La granja
Mi pareja sabe que amo a los animales, por eso tardó algo en contarme lo que pasaba cuando el estaba aburrido en su granja, en su adolescencia.
Mi pareja sabe que amo a los animales, por eso tardó algo en contarme lo que pasaba cuando el estaba aburrido en su granja, en su adolescencia.
Un día, escribiéndonos nuestros perversos pensamientos, mientras el venía de viaje de su trabajo a casa, me contó, lo que él pensaba que para mí era un tabú muy fuerte. Empezamos a hablar sobre límites personales en el sexo y realmente fuimos bastante lejos con la conversación.
Todo empezó porque le conté que había visto vídeos de zoofilia en la web y que me encantó ver cómo los perros le hacen sexo oral a las mujeres, debe ser algo exquisito… jamás lo hice y me extrañó porque desde que nací tuve y tengo mascotas, aunque no sé si llevaría a cabo algo así con una mascota…
Amo el sexo oral, y como dije, pude apreciar que los perros son expertos en explorar vaginas, anos y vergas con sus movedizas lenguas. Siempre me excita la idea, amo esos vídeos, las envidio profundamente, entonces, quise compartir ese secreto con él y él reaccionó de la mejor manera, contándome su historia.
Tuve un fracasado matrimonio anterior, de muchísimos años en el cual gracias a la web y a mi apetito sexual absolutamente insatisfecho, comencé a entrar en el mundo de las cosas “no comunes” en el sexo, y claro, aprendí a masturbarme con todo lo que aprendía. Me hice fanatica del porno, del sadomasoquismo, etc. En ese entonces la zoofilia me parecía un acto de maltrato animal, pero después de años, mi pareja actual sacó el tema y me comentó que le gustaba la zoofilia, pero ahí quedó, entendí que se trataba de sólo verla, tiempo después pasa que le cuento lo que vi y se anima a contarme lo de su granja… Y sí, yo hacía poco tiempo había empezado a buscar cosas solo para ver… pero ahora era distinto… la mayoría de los vídeos que veía no denotaban ningún maltrato, y saber que a él le gustaba este rango decidí relajarme y a ver con más detenimiento.
En su granja tenía un perro raza Bóxer… me contó que una vez dejó que le lamiera su miembro, y le gustó tanto a los dos que lo siguieron haciendo, todo fue a más, hasta me contó que en otras oportunidades él fue quien le chupó el pito al perro… yo, desde mi mente desviada, perversa y sucia, me imaginé todo con lujo de detalles, hasta me inventé un falso recuerdo en el cual el perro le lamía el culo a más no poder… según él, eso último no me lo contó, por eso digo que es un falso recuerdo, debe haber sido mi mente extasiada que lo imaginó todo demasiado. Él me dijo hace unos días que nunca llegó a eso pero que le hubiese gustado… le hubiese gustado que su Bóxer le lama su culo… y yo babeaba…
A partir de esa confesión empecé a tener cierta debilidad por la zoofilia o el bestialismo, fue como que me despertó cosas muy calientes en mi. Mi más ferviente fantasía, sacando el ser lamida por una de esas lenguas calientes y enormes, es ver a mi pareja ser lamido y montado por un perro, ya con sólo escribirlo siento cosquillas en mi clitoris…
Somos una pareja hetero, pero bisexuales los dos, y eso me hace feliz, ya que imaginarlo con otro hombre me enciende al máximo, pensar en lo loco que se pondría con un pene animal me hace sentirme sucia y súper caliente al mismo tiempo. En alguna oportunidad cuando me coge duro, pienso que detrás de él hay un hombre o un animal haciéndose una fiesta con su enorme culo blanco, redondo y parado. La última vez que me masturbé (no necesito masturbarme ahora, mi pareja actual es todo lo que pude haber pedido, si me masturbo es por puro gusto) fue porque encontré un vídeo donde un chico se dejaba lamer todo por su perrito, y me encanta pensar que es mi pareja a quien veo…