La Herencia (2 de 4)
Comienzan las reales desventuras de las dos esclavas
La Herencia (2 de 4)
Autor: Ricardo Erecto
Estábamos mi sobrino y yo enla mazmorra. Ambasmujeres, desnudas y selladas sus bocas con cinta. Ellas nos miraron con una mezcla de ansiedad y temor. Les quitamos las cadenas, ataduras y cintas de sus bocas y decidimos, tirando una moneda al aire con cuál de ellas comenzaría cada uno de nosotros. Me tocó comenzar con Sandra Raquel.
Elogiar el cuerpo de Sandra es redundante. Me dediqué directamente a usar su cuerpo de todas las maneras posibles. La tomé entre mis brazos y mientras la besaba, mi mano derecha bajaba directamente hasta el culo buscando primero el ano y luegola vulva. Estabahúmeda y deseosa de ser penetrada, pero yo no estaba dispuesto a acabar tan rápido.
La acerqué a una de las columnas que había allí y le até las manos por detrás dela misma. Porel movimiento de sus tetas intuí que su corazón latía rápido y con fuerza. Tomé los pezones con los dedos y comencé a acariciarlos y apretarlos. Casi de inmediato comenzaron a hincharse y endurecerse. No cabía duda que Sandra estaba caliente.
Dejé las tetas y fui en busca de una fusta. No podía perder la oportunidad de dejarle alguna marca en el pubis y en las tetas. Cuando me acerqué a ella con la fusta levantada, con voz apenas audible me dijo:
-Ricardo, en las tetas con esa fusta no, me va a doler mucho si lo haces con fuerza.-
-Justamente eso es lo que quiero, que te duela mucho y te deje una buena marca. Ahora estás a mi disposición, eres mi esclava y no desaprovecharé la oportunidad.-
Cerró los ojos y contuvola respiración. Yosabía que no era la primera vez que le azotaban las tetas, pero la expresión de su rostro denotaba una mezcla de miedo y emoción. Nunca habíamos estado en esta situación y si bien nos conocíamos desde hacía un tiempo, podía ser muy rudo en el castigo de sus senos.
Cuando aceptó venir a este lugar sabía perfectamente que no la cogeríamos solamente sino que debía someterse como una esclava y que le haríamos éstas o cosas similares. Por ese motivo no me inmuté y, para sorprenderla, descargué la fusta unos diez centímetros debajo del ombligo.
Contuvo el gemido pero sus ojos se llenaron de lágrimas. El siguiente azote lo dirigí a las tetas, muy cerca de los pezones. Ahora sí un ¡ayyyyy! Salió de su garganta mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas y caían sobre las tetas.
Un tercer azote sí fue directamente sobre las tetas, unos centímetros por encima dela areola. Luegole metí un dedo en la vagina y comprobé que el flujo vaginal llegaba hasta la entrada misma. No demoré más y manteniéndola con los brazos atados por detrás de la columna acerqué mi polla a la entrada de la concha y apoyé el glande. Su rostro cambió. De pronto olvidó el azote y separando más aun las piernas y rotando la cadera dejó el camino libre para que se la metiera bien adentro, cosa que hice de inmediato.
Los movimientos eran lentos, casi exasperantes, pero ambos queríamos prolongar ese momento. Sobre mi pecho estaban apoyadas sus tetas y podía sentir claramente el cordón que había dejadola fusta. Deboreconocer que eso me excitaba más aun.
Continuamos con movimientos suaves hasta que finalmente sentí que Sandra se corría y poco después lo hacía yo.
A pocos metros de allí estaba Juanillo usando a Romy. Primero la ató doblada sobre un caballete, dejando su culo expuesto y sus tetas colgando hacia el piso. El muy sádico tomó unas disciplinas con tientos de cuero anudado y comenzó a azotar a Romy primero en los muslos, luego en el culo y finalmente en la espalda, para comenzar de nuevo.
La pobre Romychillaba de dolor y humillación, encontrándose completamente a disposición de Juanillo, que detuvo el castigo cuando toda la piel expuesta de la muchacha quedó cubierta de rayas y puntos rojos en los lugares que los nudos hacían impacto.
Le separó los cachetes para observar el ano y los labios vaginales, que separó ligeramente. El flujo vaginal ya estaba humedeciendo los mismos. Se bajó el pantalón y mientras acariciaba y apretaba las tetas y los pezones comenzó a empujar su polla en la concha de Romy, que separó las piernas para dar libre entrada al miembro que pugnaba por penetrar. Juanillo apenas metió una parte del glande cuando se retiró unos centímetros y volvió a empujar.
Este juego de “te la meto, no te la meto” estaba llevando a Romy casi ala desesperación. Estaren la mazmorra, desnuda y haber sido flagelada la había excitado mucho y ahora esta aparente indecisión de clavársela era imposible de sostener. Juanillo, conocedor de estos juegos y sintiendo las vibraciones del cuerpo de la muchacha, prolongó la situación hasta que comenzó a empujar con firmeza y finalmente la metió hasta el fondo. Un apagado gemido de satisfacción escapó de la garganta de Romy.
Luego comenzó a moverla con cierta rapidez y regularidad. La joven no pudo retener más el orgasmo y se corrió entre estertores. Juanillo continuó hasta él mismo correrse. Entonces la desató y abrazándola, la besó apasionadamente.
-Creo que el comienzo está bien.- dije. -El día ha sido de muchas emociones y es hora de cenar y descansar. Las mujeres prepararán la comida, mientras nosotros miramos moverse esos hermosos culos en la cocina.-
Sandra Raquel preguntó: -¿Ni siquiera nos dejarán ponernos unas bragas?-
-No, ni unas bragas y den gracias que no les ponemos grilletes en los tobillos ni les esposemos las muñecas.- completó Juanillo.
-¡Los dos sois unos cerdos!- respondió Romy.
El atrevimiento de llamarnos cerdos le costó una fuerte palmada en el culo que dejó la marca de los cinco dedos de Juanillo. Por mi parte le tomé los pezones y se los retorcí con fuerza. Chilló de dolor.
Sandra salió en defensa de su compañera de esclavitud, lo que le valió que tomara una cuchara de madera de la cocina y le golpeara tres veces en el culo. Creo que en ese momento entendió que conmigo no se jugaba.
Una vez lista la cena, les permitimos, por esa única vez, que comieran con nosotros enla mesa. Porsupuesto debían permanecer desnudas.
Terminada la cena las llevamos a la mazmorra y las encerramos en sendas celdas que había en el lugar. Nos dispusimos a descansar. Al día siguiente Juanillo se encargaría de Sandra y yo de Romy.
Luego del sueño reparador de la noche nos preparamos el desayuno y les llevamos a nuestras esclavas leche y pan. Queríamos comenzar a usarlas lo antes posible. Así fue que tomé a Romy. Quería primero que se acostumbrara nuevamente a su uso como pony. Le coloqué algo similar a un freno enla boca. Paraque no molestara con sus manos mientras usaba su cuerpo, se las até por encima de su cabeza y la suspendí de manera que apenas apoyara los pies en el suelo.
Creo que intentó insultarme pero el adminículo fijo en su boca le impedía articular palabras. Estaba hermosa. Tomé una fusta para azotarla en el culo, ese culo redondo, bien formado y de tez blanca con la forma de la parte de abajo del traje de baño. Muy pronto ese hermoso culo quedaría cubierto de rayas carmesí.
Era la primera vez que tenía a Romy así, desnuda, indefensa, exponiendo no solamente su culo sino esas turgentes tetas, esas piernas bien formadas que terminaban en una concha que muy pronto usaría.
El primer fustazo fue en la parte central de los glúteos, lugar bien pulposo que soporta un azote muy fuerte. Romy lanzó un prolongado quejido apenas audible. Casi de inmediato una gruesa raya adornó su trasero. El segundo fue en la parte baja del culo, también bien fuerte. Ahora alguna lágrima escapaba de sus ojos corriendo por sus mejillas y llegando a las tetas. Todavía necesitaba unas marcas más para completar el adorno.
Le apliqué cinco azotes más. Siete gruesas marcas ornamentaban sus redondeces traseras. Las lágrimas brotaban sin cesar. Era el momento de usar su concha. Le tomé las piernas y mientras las levantaba, las separé. Unos labios abiertos cual flor perfumada y jugosa se presentaron a mis ojos. No me demoré más y la penetré hasta el fondo. Creo haber percibido un suspiro de alivio.
Luego que nos corrimos dejé caer sus piernas. Su rostro había cambiado. A pesar del freno en su boca se podía percibir una sonrisa. Le pasé la mano por el culo para observar el relieve de los azotes. ¡Eran muy marcados! Habían sido bien fuertes. Luego la desaté y le quité el freno de la boca.
Mientras tanto Juanillo se dedicaba a Sandra Raquel. La había colocado en un potro, con las piernas separadas y completamente estirada. Su concha rasurada y ligeramente abierta dejaba escapar unos labios vaginales interiores rosados y húmedos. La abertura estaba lista para recibir cualquier adminículo en su interior. Juanillo quería comenzar duro. Le introdujo un pequeño electrodo que conectado a la fuente eléctrica, provocaría algunas descargas directamente en el interior de la concha.
Sandra Raquel advirtió las intenciones de su “captor”.
-Por favor Juanillo, picana en la concha no. Nunca me has hecho una cosa así. Te ruego que la picana en la concha no.-
-¿Quién eres tu para darme órdenes? Recuerda que eres mi esclava.-
Apenas terminó de decir estas palabras, apretó un botón y una ligera corriente eléctrica se descargó en el coño de Sandra. Un grito, más de miedo que de dolor partió de su garganta.
-Hasta que no declares que eres mi esclava y pones tu cuerpo para que lo torture si es mi deseo, no te sacaré el electrodo de la concha y seguiré con las descargas.-
-Por favor Juanillo, no me tortures así.-
Otra ligera descarga recorrió el cuerpo de la muchacha.
-Ya te he dicho. Debes decir: “Soy tu esclava y ofrezco mi cuerpo para que hagas con él lo que quieras”-
Sandra, sollozando repitió la frase.
-Me gusta que me obedezcan y ofrezcan su cuerpo. Para eso las tenemos de esclavas, para que sean sumisas, obedientes y nos den sus cuerpos para nuestros caprichos.-
Escuché un “sí señor” que débilmente pronunció la joven.
Juanillo no se conformó con lo hecho hasta ese momento. Le tomó ambos pezones entre los dedos y comenzó a retorcerlos y apretarlos. Sandra Raquel gemía de dolor.
-No te hemos traído aquí solamente para cogerte. Sabías que serías nuestra esclava.-
-Sí señor, soy su esclava y me someto a su voluntad y sus castigos.-
-Así está mejor. Quiero esos pezones bien duros para chuparlos y morderlos.-
-Señor, estos pezones y todo mi cuerpo le pertenecen.-
Esta declaración de sumisión, los labios apretando los pezones y tenerla tendida e inmovilizada, calentaron enormemente a Juanillo que de inmediato, luego de sacarle el electrodo de la concha, se montó sobre Sandra Reaquel y sin mediar palabra la penetró de un golpe. La muchacha dio un suspiro de satisfacción.
La estuvo bombeando unos minutos hasta que finalmente ambos se corrieron. De inmediato la desató y abrazándola la besó con pasión.
-Ricardo, podemos tomarnos un descanso, mientras estas putas se reponen también. Me comentó Juanillo.-
-¡No somos putas!- Gritó Romy enojada. –Que nos dejemos castigar y coger no quiere decir que seamos putas. ¡Odio que me llamen así!-
No tuve más remedio que darle una bofetada. No es posible que una esclava contestara de semejante manera. Romy se pasó la mano por la mejilla para calmar el dolor, mero no pronunció más palabras.
Se acercaba mediodía y Juanillo les ordenó que prepararan el almuerzo. Ambas, en completo silencio, se dirigieron a la cocina y comenzaron a trabajar. Le pedimos a Sandra que nos sirviera una chato de manzanilla, cosa que diligentemente hizo. Entonces Juanillo y yo nos retiramos a la biblioteca para conversar entre nosotros.
-Creo que esto va muy bien. Estoy gozando de ambas. ¡Como me he calentado con Sandra! Y tú, Ricardo, ¿Qué tal con Romy?-
-¡Hombre! Romy es una hembra muy sumisa y con un cuerpo delicioso. ¿Cómo no disfrutar de su cuerpo? Su ajustada vagina te hace sentir muy bien mientras la coges.-
-Sabes que yo he pasado varios fines de semana con ella. Tienes razón, es un placer cogerla. Además se mueve como un felino en la cama.-
-Sabes que yo nunca la había visto desnuda. Me había encontrado en tu casa con ella, pero siempre vestida, excepto cuando iniciamos el viaje ¡Que buen culo y tetas que tiene!-
-Como dicen por allí, “Es un culo para azotar con la vara y un agujerito para no perderse”-
-Estoy seguro que si nos escuchara, no le gustarían estos comentarios, pero supongo que ambas seguirán trabajando en la cocina.-
-¿Y qué piensas hacerle por la tarde?-
-La voy a usar de pony. Ella tiene buen entrenamiento, por ese tiempo que pasó secuestrada. Quiero ir hasta la parte del bosque que he visto hombres trabajando. Quiero ver la reacción de Romy mostrándose desnuda, ataviada como una potranca, arrastrando un carruaje.-
-Es una buena idea. Yo a Sandra pensaba suspenderla de las muñecas y darle unos puñetazos en el vientre y las tetas y luego correrme dentro de ella por lo menos dos veces. Por mi experiencia con ella, le excita mucho que le golpeen las tetas.-
-Cosa curiosa estas mujeres. Se calientan cuando las castigas.-
-Dime ¿Y tú no te calientas cuando las castigas?-
-Tienes razón, somos un poco morbosos.-
-Otra cosa que quería proponerte es que para dormir a la noche no las llevemos a las celdas del sótano, sino que duerman con cada uno de nosotros. Así las tenemos a mano para hacer uso de ellas.-
-Coincidimos. Iba a proponerte lo mismo. Creo que ya han tomado nota de quién manda y tenerlas durante la noche es una buena cosa.-
-Quizás le pongas unas esposas o algo así, pero nada más. Pero vamos que ya debe estar el almuerzo listo.-
Luego del almuerzo descansamos un rato y alrededor de las 3 de la tarde, nos dispusimos a usar a nuestras esclavas.
Tomé a Romy y la llevé al sótano para acondicionarla como pony. Un freno en la boca, un arnés en la cabeza, una cola simulada metida en el agujero del culo y dos pequeñas campanitas colgando de los pezones. Luego nos dirigimos a la cochera donde estaba el carruaje que ella arrastraría. Allí le fijé las muñecas a las varas de arrastre y ya estaba lista para que me llevara hasta el bosque.
Tomé una picana de dos puntas para aplicársela en el culo si se negaba a trotar, monté en el carruaje y salimos. Trotaba con buen ritmo y solamente muy esporádicamente tenía que picanearla en el culo. Así comenzamos a acercarnos al bosque donde se divisaban varios hombres trabajando en las tareas propias del campo. Al llegar, Romy estaba transpirada y con evidentes signos de cansancio, pero durante todo el trayecto no tuvo ni una queja.
Al acercarnos, se adelantó alguien que debía ser el capataz.
-Buenas tardes señor. Supongo que usted es el nuevo dueño de estas tierras.-
-Soy el tío del nuevo dueño.-
-Veo que sigue con las prácticas del viejo dueño. Le gustaba pasear llevado por una jovencita potranca.-
-Me gustan estas jóvenes que pueden usarse para distintas cosas.-
-Y me parece que sabe elegir bien. Un hermoso ejemplar. Carnes bien firmes.-
-Pálpele las tetas. Verá que duras son. Está un poco sucia por el polvo pero las carnes se mantienen firmes. Mire el culo, también firme.-
El capataz se acercó a Romy y le palpó las tetas y las movió para hacer sonar las campanitas. Luego bajó sus manos al culo de la potranca.
-Está buena de verdad. Supongo que debe estar también buena en la cama.-
-Aquí no tenemos cama, pero si quiere probarla sobra el piso, la desenganchamos del carro y la prueba.-
-¿No le molesta que me coja a la potranca?-
-No, no me molesta. Las conchas de las hembras no son, como decía un amigo mío, de jabón, que se gastan con el uso. Al contrario, se vuelven más elásticas.-
Procedí a desatarla del carro y sacarle la cola de caballo del culo. Romy se acostó en el suelo y separó las piernas esperando ser penetrada. El capataz se bajó los pantalones. Su pija ya estaba preparada y casi sin preparación previa, se la metió hasta el fondo.
Los otros peones que acompañaban al capataz (eran 3) miraban con envidia al jefe. Me acerqué a ellos y les dije:
-Cuando termine él, si quieren, ustedes también pueden cogerla, incluso por el culo, si gustan.-
-Yo prefiero por adelante. Que cojan por el culo los que no disponen de raja.-
Cuando el capataz se corrió, se levantó de inmediato. Romy, que no se había corrido, estaba frustrada, pero para su satisfacción, observó que otro de los hombres presentes se bajaba los pantalones con clara intención de usar su concha.
Así también los tres peones dejaron en la vagina de la potranca su dosis de semen. Cuando finalmente Romy se incorporó para ser amarrada al carro que me llevaría de vuelta, una importante cantidad de líquido blanco comenzó a deslizarse por sus piernas.
Luego de saludar al grupo de trabajadores, emprendimos el regreso ala casa. Tuveque usar varias veces la picana sobre su culo para que apurara el paso.
Cuando finalmente llegamos a destino, era necesario bañar ala potranca. Transpiración, polvo del camino y la corrida seca sobre sus piernas le daban un aspecto lamentable. Tomé una manguera y procedí a un primer baño. Luego le permití que tomara un a ducha caliente.
-Romy, te quiero bien limpia, sin restos de semen. Lávate bien la concha, que ha sido muy usada.-
-Ya lo creo que mela usaron. Unode los peones la tenía gruesa y parecía que no había cogido en semanas, Cuando se corrió, no paraba de echarme leche en la vagina.-
-Por lo menos has disfrutado del paseo.-
-Sabes que me gusta ser una pony, a pesar que no me diste tregua con la picana en el culo, pero lo disfruté y luego... bueno, cuatro pijas seguidas en la concha no es poca cosa.-
-¿Te ha gustado que los trabajadores te cogieran?-
-¡Claro! ¿Cómo no me va a gustar? No siempre se tiene oportunidad de una cosa así.-
-Romy, me parece que eres un poco puta.-
-Ricardo, no digas eso. Sabes que no me gusta que me llamen así. Te acepto que me digas que soy una sumisa, una esclava, pero puta no.-
-Está bien esclava Romy, tienes razón. Me lo has dicho en otras oportunidades. Báñate, perfúmate y ponte tan linda como sabes hacerlo que luego… quizás tengas otra pija dentro tuyo.-
Romy fue de inmediato a tomar un baño reparador. Dos horas más tarde me buscaba por la casa, completamente desnuda y dejando un perfume a jazmín a su paso.
Así pasaron cinco días más, alternando cada día con una esclava. Era muy difícil decir con cuál de las dos gozábamos más. Tanto Romy como Sandra Raquel se comportaron de manera excelente y las cogimos en todas las maneras imaginables alternando con algunos castigos o ataduras. El siguiente día íbamos a castigarlas más duro y así lo acordamos con Juanillo. No lo comentamos con ellas y sería una sorpresa que les teníamos preparada. El látigo dejaría unas buenas marcas en sus culos.