La gran fiesta. Raúl (Anexo a La gran fiesta)
Como el título indica, este es un relato anexo a la historia e idea desarrollada por Pasivbcn, pero desde la experiencia vivida por el personaje Raúl, que habiendo llegado a esa casa de lujuria, descubrirá todo un mundo. Espero que guste igual que los capítulos ya publicados.
Poco a poco mis sentidos y conciencia fueron despertando y reaccionando frente a una sensación extraña que sentía en mi culo... Mi memoria todavía adormilada, me lanzaba imágenes en las que yo estaba a cuatro patas junto a un joven que era también sodomizado y yo tenía una polla en la boca... A medida que despertaba, recordaba lo sucedido de forma más y más real... Había pasado. Y me había gustado...
Abrí los ojos. No estaba en mi casa ni en mi cama. Oí ruidos por la casa y la vejiga me lanzó un aviso, así que con toda aquella vorágine de recuerdos en mi cabeza, me levanté y fui al baño.
Empujé la puerta entornada y me encontré al joven, con lencería y meando. No sé cómo ni por qué, pero me acerqué a él y no pude evitar llevar mi mano a su polla.
Comencé a masturbarlo mientras que las palabras que pronunciaba no parecían salir de mí... Dejé que me besase y tras ofrecerme, me puse contra la pared y con el culo bien ofrecido... No llegó a hacer nada. Sin esperarlo ninguno de los dos, apareció Laura y tras meterme un dedo en el culo bien profundo y hablar algo con su hijo, recibí una orden que me vi obligado a obedecer.
Volvía a estar en la misma cama, con las piernas abiertas, levantadas, cogidas por mis manos y aceptando las indicaciones de aquella madura que comenzaba a enseñarme diversos juguetes que se enganchaban al cinturón que se acababa de poner.
Después de untarme el ano con lubricante y jugar un rato con dos de sus dedos dentro de mí, me lanzó un juego de lencería, el cual decidió echar a un lado al ver mi cara.
-Bueno. Con o sin lencería... Seguro que te dejas hacer, ¿eh, putita maricona? Te dejo elegir... Ya que quieres que te follen, ¿con cuál empezamos?
-Tú mandas, Laura. -Sí. Lo había dicho yo. Y me estaba gustando decirlo... Una cosa era meter un dedo juguetón, pero esto... Y lo que le había dicho al chaval...
Mis pensamientos se esfumaron. Aquella madura tan bien plantada comenzaba a meterme un dildo de unos 16 centímetros, mientras yo notaba cómo entraba despacio, pero con firmeza y decisión. Poco a poco hasta aumentar el ritmo; parar, ponerse otro de mayor tamaño, ordenarme cambiar a cuatro patas, metérmelo de igual manera; cambiarlo por otro mayor aún y moverme hasta quedar con la espalda apoyada en un lateral de la cama, la nuca apoyada en el suelo y mi polla, dura como hacía mucho tiempo, apuntando a mi mirada.
-Así que tenemos a otra maricona más... No te gusta ponerte las ropitas que te ofrezco, pero bien que te gusta que te reviente el culo... ¿Eh, pedazo de maricona? ¿Vas a ser mi maricona?
Aquella forma de llamarme no me gustaba, pero el tono me ponía más y más caliente hasta comenzar a sentir ciertos pálpitos en mi polla. Pálpitos que Laura también notó mientras me masturbaba y, con una sonrisa maliciosa en su cara, dirigió mi polla mientras me ordenó abrir la boca. Obedecí, sentí el golpeteo de los chorros de mi semen dentro de mi boca y tal y como me ordenó, tragué. Y tragué los restos que ella me daba a lamer con sus dedos. Tragué y me gustó tragar...
Se mantuvo unos minutos más metiendo y sacando el juguete, que sería de unos 20 centímetros, dentro de mí y al poco, sacando la polla de goma de repente y dejando que mi cuerpo cayese sobre el suelo...
-Tengo una idea... -entonces salió de la cama, se acercó al armario, cogió un nuevo juguete, de unos 20 centímetros también y con ventosa. Lo plantó en el suelo y mirándome con cara maliciosa me ordenó ponerme de rodillas sobre el juguete y dejarme caer sobre él. -Tú sigue cabalgando, que lo haces muy bien, putita. Yo ahora vuelvo. Y puede que con sorpresa.
Hipnotizado por el tono de su voz, me arrodillé con la polla de goma entre las piernas y poco a poco me senté hasta que la tuve dentro por completo. Y ahí me mantuve, subiendo y bajando sobre el juguete y de espaldas a la puerta. Minutos después, volvió a entrar en la habitación y me dio la noticia. Estaba de suerte, según dijo y su hija había aceptado que su novia transexual se nos uniese. Yo no sabía muy bien cómo reaccionar ante aquella sorpresa, pero me sentía incapaz de dejar de subir y bajar sobre el dildo.
Estaba a mi espalda y no sabía qué hacía exactamente, pero tenía la clara intención de no defraudarla, así que seguí follándome el culo con movimientos lentos pero profundos. Instantes después oí la voz de Marta.
-¡Guau...! ¿Y dices que no ha parado desde que se lo dijiste? ¡Ja, ja! Amiga... Puta como la maricona de tu hijo no sé, pero lo que tengo claro es que aquí tenemos un sumiso ansioso de que juguemos con él...
-Sí. Eso parece... ¿Qué crees que le gustará más? ¿Por dónde empezamos, Mat?
Yo las oía hablar y pese a la incomodidad de los términos que usaban, algo en mí, seguía poniéndome más y más cachondo. Giré la cabeza y con fingida cara de inocencia, arqueé la espalda para que viesen con detalle como mi ano era reventado por los 20 centímetros de silicona.
Al ver mi cara, Marta invitó a Laura a que se pusiese en el arnés la polla de 25 cms y que procediese a desvirgarme en condiciones. Mientras tanto, ella se acercó hasta mi cara y dándome pollazos con su verga en la cara me preguntó si era una putita o un sumiso vicioso. Al tercer pollazo, me la metió en la boca hasta ahogarme y ordenándome responder.
-Un sumiso vicioso y obediente, Mat. -Dije cogiendo bocanadas de aire.
-Lo que yo decía... Resulta que tenemos a una puta marica y travesti y a un sumiso ansioso por obedecer y satisfacer nuestros caprichos... Métele bien al fondo ese juguete a ver cuánto tarda en correrse, Laura, que le estoy viendo la cara de placer que tiene esta zorra viciosa.
Y así, mientras Laura me sodomizaba el culo hasta hacerme temblar las piernas, Marta me hizo lamerle la polla, los huevos y después, girándose y separando sus nalgas, meterle la lengua en el ano hasta donde pudiese. Me estaban sodomizando, usando y dominando a su antojo y lo que más me sorprendía es que a cada instante me gustaba más y más. Tanto que llegó el momento en que avisé que me iba a correr.
Laura, en lugar de acelerar como había hecho la vez anterior, aminoró el ritmo y los empujones rápidos y cortos, pasaron a ser una penetración lenta y bien profunda. Marta por su lado, cogió el juguete con el que me había encontrado, lo puso justo a la salida de mi verga y comenzó a acariciarme los huevos.
Uno, dos, tres, cuatro... Nunca me había corrido tanto ni tan seguido. Las piernas me temblaban y apenas era capaz de mantenerme sobre las manos y rodillas. Pero me estaba encantando. Quería ser el juguete de aquellas dos hembras para siempre. De aquellas dos y del resto de jóvenes que vivían allí. Estaba dispuesto a satisfacer a todas y cada una de aquellas jovencitas y, por supuesto a mi madura lasciva.
-Tranquilo, maricona, que esto no ha acabado. Enséñanos como limpias tu juguete y te tragas tu corrida mientras te follo yo un rato.- me ordenó la transexual. -Pero sin prisas... Muéstranos cada chorro de lefa que saboreas y tragas.
Dicho y hecho. Mientras Mat apuntaba su capullo hacia mi esfinter y comenzaba a taladrarme, me dispuse a limpiar el juguete haciendo gala de mis lametazos más guarros y lascivos; mostrándoles cómo, chorro a chorro, iba saboreando y tragando la segunda corrida del día.
No sé lo que tardó en correrse Mat dentro de mi culo, pero su follada se me hizo corta. Esto de ser su putita obediente y que me reventasen el ojete empezaba a encantarme. Noté los chorros calientes dentro de mi ano y cómo resbalaron al sacarme la polla Marta, que sin dudarlo, comenzó a darme a lamer su corrida rebañando lo que salía de mi culo con sus dedos. No pude evitarlo y comencé a pajearme. A lo cual miraron sorprendidas y divertidas las dos.
-Espera, putita maricona... Tienes ganas de correrte más aún. ¡Genial! Pero córrete en mi pie y el de Mat. -El tono con que me hablaba Laura, mientras admiraba sus pezones erectos, me deshacía de placer y lujuria. -Que estoy convencida de que con lo guarra, y puta maricona que eres, seguro que también te gusta lamer pies.
Yo, en silencio obedecía, pero las dos sabían y veían mi cara de vicio y placer con cada guarrada que me ordenaban hacer. Y como me dijo... Otros tres chorros cayeron en los pies de mis dos divas para, acto seguido, lanzarme a lamerlos y limpiar todo el semen que hubiese.
Agotado y con las rodillas algo temblorosas aún, me recosté contra un lateral de la cama, pensando que por el momento habíamos culminado el juego. Pero entonces se oyó la voz de Marta diciéndome que me metiese el juguete con ventosa en el culo y la siguiese. Laura, intrigada y sonriente, también la siguió y así, nos llevó a los dos al baño. No sé cómo, pero presupuse lo que iba a pasar y, efectivamente, me ordenó meterme en la ducha.
Al principio dudé, pero al ver sus caras junto con un guiño de ojos me arrodillé en la ducha y con el juguete metido en el culo, eché mi espalda hacia atrás. Primero fue el chorro caliente de Marta, que comenzó en mi polla y fue subiendo por el vientre y pecho hasta llegar al pecho. Sacudió las últimas gotas, me dio a chupar su capullo y entre risas ante tanta obediencia, cedió el sitio a Laura pero me retó a abrir la boca y demostrarles lo guarro y sumiso que quería ser para ellas.
Comenzó por el pecho y fue subiendo hasta que noté el sabor amargo y salado de la orina de mi madura inundando mi boca.
-¡Pero qué coño...?- La voz de Lucía nos sorprendió a todos, pero Marta, con toda la tranquilidad del mundo (tras indicarme que le enseñase a aquella jovencita de tetas menudas, firmes e irresistibles lo que tenía dentro de mí, cosa que hice con algo de vergüenza) le explicó que tenían a un putito sumiso y obediente. -Pues yo venía a mear, justamente... ¡Buah...! ¡Ja, ja! ¿Se lo habéis dicho a Lore? Se lo merienda de una... Y con la hermanita marica al lado... -Ahora eran tres las chicas que me miraban sonrientes. - Así que te gusta ser obediente, eh, putita... ¿Cómo lo haces mamá?
Laura se sacudió, dejó el sitio a su hija que decidió soltarlo todo en mi boca y cara directamente.
Entre las risas de las tres, oí como la madura me pedía con voz dulce que les diese el placer de mostrarles cómo saboreaba y tragaba el pis de su hija. Por supuesto, no pude resistirme. Tragué, les miré a la cara y abriendo bien la boca, tragué.
Relato surgido de una idea original de Pasivbcn.