La guardiana 06
Megan se acuesta por primera vez con el Lord vampiro. También aprende cómo cambiar a su forma de tigre.
Me desperté entre Ana y Jonas, salí de la cama antes de que despertaran y me fui a la ducha. Mientras me lavaba llegaron los dos y se ducharon a mi lado, más chicos y chicas se nos unieron. Todos me saludaron de la misma manera : “Buenos días, alfa”. Con cada saludo yo me enorgullecía más, les había dado un clan, una familia, y encima yo era la alfa. Trabajaría duro para merecerlo.
Después de desayunar llamé a mi antiguo instructor de lucha de la policía. El viejo hombre—lobo era lo que necesitaba para formar a mis chicos, si conseguía que viniera les convertiría en auténticos luchadores.
—Hola Pete, viejo lobo.
—¡Megan! ¿Cómo está mi alumna favorita?
Nos intercambiamos cumplidos y hablamos del pasado, recordando anécdotas.
—Verás Pete, tengo un clan de trece miembros en Rivertown, me gustaría que vinieras unas semanas y nos entrenaras, los chicos son buenos pero inexpertos.
—Estoy jubilado, Megan, y muy mayor para eso.
—Jajaja, tú con tu edad podrías con tres jóvenes a la vez. Te necesitamos, Pete. Te alojarías con nosotros, además, un ingreso extra siempre viene bien, ¿qué me dices?
—La verdad es que echo de menos gritarles a los reclutas, cuenta conmigo.
—Genial, te mando todos los datos, te esperamos viejo lobo.
Pasé la mañana en la casa, al principio fue divertido, pero a la hora de comer ya estaba un pelín cansada de que cada vez que alguien se dirigía a mí acababa siempre la frase diciendo “alfa”. No dije nada en cualquier caso, seguro que a todos les enorgullecía tener un alfa, ser un clan.
Después de comer me fui a dar una vuelta por la ciudad acompañada por Jonas. Me enseñó algunos sitios que no conocía y lo pasamos bien. Volvimos pronto, me tenía que arreglar para la cena con Drakkar. Esta vez Ana no estaba y lo tendría que hacer yo sola.
Estaba lista para salir cuando Alicia, que acababa de llegar, me hizo un comentario.
—Si vas a cenar con un vampiro debes pensar si un moño es lo mejor, quizá no sea bueno enseñar tanto el cuello.
Me quedé horrorizada, ¡tenía razón!, por muy atractivo que me resultase Drakkar no estaba dispuesta a ser su fuente de sangre. Me solté el recogido del pelo y lo dejé suelto, Alicia me lo cepilló y salí pitando para la mansión.
El mayordomo me acompañó hasta el jardín, en un bonito rincón me esperaba Drakkar junto a una mesa puesta para cenar. Salió a mi encuentro andando con gracia felina y me agarró las manos.
—Estás más bonita que de costumbre, Megan.
La forma en que lo dijo, el tono grave y oscuro de su voz, me hizo estremecer. Él estaba increíblemente atractivo, como siempre. Con un traje claro y sin corbata estaba arrebatador. Yo llevaba un ligero vestido hasta la rodilla con tirantes, blanco, debajo me había puesto uno de los descarados juegos de lencería que Ana me hizo comprar.
—Ven, paseemos por el jardín.
Me enseñó el enorme jardín que ocupaba la parte de atrás de la mansión. Me fijé en que estaba muy bien iluminado.
—Necesitamos luz artificial para disfrutar del colorido de las plantas y las flores — dijo al notar que me fijaba en las numerosas luces del jardín —, como sabrás por la noche vemos perfectamente pero no se aprecian bien los colores.
—Sí — respondí pensando en cómo sabría Drakkar que yo tenía tan buena visión nocturna.
—¿Cómo recibieron tus chicos el nombramiento de tu clan?
Le estuve contando la fiesta que hicimos y le hice reír al contarle lo pesados que estaban con lo de “alfa”. Nos sentamos después de recorrer el jardín y me sirvió champán de una cubitera helada que estaba al lado de la mesa.
—¿Te importa si yo bebo lo habitual?
—Claro que no.
—Creo que tenemos suficiente confianza, ¿verdad? — me preguntó.
—Por supuesto, en realidad has sido muy amable conmigo desde mi llegada, no solo me enseñaste a proteger mi mente, sino que apoyaste mi petición ante el consejo. Debo darte las gracias, te debo una.
—Sí, y creo que sé cómo me vas a pagar.
El vampiro tenía una sonrisa pícara y una mirada más pícara aún.
—¿Cómo, Drakkar?
—Primero cenemos, luego me compensarás por mi ayuda.
Se me ocurrieron varias formas de compensarle, quizá me pidiera alguna en que hubiera poca ropa implicada. Avergonzada por mis propios pensamientos me ruboricé y bajé la mirada. Drakkar hizo como que no se enteraba y seguimos hablando, del clan, de mi trabajo en Nueva York, de mis años viviendo sola …
—Y dime, Megan ¿qué te contó tu madre sobre tu padre?
—Nada, nada en absoluto. Cada vez que preguntaba cambiaba de tema o se iba directamente.
—¿Y te gustaría saber algo de él?
—Lo cierto es que ahora no, hubo unos años en los que deseaba conocerlo, pero llegué a la conclusión que si él hubiera querido lo mismo lo hubiera hecho, se hubiera esforzado por encontrarme y conocerme.
—¿Y tienes alguna idea de por qué no te puedes transformar en tigre?
—No, simplemente cuando llegó el momento no lo conseguí, estuve años intentándolo, ya he dejado de hacerlo, he asumido que nunca cambiaré.
—Quizá pueda ayudarte con eso, he podido ayudar en casos similares al tuyo, no hay garantías pero se puede intentar.
En su momento mi incapacidad para cambiar me había supuesto un trauma importante, pasé página y ya no le daba importancia, pero la posibilidad de ser normal entre los míos, poder transformarme y recibir mi herencia completa me dejaron totalmente impactada. Si había una mínima posibilidad para mí quería intentarlo.
—Supondría mucho para mí, Drakkar. ¿De verdad piensas que es posible? — pregunté esperanzada.
—Hay una pequeña probabilidad de que recuperes tu habilidad, no te hagas falsas esperanzas, la posibilidad es pequeña, pero se puede intentar.
—Estoy dispuesta, sería muy importante para mí.
—Pues si quieres ven mañana al anochecer y lo intentamos, con tu entrenamiento mental será muy rápido, o lo consigues enseguida o será imposible.
Terminé de cenar mientras charlábamos, Drakkar había picoteado algo mientras cenaba para acompañarme, no porque en realidad tuviera que comer. Me llevó al saloncito de arriba donde habíamos dado las clases a tomar café y me ofreció una copa, que rechacé. Mientras tomaba el café el pulsó un botón de la librería y se deslizó un panel, dando acceso a un moderno equipo de música, puso algo lento y tiró de mi mano para levantarme del sillón.
—Ahora pagarás tu deuda. Bailarás conmigo hasta que salga el sol.
Me mantuve en silencio, solo sonreí y pasé mis manos por su cuello, el rodeó mi cintura y empezamos a movernos siguiendo el lento ritmo de la música. Acoplé mi cuerpo al suyo y nos dejamos llevar, apoyé mi cabeza en el hueco entre su cuello y el hombro y disfruté de la sensación. Normalmente me gustaba pagar mis deudas, pero pagar ésta estaba siendo un placer. Estuvimos mucho rato sin hablar, simplemente moviéndonos juntos. De vez en cuando las manos de Drakkar acariciaban mi espalda sobre la tela del vestido, bajaban hasta el nacimiento de mis nalgas y volvían a subir. Cuando hacía eso mi respiración se agitaba y mis manos acariciaban su cuello y su nuca.
—Megan — susurró.
Levanté la cara para mirarle y se acercó mucho a mí, sus ojos se oscurecieron y sus labios se quedaron a centímetros de los míos. Los abrí invitándole y me besó. Me derretí cuando el frio de sus labios caldeó los míos, su lengua me invadió suavemente y escuché gemir. ¡Era yo! Con un simple beso me había hecho gemir, deseando que no terminara nunca. Sin dejar de movernos nos besamos, primero con ternura, luego con pasión. Bajé mis manos para acariciar su pecho y su estómago, las metí bajo su chaqueta y recorrí su espalda. Cuando él bajó hasta mi trasero y me apretó contra su erección volví a gemir. Ya no bailábamos, le quité la chaqueta y le desabroché la camisa para pasar mis manos sobre su pálida piel. Detuve los besos para lamerle el cuello y cuando le mordí suavemente siseó. Me aupó cogiéndome del culo y le rodeé con las piernas, salió del salón recorriendo el pasillo a toda prisa hasta que llegamos a su dormitorio.
Cerró la puerta de una patada y me aprisionó contra ella. Con una mano en mi mandíbula me movió para tener acceso a mi boca, invadiéndola con su lengua y asolando mi razón. Yo no había bajado las piernas y me apretaba a él, notando su durísimo miembro en mi centro.
—Ven, vamos a la cama — cuando retrocedió emití ruiditos de disgusto, el sonrió y me llevó de la mano hasta su cama. Sin dejar de mirarme a los ojos me bajó la cremallera del vestido y lo dejó caer hasta mis pies.
—Eres perfecta — dijo admirando mi lencería, eché mis manos atrás para quitarme el pequeño sujetador, pero no me lo permitió —. Ese es mi trabajo.
Sus manos me recorrieron entera, desde mis mejillas hasta mis muslos, pasando por mi espalda y mi lisa tripa. Le desabroché el pantalón dejando sus bóxer de seda a la vista, levantamos los pies riéndonos al unísono para salir de nuestras ropas. Drakkar desnudo era más hermoso todavía que vestido, le lamí el cuello y las clavículas, bajé por el centro de su pecho hasta llegar a un pezón. No podía para de besarle y lamerle. Por un momento me detuve asustada y le miré con los ojos muy abiertos.
—No te he influido de ninguna forma, Megan. Ya te dije que no lo haría — me había leído la expresión perfectamente. Creí sus palabras y me tranquilicé. Su boca volvió a apoderarse de la mía y sus manos de mis pechos desnudos, ¿cuándo me había quitado el sujetador? Los acarició suavemente, mis pezones se endurecieron y saqué pecho ofreciéndoselos. Mis pechos eran pequeños pero firmes y redondos, Drakkar se dio un festín con ellos sin dejar un centímetro sin lamer o mordisquear. Me fijé en que de alguna manera evitaba pincharme con los colmillos, pero me puso algo nerviosa. Drakkar se tumbó en la cama arrastrándome con él y me dijo :
—No te morderé hasta que me lo pidas, Megan.
Me pareció muy acertado que lo dijera, me liberaba de una preocupación que rondaba por mi cabeza.
—No te lo pediré — le dije convencida, no sé si me creyó porque a la vez que hablaba metía una mano bajo su bóxer para agarrarle. Estaba duro y frio, pero paradójicamente yo me calenté más todavía. Se quitó los bóxer y pude admirarle. Su miembro era suave y de piel lisa y rosada, tenía un tamaño más que generoso, moví mi mano arriba y abajo hasta que el vampiro me tumbó y se puso entre mis piernas. Bajó la cabeza hasta mis muslos y me mordisqueó la parte interna haciendo que abriera más las piernas. Cuando llegó a mi rajita yo estaba totalmente entregada, aferrada a sus rizos dorados, sus manos bajo mi culo me levantaban para lamerme a su antojo. Yo hacía ruiditos de placer sintiendo su lengua en mi coñito, un orgasmo empezaba a construirse en mi centro, poco a poco me recorría una marea de sensaciones, ola tras ola me iba acercando al clímax. Su lengua jugó con mi clítoris mientras una de sus manos me agarró un pecho. Yo puse mi mano sobre la suya para apretar más, necesitaba más y así se lo dije.
—Más, dame más.
Su lengua torturó mi clítoris hasta que juntó los labios y absorbió con fuerza. Mi botón del placer se hinchó y yo estallé. Arqueada sobre la cama gemía la llegada del increíble clímax que explotó en mi interior. Su lengua no se estuvo quieta, sino que lamía suavemente mi coñito, el placer me llegaba en oleadas que disfrutaba gimiendo sin ninguna vergüenza, disfrutando de cada sensación. Cuando caí intentando volver a respirar el vampiro se puso en posición para penetrarme.
—Despacio, por favor — dije un poco acobardada —, hace mucho.
—Seré muy suave, cariño.
Con una mano se agarró el miembro y lo apuntó, levanté las caderas para facilitárselo y me la empezó a meter, su polla se introdujo en mi interior, abriendo caminos hace mucho abandonados. Con mi coñito sensible por mi reciente orgasmo la sensación fue increíble, el placer volvió a recorrerme, si no me corrí otra vez fue porque también me dolió. Mi cuerpo no estaba acostumbrado y se resentía.
—Iré muy despacio, no tengas miedo — Drakkar lo había notado y se movía muy lentamente dentro de mí.
Su pene entraba apenas unos centímetros y salía casi del todo, repitiendo el movimiento varias veces. Yo cada vez sentía más placer y menos dolor, empezando a disfrutar.
—Ya ha entrado entera, ¿te duele?
Le miré a los ojos y le sonreí, le besé suavemente en los labios y le dije :
—Fóllame.
Drakkar me besó apasionadamente, hundiendo su lengua hasta mi campanilla, sus caderas adoptaron un ritmo lento y profundo, dándome lo que necesitaba en ese momento. Su templanza y resistencia resultaban enloquecedoras, cuando llevábamos unos diez minutos no pude aguantar más y gemí en su oído.
—Hazme tuya, Drakkar, fóllame.
Sus ojos se hicieron más profundos, algo salvajes y sus caderas se movieron con más ímpetu, ahora me penetraba hasta el fondo mucho más rápido, iba a volverme loca de placer.
—Sí, sí, más — gemía.
Se había convertido en un pistón que me taladraba incansablemente. Agradecía interiormente la fuerza de los vampiros y la mía propia para poder soportarlo. Cuando me sorprendió el orgasmo algo explotó dentro de mí, grité mi placer rodeándole con las piernas, obligándole a ir más adentro, más profundo. Me estremecí elevando mis caderas disfrutando del éxtasis, abrazando su cuerpo sin querer separarme nunca de él.
—Aaaaaaaggghhhhhhh … sí … sí …
Empezaban a remitir mis temblores cuando arreció su movimiento y tensándose sobre mí se corrió en mi interior. Una corriente fría me inundó junto con una sensación de plenitud, de goce. Otro orgasmo me sorprendió haciéndome gemir en su hombro, mis dientes se cerraron sobre él y apretaron, mordiéndole involuntariamente. Unas gotas de sangre llegaron a mis labios, las lamí mientras me corría bajo su cuerpo. En cuanto tragué su sangre mis sentidos se amplificaron, me sentí llena de energía y mi placer creció exponencialmente. Estaba aterrada por lo que estaba pasando, pero no podía detener mi éxtasis, no quería renunciar al enorme placer que Drakkar me daba.
Pasaron unos minutos hasta que mi cerebro volvió a funcionar. Estaba tumbada de lado junto a Drakkar, que me miraba dulcemente.
—¿Qué ha pasado? — pregunté.
—Has probado mi sangre, eso te ha hecho más sensible y fuerte ¿te ha gustado?
—Creo que sí, pero ¿me pasará algo ahora?
—Jajaja, no cariño, no te pasará nada, aunque no me importaría que te volvieras adicta a mí y quisieras repetir todas las noches.
—Jajaja, creo que me llevaré una botella.
—Eso no está incluido, tendrás que beber directamente de la fuente.
Es noche no paramos de follar, lo que más me gustó fue cuando, con él sentado, me empalé en su duro miembro, los dos abrazados nos movimos lentamente durante más de una hora, fue como si bailáramos. Sus manos no dejaron de explorar mi espalda y mi culo, su boca degustando mis pechos. Yo examiné a conciencia la fuerte musculatura de sus hombros, de sus costados. Probamos un montón de posturas más que yo ni conocía. Tendría que darle una medalla al vampiro. A pesar de la fuerza y energía que le dedicamos Drakkar fue muy tierno y cariñoso. Cuando faltaba poco para amanecer me dijo :
—Te he tratado con mucha dulzura, la próxima vez no seré tan considerado, follaremos como dos vampiros, fuerte y salvaje.
Tuve la tentación de que me lo demostrara en ese momento, pero empezaba a entrar claridad por la ventana y Drakkar ya se estaba vistiendo. Me levanté y me vestí yo también.
—¿La próxima vez? ¿Qué te hace pensar que querré repetir? — sonreí pícaramente.
—Si no quieres repetir, rememoraré tiempos pasados y te traeré atada como botín de guerra — me apretó muy fuerte entres sus brazos. Toda la noche en la cama y me hacía desear más —. Ahora me tienes que disculpar, tengo que ir a dormir. Ven esta noche y veremos qué hacemos con tu tigre, también te contaré cosas de tu pasado que desconoces.
Sin dejarme preguntarle salió rápidamente, Drakkar dormía en el sótano de su mansión para evitar accidentes con el sol. Pensé seguirle para sacarle la información pero decidí esperar a la noche, así que salí de su casa y me dirigí a la mía. Necesitaba unas horas de sueño y descanso para recuperar mi cuerpo satisfactoriamente dolorido.
Llegué a casa y fui directa a ducharme, al salir me encontré a Ana, que me preguntó por mi cena con el vampiro.
—¿Llegas ahora? Ya te había dicho que los vampiros son geniales en la cama.
Me ruboricé hasta las pestañas y me fui a la cama contestando con un gruñido. Me quedé dormida nada más poner la cabeza en la almohada.
Me levanté para comer con los chicos, lo cierto es que no fui muy buena compañía. Estaba nerviosa por el intento que iba a hacer esa noche para cambiar a tigre. Si lo conseguía sería como un sueño cumplido, conseguir sacar a mi bestia sería realmente decisivo en mi vida. Y encima volvería a ver a Drakkar, que como guinda del pastel no estaba nada mal.
Recibí un correo de Pete, el instructor de lucha, me alegró mucho saber que llegaba al día siguiente por la mañana. Se lo comuniqué a los chicos que estaban en casa y les encantó la noticia, luchar era algo natural para los cambiaformas y la instrucción siempre era bienvenida.
Cuando llamé a la casa de Drakkar me abrió un vampiro que no conocía. Era alto, fuerte y oscuro, con un halo de violencia contenida. Inconscientemente toqué mi pistola bajo la chaqueta, ya no iba a ningún sitio sin ella. Se presentó como Dmitri y me acompañó al jardín.
—Bienvenida, Megan — me saludó Drakkar —, como siempre es un placer verte — cuando dijo placer bajó el tono de su voz de tal forma que me hizo recordar la noche pasada, me besó suavemente en los labios y me acompañó a una pequeña habitación a la que se accedía directamente desde el exterior.
—Desnúdate y ponte la bata, por favor — me señaló una ligera bata colocada sobre el respaldo de una silla.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿No crees que vas muy deprisa? — una cosa es que me acostara con él y otra que estuviera semidesnuda porque le diera la gana.
—Jajaja, no te enfades, querida, si consigues transformarte romperás tu ropa y te harás daño.
—Ah, tienes razón, perdona — Drakkar salió al jardín y me esperó. Cuando nos reunimos me llevó hasta el fondo a un sitio discreto.
—No tenemos mucho tiempo, ha surgido algo y tengo que viajar a Nueva York, me hubiera gustado compartir más tiempo contigo — me dijo pasando un brazo por mi cintura —, pero lo tendremos que dejar para otra ocasión.
—Te agradezco mucho que me ofrezcas esta oportunidad, Drakkar, si sale bien te deberé una muy gorda, podrás tenerme bailando varias noches seguidas — le besé ligeramente. No sé qué tenía pero me atraía irrefrenablemente.
—Empecemos, cierra los ojos y concéntrate — me puse frente a él y visualicé mi casa mental.
—No quiero que te protejas, necesito que busques en tu cerebro lo que te hace tigre, tendrás que profundizar, lo encontrarás en lo más profundo de tu interior, justo en el centro.
Recorrí los recovecos de mi mente como si fuera en avioneta, nunca la había explorado hasta que Drakkar me enseñó a protegerme, pero había practicado mucho desde entonces y la conocía bien. Sobrevolé zonas que sabía que eran recuerdos, alguno de ellos los tenía encerrados herméticamente, otros burbujeaban felizmente. Pasé sobre zonas que manifestaban mis habilidades, era curioso que unas era doradas y otras de un negro luminoso. Cuando llegué a lo más profundo de mi mente encontré una gran esfera negra. Brillaba como las zonas anteriores, pero era mucho más grande.
—Lo he encontrado, hay una gran esfera negra.
—¿Negra? Podría ser lo que estamos buscando. Tienes que entrar dentro, llega hasta el centro y dime qué ves.
—Me intenté colar en la esfera pero la superficie era impenetrable, no profundicé nada en absoluto.
—No puedo entrar, no lo consigo.
—Es tu interior, Megan, si quieres puedes entrar. No la obligues a abrirse, simplemente entra.
Dejé de esforzarme y me quedé en la superficie. Pensé que en mi mente nadie mandaba mas que yo y deseé hundirme lentamente. Poco a poco, como si fueran arenas movedizas, me sumergí en mi esfera, cuando llegué al centro estaba rodeada por un brillo dorado, poderoso, felino. ¡Era mi tigre!
—Estoy dentro, es maravilloso.
—Pues ahora llama a tu tigre, fusiónate con él y déjale tomar el control. No te resistas a su naturaleza.
Hice lo que me indicaba, me dejé rodear del brillo dorado y me sometí a él. El poder del tigre pareció impregnar cada célula de mi cuerpo, un horrible dolor recorrió cada uno de mis músculos y huesos. Caí al suelo jadeando sin suficiente aire para respirar, no sé si llegué a perder el sentido pero cuando me puse de pie todo era distinto. En vez de mi metro ochenta de altura ahora miraba desde metro y medio aproximadamente, me examiné y vi que mis brazos estaban apoyados en el suelo y no eran brazos, eran patas cubiertas de pelo dorado oscuro con algunas vetas negras acabadas en garras. Miré mi cuerpo y sorprendida descubrí que donde debía estar yo había un tigre. Una enorme y preciosa tigresa con una larga cola. ¡Lo había conseguido! A mi increíble olfato llegó un extraño olor, lo seguí y me encontré con el vampiro, le gruñí enseñando los colmillos. Por un lado sabía que era un amigo, por otro mi instinto me decía que era peligroso, que era competencia. Compelida a atacarle me pude controlar y me di la vuelta, salté la valla de más de dos metros que cercaba el jardín como si fuera un pequeño obstáculo en el camino y me perdí en la noche.
Recorrí muchos kilómetros disfrutando de la libertad, la fuerza y la agilidad que me daba el tigre. En ese momento era más animal que persona, pero algo de la identidad de Megan me instó a evitar a las personas, devoré un pequeño ciervo que cacé con facilidad, rugí cuando venteé olores de otras bestias haciéndolas huir. Fue una noche salvaje y memorable, mi cuerpo de bestia parecía no tener límites. Algo me impelió a regresar a casa, sabía de alguna manera que tenía que volver con mi clan. Cuando vi mi casa en la distancia me tumbé en el suelo y me quedé dormida.
Me desperté en los brazos de Phil, aturdida y exhausta solo percibí que me llevaba a casa totalmente desnuda, pero en vez de avergonzarme solo pude susurrar con la garganta dolorida :
—¿Has visto a mi tigre?
—Lo he visto, todos lo hemos visto. Eres una tigresa preciosa y magnífica.
Levanté la cabeza para mirar alrededor. Todo el clan nos acompañaba. Fueron todos conmigo hasta mi habitación donde Phil me depositó suavemente en la cama y me arropó.
—Ahora duerme, alfa. La primera vez siempre es agotadora.
Yo quería contarles lo que había pasado, lo bien que me había sentido, lo poderoso que era mi tigre, pero estaba tan cansada que solo pude verlos salir sonrientes de la habitación y quedarme dormida. Soñé con mi tigre, con la libertad de recorrer la naturaleza formando parte de ella, una parte poderosa, fuerte.
Cuando desperté Phil estaba sentado al lado de la cama. Tapé mi senos expuestos con la sábana provocando la sonrisa de Phil. Hay costumbres difíciles de superar.
—¿Qué pasó? ¿Cómo me encontrasteis?
—Drakkar llamó, nos explicó lo que había pasado y salimos todos a buscarte. Te vigilamos a distancia hasta que cambiaste.
—Pero si no os vi a ninguno.
—Nos mantuvimos lejos, te encontramos enseguida por el olor, no hay más tigres por aquí. No nos acercamos temiendo que nos atacaras, jajaja, tus rugidos nos marcaron la distancia perfectamente.
—Fue maravilloso, Phil. Nunca me he sentido igual.
—Lo sé, todavía recuerdo mi primer cambio. Aunque una rata no es una gran tigresa la primera vez siempre es algo formidable. Ahora tendrás que practicar, tendrás que dominar el cambio y controlar tus instintos animales. Pronto podrás salir con la manada.
—¿Con vosotros? Eso sería … sería … ¡cojonudo!
—Jajaja, pues claro, es lo mejor de tener una manada, liberar a la bestia y compartir la emoción de la caza, disfrutar de la naturaleza siendo uno con ella.
—Creo que me voy a duchar — dije levantándome —, esta noche volveré a cambiar.
—Quizá te quieras vestir, están todos esperándote para felicitarte.
—No — dije después de pensarlo —, mi tigresa no lleva ropas, yo tampoco las necesito con mi clan.
—Por fin lo entiendes.
—Sí, creo que sí — era cierto, ahora comprendía mucho mejor la indiferencia que tenían con la desnudez, la segunda naturaleza de cada uno odiaba la ropa, no la necesitaba ni la quería. No era solamente el impudor de la relación fraternal, sino que la mitad de cada uno ni quería ni necesitaba tapar su cuerpo.
Cuando salí, efectivamente estaban todos, me abrazaron y me felicitaron como a una adolescente después de su primer cambio. Yo era completamente feliz recibiendo su cariño y afecto. A pesar de ser su alfa, en mi interior sabía que me faltaba algo que ellos tenían y yo no. Pues ahora era como ellos, y estaba orgullosa de serlo. Muy orgullosa.
Esa mañana llegó Pete, le presenté a varios de los chicos y quedamos en hacer dos turnos de entrenamiento, uno al amanecer y otro al anochecer. Cada uno iría al que pudiera. Le alojé en una de las habitaciones vacías y estuvimos mucho rato recordando viejos tiempos. A la hora de la comida Tom me dijo que al volver anoche del club le había parecido ver algo oscuro y grande moviéndose al principio del camino. John, el lobo alfa, me había dicho lo mismo, había algo extraño en nuestro territorio que nadie sabía qué era, así que después de comer me llevé a Pete y a Tom para buscar huellas.
—Por aquí fue — nos dijo Tom cuando casi estábamos en la carretera.
Miramos atentamente el suelo y el entorno buscando, detecté un levísimo olor extraño que no reconocí.
—¿Notáis el olor?
Los dos afirmaron pero ninguno supo de dónde podría provenir. Pete seguía examinando el suelo haciendo círculos cada vez más amplios.
—Mirad — señaló algo —, es el tercer agujero que veo. Me sorprendería que los hubiera hecho algún animal, pero que me aspen si sé qué puede haberlos hecho.
El agujero tenía unos dos centímetros de diámetro y diez o doce de profundidad. Sabiendo qué buscar encontramos catorce en las inmediaciones, pero seguimos tan ignorantes de su causa como al principio.
—Volvamos — dije finalmente —, creo que no hay nada más que descubrir aquí.
En cuanto llegué a mi habitación mandé un correo a cada alfa de la zona explicando lo sucedido y detallando las huellas encontradas. Les pedía que estuvieran atentos a cualquier cosa extraña, no pensé que tuviera mucha importancia pero mejor estar prevenidos.
Sin poder aguantarme las ganas me desnudé y salí de la casa, necesitaba transformarme en tigre. Pensaba hacerlo al anochecer pero no pude resistir. Tom me vio salir y me acompañó.
—¿Vas a transformarte?
—Sí.
—Debes tener algunas cosas en cuenta. Tu instinto de tigre puede prevalecer sobre tus deseos como persona, domínalo y no le dejes total libertad. Tampoco estés demasiado tiempo, al principio cuanto más tiempo estés más te costará controlar a tu bestia. Espera que deje dentro mi ropa y te seguiré desde el aire. Las primeras veces son muy confusas, vigilaré que no te comas a nadie, jajaja.
No demasiado tranquila con su broma, esperé a que volviera. A mi lado se transformó en halcón en apenas unos diez segundos y se elevó hacia el cielo aleteando, era un halcón magnífico.
Seguí las instrucciones que Drakkar me dio ayer y me interné en mi mente buscando la esfera negra. Me sumergí en ella y llamé a mi tigre. En mucho menos tiempo que la primera vez me transformé. Vi a Jonas en la puerta de la casa y le gruñí antes de darme cuenta de lo que hacía, se metió cerrando la puerta precipitadamente. Olí el aire absorbiendo todos los olores. El olfato se me había desarrollado muchísimo, pude oler a todos los que estaba en la casa y olores residuales de los demás. Sin poder aguantarme más me lancé a correr. Di varias vueltas a la casa a toda velocidad y luego corrí sin destino, simplemente disfrutando de mi fuerza y agilidad. Me comía los kilómetros, cada salto que daba avanzaba varios metros, era libre, feliz. Estuve un par de horas hasta que el halcón bajó cerca de mí gañendo. Mi bestia lo ignoró, pero la parte en mi interior que era Megan lo reconoció. Más despacio me dirigí de vuelta a la casa y me senté a unos metros. Me concentré y volví a cambiar. Desnuda en el suelo vi como el halcón aterrizaba a mi lado y se convertía en Tom.
—Gracias por cuidarme, Tom. Ha sido fantástico.
Le mareé contándole emocionada lo estupendo que había sido, repitiendo todo varias veces, él se reía y me dejaba hablar. Al final me di cuenta de lo pesada que estaba siendo y entramos en casa.
—Mira tu móvil, Megan — me dijo Jonas.
Me había enviado una foto que me hizo al cambiar a tigre, alucinada no podía apartar mi vista de la pantalla. La tigresa que se veía era impresionante, alta y fuerte, e incluso en foto desprendiendo un aura de poder. Y preciosa, por cierto.
—Gracias Jonas, es estupendo.
—De nada, alfa, y no vuelvas a gruñirme, casi mancho mis pantalones, jajaja.
—Supongo que te habrá dolido al cambiar — intervino Tom.
—Sí, pero mucho menos que la primera vez — dije.
—En cuatro o cinco veces más tu cuerpo se acostumbrará y dejará de dolerte, además tardarás menos en completar el cambio. De hecho ya cambias muy rápido, no parece que sea tu segunda vez, quizá sea por la edad, tu cuerpo ya está maduro.
Alegre como estaba después de la experiencia y con ganas de tomarle el pelo, posé como hacía cuando era modelo solo que esta vez completamente desnuda, sacando pecho y curvando ligeramente mi cintura para exhibir el culo y las piernas.
—¿Madura?, ¿tú crees que este es el cuerpo de una mujer madura? — le guiñe un ojo.
—Ehhh, uhhh — los ojos se le habían puesto como platos —, me voy antes de que me caiga la baba al suelo.
—Jajaja, ¡gracias Tom! — le grité según se iba —, me cuidas como tigre y encima me subes la autoestima.
Jonas se partía de risa a mi lado y aprovechó para acariciarme el trasero.
—Si quieres yo también puedo subirte la autoestima — me dijo pícaramente.
—Jajaja, bájate que tu sí que te estás subiendo —. Le di un manotazo cariñoso en la mano que tenía en mi culo y me fui a duchar meneando las caderas provocativamente.
Me vestí con ropa deportiva para la primera clase con Pete, estábamos ocho de nosotros. Me usó como ejemplo para enseñar sus llaves y trucos en la pelea y me dejó dolorida y exhausta. Nos recomendó ejercicios para mejorar nuestra forma física y me urgió a poner un gimnasio. Era mucho mejor profesor para mis chicos de lo que yo había sido.
Antes de cenar llegaron Jim, Edward y Eve, me asusté al ver su aspecto. Parecía que les hubieran dado una paliza y, efectivamente, así había sido. Nos contaron que fueron a tomar una cerveza después del trabajo y tuvieron una pequeña discusión con seis hombres—pantera.
—Nos esperaron en el aparcamiento y provocaron la pelea — nos contó Edward —, nos insultaron llamándonos “sinclan”. No tardamos mucho en enzarzarnos.
—¿Vosotros estáis bien? — pregunté conteniéndome para no salir corriendo a buscar a los seis gilipollas.
—Oh sí, nada que no se cure durmiendo una noche.
—¿Y ellos?
—Seguimos tus instrucciones escrupulosamente, a uno se le tuvieron que llevar arrastrándole.
—Bien, procurad no ir solos en unas semanas y asistid a las clases de Pete siempre que podáis. Creedme que en poco tiempo seis imbéciles no serán rivales para tres de nosotros.
Las necesidades del clan me acuciaban, sabía que lo que había sucedido con los chicos se repetiría, necesitábamos el gimnasio y el sistema de seguridad con urgencia, pero todavía no teníamos dinero suficiente. No quería empezar como alfa pidiendo más dinero a la manada, así que tendríamos que esperar.
Nala les echó un vistazo y luego cenamos todos juntos, los heridos estaban sorprendentemente de buen humor y nos relataron la pelea, quizá exageraron un poquito. Cuando les pregunté por qué estaban tan satisfechos me dijo Eve que porque tenían algo por lo que luchar, aunque hubieran perdido había sido peleando por su clan y por su alfa. Acabé la cena henchida de orgullo por mis chicos.
Estuve en el salón mucho rato, la excitación del día me había quitado el sueño y no me apetecía acostarme. Di un paseo por los alrededores con Phil y con Nala hasta que me relajé lo suficiente para irme a descansar. En mi cama estaban otra vez Ana y Jonas, me tumbé entre ellos y, pasando un brazo por encima de Ana me quedé dormida.