La guerra de los clones (el secreto de Padme)

Ahora sabremos por que padme la capturan todo el tiempo.

Padme estaba en la nave del conde Dokku un anciano de gran vitalidad y porte elegante, Dokku era un Sith, un Jedi del reverso tenebroso, le acompañaba Ventres, una humanoide albina y carente de vello, encerrada en una celda, se encontraba la senadora Padme Amidala.

-Bien señorita Padme, gracias por hacer que Skywalker se meta de lleno en la trampa, me encargaré personalmente de traerle su cabeza, Ventres, ¡vigílala! – decía Dokku.

-si maestro – decía Ventres.

El maestro Sith se fue a enfrentarse a Anakin, Ventres observó a Padme, una humana de hermosos cabellos rubios y mirada azul.

-¡por fin se fue ese vejestorio! ¿No crees que deberíamos irnos a un lugar neutral y pasar allí el resto de la vida? Moon calamari es un buen sitio – decía Ventres mientras soltaba a Padme.

-ya sabes amor mío, soy senadora de Naboo, me debo a mi pueblo – decía Padme masajeando sus muñecas.

-mmrrrph, ojalá pudiéramos mostrar nuestro amor, ojalá no les importase que seamos de distintas especies y del mismo sexo – se quejaba Ventres.

Padme acariciaba el rostro de la guerrera y le dijo amorosamente.

-sabes que siempre seré tuya, que siempre acudiré hacia tus "trampas" para estar junto a ti.

-Padme – decía amorosamente Ventres mientras besaba los labios de la senadora.

Ambas se abrazaron amorosamente mientras sus labios se fundían en un largo y apasionado beso, las ropas de la senadora abandonaban lentamente su cuerpo, las hábiles manos de la guerrera desabrochaban las vestimentas de la senadora, descubriendo una hermosa piel aterciopelada, una piel con un olor muy sensual, Ventres acariciaba esa hermosa piel con sus labios mientras continuaba despojando a la senadora de aquellas ropas que la aprisionaban, notando como la brisa del planeta y los labios de su amante la acariciaban de forma sensual.

Padme jadeaba dulcemente mientras acariciaba la cabeza de Ventres, la cual lamia los pezones de la senadora con tanta dulzura que parecía que lamia miel, Padme reaccionaba temblando de placer agarrando con fuerza a la guerrera, la cual, seguía bajando con una dulzura impropia de alguien que ha estado en mil batallas.

Las manos de ventres acariciaban las caderas de Padme, allí se llevó una sorpresa.

-¡te lo has afeitado!

-lo hice por ti – decía Padme amorosamente.

Los ojos de Ventres se enternecieron y decidió agradecérselo lamiendo la concha de Padme con dedicación.

La senadora aguantaba como podía el placer que le estaba regalando su amante, sentía como las manos de su amada la abrían, como su lengua exploraba su interior, como sus labios succionaban su clítoris, como sus dedos toqueteaban esa zona que tanto placer le daba.

Esa sensación era tan fuerte que las piernas de la senadora la fallaron y cayó apoyando sus manos en los hombros de Ventres mientras ella la agarraba para que no se hiciera daño.

-p-perdona – decía Padme.

-tranquila, túmbate – decía Ventres mientras usaba la fuerza para desplegar las ropas de la senadora, haciendo una cama improvisada.

Padme se tumbó en el suelo, su hermosa figura resplandecía ante los rayos del sol como una flor llena de roció, veía deseosa como su amante se despojaba de sus ropas de esa forma tan masculina, mostrando un cuerpo lleno de cicatrices de mil batallas.

Padme no le importaba las cicatrices de su amante, ella la amaba, daba igual como era su físico.

Ventres se tumbó encima de ella, su mirada de acero no existía para Padme, en su lugar, había una mirada más dulce, más tierna, de enamorada.

Ambas se besaron, se acariciaron los pechos con delicadeza, como si temiesen que la pasión rompiera a su amada, las manos de Ventres resbalaban por la piel de Padme llegando a sus sedosas piernas mientras que la senadora acariciaba aquella espalda llena de marcas y cicatrices.

Sus clítoris erectos se tocaban mutuamente, haciendo que se abrazasen con fuerza, como si deseasen fundirse en una persona, los besos y las caricias tenían más y más pasión y las miradas amorosas y las palabras de deseo eran más y más sentidas.

Ventres sentía que la victoria de Skywalker estaba cerca, maldecía a su maestro por ser tan torpe, formaron una tijera y frotaron sus conchas con pasión mientras se lamian los pies una a la otra.

El orgasmo llegó para ellas como una bendición, se dieron prisa en vestirse, Ventres de nuevo ató a Padme y la encerró, no sin antes dedicarle una mirada de añoranza.

Preparó sus sables de luz, en ese momento Anakin Skywalker se mostró ante ella, era un humano rubio, joven, más joven que Padme, Ventres estaba cansada por la pasión de hace unos minutos, miró fugazmente a Padme, ella le dijo con la mirada que evitase el combate.

Ventres no dudó abrió la tubería donde lanzaban los residuos y se metió allí, escapando del Jedí, mientras bajaba, lloraba, lloraba y juraba que un día se llevaría a Padme a un lugar, lejos de esta guerra, lejos de la gente, para vivir como amantes amorosos.

Anakin abrió la celda mientras se quejaba diciendo.

-Padme, ¿cómo es que te capturan tantas veces? Deberías ser más cuidadosa.