La Habitacion De Al Lado [Part VII]

Penúltimo Capitulo, La aparición de la verdad, trae nuevas consecuencias

<< yo: ja ja ja la fiesta esta buenísima, ¿Por qué me traes a la cocina?

Aquiles: ponme atención Emilio

Yo: no seas cansón, volvamos a la fiesta, solo quiero bailar contigo, y besarte mucho

Aquiles: necesito que te vayas ahora de aquí

Yo: ¿Qué dices?

Aquiles: por favor Emilio, en unos minutos llegara una gente con la que tendré una reunión en mi habitación

Yo: ¿entonces porque ofreciste una fiesta?

Aquiles: es una fachada, para que mis padres no estuviesen

Yo: ¿pero porque no puedo quedarme?

Aquiles: no es sencillo de explicar, mírame, te amo.

Aquiles: te amo como a nadie en el mundo, pero  no podemos tener nada, yo estoy metido en cosas muy turbias, y si todo sale bien hoy mismo terminare con eso

Yo: déjame estar a tu lado, yo no te juzgare

Aquiles: no quiero que te pase nada, por favor entiéndeme, te prometo Emilio. Que si todo sale bien hoy. Nos iremos muy lejos, y seremos felices, solo te pido un poco de tiempo, solo unas horas

Yo: quiero estar aquí contigo y punto

(beso)

Aquiles: no me beses, si no quieres obedecerme, aquí se acaba lo nuestro

Yo: mi cadena, me la arrancaste

Aquiles: largo de mi casa, ahora… >>

Ignacio: ¿estás bien?

Con ese recuerdo no me había dado cuenta, que estaba sentado en la orilla de la cama, con la vista fija en la ventana, mientras que Ignacio estaba parado en la puerta con una bandeja de desayuno. Aquiles solo quería protegerme, si yo le hubiese obedecido él aun estaría vivo, las lágrimas rodaban sin parar por mis mejillas. Ignacio dejo la bandeja en uno de los muebles para llegar ante mí y arrodillarse.

Ignacio: ¿Qué te sucede bonito?

Ignacio: tranquilo, ya paso.

Se enderezo, sentándose a mi lado. Mientras me rodeaba con sus brazos, instintivamente mi cabeza se acomodó en su hombro, sentía sus suaves caricias en mi pelo y brazo, intentando consolarme.

Ignacio: ¿quieres contarme?

Yo: no es nada

Ignacio: como no va a hacer nada, si estas llorando

Yo: solo me acorde de Aquiles

Ignacio: ah es eso, ya ah pasado tiempo, déjalo descansar. Es hora que rehagas tu vida

Yo: ¿cómo puedo continuar? Si la persona que tanto ame está muerta, y yo soy el principal sospechoso

Ignacio: eso se arreglara pronto, te lo aseguro, moveré cielo y tierra para que tu estés bien.

1 semana después

Laura: lamento no venir antes, pero mis padres están reacios a darme permiso para salir, todo lo de Aquiles y las investigaciones tienen a todo mundo de puntas.

Yo: ¿qué noticias hay de afuera?

Laura: Nicole quiere verte, me ah suplicado que le de tu dirección, tu tía sigue igual

Laura: aún no se sabe nada de Esteban, su madre me llama todos los días para saber si se comunica conmigo, los detectives están investigando eso

Yo: ¿y mi mamá?

Laura: está mal, yo le eh negado que se dónde estás, está muy arrepentida, tiene miedo que te pase lo de Aquiles, tal vez si lo pensaras un poco…

Yo: no. Nadie puede saber nada de mí, debo estar muerto para el mundo, aun debo encontrar al verdadero asesino, y poner en riesgo a quienes quiero no sería justo. No otra vez.

Laura: ¿otra vez?

Yo: necesito que me ayudes a averiguar algo, estoy seguro que si hablas con Nicole, ella te dejara entrar en la habitación de Aquiles

Laura: ¿pero qué are hay?

Yo: necesito algo, que tenga relación con los nómades

Laura: espera un momento, no estoy entendiendo ¿Qué es eso de nómades?

Yo: creo que es un grupo, o alguna organización, por favor, te necesito en la habitación de Aquiles. Necesito que encuentres algo que relacione la muerte a alguien.

Laura: no me gusta esto Emilio, estas arriesgando mucho, por muy poco

Yo: ¿muy poco? Enserio ¿muy poco? Es mi libertad la que está en juego

Laura: pero te prefiero ver preso, antes que muerto

Yo: te necesito, por el bien de todos, imagina, Esteban puede estar vivo en manos del asesino.

Laura: ¿y que le digo a Nicole?

Yo: lo que sea, pero no la hagas participe de esto.

Laura: ¿Por qué crees que esos nómades tienen algo que ver?

Yo: Aquiles tenía un tatuaje con  esa palabra, y escuche a Ignacio decirla

Laura: debes salir de aquí, puedes estar en peligro

Yo: no! Si fuese así ya me habría dado cuenta, pero tengo miedo que a Ignacio le pase lo mismo que Aquiles, cuando lo escuche decirla, estaba muy asustado.

Laura: esto lo hago por ti, y espero sirva de algo, porque Ignacio no es el único asustado aquí

Se levantó repentinamente del sofá, saliendo de la casa con un golpe de la puerta de entrada, debía darme prisa, estaba completamente seguro que ese grupo tenía algo que ver, y si era así, mi única protección estaba en peligro. Debía salvar a Ignacio.

(…)

Nicole: ¿Laura? ¿Qué haces aquí?

Laura: te traigo noticas de Emilio

Nicole: ¿Dónde está? Dímelo por favor, yo puedo ayudarlo

Laura: él no quiere exponer a nadie

Nicole: yo sé que él no mataría a Aquiles

Laura: claro que no lo hiso, pero todos piensan que sí.

Nicole: entonces, ¿solo viniste a decirme que mi primo no confía en mí?

Laura: necesito entrar en la habitación de Aquiles

Nicole: estás loca, mi mamá estará casi muerta, pero aun respetamos su decisión, de que la habitación siga cerrada

Laura: Aquiles, Aquiles me tenía unas cosas guardadas y necesito recuperarlas

Nicole: ¿Qué cosas?

Laura: mi diario

Nicole: ¿y para que querría él tu diario?

Laura: yo se lo pase para que viera algo

Nicole: ¿Qué cosa?

Laura: no tengo porque decirte

Nicole: entonces no tengo porque dejarte entrar

Laura: ¡está bien! Aquiles y yo éramos amantes

Nicole: no te creo, sé que aquí hay otra cosa escondida. Entra ya, y apresúrate que mi papá está por llegar

Laura: gracias linda

La habitación aun guardaba el aroma del perfume de Aquiles, su cama estaba tendida, el escritorio desordenado como siempre, la tapa de la laptop estaba levantada, puesto que a Aquiles jamás le gusto bajarla. Las cortinas seguían amarradas con ese nudo tan extraño que le hacía.

En el velador aun permanecía un vaso de agua, ya casi seco. Mientras que de su ropero aun asomaban unas camisas a punto de caerse por el poco cuidado que tenía al sacar la ropa

- Bien Laura a lo que vinimos

Vacié todos los cajones, sabiendo con eso que tal orden jamás sería igual al como estaba al comienzo, registre entre la ropa de cama, exprimí las almohadas con la esperanza de que algo estuviese en su interior

Levante la cama para ver si algo estaba bajo el colchón, descolgué cuadros y escarbe en lo más profundo de las gavetas. Pero no había rastros de nada que diera una pista con lo que había sucedido, me subí sobre una de las gavetas para revisar la parte superior del ropero, resbalando peligrosamente y cayendo cerca de un espejo.

Un sonido hueco alerto mis sentidos, comencé a golpear una por una los cerámicos que cubrían el piso, hasta dar con el correcto, era justo el cerámico en el que se posaban los soportes del espejo. Saque mi cartera, extrayendo mi cedula de identidad, la introduje en la separación de la baldosa, logrando que se levantara.

Lo primero que vi fue un color plateado que se asomaba, eran casi 20 cuadritos de papel aluminio con algo en su interior, más pequeños que la palma de la mano, más abajo habían 15 paquetes de color cafés, eran casi como un ladrillo. Y estaban totalmente rellenos de alguna sustancia.

En una de las paredes del escondite había un papel pegado, con nombres y apellidos, a su lado con la palabra (Ministro) (Juez) (Senador) (Empresario) más de 20 nombres clasificados en esas secciones y abajo el nombre de Ignacio Valverde como proveedor.

- ¿Qué es esto?

- No puede ser

Al reverso del papel había otra lista, con solo nombres de mujeres, con el título de, damas de compañía, y con horror admire la lista al ver ese nombre

- Alondra Mondragón, Alondra es prostituta

(…)

Ignacio: debo salir Emilio, recuerda tener cuidado y no le abras la puerta a nadie

Yo: tranquilo, ya llevo bastante tiempo aquí como para saber lo que no debo hacer, anda tranquilo

Ignacio: traeré algo de comer para la noche, te veo luego, y estate tranquilo eh

Yo: si, no te preocupes que ya estoy muy bien

Apenas Ignacio cerro con llave, me asegure que se montara en su coche y verlo desaparecer por la ventana principal, me dirigí rápidamente al mueble junto a la escalera, lo corrí lo más despacio que pude para que no se moviese nada de lo que estaba en él.

Abrí la pequeña puerta, dejando salir un olor a humedad espeluznante, baje la escala de 3 peldaños para pisar tierra, en uno de los costados había un interruptor que prendía una luz colgante muy rustica, más bien todo el lugar era rustico, era un pasillo ancho con paredes de tierra, solo con pilares cruzados que sostenían, pero el piso y paredes eran de tierra, parecía que había sido cavado no con la intensión de hacerlo un lugar para visitas.

Llegue a otra habitación un poco más confortable, si bien el piso seguía siendo tierra pura, las paredes eran de un concreto muy mal hecho, al centro de la habitación había una larga mesa con varias, varias sillas. En todos los lados había cuadros con la palabra Nómade,  había estantes con libros y carpetas.

Debía encontrar algo que ayudara a Ignacio a librarse del problema en que estaba metido, si no había logrado salvar a Aquiles debía salvar a Ignacio.

Comencé a ver todos esos libros, las carpetas con nombres. Revise cada cajón que había en el lugar, sin tener éxito. Hasta ver un baúl que estaba en una de las esquinas con candado, en ese instante recordé la llave que estaba colgada en la habitación de Ignacio, me devolví por el mismo lugar, cogí la llave y volví a bajar al improvisado sótano, pose la llave en el agujero del candado calzando perfectamente, saque el candado, abriendo al fin el baúl.

Al fondo de este había algo envuelto en una tela roja, la saqué con mucho cuidado, la coloque en la mesa, soltando las telas para ver el contenido. Mi rostro debió desfigurarse al ver aquel objeto cubierto de sangre, era exactamente el mismo fierro con el que golpeaban a Aquiles en mi sueño. Y esa sangre cubriéndola, y el comisario preguntando por un golpe mortal que habría recibido en la cabeza, eso era, ese fierro era el mismo con el que mataron a Aquiles.

Ignacio: como desearía que nunca hubieses visto esto

Yo: ¿cómo pudiste?, ¿cómo puedes ocultar al asesino de tu amigo?

Ignacio: lo lamento

Lo último que vi fue un objeto yendo directo a mi cabeza, caí semi inconsciente al frio suelo, con mucha dificultad lograba sentir como Ignacio me arrastraba fuera del cuarto. En un minuto se detuvo, dejando caer mi casi inconsciente cuerpo al suelo nuevamente. Comencé a parpadear rápidamente para ver si así lograba recuperar al menos la vista.

Trate de levantarme, pero no tenía fuerzas, escuchaba pasos agitados sobre mí, aun viendo nublado, distinguí la pequeña escala que llevaba al piso superior, a lo lejos comencé a escuchar voces

(¿Dónde está? ¿Dime donde lo tienes?)

Comencé a arrastrarme por el lugar intentando llegar a la escala, mi brazo derecho no respondía, estaba totalmente dormido, mi cara arrastrándose contra el piso, me provocaba un ardor inmenso, sabía que terminaría con mi rostro destruido, pero debía salir de ese lugar.

Logre tocar el último peldaño y con un esfuerzo sobrehumano logre sentarme en él, cayendo con peso muerto sobre los otro peldaños, azotando mi cabeza con la pequeña puerta.

-       ¿Qué fue eso?

-       Nada, ahora retírate de mi casa Laura

-       No sin antes hablar con Emilio

-       Deja de dar pena, él nunca te querrá

Sentía la sangre corriendo por mi rostro de la herida provocada por Ignacio, y el ardor de los raspones de mi mejilla, no podía hablar, tenía los nervios dormidos, solo quería gritar para que Laura me salvara.

-       ¿Dónde está Emilio? No pienso preguntártelo otra vez

-       Está bien, como quieras, Emilio se fue del país, yo lo ayude a irse a Colombia.

Un día lo vi llorando y me confeso que él había matado a Aquiles, y yo lo ayude a huir

Que mentira, porque Ignacio seguía ocultando al verdadero asesino, porque lo defendía tanto, tanto miedo le podía tener a ese tipo, levante con la poca fuerza que me quedaba mi brazo izquierdo azotándolo contra la puerta.

-       ¿Emilio? ¿Emilio dónde estás? Dime algo

-       Me cansaste, largo de aquí

-       Suéltame, yo sé que tú y los nómades trafican droga y prostituyen mujeres, sé que tienes algo que ver con lo de Aquiles y con todo lo que paso después, la policía se enterara

Escuche como cosas se rompían, los gritos de Laura, el sonido de algo pesado cayendo al piso, Laura me seguía llamando, sus gritos de ayuda invadieron mi cabeza, las lágrimas se me mezclaban con la sangre. Sus gritos terminaron, al igual que el alboroto,  mi cuerpo termino de caer al piso, al abrirse de improvisto la puerta, el rostro cubierto en sangre de Ignacio y la frase “espero estés feliz” fue lo último que percibí antes de terminar completamente inconsciente.

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