La guardiana 10

Megan prueba la dominación. ¿Será dominante o dominada?

Esa noche nos reunimos en la mansión de Drakkar, los cuatro alfas y el vampiro nos sentamos alrededor de una mesa ovalada en un sala de reuniones de aspecto profesional. Equipo informático ocupaba una de las paredes. John, como alfa más antiguo tomó la palabra.

—Hoy tenemos que decidir qué hacer con la información proporcionada por Ungoliant, antes de nada, Drakkar, sería bueno que te pusiéramos al tanto.

Bull explicó cómo había obtenido los datos sobre Ungoliant y yo detallé la información que me había dado. Me callé la transformación de mi núcleo como cambiaformas. Ahora poseía un enorme núcleo, el de mi bestia y el de mi parte vampírica se habían fusionado, pero no creí necesario explicarlo.

—Bien — prosiguió John —, creo que la decisión que tenemos que tomar es si seguimos las instrucciones que Ungoliant dio a Megan. ¿Creamos un ejército común y nos preparamos para la batalla o ignoramos el posible peligro?

—Nunca en toda la historia los cambiaformas se han unido para la guerra, y menos con los vampiros — refunfuñó Sira.

—No, pero la aparición de la araña es significativa — aportó Bull —, si se ha aparecido es porque algo muy importante va a suceder, no deberíamos ignorar eso.

Estuvimos un buen rato discutiendo, la mayoría de las objeciones venían de Sira, estoy segura de que si ella pudiera dirigir el ejército desparecerían todas de un plumazo.

—Creo que puedo aportar algo — intervino Drakkar —, el acuerdo es difícil, en milenios nunca se ha hecho nada igual, quizá lo mejor sería conseguir más información, sabemos que la amenaza viene del norte, podría ser Canadá o algún estado al norte de Nueva York. Mi opinión es que deberíamos conseguir información de los clanes al norte. Yo puedo enviar vampiros que, discretamente, averigüen si algo está ocurriendo entre nuestra especie, vosotros deberíais hacer lo mismo, infiltrar miembros de vuestras manadas en los clanes y que recaben toda la información posible. Luego, con más conocimiento, podremos tomar una decisión más sólida y mejor fundada. Si hemos de tener un ejército todos los clanes deben estar completamente comprometidos.

Valoramos entre todos la propuesta y nos pareció que era lo mejor.

—Bien, pues mandad hombres, toda la información que os envíen — dije yo —, me la remitís. Yo la canalizaré y os enviaré informes completos con frecuencia.

—Boston — dijo Drakkar —, en Boston ha habido disturbios entre los vampiros, podría ser de donde venga el peligro.

Con el acuerdo de volver a reunirnos cuando tuviéramos más información dimos por terminado el cónclave. Los alfas se marcharon y yo me demoré para despedirme de mi vampiro.

—Te queda bien el pelo — me lo había cortado estilo pixie con el flequillo hacia arriba —, me gusta mucho.

—Gracias, y me he ahorrado el tinte, jajaja — le dije dándole un pequeño abrazo.

—No bromees con eso, ¿cambió algo más en ti la araña o sólo fue el pelo?

—Mis dos partes se han fusionado, mi núcleo ahora es mayor.

—¿Has probado si tienes poderes vampíricos completos?

—No, lo cierto es que no.

—Pues deberías, prueba tu velocidad y tu fuerza, también intenta dar una orden a alguien usando tu poder mental. Sé sutil, si no puedes causar daños.

—Eso ya lo estoy haciendo, llevo un rato intentando que me beses.

Drakkar sonrió y me tomó entre sus brazos, me miró a los ojos un larguísimo instante y me besó. Sus suaves labios rozaron los míos, mi corazón pegó un brinco y abrí la boca ligeramente para recibirle. Mis rodillas ya temblaban cuando su lengua acarició la mía. Tras un larguísimo beso que se me hizo muy corto, se separó.

—No sabes lo que lamento tener que dejarte, pero tengo compromisos que no puedo aplazar — se rio cuando hice un puchero —, te compensaré pronto, cariño.

—Eso espero, vampirito — le susurré al oído.

Conducía camino de casa cuando cambié de opinión, di un volantazo y haciendo un giro de ciento ochenta grados me dirigí al pueblo. Me senté en una terraza y esperé al camarero, que estaba atendiendo otra mesa. Me concentré en él e intenté poner en su mente la idea de que me tenía que atender en ese mismo instante. No dejó de sorprenderme gratamente que dejara a los clientes a medias y viniera a preguntarme qué quería tomar. Mientras esperaba el café hice que una pareja de novios se besara, que un anciano que tomaba tranquilamente té junto a mí se levantara y se sacudiera de los pantalones unas migas inexistentes y que unos gemelos que correteaban entre las mesas se sentaran con sus padres tranquilamente. ¡Guau! Sería una niñera fantástica. Como me parecía intrusivo lo que estaba haciendo decidí parar. Ya conocía mis posibilidades, cuando llegara a casa comprobaría si físicamente era superior. Tendría que hablar con Drakkar y sonsacarle qué más habilidades tenía un vampiro. Me fui canturreando para casa contenta de tener nuevos poderes, ¿podría “sugerir” a alguien que me lavara el coche? Jajaja.

Por el camino recibí la llamada de Tom, había venido a Rivertown una conocida suya y quería unirse a nosotros. Me explicó que era una mujer—halcón y la había conocido en Nueva York hace unos años. Había perdido a su padre y le apetecía cambiar de aires.

Aparqué el coche y decidí ir hasta la puerta de casa lo más rápido posible, eran unos treinta metros y probaría si tenía velocidad vampírica. Me desplacé a toda prisa y, efectivamente, la tenía. Tanta que me choqué con la puerta, me aparté tanteándome la nariz y comprobando que no había dejado marcada mi cara en la dura madera. Me había movido tan rápido que no me dio tiempo a frenar. Entré palpándome la dolorida nariz y me encontré a la nueva.

—Hola alfa, soy Lisa — me dijo una bonita muchacha pelirroja extrañada por mi entrada, me estrechó la mano y se quedó esperando —.

—Hola Lisa, encantada. Ya he hablado con Tom, me dice que querías cambiar de aires y por eso has venido a Rivertown.

—Sí, así es, alfa.

—¿Por qué a Rivertown?

—Necesitaba un cambio de aires, alfa.

—Dime la verdad o sal por la puerta ahora mismo — no dudaba que quisiera cambiar de aires, pero seguro que la razón principal no era esa.

—Esa es la verdad.

Me la quedé mirando hasta que cedió, suspirando me dijo :

—Para los halcones no es fácil vivir en clanes, como somos pocos se nos presiona para que nos emparejemos enseguida y tengamos hijos — mantenía la vista baja, un rubor se extendía por su rostro resaltando sus lindas pecas —, cuando murió mi padre mi clan se volvió muy … impaciente. Oí que en Rivertown el grupo de los sinclan se había convertido en una manada con todos los derechos y decidí venir. ¿Puedo quedarme, alfa? Por favor.

La pequeña pelirroja me miraba esperanzada, las costumbres de los cambiaformas no eran fáciles de sobrellevar algunas veces, pero si la admitía corría el riesgo de que todos los que estuvieran a disgusto en su clan vinieran a refugiarse en el nuestro.

—Puedes quedarte con nosotros — le dije —, pero estarás un mes a prueba. Si te integras en la manada y te conviertes en una más de nosotros, en treinta días serás miembro del clan.

—Gracias, alfa, muchas gracias — me daban ganas de abrazarla al ver su rostro iluminado de alegría.

—Jonas — le hice un gesto para que viniera, estaba dando vueltas por allí haciéndose el distraído y sin perderse una palabra de nuestra conversación —, enseña a Lisa una de las habitaciones vacías, por favor, y explícale un poco nuestras costumbres.

—Claro, alfa, será un placer — de eso estaba segura, la pequeña Lisa era de la misma edad que Jonas y además era muy bonita.

Pasaron varios días sin sobresaltos, empezaban a llegar correos de nuestros enviados a otros clanes, ya se habían infiltrado y, si había suerte, recabarían información interesante. Yo pasaba los días investigando en internet, si tenía que dirigir un pequeño ejército debería saber algo de tácticas y logística. Después de varios días concluí que necesitaba ayuda, necesitaba que un soldado profesional me asesorara. Podía buscar un exmilitar o un mercenario, pero tenía que ser cambiaformas. Cuando el consejo se pusiera de acuerdo en crear el ejército sería lo primero que solicitara, quizá hubiera un soldado jubilado en alguno de los clanes, si no habría que contratarlo.

Ted, el hombre—puma, había conseguido trabajo en una empresa de artes gráficas, como no tenía coche cada día le recogíamos alguno. Estaba esperándole apoyada en el coche, cuando aparecieron tres panteras por la acera, no dieron señales de reconocerme hasta que estuvieron justo a mi lado, se detuvieron al verme y me rodearon invadiendo mi espacio. Estaba claro que querían amedrentarme, me empecé a preocupar cuando dos de ellos se pusieron disimuladamente unos puños americanos.

—Vaya, vaya, si es la putita del vampiro jefe, ¿qué haces aquí tan sola?  — qué original, los miré fijamente a los ojos sin contestarles, rehuyeron mi mirada pero no retrocedieron.

—¿Quieres saber lo que es una buena polla de verdad? — unos poetas, vamos —, aquí tienes tres, verás cómo disfrutas y al final pides más.

—¿Estáis seguros de esto, chavalines?

Cuando uno de ellos me agarró el brazo no me contuve, tenía que dar una lección que no olvidaran, hacer llegar un mensaje a Sira, su alfa, alto y claro. Al que me tenía agarrada del brazo se lo rompí con un solo golpe, los otros dos intentaron darme puñetazos, que esquivé. Conseguí desplazarme un par de metros para tener más espacio, los panteras creyendo que mi intención era huir, me atacaron precipitadamente. Caí de rodillas y con dos puñetazos simultáneos les rompí una rodilla a cada uno, la adrenalina había activado mi parte vampírica y me movía a velocidad vertiginosa, observándoles a ellos como a cámara lenta. Me acerqué al del brazo roto, se lo sujetaba contra el cuerpo retrocediendo despacio, con una patada frontal le mandé a comer cemento con otra rodilla rota. En ese momento salió Ted por la puerta, se puso en posición de lucha al ver el panorama hasta que frotándome los doloridos nudillos tranquilamente le dije :

—Hola Ted, ¿qué tal el día?

Me subí al coche y él me siguió sonriendo, observando a los panteras que se retorcían y gemían de dolor en el suelo.

—¿No recogen la basura en esta ciudad, alfa? — me preguntó en voz alta.

—Alguien vendrá y se llevará la carroña.

Conduje hasta casa con Ted extrañamente contento a mi lado, me contó cosas de su nuevo trabajo y sus compañeros, le estaba yendo bien. En casa las cosas estaban tranquilas, yo respiraba aliviada cada vez que llegaba, saber que esperábamos un ataque me tenía en vilo, temiendo que se produjera antes de estar preparados. Cené con los chicos y me acosté pronto, ya no usaba pijama, desde que Ungoliant me cambió no tenía ni frio ni calor, supongo que igual que los vampiros. Me pitó el móvil y me levanté al ordenador para leer dos correos que habían entrado. Eran de nuestros espías, todo seguía bien y sin novedad. Estaba todavía sentada desnuda al ordenador cuando Ana entró en mi habitación y dejó una bolsa junto a la puerta. Se sentó sobre sus pies con la piernas abiertas y la cabeza baja, puso sus manos hacia arriba sobre sus muslos y se quedó quieta.

—¿Qué haces, Ana?

—Lo que mi ama quiera.

—Pero ¿qué dices?

—No diré nada sin su permiso, ama.

Por fin caí en lo que pasaba. Cuando Ana y yo hablamos sobre mi posible naturaleza sumisa se había ofrecido para mostrarme la otra perspectiva, así que allí estaba esperando que yo fuera dominante con ella. Me puse algo nerviosa, abrí la boca para decirle que lo dejara, que no era necesario pero la volví a cerrar. La observé despacio, Ana era la chica más guapa del clan y tenía un cuerpo estupendo. Me convenció su actitud sumisa y relajada.

—Desnúdate.

Ana sonrió levemente y se levantó, se desnudó sensualmente frente a mí y volvió a sentarse como antes, estaba preciosa, algo sonrojada y con su bonito cuerpo expuesto, sus hombros hacia atrás resaltaban sus pechos. Vi un brillo entre sus piernas.

—¿Estás mojada?

—Sí, ama, preparada para ti.

Hablaba sin levantar la mirada del suelo, mostrando un sometimiento que no la conocía. Ana era apasionada y vivaz en la cama, pero verla allí deseando complacerme me produjo una gran ternura y excitación. Caminé lentamente hasta ella meneando las caderas, cuando estuve a su lado la agarré del pelo para que levantara la cara y la besé profundamente, fue un beso corto pero apasionado que nos encendió a las dos.

—No me llames ama, soy Megan

—Sí, Megan, lo que tú ordenes.

Me senté en el borde de la cama y abrí las piernas, observé un rato más a la preciosa mujer planeando lo que haría con ella y anticipando el placer que me daría.

—Ven aquí, a cuatro patas.

Ana acudió moviendo exageradamente el culo al andar, yo contuve la risa sin dejar de mirarla, me estaba excitando mucho la situación.

—Seguro que estás sedienta, Ana. Bebe de mí — la agarré del pelo con las dos manos y la apreté contra mi pubis.

Con la cabeza entre mis piernas empezó a comerme el coño. A mi excitación se le sumó su magnífica lengua para volverme loca de placer. Ana lamía como la gata que era, con movimientos largos y profundos de su lengua, de mi coñito manaba humedad que rápidamente chupaba y tragaba. Me encendía ver que Ana mantenía sumisamente las manos en la espalda mientras su lengua no dejaba de trabajar. Durante mucho rato me dio placer, ronroneando sin dejar de lamerme, yo la apretaba contra mí para que no parase, no la iba a permitir detenerse hasta que me hubiera corrido, cosa que no tardó en ocurrir.

—Me corro gatita, sigue chupando, me corroooooooooo.

Ana metía y sacaba su lengua de mi agujerito mientras mis piernas temblaban y mi coño palpitaba, yo la presionaba más fuerte, notando toda su cara contra mi sexo, intentando prolongar el placer. Al final caí temblando en la cama, había sido fabuloso. Al rato levanté la cabeza buscando a Ana, seguía sentada en el suelo en la misma postura. Me arrastré por la cama hasta tumbarme en el centro y la ordené :

—Lámeme entera, gatita bonita.

Ana obedeció y me lamió todo el cuerpo, dedicó más tiempo a mis tetas pero no dejó nada sin lamer. Yo disfrutaba lánguidamente de sus atenciones. Cuando terminó me di la vuelta para que siguiera por mi espalda. A los pocos minutos levanté las caderas y pedí :

—Ahora mi culito, gatita, lámelo bien.

Había descubierto que me encantaba tener una lengua jugando en mi agujerito posterior, Ana se esmeró y me hizo gemir enseguida, en cuanto me oyó redobló sus esfuerzos y me metió la lengua. Deslicé una mano hasta mi clítoris queriendo acelerar mi orgasmo, me ponía muy cachonda que Ana cumpliera todas mis órdenes y necesitaba correrme otra vez. Mis dedos y su lengua hicieron el trabajo y me corrí entre gemidos y jadeos. Fue fantástico. Descansé en la cama notando que Ana se iba. Cuando me recuperé la vi sentada en el suelo junto a la cama, no podía verlo pero tenía algo entre las manos. Miré hacia la puerta y la bolsa que había dejado al entrar ya no estaba. La miré inquisitivamente y, levantando las manos como si yo fuera el Rey Arturo y me ofreciera Excalibur, me mostró lo que tenía. Me tendía como una ofrenda un consolador sujeto a un arnés. Los había visto en internet, claro, pero nunca había tenido uno.

—Mi ama Megan, si os complace podríais follaros a vuestra esclava.

En cuanto terminó de hablar bajó la mirada y esperó mi decisión soberana. Mi cuerpo se había relajado tras los dos orgasmos, pero se volvió a encender instantáneamente. Me bajé de la cama y, a su lado, la ordené ponérmelo.

—Ahora chúpame la polla, gatita.

Ana no tuvo remilgos y rápidamente me hizo una mamada, yo no sentía placer, claro, pero verla de rodillas a mis pies, lamiendo con tanta pasión me excitaba sobremanera.

—Ven, apoya las manos en la pared y abre las piernas — la agarré del brazo y la llevé a una zona despejada de la pared, se puso como si fuera a cachearla y le metí dos dedos en el coño para comprobar su lubricación. Estaba chorreando. Coloqué la punta del consolador en su coñito y le pregunté :

—¿Quieres que te folle? — la di un azote. Ana respingó.

—Sí, Megan.

—Pues suplícalo, convénceme.

—Por favor Megan, fóllame, tu esclava lo está deseando, seré tuya para siempre si me follas, utilízame …

Interrumpí sus palabras clavándole el consolador hasta el fondo, Ana gritó y lo dejé unos segundos, lo saqué y lo volví a meter violentamente, obtuve otro gritito, me costó un rato mover las caderas correctamente, claro que era la primera vez que penetraba a alguien. Impuse un ritmo cómodo, haciendo penetraciones profundas, Ana estaba muy excitada porque enseguida pareció derretirse, jadeando sin moverse. Yo la follaba cada vez con más ganas, la estaba volviendo loca de placer. Ahora entendía mejor a los hombres, la tenía firmemente agarrada de las caderas y la taladraba sin compasión, me sentía poderosa, me sentía su dueña, de ella y de su placer. Era algo parecido a hacer una felación, yo tenía el control y lo disfrutaba enormemente, claro que más lo disfrutaba Ana. Gemía a gritos, sin darme cuenta había acelerado mis embestidas y estaba a punto de correrse. Subí una mano para llegar a su pecho y retorcí su pezón entre el pulgar y el índice. Se corrió gritando, moviendo su culito hacia mí para clavarse más dentro el consolador. Su cabeza cayó colgando sobre su pecho mientras seguía follándola, ahora más despacio. Desalojé finalmente su coño besando sus hombros y la giré para tenerla de frente. Admiré su bella cara sudorosa y satisfecha, dejándome llevar por un impulso la lamí entera, pasaba mi lengua por toda su cara, limpiando su sudor. Ella permanecía extasiada con los ojos cerrados.

—Saca esa lengua de gatita — se la lamí también, jugué con ella, la mordisqueé y chupé su saliva.

—Ven — ordené. La llevé junto a la cama y la hice arrodillarse, la empujé la espalda hasta que quedó a cuatro patas en el suelo con la cabeza apoyada en el colchón.

—Voy a follarte otra vez, gatita.

Ana gimió bajito solo de escucharme, de su coño goteaban fluidos, restos de su orgasmo, la metí despacito el consolador hasta casi el fondo e impuse un ritmo lento pero sin detenerme, manteniéndola excitada. Durante mucho rato la follé sosegadamente, Ana movía el culo acoplándose a mi ritmo, manteniendo las sensaciones. Yo me inclinaba para acariciarle las tetas, que se balanceaban adelante y atrás, le rozaba los pezones con los dedos suavemente, no quería que se corriera todavía. Quería sentirme más poderosa, más dominante, para ello la agarré del pelo y tiré haciendo que apoyara su espalda en mi pecho, me levanté agarrándola por los muslos para no salirme de ella y la llevé frente al espejo de cuerpo entero que había al lado del armario. Allí le abrí las piernas y volví a bombear en su coño, con mi nueva fuerza no me costaba esfuerzo subir y bajar su cuerpo sobre el arnés, veía a Ana que, con las pierna abiertas y sudorosa, gemía mientras la follaba. Su cara brillante por el sudor y con algo de saliva cayendo de su boca abierta era preciosa, nunca la había visto tan guapa, sus tetas subían y bajaban al ritmo de la follada mientras sus brazos colgaban sin fuerzas a sus costados. Veía perfectamente, reflejado en el espejo, cómo el consolador asolaba su coño, entrando y saliendo sin piedad. Aceleré el ritmo y la dije :

—¿Te gusta gatita? ¿Te gusta ser mi juguete? — Ana se limitaba a asentir con la cabeza —. Quiero que me lo digas, esclava. Quiero que te corras y me digas lo que soy yo y lo que eres tú. Me harás muy feliz si me lo dices, mi gatita.

Ana hizo unos ruidos incomprensibles y abandonó su cabeza sobre mi hombro, agotada. Redoblé la follada buscando que se corriera, penetrándola a un ritmo rapidísimo. Manejaba su cuerpo a mi antojo, hacía con ella lo que quería, yo no recibía placer pero ver a esa mujer fuerte y hermosa completamente en mis manos me enardecía. El cuerpo de Ana se sonrosó por entero y empezó a temblar, seguí follándola hasta que un chorro de líquido manó de su coño y se corrió como un animalito en mis manos arqueando el cuerpo.

—Me estoy corriendo Megan … aaaahhhhhhhgggg … estás haciendo que tu esclava se corra como nunca … eres mi ama, mi dueña … aaaaaaaahhhh … mi amor … soy tuya, tu gata … soy tuya para siempre aaaahhhhhhhh … te quieroooooo.

Me apiadé de ella y reduje poco a poco el ritmo hasta sacer el consolador. Sin soltarla en ningún momento la deposité suavemente en la cama, me quité el arnés y me tumbé junto a ella, cara a cara. Observé cómo paulatinamente su respiración se normalizaba y su pecho dejaba de agitarse buscando aire. Me sonrió exhausta y la atraje para abrazarla. La mantuve abrazada mucho rato en silencio, creí que se había dormido cuando me dijo :

—Eres una bestia.

—¿Te he hecho daño? — me saltó el corazón pensando que podía haberla herido.

—Es el polvo más increíble que me han echado nunca, ni en mis más extravagantes fantasías pensé que me podías follar como lo has hecho.

—Entonces, ¿te ha gustado? — Ana se separó para mirarme a los ojos, estaba sudorosa y cansada pero muy hermosa.

—Ha sido alucinante, me has tratado como a un juguete y me has dado dos orgasmos de antología, y eres muy fuerte, me has movido como si no pesara nada. ¿A ti te ha gustado que fuera tu sumisa?

—Sí, he disfrutado mucho, pero creo que la dominación no es lo mío. Aunque lo he pasado fenomenal y me he puesto muy cachonda, creo que me gustan más las relaciones de igualdad.

—Vale, pero si alguna vez quieres repetir ya sabes que estoy a tu disposición, seré tu esclava para que juegues conmigo, jajaja.

—Me lo apunto, puede que alguna vez quiera repetir, ahora no sabría decirte. Pero sí te puedo decir una cosa.

—¿El qué, Megan?

—Que yo también te quiero,

Las dos sonreímos como idiotas y nos abrazamos, Ana llevó su mano a mi coño y me masturbó suavemente.

—Quiero abrazarte mientras te corres, ¿me dejas? — la sonreí sin contestar y me adherí a su cuerpo. Nos quedamos dormidas las dos después de que me corriera dulcemente en sus brazos.

Cuando me levanté la mañana siguiente tenía un correo de Drakkar, informaba que sus enviados a Boston sospechaban de una alianza entre los vampiros renegados de allí y los hombres—lobo. Solicité a los demás alfas que informaran a sus hombres en la zona y profundizaran en el tema. Era el primer progreso en nuestra investigación. Si confirmaban la alianza era muy posible que de ahí viniera el peligro.

Tres días después seguíamos recibiendo informes, todo estaba normal, pero de Boston nada. Ningún mensaje en tres días. Preocupada, consulté con Drakkar y los alfas y lo confirmaron. Todas las comunicaciones se habían interrumpido, acordamos esperar dos días más antes de enviar más gente a investigar.

Esos dos días de espera fueron tensos, me carcomía estar sin hacer nada esperando que pasara algo. Tenía la sensación de que el ataque era inminente y estaba obligada por el consejo a esperar. Insistí en la investigación sobre la guerra de guerrillas para matar el tiempo. Los chicos me veían tensa e irritable, quizá por eso me propusieron salir de caza. Me pareció buena idea y salimos varios, cambiamos a nuestra forma animal y corrimos a la espesura más cercana. Conmigo venían Edward, transformado en León, y Dani y Charlie en forma de puma. En realidad no cazamos, los chicos se lanzaron sobre mí en cuanto estuvimos resguardados por los árboles. Jugaban a atacarme de uno en uno o los tres a la vez, yo me defendía sin sacar las garras, marcándoles con los colmillos, fue un rato muy divertido. Me di cuenta que, a la par que como mujer era más fuerte y rápida que antes, también como tigresa había mejorado, mi velocidad se había incrementado mucho y mis reflejos eran instantáneos, casi como si presintiera el peligro. Me sorprendí cuando vi una serpiente, pero enseguida la reconocí como Eve, que había venido a buscarnos, esperé a que cambiara pero lo que hizo fue subir por una de mis patas y rodear mi cuello con su largo cuerpo, me moví y comprobé que estaba bien sujeta, así que corrí por los alrededores con ella como collar. Su cabeza estaba junto a mi oreja, que acariciaba con su lengua. Me hubiera reído si hubiera podido, me hacía cosquillas. Volvimos a casa correteando sin dejar de jugar, cuando paramos junto al porche Eve se colocó sobre mi cabeza y saludó con un siseo, luego se deslizó al suelo y se transformó, me besó el hocico y yo la hice saltar entre risas cuando la lamí el trasero. Cuando salimos de la ducha estaba de mucho mejor humor. Esa noche compartí la cama con Eve, hicimos el amor dulcemente y me quedé felizmente dormida.

A las cuatro de la mañana me despertó el móvil, Drakkar nos convocaba a los alfas en su mansión, tenía noticias urgentes. Eve me acompañó y estuvimos allí en menos de veinte minutos. Pasé a la sala donde ya nos habíamos reunido otras veces mientras Eve esperaba en el jardín.

—Hola Lord Drakkar — utilicé su título porque estaba acompañado, un vampiro alto y muy delgado con rastros de heridas y quemaduras que ya empezaban a sanar.

—Hola, alfa, este es Benjamín. Benjamín era uno de mis espías en Boston, ha llegado hace una hora con noticias, pero prefiero esperar a los otros alfas y así nos las cuenta a todos.

—Claro, ¿cómo estás?

—Bien, pero las noticias no son buenas, estoy preocupado — se interrumpió cuando llegaron los tres alfas que faltaban, nos saludaron brevemente y tomamos todos asiento.

—Creo que debéis escuchar A Benjamín, trae noticias — directo al grano, sí que debía estar preocupado. Los alfas esperaron en silencio.

—Primero os diré lo que hemos descubierto, al parecer los hombre—lobo y los vampiros renegados de la zona de Boston han hecho una alianza, se ayudarán unos a otros para conseguir sus objetivos.

—¿Cuáles son esos objetivos? — preguntó Sira.

—Se lo estoy explicando, alfa. Los vampiros quieren derrocar al lord de Boston y los hombres—lobo ocupar nuestra zona. Han prometido tierras para cada uno de los cambiaformas que se les unan — eso era cuando menos peculiar. Los cambiaformas no poseían tierras, la tierra era del clan, salvo que uno particularmente comprara un terreno para él mismo, si el terreno era más grande de lo necesario para una familia estaba mal visto —. Pudimos averiguar sus planes antes de que nos detectaran y atacaran. Saben que lord Drakkar es aliado del lord de Boston, por lo que planean atacar y exterminar a todos los vampiros y cambiaformas de nuestro territorio.

Nos quedamos todos en un silencio petrificado. Estábamos en guerra.

—¿Qué otros clanes les apoyan? — pregunté.

—Por lo que pudimos descubrir ningún otro, pero muchos miembros ignorarán las directrices de sus alfas y se unirán a ellos.

—Explica cómo os atacaron, Benjamín — pidió Drakkar.

—Fue al atardecer, nos habíamos reunido todos los espías para enviar la información y regresar esa misma noche, pero de alguna manera nos descubrieron. Sólo yo pude huir, tuve que correr quedando luz todavía, tapado con una manta, estuve toda la noche corriendo. Luego me oculté durante el día y volví a correr por la noche. He tardado cinco días en llegar.

—¿Algo más que añadir?

—No, sólo decir que están muy determinados a atacarnos y saben que pude escapar. Supondrán que os he contado todo y no creo que demoren el ataque.

—Gracias, ahora ve a descansar, has hecho un buen trabajo, Benjamín — Drakkar despidió a su subordinado y, cuando salió, se dirigió a nosotros.

—Creo que la información es concluyente. Debemos prepararnos para la guerra.

—Debemos organizar un ejército — dijo Bull —, parece evidente que el aviso de Ungoliant era certero.

—Sí, pero ¿quién lo dirigirá? — añadió Sira.

—Por supuesto lo dirigirá Megan — intervino John —, la araña lo dejó claro : solo unidos bajo su dirección sobreviviremos.

—Eso dice ella — insistió Sira sin mirarme —, pero no estoy de acuerdo. Podemos crear un ejército, pero Megan no tiene por qué dirigirlo.

—Alto, parad — cuando me prestaron atención seguí hablando —. Las instrucciones de Ungoliant no dejan lugar a dudas, yo no tengo ninguna ambición por dirigir nada que no sea mi propio clan, pero si hemos de hacer lo que nos dijo, el ejército estará bajo mis órdenes. No deseo hacerlo, pero asumiré mi responsabilidad.

—Creo que es inútil seguir discutiendo este punto — interrumpió Drakkar —. Votemos. ¿Quién está de acuerdo en que Megan dirija el ejército?

Drakkar levantó la mano el primero, seguido por John y por Bull, yo la levanté después. Sira se empecinó y votó en mi contra.

—Está claro — dijo Drakkar —, Megan, a partir de mañana deberás encargarte de la creación y el mando del ejército común, tienes un arduo trabajo por delante. Haznos saber qué necesitas de nosotros.

—Lo primero que necesito es una lista de las personas que podéis ceder, necesito saber de cuántos efectivos disponemos. Todas estas personas deberán estar libres de cualquier otra obligación, no tenemos mucho tiempo y hay que prepararlos lo antes posible. Necesitamos armas también.

—Nunca hemos luchado con armas — interrumpió Sira despectivamente—, ese no es nuestro estilo.

—A partir de ahora lo será, quiero que todos los soldados estén armados lo mejor posible, necesitaremos cualquier ventaja que podamos obtener. Necesito también militares, seguro que en los clanes hay gente que ha estado en el ejército. No pretendo saber todo y necesitaré asesoramiento profesional, si no disponemos de gente cualificada la tendremos que contratar urgentemente. Quiero esta información cuanto antes. Drakkar, si me la puedes enviar antes del amanecer te lo agradecería — en cuanto saliera el sol los vampiros dormirían y no podría contar con ellos hasta el siguiente anochecer —. Necesitaré la colaboración de todos vosotros y de vuestros hombres, hablad con ellos para que estén dispuestos a seguir mis órdenes sin discusión, si tengo que imponer disciplina perderemos un tiempo muy valioso.

—En cuanto volvamos te enviaremos la lista, Megan, tendrás todo nuestro apoyo — dijo John.

—Lo primero que haré será establecer un equipo de vigilancia aérea, nos avisarán en cuanto se acerque una fuerza hostil, creo que deberíais reunir a todos vuestros hombres que no vivan en el territorio del clan. Facilitará mucho la defensa. Tú también Drakkar, sé que los vampiros son más independientes, pero sería bueno que hasta que pase todo esto vivierais juntos.

—Ya lo había decidido — me contestó el vampiro —, me encargaré de las armas, puedo conseguir fusiles de asalto y munición.

—Muy bien, te diré lo que necesitamos exactamente lo antes posible. Creo que de momento eso es todo, estableceré el centro de mando en mi casa. Espero que me mandéis la información que os he pedido.

En cuanto volví a casa desperté a todo el mundo y los reuní en el salón. Tom refunfuñaba porque había vuelto del club hacía tan solo dos horas y no había podido dormir apenas. Esperé a que se callaran y les conté lo que iba a pasar.

—Chicos, prestadme atención. En pocos días sufriremos un ataque, gran parte de los cambiaformas de Boston se han aliado con vampiros renegados y han tenido la feliz idea de conquistar nuestro territorio — levanté la mano para acallar las preguntas —. El consejo ha decidido crear un ejército común para los clanes y los vampiros y yo estoy al mando. Voy a necesitaros a todos, pedid vacaciones en el trabajo, delegad en subordinados, hacedlo como queráis pero os quiero aquí. Jim, serás mi segundo en el clan. Phil, serás mi segundo al mando en el ejército. Alicia, tú dirigirás la sección de vigilancia, Tom, Lisa y Jonas trabajarán contigo. ¿Alguna pregunta?

Todos preguntaron a la vez, se movían nerviosos y asustados, decidí no andarme con paños calientes.

—El ataque es seguro y será pronto, el consejo ha conseguido averiguarlo, lo que nos da tiempo para prepararnos, pero ellos saben que lo sabemos, así que atacarán en cuanto puedan. Dispondremos de armas, lo que espero sea una ventaja sobre el enemigo, pero será una guerra cruenta y difícil, no tenemos asegurada la supervivencia, solo podemos hacer todo lo que esté en nuestra mano. Cuento con que cada uno de vosotros dé lo mejor de sí mismo.

Ahora estaban en silencio pensando lo que les había dicho, algunos parecían algo acobardados, pero al menos a Jim, Phil y Alicia se les veía decididos. Los próximos días serían difíciles para todos y nos pondrían a prueba.

—Alicia, necesito planos detallados de todo el territorio — ella trabajaba en urbanismo en el ayuntamiento, le sería fácil conseguirlos —. Jonas, por favor, prepara una de las habitaciones libres como sala de reuniones, que te ayuden los demás. Pete, acompáñame, por favor.

Me metí en mi habitación seguida por Pete, el instructor de lucha que había contratado.

—Pete, no tienes que quedarte, creo que deberías volver a Nueva York.

—No, puedo ayudar, si me lo permites me quedaré.

—Si es lo que quieres no tengo inconveniente, al contrario. Recibiremos armas en los próximos días, podrías enfocar las clases a su manejo.

Le expliqué el tipo de armas que recibiríamos y él estuvo de acuerdo en orientar sus enseñanzas a la lucha con ellas. Era un buen tipo.

Como estaba amaneciendo me duché y desayuné en el salón, quería dar impresión de normalidad. Varios de los chicos me acompañaron y respondí a sus preguntas. Jim y Phil se sentaron a mi lado, flanqueándome. Jonas llegó antes de que terminara y se nos unió.

—Ya tienes tu sala preparada, iré a comprar unas sillas esta mañana por si quieres tener reuniones numerosas.

—Gracias, Jonas. Ahora iré a verla.

Efectivamente la sala estaba preparada, había juntado tres de las mesas que hacían de escritorio en las habitaciones y las había rodeado por tres sillas, con algunas más sería perfecto. Decidí trabajar aquí, por lo que traje el ordenador y la impresora. Estaba lista, en cuanto me llegara la información de Drakkar y los alfas empezaría a erigir un ejército que nos defendiera.