La gran cornamenta de mi marido

Laura, una esposa aburrida busca una aventura con su instructor, pero todo se complica cuando el socio de su marido la descubre.

La gran cornamenta de mi ex marido.

Hola a todos, y como siempre quiero agradecer a todos los que comentan aquí en todo relatos y a los que me mandan e-mails, todos son muy amables.

Esta ocasión les contaré algo que a casi nadie sabe, y es sobre las verdaderas razones de mi divorcio.

Yo me casé muy joven, cuando apenas tenía 22 años y recién egresada de la facultad, él era un prestigiado profesionista, de quien por obvias razones no daré más datos y le llamaré Daniel para proteger su identidad.

Mi historia con Daniel comenzó cuando me faltaba poco para terminar mi carrera universitaria, yo había conseguido realizar mis prácticas profesionales en uno de los más reconocidos despachos del país y como se podría esperar estaba realmente feliz y emocionada, era el comienzo de mi vida profesional.

Precisamente fui asignada al área que Daniel dirigía, él era más grande que yo, pero solo unos cuantos años, era realmente atractivo y atlético, muy inteligente y profesional en su trabajo, era un sueño para una muchacha como yo.

Pronto me involucré cada vez más en mi trabajo y por consecuencia con Daniel, nos quedábamos en muchas ocasiones hasta altas horas de la noche trabajando y pasábamos juntos jornadas maratónicas, naturalmente, la relación comenzó a crecer más y más, y muy pronto desarrollamos un gran cariño el uno por el otro.

Entonces un día, comenzamos a salir juntos, nos hicimos novios y tras algunos meses me propuso matrimonio, en ese momento yo acepté gustosa y pensé que mi vida por fin tomaría un buen rumbo. Pero no fue precisamente así.

La primera decepción sobrevino cuando me despidieron de mi empleo, ya que por "políticas" del despacho, no pueden trabajar juntas dos personas que tengan una relación sentimental y mucho menos que estén casadas, entonces tuve que buscar otro trabajo, pero fue ya mucho tiempo después, hasta después de mi divorcio de hecho, ya que mientras estuvimos casados Daniel proveyó todo lo que yo necesitaba.

Y eso fue precisamente lo que nos acarreó muchos problemas, al principio yo estaba muy contenta en mi nueva casa, siendo una linda esposa, pero al paso de unos cuantos meses no estaba satisfecha con mi nueva vida, así que tuve que buscar algo en que entretenerme.

Así que lo primero que hice fue inscribirme a un famoso gimnasio, lleno de costosos aparatos, una gran piscina y una clientela muy exclusiva, al que Daniel asistía. Estando ahí mi marido cometió el error que nos costó la felicidad y un largo proceso de divorcio, me presentó a Patricio, un imponente espécimen de hombre, trigueño, cabello quebrado, 1.90 de estatura y un físico de revista realmente. Me lo presentó con el fin de que fuera mi instructor personal, ya que es realmente un muy buen entrenador y mi esposo confiaba plenamente en él ya que se conocían de varios años atrás y se podía decir que hasta lo consideraba su amigo.

Y así fue como todo comenzó, en un inicio y durante un par de semanas tratamos de ir juntos mi esposo y yo al gimnasio, a veces en la mañana y otras veces por la tarde, pero muy pronto nos dimos cuenta de la incompatibilidad de horarios y terminamos asistiendo él por la mañana y yo a medio día una vez que había terminado con las compras y demás quehaceres domésticos.

Yo disfrutaba mucho asistir al gimnasio, diariamente realizaba alguna que otra clase, nadaba un poco y por supuesto, asistía a mi sesión de ejercicio con Patricio, y no es por presumir pero al paso de unos cuantos meses me encontraba en una excelente forma y con un cuerpo firme y atractivo, lo cual por supuesto se lo agradecía a Patricio constantemente ya que mi marido se había convertido en un lobo que cada que me veía se me aventaba para tener relaciones.

Entonces, un buen día, llegué con Patricio para iniciar mi rutina, comenzamos con el calentamiento tradicional y posteriormente pasamos a realizar ejercicios de pierna, no había mucha gente en el gimnasio ese día porque era viernes, y de quincena además, así que solo habían 3 o 4 personas cuando mucho.

Sucedió que no se como coloqué una de mis piernas, que sentí un fuerte jalón en el muslo izquierdo, lancé un grito no muy fuerte y por supuesto Patricio actuó en el acto, me levantó como si no pesara ni un gramo y me llevó cargando a su pequeña oficina, me pregunto: ¿Qué te duele? Le mencioné lo de mi pierna y sacó una pomada de la pequeña kangurera que trae en la cintura, y me pidió que descubriera la parte de mi pierna en la que sentía dolor mientras él iba por una venda, y así lo hice, solo que yo llevaba una licra ajustada y no podía descubrir mi muslo, así que me quité la licra quedándome solo en tanga.

Patricio regresó después de un par de minutos, me observó y se quedó como pasmado, pero actuó rápidamente y no hizo ninguna pregunta, sacó un poco de pomada y comenzó a frotar mi pierna, yo me quejaba como niña pequeña y le pedí que lo hiciera con más cuidado, así que dejó de frotar y comenzó a acariciar, yo no podía quitar la vista de sus enormes brazos y su hermosa cabellera, no pude evitar excitarme mucho, estoy segura que él lo notó, ya que miré como un enorme bulto crecía en su pants.

Me pidió que me levantara para ponerme la venda, yo lo hice, pero con toda la mala intención del mundo le dije que me dolía y que necesitaba recargarme en la pared, así que me di la vuelta, dejando a la altura de su rostro mis nalgas casi desnudas, si no fuera por la pequeña tanga que realmente no cubría demasiado, cuando terminó sólo dijo "listo", y yo le respondí con voz de niña malcriada que me dolía mucho y que quería que me consintiera, el se quedó sin habla, pero noté un cambio en su mirada, sabía lo que yo quería y estaba dispuesto a dármelo, se levantó, se quitó la playera y dejó a mi vista su impresionante tórax desnudo, tenía unos pectorales enormes y duros como roca y un abdomen totalmente marcado.

Se acercó a mí, y comenzó a besarme, primero la boca, luego el cuello y mientras yo pasaba mis manos por su pecho maravillada de lo que estaba sucediendo, ya que como lo había mencionado, él era realmente un monumento de hombre.

Después me quitó la playera de un solo movimiento y me preguntó si quería ver más, yo por supuesto respondí que sí e inmediatamente después de escuchar mi respuesta, se bajo los pants junto con su ropa interior y se deshizo de ellos aventándolos hacia un lado, yo me quedé atónita al ver el miembro de ese tipo, era tan grande como lo era todo su cuerpo, lo que me sorprendió mucho ya que pensaba que los hombres con ese tipo de físico lo tenían pequeño.

Inmediatamente después de ver su erección, me levanté olvidando el dolor que sentía, que realmente no era mucho, me quité el brassier y la tanga lo más rápido que pude me abalancé sobre él, lo tendí sobre su escritorio y sentí una gran necesidad de meterme su maravilloso miembro en la boca, yo estaba como una loca, frenética y muy excitada de ver un cuerpo como aquél, que aunque mi marido era delgado y fuerte, no se podía comparar con la anatomía de Patricio, y ni que decir de su pene, el de mi marido estaba bien, pero el de Patricio sacó mis más bajos instintos, parecía una mujerzuela, tenía la mitad de su miembro en la boca y la otra mitad agarrada con mi mano, subiendo y bajando, pasándolo por toda mi boca y sintiendo su grosor y calor con mi mano.

Patricio estaba totalmente rasurado como es común en la gente que se dedica al físico constructivismo, lo que hacía que su pene se viera más grande y sus bolas más apetecibles. Yo le hacía a mi marido constantemente sexo oral, pero es muy velludo, lo cual también me gusta, pero jamás había visto un miembro como el de mi instructor y mucho menos sin un solo pelo, lo cual facilitó mucho la mamada que le estaba proporcionando.

Pasaba como una loca mi lengua por todo aquel imponente miembro, me lo metía a la boca y continuaba jugueteando dentro con mi lengua, besaba sus bolas, las lamía, me las metía en la boca y no dejaba de admirar su pene, lo cual obviamente puso a cien a Patricio.

Súbitamente Patricio se levantó, me cargo con una gran facilidad, como cuando alguien mueve algo dentro del agua, me puso dándole la espalda diciéndome lo mucho que le gustaban mis nalgas, abrió mis piernas y me introdujo su gran y candente amigo, yo sentí algo que nunca antes, sentí como se abría toda mi vagina, y un gran calor dentro de ella.

Patricio continuó arremetiendo en mi contra por varios minutos de esta forma, después pasó una de sus manos sobre uno de mis pechos y la otra a la parte superior de mi sexo, comenzó a acariciarme de una forma tal, que al cabo de un minuto estaba teniendo uno de los mejores orgasmos de mi vida. Y él al escuchar mi placer y sentir como me iba deteniendo poco a poco sacó su miembro y se corrió encima de mis nalgas.

Después nos vestimos casi tan rápido como nos habíamos despojado de todas nuestras ropas y salimos de su oficina, yo me fui inmediatamente y Patricio se fue al baño.

Llegué a mi casa muy emocionada, no podía creer lo que acababa de hacer, lo recordaba y me daba un gran escalofrío recordando el gran orgasmo que acababa de tener, sin poder eliminar la gran sonrisa que se dibujaba en mi rostro ni la imagen de Patricio desnudo en mi mente.

Pero tenía que controlarme, ese día mi marido llegaría a casa temprano a cenar con su linda esposa, así que me puse a preparar todo y a cocinar para mi hambriento esposo.

Daniel llegó a casa como lo prometió, con un gran ramo de rosas y una preciosa pulsera, sin ningún motivo, era muy romántico, cenamos juntos y nos fuimos a la cama, hicimos el amor como siempre y dormimos desnudos.

A la mañana siguiente, me dijo que el día anterior me había notado muy contenta, y que si había algo por lo cual él también debía alegrarse, le respondí que había tenido un muy buen día y le inventé una historia sobre un casual encuentro con una vieja amiga de la secundaria, eso bastó para satisfacer su duda.

En los días posteriores, yo continuaba viendo a Patricio, coqueteábamos en el gimnasio, nos mandábamos mensajes por el celular y por supuesto continuaron nuestros encuentros llenos de pasión y euforia, a veces en un hotel, otras veces en mi casa y otras tantas en la suya.

Transcurrieron así algunos meses, Patricio me tenía para su placer, yo estaba más satisfecha con mi vida sexual y Daniel, pues Daniel también recibía lo suyo y tenía una esposa feliz, eso era suficiente para él.

Pero un mal día cometí un grave error, besé a Patricio en un lugar en el que pensé nadie nos observaba, lo cual no era así, por lo que les contaré a continuación.

Un par de días después de aquel beso clandestino, recibí una llamada telefónica por la tarde en mi casa, era la voz de un hombre, preguntó directamente por mi con nombre y apellidos, en un principio pensé que era algún vendedor de los que ofrecen tarjetas de crédito o algo así, la conversación se desarrolló de la siguiente forma:

Laura: Bueno

Extraño: Bueno, la señora Laura (no mencionaré más datos personales por mi privacidad)

L: Señor, en este momento no tengo tiempo y no me interesa ninguna tarjeta ni promoción especial, muchas gracias.

E: Yo creo que esto si te interesa Laura, sé todo lo que pasa con Patricio. (En ese momento me quedé helada, caí sentada sobre el sillón y me imaginé lo peor, no respondí por algunos segundos)

L: Quién eres maldito?

E: No me hables así putita, o le contaré todo al pobre de tu maridito.

L: Nooo, espera por favor, no le digas nada. (En este momento supe que me tenía en sus manos, y que tendría que cooperar)

E: Bien, bien, que bueno que ya nos estamos entendiendo, te veré mañana a las 2 en punto en el restaurante X, has entendido?

L. Si, he entendido.

Cuando colgó el teléfono sentí una interminable corriente de agua helada recorriendo todas las venas de mi cuerpo, pero así tenía que ser, debería afrontar las consecuencias de mis actos.

Llegado el día siguiente y con él la hora de la cita llegué exactamente a las dos de la tarde al lugar acordado, me senté en una mesa lo más oculta posible y esperé, pasaron 20 minutos y recibí una llamada, era mi esposo, me dijo que había tenido una emergencia en el trabajo y no podría llegar temprano a la casa, yo no supe que decir mas que "está bien", y luego se despidió de mi mandándome un beso, en ese momento casi me suelto a llorar, pero afortunadamente me contuve.

Pero, ¡que diablos! Llegó al mismo restaurante el socio de mi esposo Pablo, yo le pedí a todos los santos que no me viera, en cualquier momento podría llegar el maldito que me pretende extorsionar, pero para mi desgracia me reconoció de inmediato, fue sin titubeo alguno hacia dónde yo me encontraba y dijo "Hola Laura, ¿me puedo sentar?" yo respondí muy nerviosa que ya había terminado y que debía irme a lo que el contestó: "No vas a ningún lugar Laurita, tu y yo tenemos que hablar de tu infidelidad"

De nuevo la sensación helada atravesó mi cuerpo, era él, el maldito que había logrado arruinar mi vida, el socio de mi marido en el despacho.

Y sin más preámbulo, comenzó a decirme todo acerca de mi relación con Patricio, seguramente me habría estado espiando durante un buen tiempo el infeliz, yo no podía articular palabra alguna sino hasta el final de su pequeño y malévolo relato, cuando le interrogué sobre lo que quería.

Pablo soltó una pequeña risa y me dijo que desde hacía ya varios meses, desde la fiesta de Navidad de la oficina de mi esposo para ser más exactos, me había comenzado a notar, lo bien que me estaba poniendo gracias al ejercicio y que deseaba mi cuerpo.

Yo traté en varios momentos de disuadirlo, de rogarle no le dijera nada a Daniel y que no lo volvería a hacer, a lo que el solamente respondió que no le importaba un comino mi relación ni mi vida que el solo quería mi cuerpo y eso era todo, todo lo que debería pagar por su silencio.

Después de una larga y tortuosa conversación, accedí, no tenía más remedio, yo amaba a Daniel y no podía provocarle una pena tan grande, así que Pablo me dijo que iría al día siguiente a mi casa por la mañana y se aseguraría que Daniel estuviera todo el día ocupado, así que quería que lo recibiera como se merece.

Sin más palabras, se levantó y se fue, yo estaba destrozada y muy aterrada, pero aún había esperanza, acostarme con Pablo y salvar mi matrimonio. Era la única respuesta.

Al día siguiente me preparé con la más sexy y fina lencería que tenía, que por cierto me la había regalado mi marido en mi cumpleaños, me puse una bata encima y esperé, en esa ocasión el chantajista de Pablo llegó muy puntual, tocó la puerta y se metió intempestivamente, me pidió que me quitara la bata que llevaba y al ver mi cuerpo solo pudo suspirar y decir, "vaya que nos vamos a divertir!

Subimos inmediatamente a mi alcoba, me ordenó poner un poco de música y que bailara para él, así lo hice, contoneaba mi cuerpo de un lado a otro, mostrándole mis nalgas, para que no pudiera ver la rabia en mis ojos.

Después me pidió que parara y dijo que ese día cumpliría un par de fantasías conmigo, así que me despojó lentamente de la poca ropa que llevaba puesta, dejándome totalmente expuesta, mientras el lamía mi cuello y con sus manos recorría cada parte privada de mi cuerpo.

Cuando terminó, se sentó en mi cama, en la cama de mi marido, sacándose solamente el miembro por el cierre del pantalón e indicándome que quería que lo masturbara mientras le decía lo grande y duro que era su pene y que lo deseaba.

Me hinqué, tomé su miembro con una de mis manos, comencé a tocarlo y a decirle todo lo que él quería escuchar, le dije cuanto deseaba su miembro, que era el más grande y duro que jamás había tenido, que yo también había soñado con ese momento desde que lo conocí, que no podía esperar a que me penetrara, todo esto pareció encenderlo muchísimo y cuando estuvo a punto de llegar me pidió que parara, se tranquilizó unos momentos y después se desnudó.

Se recostó totalmente sobre mi cama y dijo que no podía esperar más así que me penetraría, me posé sobre su cuerpo, tomé su miembro y lo puse en el lugar adecuado para que me penetrara, el se levantó suavemente y comenzó a moverse de arriba abajo, mientras me observaba totalmente desnuda.

Todo el tiempo me hizo el amor suavemente, diciendo lo mucho que lo disfrutaba y lo mucho que me había deseado, luego cambiamos de posición y se colocó sobre mí, pero seguía al mismo ritmo con el que había comenzado, penetrándome suave y lentamente, para ese momento yo solo estaba ahí, como un cuerpo inerte, solo acatando los deseos del socio de mi esposo, tócame aquí, tócame allá, dime esto dime lo otro, buscando su satisfacción y que terminara lo antes posible.

Cuando al fin sintió que llegaría al orgasmo sacó su pene, me pidió que me hincara nuevamente y se corrió sobre mi, cayendo su semen sobre toda mi cara y mi cuerpo, terminó, se vistió y se fue sin antes decir que esa había sido solo la primera vez y que tenía muchos planes para nosotros.

Continuara