La guardiana 07

Megan tiene una nueva misión.

Me desperté abrazada a Ana, unas semanas atrás habría saltado de la cama horrorizada, pero ahora me parecía de lo más natural, una de mis manos estaba en su cintura, notando su tibieza y suavidad. Jonas estaba pegado a mi espalda, como estaba desnudo, lo que se presionaba contra mi trasero no podía ser el móvil. Moví el culo juguetonamente contra él besando suavemente el hombro de Ana. Noté una mano en la cadera que me presionó más contra el miembro de Jonas, se había despertado. Se frotó contra mí y yo me quedé inmóvil disfrutando de su calor y dureza entre mis nalgas.

—¿Puedo seguir, Megan?

Yo asentí levemente con la cabeza pensando que no me había llamado “alfa”, sino por mi nombre. Quizá en la cama no había rangos, cosa que me parecía muy bien. Noté su mano entre nuestros cuerpos, colocando su miembro entre mis muslos, rozando mi rajita. Su mano en mi cadera me apretó más mientras se deslizaba entre mis muslos haciéndome humedecer. Cuando me levantó la pierna para hacerlo con más facilidad gemí bajito, despertando a Ana. Cuando ésta se percató de lo que pasaba me sonrió y acarició la cara.

—Vas a ver lo que vas a disfrutar a partir de ahora — me susurró dulcemente —, ahora todos querrán su oportunidad contigo, te lo vas a pasar bomba.

Sus palabras me enardecieron y empecé a mover mi culo siguiendo el ritmo que marcaba Jonas, quería más contacto con él.

—¿Quieres que me vaya y os deje solos? — me preguntó Ana.

Negué con un gesto haciendo ruiditos de placer. Ana me acarició suavemente los pechos sin dejar de sonreírme mirándome a los ojos. Sus preciosos ojos felinos me mostraban amor y cariño. El roce con Jonas me estaba volviendo loca, me faltó aplaudir cuando me levantó más la pierna y colocó su glande en mi entrada. Como permanecía inmóvil moví impaciente el culo hacia atrás consiguiendo meterme unos centímetros de su miembro, mecí mi trasero adelante y atrás sin conseguir más que esos pocos centímetros en mi interior.

—Métemela, Jonas, métemela — pedí frustrada.

Un grito salió de mi boca cuando me embistió llenándome completamente, sin permitir que me recuperara empezó a follarme de forma salvaje. Mis gemidos se perdían en la boca de Ana, que estaba apretada contra la mía mientras me magreaba las tetas. Sin poder casi respirar liberé mi boca tomando grandes bocanadas de aire, Ana me lamió la cara, aumentando curiosamente mi excitación. Estaba a punto de correrme, atraje el cuerpo de Ana contra el mío y moví frenéticamente el culo buscando el ansiado éxtasis. Jonas arreció las penetraciones y, cuando Ana me pellizcó el clítoris, el orgasmo explotó en mi interior.

—Aaaaaahhhhgggg … me corro … me corro …

Volví la cabeza hacia Jonas para besarle, él fue disminuyendo el ritmo paulatinamente haciéndome disfrutar completamente. Cuando se detuvo y salió de mi interior me tumbé boca arriba lánguidamente.

—Me toca — dijo Ana poniéndose a cuatro patas.

Sin perder tiempo Jonas se puso tras ella y la penetró. Se agarró a sus caderas follándola cadenciosamente. Yo me deleité viéndolos follar, me gustaba el atlético cuerpo de Jonas, fibroso y esbelto, pero lo que más me gustaba era ver la cara de placer de Ana, sus verdes ojos vidriosos, sus preciosas tetas oscilando, su sudor haciendo brillar su piel. Me moví bajo ella para besarla, acariciando sus pechos, poniendo simplemente mis manos debajo para que sus balanceantes pezones se rozaran contra mis palmas. Jonas había acelerado y ahora Ana gemía con la boca abierta, le lamí la cara igual que había hecho ella conmigo.

—Muérdeme los pezones — me pidió con la voz entrecortada.

Obedecí su deseo y le mordí un pezón apretando otro entre mis dedos.

—Aaaaaahhhh, me corro cabrones, me corro, sigue, sigue …

No sabía si me lo decía a Jonas o a mí, pero cambié de teta y le mordí el otro pezón. Se corría gritando con todo el cuerpo en tensión. Dejé de morderla para chuparle fuertemente el pezón absorbiéndole entre mis labios.

—Joder, joder, siiiiiiiiiiiii.

Cayó cobre la cama aplastándome, salí como pude de debajo y me sorprendió que Jonas seguía erecto, ¡no se había corrido! Me miró lujuriosamente.

—Me he reservado para ti, ¿quieres chupármela?

—No — dije después de pensármelo, quería que la primera mamada de mi vida fuera para Drakkar, se lo merecía por haberme ayudado tanto —, hoy no, ahora quiero que me folles igual que has follado a Ana — me puse a cuatro patas y meneé el culito.

—Me encanta tu culo — me dijo —, voy a disfrutar viéndolo mientras te lleno el coño.

Sus palabras guarras me encantaron. ¿Cómo podía haber pasado en unas semanas de ser prácticamente una monja a comportarme como una ninfómana? Guardé esa reflexión para más adelante y le dije :

—Venga, pajarito, hazme lo mismo que a Ana.

Sin hacerse más de rogar Jonas me agarró fuertemente de las nalgas y me la metió de un golpe, yo estaba más que preparada para recibirle y grité de placer. Mientras él me follaba descosido yo movía el culo recibiendo sus embates, intentando que su dura polla me llegara muy adentro. Gemía totalmente excitada y con la boca abierta intentando llenar de aire los pulmones. Ana se recuperó de su orgasmo y me lamió los labios, saqué la lengua y lamí la suya. Sus manos no paraban de acariciarme, las caderas, la tripa, la nuca, todo mi cuerpo hasta llegar a mis tetas que apretó enérgicamente. La sensación se trasladó a mi coño y casi me corrí. Conseguí aguantar, no quería correrme tan pronto, estaba disfrutando demasiado.

—Muérdeme, Ana, por favor.

Ana entendió lo que quería y repitió en mis tetas lo que yo le había hecho antes, me mordió fuerte un pezón y luego me chupó el otro. No pude resistir más y me abandoné al placer, con un último movimiento de culo me empotré totalmente en la polla de Jonas y me corrí desaforadamente. Debieron oírme en la ciudad de los gritos de placer que salieron de mi garganta.

—Me corro cariño — dijo Jonas follándome más fuerte aún —, te voy a llenar de mi semen.

—Sí, sí — gemía yo.

Cuando sentí los abrasadores chorros de Jonas en mi interior, mi orgasmo, que ya remitía, se prolongó durante varios segundos más. Mi cuerpo se elevó al cielo sin abandonar la cama y se quedó allí mucho tiempo, sentía que flotaba en una nube de placer extremo. Mis brazos fallaron y mi cabeza chocó con el colchón, permanecí con el culo en pompa hasta que caí de lado totalmente agotada, haciendo salir el miembro de Jonas de mi satisfecho coñito. Con Ana abrazándome por un lado y Jonas por el otro yací recuperándome del sexo sin ninguna gana de moverme. A los pocos minutos Ana le dijo a Jonas que nos dejara solas.

—¿Te ha gustado, Megan? — preguntó sin dejar de abrazarme.

—Ya sabes la respuesta, ha sido fantástico.

—Vale, pues intenta prestarme atención. Ahora todos los chicos y alguna de las chicas querrán acostarse contigo. Creo que se lo deberías permitir a todos al menos una vez, pero es tu decisión. Si dejas la puerta abierta por la noche, el que quiera entrará y se acostará contigo, luego tú elijes si solo quieres dormir o quieres follar, ninguno se ofenderá si le rechazas ni se pondrá pesado. Te lo dice una que ha probado con todos, jajaja. Supongo que tomas la píldora, ¿verdad?

Abrí los ojos y debí poner cara de espanto.

—Ay, alma cándida. Luego te doy una pastilla del día después y vete al médico para que te recete el anticonceptivo que prefieras.

—Gracias, Ana.

—Ahora deja que te advierta de una cosa, es sobre Phil.

—Ya sé que es muy grande, no necesitas avisarme.

—No, no es eso. Verás, desde que le venciste el día que llegaste te tiene en un pedestal y te respeta muchísimo, pero en la cama es un poco peculiar. Verás que en la cama no hay jerarquías ni manda nadie más que otro, tu posición de alfa no te da derechos sobre nadie. Puedes y debes pedir lo que quieras hacer y que te hagan, pero con Phil no funciona así exactamente.

—¿A no? ¿Pues qué le pasa? — pregunté intrigada.

—En la cama es totalmente dominante, te hará y le tendrás que hacer lo que él quiera, él manda y tú te sometes. Verás que te insultará e incluso te pegará, pero no te sentirás humillada ni te hará más daño del que gustosamente aguantes. A mí me ha azotado y me encontré pidiendo más en vez de darle un puñetazo en la nariz.

—¿Qué? No me lo puedo creer.

—Créeme, mis mejores orgasmos han sido con él, pero debes tener el ánimo adecuado para acostarte con él. No es fácil someterse si no va contigo, pero es toda una experiencia. Al menos de vez en cuando querrás hacerlo, y si no, ya me contarás. Una vez nos cogió a tres y nos esclavizó durante toda una noche, nos azotó en el culo hasta que lo tuvimos como un tomate, luego le tuvimos que …, no te cuento más. Solo te digo que por la mañana le retiramos la palabra las tres. ¡Ah! Y la siguiente noche le buscamos para repetir, no he vuelto a tener tantos orgasmos seguidos nunca, jajaja.

—Creo que me has asustado, no estoy muy segura de si yo …

—No te compliques, las cosas surgen cuando surgen, vamos a ducharnos o con este olor vamos a tener a todos los chicos suspirando durante la clase.

En cuanto terminó la clase fui a ver a John. El alfa de los lobos me había llamado para hacerme un encargo.

—Cuéntame John, ¿para qué me necesitáis? — como le gustaba al lobo, paseábamos por las inmediaciones de su casa para hablar.

—En tres días nos reuniremos con los clanes de Filadelfia, no te has enterado porque lo concertamos antes de que fueras alfa. Nos gustaría que vinieras como alfa y que te encargaras de la seguridad.

—¿Se esperan problemas?

—Nunca esperamos problemas en estas reuniones, pero siempre acaba habiéndolos, una buena seguridad al menos desalentará algunos posibles altercados.

—¿Dónde va a ser la reunión?

—En Nueva York, iremos cada uno con nuestro segundo, ¿tú tienes ya un segundo?

—No, la verdad es que ni se me había ocurrido, ¿lo necesito?

—Claro, aunque solo sea por no ser menos que los otros alfas. Toma la decisión sin apresurarte, no es necesario que lo tengas para esta reunión. Te harás cargo de dos miembros de los lobos, de los panteras, de los osos y de los vampiros. Si quieres llevar alguno de tus chicos hazlo.

—Necesito conocer toda la logística, las personas que iremos, alojamiento, lugar de reuniones, en fin, todo.

—Te lo mandaré al correo, lamento avisarte con tan poca antelación.

—Necesitaré conocer a los miembros de mi equipo.

—Esta noche irán a verte, al haber dos vampiros no puede ser antes.

—Con eso me vale, en cuanto reciba la información me pongo a diseñar un plan de seguridad.

—Estupendo, por cierto, enhorabuena, ya me han dicho que has conseguido transformarte. Es realmente singular que el primer cambio sea a tu edad, pero me alegro mucho por ti.

—Gracias, John. La verdad es que estoy muy feliz.

Al llegar a casa me encerré en mi habitación a examinar la información. Viajaríamos el día anterior por la noche y nos alojaríamos en el mismo hotel en el que serían las reuniones. Se celebrarían durante dos noches en atención a los vampiros. El hotel era propiedad del lord vampiro de Nueva York, con lo que las habitaciones de los vampiros estarían protegidas de la luz solar. Dificultaría la protección el que los vampiros se alojarían en distinta planta al resto del grupo. Preparé la ruta para el viaje, desde Rivertown hasta la 7ª Avenida, donde se situaba el hotel, no deberíamos tardar más de dos horas. Para el regreso tracé una ruta alternativa por si esperábamos problemas. Íbamos a ser nueve personas en el equipo más otra si me llevaba a uno de los chicos, hablaría con Pete para que me recomendase alguno. Deberíamos llevar tres coches, uno delante y los otros dos cerrando la caravana. Pedí el favor a mi antiguo compañero en la policía, Al, para que me enviara los planos del hotel, sería conveniente estar familiarizada con ellos.

Paré para comer y hablar con Pete, le pregunté por los chicos y cuál debería llevarme.

—Con lo poco que los he tratado creo que sería Phil o Jim. Phil es mejor en la lucha cuerpo a cuerpo, pero Jim está más entrenado en vigilancia y no se le escapa nada. Dentro de unas semanas te recomendaría a Alicia, con práctica será una magnífica luchadora, rápida y muy intuitiva.

—Hablaré con ellos, iremos armados y no sé qué tal disparan.

Comí con los chicos y dediqué la tarde a los planos del hotel y de las carreteras. Conocía de sobra los alrededores del hotel porque había patrullado allí un año al ingresar en la policía. Cuando oí llegar coches me puse el cinturón con los cuchillos y salí a recibir a los miembros del equipo. Los lobos y los osos llegaron primero en un coche y se presentaron, luego llegaron los vampiros y, finalmente y con retraso, los panteras. Todos eran hombres menos una mujer—oso. Me presenté a los que faltaban y empecé a explicarles cómo haríamos el viaje.

—Viajaremos en tres coches, uno delante y dos detrás de los vehículos de los alfas. Yo viajaré en el primero de atrás con un miembro de mi clan y vosotros repartidos en los otros dos.

—Nunca lo hemos hecho así, princesa — me interrumpió Mike, uno de los panteras. Como me temía iba a tener que imponer mi autoridad desde el principio.

—Pues ahora se va a hacer de esta manera. Acompañaremos al grupo hasta el aparcamiento del hotel y luego a las habitaciones, haremos turnos para dormir que ya os comunicaré.

—Esa no es la forma de hacerlo, cielo — insistió Mike.

Decidida a no tolerar ni un agravio más salté los tres metros que me separaban del imbécil y le arrojé al suelo de un golpe en el pecho, sin darle tiempo a reaccionar le volteé y le inmovilicé apretándole la cara contra la tierra y retorciéndole un brazo a la espalda. Cuanto más se movía para liberarse más daño se hacía en el hombro. Finalmente detuvo sus esfuerzos respirando trabajosamente.

—Mi nombre es Megan, puedes llamarme así o alfa. No te consentiré que me llames princesa, ni cielo, ni otra cosa que no sea Megan o alfa. ¿Te queda claro?

El muy gilipollas no quiso contestar, apreté la presa sobre su brazo hasta que estuve a punto de dislocárselo.

—Sí — jadeó sin poder moverse. Miré alrededor y pude ver que los vampiros se habían puesto uno a cada lado del otro pantera.

Sin soltar a Mike seguí explicándole calmadamente cómo iban a ir las cosas.

—Yo dirijo el equipo y me debes respeto. Soy una alfa y también por eso me debes respeto. Admito cualquier sugerencia que quieras hacer sobre el plan de seguridad, pero no toleraré ninguna tontería. ¿Estamos?

—Estamos — le liberé y le ofrecí la mano para ayudarle a levantarse. Me ignoró y fue junto a su compañero de clan, golpeando con el hombro a uno de los vampiros para hacerse sitio.

—Ahora os lo digo a todos, si venís en el equipo seguiréis mis órdenes sin rechistar, si creéis que algo se puede hacer mejor me lo decís y lo consideraré, ¿alguien tiene alguna objeción?

—No, alfa — me dio la impresión de que los vampiros y los lobos estaban conmigo, los osos no lo tenían del todo claro y los panteras serían abiertamente hostiles. Si no ofendiera a su alfa los dejaría aquí.

Les pregunté a cada uno sobre su destreza en la lucha y con las armas, recogí sus datos de contacto y les despedí.

—Bien chicos, os enviaré la información a vuestro correo. Estaremos en contacto.

Esa noche necesita un favor de Ana y no sabía cómo hacerlo. Me avergonzaba hasta la muerte pedírselo, desde que llegó la estuve rondando, intentando reunir valor. Harta ya de que la siguiera a todas partes saltó :

—¿Me quieres decir ya lo que te pasa?

—Claro, verás, es que, bueno, quizá, si acaso …

—Vente a mi habitación — me dijo agarrándome del brazo y arrastrándome hasta su cuarto.

—Ya, ahora dime.

—Quería pedirte un favor, Ana.

—¿Qué necesitas?

Me quedé paralizada, mi boca no era capaz de pronunciar las palabras.

—¿Me lo quieres decir de una vez?

—Quería que me enseñaras a hacer una felación.

—¿Una qué? — me miró extrañada.

—Una felación — repetí con voz diminuta.

—¿Y eso qué es? — me quedé tan cortada que estaba dispuesta a mandarla a paseo y salir sin más de un su habitación.

—Jajaja, te estoy tomando el pelo. ¿Y quién es el afortunado? ¿Un búho bonito, un fiero león, o quizá un rubio vampiro? — me quedé callada mientras me tomaba el pelo, cuando se cansó de reír sacó de un cajón un consolador y me lo dio.

—Toma, necesitaremos esto. Espera que ahora vuelvo.

Volvió enseguida acompañada por Eve, oculté el consolador en la espalda y me puse más colorada todavía.

—Eve es la que mejor lo hace del clan, será porque las serpientes usan mucho la lengua, jajaja.

Me hicieron pasar una vergüenza terrible, pero acabé graduada “cum laude”. Eso sí, tuve que lamer el consolador como si fuera un polo de naranja, luego me hicieron rodearle con los labios y mamarlo a conciencia, también tuve que metérmelo entero en la boca aguantando las arcadas hasta que aprendí a relajar la garganta, y todo esto mientras me miraban atentamente haciendo comentarios y me ofrecían sugerencias. Desde luego disfrutaron ellas mucho más que yo, hubo un momento en que empezaron a gemir imitando a un hombre en que a punto estuve de metérselo donde no debería haber nada. Me veía a mí misma chupando un falo de plástico con cara de idiota. No hubiera podido terminar con sus lecciones si no hubiera imaginado que el consolador era el miembro de cierto vampiro que me tenía totalmente loca.

Al final me decidí por Jim para que me acompañara y se lo propuse después de cenar. Me pareció más importante su capacidad de observación y el manejo de las armas que la mejor capacidad de Phil para la lucha cuerpo a cuerpo. Aceptó encantado, le debían días de vacaciones y los emplearía para ser mi refuerzo.

Dormí sola esa noche y me levanté temprano, limpié mis armas, afilé mis cuchillos y practiqué la lucha con Pete. Cuando salí de la ducha tenía un mensaje de Drakkar, me recogería a las ocho para revisar mi plan de seguridad. Les mandé a los miembros del equipo la información que me pareció necesaria y aproveché el tiempo libre para transformarme en tigre. Jonas fue tan amable de controlarme desde el aire.

Una hora antes de las ocho me empecé a preparar, cuando me vestía con el único vestido que tenía que Drakkar no conocía caí en la cuenta de que necesitaría ropa para mi misión. No podía llevar vestido, pero la ropa que me ponía normalmente para trabajar era demasiado informal. Ya tenía tarea para la mañana siguiente.

Cuando Drakkar entró para recogerme me pasó lo de siempre al verlo, ¿cómo se podía ser tan guapo y estar tan bueno? Me besó caballerosamente la mano y, sin soltármela, salimos hasta el coche después de despedirnos de los chicos. Fuimos charlando mientras me llevaba a un pequeño restaurante italiano.

—Aquí hacen la mejor pizza de Rivertown — me dijo mientras me retiraba la silla para que me sentase.

—Genial, me encanta la pizza.

—Tengo muchas cosas que hacer antes de la reunión, así que no tengo mucho tiempo, pero quería comentarte unas cosas para que vayas preparada — le miré levantando las cejas —. Las cosas están tranquilas entre los clanes de cambiaformas, pero entre los vampiros no tanto. Hubo una escisión en Boston, varios vampiros se proclamaron independientes del señor de allí y le declararon la guerra. Yo apoyé al lord con hombres e información, puede que los rebeldes quieran tomarse la revancha.

—¿Pero el lord vampiro no controla a todos sus subordinados?

—A los que ha convertido directamente sí, también a los descendientes de estos, pero todos los lores tenemos vampiros independientes trabajando con nosotros. Cuando un lord muere, los vampiros creados por él son libres de ir donde quieran, juran lealtad a un nuevo lord pero no están controlados mentalmente por él. Evidentemente el lord puede controlarle si le tiene cerca, pero si está lejos no tiene poder sobre él.

—¿Si toma su sangre no adquiere control sobre él?

—No, eso solo ocurre con los humanos y hay que hacerlo a propósito.

—Ah — me quedaban muchas cosas por aprender.

Disfrutamos de una cena encantadora y luego me llevó a casa.

—Ya no te veré hasta la noche en que salgamos, espero que en Nueva York tengamos algún momento para nosotros.

—Me gustaría, además tengo un regalo para ti.

—¿Cuál?

—Será una sorpresa, pero estoy segura de que te gustará.

La noche en que salíamos nos reunimos todos en la mansión de Drakkar. Fuimos llegando al atardecer y, cuando el sol ya se había puesto, salió él con Dmitri, su segundo. Cada clan iba a ir en su coche. De mi equipo situé a los lobos y vampiros en el primer vehículo, Jim y yo ocupamos el segundo y los panteras y los osos el tercero. El viaje transcurrió sin novedad y aproximadamente en dos horas estábamos en la 7ª Avenida, bajando al parking subterráneo del kNIGHT Hotel, donde nos alojaríamos y nos reuniríamos con los clanes de Filadelfia. Subimos a recepción para registrarnos, el vestíbulo del hotel era enorme, columnas de mármol blanco sostenían los altísimos techos. El suelo brillaba como si lo acabasen de encerar, los clientes del hotel entraban y salían, unos volvían de sus negocios y otros salían a cenar o a disfrutar de la noche neoyorkina. Salió a recibirnos el director del hotel, un vampiro que se presentó como Aurelius, nos proporcionaron en tiempo record las llaves de nuestras habitaciones mientras mi equipo rodeaba discretamente a nuestros protegidos. Tal y como les había instruido a los chicos, los panteras y los vampiros fueron con Drakkar, los lobos, osos, Jim y yo acompañamos a los demás a la planta sexta. Al final de un largo pasillo disponíamos de siete habitaciones. Los alfas ocupábamos las cuatro del final, dejando las otras tres para los miembros de seguridad.

Bajé a la habitación de Drakkar para revisar la habitación. Los cuatro guardias vigilaban el pasillo.

—Chicos, recordad las instrucciones — les dije — por el día vosotros haréis guardia en la puerta de las habitaciones — dirigiéndome a los panteras —, por la noche dormís y os relevan los vampiros. Si tenéis que dejar el pasillo por cualquier razón me llamáis para que mande un refuerzo. ¿Todo claro?

—Sí.

—Ocultad las armas — le dije al fanfarrón con el que ya había tenido problemas, se había quitado la chaqueta y dejado a la vista la funda sobaquera de su pistola.

Llamé a la habitación de Drakkar y esperé a que me diera permiso.

—Lord Drakkar, Dmitri — saludé haciendo un barrido visual de la habitación. En realidad era una suite con un pequeño salón y dos habitaciones. Al estar en el primer nivel del sótano no tenía ventanas. Les expliqué cómo se les protegería.

—Me parece muy bien, Megan. La primera reunión será mañana en cuanto anochezca, tendrás que estar presente para conocer a los alfas de Filadelfia.

—Claro, les conoceré pero no me sentaré con vosotros, como no conozco a mi equipo prefiero encargarme de la seguridad.

Drakkar miró de reojo a Dmitri, que se excusó y se retiró a su habitación. En cuanto se cerró la puerta recorrió los escasos metros que nos separaban y me cogió entres sus brazos.

—Espero que entre tus deberes — me sonreía con sorna — esté ocuparte de mis necesidades.

—Jajaja, para garantizar tu seguridad no te perderé de vista, me tendrás muy cerca — le acaricié su perfecto culo —, estaré encima de ti.

—¿Y yo? ¿Podré estar encima de ti alguna vez? — ahora sonreía abiertamente. Si Dmitri no estuviera justo al otro lado de la puerta …

—Espero que encontremos algún momento, pero ahora tengo que dejarte, quiero revisar con el equipo los deberes y horarios de cada uno.

—De acuerdo, pero llévate esto para que no te olvides de mí.

Acercó su cara lentamente, yo abrí los labios para recibirle y, cuando sus suaves labios tocaron los míos fue como una descarga de energía. Disfruté enormemente del beso, tanto que cuando salí de la habitación me temblaban las rodillas. Saludé con la cabeza a los guardias vampiros y subí al ascensor recostándome contra una de las paredes. ¡Cómo narices podía tener ese efecto en mí!

Mandé a dormir a los osos, dejé a los lobos vigilando y fui a revisar la sala donde se celebrarían las reuniones. Después de una revisión detallada aproveché para dormir unas horas, dejando encargado a Jim que me despertara ante cualquier problema.

El día siguiente pasó sin novedad, los vampiros dormían protegidos por los panteras y los osos y Jim y yo escoltamos a los alfas y sus segundos. Dimos un paseo por los alrededores del hotel, tomamos algo en el bar y luego comimos todos juntos. Observé que los lobos y osos me trataban con normalidad y respeto, pero tanto Sira, la pantera alfa, como su segundo Norman, me ignoraban ostensiblemente. Jim se dio cuenta y cada vez que hablaba conmigo me llamaba “alfa”, lo que invariablemente provocaba gestos de desagrado en Norman.

Cuando anocheció entramos todos juntos al salón donde se celebraría la reunión. Había varios camareros preparando la gran mesa en U que utilizaríamos, se apresuraron a terminar y se marcharon. Enseguida entró Aurelius acompañado por un vampiro de aura poderosa, desprendía una sensación de poder que nunca había notado en ningún otro vampiro. Dio un rápido abrazo a Drakkar y estrechó la mano a Dmitri. Fue saludando a los alfas hasta que Drakkar me le presentó en último lugar.

—Srta. Megan, le presento a César, el lord vampiro de Nueva York.

El vampiro sujetó mi mano entre las dos suyas y me miró a los ojos. Apresuradamente comprobé mis defensas mentales. Estaban a tope. Noté que me sondeaba y retrocedía sorprendido.

—¡Qué curioso! Encantando de conocerla, Srta. Megan, es un verdadero placer. Quizá cuando termine la reunión podamos compartir una agradable … charla — el magnetismo del vampiro me rodeó sutilmente.

—La Srta. Megan es la responsable de nuestra seguridad — intervino Drakkar rápidamente agarrándome el brazo, parecía un gesto amistoso pero en realidad estaba dejando claro que estaba bajo su protección —, cuando acabemos la reunión ella y yo repasaremos la seguridad para mañana.

—Por supuesto — César había comprendido y asumía la situación.

—Encantada de conocerle, lord César.

La llegada de la gente de Filadelfia interrumpió nuestra conversación, hubo intercambio de apretones de manos y algún abrazo. Según los fui conociendo y viendo sus gestos me iba quedando claro que no estaban felices porque fuera alfa de mi propio clan, un clan formado por diferentes razas.

La reunión empezó y yo, dejando mi silla vacía, supervisé a mi equipo y controlé el perímetro, recorriendo los pasillos aledaños en previsión de cualquier inconveniente. Hablaron de programas de recepción de estudiantes, aceptando acoger a cambiaformas y vampiros de otras zonas que se desplazaran para asistir a alguna universidad. Los vampiros concretaron la forma en que podían desplazarse por territorios de otros lores sin que nadie se considerara ofendido. Resolvieron varios asuntos de menor importancia pero que suponían fricciones en el día a día.

Lord César, que actuaba como anfitrión y moderador, dio por terminada esa sesión un par de horas antes del amanecer, todo el mundo se levantó y nos desplazamos hasta el salón contiguo, donde había comida y bebida para todos. Con mis chicos haciendo guardia me mezclé con los asistentes hasta un poco antes del amanecer, cuando todos se fueron a descansar.

Idéntico al primero pasó el segundo día, sin imprevistos, sin problemas. Yo estaba algo frustrada por no encontrar un momento para pasarlo con Drakkar, pero el largo horario de reuniones lo hizo imposible.

La noche en que volvíamos mandé a todos la ruta que seguiríamos, era distinta a la que usamos para venir y tardaríamos una hora más, pero eliminaría el riesgo de ataque. Si alguien planeaba algo, le despistaríamos al volver por otro camino. Situé a mi gente igual que la primera vez, lobos y vampiros en el primer coche, luego los alfas, Jim y yo siguiéndolos y los panteras y los osos cerrando el convoy.

A pesar de ir por peores carreteras el camino era mucha más bonito, habíamos cambiado la autopista por carreteras secundarias, estas estaban en muy buen estado y podíamos mantener una buena velocidad, pasamos por pueblecitos, divisamos pequeños lagos y ríos, atravesamos zonas espesamente arboladas …

En una de estas zonas recibimos el ataque. Atravesábamos un bosque de coníferas y lleno de vegetación baja cuando nuestro primer vehículo explotó y saltó por los aires en medio de una bola de fuego. ¡Le habían alcanzado con un cohete!

Los atacantes, sin embargo, cometieron un error, nos dispararon con armas automáticas desde el lado derecho de la carretera. Supongo que para no recibir fuego amigo decidieron ocupar uno solo de nuestros flancos. Nos bajamos todos refugiándonos tras los coches. La situación era desesperada, nosotros teníamos armas cortas y no éramos rivales para las automáticas que nos atacaban.

—Jim, vigila a los panteras y a los osos, alguien ha debido dar el soplo de nuestra ruta, ten mucho cuidado — le grité para hacerme oír entre el ruido de los disparos.

—¿Qué vas a hacer tú?

—Me los voy a comer. Cuando los tenga entretenidos tendréis que contraatacar, pero vigila mucho tu espalda. Intenta ir en último lugar y no dejes que me disparen a mí.

Eché a correr hacia la linde del bosque, si alguien me veía pensaría que estaba huyendo, en cuanto estuve a cubierto me desnudé y me transformé en tigre. Si alguien no los atacaba por detrás sería cuestión de tiempo que nos masacraran. Corrí hacia adelante unos quinientos metros y crucé la carretera, seguí velozmente intentando ponerme a la espalda de los atacantes y, a paso mucho más prudente, me acerqué a ellos. Con mis sentidos felinos pude oler a seis individuos, tres vampiros y tres humanos. Sin mucha idea de estrategia se habían puesto en fila en el borde del bosque separados unos quince metros unos de otros. Sigilosamente me acerqué al primero, que ignorante de mi presencia disparaba a los coches, salté sobre su cuello y sin ningún ruido se lo aplasté entre mis mandíbulas. Igual hice con el segundo. El tercero era un vampiro, me aplasté contra el suelo y me acerqué lentamente. El vampiro sería más fuerte y mucho más rápido que un humano, además veía perfectamente por la noche. Mi mejor estrategia sería saltar sobre él antes de que me percibiera, así que cuando estaba a cinco metros salté sobre él. Se giró presintiendo algo y me intentó disparar, afortunadamente no tuvo tiempo de apuntar. Le derribé al suelo y, manteniéndole con mi peso, intenté morderle el cuello. El vampiro se retorció y me clavó los colmillos en una pata delantera, rugí de dolor y le rasgué el estómago con mis garras traseras, en cuanto me soltó la pata enterré los colmillos en su cuello y giré frenéticamente la cabeza hasta que lo sentí partirse, no le mataría pero lo dejaría impedido varias horas.

Mi ataque al vampiro no había pasado desapercibido y sentí balas volando a mi alrededor, me volví a internar en el bosque esperando que me siguieran y mi equipo pudiera avanzar. Demostrando otra vez ineptitud me siguieron los tres que quedaban. Yo era más rápida y estaba mejor preparada para moverme entre la vegetación así que los mantuve a una distancia prudencial, me sorprendió escuchar disparos de pistola, ¿a quién estarían disparando mis chicos?

Me decidí por volver a atacar y, ahora sí, me desplacé velozmente para atacar por el flanco, los rodeé y ataqué a uno de los dos vampiros que quedaban. Si no terminaba rápidamente con él o llegaban refuerzos estaría en problemas. El vampiro debía ser joven y estar asustado porque ni me sintió llegar. Salté sobre él y le aprisioné el brazo haciéndole soltar el arma. Con un brazo inútil me fue fácil acabar con él, le dejé con el cuello roto como al anterior, fatalmente los dos atacantes que quedaban salieron de la espesura y me apuntaron con sus armas. Perdieron un par de segundos sorprendidos de encontrar allí a un tigre y eso me salvó. Jim y uno de los hombres—oso llegaron por detrás de ellos y los acribillaron a balazos. Fue fácil romperle el cuello al vampiro que quedaba, había soltado el arma y se movía lentamente debido a la cantidad de balas de plata que tenía en su cuerpo.

Lamí la mano de Jim para agradecerle su ayuda y me dirigí corriendo a donde había dejado mi ropa. Crucé la carretera lejos de los alfas, no quería que alguno me disparase por error.

Cuando me reuní con ellos, ya vestida, volvían Jim y el hombre—oso, que luego supe que se llamaba Tim, arrastrando a dos de los vampiros.  Dmitri fue a por el tercero. Los dejaron en el suelo entre los coches y Drakkar les examinó.

—Esperemos unos minutos, empezarán a recuperarse enseguida y podré interrogarlos.

Yo me acerqué al primer coche, pero estaba calcinado. Los dos lobos y los dos vampiros no habían tenido las más mínima oportunidad. Volví para hablar con Jim, que se removía en el sitio apesadumbrado.

—¿Qué ha pasado?

—Uno de los panteras disparó a su compañero y al compañero de Tim por la espalda cuando nos adentrábamos entre los árboles. Le abatí, pero no pude hacerlo a tiempo. Era el traidor del que me habías advertido.

—¿Cómo? Eso es imposible — bufó Sira, la alfa de los panteras —, en mi manada no hay traidores. Si piensas eso — ahora se enfrentaba conmigo — es que eres más estúpida de lo que creía.

La ignoré y haciéndole un gesto a Jim y a Tim fuimos a ver los cuerpos. Recogimos a la mujer—oso y al pantera y los llevamos con los demás. Los dejamos con cuidado en el suelo y comprobamos que la mujer—oso todavía respiraba. Bull se encargó de ella, la volvió de espaldas y, metiendo los dedos en las dos heridas que tenía le sacó las balas sin preocuparse por si hacía más daño. Ante mi exclamación sorprendida dijo :

—Le hace más daño la plata que cualquier cosa que yo pueda hacer, sin las balas dentro tiene posibilidades de recuperarse.

Sira envió a Norman, su segundo, a por el cuerpo del otro pantera, pudimos comprobar que también estaba muerto.

El ataque había sido chapucero pero del equipo solo habíamos sobrevivido Jim, Tim y yo, y esperábamos que la mujer—oso pudiera recuperarse.

Habíamos tenido suerte de que no pasara ningún coche, pero movimos nuestros vehículos al arcén y nos ocultamos entre los árboles. Si alguien pasaba avisaría del coche ardiendo, pero no lo relacionarían con nosotros, al menos al principio. Una vez que el primero vampiro despertó Drakkar le sacó la información directamente de la cabeza. Como sospechaba, se trataba del grupo de vampiros escindido de Boston, habían sobornado al hombre—pantera para que les diera toda la información de seguridad y les ayudara en el ataque. Según Drakkar lo explicaba la cara de Sira iba palideciendo. Osciló en el sitio y Norman la sujetó del brazo para que no se cayera. Sira le apartó de un manotazo.

—Tengo que pediros perdón a todos, acepto la responsabilidad por lo ocurrido. Compensaré a las familias por su pérdida — decía mirando en rededor a los presentes, estaba claramente abochornada pero se mantenía con la barbilla alta — especialmente a ti. Siento haber dudado de ti, Megan.

—Era comprensible — respondí —, es difícil admitir que hay un traidor en tu manada.

Dmitri se internó en el bosque y se fue llevando los cuerpos de los vampiros, cuando terminó dijo que ya no despertarían. Supongo que les arrancaría la cabeza. Los demás cuerpos los metimos en uno de los coches y regresamos a Rivertown sin más problemas. Allí cada alfa se llevó a los suyos y nos retiramos a nuestra casa apesadumbrados y alicaídos.

Jim y yo nos dimos una ducha, no había nadie despierto y estuvimos un rato hablando de lo que había ocurrido. Cuando me fui a acostar me pidió acompañarme y le dije que sí. Agradecí tener a alguien con quien compartir la cama esa noche. Mi ánimo no era el mejor, había perdido a varios miembros de mi equipo y necesitaba compañía y consuelo. Me puse el pijama y me apreté contra Jim, poniendo mi cabeza contra su pecho mientras él me la acariciaba suavemente. Aspiré su aroma, familiar y tranquilizador. Nos quedamos dormidos abrazados el uno al otro, refugiándonos en nuestra manada, en nuestro clan.