La Guerra de Ruon (5)
Querer y amar a alguien y protegerlo hasta en la guerra es lo único que nos une al mundo...
-Jaseed, interior del castillo-
-Hoy es el gran día, ¿eh?
-Es mejor no pensar en ello apuntó Tera distraídamente. El chico se acercó al ventanuco del dormitorio y miró a través del cristal.- Una vez hecho podremos salir de aquí y aprovechar el resto de nuestras vidas como deseemos. - El chico se volteó y revisó una vez más la pequeña mochila de cuero que le acompañaba habitualmente.- A veces tengo la sensación de que esté perdiéndome los mejores momentos de mi vida entre los muros de esta escuela.
-Hermano, estamos aquí para aprender.
-Aprender repitió Tera girando la cara hacia su gemelo.- ¿Hace cuántos meses que no aprendemos nada nuevo? Sabes tan bien como yo que desaprovechamos los días estudiando lo que ya sabemos -dijo volviendo al registro de sus pertenencias.- No nos queda nada por aprender. Al menos en esta cárcel de escuela.
Cuando Tera salió de la habitación minutos después, Quera se tumbó sobre su cama y miró al techo durante toda la mañana, invadido por incontables preguntas sin respuesta clara. Su hermano no andaba desencaminado al afirmar tales cosas. Con 26años ya hacía tiempo que superaban al resto de los estudiantes incluso a algunos profesores del castillo. Pero no veía un futuro claro a sus vidas fuera de aquellos muros.
Desde su llegada al castillo habían crecido y cambiado entre sus innumerables pasillos y habitaciones. Quera llevaba ahora el pelo ligeramente más largo que su hermano, y lo llevaba recogido en una pequeña coleta tras la cabeza. Tera, en cambio, aunque seguía llevando el pelo tan corto como lo llevara en su infancia, se dejaba crecer la barba durante días antes del afeitado, lo que le daba un aspecto más serio y adulto que a su gemelo.
"Nuestros padres, desgraciadamente, a estas alturas o están muertos o son tan ancianos que ni nos recuerden, así que nos buscaremos la vida allá adonde vayamos. No debería ser muy difícil teniendo en cuenta nuestra destreza en las artes ocultas" - recordó haber escuchado comentar a su hermano.
Se despertó bien entrada la tarde por culpa de los primeros toques de la orquesta invitada al castillo. Se colocó el cinturón con sus escasas pertenencias en la cintura y salió del cuarto mientras aún no se había colocado la capa color verde oscuro que le protegería del frío tras los muros del castillo.
Caminó por los largos pasillos a paso ligero, encontrándose por el camino con algunos de los pocos estudiantes que aún quedaban por allí y cuando llegó a la que había supuesto que era la habitación en la que estaría su gemelo abrió la puerta sin siquiera llamar.
Tras la puerta, la habitación estaba prácticamente a oscuras, pero distinguió claramente a su hermano moviéndose enérgicamente mientras se follaba a otra alumna de la escuela, que se encontraba tumbada boca arriba sobre una mesa de madera, completamente desnuda. Antes de que la sorpresa les hiciera detenerse, Quera tuvo la oportunidad de ver cómo los grandes pechos de la chica se movían de un lado a otro impulsados por las enérgicas envestidas de Tera.
-Aaah...
-Tera, es la hora informó el chico cuando la pareja le dirigió una mirada. La chica parecía soprendida y avergonzada, en cambio, Tera simplemente aceleró una última vez sus movimientos hasta que se corrió, ahogando un gemido y cerrando los ojos con fuerza.
La chica se quedó inmóvil y desconcertada viendo como su amante sacaba su poya de su interior y se subía los pantalones, corriendo después hacia la puerta, donde esperaba el otro.
Antes de salir, Tera recogió del suelo su pequeña mochila y salió a grandes pasos de aquella sala.
-¿Has cogido tus cosas? -Le preguntó a Quera sin mirarle mientras recorrían el pasillo.
-Si, pero no olvides que tenemos que hacer una pequeña parada en la biblioteca.
-Eso ya lo sé. Recuerda que no disponemos de mucho tiempo, la guardia no tardará en ponerse en marcha. Dentro de unas horas será imposible llevar nuestro plan a cabo. Llegaron a grandes zancadas hasta la oscuridad de una escalera en espiral que descendía hacia los pisos inferiores.
-Capital de Libre Empera-
Desde su llegada al castillo, Erik había quedado al cargo y la estricta instrucción de Eros, que tras largas conversaciones con el general de la guardia había logrado llevar a cabo su plan de establecer a su joven amigo cerca del castillo.
El salario de Erik no alcanzaba al del resto de los soldados, pero cuatrocientas monedas de oro al mes le permitirían alojarse en una de las casas de la capital con la ayuda de Rono. Eros, como comandante oficial, poseía de alojamiento propio dentro del castillo pero su posición y rango le obligaba a estar alejado de su hermanastro y su Erik mientras no estuvieran de servicio.
El chico ya había atendido a diferentes características de su entorno actual, como que la armadura de Rono, al igual que la de los soldados de las guardia, era enteramente dorada, a diferencia de la de Eros, que aunque siendo también dorada, se distinguía como comandante por las hombreras rojas y la cruz roja que le dividía la armadura pectoral. También había visto, algo sorprendido, como cambiaba la actitud de Eros cuando se encontraban de servicio a las pocas situaciones en que se veían en sus horas libres.
Una mañana en que Rono y Erik pudieron coincidir en su día libre, salieron de los cuartos de los soldados de la guardia con la intención de ir a ver una casa que habían visto a la venta.
-Qué tiempo tan malo está haciendo últimamente.
-No aseguraremos de que la casa esté bien aislada dijo Rono mientras se acercaban al lugar donde se encontraba.
Un hombre rollizo y de aspecto singular salió a recibirlos con los brazos estirados en alto.
-¡Hola, caballeros! Bienvenido, joven -dijo estrechando la mano de Erik.- ¿Son hermanos? - Se interesó el hombre señalándolos con una sonrisa en el rostro.
-¿Nos enseña la casa? - Dijo seriamente el rubio sin mirar al hombre.
-Eh.. Si si, ¡acompáñenme, por favor!
Erik echó una mirada de reojo a su amigo, dándose cuenta una vez más de la actitud tan seria de los caballeros de la guardia y del respeto que generaban. Rono le sonrió brevemente antes de seguir a aquel hombre al interior de la casa.
-Esta casa se encuentra en perfectas condiciones explicó mientras paseaban de una habitación a otra.- Como podrán observar dispone de una sala de aseo y una cocina bastante grandes.
-¿No cree que el precio es un poco elevado? - Preguntó Rono seriamente deteniéndose en el pasillo.
-¿De.. demasiado elevado? Pe.. pero señor, esta casa está situada en el mismo centro de la capital logró articular el hombre torpemente.
-¿Cuántas dormitorios tiene?
-Eh... Tiene un dormitorio pero pueden utilizar esta sala de descanso como segundo dormitorio -dijo separando los brazos indicando la pequeña sala en la que se encontraba.
-¿Había pensado que dormiríamos mi compañero y yo en una misma cama? - Preguntó Rono.
-Claro que no señor dijo asustado el hombre.
-Yo creo que es perfecta, nos la quedamos se apresuró a decir Erik, poniéndose entre el amedrentado señor y su amigo.
-Un momento, el precio... - Intentó decir el caballero rubio.
-Está decidido no la quedamos a el precio que nos dijo estrechó la mano del hombre, al que se le relajó el rostro considerablemente.
-¡De acuerdo, trato hecho!
El hombre les estrujó la mano eufóricamente antes de abandonar la casa tras entregarles un pergamino solucionando la venta, antes de salir por la puerta.
-Quería regatear con él Dijo Rono cuando el vendedor salió por la puerta.
-Le estabas asustando, sabes el respeto que os profesan los ciudadanos de esta ciudad, no deberías comportarte así dijo el chico mirando a su amigo que se había apoyado en la entrada, con los brazos cruzados, sonriendo.
-Eres demasiado bueno para ser guardia imperial.
-Y tu eres demasiado malo para ser el Rono que recordaba dijo Erik sonriendo y mirando a su amigo a escasos centímetros.
Rono sonrió aún más y no pudo evitar atraer hacia sí al chico, besándolo en los labios durante unos segundos.
-La casa no es muy grande, pero está cerca del castillo, además, si no quieres dormir en la misma cama que yo puedo dormir en la cocina dijo arrancando una carcajada del rubio.
-Eso no será un problema, pero no quería despertar pensamientos en la mente de el pobre hombre.
La casa resultó bastante acogedora. Disponían de una cocina y un cuarto de aseo bastante grandes, a parte, un dormitorio con una cama también grande y una sala con varias estanterías donde decidieron dejar sus armaduras mientras no las llevaran. El precio era realmente caro, pero con un sueldo tan elevado como el que tenían en comparación con el resto de los ciudadanos no les costaría trabajo recuperarlo. Aprovecharon el resto del día libre viendo la capital. Rono le enseñó algunos lugares de interés a su amigo antes de que oscureciese.
-Jaseed, interior del castillo-
-No olvides cerrar con llave la sala antes de irte dijo un hombre anciano antes de de abandonar la biblioteca.
Mientras el hombre se alejaba, Tera y Quera permanecían escondidos tras la esquina del otro lado del pasillo.
-Lo único que necesitamos es bloquear los hechizos en la cerradura susurró Tera mientras su hermano salía del escondite.- Procura que no te vean.
Quera, una vez más sorprendido por la simpleza de su gemelo, decidió optar por no contestar a tan innecesario apunte y centrarse en su tarea. Alcanzó la puerta en unos segundos,los mismos que necesitó para untar de tiza húmeda el interior de la cerradura dorada con ayuda de el extremo de su capa, después de hacerlo, se alejó rápidamente hasta alcanzar de nuevo su escondite, justo segundos antes de que la puerta de la biblioteca se volviera a abrir.
El encargado cerró la puerta con llave y pronunció un conjuro que impediría que alguien forzase la cerradura, tras hacerlo, el hombre se alejó por donde se había marchado su amigo.
Los gemelos salieron de su escondite y Quera, con ayuda de una extraña ganzúa de acero, no tardó más que unos segundos en forzar la cerradura. Cuando se abrió, Tera se encargó de bloquear la puerta para que pudiesen salir después.
-No tardes...
-Ya lo sé.
Quera fue directamente al fondo de la sala y rebuscó entre los libros hasta que cogió uno que parecía bastante más pequeño que los demás, tanto como para que cupiese dentro de la mochila de Tera, donde lo guardaron antes de salir.
-Jaseed, auditorio blanco-
Lira se inclinó en una reverencia hacia la emperatriz.
-Majestad -dijo antes de subir al escenario. Las antorchas y lámparas se apagaron en su mayoría, dejando con luz tan sólo el centro del escenario, donde descansaba su arpa de plata.
Al llegar junto al instrumento, Lira tomó asiento y se preparó para la actuación , echando un último vistazo al público, donde vio, vigilante y atento, el rostro de Eira. El hombre de cabello blanco tomó su instrumento y comenzó a tocar las suaves notas de la melodía.
Al igual que otras muchas veces, mientras tocaba, Lira se dejó llevar por los recuerdos, aquellos en los que estaba seguro y a gusto. Rememoró su primer encuentro con sus viejos amigos. Había ocurrido una tarde de otoño. Caminando entre los campos de cereal, dirigiéndose a la casa de sus padres, el pequeño Lira vio cómo un chico perseguía a otro por entre los campos de cultivo.
Uno de aquellos chicos era un poco más pequeño que el otro, pero los dos reían y corrían con las mismas ganas.
De pronto, el chico mayor, salió de entre el cereal para atravesar de lado a lado el camino, pero al hacerlo tropezó y cayó en el suelo de forma aparatosa, frente a Lira, que corrió a prestarle ayuda.
-¿Te encuentras bien?- Preguntó al muchacho. Cuando este se levantó, un pequeño reguero rojo caía desde su labio hasta la barbilla.- ¿Menudo golpe! - Se asustó.
-Aaah... No ha sido nada dijo intentando ponerse en pie. Lira le ayudó a incorporarse.
-¡Te has hecho sangre!-Le informó asustado.
-No pasa nada, gracias...
-¿Qué ha pas..?- El otro chico salió al camino.-¡Pero qué te ha pasado!
-Tropezó mientras corría y se ha caído. ¿A que tiene sangre en el labio?
-No ha sido nada, en serio dijo el mayor lamiéndose el labio. Después sonrió mirando a los dos chicos.- Menudo golpe dijo antes de arrancar una carcajada.
Lira también se rió con ellos, una vez pasado el susto. Aquel chico parecía más duro que ninguno, Lira habría jurado que aquello debía de doler bastante.
-Gracias por tu ayuda dijo alargándole la mano.
-No hay por qué darlas.
-Estábamos corriendo hacia el pequeño lago, aunque no sabemos muy bien por dónde se va, jajaja se rió el joven.
-Ah, ya se dónde dices, yo conozco el camino dijo señalando en la dirección correcta.
-¿Podrías acompañarnos? Es que no hemos venido nunca por aquí y temo que no lleguemos a ese lado antes de la cena aseguró el mayor.
-Como queráis, seguidme dijo Lira decidido y contento por haber conocido aquellos chicos tan simpáticos.
-¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Lira.
-Yo soy Rono y él es mi hermano mayor, Eros.
Los tres chicos anduvieron hasta el pequeño lago de Lubriel guiados por Lira, cuando llegaron, Rono y Eros se maravillaron por descubrir aquel lugar tan recóndito y bello.
-Mi padre suele venir a menudo a pescar dijo Lira.
-¿Está fria el agua? -Preguntó Eros.
-Un poco, ahora menos porque aún es de día...
Eros cogió a su hermano y lo lanzó al agua, sorprendiendo al joven Lira.
Al salir a la superficie, Rono se rió con ganas.
-¿Te bañas con nosotros? - Le preguntó amablemente Eros.- No puede ser que ya estés aquí, y no tengas ganas de tirarte al agua.
En aquel momento, Lira comprendió que Eros le estaba tendiendo una mano para que fueran amigos, y el chico no lo podía creer. Le miró fijamente, como esperando a que le lanzara en una mala jugada al agua, pero en cambio, aquel chico no hizo nada, esperando su respuesta.
-¿Vienes?
-Claro dijo entusiasmado Lira.
Entonces Eros se empezó a quitar la ropa, y Lira le imitó, quedándose ambos con la tela protectora y lanzándose al agua.
-Uaahhh... Qué ganas tenía de refrescarme dijo Eros frotándose el rostro.
-¡Juguemos a pillarnos! - Gritó Rono antes de ir a por Lira, esquivándole este por tan solo un palmo.
Así pasaron la tarde, jugando y nadando hasta que el sol comenzó a ponerse. Entonces se salieron del agua y aprovecharon los últimos rayos para secarse, tumbado sobre la tierra que rodeaba el lago.
-Espero que nuestras ropas se sequen antes de que oscurezca dio Eros mientras se quitaba el protector de la entrepierna y lo colgaba de la rama del árbol más cercano.
Lira, se sorprendió en un primer momento de ver al chico desnudo, pero supuso que no sería algo malo si lo habían echo con tanta normalidad y le imitó, llevando su protector a colgar cerca del de Eros.
-Aaahh... Yo estoy empapado -dijo Rono intentando quitarse la camisa y los pantalones. Cuando se desnudó fue a tumbarse entre Eros y Lira.
-Que buen baño ¿eh?-Dijo Eros girando la cabeza hacia la izquierda, donde estaba Lira.
-Si, pero estoy un poco cansado de nadar de aquí para allá respondió sonriente.
Lira era tan rubio como Rono, aunque su piel era la más clara de los tres. Eros, que además de ser el más mayor era el más moreno, no se parecía mucho a Rono, aunque habían afirmado ser hermanos.
Rono se incorporó y se frotó las palmas de las manos por el pecho y los brazos para intentar secarse. Después se reclinó nuevamente hacia atrás, mirando a su hermano.
-Eros.. tengo un poco de frío y mis ropas están húmedas -dijo algo preocupado.
-Ven, no te preocupes le respondió su hermano instándole a que se acercase.- Luego te pondrás mi ropa, que está seca.
Lira observó cómo Rono se acercaba a su hermano mayor y se tumbaba sobre él. Este le envolvió en un abrazo fuerte que duró varios minutos.
-¿Por qué le abrazas? - Preguntó el chico.
-Para que mi cuerpo le caliente más rápidamente dijo mientras los dos se separaban. Lira, no pudo evitar alargar una mano y tocar el brazo de Eros.
-No está caliente.
-Es calor corporal, si pones una mano no lo vas a notar le informó el mayor.
-¿Y cómo se nota?
-Ven.
Eros invitó a Lira a repetir lo el abrazo que habían echo ellos dos, y aunque al principio se sintió un poco avergonzado, es cierto que aquel abrazo de Eros hizo que se sintiera mucho más a gusto, incluso llegó a sentir el calor del que hablaban.
-Es cierto, ya casi no tengo frío dijo mientras duraba el abrazo.
-A veces, cuando tengo frío, me abrazo a mi hermano para que me dé calor. Así se duerme mucho mejor dijo sonriente el chico rubio.
Al separarse de Eros, Lira notó como el pene de Eros se había puesto algo erecto, y no pudo evitar mirarlo mientras se levantaba.
-¿Qué te ha pasado? - Preguntó extrañado. Eros se incorporó y se la vio.
-Ah, eso pasa cuando estás contento o a gusto explicó con normalidad.
-Cuando seas un poco más mayor te pasará a menudo -dijo Rono.- A mi hermano y a mi nos gusta esa sensación.
-A mi nunca me a pasado comentó extrañado Lira mirándose la entrepierna, que se había encogido bastante.
-Eros, hazle lo que me hiciste a mi -le pidió el rubio a su hermano.- Eros me hace algo que hace que esté así le explicó Rono.
-Házselo tú, si ya sabes cómo es.
Entonces, Rono se acercó a Lira y se sentó frente a él, llevando las manos hacia la entrepierna de Lira, que quedó desconcertado. Al principio, Rono le manoseó suavemente la entrepierna hasta que su pene dejó de ser tan pequeño, entonces acercó su boca y lamió torpemente su pene apoyando sus manos sobre las piernas de Lira.
Rono lamió durante un rato, hasta que Lira sintió una extraña presión en la cintura. Cuando paró, Lira observó que su pene parecía algo más grande ahora, y sonrió realmente contento por aquella experiencia.
-¿Te a gustado? -Le preguntó Rono que había vuelto a su asiento.
-Si, nunca había sentido esto dijo tocándose el pene.
-Según Eros cuando seamos mayores nos gustará más.
-¿Cuantos años tenéis?
-Yo tengo 18 dijo Eros.
-Yo tengo 16 años. ¿Y tú?
-Yo tengo 15, casi igual que tú le dijo a Rono. Fue a sentarse con ellos.- ¿Cómo va a ponerse tu ropa si eres más grande que él? - Le preguntó a Eros.
-No va a tener problemas porque tienen cuerdas para ajustarse, pero estoy pensando en si yo me podré poner la suya dijo Eros arrancando nuevas risas de su hermano y su amigo.