La hechicera y la lesbiana Capítulo VIII Día Negro

Capítulo VIII Día Negro Pedro aún su forma femenina de Paulina sigue sufriendo abusos en la mansión de doña Cecilia después de la humillación recibida por su primer clienta

Capítulo VIII Día Negro

Una hora había pasado desde que Doña Cecilia salió del cuarto, Pedro no había podido soportar los calambres en sus extremidades y había caído en una especie de desmayo que lo llevaba a tener de nuevo alucinaciones, Jose y la hechicera burlándose de ella con risas infernales, hombres con máscaras de macho cabrío, doña Cecilia encajando los delgados tacones en su piel, imágenes que estaban jugando con la salud mental de Pedro de una peligrosa manera. De pronto el ruido de pasos por las escaleras despertó abruptamente a Pedro, sus piernas estaban muy adoloridas, ya no sentía los brazos y la sed la mataba. Estaba asustado, muy asustado, jamás creyó que lo que empezó como una fantasía pudiera acabar tan mal, su mente divagaba y se preguntaba porque seguía teniendo alucinaciones con Natalia si hacía más de 3 años que no la veía, después del malentendido que los había separado le había perdido totalmente la pista y no se había atrevido siquiera a preguntar por ella.

En la habitación entro apresuradamente Mary, la asistente que la había recibido y se acercó a Pedro para darle unos sorbos de agua

-Señorita, no tengo mucho tiempo, solo vine a ver si necesitaba agua y consolarla un poco ya que si me encuentran aquí probablemente reciba un castigo peor que el que le van a dar a usted

-¿Un castigo peor que el que me van a dar?  ¿Qué me harán Mary?

-Es mejor que no piense en eso señorita

-Como me pides eso Mary, ¿no ves cómo estoy? Suéltame por favor – Sollozo Pedro

-Lo siento señorita ya tengo que irme

-Nooo, no Mary, ayúdame por favor

-Lo siento de verdad

Mary salió apresurada de la habitación, sabía que de encontrarla en ese cuarto Doña Cecilia sería implacable con ella, mientras tanto, Pedro se sentía cada vez más horrorizado, no habrían pasado ni 3 horas desde que llego a esa casa y en lugar del día de campo prometido todo se estaba convirtiendo en una pesadilla.

Cinco minutos después, Doña Cecilia apareció en la habitación ahora vestida como la señora de alta sociedad que es y detrás de ella un hombre negro de más de 1.80 mts de altura y gran musculatura solo ataviado de un taparrabos y una máscara de cuero en forma de perro que solo dejaba adivinar sus ojos igualmente oscuros y profundos, llevaba una cadena al cuello que su ama jalaba para indicarle lo que tenía que hacer, ya estando los dos en la habitación, Doña Cecilia dio un pequeño jalón en la cadena indicándole al hombre que tenía que ponerse de rodillas, el esclavo obedeció sin inmutarse en tanto Pedro miraba el espectáculo aterrorizado.

-Bueno Paulina, no me gusto para nada tu actitud de hace rato, entonces decidí darte un pequeño castigo para que puedas retirarte, él es Bud y es un muy buen cachorro, es el más pequeño de mi jauría y tiene mucha energía

-No por favor ama, por favor se lo suplico yo no vine a esto

-Calla

Doña Cecilia dio dos pequeños jalones a la correa de Bud y el hombre se levantó, busco en el cajón de artefactos, saco una mordaza para la boca y se aproximó a Pedro que no dejaba de gritar e intentar zafar sus amarres, todo esto fue inútil, el enorme macho coloco la mordaza en la boca de Pedro y la apretó fuertemente.

-Muy bien Paulina, te tengo solo por media hora más y voy a dejar que mi cachorro pase un momento divertido contigo, él ha sido un perrito muy fiel y merece un premio.

Doña Cecilia dio media vuelta y salió del cuarto, Pedro no creía lo que recién escucho, lo acababan de dejar a la merced de un depravado disfrazado de perro que lo tenía en una posición totalmente desprotegido, intento gritar pero era imposible, la mordaza estaba bien colocada y nada de lo que intentara iba a evitar que lo penetraran.

Bud se acerca lentamente a Pedro y acomodo el sillón en forma de potro en el que estaba cautivo, sin decir nada más introdujo uno de sus dedos, tal vez el más grueso, en su vagina y Pedro en ese momento supo que tendría que aguantar lo que viniera, el animal siguió metiendo y sacando el dedo mojando la vagina de Pedro situación que en realidad no era desagradable para él a pesar de que las lágrimas por la humillación seguían rodando por sus mejillas, la excitación de estar siendo penetrada no cesaba.

Bud saco su dedo y tomo fuertemente las nalgas de Pedro, juntándolas y separándolas a su antojo, estaba admirando como el ano de la preciosa mujer se abría y cerraba invitándolo a jugar, escupió algo de saliva exactamente en el centro y Pedro sentía centímetro a centímetro todo lo que estaba sucediendo en su cuerpo, Bud para este momento ya estaba excitado, casi jadeando como el perro que representaba y su verga estaba por reventar el pequeño taparrabos, se desprendió del mismo y de un solo jalón intento entrar por el virginal agujero de Pedro que sintió como se desgarraba algo dentro de él, el miembro erecto de Bud no había logrado entrar por completo pero si lo suficiente para que las lágrimas de Pedro rodaran abundantemente, saco su verga y vio como el hoyo de la perfecta mujer palpitaba y se abría de a poco, probo suerte de nuevo y esta vez vulnero la resistencia que protegía el intimo recoveco de la joven, el dolor fue muy intenso, Pedro pensaba como en menos de tres horas la señora Cecilia había logrado quebrarlo como nunca nadie lo había hecho, primero con la humillación y ahora mandando a su perro a destrozarle el ano, casi no podía soportar tanto dolor cuando sintió la segunda embestida, y la siguiente y la siguiente.

Bud no escatimo en fuerza ni en ritmo, una vez que su verga entro en la mujer que estaba a su merced no dudo en seguir embistiendo con furia, su mirada era la de un loco, babeada literalmente como un perro de caza y se dejaba ir hasta el fondo  en cada envión, fue una cogida monumental, cerca de 20 minutos y el corpulento negro seguía sin parar, Pedro intentaba apretar su ano pero sabía que ya estaba totalmente destruido, el perro por fin comenzó a sofocarse y brindo las últimas acometidas al culo enrojecido de Pedro mientras lo inundaba de leche, al sacar su miembro una combinación lechosa con hilos de sangre también escapo del magnífico culo.

El perro no soltó ni un solo ladrido en todo el acto, ni siquiera volteo de nuevo a ver a la maltrecha mujer, solo soltó sus amarres y el espectacular cuerpo femenino se vino abajo, como un bulto desparramado quedo en la fina alfombra tirado, violentado y utilizado, Pedro intento articular algunas palabras pero le fue imposible, sintió náuseas y después de luchar para ponerse en pie finalmente cayo desfallecido de nuevo.

Cuando despertó se encontraba en el cuarto de huéspedes de Josefina, estaba desorientado y no tenía idea de cómo había llegado ahí, ni cuánto tiempo había estado inconsciente, aun le dolía el cuerpo y comenzó de nuevo a llorar, el llanto era tan fuerte que alerto a Karla, que se apresuró en entrar al cuarto e ir a consolarla, intento abrazarla y Pedro rechazaba cualquier contacto, lo intento de nuevo y poco a poco logro que su cuerpo recibiera las caricias de consuelo, acallando levemente los sollozos y abrazándola tan fuerte como podía.

-Pero que ha pasado Paulina, te trajeron unos hombres en una limosina y así te dejaron aquí, me dijeron que Josefina había autorizado que te dejaran en la casa

-Ay no, Karla, Karla me siento morir, fue horrible, Josefina me mando con una señora malvada, me quiero morir

Karla había visto cosas muy extrañas en esta casa, pero jamás había recibido a una chica tan alterada, ella sabía que Josefina regenteaba mujeres pero fuera de eso a ninguna la habían traído en un estado de trance como el que veía en Paulina, le pidió que le contara que había pasado y Karla escucho atentamente el relato, no lo podía creer, como Josefina había permitido algo tan cruel, Karla se había encariñado con Paulina desde de la noche de pasión que habían compartido y por un momento pensó en denunciar a Jose pero pronto recordó lo poderosa que era su compañera de departamento y decidió que no era una buena idea.

-Paulina tienes que irte, vete y no regreses, ¿Josefina sabe donde vives?

-No, no lo sabe- Pedro seguí llorando desconsoladamente

-Así es mejor, no vuelvas a contactarla, no tengo idea porque hizo lo que hizo pero no tienes la manera de confrontarla, es una mujer muy bien conectada, es peligrosa.

-¿Pero porque? ¿Qué le hice yo?

-No se trata de eso Paulina, se trata de dinero, te vendió al mejor postor simplemente, a ella no le interesa nadie ni nada. Cuando te dejaron también dejaron tu paga, toma, es este sobre, tómalo y ve a tu casa, no la contactes de nuevo

Paulina abrió el sobre y vio dentro 1,000 Dlls una cantidad muy baja para la humillación que acababa de recibir, pero no iba tampoco a dejárselo a Josefina, como pudo se puso en pie, Karla la ayudo a vestirse, se despidieron como amigas de toda la vida y le pidió un taxi, pronto ya estaba subiendo lentamente la escalera hacia su departamento, al entrar, volvió a estallar en llanto hasta quedar dormida de nuevo con el sentimiento más horrible que jamás hubiera tenido.