La gringa (1)

Después de tanto tratarla y tener fantasias con ella me sorprendio con un beso profundo y terminamos con el polvazo más espectacular.

LA GRINGA

Hace casi un año que la conocí en un grupo de trabajo de nuestra oficina. Desde que la ví por primera vez comencé a fantasear con ella por su maravilloso cuerpo y porque era una chica inteligente. Sus pechos redondeados que asomaban por su blusa entreabierta, llenos de pecas me hacían volar la imaginación. Sus piernas bien torneadas me las imaginaba rodeándome el cuello….

Logramos hacer muy buenos trabajos juntos porque era una chica muy emprendedora y agresiva. Una vez, que asistimos a una actividad social del trabajo, me senté junto ella y comenzamos a charlar de muy variados temas. Ella al final dijo que pediría un taxi, y al momento me ofrecí para llevarla a su casa. Pero tu vives en la otra dirección, me dijo. Si, pero para mi será un placer llevarte le contesté.

Cuando estábamos en el carro me dijo que estaba feliz de que me hubiera ofrecida para llevarla, que quería conversar conmigo a solas. Yo, también le dije que me gustaba mucho y que quería conocerla más. En ese rato, mi pantalón comenzaba a mostrar un abultamiento entre las piernas el cual ella notó de inmediato, me di cuenta que me miraba, y eso me ponía más excitado. Cuando llegamos a su casa, a la hora de la despedida me dio un beso tímido, a lo cual le respondí con un fuerte abrazo y un beso que la hizo erizar todo su cuerpo. Le comencé a acariciar la nuca y sus orejas y comencé a sentir como sus pezones empezaron a endurecer. Entonces la besé con más pasión y la apreté contra mi para que sintiera todo mi bulto que estaba para ese entonces como un riel de ferrocarril. Después de unos 5 minutos de esa excitación me pidió que pasara.

No fue más que pasar la puerta y me abalancé sobre ella con una desesperación desenfrenada. Le quité la blusa y su falda y comencé a besar y chupar sus pechos y pezones con audacia y excitación. Ella gemía cad vez más y su respiración se hacía profunda. Me quitó al camisa, me bejó el pantalón y antes de que pudiera tocar mi verga que ya me dolía de la excitación y dejaba salir gotitas de lubricante caliente, la tiré en la cama y empecé a lamerle toda su conchita rubia. Todos su bellos eran dorados dejando entrever los amplios labios que chorreaban también con ardiente deseo. Pasé mi lengua por ellos varias veces hasta que la hacía temblar. De arriba abajo y llegaba hasta  el borde de su delicioso culo. Ela solo gemía y gemía. Luego comencé el juego con su clítoris, delicadamente se lo masajeaba con mi lengua y se lo acariciaba con mi barba. De repente comenzó a gritar, y me cogió la cabeza con sus dos manos para que no me separar de su cara y la siguiera mamando hasta que tuve 3 orgasmos seguidos. Luego me cambié de posición y ella desesperada se metió toda mi verga en su boca y succionaba alocadamente. Yo le seguí lamiendo su clítoris rosado e hinchado por la mamada anterior y acabó de nuevo. Ya tenía mi cara cubierta con sus jugos.

La coloqué en cuatro y comencé a acariciar sus labios vaginales con la punta de mi verga que ya goteaba sin cesar. Hasta que no aguanté más y se la clavé hasta el fondo de su coño. Volvió a gritar y yo ya no podía aguantar más. Saqué mi verga que saltaba de la excitación y le acaricié el culo, entonces ella se movió decidida y se la tragó de un solo movimiento en su culo que estaba mojado por los jugos de ambos. Ahí definitivamente no me pude aguantar y exploté llenádole ese hermoso culos con toda la leche caliente que había estado guardando para ella toda la noche. Caímos en la cama y nos acariciamos cuando me dijo. Por qué tardaste tanto, en un mes regreso a mi país.

Dormimos un poco y me despertó una suculenta mamada que me estaba dando cariñosamente. Volvimos a calentarnos pero lo que sigue es mejor dejarlo para el siguiente relato.