La Guerra de Ruon (6)

Querer y amar a alguien y protegerlo hasta en la guerra es lo único que nos une al mundo...

-Jaseed interior del castillo-

-Sabía que llegaríamos tarde – dijo apesadumbrado Quera.

-¿Qué?

-El portón está cerrado y hay dos guardias en custodia así que nuestra evasión de este castillo...

-Ven – dijo Tera tirando de la capa de su gemelo.- Saldremos atravesando el auditorio.

Los hermanos caminaban por el pasillo a grandes zancadas, Quera con su capa de color verde oscuro ondeando tras ellos.

En ese momento, corriendo por los pasillos buscando una salida, era cuando más gemelos parecían, sin contar con el echo de que Tera tenía un aspecto más rudo y se había dejado una barba corta que le daba un aspecto más viril, pero aún así, se asemejaban más el uno al otro que en todos los años que llevaban en el castillo.

Según bajaban las escaleras en espiral, oían más y más cerca la dulce melodía proveniente del auditorio, donde se congregaban en aquel momento el resto de alumnos, profesores y demás dignatarios que asistían a la actuación de un misterioso músico, según habían podido oír.

-Estará repleto de gente, pero estas escaleras nos llevarán a la parte trasera del escenario – explicó Tera.- Desde ahí no nos será difícil alcanzar la salida.

Al llegar abajo, la poca iluminación de que disponía la escalera en espiral fue decreciendo hasta que los últimos escalones los acabaron bajando a ciegas. Tera esperó unos segundos hasta que sus ojos se hicieron a la poca luz que atravesaba el telón trasero del escenario, pero mientras lo hacía, sus ansias de escapatoria se diluyeron momentáneamente colapsadas por aquella melodía que llegaba a sus oídos. Extrañamente, aunque no reconocía las palabras de la canción, si le resultaba familiar la voz del músico.

-Qué canción tan hermosa...-Susurró distraído Quera.

-Esa voz... Me resulta familiar – dijo Tera acercándose lentamente hasta la parte abierta del telón.

Al asomarse cuidadosamente al escenario, tan sólo vio en el centro al músico, de espaldas a él. Vestía de blanco y azul, colores distinguidos de las tierras nevadas del norte, de donde procedía la emperatriz que visitaba el castillo. Dedicó un instante para intentar reconocer a aquel hombre, pero no recordaba a nadie con el cabello blanco, y menos había visto a nadie tocar un arpa, instrumento que tañía aquel músico.

-Qué sonido tan dulce.

-¿Es una lira?-Preguntó Quera desde atrás.

-No es una lira, es un...

En aquel momento el músico finalizó la melodía y esperó a que el público terminara de aplaudir para levantarse. Pero no necesitaba darse la vuelta, porque el oír a su hermano, Tera ya le había puesto nombre y cara a aquel extraño músico. La sorpresa le pilló desconcertado, y no pudo más que asomarse lentamente buscando el rostro de aquel hombre.

-¿Pero Tera? ¡No te asomes! - Susurró enfurecido el gemelo. A veces, su hermano era capaz de echar al traste con todo sin pensar en nada más.

Entonces, cuando se adelantó para agarrar a su hermano y tirar de él, el músico, que recorría el escenario hacia las escaleras delanteras oyó a los hermanos y giró el rostro hacia ellos, viéndolos el uno junto al otro.

Los tres se miraron, inmóviles, durante varios segundos.

De fondo, los aplausos del público y las ovaciones no llegaban del todo a sus oídos.

Los gemelos, de no encontrarse mirando a alguien que sin duda también les había reconocido no habrían estado seguros de si se trataba de su viejo amigo Lira, pero el rostro del músico no dejaba lugar a dudas.

Había cambiado mucho, ahora era más grande y musculoso, aunque no alcanzaba el cuerpo de un guerrero. Por alguna razón, aunque de joven su cabello había sido rubio, ahora se mostraba blanco y ligeramente más largo que el del propio Quera.

Pero a cada segundo que se miraban había menos dudas de su identidad.

-¿Lira? - Se preguntó Tera más a sí mismo que al propio músico. En ese momento, su viejo amigo dio dos tímidos pasos hacia ellos.

-¿Tera y Quera? - Preguntó extrañado.- No me engañan mis ojos – dijo con su suave voz.

-¿Qué haces aquí? Pensábamos que estabas en el norte... - Dijo Quera acercándose más al borde del escenario.

-La emperatriz quiere llevarme para que cante en sus visitas de estado... Me alegro de volver a veros – Dijo sonriendo.

-Ven con nosotros – se apresuró a decir Tera.- Vamos a escapar de esta cárcel que tienen por escuela.

-No podría – se lamentó Lira.- Tengo obligaciones para con mi emperatriz.

-Si nos sigues podrás escapar de tu obligación, Lira...-Aseguró Quera.- Ven.. ven y busquemos los tres juntos a nuestros amigos.

Los aplausos y ovaciones fueron decreciendo rápidamente. Todo el público observaba extrañado al músico, que miraba, inmóvil, hacia el fondo del escenario.

-Ah... Eros... Rono... Jamás pensé que me reencontraría con algunos de vosotros. Sin duda me gustaría acompañaros.

Un hombre fornido subió al escenario para comprobar el estado del músico, cuando de pronto al acercarse vio a los gemelos.

-¡Eh! ¡Vosotros dos!

-¡No! - Exclamaron los hermanos sorprendidos.

En aquel momento se disponían a correr, cuando levantando los brazos, del pecho del hombre salió disparado hacia ellos un haz de luz que pasó a gran velocidad frente a Lira.

De no agacharse un segundo antes, Quera habría quedado congelado, como le sucedió en cambio a la pared trasera, donde se estrelló el haz de luz.

El público exclamó un grito de sorpresa al verlo, justo cuando aquel hombre comenzó a correr hacia la parte trasera.

-¡Corre, Tera! -Gritó su gemelo que permanecía agachado, intentando adelantarse a su hermano.

En aquel instante, cuando ambos se disponían a emprender la carrera de nuevo, otro haz de luz surcó la corta distancia que les separaba de aquel hombre.

-Capital de Libre Empera-

Al caer la noche, Rono había enseñado a Erik decenas de lugar de la capital. El chico, se había sorprendido de lo avanzada que era aquella ciudad comparada con Allum o Iridia.

-Qué ciudad tan diferente...- Comentó Erik mientras caminaba con la mirada en los adoquines de la calle. La única iluminación provenía de las ventanas de las casas, por lo que caminaban prácticamente a oscuras.

-Si, la tierras de Empera evolucionan más rápido bajo el poder de un soberano que el resto – explicó Rono. Miró a su amigo, que seguí mirando hacia el suelo.- Oye, ¿tienes hambre? Deberíamos parar a tomar algo antes de ir a dormir – dijo. En ese momento se detuvo en seco y le hizo parar también a Erik.- Mira, aquí hay una taberna, entremos a comer y beber algo, ¿eh? -Le sugirió con una sonrisa.

El rostro de Rono, con aquella sonrisa tan amable, a la débil luz que salía por la puerta de la taberna, le gustó a Erik más que nunca. El cabello rubio de su amigo, ligeramente ondulado le enmarcaba el rostro tan masculino que había adquirido con los años.

El chico aceptó la oferta de su amigo y entró delante de él.

-Pónganos dos jarras de cerveza y sáquenos algo de comer – pidió al tabernero cuando se sentaron en unos taburetes altos junto a la barra, el uno al lado del otro.- Dentro de unos días viajaremos hacia Illumine – comentó el rubio mirando los estantes de madera que había en la pared de enfrente.

-¿Es alguna misión?

-No. Por lo que Eros me ha podido decir, se trata solo de una escolta imperial – explicó mientras el tabernero les servía las cervezas, acompañadas de un plato de humeante revuelto de huevos de corral.- En la región de Illumine, se celebra cada tres años una importante ceremonia a la que asisten los gobernantes de más importantes – explicó antes de probar la cena. El plato podría haberse cocinado con un mejor sabor, pero el hambre que le había invadido el estómago a media tarde no atendía a sabores.

-¿Crees que Eros sigue teniendo ganas de reunir a nuestros amigos?-Preguntó Erik de pronto.

Rono giró su cara hasta quedar mirando a los ojos a su joven amigo. Esperó en esa postura hasta haber tragado la comida que aún tenía en la boca y antes de hablar apoyó su brazo tras los hombros del chico.

-Erik, si algo ha cambiado en estos años, sin duda podía ser el hecho de que Eros no sea la persona abierta y sincera que recuerdas. Pero mi tiempo a su lado me a enseñado a descubrir que aunque no lo diga, que nuestro grupo se disolviera como en agua le a afectado entristecido más de lo que se ve a simple vista – explicó volviendo a su jarra de barro. Alzó la cerveza frente a su amigo.- Pero nosotros reuniremos a nuestros amigos – dijo con una amplia sonrisa. Erik dudó un instante antes de levantar su jarra.- Estar todos otra vez juntos.

-Brindo por Quera, Lira y Tera.

-Lo mismo digo – dijo arrancando otra sonrisa a Erik antes de chocar sus jarras.

Continuaron bebiendo y riendo, como en los viejos tiempos, durante toda la noche. Cinco jarras de cerveza por cabeza y recuerdos del pasado incendiaron la divertida y agradable noche que pasaron los dos amigos frente a la barra de aquella taberna.

A media noche, cuando el tabernero logró sacarlos de allí, caminaron agarrándose para no caer, ligeramente afectados por las cervezas.

-Esta cena nos va a costar cara mañana por la mañana – alertó Erik arrancando una carcajada al rubio.

-Mejor no pensar en eso – dijo mirando a su amigo sin poder contener una sonrisa.

Mientras caminaban, en aquel instante Rono, sin dejar de sonreír, besó a su amigo en los labios durante unos segundos.

En aquel momento caminaban por un callejón poco iluminado y, aunque afectado por el alcohol, Rono había estado seguro de que nadie les vería.

Tras aquel beso, Erik se detuvo, haciendo detenerse también a su amigo.

-Espera – pidió el joven. Tras esto, Erik se acercó a Rono, empujándolo poco a poco hasta dar con la pared de el lado de la calle, besándolo allí con más energía que antes. Acarició el rostro del rubio mientras le morreaba efusivamente, metiendo su lengua húmeda y sintiendo sus carnosos labios, llegando incluso a morderlos.

-Erik...- Intentó decir Rono cuando separaron sus labios. Pero tras este último beso, Erik comenzó a besar el cuello de su amigo, de músculos marcados y cubierto de los cortos pelos rubios que pincharon suavemente sus labios al pasar.

Rono contuvo la respiración durante unos segundos, sin dejar de disfrutar la caliente respiración de el chico en su cuello, provocándole un escalofrío.

Cuando Erik desabotonó los primeros enganches de la camisa del caballero, sin dejar de besarlo, Rono sujetó la cabeza del cico por la nuca, guiándolo sobre uno de sus pezones, que como pudo comprobar el joven, estaban ya endurecidos de placer por lo que no pudo evitar morderlo.

-Aaaah... -Se quejó el rubio sorprendido, agarrando del cabello a su amigo. Al instante se dio cuando de que le había tirado del pelo y le soltó asustado.

En lugar de protestar por aquello, Erik volvió a chupar el pezón mordido de su amigo, dándole aún más placer, mientras alargaba sus brazos tras Rono para agarrar su culo con fuerza.

El rubio acarició ahora el cabello de su amigo mientras este continuaba desbrachando la camisa que solía llevar bajo la armadura, y besaba y pasaba su lengua hasta alcanzar su ombligo, donde se detuvo, sin dejar de sobar el trasero de su compañero.

Sin poder aguantar más, Rono desabrochó su pantalón con fuerza, tanto que a punto estuvo de arrancar el enganche y logró sacar su poya por un lateral de la tela protectora.

Estaba tan erecta, que sin verla, Erik la sintió en su cuello. Estaba caliente y comenzaba a eyacular pequeñas gotas de semen. Antes incluso de dejar de lamer el ombligo de Rono, Erik agarró con fuerza la poya de éste, descubriendo hasta abajo el capullo, en el que el rubio suntió la frescura de aire nocturno.

-Oooh.. Ven – dijo separando a Erik de su ombligo,- toma.

Rono acercó los labios de su amigo hasta la punta de su poya y este, antes de metérsela en la boca, miró sorprendido lo húmeda que estaba la punta, recogiendo las primeras gotas con la lengua. Al secar aquella preeyaculación del caballero, encerró la enorme poya en su boca, huntándole después con su saliva, rodeándola con la lengua antes de sacarla.

Mientras duraba la felación, Erik logró sacar los velludos huevos rubios de su amigo y los manoseó con suavidad.

-Aaahh... Aah... - Jadeaba Rono, empezando a balancear su cintura, como si estuviera penetrando el trasero húmedo de su joven amigo.

Erik dejó que el caballero le follara la boca sin dejar de jugar con sus endurecidos huevos, cullos finos pelos le acariciaban las mejillas.

Rono aumentó las embestidas, con cuidado de no hacer daño a su amante mientras éste retiraba la tela protectora y buscaba la raja del trasero, rocorriendola con sus dedos hasta encontrar el agujero velludo, que no tardó en estimular con ganas.

-Aaaahh.. Aaahh... Aah.. - Jadeaba más y más el caballero.

Rono dejó de balancer la cintura y flexionó con cuidado sus piernas, permitiendo que poco a poco, Erik intrudujese su dedo indice en su agujero.

Sin llegar a meterlo del todo, aquel placer le produjo un violento orgasmo al rubio, que no pudo evitar correrse.

-Aaaahhh – Exclamó intentando no gritar. Agarró con fuerza la nuca de su amigo.- AAHHH... Aah...

Una enorme cantidad de tibio semen inundó la boca de Erik, que esperó unos segundos antes de tragar, dedicándolos a envolver la poya de Eros de su propio semen, lo que produjo aún más placer al rubio caballero.