La guerra de los mundos 10

El Canje

EL CANJE

Llegamos al departamento de Bea a las tres de la mañana, dejé a Claudia bajo la custodia de Boris sin móvil, documentos, ni acceso a ningún teléfono y volví al hotel.

Las morenas, que ahora están acompañadas por dos maduros que destilan mucha pasta, me vieron llegar y me saludan con una sonrisa ignorando a sus acompañantes. La rubia también está, pero en compañía de un muchacho joven.

Paso junto a ellas y me dirijo a mi habitación, la hora se acerca y debo estar descansado, ahora que Claudia está fuera de su alcance, puedo actuar más tranquilo.

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-. No puedes seguir así, te vas a enfermar.

-. ¿Y qué quieres que haga? El hijo de puta arrasó con todos mis sueños. Todavía no puedo creer que me haya mentido tanto.

-. ¿Con todos tus sueños? Que yo sepa tu gran sueño era ser modelo y tus padres ya no te lo pueden impedir, eres una mujer casada y mayor de edad.

-. Claaaro... Ahí voy yo y les digo... Mundo, quiero ser modelo, vengan por mi. Ja ja ja

-. No seas estúpida, ¿Conoces a Alex Noriega? Es amigo de mi padre.

-. ¿Me estás tomando el pelo? ¿Y ahora me lo dices?

-. Hasta hace poco estabas felizmente casada, y antes eras menor de edad, de nada hubiera servido que lo supieras. Además a mi padre, no le gusta que ventile sus contactos.

-. ¿Y por qué lo haces ahora?

-. Por mutuo interés, ambas tenemos lo que busca la otra.

-. ¿Que debo hacer para que me presentes con él?

-. Solo una pequeña visita

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-. ¡Tu mujer es la que los ha vendido!

Quedé petrificado, podía entender que Claudia me odiase por lo que creía que había pasado con Luis.... ¿Pero traicionarme de esa manera? ¿Lastimando a mis hermanos sabiendo lo que les esperaba?

Un odio profundo comenzó a brotar de mis entrañas y viejos sentimientos archivados en la comodidad de mi nueva vida hicieron su presencia, las crostas fueron cayendo y una furia ancestral fue emergiendo y tomando posesión de mi cordura mientras escuchaba.

-. Por lo que sabemos, todo es producto de una carambola de casualidades, tu esposa, muy cabreada contigo, le confesó a su íntima amiga Graciela, los secretos de tu vida pasada.

-. Esta asoció el nombre del turco y la mención de la villa, a un íntimo amigo de su padre y le preguntó a José, sí podrían ser la misma persona.

El nombre de Graciela y el recuerdo de sus amenazas me pusieron en alerta.

-. Gómez Urzuaga, se lo preguntó al turco y la suerte de tu familia quedó sellada. Como Graciela sabía la ilusión de ser modelo de Claudia, le ofreció conectarla con la agencia de Alex Noriega a cambio de entregar a tus hermanos, lo que tu esposa aceptó sin dudar. Por qué la hija de José lo hizo, no tengo idea.

-. Tu esposa los fué a visitar y le pidió a Lucía que la acompañaran a ver a la persona que iba a ayudar a liberarte. Siendo Lucía y Claudia tan amigas y estando tú de por medio, aceptaron sin dudar y nunca más se los volvió a ver.

-. Sabemos que tus hermanos cartonean bajo amenazas de matarte en la cárcel si no lo hacen, pero tu hermana ha caído en las garras de los proxenetas de la villa y no sabemos dónde está.

-. ¿Y Claudia?

Pregunté conmovido

-. Ha entrado en el staff de Noriega, hoy es una más de su plantel de modelos y trabaja bajo el seudónimo de Carmen, lo que equivaldría a decir, una puta de lujo.

-. Pero también sabemos, que por ahora es la protegida de su guardaespaldas personal, un tal Héctor, un gigante rubio que la exhibe como un trofeo.

Semejantes novedades, me estaban sumergiendo en la impotencia

-. ¿Y Javier no puede hacer nada?

-. El tema es lo que estás dispuesto a hacer tú.

-. Lo que sea necesario, pero no veo como ayudar metido en este agujero.

-. ¿Das tu palabra?

-. Por mi sangre.

-. Entonces escucha….

Lo que siguió, me erizó la piel. Sobornando y apretando gente, descubrieron que el padre de Graciela jugaba a dos bandas en todos los sentidos. Por un lado estaba pasando información privilegiada sobre los movimientos financieros de Javier a los dealers asociados con el turco, y estos, asociados con Alex se estaban colando en los altos circuitos de prostitución que él manejaba y en los territorios más rentables de Javier.

Por el otro, descubrieron que José y Alex eran más que socios y compartían cama a espaldas de la sociedad.

Con mi promesa explícita de estar dispuesto a jugar fuerte, Hugo se reunió con Javier y volvió a verme dos semanas más tarde.

-.

Javier está dispuesto a ayudarte a recuperar a tus hermanos, en pago por el favor que le hiciste salvando a Diego, en cambio lo de tu hermana, son palabras mayores.

-. Está en manos de una organización internacional, con una estructura que excede con creces el poder de Javier, la mafia rusa, a la cual, el turco le debe la más absoluta lealtad y quien, cerrando el círculo, es el que retiene a tus hermanos varones.

-. Dios mío, mi pobre hermanita… ¿Debo darla por perdida? ...No podría vivir con esa culpa

-. No dije eso...Hay una forma...Hace rato que la mafia rusa quiere meter mano en el negocio de putas de alto standing, si se lo facilitamos de alguna manera, podemos sellar un compromiso, pero es un compromiso de sangre, al que no se puede eludir... Le puede costar la vida a toda tu familia.

-. Ya te dije que estoy dispuesto a cualquier cosa. Pero encerrado aquí estoy maniatado. Y si espero a salir, ella ya estará perdida. ¿Qué clase de compromiso? No te olvides que el turco es muy amigo de José y por extensión de Alex.

-. Por eso no te preocupes, su lealtad a los rusos es muy superior a su amistad con él. Solo debes comprometerte a realizar un servicio y comprometerte a un canje, no importa cuánto te cueste.

-. ¿Qué clase de canje? ¿Como puedo comprometerme si no sé de qué se trata?

Lo sabrás en su momento. Ten en cuenta que si aceptas ese compromiso, la liberan inmediatamente y quedan todos bajo nuestra protección hasta que tú estés libre. Tú sabrás cuanto estás dispuesto a arriesgar para salvar a tu hermana, porque deberás prepararte y estar dispuesto a todo. Y cuando digo a todo, es a todo.

-. Si lo cumples, y sales bien parado, ayudarás mucho a Javier y él sabe ser agradecido.

-. Cuenta con ello, lo estaré.

-. Cuídate aquí adentro, no metas la pata, no hagas amistades, recuerda siempre tu compromiso y tus lealtades y te podremos sacar a los tres años en libertad condicional por buena conducta. Cuando salgas, tendrás todo lo que necesitas para cumplir tu promesa.

Una semana más tarde recibí la visita de una exultante y preocupada Bea.

-. Tus hermanos han vuelto a tu casa, los ha traído la pareja de tu madre. Pero Lucía está desconsolada, asegura que te has ofrecido a sacrificarte en su lugar. Se lo escuchó decir al Laucha, hablando con tu madre.

-. Bea... No es bueno hablar de ese tema aquí, no es tan así... Solo prométeme cuidarlos como si fueran tus hijos. No dejes que mi hermana haga alguna locura.

Con la promesa de Bea de tenerme al tanto de todo, retomé mi labor en la huerta, intensifiqué el trabajo en la escuela de jardinería y complementé mi entrenamiento en el gimnasio, con grandes fajadas con reclusos con experiencia en boxeo o artes marciales en un ring improvisado, bajo la divertida supervisión y arbitraje de los guardia cárceles.

Terminamos montando un gimnasio para entrenar y las competencias de los sábados se volvieron esperadas por todos los reclusos, hasta corrían fuertes apuestas en las narices de los guardias, que miraban para otro lado y más de una vez participaban de las mismas

Una vez por mes, durante tres meses, me fui reuniendo en la alcaldía con Hugo, que me iba poniendo al tanto del plan. La última de ellas, debo admitir, que la ansiedad me consumía, ese día estaba especialmente inquieto y Hugo lo notó, pero no dijo nada. Lo vi irse con rostro preocupado.

Un mes más tarde, al llevarme a una nueva entrevista, noté que nos dirigimos a un lugar diferente. Al ver donde me dejaron los herméticos guardias, me puse inmediatamente en guardia. Había escuchado muchas historias sobre el tema, pero nunca imaginé que eso fuera parte del precio a pagar.

Acabábamos de entrar al dormitorio de descanso del alcaide de la prisión. Una aséptica y confortable habitación, con una gran cama, dos mesitas, una gran cajonera y un placard con las puertas espejadas. Completaba el conjunto, un pequeño baño con ducha

Toda mi preocupación se esfumó, al ver salir del baño a Carla, más espectacular que nunca, vestida solo con un babydoll negro semitransparente y una braguita de encaje, sonriéndome con cariño.

-. Hugo me comentó que andabas un poco inquieto.

Decir que me abalancé sobre ella, es quedarse corto, saltamos uno sobre el otro en un choque de galaxias que hizo temblar al Universo. Nos comimos la boca con ansiedad mientras nos arrancábamos la ropa a los tirones, recorrimos nuestros cuerpos buscando los recordados rincones con nuestras manos y caímos en la cama entrelazados en un sesenta y nueve voraz buscando el elixir del otro.

Saciados del primer placer, nos seguimos besando echado mi cuerpo sobre el suyo, deleitándome con sus sabrosos pezones la fui penetrando en medio de sus suspiros. Un polvo largo y sentido, mirándonos a los ojos, comiéndonos la boca, mordiendo nuestros hombros para aplacar nuestros gritos, para terminar explotando en un delirio de sensaciones de pasión y sentimientos.

Abrazados de costado, mirándonos a la cara, expresábamos lo que sentíamos uno por el otro, acariciándonos con besitos y pocas palabras.

-. Discúlpame por romper mi promesa, pero Bea debía saber. Lo que hiciste por ese chico fue maravilloso.

-. ¿Y tú como quedaste?

-. Normal. Nuestras historias con Luis eran conocidas por todos, no hay muchos que puedan ir de dignos en ese club. Al contrario, la baja de Luis ha provocado el alivio en más de un marido, aunque a tí se te extraña mucho, ninguna de las que estuvo contigo se tragó el cuento.

Diciendo esto, se colocó boca abajo ronroneando y moviendo el culito de un lado a otro, en clara alusión a lo que esperaba de mí.

Colocado de rodillas entre sus piernas, le mordí el cuello en medio de sus suspiros, para ir bajando por los lados de su espalda con pequeños mordisquitos mientras mis dedos recogían sus jugos y los untaban en su oscura intimidad, para cuando llegué a sus nalgas ya mis dedos entraban y salían con comodidad de su elastizado culito.

Separé sus cachetes, escupí un par de veces y me introduje en su culito con lentitud, disfrutando de cada centímetro de tan ajustado estuche. Al hacer tope, Carla levantó la cadera con violencia solicitando acción y no la defraudé, para cuando llené sus tripas con lo poco que me quedaba, ella ya llevaba más de dos orgasmos que la habían dejado desmadejada. Ver disfrutar del sexo a esta mujer, era una de las mejores cosas que me habían pasado esos años.

Nos dejaron pasar la noche juntos, la mano de Javier y sus nuevos socios era muy larga, y desde ese día las visitas de Hugo se alternaban con la de Carla, cada vez más morbosas y más sentidas.

Faltando poco para los tres años de mi condena, me fue concedida la libertad condicional. Había llegado el momento de cumplir con mi promesa. Nada quedaba del niño que arrastraba el carro buscando cartones. Mi físico estaba musculado, mi cara cubierta por una negra barba recortada, mi pelo largo recogido en una coleta y mis ojos verdes llameaban por la sed de venganza que me consumía.

Dos meses antes de salir en libertad condicional, recibí una visita que no esperaba. Al llegar a la habitación del alcaide, soñando todo lo que me esperaba de la tarde con Carla. Me encontré a mi suegra sentada en la cama.

Me quedé de piedra, vestida con un floreado conjunto de camisa y corta pollera tableada parecía diez años más joven que el día que la conocí. Para colmo, cruzada de piernas en el borde de la cama, mostraba más carne que la que mi obligada abstinencia de dos meses aconsejaba tolerar. Antes de que pudiera salir de mi estupor empezó a hablar.

-. Antes que nada quiero que sepas que estoy aquí por decisión propia, Ramón no sabe nada de esto.

-. ¿Y a qué debo el honor?

-. Sé que sales en dos meses, mi esposo ha estado enloquecido tratando de impedirlo y no ha podido. Tus informes penitenciarios son impecables.

-. Que hombre tan amable

-. No te burles, te hace culpable del emputecimiento de Claudia y es capaz de cualquier locura cuando salgas.

-. ¿Ahora te preocupas por mí? Me conmueves.

-. Ahórrate las ironías. Me reuní en secreto con tu abogado para preguntarle qué planes tenías y me ha contado todo.

Preocupado pregunté

-. ¿Todo?

-. Sí, todo...Sé que eres inocente de lo que se te ha acusado y que mi hija te traicionó de la peor manera. Y tengo miedo por ella. Claudia la ha cagado, pero sigue siendo mi hija.

-. ¿Y qué buscas aquí?

-. Que me prometas no lastimarla. Puedo pagarte.

-. Ja ja ja el karma de mi vida. ¿Sabes que se ha metido a puta en el peor ambiente y me temes a mí?

Comenté acercándome a ella mientras me desabrochaba los pantalones.

-. No hay hombre más peligroso que un hombre desesperado buscando venganza. ¿Cuánto quieres?

Contestó sin correrse un milímetro.

-. Por ahora me conformo con esto...

y le puse mi enervada polla frente a su boca

La hembra no se amilanó y de un tirón se tragó la mitad. La sensación de tener a esa jaca sometida y la confirmación de su hipócrita vida social, fueron demasiado para mí, tomándola de los lados de la cabeza le follé la boca con desesperación.

La madura no reculó ni se atragantó en ningún momento y cuando exploté, se tragó todo con gula. Comprobar lo puta que era me mantuvo empinado, la empujé sobre la cama y desabroché su camisa para comerme sus poderosas tetas, mientras ella se arremangaba la pollera y yo le arrancaba las bragas.

Caí de rodilla entre sus piernas y le comí el coño con gula, haciéndola delirar mientras le trabajaba el culo con sus jugos.

No esperé demasiado, en medio de uno de sus orgasmos me erguí con sus piernas en mis hombros y se la enterré en el ojete de un tirón. Lejos de recular, colaboró con la jodienda a caderazos duros. Explotamos casi juntos, quedando derrengados abrazados sobre la cama. Luego de un rato giró la cara y me acarició una mejilla

-. ¿Sorprendido?

-. Un poco, pero no mucho. Se te veía más cachonda que lo que aparentabas.

-. En cambio tú... Eres tan salvaje como te imaginaba... O más...La cárcel te ha vuelto más hombre. Aunque sigo sin entender tu sacrificio. ¿Qué terrible secreto te ha llevado a dar ese paso? Has sacrificado todo.

-. Todo no...Me queda mi orgullo.

-. ¿Qué piensas hacer con Claudia?

-. Si temes por su vida, descártalo, la necesito viva para salvar a mi hermana.

-. Por ahora me conformo con eso. Pero mientras tanto ven aquí... aún nos quedan dos horas.

Llegó el día tan esperado y crucé el portón de salida sin detenerme a pensar. Atrás quedaban tres años de soledad y crecimiento, de ausencias y aprendizaje. Un paréntesis en mi vida para que las barajas se acomodaran y poder dar de nuevo.

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