La guardiana 13

Megan celebra la victoria con el clan. Aparece un demonio.

Me desperté para contemplar un día fabuloso. En realidad el día era como tantos otros, pero me encontraba muy bien. Tenía motivos para estar contenta. Me di una ducha rápida y me vestí, me puse los cuchillos en las caderas y salí al salón. Jonas y Pete, el instructor de lucha, charlaban sentados.

—Contigo quería hablar, Pete — le dije —, has hecho un gran trabajo con todos nosotros, quería pedirte que te quedaras otro mes, creo que con eso dejarás a mis chicos totalmente formados, ¿qué te parece?

—Genial — se le notaba alegre como a todos, se había integrado muy bien con nosotros —, con un mes más serán expertos en lucha cuerpo a cuerpo.

—Me alegro que te parezca bien. Jonas, ¿puedes encargarte de comprar suministros para la fiesta?

—Ya lo he hecho, hablé con María — nuestra cocinera —, e hice el pedido por teléfono, no creo que tarden en traerlo. ¿Quieres algo especial?

—No, lo que tú hagas está bien.

—Eso mismo decías anoche, jajaja.

Le di un puñetazo en el hombro notando cómo me ruborizaba, Pete sonreía girando la cara intentando que no le viera.

—¿Quién más hay en casa? Me apetece salir a correr, quiero dejar suelta a mi tigresa un par de horas.

—Solo Pete y yo, todos los demás se han ido. Después de tantos días dedicados en exclusiva al ejército tenían que ir a trabajar o a resolver asuntos pendientes. Pero yo te acompaño, ¿me dejarás subirme en tu lomo?

—Claro, pero no me claves las uñas, lo mejor es que te coloques en mis hombros. Pete, ¿te apetece venir?

—Estaré encantado — no había dicho nada porque no era miembro de la manada, pero por la cara que puso lo estaba deseando.

—Voy a dejar la ropa en la habitación, os veo fuera ahora.

En un par de minutos estábamos los tres en nuestra forma animal. Pete era un lobo grande y canoso, entraba ya en la vejez, lo que no le impedía dar lecciones de lucha y vencer a toda mi manada. Jonas volaba haciendo círculos sobre la casa, cuando me convertí en tigresa aterrizó sobre mis hombros. Me clavó las garras hasta que se colocó a su gusto, luego apenas sentí su peso.

Me dirigí trotando hacia los árboles, un pequeño bosque no demasiado espeso a unos seiscientos metros de la casa, como Jonas aguantaba y Ted seguía perfectamente el ritmo aceleré, me apetecía mucho correr lo más rápido posible, pero no quería dejar atrás a Ted tan pronto. Pasamos un par de horas fabulosas, cazamos, corrimos, jugamos entre nosotros, al final sí que me permití dar rienda suelta a mi energía. Corrí como una centella bordeando el bosque y volviendo luego a la casa. Me dio tiempo a dar varias vueltas alrededor antes de que Ted llegara y Jonas se posara en el porche. El resto del día vagueé un poco, no tenía nada que hacer hasta la reunión del consejo.

Llegué a la reunión en casa de John con Jim, mi segundo, la celebrábamos al anochecer para que lord Drakkar, el señor de los vampiros, pudiera acudir. Me sorprendió encontrar a Sira, que esperó fuera a que estuviéramos todos. Aunque los alfas solíamos ir acompañados, a la reunión solo asistíamos los alfas y Drakkar, por eso me extrañó que entraran Sira y Norman. Sira nos había traicionado durante la batalla con los rebeldes del norte y Norman, su segundo, la arrebató el mando para seguir mis órdenes. Nos sentamos todos salvo Sira, que parecía querer decir algo. Esperamos hasta que se dirigió a nosotros.

—No sé cómo decir esto, pero quiero pediros perdón a todos. Estoy muy arrepentida. Mi rencor y mi preocupación por mi clan me cegaron. Anoche renuncié a mi puesto de alfa a favor de Norman. Lamento haber causado problemas, aceptaré cualquier castigo que el consejo me imponga — quedó de pie con la cabeza baja y expresión desolada.

—Antes me gustaría decir algo — intervino Norman —, como alfa de los panteras mi primera decisión ha sido expulsar a Sira durante cinco años. Mañana al amanecer tendrá que dejar el territorio.

—¿Te irás lejos? — preguntó John.

—Sí — contestó Sira —, de momento planeo viajar y recorrer mundo, no creo merecer integrarme en otra manada.

—Creo que ese es suficiente castigo, durante cinco años no vuelvas por aquí, ¿os parece bien? — nos consultó a los demás con la mirada, todos asentimos con un gesto.

—Puedes irte — le dijo John.

Sira salió cabizbaja de la casa, al menos yo quedé desasosegada, había sido una buena alfa hasta que los celos por mí la frustraron tanto que falló repetidamente a su clan y al resto de nosotros. Todos podíamos aprender una lección de eso.

—Bienvenido Norman — dijo Bull, a lo que nos unimos los demás.

—Me gustaría empezar la reunión expresando nuestro agradecimiento a Megan — intervino John —, el teniente Richard me ha dicho que hiciste un magnífico trabajo, que si no hubiera sido por tu previsión y rapidez de reflejos hubiéramos caído de lleno en la trampa que nos tendieron y las cosas pudieran haber terminado mucho peor. Así que creo hablar en nombre de todos — los demás afirmaron con la cabeza — cuando te transmito nuestra admiración y gratitud.

Agradecí sus palabras algo cohibida, solo había hecho mi trabajo, pero era muy agradable su reconocimiento. Comentamos luego varias cosas, el total de bajas en nuestro bando ascendió a sesenta y cinco, casi todas en el batallón de Bull. Sin embargo, el reparto que hice mezclando las razas en cada batallón, propició que las bajas de cada manada fueran similares. Había defendido heroicamente el puente y así lo manifesté. Acordamos conservar las armas en previsión de futuros problemas y vender las que arrebatamos al enemigo. Drakkar era el que tenía los contactos y él se encargaría. Debatimos si hacer una celebración por la victoria, pero tanto John, como Bull y Norman se opusieron, tenían que despedir a sus caídos y no querían celebraciones. Lord Drakkar no nos quiso decir qué hizo con sus prisioneros, evitó hábilmente dar explicaciones, así que no supimos si los había liberado, castigado o simplemente eliminado. Con el tiempo descubrí que los había entregado al lord de Boston, contra quien se habían rebelado, pero de momento nos mantuvo en la ignorancia. También acordamos conseguir más cámaras de vigilancia aérea, el sistema les pareció tan bueno que decidimos adquirir varias y almacenarlas con las armas. El último punto que tratamos me gustó : decidieron compensarme a mí y a mi clan por el buen trabajo durante la guerra. Cuando me preguntaron qué nos gustaría no se me ocurrió nada, después de darle vuelas en la cabeza, aunque me pareció un poco ridículo pedí un gimnasio. Se sonrieron con mi petición, pero acordaron construir un anexo a la casa y equiparlo convenientemente. Después de eso dimos por finalizada la reunión.

El salón estaba preparado para la fiesta, del techo colgaban guirnaldas y un montón de globos intentaban escapar de las sillas y demás objetos a los que estaba atados. Un equipo de música que desconocía emitía a bajo volumen. La gran mesa donde comíamos estaba repleta de bebidas, cubiteras y bandejas de comida. Algunos de mis chicos pululaban haciendo los últimos arreglos. Alguien debió decirle a Ana que habíamos llegado porque llegó corriendo y me arrastró a su habitación.

—Venga, que os estábamos esperando. He hablado con las otras chicas y estamos de acuerdo en cómo vestirnos para la fiesta. Mira — me señaló la cama — ese es tu vestido, nada de tu armario vale para esta noche. Te presto ese, te estará un poco corto pero no creo que nadie se queje, jajaja. Póntelo que yo también me tengo que cambiar.

Con Ana moviéndose como un torbellino, me acerqué a la cama y recogí el vestido. Escandalizada descubrí que en realidad el “vestido” consistía en un tanga de cuero rojo con dos tirantes de cuero también, que supongo que se atarían tras el cuello, por suerte eso iría cubierto por una especie de camiseta de gasa sin mangas ¡totalmente transparente! Me volví para negarme a ponerme eso y vi que Ana, con un diminuto tanga negro se embutía en un mono transparente que se le pegaba como una segunda piel. Adivinando mi reticencia Ana me dijo haciendo aspavientos con las manos :

—Todas vamos a ir poco más o menos, así que venga, póntelo que tengo que peinarte.

Suspiré resignada y me desnudé, me puse el tanga y ajusté los tirantes en mi nuca. Los tirantes de unos tres centímetros de ancho apenas tapaban mis pezones, probé a moverme un poco y no aguantaban en su sitio, tercamente se deslizaban hacia fuera, al menos al deslizarse a mis costados juntaban y resaltaban mis pequeñas tetas. Me puse la camiseta y me di cuenta que los huecos para los brazos bajaban casi hasta la cintura, por ahí podría recolocarme los tirantes en su sitio. Me ruboricé cuando me miré en el espejo, parecía una puta vestida para captar clientes.

—Sí, lo sé — me dijo Ana poniéndose a mi lado para mirarse también —, parecemos dos putas, pero no te apures, cuando estemos todas pareceremos siete, siete preciosas putas. Los chicos se van a volver locos.

—¿Sabes cómo va a acabar la fiesta, verdad? — le pregunté.

—Pues claro, espero que mañana me duela al andar, no te digo más, y como Jason o Edward hayan contado que ayer estrenaste tu culito tú no te vas a poder sentar en un tiempo, jajaja — me dio un azote mientras mi rubor aumentaba tres tonos —. Estás preciosa ruborizada, ven que te peine.

Cuando estuvimos listas para salir, Ana me hizo esperar, las chicas habían acordado salir todas juntas cuando los chicos estuvieran ya en el salón. A los pocos minutos sonaron nuestros móviles, era la señal, Ana me cogió la mano y me dio un piquito.

—Vamos, y no te pierdas las caras que van a poner.

Nos reunimos con las demás en el pasillo, Ana tenía razón e iban igual que nosotras, Alicia iba cubierta por una malla que dejaba ver todo, Dani se cubría con un minúsculo vestido de sirvienta que mostraba los pezones, la túnica hasta los pies de Nala mostraba que no llevaba ropa interior, Lisa cubría sus pezones con dos pegatinas en forma de corazón y un hilo dorado hacía las veces de tanga, las demás desvestían de forma similar. Con risitas alegres nos cogimos de las manos y entramos al salón. Los chicos se giraron para admirarnos, parecía que estaban en el dentista con la boca abierta y cara de tontos. Se habían arreglado también, pero en vez de vestirse de putones como nosotras, estaban elegantes y guapísimos. Ana reaccionó la primera y se acercó a Charlie, le subió la mandíbula para que cerrara la boca y gritó :

—¡Que empiece la fiesta!

Alguien subió la música y empezó la diversión.

Comimos y bebimos como cosacos, los cambiaformas no se emborrachan fácilmente, pero con empeño se puede conseguir, al menos por un rato. Nos repartimos alrededor de la mesa dando cuenta de la comida. Los chicos, no los puedo culpar, nos metían mano continuamente, yo lo disfrutaba y las demás creo que también, al menos atendiendo a las continuas risitas y grititos que se oían. No había momento en que no tuviera una o dos manos en mi trasero. Cuando terminamos la comida nos pusimos a bailar. Fue genial, alguien puso salsa y bailamos por parejas, movíamos las caderas pegadas a nuestros chicos, ellos nos agarraban de la cintura, al menos al principio. Cambié de pareja varias veces y todas examinaron concienzudamente mi retaguardia, incluso Dani, la joven mujer—pantera, bailó conmigo una bachata agarrada con ambas manos a mi culo. Terminé olvidando colocarme los tirantes, para lo que duraban en su sitio no merecía la pena.

El sentimiento de alivio que teníamos todos se había transformado en alegría, en camaradería. Paré para ponerme una copa y descansar un poco los pies. De dos patadas tiré al aire los zapatos de tacón que me estaban matando con tan mala suerte que le di a Tom. Éste recogió el zapato y me le trajo sonriente, cuando le dejé a un lado me dio un beso de tornillo y me sacó a la improvisada pista de baile otra vez. Seguía sonando música latina, lo que me parecía genial para poder bailar agarrados. Tom me llevaba muy bien, bailaba estupendamente, eso sí, de vez en cuando bajaba el ritmo para besarme,  a lo que yo respondía con pasión. Seguimos cambiando de pareja y me besaba con todos, para mí era como un acto de amor, los quería a todos y se lo demostraba entregándome sin reservas. Menos amoroso era cuando me metían mano, terminé quitándome la camiseta para que no la rompieran. En ese momento bailaba con Charlie, al verme se quitó la camisa de vestir que llevaba y bailamos muy juntos, mis pechos pegados a su cálida piel. Los demás chicos imitaron a Charlie y alguien cambió a música lenta. Aquí la cosa se pudo interesante. Las chicas se despojaron de algunas prendas y todos los chicos mostraban el tórax, las sesiones de entrenamiento en la lucha cuerpo a cuerpo habían dado sus frutos y todos mostraban unos cuerpos fibrosos con músculos marcados. Estaban todos guapísimos. Seguí rotando de pareja, tanta piel en contacto y tanta caricia me tenían excitada, por lo que no me dejaba meter mano pasivamente, ahora yo disfrutaba también del cuerpo de mis hombres, les apretaba el culo e incluso acariciaba suavemente su paquete sobre los pantalones. Me reí cuando vi que las pegatinas de Nala ahora las llevaba Tom.

Al rato Charlie me hizo notar, sin dejar de acariciarme los pechos y endurecerme los pezones, que en el sofá estaban follando Tom y Nala, completamente desnudos se entregaban con ardor. Vi que también otras parejas salían de la pista para buscar un sitio en el que dar rienda suelta a su pasión. Después de un profundo beso que me dejó temblando Charlie me preguntó y asentí sonriendo. Me llevó junto a la mesa y me sentó en el borde después de bajarme el tanga rojo. Esperé desnuda y he de reconocer que un poco ansiosa a que acabara de desvestirse, tras lo cual se inclinó y me lamió la rajita. Dedicó un buen rato a darme placer, tuve que tirar de él para levantarle y que me penetrara. Lo necesitaba con urgencia. Me dejó el miembro metido hasta el fondo y me besó, su lengua llevaba mi sabor y me gustó mucho. Cuando empezó a moverse le rodeé el cuello con las manos mientras él acariciaba mis tetas. Estuvo genial, follamos con pasión pero sin apresurarnos, abrazados sobre la mesa.

Phil se sentó desnudo a nuestro lado y nos observó.

—¿Puedo seguir yo cuando terminéis?

—Claro Phil — le dije acariciándole la cara con cariño.

Charlie redobló sus acometidas en mi coño haciéndome jadear, Phil nos observaba sonriente, acariciándome el muslo. Dani llegó y sin preguntar se subió sobre Phil y se metió lentamente su gran miembro haciendo gestos de dolor. Phil la sujetó de la cintura y la retuvo para que poco a poco se fuera acostumbrando al tamaño. Yo miraba curiosa, la polla de Phil era casi el doble de cualquier otra que hubiera tenido y no sabía qué se sentiría al follar con él. Como Charlie me vio distraída me pellizcó los pezones y me dio un par de violentos empellones, le dediqué toda mi atención disculpándome con un beso largo y profundo y gimiendo en su boca.

Cuando noté que me quedaba poco para correrme le animé :

—Córrete dentro, cariño, me encanta cómo me follas.

Bajé mis manos a su culo y lo presioné contra mí, apreté fuerte sus nalgas hasta que tensó su cuerpo y me dio una profunda y última acometida. Al notar que se vaciaba en mi coño me corrí también, junté mis labios con los suyos y compartimos nuestros gemidos de placer. Cuando terminamos nos abrazamos y acariciamos un rato.

—Te quiero, mi puma — le dije cariñosa.

—Te quiero, mi feroz tigresa.

Se apartó y antes de que tuviera tiempo de bajar de la mesa Tom ocupó su lugar, ¿pero no estaba follando con Nala? Se situó entre mis piernas abiertas y me pidió permiso con la mirada. Le sonreí y agarré su pene acercándolo a mí, él terminó el trabajo metiéndomelo despacito. Mi vagina estaba sensible pero después de que me penetrara varias veces empecé a disfrutar otra vez. Phil seguía a mi lado haciendo gritar a Dani, que cabalgaba sobre su polla. Ted me folló como un campeón, aguantó lo necesario hasta que me corrí gritando su nombre, me llenó con su semilla y me besó tiernamente antes de retirarse. Le siguió Edward y luego Jim. Ambos hicieron que me corriera gritando, aunque para gritos los que daba Eve, que había reemplazado a Dani. Phil se había recostado en la mesa y movía las caderas bajo la mujer—serpiente, por las muecas y gemidos de ésta debía ser fabuloso. Cuando Jim me dio su orgasmo me sorprendió la joven Dani.

—Voy a limpiarte, Megan.

Sin decir nada más se apoyó en mis muslos y se inclinó para lamerme. Me dejó el coñito reluciente, y luego hizo que me corriera con su lengua y sus dedos. La besé para agradecerle sus servicios y la sustituyó Ted, su hermano. Dio un azote cariñoso a su hermana en el culo y me la metió directamente. Al final de la noche me habían follado todos los hombres del clan salvo Phil, que me miraba como disculpándose sin saber cómo deshacerse de las chicas que pasaban por su regazo. Había perdido la cuenta de los orgasmos que había disfrutado, por mis muslos corría el semen que rebosaba de mi vagina. Había sido fabuloso. Me levanté y fui tambaleándome con las piernas flojas y el culo dolorido por las horas sentada a la mesa a servirme una copa. Salvo una parte de mi cuerpo todas las demás necesitaban hidratación. Me bebí una Coca—Cola de un trago y luego me puse una copa. Agarré a Lisa, nuestro miembro más reciente, y salimos las dos a bailar música disco, saltamos y nos reímos sin parar, nos tropezábamos y nos metíamos manos dando grititos. Pronto toda la manada estaba haciendo el tonto en la pista, todos desnudos moviendo las caderas y saltando como nosotras. Las chicas nos deleitábamos viendo tantos miembros masculinos rebotando arriba y abajo.

La fiesta duró hasta el amanecer, repetí con Charlie, esta vez me folló por detrás apoyada en una silla, también hice un sesenta y nueve con Ana en el sofá. Cuando nos fuimos a la cama, soñolientos y totalmente agotados, estaba completamente feliz. Nada podía ser mejor que lo que tenía con mis chicos, la confianza, el compañerismo, el sexo y el amor.

El sábado me despertó un codazo en las costillas, gruñí medio dormida y conté cinco personas en mi cama. Me pensé seriamente un rato volver a dormir, pero tenía una sed horrorosa. Fui a la cocina dando tumbos y bebí tres vasos de agua seguidos. Luego le pedí a María, que estaba preparando el desayuno, que me hiciera café.

—Claro, alfa, mientras lo preparo quizá quieras vestirte — me dijo ladina.

—Ups, creo que todavía estoy algo dormida — contesté al darme cuenta de que había salido completamente desnuda.

—Jajaja, anda ve a vestirte que te sirvo el café.

Me vestí con lo primero que encontré y me senté en el sofá a tomarme el café. El sofá olía a sexo. Rememoré sonriente la noche anterior mientras notaba mis genitales agradablemente doloridos.

—Buenos días, alfa — saludó Jonas.

Algunos chicos fueron saliendo, deseándome un buen día. Era curioso cómo cuando intimábamos me trataban como a una amante, para pasar a respetarme como alfa en cualquier otra situación. Era raro pero funcionaba. El alfa de un clan tenía que ser respetado, y yo necesitaba ese respeto si quería que hubiera disciplina y unidad. El que todos supiésemos distinguir los momentos de sexo de los demás era imprescindible.

Desayuné con los que se habían levantado y luego me duché, tenía restos de semen por todo el cuerpo. Salí al salón vestida y preparada para lo que trajera el día y me encontré que Edward me estaba esperando.

—Hola alfa, ¿has dormido bien?

—Fenomenal, gracias Edward, al menos hasta que alguien me ha dado un codazo.

—Jajaja, ¿tienes algo que hacer ahora?

—Nada, ¿por qué? — pregunté.

—Quizá quieras que te enseñe a cambiar parcialmente, en ocasiones es útil. Puede que alguna vez necesites garras pero no quieras convertirte totalmente en tigre.

—Genial, ¿lo hacemos aquí o fuera?

—Mejor fuera.

Salí con Edward detrás de la casa, se quitó la camiseta y me miró esperando. Le imité sin pensármelo, el tiempo en que sentía pudor y vergüenza había quedado atrás.

—Mejor quítate todo, no creo que lo consigas a la primera — obedecí pensando que desde la noche anterior había conseguido estar vestida apenas veinte minutos.

—Ahora fíjate — Edward se concentró unos segundos y sus brazos empezaron a cambiar, sus músculos se estiraron y le salió pelo hasta el cuello, las manos se engrosaron y brotaron garras de los extremos —. En vez de llamar a tu bestia y dejarla salir, lo que has de hacer es más sutil, yo me imagino que una parte de mi núcleo corresponde a mis brazos e intento liberar sólo esa parte. Prueba.

Hice lo que me dijo, me concentré en mi núcleo y llamé a una pequeña parte. Caí a cuatro patas convertida en tigresa completamente. Recuperé mi forma humana y volví a probar. Durante media hora lo intenté e intenté infructuosamente, rugía de frustración.

—Quizá seas un poco novata, solo algunos cambiaformas pueden hacerlo — me dijo Edward, pero me negaba a darme por vencida —. Yo lo hago como te he dicho, busca tú tu manera, hazlo a tu modo.

Seguí probando otra media hora, a punto de rendirme cambié otra vez y no pasó nada, me había quedado igual. Al soltar un exabrupto noté que me habían salido colmillos, cerré la boca para que Edward no se diera cuenta y repasé lo que había hecho esta vez, si había cambiado parcialmente en vampiro, podría hacerlo en tigre. Volví a cambiar a humana y luego repetí lo que había hecho antes, en vez de concentrarme en un parte de mi núcleo, imaginé que tenía un agujerito por el que escapaba parte de mi energía, me autoconvencí que lo que fluía correspondía a mi brazos y me complació ver que mis brazos cambiaban de forma similar a como había hecho Edward. Salté de alegría y le abracé.

—Ay, cuidado.

—Jajaja, perdona, estoy tan contenta que no me he dado cuenta — le había abrazado con mis garras, por suerte solo unos leves arañazos decoraban su espalda.

—Aunque no te lo parezca — me dijo — es todo un récord, lo has logrado el primer día y en solo una hora. Ahora ya puedes practicar tú sola para hacerlo más rápido y con la parte del cuerpo que quieras.

Ante mí Edward cambió su cabeza por la de león. Creo que se me cayó la mandíbula al suelo. Era aterrador, mantenía su cuerpo perfectamente coronándolo, eso sí, por una cabeza de león. Rugió y volvió a la normalidad.

—Jajaja, cierra la boca o se te va a llenar de bichos.

Me volví a vestir y le besé en la mejilla para agradecerle su ayuda, entramos en casa tan contentos.

A última hora de la mañana recibí un correo de Bull, una de sus mujeres había sido encontrada muerta sin señales de ningún tipo, al no tener enfermedades previas y ser joven no encontraba explicación. No me pedía ayuda pero quedó en informarme si descubría algo más. Pensé que podía tener un defecto congénito o cualquier cosa y al ser un caso aislado no le di importancia.

Esa tarde pasó algo sorprendente que me impactó, estaba hablando con Ana en el pasillo cuando vimos llegar a la joven Dani, ¡venía desnuda y a cuatro patas! Sendas pinzas colgaban de sus pezones, y tenía el culo marcado con las huellas rojas de varios azotes.

—Mi ama — me dijo —, el amo Phil ruega su presencia.

Yo me quedé atónita sin poder responder, pero Ana enseguida preguntó :

—¿Te ha azotado Phil?

—Sí, ama.

—¿Y te ha gustado?

—Mucho, ama — dijo sonriendo con picardía sin levantarse de su postura.

—Te seguimos — respondió Ana —, porque yo voy contigo.

Caminamos detrás de Dani admirando su culito, Phil se estaba poniendo unos pantalones cortos cuando entramos y enseguida me dijo :

—Me ha llamado un amigo de los panteras, creo que debía decírtelo. Una prima suya de veinticinco años ha sido encontrada muerta detrás de la casa de sus padres. Aparentemente no saben cómo ha muerto. Solo quería informarte.

Phil se mantenía más serio de normal, Dani se puso a sus pies sentada sobre sus talones recibiendo las caricias de él en su cabeza.

—Gracias Phil, has hecho bien en decírmelo, ahora os dejo que sigáis con vuestras cosas.

Mientras salía tirando de Ana que no parecía querer venir, nos dio tiempo a escuchar.

—¿Lo he hecho bien, amo?

—Muy bien, mascota. Como recompensa voy a dejar que me hagas una mamada.

—Gracias, amo, eres muy generoso.

Salí a toda prisa y corrí con Ana por el pasillo sin para de reír. Metí a Ana a la fuerza en mi habitación y la pregunté :

—¿Y tú has hecho esto con Phil?

—Claro, varias veces.

—¿Y también te llamaba mascota?

—A mí me llamaba “mi gatita”.

—¿Y te gustó?

—Muchísimo, Megan, ya te lo conté.

—Ya, ya, pero una cosa es que me lo cuentes y otra verlo yo misma.

—Sí, y otra es ser la protagonista, cosa que te recomiendo, y te voy a decir una cosa, en cuanto lo pruebes una vez querrás repetir. No a menudo, porque es muy intenso, pero sí de vez en cuando.

—Pero ¿ser tratada como una mascota doméstica?

—No lo flipes, Phil es un buen tío, no te va a maltratar, lo único que tienes que hacer es dejarte llevar durante un rato, dejarle que tome todas las decisiones y seguir sus instrucciones al pie de la letra si no quieres que te castigue. Calculo que hasta la tercera vez no fallarás a propósito, jajaja. Te gustarán los azotes en el culo, te lo prometo. Y ahora te dejo que he quedado para salir con Lisa y con Eve. ¿Te apuntas?

—Creo que no, Edward me ha enseñado a cambiar parcialmente y quiero practicar.

—Genial, pues esta noche nos vemos.

Llevaría un par de horas practicando cuando un tipo se apareció en mi habitación. Digo que apareció porque no usó la puerta, lo hubiera notado. No había nadie y de repente estaba ahí, mirándome. Me lancé a por uno de mis cuchillos a la mesa y le encaré.

—¿Quién eres? ¿Cómo has entrado?

—Tranquila, no voy a hacerte daño — dijo levantando las manos para mostrar que no llevaba armas.

—Contéstame — le amenacé con el cuchillo.

—Puedes llamarme Rev, mi nombre completo es impronunciable para ti.

—¿Cómo has entrado?

—Digamos que dentro de mis facultades está el aparecerme donde desee.

—¿Qué eres? — ni los vampiros ni los cambiaformas podía hacer lo que él decía, además desprendía un ligero olor a azufre.

—Ah, ¿no lo he dicho? Soy un demonio.

Le observé atentamente, era un hombre de unos treinta años, de estatura media y ni alto ni bajo, de complexión normal y pelo castaño. Un tipo corriente. Sabía que los demonios existían, pero no conocía a nadie que hubiera visto a ninguno, no era una raza muy numerosa. Sin dejar de vigilarle me puse la pistolera y recogí el otro cuchillo.

—Siéntate, por favor — le cedí la silla y yo me senté en la cama, prefería tenerlo sentado y a cierta distancia —, y cuéntame por qué estás aquí.

—Llevo dos días en la zona y he hecho algunas preguntas, tú pareces ser la persona indicada para ayudarme — permanecí en silencio hasta que continuó —. Soy un demonio guardián, verás, en el infierno permitimos que los demonios visiten vuestro mundo, pero por un antiguo acuerdo con los vampiros no podemos, salvo excepciones, ser demasiado … “traviesos”. Si algún demonio se desmanda un guardián lo detiene y lo lleva de vuelta al infierno. Por eso estoy aquí.

—¿Estás persiguiendo a otro demonio?

—Sí.

—¿Cómo sabes que está aquí?

—Puedo detectar cuando se transporta, hace dos días estaba en Nueva York. Sentí su energía cuando se trasladó a esta zona.

—Y ¿en qué consisten las “travesuras” de ese demonio?

—Se llama Punt, y ya ha matado a dos de los tuyos. En el infierno hay muchos tipos de demonio, a este en concreto lo conocéis como íncubo.

—¿Mata mediante el sexo?

—No exactamente, le basta con tocar a alguien para drenarle la energía vital, el sexo solo acelera el proceso. Hay varios íncubos en vuestro mundo actualmente que pueden controlar perfectamente la cantidad de energía drenada. La víctima suele terminar muy satisfecha y débil, pero nada que no recupere en un par de días. Punt, por algún motivo que desconozco, ha decidido acabar con sus víctimas, les extrae la energía hasta la muerte.

—Me han informado de la muerte de dos mujeres sin heridas aparentes, ¿son sus víctimas?

—Seguro.

—Dime cómo podemos atraparlo y te ayudaré.

—Eso es lo difícil, si doy con él lo capturaré, el problema es encontrarlo. Normalmente capturo a los díscolos descubriendo dónde viven. En tu mundo nada puede hacerlos daño, por lo que se confían y no intentan esconderse demasiado, descubro sus fechorías y luego los descubro a ellos. Pero Punt es distinto, esta es la cuarta ciudad a la que le sigo, si mantiene el patrón anterior no estará aquí más de una semana. Esperaba que tuvieras alguna idea.

—¿Tienes alguna foto o una descripción?

—No serviría de nada, los demonios podemos adoptar el aspecto que queramos — en ese momento una ondulación le recorrió de arriba abajo y se transformó en ¡George Clooney! En un par de segundos se repitió la ondulación y volvió al aburrido aspecto del principio.

—Muy bonito. ¿Has revisado la casa de sus víctimas?

—Sí, ninguna vivía sola, no se encuentra allí.

Una idea se empezaba a formar en mi cabeza, pero quería saber más antes de proponer nada.

—Dime, ¿qué puede hacer exactamente y qué debilidades tiene?

—Un íncubo emite feromonas, si te le encuentras a corta distancia te sentirás excitada sexualmente, si llega a tocarte te traspasará una gota de su energía y darás cualquier cosa que te pida por estar con él, solo desearás que te posea. Tiene una magia de nivel medio, pero en un demonio eso es más de lo que cualquiera puede hacer en tu mundo, sin embargo no la ha empleado hasta ahora. Si lo hace le detectaré y capturaré.

—¿Y debilidades?

—Contra vosotros, pocas. No puede influir en los vampiros, no le gusta el sexo masculino aunque tiene el mismo poder contra ellos que con el sexo femenino, sin embargo su debilidad más importante es su vanidad, su orgullo. Un íncubo está seguro de su dominio contra cualquier hembra, ninguna se le resiste. Si alguna tuviera la fuerza para oponérsele y llamarme, sería su perdición.

Sus palabras reforzaban mi idea, podría tener un plan.

—¿Qué tal si le tendemos una trampa?

—Podría funcionar, el problema es cómo conseguir que ataque a la mujer que queramos.

—Eso es fácil, si se está centrando en cambiaformas podemos recluir a todas las mujeres durante un día — no me parecía tan fácil, pero lo podía intentar.

—¿Y quién sería el cebo?

—Yo, solo tienes que decirme cómo llamarte.

—Claro, toma ponte esto — me entregó un anillo de aspecto antiguo grabado con runas, el olor a azufre se intensificó con su cercanía —, tienes que girarlo en tu dedo y pensar en mí. Acudiré en unos segundos.

—Pues tenemos un plan, solo falta llevarlo a cabo — me detuve de repente, una sospecha anidaba en mi mente —. Espera, ¿lo tenías planeado desde el principio?

El demonio sonrió ladino, el muy capullo sabía que entraría de cabeza en su plan. Las vidas de las cambiaformas me importaban lo suficiente como para arriesgarme. Había dejado que pensara que el plan era mío para convencerme.

—Si un demonio al que no conoces se aparece de repente y te pide que arriesgues la vida, ¿qué hubieras dicho?

—En eso tengo que darte la razón. Solicitaré una reunión del consejo, pásate por aquí sobre las diez y te diré si lo hacemos mañana. Y llama a la puerta, no te aparezcas de repente.

—Aguafiestas.

Con esa última palabra, el demonio desapareció.

La reunión con el consejo fue como esperaba, con dos muertes en dos días deseaban colaborar. Decidimos recluir a las mujeres. Lo disfrazaríamos como una reunión femenina tradicional, cada clan se encargaría de la suya. Esperábamos que con esto el demonio Punt no sospechara. Yo sería la única mujer que anduviera sola por ahí. Drakkar mencionó a Rev y dijo conocerlo, habían tenido relación en el pasado y le parecía digno de confianza. Al salir de la reunión me llevó aparte para hablar conmigo a solas.

—Hola cariño — me dijo agarrando mis manos — ¿cómo estás?

—Muy bien, ¿y tú?

—Bien, encargándome de algunos vampiros díscolos. Nada serio pero parece que la guerra dio ideas a algunos de los más jóvenes.

—Dime algo si necesitas ayuda.

—Claro, pero quería comentarte un par de cosas respecto a Rev. Aunque sea de fiar para ser demonio, ten mucho cuidado con él. No hagas tratos, los demonios son muy especiales y se atienen escrupulosamente a la letra en vez de al significado. Encontrará la manera de que se vuelvan en tu contra y acabarás en deuda con él.

—Gracias por avisar, lo tendré en cuenta.

—Lo segundo es sobre Punt. Si es un íncubo influirá fuertemente en ti, pero no olvides que tú también puedes influir en los demás, nunca lo he probado con un demonio, no sé si funcionará, pero siempre puedes intentarlo.

—Ni lo había pensado, sí es algo para tener en cuenta.

—Ahora te dejo, no llegues tarde a tu reunión con Rev.

Nos despedimos con un piquito en los labios.

Cuando llegué a casa les conté todo lo que pasaba. Avisé a mis chicas que mañana no podrían salir y les recalqué la importancia. A las diez en punto llamaron a la puerta, no había saltado la alarma, Rev debió transportarse directamente al porche.

Acordamos lo que haríamos al día siguiente : él se mantendría lejos para no alertar al íncubo. Yo pasearía sola por los alrededores de la casa del clan. En cuanto viera a Punt giraría el anillo para llamarle. Fácil. Fácil si no fuera porque no conocía su aspecto y para reconocerle tendría que estar bajo su influjo sexual. Si no conseguía liberarme de él por unos segundos acabaría muerta de placer. Literalmente.

El día siguiente los chicos actuaron con normalidad, pero las chicas permanecieron en casa. Hablé con los otros alfas y confirmé que en sus clanes también respetaban el acuerdo. Me duché y vestí como un día normal y salí a dar un paseo. Recorrí durante una par de horas los alrededores, disimulando mi nerviosismo y echando miradas furtivas en todas direcciones. Aburrida volví a casa. Revisé que siguieran todas bien y charlé un rato con ellas. Volví a salir y me aburrí durante otras dos horas. Regresé a casa para comer, la conversación en la mesa fue escasa y el ambiente algo tenso. Todos estaban preocupados por mí. Volví a mis paseos después de comer y regresé también pasadas un par de horas. El día estaba siendo infructuoso y sería difícil conseguir recluir a todas las mujeres en más ocasiones.

Justo antes de subir al porche escuché un ruido que parecía provenir de la parte de atrás de la casa, la rodeé y me asomé a la esquina. Abrí los ojos cuando vi a Eve fuera de casa, estaba apoyada en la ventana abierta de su habitación con las piernas abiertas y un desconocido la empalaba desde atrás sin misericordia. Di por hecho que era Punt, el íncubo, y giré el anillo en el dedo pensando en Rev. Esperé mientras Eve gemía desesperada, y esperé, y esperé. Giré otra vez el anillo y viendo que Rev no aparecía decidí intervenir, el demonio estaba drenando la energía de Eve y no pude esperar más. Me acerqué y me hice la sorprendida.

—Hola Eve, ¿un novio nuevo? — dije inocentemente.

Eve no pareció oírme sumida en la follada salvaje que estaba disfrutando, pero Punt se sobresaltó y me miró. Me evaluó con la mirada de arriba abajo sin dejar de follar a mi amiga. Me fijé en que Eve solo mantenía puesta la camiseta, el demonio se había limitado a bajarse la cremallera para sacarse el miembro. Me aproximé hasta estar junto a ellos con intención de separarlos, pero una oleada de lujuria me invadió, jadeé sorprendida apretando las piernas intentando resistir. Saqué fuerzas de flaqueza y tiré de Eve separándola del íncubo. Eve, que ha acababa de notar mi presencia, se revolvió, no quería detenerse, con la cara contraída por el odio intentó golpearme para volver con su amante. Esquivé su torpe intento y la derribé de un puñetazo en la sien, dejándola inconsciente en el suelo. Con ella fuera de combate y de peligro me volví al demonio, antes de darme cuenta me había agarrado de la muñeca.

Si pensé que antes había sentido lujuria lo de ahora se salía de cualquier escala, una corriente se extendió por mi cuerpo desde la muñeca hasta mi clítoris y mis pezones, en segundos noté mi coño chorreando y mis rodillas de gelatina, los pezones me dolían duros como el diamante.

—Quieres que te folle, ¿verdad? — preguntó Punt con gesto despectivo.

—Sí, por favor, te lo suplico, fóllame ya — imploré.

—Quítate los pantalones, no tardes.

Me despojé de la ropa arrancando los botones, estaba obsesionada porque me follara como había hecho con Eve. Sin el impedimento de los pantalones me coloqué en la ventana y le miré suplicante.

—Date prisa, por favor — mi coño palpitaba de necesidad y un auténtico manantial bajaba por mis muslos. Mi cerebro solo funcionaba como receptor de la necesidad que todas las células de mi cuerpo sentían por el íncubo.

—Sois todas iguales, unas putas zorras — y diciendo esto me penetró.

Gemí de felicidad, todo mi cuerpo era una zona erógena, hasta el roce de la lengua en mi boca me daba placer, nunca había sentido nada igual. Cada vez que me empotraba con su polla, temía desvanecerme, y no quería hacerlo para no dejar de sentir. Mi piel ardía, mis pezones dolían de lo hinchados que estaban sin haberlos tocado, y mi coño … mi coño era como un reactor nuclear a toda potencia, sentía como si se derritiese, como si se licuase y fuera descendiendo por mis muslos. Cada vez que me llenaba con su polla era feliz, cuando la sacaba gemía de pánico porque no fuera a meterla de nuevo.

—Mírame — dijo —, déjame ver tu cara de puta.

Giré la cara para que viera mis ojos vidriosos, mi gesto deformado por el placer y mi boca babeante, vi en el suelo un cuerpo tendido y lo ignoré, retomé mi posición para seguir disfrutando. Ignoré la debilidad que poco a poco iba haciendo mella en mí y moví las caderas. Punt me azotó con fuerza en el culo y me giré para agradecerle, volví a ver el cuerpo en el suelo. Algo parpadeó en mi mente pero se difuminó enseguida ahogado por el clímax continuo en mi cerebro.

—Mírame, quiero ver cómo te apagas — me ordenó el íncubo.

Le obedecí temerosa de que parara si no lo hacía, el cuerpo tendido atraía mi mirada. Yo tenía los ojos fijos en mi amante pero mi mirada huía al suelo, intentando desentrañar el misterio. El parpadeo volvió a molestarme, yo no necesitaba distracciones, estaba inmersa en el placer y no quería que nada se interpusiera. De repente tome conciencia : ¡Eve! Era Eve la que estaba en el suelo y yo la había noqueado para que no la drenara el íncubo. Durante unos segundos perdí mis pensamientos sumida en el clímax, los volví a recuperar en cuanto vi a Eve. Ella era mi ancla con la realidad.

Giré disimuladamente el anillo llamando a Rev, no esperaba que funcionara y desgraciadamente acerté. Miré en mi interior y pude notar perfectamente como la energía salía de mí entrando en el íncubo. Si lo bloqueaba de alguna manera se daría cuenta y nos atacaría o huiría, ninguna de las dos opciones me gustaba. El traidor de Rev era mi arma contra Punt y nos había dejado colgadas. Revisé mis opciones : podía intentar influirle para que dejara de drenarme y seguir follando con él hasta que llegara Rev, si es que llegaba; podía intentar noquearle, pero se transportaría en cuanto despertara si no llegaba Rev antes; o podía invertir el flujo de energía y dejarlo seco, pero no sabía si podría hacerlo. Esta última opción era la que más me gustaba al no depender de nadie. Si lo conseguía podría vencerlo yo sola. Tenía que decidir rápido antes de quedarme tan débil que no pudiera resistirme, así que miré de reojo a Eve para anclarme en la realidad y no perder la cordura y me dispuse a intentarlo.

Examiné el flujo de energía que escapaba de mi interior, todo esto sin dejar de gemir y mover el culo para que el demonio no sospechara. Intenté desentrañar el proceso que seguía y, cuando creí tenerlo claro, lo invertí suavemente. Me regocijé al notar que se detenía y muy poco a poco la energía fluía hacia mí. Mantuve la farsa un tiempo recuperando vitalidad, desde que tomé conciencia de que el demonio me estaba violando, su influencia había caído, ya no sentía placer, solo asco. Gemí falsamente en cualquier caso, cuanto más tiempo tardara el demonio en darse cuenta más ventaja tendría sobre él.

—Mueve más el culo o dejaré de follarte, zorra cambiaformas.

—Aaaaaaahhhhhhhhh — gemí y meneé las caderas para contentar a Punt, segura de que podría drenarle si no huía. Rev tenía razón, le estaba robando energía y su vanidad le impedía darse cuenta, ni se le ocurría pensar que una zorra cambiaformas pudiera vencerle. Pero tarde o temprano percibiría lo que ocurría, así que armándome de valor decidí drenarle súbitamente por completo. Imaginé que el estrecho conducto por el que recuperaba energía se hacía mucho más amplio y absorbí con toda la fuerza que pude. Simultáneamente moví el culo más enérgicamente y grité :

—Fóllame, fóllame con tu enorme polla.

El íncubo redobló sus embestidas a mi coño y me azotó el trasero, pero estaba obteniendo su energía.

—¿Qué? ¿Qué me estás haciendo, puta? — se acababa de dar cuenta, a pesar de eso no paró de penetrarme salvajemente.

Noté resistencia en el flujo de vitalidad y aumenté todavía más la fuerza con la que la succionaba, tras unos instantes de equilibrio, el flujo se reanudó volviendo a fluir hacia mí. Llena de una energía extraña y poderosa intenté lo que me dijo Drakkar, probé a influirle para que siguiera follándome sin resistirse. Quizá mis facultades eran grandes, o quizá estaba ya debilitado, el caso es que funcionó. A partir de este momento fue fácil. Permití que siguiera abusando de mí y le drené casi por completo. En el último momento me detuve, no sabía si matar a un demonio tendría repercusiones posteriore y no quise arriesgarme.

En cuanto el íncubo cayó desmayado corrí a socorrer a Eve. Seguía inconsciente, pero el pulso, aunque débil, era regular. La cogí en mis brazos y la entré en casa, las chicas salieron corriendo a recibirnos y se la entregué. Cuando volví a vigilar al íncubo encontré a Rev a su lado.

—A buenas horas, te he llamado varias veces — le dije enfadada.

—Mis disculpas — contestó inclinándose levemente —, fui llamado al inframundo y no recibí tu mensaje hasta que volví. Veo que te has encargado de él sin ayuda.

—Recibió de su propia medicina, espero que te lo lleves y no vuelva — Rev me miró largamente como si me viera con una nueva perspectiva. Desenfocó la mirada y me examinó unos instantes.

—¡Has absorbido su energía! No deberías ser capaz de hacerlo.

—Quizá no debería, pero tú me has fallado y tenía que hacer algo, estaba matando a una amiga — el volumen de mi voz se iba elevando y acabé gritándole.

—Me disculpo nuevamente, ahora me llevaré a Punt. Te debo una — me entregó una pequeña tarjeta, ¿pero es que los demonios tenían tarjeta de visita? —. Llámame si alguna vez me necesitas, alguien te lo cogerá y me transmitirá el recado.

Rev se agachó junto a Punt, le cogió de la muñeca y desaparecieron. ¡Pluf!

Pensando en lo curioso que era que tuviera teléfono y que encima me debiera un favor entré a ver a Eve. La habían lavado y estaba echada tranquilamente en su cama cubierta por una sábana, todavía dormida. Me entretuve en enviar un correo a los miembros del consejo para informarles de que la amenaza había sido eliminada y podían dejar salir a las mujeres. Luego me tumbé junto a Eve cogiéndole la mano. La pobre había tenido una tarde de mierda, primero un demonio casi se la come y luego yo la dejo inconsciente de un puñetazo. En fin, estaría con ella cuando despertara para consolarla y darle los mimitos necesarios. Al poco entraron todas las demás chicas, se sentaron en el borde de la cama y todas juntas velamos el sueño de nuestra compañera.