La Habana (1)

Una guía prácticosexual para los que visitan la ardiente isla de Cuba. En mis viajes aprendo a disfrutar los cuerpos y la sexualidad de los hombres que conozco y los cubanos tienen una excelente nota!.

El Vedado

Ayer regresé de La Habana, Cuba. Un país que me habían comentado que no sólo su clima sinos sus hombres tenían un calor tropical. El primer día de mi estancia me quedé con la boca abierta al ver a los hombres espectaculares, gente de toda clase, tamaño, color y hasta sabor.

Al día siguiente, Lunes, pasé por el barrio El Vedado, en un lugar que se llama La Rampa. Ahí vi el movimiento de los chicos, de todas las edades, jóvenes menores de 30 años, algunos muy afeminados, otros feillos pero la mayoría eran mucho mas guapos que el promedio latinoamericano.

Ahí me abordó Sebastiano, un chiquillo muy guapo, delgado, no más de 135 libras, cabello muy arreglado, medía 1.65 o algo así. Se le veía en la cara la picardía propia de los que estan acostumbrados a la calle. Me presentó a su amigo, Johan, de 22 años, con más músculo, trigueño, cabello corto y cejas gruesas, con las piernas y las nalgas muy apetecibles. Después de conversar un rato les sugerí que me acompañaran a mi apartamento, a una cuadra de La Rampa.

Al llegar a la habitación les indiqué que se desnudaran uno al otro, mientras yo me masturbaba lentamente. Sebastiano me sorprendió con su verga gruesa, de unas 7 y media pulgadas y totalmente depilada. Las fuertes piernas se le notaban muy musculosas y el culo lo tenía paradito y respingado. Johan, por el contrario, tenía un pecho musculoso y un poco velludo, una mata de pelo bien densa alrededor de la verga y los huevos y tenía un tatuaje tribal en el brazo, musculoso como todo él.

Sebastiano se arrodilló y comenzó a lamerle la verga a Johan, lamía como un experto y por supuesto Johan se le paró enseguida, como un fierro. Yo veía como el otro se tragaba toda la extensión de la pinga hasta el fondo y cuando salía, chorreaba saliva, lo que me arrechaba en extremo, yo me comencé a pajear sentado en una silla, mientras veía como las musculosas nalgas de Johan se movían hacia atrás y adelante para meter y sacar la vergota de la boca golosa del otro chico.

Después de un rato de mamar, Johan se arrodilló junto a su compañero y le besó la boca de manera fogosa, lamiendo sus labios y a la vez le agarraba la verga, de menor tamaño, y la masturbaba lentamente, haciendola ver mucho mas larga sobre todo porque no tenia un solo pelo debajo.

Yo me puse más cerca y pude ver como las manotas de Johan sobaban las nalguitas paradas de Sebastiano, apretándolas y abriéndolas para que pudiera yo ver el huequito bronceado de su culito lampiño.

Le dije, "ponlo en cuatro" y Sebastiano, obediente, se subió a la cama y abrió las piernas, estirando con sus manitos bien cuidadas su culo, las nalgas se veían tan delicadas, duras y firmes que no pude dejar de nalguearlo un par de veces. El se quejaba de la manera mas morbosa, haciéndome sentir dueño de la situación. Johan se puso detrás y comenzó a meterle un dedo en el culo, sin lubricante ni nada, solo un poquitito de saliva. El otro se quejaba pero se seguía abriendo las nalgas y el ojete se le notaba cada vez mas dilatado.

Como yo soy tan tan morboso, le puse un poco de lubricante en el culo e hice que se relajara mientras yo le metía los dedos en el culo, abriéndoselos y viendo como los pliegues de su ano se ensanchaban bajo mis expertos índice y anular. Sentía como me apretaban los dedos su culito, y veía como abría la boca para respirar y no sentir dolor.

Johan aprovechó para zamparle la vergona y comenzó el metesaca, yo, de cerca, veía como se enterraba el pico con condón y lo sacaba húmedo, rojo, mientras la mata de pelo de Johan rozaba las nalgas tan ricas que tiene Sebastiano. Luego me puse delante y el enseguida se metió mi verga en la boca. Si han leído mis otros relatos saben que yo tengo una pinga bastante responsable. Él se la tragó toda, hasta el fondo de la garganta y yo le sostuve la cabeza para poderla meter y sacar lentamente.

"Ay, que rico, mmmm" gemía Sebastiano. "que rica verga tienes"

"Chupamela papacito, chupa así"

¿Cómo tiene el culo? – pregunté

"super apretado, hasta que mi verga se quiere ahorcar" me contesta Johan.

Lo seguimos cogiendo entre los dos, yo estaba tan arrecho que casi me vine enseguida, llenándole la boca de mi leche caliente y el se pasaba la cabeza de mi verga por los labios y la cara. La leche le escurría por la frente, la mejilla y la barbilla y el se apretaba las tetillas con firmeza.

Johan lo acomodó encima de él, sentándolo de forma tal que yo podía ver como le entraba el pene en el culo a Sebastiano, los pliegues de su ano retractándose con cada metida y sacada, la verga hinchada, con las venas salidas. La visión de las nalgas tan redondas y ricas de Sebastiano, masajeadas por las rudas manos de Johan me excitaban aún cuando me había corrido hacia unos segundos.

Cuando Johan agarró velocidad en la singada, se quitó el condón y se pajeó debajo de las nalgas del otro, llenando la sábana de la cama de leche. Les comento que esa fue la primera experiencia que tuve en La Habana, pero tengo otras dos que fueron mucho más excitantes y que todavía están frescas en mi memoria.