La habitación 501
La historia de una pareja de cuñados que se quieren y se desean desde hace mucho tiempo.
Lo reconozco. Fue premeditación y alevosía. Los dos lo queríamos. Los dos lo necesitábamos. Llevábamos varias semanas viéndonos a escondidas en su coche o en el mío. A horas intempestivas, en lugares que ni antes habíamos estado allí. Las veces que habíamos hecho el amor eran, como ella decía, "cortos pero intensos". Intensísimos, diría yo. Pero esta vez necesitábamos estar tranquilos, necesitábamos nuestro tiempo para amarnos. -Solos tú y yo y la cama, cariño,
y el mundo encerrado afuera
. -me dijo Malena, así se llamaba ella. Me llamo Damien. Soy alto, 180 cm., pelo y ojos castaños, complexión fuerte, 95 Kg. de peso y soy bastante extrovertido cuando se me conoce, porque al principio, dicen, que impongo respeto. ¿Ella? Simplemente es "el animal más bello del mundo". Cara dulce y angelical, media melena morena, morenaza, ojos verdes claros, piel blanca y suave, labios carnosos y sensuales, una sonrisa que me vuelve loco y, un cuerpo hecho para el pecado. ¿Se nota que estoy enamorado de ella? Quedamos a la salida del trabajo. A mediodía. Cada uno en su trabajo dijo que se tomaba la tarde libre por "asuntos propios". No comimos, teníamos hambre pero de nosotros mismos, de nuestros cuerpos. Nuestra pasión saciaba nuestro hambre y fuimos directos al hotel. Nos encontramos paseando por la calle, nuestras miradas se cruzaron al doblar una esquina, como si se buscaran y en ese momento se encontraron. Nos sonreímos y entonces se paró el mundo. No había nadie más en la calle, una calle abarrotada de gente, sólo ella y yo. Era un ángel caído del cielo que venía ha hacerme feliz. Nos saludamos y fuimos hacia el hotel, céntrico, ¿para qué esconder nuestro amor? Total, ¿qué importaba el resto del mundo si nosotros estábamos juntos?. Nos presentamos en recepción y nos dieron la llave. La habitación 501, nuestra habitación. Tomamos el ascensor y ahí empezó nuestra pasión. Nos empezamos a besar como si nos fuese la vida en ello, como si nunca antes nos hubiésemos besado. La acorralé contra la pared del ascensor y le metí la lengua hasta el fondo de su boca, donde me encontré con su lengua. Nos besamos apasionadamente y empezamos a meternos mano, hasta que el ascensor llegó a su destino. Salimos del ascensor y entramos en la habitación. Era una habitación sencilla, con cama de matrimonio y cuarto de baño completo. Frente a la cama un espejo, una ventana que daba a un patio de luces, un escritorio y un armario empotrado. Sencilla. No encendimos ninguna luz, sólo corrimos un poco las cortinas de la ventana y dejamos la habitación en penumbra. Empezamos a besarnos apasionadamente y a desnudarnos mutuamente. Ya empezaba a hacer calor en la calle, puesto que era mayo, y llevábamos poca ropa para quitarnos. Le quité su camiseta y su sujetador y saltaron ante mi dos hermosos pechos, con unas aureolas y unos pezones de niña que me volvieron loco. Eran
pequeños
, tersos y suaves, firmes pero sin llegar a estar muy duros, y en la punta de sus pezones dos gotas de miel que daba gusto chuparlos. Y así lo hice, empecé a mamar de sus pezones cual niño recién nacido, pasando mi lengua, y dándoles algún mordisco
suave
, llenándolos de saliva lo cual la volvía loca de placer. Me entretuve en ellos hasta que logré ponérselos duros como puntas de lanza, tan duros que dolía tocarlos. Yo ya me había quitado la camiseta y mi entrepierna estaba a punto de reventar, cosa que ella se dio cuenta enseguida. Tiró mano del cinturón de mi pantalón y con un movimiento enérgico, lo desabrochó y abrió mi pantalón, el cual calló hasta mis rodillas. Empezó a sobarme la polla por encima de mis calzoncillos, la tenía bien dura. La sobaba y me miraba con ojos de lascivia, de lujuria,
de deseo absoluto
. Me bajó el calzón y mi polla saltó cual resorte, libre y desesperada por salir de la cárcel que le aprisionaba. Empezó a masturbarme con su mano muy lenta y suavemente y mi polla empezó a segregar líquidos preseminales, los cuales me los extendió a lo largo de mi aparato como si fuera un lubricante. Esto hizo que mi pene quedará brillante y más duro aún si cabía. Le desabroché su pantalón y se lo quité. Luego sus bragas, negras azabache, las cuales ya estaban mojadas por la excitación del momento. Estaba totalmente depilada excepto por una fina línea de vello que le bajaba por su pubis hasta encontrarse con su clítoris y tenía un culo duro y firme. Empecé a tocarle el coño que estaba chorreante, era como un manantial, me llené la mano de sus flujos vaginales y la llevé a mi nariz, aspiré su olor y fue como aspirar el perfume más intenso y penetrante, me embriagué de su olor. Llevé mi dedo índice a su clítoris inflamado y empecé a moverlo suavemente, ella empezó a gemir y ha decirme que le volvía loca que le tocara. Pronto empezó a jadear más rápido y fuerte hasta explotar en su primer orgasmo, el cual la dejó temblando de placer. Ver su cara de extasiada en el momento de alcanzar el clímax, me sobrecalentó de manera brutal. La tumbé sobre la cama, le levanté las piernas y dirigí mi ariete erecto hacia su cueva chorreante de líquidos vaginales. Casi sin dejarla recobrar el aliento, la penetré de un golpe y empecé a bombear fuerte. -Síííííííííííííííííí, dame duro, cabrón, aaaaaaaaaaahhhhhhhh. -gritaba Malena. -¿Te gusta, eh zorra? ¿Te gusta que te de duro? ¿EH?. -le decía yo, sin parar de bombear. Con sus piernas abrazándome la espalda, en esa posición mis embestidas eran bestiales, pero ella gritaba: -Dame mááááás, más fuerte, síííííííííííííí. Continué con mi mete y saca hasta arrancarle un segundo orgasmo, y clavándome las uñas en mi espalda sentí un placentero dolor que hizo que me corriera yo también, llenándole su coño de esperma. Así, en esa posición, estuvimos un rato, tratando de recuperar el aliento y de volver al mundo real, sin sacarle mi polla de su interior. Una vez recuperamos el sentido, me pidió chuparme la polla para limpiármela. Me tumbé en la cama boca arriba, abrí las piernas y empezó ha hacerme la mejor felación que me han hecho nunca. Con su cabeza metida entre mis piernas, me miraba con ojos de deseo mientras metía mi polla en su boca, toda entera hasta tocar su nariz en mi pubis. Volvía a sacarla muy suavemente y sin dejar de mirarme, y eso me ponía a mil. Tanto que no tardé en empalmarme otra vez. Estuvo así un buen rato, pasando su lengua por todo la longitud de mi aparato, por el capullo, rodeándolo, limpiándomelo. Muy suave y sensualmente. Bajó su lengua por mis huevos y me los pringó con su saliva y los restos de mi semen, pero me los dejó muy limpios y relucientes. Siguió bajando hasta llegar a la entrada de mi culo y ahí se detuvo, interrogándome con la mirada, con esa mirada que me volvía loco. Le asentí con la cabeza y empezó ha hacerme un trabajo en mi culo como nunca hubiese imaginado. Mientras me lamía la entrada del ano, con una mano me masturbaba y me hacía perder la conciencia. Estaba disfrutando como nunca. Volvió a mi polla y con un dedo de la otra mano buscó mi húmedo culo y empujó hasta meter la primera falange. -¡¡AAAAAAHHH!!.- gemí yo.- ¡¡QUÉ GUSTO!!.- no lo podía creer, estaba en el cielo. -¡¡NO PARES, CARIÑO!! ¡¡CHÚPAMELA CON GANAS!! Una vez me puso a tono otra vez y habiéndome dejado en la gloria, le pedí que se acostara ella para chuparle yo su coño. Y así lo hizo. Se abrió de piernas y allí estaba el coño que tanto deseaba chupar. Metí mi cabeza entre sus piernas, saqué mi lengua y empecé a recorrer toda su raja de arriba a abajo, de abajo a arriba, arrancándole pequeños grititos de placer. Mientras le comía el coño, con mi dedo índice le acariciaba el clítoris, que ya estaba hinchado y rojo. -¡¡MUÉRDEME, MUÉRDEME EL COÑO!!.- me decía Malena. Y yo como suelo hacer caso de lo que me dicen, le mordí muy suavemente sus labios y se notaba que le gustaba, porque aceleró el ritmo de sus jadeos. Aproveché y le metí un dedo dentro de su vagina y, aprovechando que estaba muy húmeda, recogí sus jugos y se los pasé por su culo, y metí otro dedo dentro. Y así, con un dedo en su coño y otro en su culo, y con mi boca mordiéndole los labios de la vagina, llegó a su tercer orgasmo, gritando de placer y convulsionándose todo su cuerpo. Le pedí hacer un 69, porque era ridículo que ella me la chupara primero y luego yo le chupara su raja, pudiendo tener las dos bocas ocupadas a la vez, así que yo acostado y ella encima de mí, pero a la inversa. Me puso su coño en mi boca y se agachó y empezó a chupármela otra vez, y yo con aquella visión delante de mí de su coño y su culo. Saqué mi lengua y empecé a recorrer el camino que va desde su clítoris hasta la entrada de su culo, dejándolo babeando de mi saliva y sus jugos, deliciosos y dulces jugos. Al mismo tiempo, le tocaba sus tetas, sus pezones que volvían a estar duros y puntiagudos. Bueno, la verdad es que no habían dejado de estarlo en ningún momento. Le volvía loca que le acariciase sus pezones. Y a mí me volvía loco el trabajo que me estaba haciendo con su lengua en mi polla. Me la recorría en toda su extensión, de arriba a abajo, y se detenía en mi capullo para jugar un ratito con su lengua. La apretaba con su mano y salían gotitas de presemen, el cual bebía como si fuese el manjar más exquisito que nunca hubiese probado. Le encantaba. Así estuvimos un buen rato, sin cambiar de postura y disfrutando de nuestros sexos con nuestras bocas y lenguas. ¡Qué delicia! Aproveché la situación y la postura en la cual estábamos, y empecé a pasarle mi lengua por la entrada de su culo, mojándolo y dilatándolo cada vez más. Empecé a meterle primero un dedo en su culo, poco a poco, para que se acostumbrara, despacio para que no le doliera y no romper el momento. Cuando comprendí que entraba bien mi dedo, le metí otro dedo más, dos dedos, y sin dejar de chuparle la entrada de su culo, sin dejar de pasarle mi lengua por su ano, empujé poco a poco los dos dedos hacia su interior, y se notaba que le gustaba, porque ya empezaba a gemir de placer. -¡¡UUUUUUUMMMMMMMM!! ¿Qué me haces, cariño, que me estás volviendo loca? ¡¡OOOOOOOHHHHHHH, SIIIIIIIIIIIIIIIII!!.- Malena no paraba de gemir y gozar con el trabajo que le estaba haciendo en su culo, el cual estaba chorreando de mi saliva y lo suficientemente dilatado para que mis dedos entraran sin ninguna dificultad. -¿Te gusta, zorra? ¿Te gusta que te den por el culo, eh, guarra?.- le gritaba yo, sin dejar de follarle el culo con mis dedos. -¡¡SSSSSIIIIIIIIIIIIII, ME GUSTA!!.- gritaba ella-. Pero me gusta más que me enculé una polla. ¡¡QUIERO QUE ME FOLLES EL CULO, CABRÓN!!-. me ordenó de un grito. -¿Quieres que te folle el culo, quieres que te de por culo, zorra? Te voy a dar hasta que me canse, te lo voy a dejar tan abierto que podré meter mi puño. La dejé en esa posición, de perrito, y yo como pude salí de debajo de ella. Me puse de rodillas detrás de ella, escupí en la entrada de su culo y en mi polla, apunté mi enhiesto ariete a la entrada de su culo, y poco a poco fui empujando mi polla hacia su interior. Primero entró el glande y paré un poco, a lo que ella reaccionó dando un pequeño respingo y echándose para adelante, pero quería que se acostumbrara al tamaño y no le doliera. Cuando noté que ya podía empujar un poco más, lo hice pero muy poco a poco hasta que entró toda y ahí me quedé quieto hasta que se dilatara del todo su ano. Malena empezó a gemir y a moverse poco a poco. -¡¡SSSSSIIIIIIIIIIIIII!! FÓLLAME EL CULO, CABRÓN, MÁS FUERTE, MÁS FUERTE. -¡¡TOMA, ZORRA!! ¿QUIERES QUE TE DE MÁS FUERTE? Yo empecé a acelerar el ritmo de mis embestidas y ella al mismo tiempo metió su mano por debajo y empezó a tocarse el coño, el cual hacía un ruido claramente de estar muy mojado. -¡¡AAAAHHHHHHHHH, DIOOOOOSSSSSSSS!! ¡¡QUÉ GUSTO, QUÉ PLACER!!.- gritaba Malena, fuera de sí. Yo seguía embistiéndola desde atrás cada vez más fuerte y más rápido. En un momento, se echó hacia delante, dejándose de masturbar. -¡¡TÓCAME TÚ, TÓCAME EL COÑO!!.- Y empecé a masturbarla al mismo tiempo que le follaba el culo. Y ahí explotó en un orgasmo bestial, el más violento, según ella. -¡¡AAAAHHHHHHHHH, SSSSSSIIIIIIIIIIIIIIIII!! ¡¡DIIIIOOOOOOOSSSSSS MIIIIIOOOOOO!! ¡¡ME CORROOOOOOOOOO!! ¡¡AAAAAAHHHHHHHH!!. Se cayó contra la cama, saliéndose mi polla de su interior y quedándose ella tumbada boca abajo y convulsionándose de placer, extasiada y como si estuviese en otro lugar, como si hubiese perdido el sentido. ¡Fue brutal!. Y allí me quedé yo, de rodillas y con mi polla tiesa, viendo su culo dilatado, totalmente abierto de mis embestidas, y viéndola a ella como volvía a recobrar el sentido. Y mirándome de reojo, y sonriendo como pudo, me dijo: -Ha sido increíble, bestial, brutal. Uno de mis mejores orgasmos. El más violento y con el que más he gozado. Como yo aún tenía la polla dura, la hice levantarse, la acosté y me puse encima de ella, y se la metí de un solo golpe. Empecé a bombear fuerte, como a ella le gustaba y me pedía. Y como me había corrido antes, ahora aguanté mucho más, y estuvimos un buen rato follando como salvajes, arrancándole un orgasmo tras otro, hasta que tuvo un orgasmo múltiple y me pidió que parara, que se volvía loca de placer.
Estábamos sudando mucho, quizá por el placer y la lujuria o porque el aire acondicionado de la habitación no funcionaba y ni siquiera nos habíamos dado cuenta.
Era un poco de los dos. ¡Dichoso aire acondicionado! Mientras ella fue al baño a limpiarse un poco los restos de lefa y reponerse un poco de los varios e intensos orgasmos que había tenido, yo intenté poner en marcha el aparato del aire. Definitivamente estaba roto, no había forma de ponerlo en marcha. Malena salió del baño, vino por detrás de mí y se abrazó, clavándome sus pezones puntiagudos en mi espalda, y agarrándome la polla desde atrás y masturbándome, como si fuese su polla. De hecho lo era, era toda suya, me lo había dicho en varias ocasiones. Le dije que no podía conectar el aire y quiso intentarlo ella. Debo decir, que el mando a distancia estaba pegado a la pared en una especie de cajita de metacrilato, y no se podía sacar de allí. Estaba a la altura del ombligo, con lo cual para accionarlo había que inclinarse ligeramente hacia adelante. Yo estaba detrás de ella ahora, y no podía apartar mi vista de su culo. Esta vez el que se acercó por detrás fui yo. Le acerqué mi polla, la cual ya volvía a estar un poco más que morcillona y ya pedía un poco más de guerra. Ella empezó a mover su culo al contacto de mi polla. Le cogí sus tetas desde atrás y ella dejó el mando a distancia del aire, y cogiendo mi polla, la dirigió hacia su coño, el cual estaba chorreante de líquidos vaginales. La puso en la entrada de su cueva y empecé a cogerla desde atrás, de pie los dos, ella con las manos apoyadas en la pared y yo empujando fuerte. -Síííííííííííííííí, cariiiiiiiiiiiñoooooo, dame fuerte, dame duro, como túúúúúúúú sabes, síííííííí, asíiiiiiiiiiiiiiiii, uuuuuuuummmmmmmm.-no paraba de gemir y de pedirme que la follara, no se cansaba nunca, era increíble. De pronto empezó a chillar: -Síííííííííí, me corroooooooooo, me corroooooooooo, no pareeeeeees, dame fuuueeerteeeee.-volvió a explotar en otro orgasmo. Pero yo continué dándole fuerte, bombeando duro, metiendo y sacándo mi polla de ese coño caliente y húmedo, sobre todo húmedo. Sus jugos corrían por sus piernas hacia sus rodillas, tenía el interior de sus piernas todos mojados de sus propios líquidos de sus corridas. -Asííííííííííí, cariiiiiiiiiiño, no pares, que me corroooooooo otra vez.- Y le volví a arrancar otro orgasmo casi al momento del anterior. Era increíble su forma de correrse. Le temblaban las piernas y casi no podía mantenerse en pie. Creo que no se cayó porque yo la sujetaba de sus tetas y las tenía fuertemente agarradas. Yo seguía bombeando desde atrás suyo. Ahora me costaba más correrme, pero no me importaba. Ver a Malena disfrutar y gozar con cada orgasmo que le venía, era suficiente placer para mí. Paré y nos tumbamos en la cama para descansar un poco. Estábamos agotados. Pero la tarde no acabó ahí, no, aunque ya era la hora de tener que marcharnos. Estuvimos abrazados desnudos tumbados en la cama. Me encanta abrazarme desnudo a ella, me carga de energía. Estuvimos susurrándonos al oído palabras de amor: -TE QUIERO,... TE AMO, ... TE DESEO,... ERES MUY BONITA,... ERES PRECIOSA,... - le decía yo, mientras enredaba mis dedos entre sus largos cabellos negros, y le besaba el cuello. -TE QUIERO, DAMIEN, ME HACES MUY FELIZ. ME VUELVES LOCA DE AMOR. - me decía Malena una y otra vez, sin dejar de pasar su lengua vertiginosa por mis labios, y yo intentaba cazarla con mis dientes. Me encantaba morder su lengua, esa lengua carnosa y juguetona. Entre besos, caricias, susurros y abrazos, nos pasó el poco tiempo que nos quedaba volando. Nos levantamos y nos dirigimos al baño a asearnos un poco antes de vestirnos. Ella iba delante, contoneándose, moviendo ese culo de un lado a otro. Yo no podía apartar la vista de él y me empezaba a empalmar otra vez. No me lo podía creer, toda una tarde de pasión y sexo, y mi verga todavía tenía ganas de guerra. Entramos al cuarto de baño, siempre ella delante, y se dirigió al lavabo. Se lavó las manos y al lavarse la cara, se agachó hacia delante y no puede aguantar más. La sujeté desde atrás y me arrimé a ella, le arrimé mi polla. -¿Qué haces, cariño?.-dijo Malena, mirándome a través del espejo-. ¿Todavía tienes ganas de más? -¿Es que no se nota?.- le dije yo. -Vaya si se nota, ¡AAAAAAAAAAHH!, SÍÍÍÍÍÍÍ SE NOTAAAAAAAAA.- en ese momento se la dejé ir de un sólo golpe, y empecé a darle fuerte desde atrás, mirándola a través del espejo. Nos cruzamos las miradas y ella tenía una cara de goce como nunca la había visto antes. Lo estaba disfrutando de verdad. -¡¡AAAAAAAHHHHH!! ¡¡CABRÓN!! ME VAS A DEJAAAAAAR EL COÑO MÁS ANCHOOOOOOOO QUE UN TÚNEL. ¡¡AAAAAAAAHHHHH, SÍÍÍÍÍÍÍ, CARÍÍÍÍÍÑO!! DAME MÁS FUERTE, JODER. La miraba desde atrás, a través del espejo y tenía la cara desencajada por el placer. Cada vez le daba más fuerte, la empujaba contra el lavabo, pensaba que lo rompíamos por conforme lo cogía ella. -¡¡TOMA, PUTA, ES LO QUE QUIERES, ¿NO?. MI VERGA EN TU COÑO, ¿NO? PUES TOMA POLLA, ZORRA. -¡¡SÍÍÍÍÍÍ, ME VOY A CORREEEEEEER, CARIÑO, NO PARES, DAME FUERTEEEEEE!! ¡¡SÍ, SÍ, SÍ, SÍÍÍÍÍÍ, ME CORROOOOO!! ¡¡JODER!! ¡¡ME CORROOOOOOOOOO!!. Pero no la dejé, no dejé de bombear, y aún le arranqué dos orgasmos más en esa postura, bombeando desde atrás como un loco. No dejaba de mirarla a través del espejo del lavabo, su cara era una mezcla de querer más, de lujuria, de goce y de que parara un poco, porque entre orgasmo y orgasmo, yo no había dejado de darle por detrás a su coño, el cual estaba chorreante de líquidos que llegaban más abajo de sus rodillas. Al tercer orgasmo y viendo que yo ya no me corría, me dijo que por favor parara, que también se nos iba a hacer tarde y aún debíamos ducharnos. -Bien, paro porque tenemos que irnos, pero que sepas que esta me la debes, que yo no me he corrido.- le dije. -Cóbratela cuando quieras, amor, como quieras.- me dijo Malena, con una voz entrecortada del cansancio. -Lo haré. La metí en la ducha, la lavé con suaves caricias y pequeños masajes. Le tocaba los pechos, y me decía que me estuviera quieto, que no fuera malo, que debíamos de marcharnos ya. Luego ella me lavó a mi, deteniéndose en mis partes y pajeándome una última vez, pero sin llegar a eyacular, yo ya no podía sacar ni una gota más de mi interior. Me había dejado seco. Nos abrazamos una vez más desnudos, salimos de la ducha, nos secamos y vestimos. Todavía tuvimos cinco minutos más para besarnos y abrazarnos antes de salir de la habitación. Bajamos en el ascensor besándonos apasionadamente, tanto que si dura unas cuantas plantas más el trayecto, creo que lo hubiéramos hecho allí una última vez. Salimos a la calle y ya era de noche. Parecía que el mundo hubiese estado parado durante las horas que estuvimos encerrados en nuestra habitación y en ese momento se hubiera puesto en marcha. Caminamos juntos calle arriba. Me encantaba caminar junto a ella. Hubiera sido maravilloso tirar el reloj al mar y dejar que el amanecer nos hubiese indicado la hora de despedida. Simplemente por caminar junto a ella, junto a Malena.