La habitación 110 (parte 3)

Entre el placer y el dolor, la dominación y la sumisión.

LA HABITACIÓN 110 (PARTE 3)

Aquel día iban a ocurrir muchas cosas, algunas con premeditación y alevosía puesto que todo quedaba enmarcado en un arduo y trazado plan, o no…

Al subir al coche le pedí la entrada para el evento que había preparado con antelación en la cual se podía leer:

CARNVAL EROTICO: SORPRESAS, DIVERSIÓN Y SENSUALIDAD.

FIESTA PRIVADA: ENTRADA VIP.

Términos y condiciones:

  • La entrada da acceso únicamente a una persona. No se reembolsará ni se cambiará en caso de perdida.
  • Al hacer uso de la entrada para participar en el evento otorgas tu consentimiento a la organizadora para utilizar tu cuerpo para fines sexuales.
  • Es imprescindible venir vestido de uniforme.
  • Se reserva el derecho de negar la entrada a quien incumpla las normas.

Esas eran las condiciones, hasta el momento.

Le vendé los ojos y conduje hasta el hotel. Mientras conducía lo miraba con mirada deseosa y mis manos acariciaban mis muslos sin que él se percatara de nada.

  • Buenos días, tenía una reserva para hoy –

  • Buenos días, a nombre de…? Me facilitan los DNI por favor? -  Nos miramos y se nos escapó la risa. Los dos éramos conscientes de que en ese momento nuestra infidelidad quedaría perpetrada en ese ordenador. Estaba nerviosa, miré a mi alrededor y el lugar era idílico, perfecto.

  • Habitación 110.

  • Gracias!!

Sin intercambiar más palabra con el recepcionista nos dimos la vuelta y nos dirigimos en el ascensor y apenas empezaron a cerrarse las puertas que ya tenía sus manos acariciando el interior de mis piernas… El sonido del ascensor llegando a primera planta nos hizo parar. ¿Qué hubiera pasado si el ascensor hubiera ascendido 10 pisos más?

Nos dirigimos a la habitación allí empezamos a besarnos con pasión pero li hice parar, lo empujé bruscamente hacia un sillón y le di una carta en la que se podía leer:

  • Si a caperucita quieres ver bailar, muy quieto tendrás que estar.

Desaparecí por unos instantes.

Estaba nerviosa, me quité la falda, la camiseta y el jersey. Cogí el disfraz de caperucita y me puse los zapatos de tacón. Llené mi cesta de cosas que iba a usar, juntamente con tres sobres más y salí de la habitación.

Me encontré fuera en el pasillo, miré a un lado y al otro, no había nadie. Cogí todo el aire que mis pulmones pudieron coger i llamé a la puerta.

  • Hola, soy caperucita en busca de un lobo que me lo coma todo.

Sobraron las palabras, le indiqué que se sentara de nuevo en el sillón. Que aquí estaba su caperucita. En unos instantes estaba bailando sensualmente. Lo miraba y movía mis caderas a un lado y al otro, lo volvía a mirar  y cerraba los ojos recorriendo con mis manos mis pechos, acariciándome los pezones…así una vez y otra…bailando hasta que se acabó la música y quedé desnuda a su merced. En ese momento él creyó que ya iba a ser suya. No fue así.

  • Cambio de atrezo, le dije.

Recuperando un poco el aliento y intentando calmar mis temblorosas piernas me cambié. Me puse un body negro con brillantes dorados que me apretaba los pechos haciendo que parecieran mucho más grandes y sexys y que dejaba misa caderas  y mis glúteos a la vista.  Me cambié los zapatos, me puse unos zapatos brillantes acorde con la vestimenta. Embadurné mi cuerpo con una crema luminosa con con olor característico. Quería estar deslumbrante, quería que recordara este día para el resto de su vida, quería que al verme me deseara, quería que sus fantasías fueran volcadas en mi.  Para culminar tapé mi cuerpo con una capa roja, me puse la capucha. Mis labios rojo pasión hacían conjunto con la capa roja. Salí del lavabo y puse la canción:

Is someone listening?

Okay

Let me tell you the story of that guy

First you loved

Then you promised

Was losing control

Crazy nights, intense

Are you thinking of me when you fuck her?

Feder (Goodbye)

Me acerqué a él por detrás, olí su perfume…solo eso ya hacia que mis bragas se mojaran. Suavemente le soplé en el cuello y pasé mis dedos por su espalda…

Me puse delante de él de espaldas y levantando mis manos mis glúteos quedaron a la vista…me giré y arrastrando mi espalda en la ventana fui bajando muy lentamente… al levantarme cogí la otra silla y tirando por la habitación todo lo que había encima me tiré sobre ella. Me quité la capa y mostré mi cuerpo deseoso de que me tocara. Su reacción no tubo que esperar mucho. En unos segundos se postró delante de mi y obligándome a poner las piernas en los reposabrazos me empezó a lamer. No me pude resistir. Esa lengua, esas caricias, ese todo que me vuelve loca.

Por unos instantes sucumbí al placer que me daba. Pero recuperando el sentido lo aparté y lo tumbé en la cama de un empujón. Le di otra carta:

  • Antes de empezar nos tenemos que calentar.

En la tarjeta aparecía una vela. Efectivamente cogí una vela. Su cara lo decía todo.

  • ¡No me vayas a quemar!

  • Tranquilo… - seguí con mi plan.

Cogí el encendedor, prendí la mecha y esperé unos segundos que la llama fuera lo suficientemente grande como para que derritiera la cera. Una vez desecha la fui esparciendo gota a gota sobre su pecho mientras restaba tumbado encima de la cama.

Aparté la vela a un lado y fui acariciando su piel suavemente con el aceite, recorriendo cada uno de sus músculos con mis manos. Poco a poco me iba excitando cada vez más.

  • Ahora te toca a ti – me dijo con voz suave.

Me tumbé y me dejé hacer, dejé que hiciera conmigo lo que quisiera. En ese momento no era dueña de mi razón, solo podía desear que su lengua volviera a recorrer mi clítoris y correrme de placer. Y así fue.  Después de eso me penetró hasta correrse encima de mi.

No podía estar más relajada. Una sensación de calma me recorría, pero muchas cosas se quedaron en el tintero.

Después del primer encuentro decidimos desayunar. Traje cava y profiteroles. La mayor parte de ellos los comí directamente de su piel. Me encanta mezclar el sabor de su piel y su textura con el sabor del chocolate. Me encanta lamer su corpulento torso poco a poco mientras saboreo el chocolate…

Preparamos un baño de espuma relajante, unas velas, unos pétalos de rosa… Mientras él restaba dentro del agua me detuve encima suyo de pie y mirándolo fijamente me tiré todos los pétalos de rosa por encima simulando la escena de la película “American Beauty”. Fue un momento divertido.

Acto seguido me tumbé encima de él y recuerdo como si fuera ahora la sensación de sentirme protegida entre sus brazos. Mientras tanto me acariciaba suavemente la espalda haciéndome un masaje y echándome agua en la espalda para que no cogiera frio, mostrándome débilmente su afecto hacia mi… Cerremos los ojos y el tiempo voló.

De forma cortés me envolvió con la toalla antes de ir a la cama de nuevo. Entre charlas, risas y encuentros sexuales la mañana pasó rápida, casi ni sin darme cuenta era la hora de comer.

Antes de ir a comer decidimos ir a la ducha de nuevo.