La gran fiesta de mis amigos...

Mis amigos planean una gran fiesta, en la que la única que no sabe lo que va a pasar soy yo. Me follan entre todos y me obligan a tragar mas leche que nunca... Incluso me practican dobles penetraciones!

Ese año había llegado nueva al instituto. La gente era simpática y agradable, pero desde siempre conecto mejor con "los más malos". Me gusta la chulería en los tíos, debo admitirlo. Poco a poco fui intimando con el grupo de rebeldes de la clase, lo que parecía molestar a los profesores, ya que mis notas descendían en picado día tras día. Pero no me importaba, necesitaba conocer gente en mi nuevo lugar de estudios, y aquellos chavales eran de mi agrado.

Solían quedar todas las tardes, en un parque o una plaza cerca de mi casa, y aunque yo no podía salir los días de diario, buscaba mil excusas para escaparme al menos media hora y fumarme un cigarrito con ellos. También había chicas en el grupo, y conectaba perfectamente con todas ellas.

Pues bien, esta historia comienza, cuando David, el chico que me gustaba, me comentó que en casa de uno de ellos harían una fiesta de Halloween el viernes siguiente. Habían hablado de disfrazarse todos, pero finalmente preferimos no hacerlo. Por supuesto, me aseguré de que asistirían las chicas, todas me confirmaron que lo harían.

Y llegó el día. Yo imaginaba como sería aquella fiesta de adolescentes, divertida, animada, y mi mente planeaba como hacer para conseguir a David. Supuse que si bebíamos no me sería demasiado difícil, porque yo me suelto mucho y él siempre se ha dejado querer, la verdad.

Nerviosa en casa, me duché, me puse una falda negra y larga, pero con dos aberturas amplias a cada lado de la pierna que descubrían hasta mis rodillas. Unos tacones no demasiado altos, pero elegantes y un top con un escote exagerado. Siempre me ha gustado resaltar mi canalillo. El pelo recogido en un moño que dejaba mechones caer alegremente por mi cuello. Y me dirigí a la casa.

Al llegar todos los chicos estaban ya allí, pero para mi sorpresa "ninguna de las chicas había llegado aun" o eso me hicieron creer.

Al principio todo fue perfecto, estaban todos bastante pendientes de mi, me traían bebida, contaban chistes (que aunque no tenían mucha gracia acababan sacando una risotada en alguno de los invitados), me pedían que fuese yo quien eligiera la música (por supuesto no faltaron el buen House y reggaeton) y nos fuimos animando de muy buen rollo, bailando al son de aquellos temazos.

Decidí que era un buen momento para iniciar mi ataque con David cuando el se acercó a mi y empezamos a bailar muy pegados. Supe que me deseaba tanto como yo a él al notar su pene endureciéndose cada vez que mi culo se restregaba sobre su pantalón, cada vez más abultado, y me encantaba. Siempre he pensado que ligarse a un tío cachondo es lo más fácil del mundo, lo que me daba posibilidades con él.

Nos empezamos a besar apasionadamente bajo las risas y los comentarios de nuestros amigos, que repetían que sabían que pasaría eso, y que no era justo que solo David tuviera sexo en la fiesta. Al principio me reía, pensando que eran comentarios entre envidiosos y para hacer la gracia entre los amigos.

Así que les miré, les guiñé un ojo, agarré a David de la mano mirándole con picardía y una sonrisa traviesa en mis labios, y le guié hasta una de las habitaciones. Ni siquiera pensamos en echar el seguro, nos abalanzamos sobre la cama y seguimos besándonos, ahora sin que nadie más nos estuviera mirando. En seguida sus manos bajaron recorriendo mis grandes pechos, mientras yo buscaba el botón de su pantalón.

Él me decía que hacía mucho tiempo que quería acariciar mis enormes tetas, lamerlas y pellizcarlas. Me quitó la camiseta e intentó desabrochar mi sujetador, no debía haberlo hecho muchas veces, ya que le fue imposible. Le tranquilicé y le ayudé ha hacerlo. Mis pechos brotaron ya con los pezones erectos y David levantó la cabeza para dar un primer lametón. Mmm…Sentir su lengua acariciándome me excitaba tremendamente.

En realidad todo iba muy rápido, pero le deseaba, y no me importaba demasiado. En seguida estuvimos completamente desnudos. Sus manos ya se perdían en mi entrepierna ligeramente húmeda, aunque sin llegar a introducir los dedos. Me encantaba la forma en la que me estaba rozando el clítoris con sus dedos, finos pero inmensamente largos.

Me puse a cuatro patas encima de él, dejando mi coñito encima de su cabeza, y quedando mi cara frente a tremenda polla empalmada. Acerqué mi boca despacio, para que sintiera mi respiración acelerada en su capullo, y cuando lo notó, elevó su cadera de un golpe, introduciéndomela entera en la boca. Me sobresalté, pues no me esperaba esa reacción, pero me encantó, porque justo a la vez el metió su lengua con fuerza en mi vagina ya chorreante. Escuche unos pasos, pero no me preocupé, simplemente alguien estaría buscando el baño.

Al instante oí como se abría la puerta, me incorporé (estaba a perrito con el culo hacia la puerta, bien abierta de piernas y con la cabeza de David entre ellas…), y traté de taparme con la ropa que habíamos tirado al suelo. Alcé la mirada y allí estaban todos los chicos, mirándose entre ellos, sonriéndose y entrando en la habitación sin ningún tipo de disimulo. Mi primera reacción fue gritarles que se marcharan, que que se pensaban que estaban haciendo allí, que más tarde iría su amiguito a contarles los detalles, porque por supuesto no iba a dejar que miraran mientras David y yo nos lo montábamos.

Uno de ellos se acercó a mí, me agarró del pelo que llevaba recogido, y acercó su cara a la mía. Notaba en su mirada maldad, indiferencia sobre el comentario que yo había hecho y me contestó que por supuesto, no estaban allí para mirar

En un abrir y cerrar de ojos se abalanzaron sobre mi aquellos cinco chicos, David no dijo nada, solo se levantó de la cama con su polla bien tiesa dejando paso libre a sus colegas. Me tendieron en la cama boca arriba y cada uno me sujetaba un brazo o una pierna. Trataba de despojarme de tanta mano, me sentía agobiada, pues no podía mover más que la cabeza. Uno de ellos se colocó entre mis piernas y pasó su dedo por mi rajita. Miró a los demás y exclamó:

¡Mirad chicos, a esta puta le apetece que la follemos, esta bien lubricada, como si estuviera esperándonos!

Cuando iba a negar todo lo que decía me metió tres de sus dedos en la boca, uno de los cuales había pasado por mi coño, y me susurró al oído, pero de forma que todos pudieron escucharlo:

Vamos puta, aprovecha para saborear tus fluidos ahora, luego tendrás que saborear los de cada uno de nosotros, y al final nos vas a decir cual sabe mejor

Todos empezaron a reír aplaudiendo la brillante idea de su compañero, que continuó diciendo:

Todos tenemos unas buenas pollas, así que lame bien mis dedos que te los voy a meter de una, para ir abriéndote ese coñito que nos vamos a follar, preciosa.

Me intentaba resistir, moviendo mi cabeza de un lado a otro, cerrando la boca para que no metiera sus asquerosas manos dentro, pero el tenía más fuerza, me agarró del cuello y me metió los dedos como si me quisiera follar la boca, una y otra vez. No podía tragar, pues me estaba oprimiendo la garganta con fuerza, por lo que mi boca se empezó a llenar de saliva y el chico restregaba sus dedos hábilmente.

Los demás solo miraban, ardientes de deseo de que metiera esos dedos en mi coño de una vez, no podían esperar para ver como desaparecían en mi interior.

Llamó a David y le pidió que separara los labios de mi chochito, él obedeció. Se inclinó para observar bien la entrada de mi vagina y cuando sentí como de un solo golpe me introdujo los 3 dedos traté de cerrar las piernas aún con más fuerza que al principio. Me hizo mucho daño, no sabía si quedar callada o gritar. Tampoco podía pensar demasiado.

Trató de hundirlos hasta lo más profundo, hasta que notó como los huesos de sus nudillos se estrellaban con el de mi pubis. Cada vez lo hacía más rápido, con más facilidad, pero me seguía produciendo un terrible dolor. No pude evitar gemir a causa de eso, los chicos solo me miraban pensando como actuar. El chico se desnudó rápidamente, estaba tremendamente excitado, y me la clavó entera de una sola embestida. Mi coño dolorido sintió como entraba dentro esa tremenda verga, pero se cerraba con ganas intentando evitar que aquel miembro la invadiera, cosa que solo produjo más dolor, pues el chico no se detuvo, si no que empujaba con mas rabia gritando cuanto le gustaba sentir un coñito así de cerradito, caliente y lubricado.

Entonces David comentó que cuando ellos había entrado yo me estaba dedicando a hacerle una de las mejores mamadas que había recibido, me miró y me dijo que no estaba bien dejar ese tipo de cosas a medias. Se colocó de rodillas encima de mis brazos, para evitar que me moviera y posibilitar que los dos chicos que me sujetaban pudieran soltarme. Me agarró del pelo y acercó mi cabeza a su polla, no menos tiesa de cómo le había dejado yo antes. Empujaba mi cabeza con fuerza, haciendo que me la tragara entera, provocándome nauseas varias veces y dificultando mi respiración. Los dos chicos que me habían agarrado los brazos, se acercaron para disfrutar de la perfecta visión de la polla de su amigo entrando y saliendo de mi boca completamente a una velocidad sorprendente. Me sentía medio desmayada, tanto por la falta de aire, como por aquellos movimientos de cabeza excesivamente bruscos. La vista se me nublaba y ya no tenía fuerzas para hacer nada. Mis ojos se llenaron de lágrimas. David paró repentinamente, y les dijo a sus colegas que se estaban pasando, que no se habían dado cuenta, pero que eso que hacían no estaba bien. Agradecí esas palabras, pero de nada sirvieron. Nadie pensaba como él, al menos en ese momento en el que todos esperaban ansiosos su turno para disfrutar de mi cuerpo.

El chico que me estaba follando salvajemente se detuvo un momento para escuchar el comentario de David, pero en seguida le dijo que ya que habíamos empezado no había marcha atrás, y comenzó su bombeo con más intensidad mientras otro de los chicos se colocó donde había estado David obligándome a chuparle la polla, para que hiciera lo mismo con él.

Yo solo deseaba que todo terminase, pero los chicos, al contrario, parecía que no habían tenido ni para empezar.

Los dos chicos me follaban con fuerza, uno el coño, otro la boca, y sentí los gemidos de ambos mientras notaba como descargaban toda su leche dentro de mí. El que estaba entre mis piernas se apartó dejando paso al siguiente, y exclamo:

-¡Vamos puta! ¡Reconoce que te ha gustado como te follaba! Seguramente nadie te había hecho disfrutar tanto como yo, ¿verdad? Quiero oírlo de tu sucia boca llena de esperma.

Se acercó a mí, haciéndome ver que no era un simple comentario, pidiéndome que le hiciera caso violentamente. Y bajo las risas humillantes de todos los presentes balbuceé con la boca llena de lefa que me había encantado su follada, que esperaba que pudiera repetírmela otro día, mientras las lagrimas no paraban de brotar de mis ojos, que mantuve cerrados para no soportar las sonrisas burlonas de aquellos cabrones.

El chico que se había corrido en mi boca, me recordó lo que su amigo había propuesto al principio, cuando introdujo sus dedos mojados en mis flujos en mi boca. Y me pidió que saboreara también su leche para luego poder opinar, pero que nos quedaba mucha fiesta por delante, así que si se me olvidaba su sabor, podría darme una segunda ración.

Cerré los ojos, más fuerte, y tragué aquella sustancia que acababa de expulsar la polla del chico. Sé que en otro caso, aquel sabor no me hubiera resultado desagradable, incluso podría haberlo disfrutado, pero por la situación me pareció el peor del mundo, aunque sabía que aún me quedaban muchos por probar.

Los dos chicos que me sujetaban las piernas me soltaron para empezar a darme caña, momento que aproveché para intentar escapar. Era inútil, pero me sentí liberada y era mi única posibilidad. No llegué ni a la puerta, me empujaron, se tiraron sobre mí y acabé peor, en el suelo y boca abajo.

Dos de los chicos se tumbaron en el suelo, boca arriba, uno con la cabeza donde acababan los pies del otro, en la misma dirección. Mientras, los otros tres me sujetaban con fuerza. David me miraba, triste, como pidiendo perdón.

¡Los estaba odiando tanto a todos! Me arrepentía de no haber escuchado a mis profesores y haberme alejado de esa mala gente, pero me di cuenta tarde.

Me levantaron en volandas, y me colocaron despacio sobre sus amigos, parecía hecho a medida pues la polla del que estaba por encima del otro se introdujo en mi boca mientras la del otro fue a parar directamente en mi vagina, ya algo reseca después de tanto rato follándome. Eran ellos los que se encargaban de moverse para meterlas cada vez más rápido en mis orificios, bamboleando mi cuerpo bruscamente. Pensé que podría levantarme al estar yo sobre ellos, pero antes de mover ni un solo músculo tenía a uno de los chicos separando mis nalgas.

Mis ojos se abrieron como platos, me asusté, y traté de contraer mis glúteos. Ellos se reían insinuando que no valía la pena luchar. Uno de ellos dejo caer desde su boca un hilo de saliva que humedeció la entrada de mi ano. Les oí murmurar que habían escuchado que para follarse un culo había que tratar de dilatarlo con los dedos con paciencia porque si no el dolor resultaba insufrible. Pero en seguida llegaron a la conclusión de que ninguno quería introducirme los dedos por el culo, y que aprovecharan para meterla ahora que tenía la boca ocupada y no podría chillar.

Mis piernas empezaron a temblar descontroladas, y noté como un cuerpo se apoyaba sobre el mío. La punta de una polla que no había alcanzado a ver se posó sobre mi mojado, pero bien cerrado culo (hasta entonces era virgen por detrás) y empujó con fuerza, creo que dirigía su rabo con la mano para no desviarse. Al principio no entraba, aunque solo la presión estaba dañándome, pero de repente mi esfínter cedió y dio paso a esa gran polla que me rellenaba como un pavo de navidad. Apoyé mis manos en el suelo para elevarme, me saqué la polla de la boca y grité tan fuerte como no lo había hecho nunca antes. No alivió mi dolor, pero necesitaba desahogar tanta rabia retenida. El tipo me cogió de la nunca y me volvió a meter su miembro duro en la boca, gritándome que como buena perra que era no podía sacarme su polla de la boca sin su consentimiento. Ahora tenía tres pollas entrando y saliendo de mí a diferentes ritmos, me sentía tan usada y humillada… Pero lo que no podía soportar era la polla que me estaba enculando, mis gemidos eran continuos, golpeaba el suelo, y al chico que tenía debajo le propiné unos cuantos golpes y arañazos también. Entonces fue él el que me agarro del pelo levantando mi cabeza y sacando su rabo de mi boca que chorreaba saliva, me miró enfurecido y me dio una bofetada, que más que dolerme retumbó en toda la habitación. Yo me quedé paralizada, y mi respuesta fue golpearle de nuevo, tonta de mí, pues el no se quedó atrás y pidió a uno de los chicos que solo se limitaba a observar que me agarrara los brazos. Así lo hizo y me golpeó varias veces sin que yo pudiera evitar la trayectoria de sus manos. Los otros seguían reventándome con gran fuerza. Esto iba de mal en peor, y parecía que no iba a terminar nunca. Pedía a Dios que enviara a alguien que me salvara, pero nada sucedía. Aquel chico me dijo que iba a terminar en mi boquita de zorra ya mismo, que me esmerara para hacerle disfrutar de su orgasmo. No le puse mucho énfasis, pero tampoco me negué, temerosa de que me pudiera volver a golpear. Y ciertamente no hizo falta demasiado antes de notar como se corría en el fondo de mi boca, como esos tres grandes chorros golpeaban las paredes mas profundas de mi garganta. No hizo falta que me dijera que me lo tragara, claro, ya sabía de sobra sus intenciones. Y volví a hacerlo. Este sabía peor aun que el anterior.

Los dos que me estaban follando pararon de hacerlo, y los otros dos que no hacían nada más que sujetarme se tumbaron boca arriba entrelazando unas piernas con otras dejando sus pollas apuntando al cielo, la una enfrente de la otra. Me obligaron a subirme encima y meterme cada una por un agujero, tenía que ser yo la que colocaba esas pollas en las entradas de mis orificios, no podía soportar tanta humillación, quería morirme.

Lo hice muy lentamente, y para mi sorpresa, no pusieron ninguna objeción, por lo menos no había sido tan brutal como los anteriores, aunque ya me dolía tremendamente todo el cuerpo. Los otros tres se colocaron de pie enfrente de mi cara, y me la iban metiendo en la boca uno por uno, los otros empujaban mis caderas hacia arriba para dejarme caer sobre sus pollas erectas, estaban disfrutando como nunca de aquella fiesta, en la que la única que estaba sufriendo era yo.

Los tres chicos se corrieron en mi boca, uno por uno, y yo ya no distinguía diferencia alguna entre la leche de uno y de otro, pero que más da, si querían que al final eligiese, valía con inventármelo, no se iban a poner a comprobarlo.

Los dos tíos me follaban con más fuerza, pude notar que estaban a punto de terminar, por los gritos que daban:

¡Joder puta! Así, muévete así, deja caer tu peso sobre nuestras pollas para que se hundan bien en tus entrañas cerda. Creo que estas disfrutando tu más que nosotros, tantas pollas solo para ti, ¿eh? Seguro que tu fantasía era montártelo con más de un tío a la vez… ¡y fíjate si somos buenos amigos que te hemos preparado esta fiesta sorpresa!

Por cierto, te preguntas donde andarán tus amigas, ¿verdad? – se regodeaba otro- Aquellas que prometieron que vendrían…Pues para ellas, la fiesta será mañana, jajaja, porque hoy ninguno de nosotros podía salir, ¿Qué te parece?

Me sentía tremendamente estúpida, lo habían planeado todo desde el principio, y yo no había dudado de sus intenciones en ningún momento.

Los chicos que seguían bombeándome explotaron, llenándome por dentro de sus jugos. Se relajaron sobre el suelo, cerraron los ojos y trataron de recuperar una respiración normal.

Me ayudaron a recostarme sobre la cama, me cubrieron con las sábanas y antes de marcharse todos, me agradecieron el buen rato que les había hecho pasar. Me pidieron que si me apetecía volver a alguna fiesta, se lo hiciera saber, que ellos estarían encantados de complacerme... Y me preguntaron cual leche me había parecido más rica. Mirando al suelo conteste que la primera que había probado, y todos felicitaron al chico por su éxito.

Cuando se fueron, me abracé a la almohada y rompí a llorar, quedándome dormida al instante entre sollozos y fuertes dolores. Cuando desperté, David estaba tumbado a mi lado, rodeándome con sus brazos, como intentando protegerme. La verdad es que significó mucho para mí, pero no pude volver a mirarle a la cara… No volví a ese instituto nunca más, y cuando me cruzo con alguno de ellos por la calle, solo agacho la cabeza y me cambio de acera.