La guardiana 08

Megan tiene una cita con Lord Drakkar, el vampiro. Conoce más sobre su origen. Las cosas se ponen muy calientes.

Ana me estaba ayudando a prepararme para mi cita. Habían pasado tres días desde que volvimos de Nueva York e iba a cenar con Drakkar. Estrenaba otro vestido que Ana me ayudó a escoger en la tienda que ella prefería. De color azul océano y sin tirantes, tenía un corpiño ceñido que marcaba mi cintura y levantaba mis pequeños pechos, caía hasta mis pies con dos larguísimas aberturas que mostraban toda la longitud de mis piernas y llegaban casi hasta mis caderas. Un tanga de encaje negro era la única ropa interior que Ana me dejó llevar.

—¡Ay!

—Estate quieta y no te tiraré del pelo.

Me hizo un recogido dejando algunos mechones sueltos y me maquilló lo poco que la permití.

—Mañana tienes que contármelo todo sin dejarte ningún detalle.

—¡Ja! Eso quisieras tú, te contaré la cena y el baile, luego me reservaré discretamente lo que pase.

—“Lo que pase” es lo que quiero que me cuentes, no si cenas pollo o pescado, jajaja.

Nos reímos hasta que me dijo algo que me puso muy nerviosa.

—Espero, querida Megan, que apliques lo que te enseñamos Eve y yo, y que luego me lo cuentes.

Para mi vergüenza se refería a cuando le había pedido que me enseñara a hacer una felación. Eve y ella habían sido muy exhaustivas y rigurosas con sus lecciones. Ruborizada no dije ni pío y me calcé los zapatos con enormes tacones que hacían juego con mi vestido. Salimos al salón a esperar la llegada de Drakkar y a que yo aguantara los silbidos y chanzas de Jonas y Ted al verme tan elegante. Dani y Nala, sin embargo, alabaron mi aspecto muy discretamente.

Cuando oímos llegar un coche, me dijo Ana :

—Creo que tu cita ya está aquí. ¿Quieres hacerle esperar?

—No, esta vez seré buena.

—Vale, pero solo ahora, espero que luego seas mala, pero que muy mala, jajaja.

Jonas abrió la puerta y Drakkar entró. Como siempre, estaba arrebatador. Las chicas le miraron apreciativamente mientras se me acercaba para besarme la mano mirándome a los ojos.

—Srta. Megan, está impresionante. Voy a ser el vampiro más envidiado del restaurante.

Me llevó a la discoteca-restaurante de nuestra primera cita. Nos sentaron a la misma mesa y nos trajeron la carta y unos aperitivos. Pedimos nuestros platos y vino para mí, a él le sirvieron sangre sin pedirlo.

—Megan, llevo queriendo decirte algo desde que te convertiste en tigre por primera vez, pero no hemos tenido ocasión. Es acerca de tu origen, no estaba del todo seguro pero creo que ya no hay ninguna duda.

—¿Mi origen? — pregunté confusa.

—Sí, creo que sé quién fue tu padre. Déjame decirte antes de nada que ya no vive.

—¿Cómo puedes saber quién fue mi padre? Mi madre no se lo dijo a nadie.

—Verás, tuve sospechas la primera vez que entré en tu mente. Como no he vuelto a profundizar en ti no las he podido confirmar — se calló un momento mientras el camarero nos servía el primer plato —, pero ciertos indicios me hacen estar muy seguro.

—¿Qué indicios? ¿Qué sospechas? — lo que me contaba Drakkar me había agitado. Había asumido que nunca sabría nada de mi padre y ahora parecía que iba a saber quién fue.

—Tienes una velocidad y fuerza mayores que el común de los cambiaformas, creo que tienes mejor visión nocturna también.

—Siempre achaqué eso a mi animal, a mi tigre.

—Puede que en parte — me dijo, ninguno de los dos habíamos tocado los platos —, pero tu diferencia con los otros es demasiado grande. Que no pudieras cambiar en su momento también confirma mis sospechas, otra cosa es tu facilidad para proteger tu mente, creo incluso que podrías entrar en la mente de los demás.

—Tendría que ser vampiro para poder hacer eso.

—¿Recuerdas cuando descubrimos cómo hacerte cambiar a tigre?

—Sí.

—¿Qué viste en el centro de tu ser?

—Un corazón dorado cubierto por una capa de negrura.

—El centro dorado es tu tigre, tu origen de cambiaformas, la negrura que lo rodea es tu otra herencia.

Yo sospechaba y me daba miedo preguntar, lo que pensaba en ese momento podía ser terrible. Me quedé en silencio sin atreverme a escuchar la confirmación de mis conjeturas. Al final hice acopio de valor y le pregunté a Drakkar :

—¿Qué era mi padre?

—Tu padre era un vampiro, Megan, y tú has heredado algunas cosas de él.

Mi corazón se detuvo y mis ojos se humedecieron, Drakkar me agarró la mano y me animó :

—No tengas miedo, me parece que de tu parte vampira sólo has sacado lo bueno : no necesitas sangre y toleras el sol perfectamente. Tampoco tienes necesidad de someterte a un vampiro más poderoso. Quizá descubramos más cosas, pero de momento creo que eres muy afortunada. Tienes a tu tigre y también tienes la fuerza del vampiro, quizá incluso tu vida sea más larga de lo normal.

Estaba anonadada, ¿era medio vampira? No tenía nada contra los vampiros, pero no me gustaba nada su sociedad feudal ni su incapacidad de ver el sol, lo de la sangre no me parecía tan malo, se ahorraban comer y en la actualidad ya no tenían que andar persiguiendo doncellas para morderlas el cuello. Visto así, efectivamente poseía los mejores atributos de las dos especies. En realidad no estaba tan mal. Picoteé mi ensalada agradecida porque Drakkar me dejara un rato a solas con mis pensamientos, me pareció un detalle por su parte. ¿Me saldrían arrugas o tendría la piel lisa de los vampiros? Los colmillos no me habían crecido, ¿me gustaría la sangre? Recordé la noche en que me acosté con Drakkar, le había mordido en un arrebato de pasión y su sangre me había producido un subidón tremendo. ¿Podría meterme en la mente de la gente? ¿Les podría influir? Cuando interrogaba a sospechosos parecía tener un sexto sentido para discernir si me mentían, ¿entraba en sus mentes inconscientemente? De repente me di cuenta de algo.

—Has dicho que crees saber quién fue mi padre, ¿quién era? — pregunté mucho más tranquila.

—Poco antes de que tu madre se fuera de Rivertown, un vampiro recién creado se descontroló. Cuando un vampiro nace tiene un ansia desmedida de sangre, hay que mantenerlo confinado hasta que aprende a controlarse. El ansia también provoca lujuria, si un vampiro queda libre en ese estado violará y obtendrá sangre de todo el que esté a su alcance, no es culpa suya, no puede evitarlo. Como te decía se escapó un vampiro a los dos días de ser convertido. Creo que violó a tu madre.

—¿Y por qué no la desangró?

—Quizá estaba saciado de sangre y solo buscaba satisfacer su lujuria, no podemos saberlo.

—Corrígeme si me equivoco, pero ¿los vampiros no son estériles?

—Sí, pero los primeros días todavía son fértiles, pasan diez o doce días hasta que mueren sus espermatozoides.

Medité lo que me contaba, era una explicación bastante lógica a mi origen.

—¿Cómo se llamaba?

—Alfred.

—¿Cómo murió?

—Le capturó su creador, tuvo que matarle al no poder controlarle. Su creador murió poco después en Nueva York, se enfrentó al lord de allí y no sobrevivió.

Toda la información daba vueltas frenéticamente en mi cabeza. El camarero acudió a recoger nuestros platos y a traernos el siguiente. Rechacé la comida y en su lugar pedí un whiskey.

—¿Estás bien, Megan?

—Creo que sí, me pregunto qué descubriré de mí misma en adelante.

—¿Quieres hacerme alguna pregunta?

—No, no sabría por dónde empezar, ahora mismo estoy muy abrumada.

—No conozco ningún otro caso como el tuyo, así que tampoco te puedo dar mucha información, pero sí te puedo decir que eres afortunada.

Le miré pensando en lo que me había dicho y me terminé el whiskey de un trago.

—¿Sabes qué?, llévame a bailar.

Sonrió mientras se levantaba y me retiraba la silla, cogida de su mano me llevó a la zona Vip de la discoteca saludando con la cabeza a sus conocidos. En cuanto llegamos me sacó a la pista y me acercó a él poniéndome las manos en la cintura. Olvidando mi natural pudor me abracé a él pegando mi cuerpo al suyo, con la cabeza en su hombro dejé que me moviera siguiendo el ritmo de la música. Metí las manos bajo la chaqueta de su traje azul marino y puse las manos en su espalda atrayéndolo a mí. Con nuestras caderas juntas disfrutamos de varios temas lentos. Intentaba no pensar en todo lo que me había contado y dejarme llevar, escuché al fondo como en otra pista estaba sonando salsa y me apeteció mucho bailarlo con Drakkar, ¿le gustaría?

—¿Quieres que vayamos a bailar salsa? — le hice un mohín para animarle.

—Claro, ¿me seguirás el ritmo?

Riéndome le arrastré al piso de abajo directamente a la pista, los vampiros que estaban allí reconocieron a mi pareja y nos hicieron sitio. Drakkar me agarró fuerte de la cintura con una mano y dejó la otra suelta. Me sonrió burlón y empezamos a bailar. ¡Fue alucinante! Se movía como si él hubiera inventado el baile, me hizo girar, saltar y moverme alrededor de él, aprovechó para acariciarme a placer, me pegaba a sus caderas y me acariciaba la pierna hasta llegar a mi trasero, me arqueaba el cuerpo hacia atrás y acariciaba mi escote, acercaba sus labios tanto a los míos que pensaba que me iba a besar y se retiraba sonriendo al ver mi frustración. Fue totalmente increíble, estaba en manos de un Fred Astaire moderno y bailón. Acabé agotada de tanto bailar y muy caliente, tanto que le pedí pegando mis labios a su oído y dándole un mordisquito :

—Sácame de aquí, por favor, necesito aire fresco.

Sin pensárselo un segundo y sin soltar mi cintura me llevó a su coche y partimos a toda velocidad. No sabía dónde me llevaba, pero en ese momento me daba igual. Condujo en dirección a mi casa y se desvió a mitad de camino subiendo una loma por un camino de tierra. Cuando llegamos al final del camino todavía recorrió unos metros más internando el coche entre los árboles. Cuando se detuvo miré al frente y pude ver casi toda la ciudad a lo lejos. Estábamos en una especie de mirador natural, supongo que sería muy frecuentado por parejas buscando intimidad.

—No sabía que bailabas así de bien, ha sido todo un descubrimiento.

—Si me dejas — me dijo mirándome a los ojos —, descubrirás muchas cosas de mí que hago muy, pero que muy bien.

Salió del coche rodeándolo y abrió la puerta de mi lado, me ofreció la mano para salir y en cuanto puse los pies en el suelo me atrajo y me besó. Esta vez no fue dulce ni suave, me besó con pasión y necesidad, se apoderó de mi boca haciéndola suya. Sus brazos me inmovilizaron contra su cuerpo, no podía mover ni las manos. Sometida a su poder, solo pude pelear con él con mi lengua, en duelo con la suya. Aflojó su agarre para meter una mano dentro de mi falda, subiendo por mi pierna hasta llegar a mi trasero, que palpó a su antojo, me bajó la cremallera del vestido liberando mis pechos, pensé que iba a acariciarlos pero en cambio me lo quitó dejándome sólo con el pequeño tanga.

Me admiró separándose de mí haciéndome pasar vergüenza, recorría mi casi desnudo cuerpo con la mirada, los pezones se me pusieron duros como diamantes y me humedecí completamente. Sin resistir más su inspección le quité la chaqueta del traje y le desabroché los pantalones bajándoselos junto con el bóxer y sacándoselos por los pies. Su durísimo miembro atrajo mi mirada como un imán.

—Ahora voy a hacerte el regalo que te prometí, espero no defraudarte, vas a ser el primer hombre al que se lo haga. Siéntate en el capó.

Drakkar abrió mucho los ojos imaginando lo que pretendía y se sentó rápidamente. Contuve la risa al ver su impaciencia. Me incliné en un ángulo de noventa grados frente a él y le lamí los muslos subiendo cada vez más. Cuando le lamí los testículos Drakkar siseó, con sus manos acariciándome la espalda saqué la lengua y recorrí su pene de abajo a arriba varias veces, humedeciéndolo. Cuando estaba cubierto por mi saliva me lo metí en la boca y profundicé hasta que choqué con su estómago, le tenía completamente dentro, su glande presionaba contra mi garganta. Lo repetí varias veces lentamente, luego le lamí el glande rozándolo con mis dientes, provocando que gimiera. Le rodeé varias veces con mi lengua y finalmente apreté fuerte con los labios y empecé a subir y bajar acariciándole los testículos con las dos manos.

—Megan, eres increíble.

No pude contestar con la boca llena de su polla, yo seguía mamándosela cada vez más excitada, ¿podría ser que me corriera yo antes que él? Llevó una mano a mi cabeza acompañando mis movimientos sin forzarme y otra a mis tetas, apretándome un pezón. Creo que perdí un poco el control, enardecida de deseo apreté más los labios y moví más rápido la cabeza, Drakkar demostró una resistencia envidiable aguantando mucho rato, pero finalmente su cuerpo se tensó y levantó las caderas.

—Voy a correrme, cariño, vas a hacer que me corra.

Levanté un poco la cabeza como me había enseñado Eve y me dediqué a estimularme el glande con mis labios, mis dientes y mi lengua. Cuando le oí gritar me metí la polla entera en la boca y recibí su semen en mi garganta. Él levantó más las caderas profundizando más todavía y recibí siete u ocho descargas, mi excitación al sentir lo que le había provocado hizo que yo también me corriera, nunca me había corrido sin tan siquiera tocarme, pero el placer me recorrió a la vez que su fría semilla me llenaba. Gemí mi orgasmo sin liberar su miembro. Él lo notó y me acarició ambos pechos, frotando mis pezones entre sus dedos. ¡Era totalmente increíble! Los espasmos del clímax me recorrieron y yo no quería parar nunca, quería tener para siempre su polla llenándome la boca. Cuando, lamentablemente, tuve que terminar, saboreé el semen que quedaba en mi boca y limpié su miembro con la lengua. Drakkar estaba tumbado completamente en el capó del coche con la respiración acelerada. Le di un besito en el glande y me incorporé.

—¿Lo he hecho bien, vampirito? — abrió los ojos y me miró.

—¿De verdad era tu primera vez? — afirmé con la cabeza y sonreí tímidamente.

—Las chicas me dieron una clase el otro día. Parece que desde que he llegado no dejo de aprender cosas. ¿Te gusta que aprenda cosas? — le dije haciendo un puchero.

—Jajaja, creo que eres una alumna muy aplicada. Ahora voy a enseñarte yo otra cosa, ven.

Se levantó y se colocó a mi espalda, me mordisqueó el hombro y me empujó consiguiendo que me doblara apoyándome en el coche, parece que era mi noche de estar con el culo en pompa.

—Abre estas preciosas piernas, cariño. Un poco más.

Se colocó de rodillas detrás de mí y me acarició la cara interna de los muslos.

—¿Qué me vas a enseñar?

—Vas a aprender a correrte cuatro veces seguidas.

Me arrancó el tanga rompiéndolo y su lengua en mi coño impidió que protestara, una descarga me recorrió cuando me lamió los labios, los recorrió completamente, los mordisqueó y los chupó. Cuando profundizó en mí yo ya estaba jadeando como una perrita, él alternaba las penetraciones con suaves lamidas a mi clítoris. Dedicó mucho rato a lamerme mientras sus manos amasaban mi culo. Notaba cómo el clímax se iba acercando, su lengua no paraba de torturarme, metiéndose en mi agujerito para pasar luego a lamerme el clítoris. Yo ansiaba la liberación pero Drakkar se lo tomaba con calma, aumentando mi excitación y mis sensaciones poco a poco, estaba en el filo del orgasmo cuando me cubrió el clítoris con los labios y absorbió. La descarga que recibí fue tan fuerte que provocó que me corriera, gimiendo entrecortadamente. Siguió lamiéndome mientras me estremecía, prolongando el placer.

No estaba recuperada aún cuando volvió a lamerme, esta vez empezó por mi coñito y rápido subió hasta mi agujerito posterior, separó mis nalgas con las manos y lamió mi culo. Rodeó mi agujerito con la lengua varias veces y, de repente, me metió la lengua a la vez que penetraba mi coño con varios dedos. La sensación fue inesperada y muy excitante. Nunca nadie había jugado con mi culito, ni siquiera yo misma, pero pensar que tenía su lengua dentro me estaba volviendo loca. Drakkar se empleaba a fondo, pensé incluso si los vampiros tendrían la lengua más larga de lo normal, porque la sentía muy adentro y muy intensamente. Sus dedos hacían estragos en mi coño y, cuando me pellizcó el clítoris, me volví a correr.

—Aaaaaggggggnnnn, me corro otra vez, me corro …

Me fallaron las piernas, hubiera caído derrotada si la mano de Drakkar en mi culo no me hubiera sujetado, todo el cuerpo me tembló mientras gemía disfrutando del segundo orgasmo. Sus dedos volvieron a entrar en mi coño haciéndome gritar nuevamente.

—Aaaagggghhhhhmnmm, síiiiiiiii …

De nuevo no me dejó descansar, todavía con las piernas flojas me la clavó de un golpe.

—Aaaahhhhhh, cabrón — le grité —, déjame descansar.

—De eso nada, llevas dos y te faltan otros dos — afortunadamente me sujetó de las caderas para que no cayera desmadejada. Me estaba follando como le daba la gana y yo, encima, lo disfrutaba aunque le pidiera un descanso. Lo cierto es que no quería que parara, quería que siguiera follándome, que me hiciera suya y se corriera en mi interior, quería tener el coño lleno de su esperma, quería pertenecerle y que él fuera mío.

Drakkar mantuvo un ritmo rápido y profundo, mis brazos hacía tiempo que habían cedido y mi cara estaba sobre el capó del coche, deslizándose adelante y atrás con sus embestidas. Mi cerebro había cedido también, ya no pensaba, solo quería que me siguiera follando. Con mis escasas fuerzas movía el culo para recibir sus acometidas, necesitaba tenerlo cada vez más dentro de mí, sentir su frio miembro calentando hasta el rojo mi coño y que la sensación se extendiera por todo mi cuerpo. Goterones de sudor caían por mi espalda y mi rostro, lo que estaba haciendo el vampiro no era normal. Llevaríamos veinte minutos dale que te pego, Yo estaba exhausta pero no quería parar, Drakkar me sujetaba por la parte alta de los muslos, de forma que mis pies no tocaban el suelo, era un juguete en sus manos fuertes y poderosas, y yo me sentía genial, flotando en una bruma de placer y éxtasis.

—Ahora te vas a correr por tercera vez, mi tigresa, quiero que grites mi nombre, quiero que seas solo mía mientras te corres y quiero que lo grites al viento.

Redobló el ritmo, creo que utilizó algo de la velocidad de los vampiros para follarme tan rápido, mi coño se derretía rodeando su miembro y me corrí. Me corrí indefensa y entregada resoplando para llevar aire a mis pulmones, mi cerebro se apagó y solo quedó mi coño, la sensación era increíblemente potente, enormemente dichosa. De mi coño irradiaron descargas a todo mi cuerpo que me hicieron sentir el verdadero éxtasis.

—Dilo, Megan, dímelo — recordé lo que me había pedido y estuve feliz de dárselo.

—Draaaakkaaaaaaar, soy tuyaaaaaaa, soy tuyaaaaaaaaa ….

Cuando mis espasmos cedieron por fin bajó el ritmo, yo esperara que se saliera de mí, pero él siguió bombeando lentamente, bajó mis piernas al suelo y éstas, sorprendentemente, me sostuvieron. Siguió penetrándome lentamente, manteniéndome en la bruma del placer ahora lánguida y satisfecha, me acarició toda la piel que tenía a su alcance, el cuello y la espalda, el culo y las piernas. Se inclinó sobre mí y me susurró al oído :

—Ahora el cuarto — le faltaba darme un orgasmo para cumplir con su palabra.

—No creo que pueda, estoy rota.

Ignorando mis objeciones siguió follándome lentamente, yo navegaba en un océano de placer y felicidad. Su mano se deslizó hasta estimular mi clítoris, me crispé por el exceso de sensaciones, pero la suavidad con que lo hizo me relajó y volví a encenderme poco a poco. Tenía el torso apoyado en el coche, con las tetas aplastadas contra la chapa y los brazos extendidos, rendida completamente a sus deseos. Aceleró lentamente y yo me dejaba hacer, presionó un poco más mi clítoris haciendo que volviera a gemir, de repente pareció volverse loco y bombeó en mi coño otra vez a velocidad vampírica, al mismo tiempo sus dedos aprisionaron mi clítoris y ¡me metió un dedo en el culo! Mi culo lubricado con su propia saliva aceptó extrañado su intrusión y me dio un punto más de excitación, lo movió penetrándome con él, yo solo podía gemir y jadear.

—¿Te duele?

—No, sigue. Más.

Sacó el dedo y me metió dos, eso hizo que su polla pareciera aumentar de tamaño en mi coño, apretando mi interior. Con su polla taladrándome, acariciándome el clítoris y penetrando mi culo con dos dedos, me volví a correr. Mis piernas se doblaron cuando otro increíble orgasmo se apoderó de mi cuerpo, el cansancio acabó con todas mis defensas y mi cuerpo, vulnerable ante el placer, explotó en una espiral de éxtasis. Noté que Drakkar descargaba su deseo en mi interior, eyaculó mucha veces, colmándome de su semilla. Intenté gritar pero apenas conseguí emitir unos ruiditos débiles y desmayados. Mi cuerpo ardía, consumiéndose en gozo y felicidad. No sé el tiempo que estuve estremeciéndome, recuerdo que Drakkar me cogió en brazos y me dejó suavemente en el asiento del copiloto, creo recordar también que me limpió con toallitas y me puso el vestido.

Empecé a ser persona durante el camino de vuelta, permanecí con los ojos cerrados rememorando la noche, no la revelación de Drakkar de que era medio vampira, sino la increíble sesión de sexo que habíamos tenido. Había sido incluso mejor que la primera, al menos distinta y más sorprendente. El grado de abandono con el que me había entregado no dejaba de extrañarme ¿me estaría enamorando? ¿tendría problemas en compartirme con mis chicos? ¿sería una amante sumisa? Tendría que hablar con Ana, seguro que ella podría aconsejarme, claro que se cachondearía de mí todo lo que pudiera.

Salí de mi ensoñación cuando frenó el coche de golpe, miré a mi alrededor, estábamos justo al principio del camino que llevaba a mi casa.

—¿Lo has visto?

—No, estaba distraída y no he visto nada.

—Sal, vamos a ver qué es.

Salí del coche y seguí a Drakkar entre los árboles, notaba los muslos y otras partes de mi cuerpo agradablemente doloridas.

—¿Qué has visto? — pregunté.

—Una sombra enorme cruzando rápido el camino, ha ido por aquí.

Seguimos andando hasta salir de los árboles, a unos cien metros vimos una masa de negrura que se desplazaba velozmente moviéndose de forma extraña, parecía un gran globo con muchas patas.

—¡Joder! — profirió el vampiro.

Me sorprendió la exclamación de Drakkar, normalmente nada le impresionaba.

—¿Es una araña gigante? — pregunté.

—Ya lo creo, jamás había visto nada igual.

—Reconozco el olor, lleva un tiempo rondando por la zona, pero nadie había conseguido ver de qué se trataba.

—El caso es que creo haber leído algo sobre una araña gigante — me contó mientras volvíamos al coche —, investigaré en cuanto pueda y te haré saber lo que descubra.

Drakkar detuvo el coche junto al porche de la entrada y me miró sonriente sin decir nada, me subí en su regazo pasando por encima de la consola central y le abracé, le di un suave beso en los labios y también me le quedé mirando a los ojos sin decir nada. Estuvimos en silencio un rato, solo nos besábamos suavemente.

—Gracias por esta noche — le dije —, ha sido muy especial.

—Gracias a ti, cariño, tú eres la especial, no disfrutaba tanto con nadie desde hace siglos, créeme.

—Te diría que hay que repetirlo — le dije pícara — pero no creo que mi cuerpo lo aguantara — alternaba mis palabras con suaves besos.

—La próxima vez te morderé, será todavía mejor.

¿Mejor? Nada podría ser mejor, pensé.

—Te veo pasado mañana en la fiesta de los clanes, iré con todos mis chicos — dije orgullosa.

—Esperaré ansioso el momento, Megan — me dio un último beso y me pasé a mi asiento para salir del coche con dignidad, cualquiera podría estar mirando. Le lancé un último beso con la mano y entré en casa. Esa noche dormí de un tirón.

Por la mañana hablé con Nala, quedó en conseguirme en el hospital un test de drogas. Quería hacerle la primera prueba a Ted, no pensaba que hubiera recaído pero le ayudaría saber que alguien estaba atento, y le felicitaría por seguir limpio. Entrené con los chicos y luego me duché con ellos. Ana llegó después y desplazó a Jim, que estaba a mi lado, con un culetazo.

—Cuenta, Megan, ¿qué tal fue tu cita?

—Fenomenal, cenamos y bailamos salsa. Drakkar es un bailarín increíble.

—Ya, ya, pero ¿empleaste lo que te enseñamos?

Yo me ruboricé y bajé la vista.

—Eso es que sí, tienes que contármelo todo, no te dejes ni un detalle.

La miré queriendo asesinarla con los ojos, ella se rio y me dijo :

—Esta noche me lo cuentas, no pienso parar hasta que hayas confesado todos tus pecados.

Jim reía entre dientes a nuestro lado y yo acabé apresuradamente la ducha. Según salía de la ducha me paró Phil para hablar conmigo, me explicó que ya tenía terminado el proyecto de seguridad de nuestra casa y que lo podríamos instalar cuando quisiéramos. Me debió notar algo inquieta porque rápidamente quedó en explicármelo durante el desayuno, y es que mis traidores ojos no dejaban de dirigirse a su enorme miembro. Yo me esforzaba por no mirar, pero en cuanto prestaba atención a sus palabras mis ojos volvían a actuar por su cuenta.

Mientras tomaba café examiné los planos de Phil, la instalación comprendía sensores de proximidad a la casa, cámaras en el perímetro que se podrían controlar desde un ordenador en el salón o desde el móvil, cámaras también en el camino de acceso desde la carretera, y detectores de calor que podríamos instalar también protegiendo el perímetro de la casa.

—¿No saltarán los detectores térmicos con algún animal? — le pregunté.

—Sólo si pesa más de cincuenta kilos, están calibrados para esa masa corporal.

—¿Cómo funcionan los sensores de proximidad?

—Si algo se mueve a menos de sesenta metros de la casa, lo detectarán. Luego se puede programar para que se active una alarma en el ordenador o en los móviles que queramos, el sistema puede estar suspendido durante el día y activo por la noche. Incluso ignorará a las personas que lleven un móvil programado para que no salte la alarma.

Eso me parecía muy útil, solo con llevar el móvil contigo el sistema te ignoraría y no alertaría a nadie.

—¿Cuánto cuesta y cómo hay que pagarlo?

Me enseñó el presupuesto y me explicó que lo podíamos pagar cuando quisiéramos, le mandé a hablar con Ana para que hicieran una estimación, tampoco quería que el clan tuviera deudas mucho tiempo. Hablé con Pete, me parecía que los chicos mejoraban muy rápido y él me lo confirmó, estaba muy contento con los resultados conseguidos. Dani vino a despedirse y a contarme que era su primer día de trabajo, resulta que empezaba en la misma panadería en la que trabajaba Martin, el brujo. Le mandé recuerdos para él y la felicité por encontrar trabajo tan pronto. Esa mañana me pasé por el clan de los osos, quería visitar a la joven que había salido herida en el ataque que sufrimos volviendo de Nueva York.

—Hola Bull, me alegro de verte — le dije en la puerta de su casa.

—Buenos días, Megan, ¿vienes a ver a Claire?

—Sí, quería ver cómo estaba, si se estaba recuperando bien.

—Por suerte así es, acompáñame.

Me llevó a la casa del clan, era totalmente distinta a la nuestra. Era más como una casa de verdad, no como el secadero agrícola adaptado en el que vivíamos nosotros. Los jóvenes osos pululaban por allí, saludando a Bull con respeto y mirándome a mí con curiosidad. El alfa llamó a una puerta y entró sin esperar, me hizo un gesto para que pasara y pudimos ver a Claire tumbada en la cama, levantó la cabeza al vernos y preguntó :

—Alfa, ¿ya me puedo levantar?

—Sabes que no, hasta mañana no tienes permiso.

—Pero si ya me encuentro perfectamente — dijo arrugando los labios en un mohín.

—Ha venido Megan a verte.

—Hola alfa — dijo dirigiéndose a mí —, me han dicho que tengo que agradecerle a Jim que me salvara la vida.

—En realidad creo que es gracias a tu fortaleza y a la rapidez con que tu alfa te sacó las balas el que todavía estés viva.

—Sí, puede ser, también le tengo que agradecer que me cuide tanto que tengo que estar en la cama otro día.

—Jajaja, da gracias que estás respirando — la dije —, paciencia, que un día pasa pronto.

Salí con Bull para dejarla seguir con el descanso que parecía no necesitar, camino del coche Bull me detuvo agarrándome del brazo.

—Megan, quería decirte que lo hiciste muy bien en el ataque.

—No estoy tan segura, murieron dos lobos y dos vampiros.

—Sí, pero eso no estaba en tus manos, ninguno podía sospechar que un miembro de la manada de los panteras nos traicionara a nosotros y a su propio clan. Creo que Sira debe reflexionar mucho sobre eso.

—En todas partes hay ovejas negras, siempre hay alguien insatisfecho con su situación y en vez de trabajar duro para mejorarla elige un camino más fácil y rápido.

—Sí, tienes razón, en cualquier caso quiero que sepas que tu respuesta al ataque fue perfecta, enseguida te diste cuenta de que había un traidor y eliminaste a los atacantes.

—Gracias, Bull. Sólo espero no perder más gente — me abrumaba con sus elogios, así que cambié de tema —. Ayer pude ver a la sombra que ha estado mostrándose últimamente. Era una araña.

—¿Una araña? ¿Tan grande?

—Sí, iba con Drakkar cuando ambos la vimos.

—Nunca he oído hablar de nada semejante, conozco a un hombre-oso de Florida que recopila historias y leyendas antiguas, le llamará a ver si a él le suena de algo. Oye, ¿sabes que Drakkar es mucho mayor que tú?

—Sólo por unos cientos de años, ¿estás haciendo de mi padre?

—No, jajaja, bueno, un poco. Y yo más bien diría que más de mil.

—¿Mil? — exclamé sorprendida.

—Nadie sabe exactamente su edad, pero es el vampiro más viejo que conozco, todos le tratan con respeto.

—Caray, pues no le echaba tanto años — le dije sonriendo.

—Jajaja, bueno, dentro de que ningún vampiro me cae muy bien, tengo que reconocer que Drakkar es bastante honesto, trata bien a su gente y no se extralimita con los cambiaformas.

Yo pensé divertida que con una cambiaformas se había extralimitado mucho, cuatro veces concretamente. Me despedí de Bull y me pasé por la ciudad a ver a Nala en el hospital. Se alegró de verme y me pasó discretamente el test de drogas. Luego fui a comprar unas magdalenas a la panadería donde empezaba a trabajar Dani, no era muy aficionada a la bollería pero me apetecía ver cómo se desenvolvía. Estaba risueña y amable con los clientes, saludé a Martin también y volví a casa con la bolsa de magdalenas.

Aparqué y, antes de entrar en casa, recorrí el perímetro repasando las localizaciones que había sugerido Phil para instalar las cámaras. Me parecieron perfectas. Una vez en casa le di las magdalenas a Mary y busqué a Ted. No le hizo gracia, pero se metió en el baño para orinar en el botecito, lo mezclé con el reactivo y salió perfecto.

—Muy bien, Ted. Me alegro mucho de que hayas seguido siendo fuerte.

—Gracias, alfa, ya te dije que no volvería a caer.

—No tengo ninguna duda. ¿Cómo va el trabajo? — Ted era diseñador gráfico.

—No lo sé, la semana que viene tengo dos entrevistas, espero que alguna salga bien.

—Si necesitas algo no dudes en pedírmelo.

—Gracias, alfa.

Me encerré en la habitación para contestar correos de amigos y excompañeros de la policía y salí a comer con los chicos. Por la tarde entrené con Pete y luego estuve vagueando. Estaba deseando que volviera Ana para preguntarle algunas cosas, aunque también temía el cachondeito que se traería conmigo. Estaba anocheciendo cuando estaba en el salón charlando con Jonas y entró por la puerta Jim acarreando a Charlie. Los dos estaban muy golpeados y maltrechos, Charlie ni siquiera podía apoyar un pie. Me levanté preocupada.

—¿Qué ha pasado? — Jim, manteniendo la serenidad como siempre me contestó.

—Llevé la recaudación del centro comercial al banco y esperé a Charlie para volver con él. Cuatro panteras nos rodearon al salir y ofendieron al clan y a ti. Tuvimos unas palabras y Charlie tiene la pierna rota, sé que Nala no estaba de guardia esta noche así que decidimos venir.

—Vale, móntale en mi coche.

Fui a mi habitación para armarme y ponerme unas botas y salí al coche llamando por teléfono a Carl, el médico oso. Hablé con él y quedó en esperarnos. Aproveché por el camino para interrogar a Jim.

—¿Cómo han quedado ellos?

—Dos inconscientes, los otros dos se los han llevado cuando empezábamos a llamar la atención, tenías que haber visto a Charlie, seguía intentando pelear con la pierna rota.

—¿Qué han dicho para provocaros?

—Nada, solo se han metido con nosotros — Jim rehuía mi mirada.

—Dime la verdad, Jim. ¿Qué han dicho?

—Han dicho que nuestro clan era de pega, que no era auténtico.

—¿Qué más?

—Que eras la putita de lord Drakkar, pero Megan, ninguno de nosotros piensa así, eres nuestra alfa y tienes nuestro respeto y nuestro aprecio, que no te quepa ninguna duda.

—Gracias Jim, lo sé.

Seguimos en silencio hasta la casa del doctor. Nos atendió amablemente y Charlie salió con una escayola en la pierna. Tendría que mantenerla siete días hasta que soldara el fémur roto. Pensé mientras conducía de vuelta si merecería la pena hablar con Sira, ella podía ser la instigadora, rencorosa por la derrota que sufrió cuando peleamos, o quizá tomara por debilidad el que acudiera a ella. Decidí hablar con ella la noche siguiente, en la fiesta de los clanes.

Cuando llegamos a casa, los chicos que allí estaban saludaron efusivos a Jim y a Charlie, éste narró emocionado la pelea, según le oías hablar parecía que habían vencido a un regimiento, los demás le escuchaban simulando que se lo creían y pidiendo detalles. Fue un momento divertido y entrañable, ver cómo se apoyaban unos a otros me enorgulleció. Cuando pude hice un gesto a Ana para que me siguiera y entramos en la habitación.

—Jajaja, los hombres son la pera, parece que se han enfrentado a más de cien panteras — me dijo guasona.

—¿Sólo a cien? Yo he creído que serían más de doscientos, jajaja. Parece que no les importe la paliza si luego pueden contarla.

—Dime, ¿qué puedo hacer por ti? — me dijo cuando terminamos de reírnos.

—Es un poco delicado, y no se con quién hablar.

—Para eso estoy yo, cuéntame — se sentó de un salto en la cama cruzando las piernas.

—Ya sabes que soy un poco novata en todo lo que se refiere al sexo.

—Sí, pero no te preocupes, que te vas a poner al día muy deprisa, jajaja. Tienes a todos los machos del clan pendientes de ti, aunque supongo que no te habrás dado cuenta.

—¿De verdad? — pregunté sorprendida.

—Jajaja, solo falta que hagan una porra a ver a quién eliges primero. ¿Pero no sabes lo buena que estás?

Lo de la porra me había dejado algo molesta, yo no era algo para sortear. Ana lo debió notar porque enseguida continuó.

—No te mosquees, era una broma, pero dime, ¿qué te preocupa?

—Es que hay algo que me preocupa mucho, soy una alfa, la alfa de este clan, y tengo que actuar como tal. Necesito inspirar respeto y obediencia, no bajar la guardia. Sabes que hay gente esperando que fracasemos y yo debo ser fuerte, mostrar poder y liderazgo.

—¿Y te preocupa ser sumisa en la cama, ¿no?

—Eh, ¿cómo lo sabes? — yo recorría nerviosa la habitación de un lado al otro.

—Jajaja, creo que te voy conociendo, mira, lo primero que tienes que saber es que aunque fueras sumisa en la cama, y no estoy diciendo que lo seas,  no tiene nada que ver con lo que seas fuera de ella. Cada una tenemos nuestros gustos y nuestras perversiones sexuales, disfrutamos de ellas y punto. Durante el día somos como tenemos que ser, fuertes o débiles, simpáticas o bordes, no importa, cada una es como es. Y en la cama, con alguien de tu confianza, también eres como tienes que ser, si un día te apetece ser sumisa, puedes y debes serlo, si otro día te apetece dominar, pues le das unos azotes a tu pareja y te encargas de que los disfrute. Yo no me calentaría la cabeza, quizá deberías probar las dos cosas y luego pensártelo otra vez.

—¿Probar las dos? — me senté a su lado.

—Claro, ¿cómo vas a saber si no lo que te gusta? Pero yo no creo que seas sumisa, creo que te falta experiencia y confianza. Cuando tengas esa confianza sabrás realmente lo que quieres, hasta entonces déjate llevar y disfruta comportándote como te apetezca en cada momento. Cuando quieras probar la sumisión díselo a Phil, aunque yo esperaría un poco más, y si quieres probar a ser dominante me ofrezco voluntaria — abrió los brazos ofreciéndose.

—¿Tú?

—Sí, mi ama. Tu sumisa esclava te complacerá obedeciendo todas tus órdenes — Ana me hacía reverencias con los brazos extendidos —, serás la dueña de mi cuerpo y mi corazón.

—¿Tú? — estaba estupefacta.

—Que sí, boba, una vez al mes más o menos, me acuesto con Phil, disfruto mucho sintiéndome sometida a su gran polla, otras veces yo soy la que domina, aunque nunca con Phil, el no tolera la sumisión ni un segundo.

—Así que ¿unas veces dominas y otras eres dominada?

—Claro, ya te lo he dicho. No siempre me apetece lo mismo, aunque normalmente me gusta estar en igualdad de condiciones con mi pareja.

Me dejé caer en la cama y di vueltas a lo que me acababa de decir, concluí que no debía decidir nada, lo iría viendo sobre la marcha, cuando tuviera más experiencia.

—¿Tienes más preguntas?

—No, creo que de momento eso es todo — la dije.

Vale, pues ahora no te creas que se me ha olvidado, cuéntame todo sobre el vampiro, ¿te clavó los colmillos?

—Eeeeehhh, no, los colmillos no.

Ja ja ja ja