La hechicera y la lesbiana Parte III (centro comer
Pedro descubre su identidad y decide que tiene que salir a la calle por comida y ropa adecuada, en el centro comercial tiene un acercamiento con una vendedora de ZARA
La hechicera y la lesbiana Parte III (El centro comercial)
Pedro estaba preocupado, pero sabía que necesitaba concentrarse, la Hechicera no solo lo había convertido en una exuberante mujer si no que lo había dejado sin recursos y con una tarea desde su punto de vista nada fácil, ¿de donde iba a conseguir vírgenes? ¿Todavía existen?
Se tomó un momento para reflexionar acerca de la situación y por fin decidió que lo primero que tenía que hacer era revisar los documentos que la Hechicera le había entregado, abrió cautelosamente el sobre amarillo y tendió sobre su cama lo que parecía ser un acta de nacimiento, un pasaporte, documento de identificación y licencia para conducir, ya más tranquilo comenzó a analizar los papeles de los cuales descubrió lo siguiente:
Su nombre era Paulina Castillo Ávalos, tenía 23 años recién cumplidos en Junio, nacida en Monterrey, México, de padre mexicano y madre española, su sangre era tipo b+ y según las visas selladas en su pasaporte había viajado por muchas partes del mundo, no encontró más información relevante así que guardo los documentos en una caja fuerte que tenía, excepto la identificación personal y licencia de conducir, al mismo tiempo que guardaba los documentos vio el dinero que tenía ahorrado en su caja fuerte, que aunque no era demasiado, le ayudaría a sobrevivir al menos un par de meses si no conseguía otra fuente de ingresos.
Pasaban ya de las 5 de la tarde y Pedro estaba hambriento, pensó en pedir algo de comer a domicilio pero su celular había desaparecido por arte de magia, así que decidió que la única manera de enfrentar la situación, era salir a la calle y acostumbrarse a su nueva vida, fue hacia su closet, esperando encontrar algo de ropa que pudiera usar sin parecer una loca, revolvió cajones y no encontró nada que le ajustara, su cuerpo de hombre era fornido y grande, no iba a encontrar nada ahí, de pronto recordó que su ex novia Jessica (*Aclaro en este punto que su ex novia se llamaba Jessica y lo había engañado con su mejor amigo, la novia anterior de la cual se hace mención en el capítulo II se llama Natalia y Pedro aún estaba enamorado de ella) había dejado en una maleta ropa olvidada que nunca reclamo, la busco en la parte alta del closet y por fin la encontró.
Llevo la maleta a la cama y la abrió de par en par con algo de desesperación, había dentro varias pantaletas nada fuera de lo común, dos blusas de tirantes, una blanca y otra rosa, una bata de dormir, unos jeans y una minifalda de mezclilla, se desnudó y al ver su hermoso cuerpo en el espejo su cabeza se llenó de los más sensuales pensamientos, pero esta vez se controló y se midió una de las pantaletas, para su sorpresa, le ajustaron bastante bien y eran cómodas lo cual lo tranquilizo, se probó a continuación los jeans pero le quedaban algo grandes y no tenía como detenerlos, decidió ver cómo le quedaba la falda y el resultado fue preferible, al menos no se le caía.
Así como estaba desnuda de la cintura hacia arriba fue de nuevo al espejo y se observó con detalle, diviso un par de sexys lunares en su pecho derecho, y acarició de nuevo esos turgentes pedazos de carne en perfecta forma, un pequeño gemido escapo de su boca y supo que si seguía no se podría controlar, busco de nuevo en la maleta en busca de algún sostén o bra pero no encontró absolutamente nada parecido, tomo la blusa rosa de tirantes y la coloco dentro de su cabeza y brazos pero al llegar al pecho se dio cuenta que iba a ser complicado bajarla, sus senos eran considerablemente más grandes que los de Jessica, así que con fuerza dio un jalón y pudo bajar la blusa solo para darse cuenta lo ridículamente sexy que se veía, la falda no era el problema pero la blusa no le llegaba ni al ombligo, sus grandes senos provocaban que la blusa apenas cubriera lo necesario.
Una vez más fue al espejo para verse por última vez, estaba convertida en una fantasía erótica para cualquier hombre, sabía que se la iban a comer con los ojos por la calle, entonces se dio cuenta que aún llevaba los pies desnudos, buscó de nuevo en el closet y solo encontró unas sandalias para baño blancas que no le quedaban tan grandes, listo, no quería perder más tiempo, busco las llaves de su automóvil y oh sorpresa, la Hechicera también lo había despojado de su carro.
Enojado pensó que esa maldita hechicera no lo iba a doblegar, tomo algo de dinero de la caja fuerte y en poco tiempo ya se encontraba en la calle buscando un taxi, Pedro vivía en una zona muy céntrica y concurrida, recibió más de un piropo y miradas lascivas en los dos minutos que tardo en conseguir transporte, le pidió al taxista que lo llevara a un centro comercial que estaba cercano y no pudo evitar darse cuenta como lo miraba por el espejo retrovisor con total descaro.
Al llegar al centro comercial se dirigió rápidamente al área de comidas y pudo satisfacer su hambre, una hamburguesa doble, papas fritas, y refresco extra-grande, fue todo un espectáculo para los presentes ver a la que sin duda era una modelo, comer como jugador de rugby, al terminar su comida ordeno un postre y dio gracias de que la hechicera no le hubiera robado también el apetito.
Con el asunto del hambre resuelto y ya estando en un centro comercial, sabía que tenía que ir de compras, así que se encaminó a la única tienda que él conocía donde vendieran ropa de mujer, ZARA, conocía esta tienda porque era la favorita de Jessica y recordaba que fácil encontraba siempre lo que necesitaba, al comenzar a ver los aparadores una hermosa chica encargada de la tienda la abordo, era pequeña, de pelo castaño, pero aun con el uniforme negro y sobrio se insinuaban unas caderas tentadoras y un escote que dejaba adivinar unos hermosos senos.
-Hola, ¿estás buscando algo en especial?
-Hola, pues, en realidad estoy buscando un poco de todo jeje, quiero renovar mi guardarropa.
-Perfecto, ¿quieres que te ayude?
-Algo de apoyo me vendría genial la verdad, lo primero que necesito son brassieres
-Ay, disculpa pero manejamos muy poca ropa interior, de hecho aquí enfrente esta Victoria Secrets y seguro encuentras lo que buscas
-No te preocupes entonces, quiero algunos pantalones, shorts y blusas, algo cómodo
-¿Qué te parece si vas al probador y yo te voy llevando algunas cosas para que te pruebes?
-Me parece genial
La chica que llevaba por nombre Raquel, llevo a Pedro al probador más alejado con la excusa de que como iba a llevarle mucha ropa era mejor que estuviera más privado, al ir pasando por el corredor de los probadores Pedro no pudo evitar ver a unas chicas que se ayudaban mutuamente a subir el zipper de unos vestidos, la imagen provoco en Pedro un morbo inmediato y se dio cuenta a todo lo que tenía acceso ahora que era una mujer, un probador más adelante se encontraba una señora madura que se asomaba por la cortina del probador intentando cubrir sus enormes senos, le solicitaba a otra vendedora una talla más grande de un body negro de encaje, la sola imagen de esa señora cubriendo sus pechos con la cortina seguía poniendo la imaginación de Pedro a mil por hora.
Ya en el apartado que Raquel escogió, le dio a probarse un pequeño short blanco y una blusa estilo marinera, Pedro sin pudor alguno se sacó de un tirón la pequeña blusa dejando ver a Raquel sus senos en su máximo esplendor, la chica solo atino a pasar algo de saliva y se volteó un poco disimulando que no veía el magnífico espectáculo, Pedro continuó con la falda, desabrochándola y dejándola caer para quedar únicamente en bragas, para este momento su cabeza ya no pensaba en comprar ropa si no en como seducir a la inocente vendedora.
-Disculpa Raquel, podrías ayudarme a ponerme esta ropa que me trajiste, creo que no encuentro el lado correcto
Raquel volteo hacia donde estaba Pedro y no pudo más que quedar sorprendida de tal belleza, envidiaba el cuerpo perfecto de esa mujer desnuda frente a ella.
-Claro que si señorita
Raquel se acercó a Pedro y tomo las prendas, colgó la blusa y acomodo el shorts para que Pedro pudiera probárselo, con el shorts en las manos, se agacho para que no tuviera que levantar mucho las piernas y Pedro paso delicadamente un pie y después el otro, Raquel subió el shorts despacio y al llegar a la altura de las caderas dio un empujoncito que provoco que el shorts se le enterrara en la entrepierna a lo que Pedro solo dio un pequeño salto, al abrochar el botón, las manos de Raquel rozaron su intimidad y Pedro definitivamente lo estaba disfrutando.
Raquel le pido a Pedro que se volteara de espalda para ahora ayudarle con la blusa a rayas, a lo que el simplemente obedeció, ya de espaldas sintió que al ponerle la blusa, Raquel la bajo tocando su espalda desde los hombros hasta quedar sus manos encajadas en su cadera, la sensación era divina, sentía como se empezaba a humedecer su intimidad y no lo podía, ni lo quería evitar.
Continuará