La guardiana 11

La guerra comienza, pero antes Megan y Lord Drakkar, el vampiro, tienen un encuentro muy morboso.

Me levanté para despejarme un poco y salí a dar un paseo. Llevaba en la sala de guerra, ahora la llamaba así, varias horas sin levantarme de la silla repasando informes, comprobando mapas y asignaciones, verificando el reparto de armas y suministros. Tenía bajo mi mando un ejército de más de mil hombres. Cinco batallones de unos doscientos hombres mandados por John, Bull y Sira, los alfas, Dereck, un exsargento de marines, mandaba el cuarto, y Cris, otra sargento pero ésta de infantería, dirigía el quinto. Drakkar mandaba el grupo de unos ciento cincuenta vampiros.

Richard era mi asesor militar, había dejado el ejército con cincuenta años como teniente y se había unido al clan lobo de John. Había sido muy útil hasta ahora, sus conocimientos y consejos me habían evitado varios errores.

Seguí con mi paseo tranquila ante un posible ataque, nuestro sistema de seguridad me avisaría si alguien se acercaba. Después de un rato volví a casa, estaba anocheciendo y los comandantes vendrían a la reunión diaria. Llevábamos cinco días preparando el ejército y habíamos progresado mucho, mi única inquietud era la poca colaboración de Sira, su clan era el que menos hombres había aportado cuando era el segundo más numeroso.

Una de las primeras decisiones que tomé fue hacer los batallones mixtos, con las distintas razas de cambiaformas mezcladas, consideré que eso ayudaría a la disciplina y, en el momento del enfrentamiento con el enemigo, prevendría que cada batallón defendiera únicamente el territorio de su clan. Había formado también tres escuadrones de ocho hombres cada uno, Eve, Charlie y Edward los mandaban. Serían muy útiles en caso de necesitar equipos que se movieran rápido y pasaran desapercibidos. Formarlos había sido recomendación de Richard.

Saltó la alarma del móvil y en un minuto vi llegar a los comandantes en dos vehículos, me saludaron y entramos a la sala de guerra.

—Contadme, ¿cómo va el entrenamiento?

Me informaron uno a uno, todo iba según lo previsto.

—Mañana recibiremos más armas y municiones de sobra — explicó Drakkar, era increíble que en apenas unos días hubiera conseguido armar a todo el ejército —, cada hombre podrá llevar su M16.

—Bien — asentí —, con eso completamos el tema del armamento. Me gustaría que hubiera varios de nuestros hombres patrullando por Rivertown, no quiero que se infiltren y nos pillen por sorpresa, ¿te encargas tú John?

—Claro, me parece buena idea.

—Quiero que prestéis especial atención a los vigías apostados en las carreteras, los de Boston no tardarán en llegar y necesitamos saberlo cuando ocurra. Espero que se comuniquen con vosotros cada sesenta minutos, si alguno falla seré informada inmediatamente.

Habíamos establecido vigías en todas las carreteras y caminos de acceso a nuestro territorio, con eso más el equipo de vigilancia aérea mandado por Alicia era imposible que nos pillaran por sorpresa.

—Esta misma noche pensaba hacer una visita de comprobación a varios puestos de vigilancia — me dijo Drakkar, sus vampiros se encargaban de la tarea por la noche al tener mejor visión nocturna —, ¿quieres acompañarme?

—Claro, te acompañaré. A partir de mañana quiero que tu batallón, Cris, se encargue de la seguridad diurna de la mansión de Lord Drakkar, envía la mitad de tus efectivos mientras la otra mitad sigue con su entrenamiento.

—De acuerdo, alfa, así lo haré.

—Bien, junto con el teniente Richard, hemos desarrollado varios planes de batalla en función de cómo sea el ataque, llevaos una copia cada uno y estudiadlos, mañana en la reunión me decís si tenéis alguna sugerencia. En todos ellos vamos a intentar llevar al enemigo a un terreno elegido por nosotros donde serán vulnerables, si tuviéramos suerte y alguno de los planes funcionara nos ahorraríamos muchas bajas. Tened siempre disponibles los vehículos para desplazar las tropas cuando sea necesario. Creo que eso es todo, ¿alguien quiere aportar algo más?

Como nadie dijo nada terminamos la reunión, acordé con Drakkar encontrarnos en dos horas en el primer puesto de guardia. Cuando se fueron, Edward me enseñó lo que había conseguido, dispondríamos de una cámara para que llevara Tom por el día y Jonas por la noche, así podría tener imágenes aéreas en tiempo real. Lo probaríamos por la mañana.

—Edward, ayúdame por favor — para encontrarme con Drakkar pensaba ir en forma de tigre, estar tanto tiempo sentada revisando documentos me hacía mella y necesitaba desahogarme, ir corriendo me serviría.

—Claro, ¿qué necesitas?

—Necesito que me ates la mochila con la ropa a la espalda cuando cambie, quiero poder vestirme cuando vuelva a cambiar.

—Sin problema, ¿quieres que te acompañe?

—No — me apetecía estar a solas con Drakkar, hacía mucho que no teníamos un momento para nosotros solos —, gracias Edward, pero hoy prefiero ir sola.

Me desnudé y metí la ropa en la mochila, cuando cambié Edward me la fijó firmemente al lomo con una sonrisa. Le lamí la mano y eché a correr, tenía tiempo de sobra así que aproveché para corretear todo el camino y disfrutar de la libertad que siempre sentía cuando era una tigresa. Cuando vi a los dos vampiros a lo lejos cambié y rápidamente saqué la ropa, los vampiros tenían una magnífica visión nocturna y me habían detectado.

—Tranquilos — grité — soy Megan.

Por más que busqué en la mochila no encontré la ropa interior, por eso se sonreía Edward, me puse rápidamente los pantalones y la camiseta y me dirigí al encuentro de los vampiros. Estaban al otro lado del camino tras un muro bajo hecho de piedras que delimitaba un sembrado, me reuní con ellos.

—Hola chicos, he quedado aquí con Lord Drakkar, le esperaré con vosotros.

—Claro, alfa, es estupendo tener visitas, rompe la monotonía — por cómo me sonreían los dos deduje que me habían estado viendo todo el tiempo, mi sentido del pudor había cambiado mucho, pero no me apetecía mostrarme desnuda ante nadie de fuera del clan.

—¿Pasa mucha gente por este camino? — arrinconé mis pensamientos e intenté una conversación banal.

—La verdad es que por la noche no se suele ver a nadie, alfa, es bastante aburrido. Un momento, oigo algo.

Drakkar llegó solo en un SUV y aparcó a unos metros, mientras se acercaba admiré su andar elegante y felino, ¿cuándo dejaría de impresionarme tanto?

—Hola Srta. Megan, ¿qué tal todo chicos, alguna novedad?

—Nada, pasaron un par de granjeros al poco de anochecer y no ha vuelto a haber movimiento.

—Bien, acercaos al siguiente puesto de vigía y comprobad que esté todo bien, luego regresad a informarnos.

Los dos jóvenes vampiros se fueron andando tranquilamente por el arcén, en cuanto se perdieron de vista Drakkar me tomó en sus brazos.

—Estaba deseando verte a solas, Megan, te he echado de menos — me acariciaba la espalda con sus fuertes manos.

—Yo también, Drakkar. Mira, tengo algo para ti.

Le besé dulcemente abrazándole también, nuestros labios se acariciaron y nuestras lenguas pelearon por irrumpir en la boca del otro. Le dejé ganar. Estuvimos mucho rato besándonos abrazados. Cuando el vampiro metió sus manos bajo mi camiseta y acarició directamente mi piel, sentí un hormigueo recorrer mi espalda. Me senté en el murete y le atraje a mí abriendo las piernas. Volvimos a besarnos, saqué su camisa del pantalón y pasé las manos por sus pectorales, cuando me mordisqueó el cuello gemí bajito. Su miembro presionaba contra mí a través de la tela del pantalón. Drakkar me hacía sentir algo único, algo que no me pasaba con nadie, puede que porque fuera el “hombre” más fuerte que conocía, o quizá el riesgo de que me mordiera, algo que me confesaba a mí misma que temía y deseaba a la vez, pero cuando estaba con él me entregaba completamente como si fuéramos almas gemelas.

—Aaaahhhh — gemí cuando me acarició los pechos bajo la camiseta, ahogó mis jadeos tapando mi boca con la suya, ahora yo jugué con mi lengua en sus colmillos, me gustaba lamerlos y sabía que a él le excitaba. Le aparté un poco para desabrocharle el pantalón, le bajé la ropa lo justo para agarrar su miembro, duro y suave. Le acaricié sin prisa, disfrutando de su fría virilidad.

—Me vuelves loco, Megan, eres increíble.

Le desabroché los botones de la camisa sin dejar de acariciarle el miembro, me gustaba ver sus abdominales marcados y sus pectorales. Perdida ya la paciencia, él desabrochó mi pantalón y me levantó del muro para quitármelos, lo saqué por mis pies.

—¿No llevas braguitas?

—No preguntes, uno de los chicos sacó la ropa interior de mi mochila antes de ponérmela.

—Dale las gracias de mi parte.

Drakkar me acarició la vagina al tiempo que yo deslizaba mis manos por su miembro, juntamos nuestras caras mezclando nuestro aliento mientras nos dábamos placer.

—Estás muy mojada, cariño, creo que voy a tener que follarte.

Sin decir nada me di la vuelta y me incliné apoyando las manos en el muro y abriendo las piernas. Drakkar frotó la polla contra mi rajita varias veces, haciendo que me impacientara, moví el trasero para hacérselo saber y lentamente me penetró.

—Me encanta ver tu culo, es perfecto.

Lo eché hacia atrás para profundizar sus penetraciones, él me agarró de las caderas follándome con un ritmo lento que me tenía cautivada, me enderecé para poder girar la cabeza y besarle, volviendo luego a mi posición para que pudiera enterrar por completo su polla en mi interior. Alternamos las dos posturas muchas veces, estaba disfrutando enormemente haciéndolo de forma tan calmada, dedicando tanto tiempo. El frescor de la noche refrescaba mi piel y me gustaba hacerlo en el exterior, en mitad de ninguna parte. A mi cuerpo le quedaba mucho para llegar al orgasmo, pero mi mente estaba totalmente saturada de placer y deseo.

Grité sorprendida cuando los vi. Los dos vampiros habían llegado silenciosamente y estaban frente a nosotros observando. El murete era tan bajo que me comían con los ojos sin cortarse un pelo.

—Espera Megan, les diré que se vayan.

Afirmé con la cabeza pero el placer debió cortocircuitar mi cerebro.

—¿Puedes hacerlos olvidar lo que vean? — pregunté entre jadeos.

—Claro — contestó algo extrañado.

—Pues deja que se queden, que miren.

—Te estás volviendo un poco pervertida, cariño — me enderezó sin dejar de follarme y me agarró los pechos, le besé girando la cabeza hasta que me hizo levantar los brazos para quitarme la camiseta, dejándome completamente desnuda, totalmente exhibida frente a sus súbditos que no perdían ojo. Me empujó para inclinarme y me dio un azote. Algo extraño me pasó, la excitación de follar siendo observada por extraños me dominó, necesitaba una mano para sujetarme en el murete pero con la otra me magreé los pechos mirando a los vampiros, saqué la lengua y me humedecí los dedos, luego me pellizqué los pezones para mostrarles lo duros y congestionados que los tenía. Quería que me miraran, quería gozar delante de ellos y que gozaran viéndome.

A Drakkar no se le escapó y empezó a follarme salvajemente, tuve que apoyarme con las dos manos para no caerme mientras me embestía con fuerza. En unos segundos me tenía punto de caramelo, alterné mi mirada entre los dos excitados vampiros, su entrepierna mostraba claramente que les gustaba el espectáculo. Cuando exploté en un feroz orgasmo no dejé de mirarlos ni un momento, les mostré mi cuerpo ardiente y mi rostro contraído con la boca abierta por el placer.

—Aaaaahhhhhhhh … Drakkar … Drakkar …

—Córrete, cariño, enséñales cómo te corres.

Me expuse ante ellos, vulnerable y entregada mientras el clímax conquistaba mi cuerpo, Drakkar seguía enterrándose en mi coño prolongando el momento. Cuando al fin dejé caer mi cabeza, salió de mí y me giró abrazándome contra él. Le apreté fuertemente disfrutando de su olor, de su duro cuerpo presionado contra el mío.

—¿Te ha gustado?

—Sí — dije cohibida bajando la mirada.

—No te avergüences, en cuanto terminemos les borraré los recuerdos y no sabrán lo que ha pasado.

—Más me vale, ha sido un momento de debilidad, provocas una lujuria en mí que no puedo controlar, no sé qué me haces pero me domina el deseo cuando estoy contigo y soy capaz de cualquier perversión — le abrazaba apretadamente sin mostrar el rostro, algo abochornada.

—¿Quieres otro momento de debilidad?  — levanté la cabeza, me sonreía mientras me acariciaba el trasero suavemente. Me volví para mirar a los vampiros, los caraduras hicieron ostensibles gestos afirmativos con la cabeza. Me reí a carcajadas y me volví a mi vampirito, le besé con pasión agarrándole del culo y apretándole contra mí. No tuve que decir nada, me agarró de los muslos y me hizo rodearle con mis piernas, saltó el muro con un ágil salto y se sentó en él. Me giró como quiso y acabé sentada en su regazo dándole la espalda.

—Enséñales ese dulce coñito tuyo, Megan, sé una chica mala para mí — sus caricias en mi cintura me estremecían. Obedecí sumisa y muy caliente y con una mano me separé los labios vaginales enseñando mi coño. Los vampiros sonrieron viéndome, no tenían una expresión procaz ni nada parecido, era más bien entre excitada y satisfecha.

—Métete los dedos, cariño, que lo vean bien.

Los vampiros se tocaban el paquete mientras me penetraba con dos dedos, la humedad escurría de mi coño goteando sobre las piernas de Drakkar. Me acarició las tetas y luego lamí sus dedos dentro de mi boca, me estaba calentando hasta niveles épicos.

—Diles de quién es tu coño, pequeña.

—Tuyo, mi coño es de Drakkar, es suyo — jadeé.

—Ahora déjame a mí, tu coño me pertenece y lo voy a demostrar.

—Sí… sí… hazme lo que quieras.

Agarrándome de los muslos me levantó y me dejó caer sobre su polla, clavándomela de un solo golpe, los dos mirones abrieron mucho los ojos cuando empezó a bombear en mi coño. Yo eché los brazos atrás agarrándole la cabeza mientras él acariciaba mi cuerpo. Drakkar me exhibía queriendo mostrar mi placer a sus súbditos. Seguía follándome sin acelerar demasiado para prolongarlo al máximo.

—¿Quieres vérsela? Diles que te la enseñen — me susurró al oído apretándome los pezones. Me escandalizó un poco pero el morbo fue más fuerte que yo.

—Quitaos los pantalones, quiero veros — ordené.

Los vampiros obedecieron prontamente, mostrando sus miembros erectos. Cuando uno de ellos empezó a masturbarse el otro le siguió. Allí estaba yo, follando con mi vampiro preferido delante de dos de sus subordinados que se pajeaban viéndome, y encima estaba cachonda como una perra, como una puta en celo.

—Más rápido, Drakkar, por favor.

Me ignoró y siguió con su pausado ritmo, yo estaba enfebrecida por la situación y contraía los glúteos intentando acelerar la follada sin resultado. El placer me llegaba en oleadas lentas y potentes, casi con la intensidad necesaria para correrme pero sin llegar al punto de ruptura.

El vampiro más atrevido se acercó a mí y con la mano libre me acarició una pierna, tuve que hacer un esfuerzo de concentración hercúleo para decirle :

—Se mira pero no se toca, apártate.

Retrocedió un paso y siguió pajeándose con ojos hambrientos.

—Cabrones — gemí —, más rápido, por favor — no sé a quién se lo decía, pero necesitaba correrme, exigía correrme ya. De mi coño manaba un auténtico manantial, mis manos habían abandonado a Drakkar para torturar mis tetas provocando corrientes eléctricas hasta mi coño. Estaba volviéndome loca de deseo insatisfecho, mi cerebro derretido, solo la imperiosa necesidad de alcanzar el clímax interesaba a mis neuronas.

—Diles que te gustan sus pollas, que te gusta que te vean — susurró el capullo de Drakkar.

—Sí, sí — balbuceé —, me gustan, adoro vuestras pollas, mirad cómo me folla vuestro Lord.

Mis manos se movían por mi cuerpo mientras mi coño recibía el tratamiento que Drakkar le daba, no podía apartar la mirada de los congestionados miembros de los felices vampiros. Ya solo me quedaba un pensamiento, quería que se corrieran y correrme yo con ellos.

—Diles lo que te hago.

—Sí, sí, Drakkar me está metiendo su preciosa polla en el coño, me está jodiendo viva, miradme, voy a correrme frente a vosotros.

El vampiro hacía exactamente lo que yo les decía, me estaba jodiendo a base de bien, el muy capullo me mantenía al filo del orgasmo sin dejarme llegar, tenía una resistencia digna de alabanza.

Afortunadamente para mi salud mental, Drakkar agotó su resistencia y cambió el ritmo para follarme a conciencia, en mi interior se estaba construyendo un orgasmo gigantesco que avanzaba rápidamente hacia su liberación. El vampiro puso sus manos bajo mi culo y me subió y bajó tan rápido como me la clavaba en el coño.

—Ahora, Megan, ahora — jadeó apresuradamente Drakkar.

Noté como me empotraba hasta el fondo y se descargaba en mi interior, eso liberó por fin mi orgasmo, que implosionó en mi interior, a la vez los dos vampiros lanzaron simultáneamente su semen. Oí que alguien gritaba y me costó discernir que era mi garganta la que rugía de placer.

—Aaaaaaaaahhhhhhhhgggghhhh … cabrones … cabrones … más … más …

Seguía recibiendo las descargas de Drakkar, inundaba mi interior y los otros dos rociaban la tierra que nos separaba. Los veía correrse mirándome gemir, viendo mi cara desfigurada por el clímax, exhibida sin pudor ni vergüenza.

—Aaaaaaaaaggghhhhhh … no puedo … no puedo más …

Todavía Drakkar expulsó dos chorros más en mi interior, acabé desmadejada sobre él, casi inconsciente, sufriendo pequeñas convulsiones de placer mientras mi cuerpo se recuperaba. Sentía escurrir su semilla por mis muslos. Pude ver entre mis párpados entreabiertos cómo los vampiros se vestían y se alejaban con expresión vacía. Drakkar salió de mi interior y mi coño hizo un pequeño “plop” y expulsó algo de semen. No podía moverme, el vampiro recogió algo del semen que brotaba de mi coño y lo metió en mi boca abierta, lo degusté y tragué, lo repitió varias veces.

Conseguí levantarme y dar unos pasos que me devolvieron la sensibilidad. No me atreví a mirar a Drakkar, una vez pasada la excitación me mortificaba lo que había hecho. Según se apagaba el placer y volvía a ser capaz de pensar, más horrible me parecía haberme dejado dominar tanto por la lujuria.

—¿Estás bien, Megan? — me agarró de los hombros por la espalda. Bajé la cabeza y no contesté —. No hay nada de lo que arrepentirse, yo lo he pasado muy bien y creo que tú también, sólo tú y yo sabemos lo que ha pasado, y ha sido fantástico. Que disfrutes del sexo no significa que no seas una persona íntegra y cabal — me estaba recordando a la charla que me echó Ana sobre el mismo tema —. Tienes mi respeto y mi admiración por tu trabajo diario con los clanes, también te respeto y admiro porque seas capaz de dejarte llevar y disfrutes de tu cuerpo, mucho más cuando tu cuerpo se une al mío, jajaja.

—Es que yo no soy así, jamás había hecho nada parecido hasta que vine a Rivertown — casi sollocé —, no me reconozco.

—Creo que esta eres tú realmente, una mujer fuerte que cumple con su responsabilidad y sabe disfrutar cuando tiene que hacerlo — me besó en el cuello haciéndome sentir mariposas —. Espera, voy al coche a por agua para lavarte.

Cuando volvió yo todavía no me había movido, me limpió amorosamente hasta que desaparecieron todos los restos de lo sucedido, luego me besó en los labios. El beso fue lo que me devolvió el ánimo, si él todavía quería besarme significaba que no había hecho nada malo, el amor que me transmitió sirvió para restaurarme, para devolverme la integridad. Correspondí al beso y me separé de él.

—Gracias, Drakkar, eres muy bueno conmigo.

—Gracias a ti, recuerda que eres la persona más fuerte y honesta que conozco.

Nos abrazamos y se vistió, yo metí mi ropa en la mochila, me apetecía estar sola y volver como tigresa me daría una rato de soledad. Decliné su oferta para acercarme a casa y le di un último beso y una sonrisa. Cambié a tigresa, esperé mientras me colocaba la mochila y salí corriendo en dirección a casa, a pesar de haberme perdonado a mí misma necesitaba estar con mi clan. Cuando llegué me duché y busqué a alguien durmiendo solo, me alegré al comprobar que Jim tenía sitio para mí. Me pegué a su espalda y le abracé, sin despertarse cubrió mi mano con la suya. Estaba en casa.

La mañana empezó muy bien, mis chicos practicando con los M16 destrozando balas de paja. Pete los aleccionaba mientras las briznas de paja saltaban y tronaban los disparos. Con la adrenalina a tope, los desayunos eran divertidos y ruidosos, se picaban unos con otros y se cambiaban pullas inofensivas. En cuanto terminamos salí con Tom y Edward al porche, quería probar la nueva cámara. Si funcionaba como esperábamos tendría vistas aéreas en tiempo real. Se la acoplamos a Tom una vez que cambió y le envié a recorrer el territorio de los clanes, esta mañana debía limitarse a un recorrido rápido que nos permitiera comprobar la definición y alcance del dispositivo. Edward y yo entramos en la sala de guerra y nos sentamos frente al ordenador a ver las imágenes recibidas. En cuanto conectamos con la cámara vimos nuestra propia casa desde las alturas, Tom dio un par de vueltas y se dirigió a la mansión de Drakkar, luego pasó por las casas de los demás clanes. Observamos como cada grupo entrenaba por su cuenta, practicando el tiro y los movimientos en formación. Me llamó la atención una cosa, en el territorio de las panteras había un grupo que no conocía recibiendo entrenamiento, debido a la altura de Tom no pude discernir quienes eran, así que salí a esperarle.

Cuando Tom aterrizó le hice volver al grupo desconocido. Esta vez voló más bajo y pude comprobar que era un grupo formado exclusivamente de panteras. Sira nos la había jugado, había enviado pocos miembros a integrarse en el ejército a cambio de formar su propio grupo con sabe Dios qué propósito. El enfrentamiento con ella que había estado rehuyendo era inevitable, esa misma noche en la reunión con los alfas tendríamos unas palabras.

Con la mala leche que se me había puesto, decidí ir con Phil a recorrer los clanes y comprobar el entrenamiento de los batallones. Si me quedaba en la sala de guerra estaría todo el día cocinando a fuego lento mi cabreo. Pasé la mañana hablando con los alfas y los sargentos que los comandaban, eludiendo encontrarme con Sira. Tenía la sensación de que el ataque era inminente y necesitábamos estar preparados.

La tarde la dediqué a revisar informes, hablé con Alicia para incorporar la cámara al ave que vigilara el norte, por donde era más probable que llegara el ataque. Tom y Lisa se encargaban de las guardias diurnas, y ella y Jonas de las nocturnas, al tener sus animales mejor capacidad por la noche. Después de hacer un resumen de nuestra situación para exponerlo después a los alfas, concluí que estábamos preparados. Teníamos suficiente armamento, el ejército estaba organizado y con capacidad de movimiento rápido, los puestos de vigía eran suficientes y bien situados, solo nos faltaba más tiempo para simular maniobras, cosa que quería empezar a hacer mañana.

Llamé a Jim y paseé con él esperando el anochecer, tenía que despejarme antes de que llegaran los alfas y Sira con ellos.

—Jim, quiero que hoy estés conmigo en la reunión.

—Pero alfa, nadie trae a su segundo, ¿crees que necesitas protección? — se detuvo y me respondió preocupado.

—No es mi protección la que me preocupa, Jim — continuamos andando —, Sira ha estado reservándose hombres y voy a echárselo en cara, te necesito para que me calmes si las cosas se calientan.

—Es una acusación muy seria, alfa.

—Lo sé, pero lo puedo demostrar, tengo todo grabado.

—¿Y qué vas a hacer con Sira? Deponerla del mando puede provocar que los panteras abandonen el ejército, ten en cuenta que los cambiaformas sólo nos debemos a nuestro clan y a nuestro alfa. La unidad que hemos conseguido es cuando menos endeble y gracias a que estamos bajo una amenaza muy seria, será difícil mantener el ejército íntegro y bajo tu mando si Sira es apartada.

—Lo sé, Jim. Por eso te quiero conmigo, si por mí fuera dejaría a Sira atada y amordazada hasta que el ataque hubiera pasado. Quiero que mandes a uno de los chicos a por el segundo de Sira, Norman. Que vayan a buscarlo en cuanto Sira esté aquí, usad las cámaras de vigilancia para que no se cruce con ella, no quiero que sepa que hablo con su segundo.

—¿Esperas su apoyo?

—No, pero quiero que conozca la situación y todas sus implicaciones. Si tiene sentido común quizá mitigue las malas decisiones de Sira.

Volvimos a casa cuando llegaban los alfas y Drakkar, me fijé en que Jim hablaba con Nala y ésta partía en coche. Me pareció buena elección, al ser mujer daría menos sensación de imposición a mi petición, y por su trabajo de enfermera era respetada por todos. En la sección de urgencias del hospital había salvado el culo a muchos de nosotros.

Sentados todos en la sala de guerra lo primero que hice fue mostrarles el video.

—Por si alguien no sabe lo que está viendo — Sira se removía nerviosa en su silla — este es el ejército privado de Sira, los hombres que no ha querido ofrecer para nuestro ejército común — dejé que calaran mis palabras, aguardé unos segundos y continué —. Las directrices de Ungoliant están claras : solo unidos saldremos victoriosos de la amenaza, cualquier desviación del plan y seremos destruidos. Así que, ¿qué coño te crees que estás haciendo? — me puse de pie y me incliné sobre la mesa enfrentando a la alfa pantera.

Sira me miró avergonzada, pero enseguida el odio llenó sus ojos y me contestó :

—No confío en ti, no dejaré en tus manos la protección de mi clan.

Salté la mesa y, con la cara a centímetros de la suya grité :

—Pero ¿qué más tengo que hacer, perra estúpida? Desde que vine aquí he trabajado por los clanes, por todos los clanes. Desempeño la ingrata labor de dirigir el ejército para que todos, y digo todos, estemos a salvo, y tú lo único que has hecho ha sido mandar a tus hombres para que agredan a los míos y me violen a mí, has ocultado efectivos mintiéndonos a todos y has creado tu propio ejército.

El miedo en su expresión se convirtió rápidamente en rencor.

—Rompiste las rodillas de tres de mis muchachos, ¿y ahora tengo que confiar en ti?

—Sí, claro que sí, ¡estás ciega de odio! Si no nos enfrentamos juntos nos eliminarán uno a uno, estúpida.

Sira levantó las manos y la agarré, quizá solo quería protegerse, pero reaccioné ante su posible agresión y asiéndola de los hombros la lancé contra el otro extremo de la habitación. Chocó con la pared con un ruido sordo cayendo desmadejada al suelo. Apenas noté cómo Jim me agarraba desde atrás y me inmovilizaba.

Todo el mundo se había levantado, John ayudaba a Sira a levantarse y Bull y Drakkar se interponían entre nosotras. Jim me pedía calma sin soltarme, conseguí controlar mi furia y me senté en mi sitio. No había estado bien, había acabado haciendo justo lo que quería evitar. Agradecí a Jim su ayuda y le pedí que saliera. Esperé a que el resto volviera a sus asientos respirando profundamente, expulsando los restos de rabia que me quedaban.

—Me disculpo con todos vosotros — dije cuando se sentaron, Sira se quedó de pie mirándome enfurecida —, no debí reaccionar así.

—No — intervino John mirándome con tristeza —, has reaccionado exageradamente, contrólate y no vuelvas a repetirlo. Pero tenemos que solucionar el problema. Sira, siéntate por favor.

—Me quedaré de pie — dijo empecinada.

—Bien — suspiró —, Megan ha reaccionado mal, pero tú has incumplido nuestro acuerdo, te has reservado hombres que deberían estar en el ejército, espero que los aportes como hemos hecho todos los demás — la actitud de John no dejaba lugar a duda, se tomaría muy mal el rechazo de Sira, tanto Bull como Drakkar le apoyaban con sus gestos.

—De acuerdo — transigió Sira, todavía de pie —, os daré a mis hombres, pero espero que mi clan sea protegido igual que los demás.

—Lo será, eso no debería preocuparte.

Sira cedió y se sentó, necesitaba comunicar algunas cosas y quería a todos atentos.

—Ayer os entregué los planes de batalla, ¿alguien quiere comentar alguno?

—Los he repasado y creo que están bien — dijo Drakkar —, habéis hecho un buen trabajo —. Le sonreí agradeciendo su apoyo.

—El mérito es del teniente Richard — miré a John ya que era uno de los suyos —, son planes factibles y relativamente sencillos. Me gustaría que a partir de mañana dediquéis el tiempo de instrucción a la movilidad, deberías desplazar los batallones a los puntos que indican los planes, debemos conseguir un tiempo de respuesta mínimo al colocar nuestros efectivos. Esta noche os mandaré los ejercicios que quiero que se hagan mañana — habíamos reunido los vehículos más rápidos y con más capacidad de los que teníamos y los usaríamos para mover a los hombres de un punto a otro.

Discutimos un par de puntos más y terminamos la reunión, Sira salió disparada. Los otros alfas se despidieron tranquilamente. No dijeron nada, pero por la forma respetuosa en que me trataron no parecía haberles parecido mal mi ataque a la alfa de los panteras, algo comprensible ya que eran sus manadas, además de la mía, las que estaban en riesgo.

En cuanto entré en casa después de despedirlos Nala me llevó a su habitación, allí me esperaba Norman. El segundo de Sira era un hombre apuesto de mediana edad, casado y con hijos.

—¿Qué hago aquí, alfa? — me espetó nada más entrar —. No creo que tengamos nada de qué hablar, si tiene algún problema debe hablarlo con mi alfa, no conmigo — a pesar de la aspereza de sus palabras su expresión era tranquila y amable.

—No quiero que me soluciones nada, Norman, solo quiero explicarte unas cosas, siéntate, por favor.

Norman dio la vuelta a la silla del escritorio y se sentó, yo usé el borde de la cama. Le conté por encima todo la que pasaba, desde la aparición de Ungoliant hasta el descubrimiento de su ejército secreto. Le recalqué la importancia de mantener la unidad y le di unos minutos para que asimilara todo lo dicho. En su cara se reflejó interés, luego vergüenza y finalmente se tornó inexpresivo.

—Agradezco que me cuente todo esto, pero sigo sin saber qué hago aquí. ¿Qué espera de mí?

—Nada, no voy a pedirte nada, entiendo perfectamente tu situación — si le pedía algo contra su alfa lo más normal es que se negara rotundamente y perdería cualquier comprensión por su parte —. Sólo quería que estuvieras informado, quería recalcarte la importancia de la situación en la que estamos y que comprendieras en profundidad la importancia de nuestros actos en los próximos días.

—¿No va a pedirme nada? — preguntó incrédulo.

—No, pero ahora ya sabes todo. Te agradezco mucho que hayas venido — Norman estuvo un rato pensando sin levantarse de la silla, finalmente me estrechó la mano.

—Gracias, alfa. Creo que está haciendo un buen trabajo.

Se marchó rápidamente sin decir una palabra más, la semilla estaba plantada y esperaba que, en caso de ser necesario, actuara con sentido común.

Repasé por última vez los ejercicios de transporte de tropas que quería que se hicieran por la mañana y se los envié a los comandantes, con eso di por terminado el día y me fui a acostar. Jim me siguió a la habitación interesándose por cómo había terminado la reunión, le expliqué todo, incluida la conversación con Norman.

—No deberías confiar mucho en él, nunca traicionará a Sira . me dijo.

—No espero eso, pero quizá influya en sus órdenes o incluso tome algunas decisiones por su cuenta, parece una persona sensata.

Estaba deseando meterme en la cama, pero Jim no parecía tener ganas de marcharse, adivinando sus intenciones me desnudé y le pregunté sonriendo :

—¿Quieres acompañarme esta noche?

Se le iluminó la cara y se quitó la ropa. Hicimos el amor dulce y largamente. Saciada, me quedé dormida encima de él, sobre su cuerpo cálido y acogedor.

La mañana siguiente la dediqué a comprobar los ejercicios que había ordenado, me fui con Eve, Charlie y Edward a elegir las mejores rutas para el desplazamiento de sus pequeños escuadrones. Confirmé también que los integrantes del ejército de los panteras habían sido distribuidos entre los demás, cosa que me tranquilizó. El día pasó rápido entre comunicaciones con los comandantes, dar órdenes a mis propias tropas y confirmar con los vigías que estaban en sus puestos.

Los vigías fueron al final los protagonistas, más concretamente Tom. Me avisaron en la sala de guerra y salí corriendo al porche. Tom respiraba afanosamente con las manos en las rodillas, en cuanto me vio dijo entrecortadamente :

—Ya vienen — se detuvo para respirar —, doce autobuses con las ventanas oscurecidas están a unas dos horas, vienen por el camino de Hollysville.

Volví corriendo a la sala de guerra y desplegué los mapas y los planes de batalla, Jim, Phil y Tom me siguieron.

—Plan de batalla tres — sentencié —. Comunicádselo a los comandantes —. Salí al salón donde estaban algunos de los chicos —. Eve, Charlie, Edward, ya sabéis lo que tenéis que hacer —. Los tres salieron mientras llamaban por el móvil al resto de su escuadrón, se reunirían en puntos prefijados.

—Lisa, llevarás la cámara, no pierdas de vista al enemigo. Cuando oscurezca se la pasarás a Jonas —. La vista de búho de Jonas sería mejor por la noche que la de halcón de Lisa.

Llamé a Richard para que se reuniera conmigo, necesitaría su ayuda. En la sala de guerra estaría yo acompañada por Phil, Jim y Richard.

La guerra había comenzado.