La guerra de los mundos 3

Descubrimientos

DESCUBRIMIENTOS

Me ubico distante para no parecer baboso y no dar algún espectáculo indecoroso, hace rato que mi amiguito no se da un gusto y no es cosa de que se ponga nervioso en el momento menos propicio.

Me vuelvo a duchar, me arrojo al agua y hago unos largos para relajar el cuerpo sintiéndome observado. Salgo a la media hora, me seco con la toalla y me encremo con el protector solar, fantaseando con que alguna de las féminas se ofrezca a hacerlo con mi espalda.

Sonriendo por la ocurrencia, me tiro como un lagarto tras poner el despertador del teléfono para que suene en media hora, no es cuestión de achicharrarse el primer día. Tengo mucho que hacer y debo estar cómodo para lograrlo.

Antes de caer dormido, el recuerdo de su rostro vino a perturbar mi sueño.

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Intrigado, me dejé conducir por un pasillo alfombrado hasta la puerta de una habitación, que al abrirse, descubrió a mis ojos un suntuoso dormitorio profusamente iluminado por un gran ventanal.

Una gran cama de cobijas blancas, con sus dos mesitas haciendo juego, una gran cómoda y un sillón de tres plazas también blancos, eran todo el mobiliario. Dos puertas a ambos lados de la cabecera conducían al vestidor y al baño, también comunicados entre sí.

-. Bea, esto no es necesario, no me debes nada. Jamás te pediría algo así, Marta es mi amiga.

-. Lo sé, pero quiero darme el gusto, desde que te vi con Silvia que te tengo ganas.

-. ¿Nos estuviste espiando?

-. Llámalo devolución de atenciones, ja ja ja. También te tengo filmado.

-. ¿Vas a joder a esa chica?.. Porque lo que es a mí……

-. Noo... por Dios...Es para consumo personal... ja, ja, ja

-. Tocado... Pero no sé si voy a estar a la altura, eres mucha mujer para mí.

-. Con que me hagas disfrutar la mitad de lo que lo hizo Silvia, me doy por satisfecha.

Con cara de salida, se sentó en el lateral de la cama, despasó mi cinturón, abrió el cierre de mi vaquero y comenzó a bajarlo junto con mis calzones. Cuando liberó mi polla, estaba hinchada como nunca la vi.

-. Vaya vaya con la niña, le metiste todo esto y no se quejó. Esa es más puta que la madre...

-. Estábamos muy cachondos.

-. Sí, sí, pero igual... esto es para tenerle respeto.

Y sin dejarme contestar, le dio un par de lametones para lubricarla bien y se la metió en la boca. No sé cuantas pollas se habría comido esa hembra, pero sentí que se me iba la vida por la trompeta.

Cinco minutos de trabajo, mirándome viciosa a los ojos y ya me tenía a punto, intenté avisarle pero no me salían las palabras. Cuando exploté en su boca me tomó de las nalgas y enterrándose mi falo en la garganta me exprimió como a un limón.

Parado como estaba, me tuve que sostener de su cabeza, para que no se me aflojaran las piernas mientras ella terminaba la limpieza. Se separó relamiéndose, se paró frotándose sobre mi cuerpo y sin dejar de mirarme, comenzó a bajarse el vestido lentamente.

Su cuerpo de Diosa se fue descubriendo a mis asombrados ojos y mi menguada polla fue resucitando a la par de su desnudez, cuando su vestido cayó a los pies, lo alejó de una patada, se echó de espaldas en la cama y mirándome provocadora me invitó a devolver atenciones.

Se folla mucho en mi barrio, el sexo no es tabú, más aún si hay alguna moneda de por medio. Y si el sorteo te salió favorable y en la ruleta de genes te tocaron los que te hacen apetecible, siempre hay alguna madura dispuesta a enseñarte a satisfacer a una mujer. La prostitución es más una necesidad que un vicio y las traiciones y lealtades se miden con otra vara y te pueden costar la vida.

También se aprende a no mostrar la baraja, Bea se sentía una mujer fatal y al lado de más de una veinteañera de mi barrio, era una aprendiz, lo que sí era raro, era encontrar una belleza de ese calibre. La vida dura desgasta pronto.

Me arrodille entre sus piernas, le pegué un lametón a su coño pelón provocándole un suspiro y me perdí en sus intimidades. Recorrí toda su anatomía con mi lengua curiosa, puntee su oscuridad, palpé sus profundidades y cuando la tenía a punto, me amarré a su clítoris y le metí un dedo en su hermoso culito.

La explosión fue instantánea y mientras todavía culeaba desesperada, me subí a su cuerpo y la ensarté como a una aceituna.

-. Aghhh...animal...despacio...hmmmm...siiii

Increíblemente era tan estrecha como Silvia, y al follar sin condón la sentía diez veces más. Era tanto el placer, que me desboqué y la empecé a empotrar como una bestia sin pensar en ella. Cuando exploté, Bea casi había perdido el sentido.

Me dejé caer a su costado completamente agotado, abrazándola contra mi cuerpo y con mi cabeza cobijada entre su brazo y su pecho. Mientras recuperaba el aliento, semi adormecido en sus brazos, alcancé a escuchar su voz murmurando.

-. Eres un animal, cuando se enteren mis amigas, se van a rifar por ti.

-. ¿Qué insinúas con eso?

-. Que van a pagar lo que sea por tenerte en su cama.

-. Te lo puedes ir sacando de la cabeza, no pienso prostituirme.

-. ¿Acaso no es lo que sueñan todos los de tu clase? ¿Follarse todo lo que camina y ganar dinero fácil?

Me cansó, Bea estaba muy buena, el polvo había sido espectacular, pero sus prejuicios de clase me superaban, gente como ella, eran los responsables de que la sociedad nos trate como apestados.

Me levanté de la cama, me pegué una ducha y cuando me estaba secando la cabeza, sentí que me abrazaba.

-. Perdóname, soy muy bruta, no quise ofenderte, solo buscaba ayudarte.

-. ¿Emputeciéndome? ¿Ese es tu concepto de ayuda? ¿Es lo que vas a sugerirle a tu hija que haga si quiere triunfar?... Y no me vengas con que es distinto. No solo por monedas se emputece la gente. Por lo menos las de mi barrio lo hacen para sobrevivir...O por placer, pero sin máscaras... ¿Tú por qué lo haces?

Estaba sacado, Bea aguantó el palo sin soltarse de mi cuerpo. Cuando lo hizo, se separó un poco y me miró con lágrimas en los ojos. Me arrepentí al momento de mis palabras. Yo también tenía prejuicios de clase.

La abracé con cariño y la besé suavemente en los labios para pedirle perdón. Fuimos retrocediendo hasta la cama trastabillando, sin dejar de besarnos y al llegar al borde me giró y me tiró de espaldas, para después montarse sobre mi falda y empalarse colgada de mi cuello, con las piernas rodeando mi cuerpo.

Sus movimientos de cadera sin dejar de besarme la boca me llevaron al cielo, y cuando empezó a moverse desesperada buscando su orgasmo, debí esforzarme para no correrme antes que ella.

Cuando lo logramos casi juntos, nos quedamos abrazados, completamente transpirados y hablándonos al oído sin desacoplarnos.

-. Háblame de tus sueños.

Le conté de mi vida, de mi gente, de los políticos explotadores de miseria, de los hombres que dejaban la piel por centavos para llevar el pan a su casa, mientras sus mujeres se prostituyen por unas monedas para comer. De los que las explotan, de los que corrompen niños para vender droga y de los desesperados por salir y sacar a los suyos de la prisión de la miseria, como era mi caso.

De la vida con códigos, del respeto a los mayores. Del sufrimiento de los recién llegados, caídos de su condición social por las políticas de turno, de los exiliados expulsados por la miseria de los países vecinos. De los que se adaptan y de los que no pueden hacerlo y terminan perdiéndolo todo en mano de las mafias que se apoderan de sus hijas y sus mujeres.

-. Me siento sucia por mis palabras.

-. No lo sientas, solo no prejuzgues.

Me miró a los ojos, me volvió a besar y al sentir mi polla morcillona en su interior, comenzó a moverse nuevamente. Follando, la tarde se convirtió en noche y una pregunta se imponía.

-. ¿No debes volver a casa?

-. Mi esposo está de viaje y mi hija con sus amigas en la costa. Nadie me espera. ¿Te quedarías conmigo? Tengo una idea que te puede interesar.

Pedimos pizza para cenar, hablamos mucho, volvimos a follar y a la mañana temprano me sacó de la cama.

-. Vamos…arriba dormilón. Pégate una ducha que tenemos mucho que hacer.

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Mientras tomo mi café, lo veo en mi cama y no lo creo, ese niño fortachón con filosofía de viejo, me acababa de dar la mejor sesión de sexo que recibí en mi vida. Y él ni siquiera se ha dado cuenta. Le sale todo tan natural, que es como si un alma antigua habitara su cuerpo.

Debería avergonzarme, podría ser mi hijo y sin embargo, me tiene encandilada. En un solo día me ha hablado en forma tan descarnada de la realidad que nos rodea y evitamos ver, que me he sentido avergonzada. Y lo hace sin rencor, el fuego que lo impulsa le impide perder el tiempo en compadecerse de sí mismo. Su lucha por no caer, lo ha madurado tanto, que me siento pequeña a su lado.

En mi mundo, la villa es una mancha que habría que erradicar, un refugio de delincuentes y vagos, que viven de los subsidios que da el gobierno con nuestros impuestos. Y viene este hombretón y me descubre una verdad descarnada de ángeles caídos que me conmueve.

Me sonrío pensando en que mi cándida hija, en su inocente mundo rosa, planeara conquistarlo dándole celos. El solo pensar la forma en que se folló a Silvia me da escalofríos. Con esa experiencia, puede destruir a una niña como Marta si se lo propone. No así con Silvia, esa, por lo que vi, ya ha recorrido mucho camino.

Cuando insistieron tanto en que lo aceptara en casa, me di cuenta de que había algo extraño, si con avisarme alcanzaba, ¿Por qué tanta insistencia?. El primer día que vino, me impresionó, el día que el muchacho tome conciencia de lo bueno que está, va a ser de temer.

Me causó gracia la forma en que buscaban llamarle le atención con sus armas de niña mujer. Las cuatro son hermosas a rabiar y la forma en que él pasaba de ellas, para concentrarse en terminar el trabajo, me puso sobre aviso de que no era un chico común, cuando me pilló con mi cuñado en la cabaña, me lo confirmó, su reacción madura tomándoselo a risa y sobre todo la furia en sus ojos, cuando José le tomó el brazo, hablaba de alguien con mucha vida en su haber.

Intrigada, pregunté por él a las otras madres y al descubrir quién era, y de donde venía, me temí lo peor. Sabía que nos había fotografiado y hasta quizás filmado y esa información en manos de esa clase de personas, haría que lo de mi cuñado fuera un juego de niños.

Después de todo, lo de José era casi un juego, unos pesos al mes no son nada para las comisiones que gano en mi trabajo freelance para la empresa y un polvo cada tanto en las narices de la estúpida de mi hermana y el pasota de mi marido tiene su morbo, si mi cuñado supiera follar, por supuesto.

Disfrutaba más, vistiéndome como una puta sabiendo lo que iba a pasar, verlo babear como un tarado mientras me exhibía para él y follar en las narices de todos, que del polvo en sí. Ese baboso era tan vivo para descubrir los secretos de la gente, como estúpido a la hora de estar con una mujer.

Hacía años que me rondaba buscando la forma de entrar, además no era idiota y ya sabía que mi matrimonio es de papel. Para mi esposo, soy solo una figurita de cara a las reuniones protocolares y familiares. Tenemos un buen acuerdo para llevar la casa adelante y la educación de nuestra hija y somos muy obsesivos de defender nuestra intimidad. Cada uno es dueño de hacer su vida dentro de esos límites y el escándalo no puede tener lugar.

Menospreciarlo fue mi error, sabía que me tenía ganas y yo lo provocaba, todavía no entiendo como se dio cuenta lo que tenía con el monitor del gimnasio, quizás por subestimarlo, bajé la guardia.

El día que me citó a su oficina para mostrarme las fotos de mi aventura y decirme sus pretensiones, estaba inflado como un pavo. Sabía que ese escándalo en las redes pondría mi mundo patas arriba, cuando me contó sus pretensiones, casi me parto de risa en su cara. Lejos de sentirme atosigada, me dio morbo la idea, aunque él nunca lo supo.

Estaba tan agrandado por su éxito, que no supo entender todo lo que yo me jugaba. Y con toda su viveza, va este chico, y lo deja en pelotas. Conociéndolo como lo conozco, no me extrañaría que se haya meado encima.

El día del baile, estaba preocupada y lo encaré mal, pensando que era un chico joven y me sería fácil manejarlo, lo enfrenté de mala manera, no iba a creerle que no pensara hacerme una jugada con la información que tenía, menos aun cuando me pidió la dirección de José.

Algo hubo en nuestra charla que lo encendió, y cuando salió a bailar las hizo babear a todas, bueno no a todas, a mi hija la dejó de lado adrede por su penosa actuación con el chulito, y cuando a la celosa pavota no se le ocurrió otra cosa que ponerse a morrear con su compañero, tomó a Silvia como si fuera su posesión y se la llevó al fondo dejando a su galán con una cara de gilipollas que era para descojonarse.

Sabía lo que se venía y pensando en besos de adolescentes, como mucho en alguna mamada morbosa, me asomé a mirar y casi me tengo que masturbar. Porque si lo de Aldo fue de un macho experto, lo de la niña madre mía. Y ahora qué sé lo que calza la valoro más todavía.

El día que me llamó para decirme que José no me molestaría más, se me ocurrió que quizás, me pidiera un polvo por el favor. Lo cité en mi cueva de los placeres y me vestí como el día de la fiesta para provocarlo. No iba a permitir que se le suba a la cabeza, iba a babear por mí.

Y la que terminó babeando fui yo. No solo me folló como los dioses, sino que me dio una lección de vida que no voy a olvidar. Cuando se durmió en mis brazos me quedé pensando y me di cuenta que no tenía objetivos, con mi hija que estaba encaminada y mi marido indiferente, mi vida estaba vacía, y la llenaba con pequeños placeres que ya no me satisfacían. ¿Por qué no Aldo? Un proyecto imposible por donde se lo buscara.

Si lograba retenerlo en mi vida quizás, solo quizás, volvería a tener sueños que cumplir, tenía que hablar con Gustavo, tal vez la solución a lo que le preocupaba, estaba más cerca de lo que él creía. En mi propia cama.