

Su madre volvió a asistir impasible a los acontecimientos y Juan terminó en la calle sin tener siquiera un destino claro.

Como un autómata dejó que lo guiaran sus pasos. Caminó hasta las afueras con esa caja de cartón cerrada con cuerdas en la que había metido unas mudas y unos cuantos tebeos del capitán trueno.

Al acercarse a la granja el ladrido de los perros le acabó delatando mientras se aproximaba hasta ella arrastrando los pies  por el camino de almendros que conducía hasta las naves. El hombre salió a esperarlo con ese mono de color azul que tantas veces había bajado hasta sus rodillas. Sabía que no llevaba nada debajo y ese leve pensamiento hacía que en su cuerpo se encendiera una mecha imposible de apagar.

Habían pasado solo dos semanas desde que se marchara y deseaba profundamente poder abrazar de nuevo a ese hombre, pero no sabía cuál sería su reacción. ¡Su padrastro antes de salir por la puerta le había pedido que se fuera con él pero había cometido el profundo error de no hacerle caso! ...Ahora acudía hasta él con el rabo entre las piernas en busca de ayuda.

Pero el hombre no estaba solo. Junto a él se colocó un joven con un par de años más que muchacho y que lo miraba mientras se subía la cremallera del mono de color verde que llevaba puesto. Su ex-padrastro se lo presentó como un sobrino suyo que acababa de terminar la mili y se había venido a la granja para aprender el oficio.

Juan lo miró unos segundos entristecido viendo como el hombre no había perdido el tiempo en buscarse un sustituto para alimentarlo con su duro rabo.

El ex-soldadito se encendió un pitillo mientras sus miradas se cruzaban de forma acusadora.

¡No tienes pinta de marica! Le soltó de sopetón haciéndole saber que sabía todo acerca de él.

¡Y tú tampoco tienes pinta de sobrino! Le soltó mientras miraba desafiante al que durante un tiempo había sido su nuevo padre… ¿Aquello que hacían los dos en esa granja y  unos días más tarde empezaron a hacer en la casa, no iba a ser un secreto entre su padre y él?

El hombre se encendió un puro mientras observaba divertido como el celoso muchacho reclamaba  para sí, lo que el granjero portaba entre las piernas y …que estaba empezando a endurecerse.

¡Veo que al final te has decidido a largarte de esa casa! …¿o es que te han echado?

Juan no contestó pero al agachar la cabeza, … confirmó la respuesta que no se atrevía a decir. ¡Necesito un lugar para quedarme unos días, o algo de dinero para poder irme de este puto pueblo!

¡Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites y si quieres largarte te daré algo de dinero cuando hayamos vendido esta cria de pollos! …¡Le quedan unos quince días para que se los lleven!

¿vives aquí? Le preguntó Juan mientras su pierna jugaba con unas plumas que había en el suelo enganchadas entre la hierba.

¡Desde que me fui de tu casa me instalé aquí! …¡Y es cierto, …has acertado, … él no es mi sobrino!

Juan miró al joven durante unos segundos, …

Junto a la granja, había un pequeño caserón de unos cuarenta metros cuadrados donde se almacenaban los elementos  imprescindibles para la cría de los pollos. El único elemento de lujo que tenía el caserón de herramientas era un pequeño frigorífico y una cama que su padrastro se empeñó en comprar para poder echarse la siesta mientras Juan daba una vuelta por la granja, comprobando que todo en ella estaba correcto.

Ahora esa pequeña cama se había convertido en el lugar donde ese hombre pasaba las noches en la granja del mismo modo que en su momento esa cama se acabó convirtiendo en el sitio donde Juan era enculado a diario por ese semental de cincuenta y tantos años.

Fue muy difícil instalarse en una cama de dimensiones tan reducidas. El hombre y el ex-sobrino le hicieron un hueco en la cama y en contraprestación Juan le hizo hueco a esas duras pollas en su culete. Los dos granjeros se pasaban las noches follándoselo hasta la extenuación. Las luces del amanecer los sorprendían en la cama haciendo que los rabos se volvieran a erizar. Juan tragaba polla por el culo y por la boca disfrutando de una felicidad que nunca antes había tenido.

Aprovechando los muchos momentos de inactividad que había en la granja su padrastro se follaba a los dos muchachos  sin excepción, pero Juan al ser el más pasivo de los tres era el afortunado comensal que se sentaba cada día en una mesa llena de pollas.

Intentó varias veces un acercamiento a su antigua familia, pero no sintió por su parte más que el rechazo y el desprecio de alguien que te ignora. ¡Como si esa fuera la solución al problema! …¿acaso por no interesarse siquiera por la salud  y el bienestar de su hijo, iba a dejar de buscar lo que más deseaba?

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Yo había heredado de mi tío esa afición y ahora que lo tenía ante mí, podía hacerle esas preguntas que siempre quise hacerle...

Creo que hay un baúl en una de las habitaciones con ropa tuya, … puedes venir a recogerla cuando quieras. Mi madre ya no vive aquí, … y yo no pienso oponerme a que saques nada de esta casa, porque te pertenece tanto como a ella.

¡No te preocupes! …¡Puedes quedarte con todo! …¡y tirar lo que no puedas aprovechar! Me dijo él mientras se limpiaba de la cara el escupitajo que mi madre le había echado unos segundos antes de dejarnos solos a los dos.

¡Yo aguante la discusión como un hombre! …sin intervenir, …¡Sabía que ese odio mutuo jamás se acabaría extinguiendo!

¡Lo único que me interesa conservar de este lugar es un viejo colchón que debe de estar en la cámara! …¿sabes si lo han tirado? …¡Me gustaría llevármelo a la granja! …

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La mudanza la hicimos unos días después del entierro de mi abuela, mi tío Juan se había traído como ayudantes a dos búlgaros que trabajaban con él y su “amigo” el ex-militar en la granja.

Los hombres arrastraban el deformado colchón escaleras abajo mientras mi tío y yo mirábamos con cierta nostalgia esa mole de polvo y suciedad.

La luz del día golpeó la tela de color amarillento sobre la que multitud de manchas de color marrón parduzco se esparcían  delatando la intensa actividad folleril que se había  llevado a cabo en ese lugar de la casa

El aspecto acartonado de la tela no daba lugar a ninguna duda, … eran manchas de semen reseco, acumulado durante años y años de actividad sexual descontrolada.

¡No recordaba que estuviera en ese estado! … Me dijo mi tío mientras veía como los dos búlgaros lo introducían en el camión mientras no paraban de decir cosas en su ininteligible idioma.

¡Había pensado dejárselo a uno de estos dos hombres para que durmiera en él, … lleva solo unas semanas en el país y me da rabia que tenga que dormir en el suelo!

Georgi Kirilov se sentó sobre el colchón y empezó a hablar con su compañero.  No se búlgaro pero sé que las palabras de ese hombre iban totalmente cargadas de sexo. Su colega Hristo nos miró a los dos como intentando adivinar cuál de los dos sería el putón responsable de que el colchón se encontrara en ese estado.

Volvió a hablar con su colega,  y este nos devolvió una sonrisa, ahora más que nunca tenían claro que los dos éramos protagonistas de las numerosas manchas esparcidas por esa pieza.

¿de qué están hablando? Le pregunté a mi tío.

¡No lo se! …¿tu sabes búlgaro?. Mi “amigo” se empeñó en contratarlos, dice que ya hemos recogido suficientes pollos muertos en esa granja. ¡Que ya era hora de que alguien lo haga por nosotros!

El colchón entro por fin en la furgoneta ocupando toda la base. Hristo saltó sobre él y empezó a botar mientras su compañero se reía. ¡volvían a hablar en su idioma mientras simulaba como su cuerpo se follaba a saco al alguien dispuesto a sentarse sobre su polla!

El hombre encontró algo duro en su espalda y acercándose hasta la cremallera que se abría en el lateral introdujo la mano para sacar el tarro de vaselina y la caja de condones.

¡Mi tío me miró durante unos segundos con una mirada acusadora! …¡Ninguno de los dos habló porque no necesitábamos decirnos nada!

¡Cuando lleguemos a la granja vamos a necesitar algo de ayuda para bajarlo de la furgoneta! …¡Te puedo enseñar aquello mientras hablamos un poco de todo, … estoy seguro de que querrás preguntarme muchas cosas!

Volví a mirar hacia el interior, … Georgi cerraba una de las puertas mientras Hristo tumbado sobre el colchón se sobaba el paquete muy sutilmente. Poco a poco se divisaba el bulto perteneciente a un enorme pollón encerrado en ese desgastado chándal de militar.

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La furgoneta se dirigía hacia la granja con lentitud, mientras en la parte de atrás dos búlgaros, se esmeraban en presentarme los auténticos motivos por los que habían sido contratados. El traqueteo del camino ayudaba en parte la penetración, pero dificultaba enormemente la mamada.

Mi tío asistía a la escena a traves del espejo retrovisor viendo como su sobrino se daba una nueva paliza a base de sexo sobre el viejo colchón de lana. Los cuatro ocupantes de la furgoneta deseaban llegar cuanto antes a la granja donde una quinta persona los esperaba expectante.

¡Quería ver por fin ese viejo colchón!, del que tantas veces le habían hablado y que su jefe, … el ahora dueño de la granja acababa de heredar.