La Gran Ceremonia

4 hermosas chicas que por sus grandes faltas, son juzgadas cruelmente y terminan siendo castigadas y humilladas para terminar siendo crucificadas en publico.

La Gran Ceremonia

Lucas Mastrángelo, conocido como «El Verdugo» fue llamado una vez más para hacer cumplir la sentencia que se había impuesto a seis miembros de la Secta del Marqués, en una clara alusión a Alfonso De Sade. En esta oportunidad le indicaron que debía someter a las seis jóvenes mujeres al martirio de ser crucificadas y permanecer atadas en la cruz por varias horas. Lucas se retiró con la consigna de preparar el plan de desarrollo de la ceremonia, que congregaría a unas quinientas personas. Para preparar una ceremonia que no presentara sorpresas para sus ejecutores, era necesario que Lucas hablara a cada una de las sentenciadas. Para ello solicitó entrevistarlas en las celdas que cada una ocupaba en el Templo. Esta era la primera vez que le encargaban un castigo mayor. Hasta el presente lo único que había hecho con otras jóvenes era atarlas de distintas maneras, por 24 horas. Era contrario a los ritos de la Secta que las esclavas estuvieran desnudas o debieran desnudarse, por lo menos en presencia de las autoridades dentro del Templo, por lo cual se presentarían vestidas y el mismo Lucas se encargaría de quitarles la ropa. Luego debería ayudarlas a vestirse. Lucas se presentó el día convenido. Lo condujeron al tercer subsuelo del edificio donde se encontraban las celdas con las jóvenes sentenciadas. La primera de las celdas era la de Malena, que se encontraba esposada y con un collar fijo por una cadena a la pared. Vestía una túnica que cubría desde sus hombros hasta los tobillos. -Yo seré tu verdugo en el cumplimiento de la sentencia que el alto tribunal te ha impuesto. Para que la ceremonia se lleve a cabo con normalidad, deberé interrogarte y tomar algunas medidas de tu cuerpo desnudo. Por ese motivo deberás quitarte toda la ropa.- Luego de quitarle las esposas Malena se desabrochó y quitó la túnica. Debajo de la misma estaba cubierta con otra prenda que cubría desde las tetes hasta arriba de las rodillas que también se quitó. Quedaba en sostén y bragas, que parecía no querer quitárselas, pero ante una indicación de Lucas se aflojó el cierre del sostén que dejó caer y luego se quitó las bragas. Ahora, totalmente desnuda Lucas le repuso las esposas y la cadena al collar. Comenzaba el interrogatorio. -¿Sabes cuál es la sentencia? -Ser crucificada.- -¿Qué falta has cometido?- -He tenido malos pensamientos- -¿Sabes que la crucifixión es un martirio muy severo?- -Sí señor. Sé que deberé soportar un castigo muy severo y el escarnio de la gente. Por la falta cometida, me lo merezco.- -Vayamos ahora a tu cuerpo. ¿Has tenido relaciones sexuales?- -No señor. Soy virgen.- -¿Te has masturbado con tus dedos?- -Nooo.- -¿Has sido azotada alguna vez?- -No señor, nunca.- -Para la ceremonia debes estar completamente depilada. Ordenaré que te suministren los elementos para que te quites todo el pelo que tienes en el bajo vientre. Ahora deberé tomarte las medidas para adaptar la cruz a tu cuerpo. Además de crucificada serás azotada.- Dicho esto Lucas tomó diversa medidas del cuerpo de la esclava, aprovechando para revisar sus partes íntimas. La esclava dejaba hacer, ya que su verdugo tenía derecho a preparar su cuerpo para la ceremonia. Considerando que era virgen y la práctica indicaba que las crucificadas no debían ser vírgenes, le indicó que sería violada. Para ello sería conducida a un lugar especial, llamado justamente Cámara de Penetración.

Luego de terminado el interrogatorio, le colocó unos grilletes en los tobillos y tomando la cadena unida a su collar, la condujo a la Cámara de Penetración. Allí había una amplia cama dotada de columnas y diversos elementos a los cuales atar a las esclavas. Una vez en el lugar le vendó los ojos con una cinta negra y la acostó en la cama. Le quitó las esposas para atarle las muñecas a los postes de los vértices de la cama, lo mismo que los grilletes de los tobillos. Finalmente le quitó el collar que rodeaba su cuello. Malena estaba con las piernas separadas, su concha abierta en espera de ser desvirgada por el verdugo. Lentamente Lucas se colocó encima de ella y luego de amasarle las tetas comenzó a penetrarla lentamente hasta perforar el himen de la joven, comenzando el movimiento. Malena permaneció callada tanto cuando fue desvirgada como cuando la follaba. Poco después ambos llegaron al orgasmo. Terminada la violación la desató, le colocó el collar, las esposas y los grilletes y se dirigieron nuevamente a la celda, lugar donde le quitó la cinta que cubría sus ojos. Allí le permitió vestirse para luego quedar encerrada en su celda. Lucas de allí pasó a la celda de Beatriz, en la cual se repitieron las mismas preguntas. Las dos diferencias importantes eran que Beatriz no era virgen, por lo cual no sería follada y el motivo de la sentencia era haberse masturbado durante una acto religioso. Luego de tomar las medidas del cuerpo de Beatriz e indicarle que debía depilarse, le permitió vestirse y pasó a la celda de Zulema. Todo fue bastante similar con las restantes. Tanto Zulema como Cecilia y Diana no eran vírgenes aunque Anita sí lo era, por lo que Lucas debió desvirgarla en la Cámara de Penetración. Terminada la entrevista con las seis sentenciadas y luego de haber desvirgado a dos de ellas, Lucas se retiró del Templo para preparar las cruces en las cuales sería cumplida la sentencia. Las cruces fueron enterradas en línea, en un campo a unas cinco cuadras del Templo. Las cruces tenían argollas por dónde pasar las cuerdas que fijarían a las esclavas más una protuberancia a la altura de la entrepierna de las esclavas para que parcialmente pusiese descansar el peso de su cuerpo. No apoyaría directamente sobre su concha sino un poco más atrás, casi sobre el ano. Como la ceremonia comenzaría por la mañana, las cruces fueron orientadas de manera tal que el sol diera de frente la mayor parte del día. Una vez fijas las cruces y despejado el lugar de malezas ya se estaba en condiciones de llevar a cabo la ceremonia, que se fijó para el martes siguiente. La noche anterior Lucas visitó las seis esclavas para verificar que sus cuerpos estuvieran perfectamente depilados y sus condiciones de salud les permitiera soportar el castigo. De las seis esclavas Diana era la que más lo excitaba por lo cual decidió violarla con la excusa de comprobar el estado de su vagina. Por supuesto la joven aceptó todo lo que se le ordenó sin la menor protesta, aunque su ánimo esa noche no era para que Lucas se echara un polvo con ella. Luego pasó por las celdas de las restantes, en las cuales introdujo un dedo en la vagina para comprobar su humedad y estado de excitación. Al día siguiente las seis esclavas fueron conducidas a una construcción aledaña al Templo para ser encadenadas para el recorrido desde el Templo hasta donde estaban las cruces. En esa construcción debieron quitarse totalmente las ropas. Fueros esposadas con sus manos en la espalda, grilletes en los tobillos con cadenas de sólo 30 centímetros y sus cuellos fueros rodeados por una cadena que unía a las seis mujeres en una fila. Una vez encadenadas, comenzó el recorrido. Muchas personas acompañaron a las esclavas. Los más jóvenes miraban con avidez los cuerpos de las esclavas esperando observar detalles de sus conchitas depiladas. Debido al fresco de la mañana las tetas, pero en especial sus pezones, estaban erectos y duros para regocijo de los varones que siguieron a las esclavas. Finalmente llegaron al pie de las cruces. Primero serían crucificadas las dos últimas que habían perdido su virginidad. Comenzaron por Malena. Le retiraron los grilletes, las esposas y la cadena de su cuello. La colocaron de espalda a la cruz, subida a una pequeña tarima. En esa posición la protuberancia de la cruz se le metía, como estaba previsto, parcialmente en el culo. Primero se le ataron los brazos extendidos. Varias vueltas de una cuerda de algodón se arrollaron en las muñecas, en los codos y muy cerca de las axilas. Otra cuerda arrollada en la cintura colocaba el sostén del culo en su lugar y otras cuerdas alrededor de sus tobillos completaban la atadura. Ya estaba la primer esclava crucificada. Le era imposible cualquier movimiento. A continuación se le retiró la pequeña tarima en la cual estaba apoyada. Todo su peso descansaba en sus brazos y en la protuberancia que tenía el madero de la cruz a la altura del culo. La posición no era muy incómoda por el momento. Seguramente lo sería luego de un tiempo de estar así. Todos los varones miraban con insistencia la rajita depilada de Malena que quedaba justamente a la altura de la vista. La esclava sentía una profunda vergüenza de tener que presentarse en esa forma ante tantas personas. Le resultaba francamente humillante. El siguiente fue el turno de Anita. Luego que sus brazos fueron atados a la cruz, no pudo contener el llanto. Mientras otra cuerda rodeaba su cintura y sus tobillos, gruesas lágrimas mojaban sus mejillas. Tenia conciencia de que muchos de los presentes miraban con insistencia su vulva que ni siquiera estaba disimulada por el vello púbico. Sus pezones erectos también eran blanco de las miradas. Quedó largo rato sollozando. Con un trámite similar fueron siendo atadas todas las esclavas. Eran cerca de las once de la mañana cuando retiraron la tarima debajo de los pies de Diana, la última de las esclavas. Ahora comenzaría un castigo adicional que las jóvenes ignoraban. Serían flageladas por dos hombres que aplicarían treinta azotes a cada una de ellas. Comenzaron con Malena. Cada uno de los hombres se ubicaron a ambos costados de la esclava portando sendos látigos de cuero, comenzando alternativamente cada uno a descargar los azotes sobre el indefenso cuerpo. Los treinta azotes fueron seguidos por treinta gemidos de dolor emitido por la esclava. Mientras tanto, los presentes, excitados por la flagelación a la que era sometida Malena, alentaban a los torturadores a continuar con el castigo e indicarles dónde debían descargar el siguiente azote. Al finalizar las marcas rojas cruzaban todo el cuerpo de Malena. Las otras esclavas no pudieron contener el llanto, sabiendo qué les esperaba a ellas también. Ya era mediodía cundo finalizaron los azotes. El sol daba de lleno en los cuerpos desnudos, en los cuales brillaban las marcas de los latigazos. Los presentes se retiraron a tomar el refrigerio del mediodía, ya que la ceremonia continuaría por la tarde. Algunos jóvenes no acostumbrados a ver esos cuerpos desnudos se acercaron a las crucificadas y observaban y tocaban distintas partes de sus cuerpos, con esa curiosidad típica de los muy jovencitos. Mientras tanto las articulaciones de sus cuerpos como las partes rodeadas por ligaduras, que las mantenían inmovilizadas, comenzaban a dolerles. Los azotes recibidos más el sol, que por momentos se hacía abrasador, les quemaban la piel. El sufrimiento era indescriptible.

Luego de las dos de la tarde comenzaría el castigo nuevamente. En este caso se les dejaría deslizar por su cuerpo cera derretida. La tarea sería llevada a cabo por Lucas, para lo cual encendió una vela y acercándose a la primera de las crucificadas, acercó la vela sobre la teta izquierda dejando caer el líquido sobre el pezón. Luego repitió la misma operación sobre la teta derecha. Una vez que ambos senos estaban cubiertos de cera bajó la vela encendida hasta la entrepierna de la esclava y la acercó a su conchita. La mujer en cuestión gritaba con desesperación temiendo sufrir una quemadura irreparable en tan delicada parte. Sin embargo la experiencia de Lucas evitó cualquier daño permanente pero toda la rajita quedaba ahora de un intenso color rojo debido a la quemadura de la vela. Un tratamiento similar sufrieron las otras cinco esclavas. Luego de unos minutos y cuando ya todas habían cesado de gritar pero lloraban en silencio, comenzó el siguiente castigo. Este consistía en colocarles unas pinzas que apretaban sus lenguas mientras debían mantener sus bocas abiertas. Además dos ganchos en forma de anzuelos de pesca colocados en las aletas de sus narices unidas a cuerdas que se fijaban por arriba de sus cabezas, mantenían sus cuellos estirados. Así debieron permanecer hasta que el sol comenzó a bajar. En ese momento Lucas comenzó a desatarlas de las cruces para que acostadas en el suelo, boca abajo y con las manos y pies atados a estacas clavadas en la tierra, que las mantenía en forma de X. La quemadura producida por el sol con el roce del césped del lugar ya era motivo de inconformidad, pero iba a tener lugar otra parte de la ceremonia. Primero una vela encendida fue introducida profundamente en el culo de cada una de las esclavas. Así los seis cuerpos con sus llamitas estaban preparadas para ser marcadas. Un pequeño brasero encendido estaba calentando el hierro que marcarían los glúteos de las esclavas. Era una cruz para indicar que habían sido crucificadas. Una vez caliente el hierro el primer culo marcado fue el de Beatriz. Primero en uno de los cachetes y luego en el otro. Cada vez que se apoyó el hierro, un grito de dolor partió de la garganta de la esclava. Finalmente las doce marcas quedaron en los culos de las seis esclavas que continuaban llorando por el dolor que sufrían, pero poco a poco se fueron calmando. Ya era de noche y la única iluminación del lugar era la luz de la luna que se filtraba entre los árboles y las velas encendidas colocadas en los traseros de las mujeres. Comenzaron a apagar las velas y retirarlas de los lugares en que estaban, desatarlas de las estacas, encadenarlas nuevamente y emprender el regreso a las celdas del Templo. Allí recuperaron sus ropas y fueron encerradas nuevamente en las celdas de las cuales partieron. Sus cuerpos estaban ardiendo por las quemaduras de sol y los azotes en la parte delantera, con dolores en las articulaciones por las posiciones que debieron soportar durante el tiempo que estuvieron crucificadas y con dolor en las nalgas por la quemadura de las marcas. Así pasaron la noche. La sentencia dictada por los jueces de la Secta del Marqués se había cumplido. Sin embargo las autoridades de la Secta indicaron a Lucas que habían hecho una revisión de la sentencia de las seis esclavas y se consideró que debían recibir castigos adicionales por lo menos por un mes más, pero ninguno de los integrantes activos de la secta estaba en condiciones de hacer cumplir la nueva sentencia, por lo que se le encomendaba a Lucas hacerlo. Lo primero que el verdugo indicó era la necesidad de contar con un lugar apropiado en el tercer subsuelo y equiparlo con los instrumentos adecuados. Por otra parte ninguno de los miembros de la secta debería entrar en ese tercer subsuelo ya que frecuentemente estarían las esclavas desnudas, no solamente mientras eran torturadas sino también cuando permanecían en sus celdas. Las autoridades de la secta pusieron a disposición de Lucas los recursos necesarios para los cambios y el equipamiento del lugar. Lucas puso manos a la obra de inmediato. Una semana después ya estaba todo dispuesto para comenzar. Había sido conveniente esta demora de una semana para que los cuerpos de las eslavas estuvieran en condiciones de ser castigados nuevamente. Continuando con su costumbre de planearlo todo Lucas dividió a las esclavas en tres grupos de dos. El primero era el de Malena y Beatriz, el segundo de Zulema y Cecilia y el tercero de Anita y Diana Sería castigado un grupo por la mañana y otro por la tarde de manera tal que les tocaba una vez por la mañana y otra por la tarde y luego de dos días seguidos de castigos tendrían un día para volver a estar en forma para ser nuevamente castigadas. Serían cogidas por sus tres agujeros a razón de una por la mañana y otra por la tarde. En nueve días corridos las seis habrían recibido una vez la descarga de leche de su verdugo en cada orificio. La mañana siguiente fue en busca de las esclavas del grupo uno a sus respectivas celdas. Les ordenó que se desnudaran y se dirigieran a la Cámara de Castigos. Una vez allí le colocó de inmediato a Malena un collar fijo a la pared, además de vendar sus ojos para evitar que observara el tratamiento de la otra esclava, mientras que a Beatriz la codujo a un caballete atándole los tobillos y muñecas a las patas del instrumento. La esclava quedaba entonces apoyando su vientre en el travesaño superior del caballete dejando su culo expuesto para el castigo que sobrevendría. Las dos cruces que tenía marcadas en las nalgas más la tersura de la piel impresionaron gratamente a Lucas. Separó las nalgas para observar con detalle el agujero. Se notaba que nunca había sido penetrada por allí. Podía inaugurar ese agujero en ese mismo momento. Tomando un frasco con vaselina untó adecuadamente la entrada del culo y se dispuso a penetrarla. Beatriz estaba ajena a lo que iba a ocurrir. De pronto sintió algo que quería introducirse y si bien no sabía si era el pene de Lucas u otro objeto, intentó cerrar el culo. Fue una mala idea. Lucas, viendo dificultaba la entrada hizo fuerza para penetrarla mientras con los dedos de ambas manos apretaba y tiraba con fuerza los pezones de la esclava. Beatriz emitió un grito de dolor, por sus pezones y por la dilatación del agujero del culo. Sin embargo no pudo evitar ser penetrada y a pesar de los ruegos y gritos de Beatriz, Lucas continuó hasta acabar en el interior de su recto. Luego estuvo nuevamente admirando las marcas de fuego. Le parecieron perfectas pero debía continuar con su tarea. Tomó un látigo y comenzaría a flagelar ese culo que se le ofrecía para luego continuar con la espalda y las piernas. Comenzó con un azote de lleno en el medio de las nalgas, que provocó otro grito de Beatriz. Mientras tanto Malena que escuchaba pero no podía ver qué estaba ocurriendo comenzó a temblar asumiendo lo que le esperaba a ella misma. Pero volvamos a Beatriz. Continuaban los azotes el culo de la esclava que se llenaba de marcas rojas. Luego pasó a la espalda y finalmente a las piernas. Beatriz gemía y lloraba desconsoladamente. Ahora era el turno de Malena. La llevó hasta una mesa en la cual debió acostarse boca arriba y sus tobillos y muñecas fueron atados con cuerdas que se enrollaban a un tambor. Al girar el tambor se mantenía a la esclava completamente expuesta. Le quitó la venda de los ojos. Volvió a girar el tambor para estirar más el cuerpo de la esclava que comenzó a quejarse. Tomando unas pinzas se las colocó en los pezones, apretándolos considerablemente. Luego bajó a la vulva donde también colocó algunas pinzas. Luego fue hasta su cabeza y otras pinzas fueron ubicadas en los lóbulos de sus orejas Malena se sentía impotente de defenderse del castigo y gemía y lloraba con desesperación. Ambas esclavas estaban sufriendo los castigos que le aplicaba Lucas, quién, dirigiéndose a ambas, les informó que las penitencias recién comenzaban y sufrirían verdaderas torturas en todo sus cuerpos. Ambas mujeres guardaron silencio. Volvió sobre Beatriz. Le separó las nalgas para observar el esfínter. Un líquido blanquecino estaba escapando de su interior. Tomó un vibrador y lo introdujo profundamente en el agujero y lo puso a funcionar. Tanto por su tamaño como por la vibración que transmitía, le provocaba una sensación desagradable. De inmediato volvió sobre Malena. Le observó con detenimiento su vientre. Todavía quedaban ligeras marcas de los azotes recibidos cundo fue crucificada. Volvió a observar su pubis. La esclava había continuado afeitándose toda la zona que presentaba algunos pelos incipientes que sobresalían. Nada mejor que tomar una pinza para depilar y comenzar a arrancar uno por uno, tirando de los mismos lentamente para aumentar la disconformidad. Luego le quitó las pinzas que apretaban los labios de la vulva para tomar el clítoris con unas pinzas de puntas planas y comenzar a tirar suavemente al principio y luego con más fuerza hacia afuera. Malena pensó que terminaría lastimando tan sensible parte, que sumado al dolor que le provocaba tal castigo, la llevó a implorar que cesara el castigo, no pudiendo contener las lágrimas. Muy lejos estaba Lucas de pensar siquiera en lastimar la concha de Malena. Tendría que usarla en los próximos días. Volvió sobre Beatriz, a la que le retiró el vibrador. Ahora el ano y la zona aledaña esta roja e irritada por el efecto del aparato. Ya era hora de terminar con el castigo de la mañana de las dos esclavas. Las condujo a sus respectivas celdas y luego de encadenarlas tanto en los pies como en las manos y el cuello, las dejó, desnudas, en la celda hasta la tarde. Luego de su almuerzo, Lucas regresó a las celdas. Era el turno de castigar a Zulema y Cecilia. Las condujo a la Cámara de Castigos. Allí montó a Zulema a caballo de un caballete, atando sus tobillos a las patas del caballete y sus brazos elevándolos por la espalda hacia el techo. Su concha apoyaba de lleno en el caballete. Dos pinzas con unas pequeñas plomadas ajustadas a los pezones completaban el castigo. Pasó luego a Cecilia. Luego de atarle las piernas y los brazos, entando arrodillada, a una escalera, le indicó que debía chuparle y acariciarle con su lengua el pene hasta hacerlo acabar, Luego debía tragarse el líquido sin desperdiciar ni una gota. Cecilia había tenido relaciones sexuales con dos jóvenes pero en ambos casos por la vagina, nunca por ningún otro agujero. No esperaba semejante castigo y le resultaba algo repugnante tener que hacerlo, pero la mirada de Lucas lo decía todo. Si no lo hacía, la castigaría sin piedad. Abrió su boca e introdujo todo el miembro de Lucas que todavía estaba flácido aunque por poco tiempo. Sintió cómo se endurecía en su boca y aumentaba desmesuradamente de tamaño. Siguió chupando y moviendo su boca, introduciendo todo lo posible la picha. Le tocaba la garganta pero continuaba como si verdaderamente estuviera entusiasmada en hacerlo. Luego de unos minutos sintió que su boca se llenaba de un líquido espeso. Sin dudarlo tragó todo lo posible y con su lengua retiró toda la leche posible del pene de Lucas que ahora estaba volviéndose flácido otra vez. Ahora Zulema gemía por el dolor en su concha. El tiempo pasado apoyada en su vulva había hecho su efecto. Lucas la desató del caballete para llevarla a una columna a la cual la ató apoyando su parte delantera contra el tronco, dejando su espalda y culo expuesto. Con un grueso látigo comenzó a flagelar primero el culo y luego la espalda y las piernas de la esclava. Mientras Zulema gemía por el castigo que acaba de recibir, se dirigió nuevamente a Cecilia, que luego de desatarla de la escalera, ató sus muñecas a una argolla fija en la pared que mantenía sus pies apenas apoyados en el piso. Le colocó un abreboca y dos pinzas en sus pezones. Para aumentar la disconformidad de la esclava le introdujo un algodón embebido en alcohol en el culo. Al caer la tarde ambas esclavas fueron llevadas a sus celdas para ser encadenadas en las mismas. Terminada la tarea, Lucas se retiró para estar preparado para el día siguiente. Sería el turno de Anita y Diana. A la mañana siguiente ambas esclavas fueron llevadas a la Cámara de Castigos. Mientras Diana era colgada de sus tobillos, cabeza abajo, debiendo soportar esa posición por largo rato, Anita era dispuesta para ser violada. Lucas la había desvirgado hacía unos diez días atrás y ahora iba a gozar nuevamente de su cuerpo. Luego de atarle los brazos en la espalda la hizo acostar en el piso. -Te voy a coger nuevamente. Separa las piernas y pídeme ser violada y luego azotada.- Anita se negaba a pedir semejante cosa. Paro su espíritu de supervivencia le indicaba que era mejor complacer a Lucas y se escuchó a sí misma diciendo, mientras separaba sus piernas dejando sus intimidades para ser usadas. «Señor verdugo, por favor vióleme. Mi concha estará gustosa de recibir su leche. Luego azóteme con un látigo.» Lucas no demoró en penetrarla pero sus movimientos eran lentos. Quería gozar al máximo de esta esclava de la cual podía disponer a voluntad. Recordaba que él mismo la había desvirgado y ahora sería penetrada por segunda vez, lo llenaba de alegría. Luego de un rato de bombeo, acabó dentro de ella. Sin embargo Anita no pudo disfrutar del polvo. Se sentía violada. Acercándose a Diana, que permanecía colgada cabeza abajo, le tomo los pezones. La esclava, que tenía sus manos libres, trató de evitarlo cubriéndose las tetas. Lucas con voz autoritaria le ordenó -Deja que te agarre los pezones o cualquiera de tus partes. Dejarás los brazos colgando hacia el piso para no molestarme en lo que quiera hacerte. Caso contrario te arrepentirás.- Diana dejó caer los brazos. Lucas comenzó con los pezones, apretándolos y pellizcándolos. Luego poniendo su mano entre las piernas de la esclava adelantó su dedo pulgar para clavarle la uña en la concha. Diana no pudo contener un grito de dolor. Luego introdujo profundamente en dedo en el conducto vaginal pasando la uña sobre el epitelio del conducto. Diana, gemía con desesperación pero evitaba protegerse del castigo que estaba sufriendo. Lucas retiró el dedo de la vagina e investigó el culo de la esclava. Le colocó un algodón embebido en alcohol. El ardor que Diana sentía en el ano era insoportable. Fue en busca de una vela y luego de encenderla dejó caer gotas de cera derretida sobre sus tetas. Luego volvió sobre Anita a quien hizo arrodillar mientras debía mantener su cabeza apoyada en el suelo. El culo quedaba cómodamente ubicado para ser azotado con un látigo. -No te muevas mientras te azoto. Recibirás unos latigazos en el culo.- Indicó Lucas, mientras levantaba el látigo. En total descargó siete azotes muy fuertes que dejaron inmediatamente otras tantas marcas sobre la blanca piel. Anita lloraba en silencio. Su culo ardía por el castigo Luego condujo a ambas esclavas a sendas columnas a las cuales las ató, pasando numerosas cuerdas sobre sus cuerpos, apretándolas fuertemente, que se clavaban insidiosamente en sus carnes. Ambas mujeres quedaron amarradas al mismo poste, una a cada lado del mismo. Las cuerdas pasaban por distintas partes de su cuerpo, e inclusive por sus cuellos. Así permanecieron largo rato, mientras Lucas gozaba pellizcando distintas partes de sus cuerpos. Más tarde las desató y las condujo a sus respectivas celdas. Finalizaba así la primera serie de castigos a las seis esclavas. Por la tarde sería el turno de Malena y Beatriz nuevamente. En esta oportunidad Lucas acabaría dentro de Malena, ya que la vez anterior lo había hecho dentro de Beatriz. Es esta oportunidad probaría la boca de Malena, ya que para su concha tenía pensado algo especial que lo ejecutaría la próxima vez. La esclava debió arrodillarse luego que sus brazos fueran atados en la espalda y comenzó a succionar el miembro de Lucas. No podía poner mucho empeño en su tarea. Le provocaba cierto asco tener la pija de Lucas en su boca, con la certeza, además, que descargaría su leche allí y luego debería tragarla.

Sin embargo, el látigo que blandía Lucas y que mientras le succionaba había ya recibido dos azotes en su espalda, le indujeron a ser más efectiva. Cerró sus labios alrededor del pene y mientras con su lengua acariciaba la glande su movimiento de entrada y salida se hacía más rápido. La pija estaba cada vez más grande y ocupaba toda su boca. Luego de unos minutos Lucas descargó un regular chorro, que Malena tragó, a pesar de lo desagradable que le resultaba. Era el momento de trabajar sobre Beatriz. Luego de fijarla a la mesa, con los brazos atados a las patas de la mesa y sus piernas separadas, podía comenzar con el castigo que había seleccionado: Dejarle caer gotas de cera derretida sobre sus pezones y en la concha. Buscó una vela, la encendió y comenzó el castigo. La esclava emitía unos aullidos de dolor que podían conmover a cualquiera, excepto Lucas que estaba acostumbrado a eso. Mientras permanecía atada y dolorida por las quemaduras de la cera, Lucas le colocaba unas pinzas en la concha. Luego debía volver sobre Malena que debió montar un caballete apoyando todo su peso en la concha, mientras recibía los azotes que con una varilla le aplicaba Lucas en las tetas. Pasaron los días hasta que nuevamente era el turno de descargar la leche en el interior de Malena. Ahora lo haría por vagina. Era un gusto volver a coger a Malena que había sido devirgada por él mismo hacía unos días. Su vagina permanecía estrecha provocando una sensación muy agradable para Lucas mientras la cogía. Luego de finalizado el polvo la llevó a una camilla que permitía tener las piernas separas y expuesta su concha para ser castigada. Lucas tomó un pequeño tubo que haría las veces de catéter y lo ubicó a la salida de la uretra, probando cerrar los labios de la vulva con sus dedos. El pequeño tubo sobresalía de los labios cerrados. Comprobado que podría orinar a través de este conducto, procedería coser con aguja e hilo de cirugía ambos costados de la concha de la esclava. Tomando ambos elementos, perfectamente desinfectados y pasando iodopovidona por los labios, atravesó ambos con la aguja, comenzando la costura por la parte superior. De más está decir que esta operación la hacía sin ningún tipo de anestesia Si bien Malena no podía ver qué le estaba haciendo, sintió el pinchazo y no pudo evitar el grito de dolor. Se sucedieron los pinchazos y cuando Lucas dio por finalizada la tarea, los diez puntos dados entre los labios cerraban el paso de cualquier objeto dentro de su concha. Los dolores que sufría Malena eran intensos pero no imaginaba realmente cómo quedaba su concha así cosida. Cuando Lucas terminó y comprobó lo eficaz de la costura, tomó un espejo para que Malena pudiera ver su obra. Cuando Malena vio la imagen de su concha cosida y con un pequeño tubo que asomaba de la misma dio un grito de espanto. Era un castigo muy cruel. Sin embargo Lucas le aclaró que le sacaría los puntos la próxima vez que quisiera cogerla por la vagina, aunque le advirtió que quizás luego de usar su vagina, volvería a coserla. Malena lloraba e imploraba piedad a Lucas que se preguntaba si Malena podría caminar sin desgarrarse. Para ello la desató y la obligó a dar unas vueltas a la Cámara de Castigos. A pesar del dolor Malena soportó la caminata y no se produjeron lastimaduras en tan delicada parte. Luego Beatriz debió arrodillarse mientras Malena separaba las piernas, para que observara el castigo que también ella sufriría. Así pasaron los 27 días de castigos de las seis esclavas. Todas habían sido cogidas tres veces en cada agujero y también habían permanecido con la concha cosida, por lo menos una semana, ya que ese castigo debían soportarlo todas. Concluido el período previsto, Lucas se reunió con las autoridades del Templo, los que quedaron conformes con las explicaciones de Lucas respecto de los castigos administrados a las esclavas. Era el momento de abonar los honorarios a Lucas, que por cierto eran bastante abultados. El problema era que las autoridades no disponían del total ya que las colectas de los últimos días no habían sido muy fructíferas y plantearon a Lucas el problema. -Yo les haré una contraoferta. Las seis esclavas han sido crucificadas y luego torturadas de acuerdo con la sentencia que Uds. impartieron. Podrán dictar una nueva sentencia condenando a Malena a nuevos castigos por tres meses, que yo aplicaré. Malena es una esclava que me hace gozar mucho cuando la torturo, por lo que ampliando la pena, yo la gozaría por ese tiempo que permanecería en la mazmorra y estaríamos cancelando la deuda.- Las autoridades pensaron que debían buscar una excusa para prolongar el castigo, pero luego de deliberar, llegaron a la conclusión que como sus sentencias eran inapelables, sencillamente indicarían que se la sentenciaba a ser torturada por tres meses más. El camino estaba libre para que Lucas continuara gozando y castigando solamente a Malena, que era su mayor placer por el momento. Las demás mujeres fueron liberadas mientras que Malena continuaba encadenada y desnuda en su celda A partir del día siguiente Lucas visitaba el Templo por lo menos una vez al día, por la mañana y con frecuencia dos, también por la tarde. Todos los días era severamente castigada en distintas partes de su cuerpo y en varias oportunidades luego de ser cogida por la vagina, la misma era cosida como lo había hecho ya muchas veces. A fuerza de pasar los hilos por las mismas perforaciones en los labios de la vulva, ya cada cosida no era tan dolorosa como la anterior, excepto que cada vez apretaba más los puntos. Malena ya estaba resignada a su sufrimiento diario, lo mismo que ser penetrada por sus tres agujeros aunque con mucha más frecuencia por la concha. En el curso del primer mes Lucas ensayó no solamente nuevos castigos sino que introdujo algunos instrumentos de tortura nuevos. No podía faltar entre éstos una novedosa picana eléctrica con la cual se deleitaba pasándola por distintas partes del cuerpo de la esclava, aunque su preferencia era la concha afeitada de Malena. Había pasado un mes y medio desde su nuevo régimen de castigos y cogidas diarios cuando un mediodía, regresando de la Cámara de Castigos, por supuesto desnuda y encadenada y con la concha que acababa de ser cosida, pasaron frente a una de las celdas. Estaba ocupada por una joven, vestida con una larga túnica, que miraba desde la puerta de reja de la celda el paso de la esclava. Lucas hizo detener a Malena frente a la reja. Los ojos de la nueva prisionera miraban el cuerpo de la esclava que acababa de ser torturada con curiosidad y temor. Lucas, dirigiéndose a ella le dijo: -Acabo de castigar a esta esclava, cumpliendo la sentencia dictada por el tribunal. Como verás todo su cuerpo esta marcado por el látigo, quemaduras y otras torturas que diariamente le aplico. Obsérvale la concha. Luego de violarla la he cosido para evitar la introducción de cualquier objeto allí. Posiblemente en unos días tú también seas castigada así.- Sonia, ese el nombre de la nueva ocupante de la mazmorra, abrió los ojos con espanto. El sólo pensar que ella podía sufrir la mitad de las torturas que le habían aplicado a Malena la estremecía. Pero lo más terrible debía ser esa costura en la concha. Nunca había podido imaginar semejante cosa. No pudo contener las lágrimas. Efectivamente las autoridades del Templo indicaron a Lucas que debería iniciar el tratamiento de Sonia. Quedaba a su disposición para que le aplicara todos los castigos que considerara convenientes, sin limitación alguna. El trabajo de Lucas, «el verdugo», se estaba tornando interesante. En ese momento decidió que sería muy duro con ella y la torturaría sin piedad. De inmediato se dirigió a la celda de Sonia. -Sonia- le dijo, -debo hacerme cargo de tu castigo. Supongo que serás dócil y no deberé tratarte con dureza. Debes obedecerme en todo lo que te indique.- -Sí señor verdugo. Acataré sus órdenes.- -Primero debo revisarte para darte algunas indicaciones y deberás contestar algunas preguntas. Debes desnudarte completamente.- Sonia obedeció y comenzó a quitarse la ropa. Una vez totalmente desnuda se acostó sobre la litera de la celda. Era un cuerpo como para abusar sobre él, tal como había pensado, sin piedad. Imaginaba todas las cosas que podría hacer en esa concha que parecía pequeña. -Lo primero que debes hacer es depilarte la concha. Note podré castigarte como debo hacerlo con tanto pelo aquí. Te traeré los elementos y será obligación mantenerte libre de vello. ¿Eres virgen o ya has cogido?- -Me violaron el año pasado. A mi regreso a casa me tomaron tres hombres por la fuerza y me sometieron. Fue la única experiencia sexual que tuve.- -¿Te gustó ser violada?.- -Pensé que lo disfrutaría más. Realmente no sentí nada excepto dolor. No pude acabar.- -¿Te la metieron por la vagina solamente o también por el culo y la boca?- -Solamente por la vagina. Los tres descargaron su leche en mi interior.- -¿Has mostrado tu cuerpo desnudo a algún hombre?.- -No señor. Ud. es el primer hombre que me desnuda, y al cual debo mostrar mis intimidades. Cuando me violaron no me desnudaron, sólo cortaron la bombacha en la entrepierna y me penetraron. No creo que hayan visto mis partes íntimas ya que estaba bastante oscuro dónde me sometieron.- -El motivo por el cual la Secta me ha condenado a los castigos es que hace unos días involuntariamente dejé la ventana abierta mientras me cambiaba y alguien desde la calle me vio las tetas desnudas y me denunció a las autoridades. Me han juzgado y esa ha sido la sentencia. -Supongo por eso me dijeron que eras una puta a la cual había que torturar. Separa bien las piernas que quiero observar tu agujerito para imaginar algún castigo especial para esa conchita. Además deberé tener especial atención sobre las tetas ya que esa ha sido la parte mostrada en público- -Señor verdugo, ¡no me castigue en la concha!. ¡He visto a la otra joven que tenía cosida la raja, eso es terrible!. Además no soy una puta. La única vez que me la metieron fue por la fuerza. Cuando me vieron las tetas, fue por un accidente.- -No te asustes. Cuando decida coserte la concha será porque podrás soportar el sufrimiento. ¡Gozo mucho cosiendo conchas luego de usarlas!. Por otra parte hay muchos otros castigos para la concha diferentes a coserte. Te aseguro que los probarás todos y no olvidarás ninguno. Por otra parte no me olvidaré de castigarte en las tetas por la falta cometida. Yo no juzgo si eres o no una puta. Simplemente cumpliré con mi cometido, esto es torturarte.- Sonia guardó silencio. Tomó conciencia que le esperaban días de sufrimiento. No se atrevió a preguntar cuánto tiempo sería castigada antes de cumplir su sentencia. Apenas recibió la espuma y la máquina de afeitar, puso manos a la obra. Era mejor quedar muy bien depilada para no dar motivos a nuevos castigos.-

Ya por la tarde debió encaminarse a la Cámara de Castigos, por supuesto desnuda y encadenada para ser sometida a los castigos que Lucas tenía preparados. En esta oportunidad y para comenzar, planeaba sólo azotarla por delante y por detrás con un látigo de cuero. La amordazaría para evitar que pudiera expresar su dolor. Luego la violaría para poder comparar la concha de las dos esclavas que actualmente eran castigadas por él. Cuando Sonia fue conducida de vuelta a la celda presentaba más de medio centenar de marcas en todo su cuerpo, producto los azotes con un látigo y con una vara. Particularmente el vientre y el culo eran los que habían recibido el mayor castigo. Su concha no había sido torturada sino simplemente usada. Ella misma, a pesar de los dolores en todo su cuerpo, sabía que esto era sólo el comienzo e imaginó que le esperaban días de castigos severos. A pesar de imaginarse cosas que la aterraban, la realidad, en pocos días, superaría su imaginación y su cuerpo sería mucho peor tratado. Lucas ahora tendría ocupada sus mañanas y sus tardes. Las autoridades de la Secta del Marqués no podían ver los cuerpos desnudos de las esclavas y mucho menos mirar, en vivo, mientras eran azotadas dentro Templo, pero nada impedía que las sesiones en la Cámara de Castigos fueran registradas en video para luego regocijarse observando cómo las esclavas eran brutalmente torturadas por Lucas. Hicieron instalar varias cámaras de video para poder observar desde varios ángulos y contrataron un especialista para que editara los videos tomados y luego los pusiera a la venta como una fuente adicional de ingresos. Lucas Mastrángelo, mientras tanto, adquiría más habilidad en su tarea, que completaba con el estudio diario de libros especializados y cursos de anatomía femenina para conocer los límites a los cuales se podía llegar. Tomaba su trabajo con la seriedad que el caso requería. Todas las esclavas que fueran castigadas por Lucas, no olvidarían nunca esa experiencia. También quedarían las indelebles marcas sobre sus cuerpos. Habían pasado tres semanas del ingreso de Sonia a la Mazmorra. Ella sin saberlo, se convertiría en un día inolvidable. Le espera un castigo que Lucas había estado preparando por un tiempo. La llevó a la Cámara como de costumbre. Una vez allí y luego de quitarle las cadenas la montó en una mesa, boca arriba. Esta mesa tenía un aditamento que permitía que, mientras su cuerpo quedaba bien amarrado al plano de la misma, sus piernas podían levantarse ajustándolas a dos maderas en forma de V. Así, con las piernas separadas, quedaba su concha y agujero del culo muy expuestos. Lucas comenzó a observar con detenimiento la entrada a la vagina. Ya no era tan cerrada como hacía tres semanas. Las diarias cogidas sumado a los diversos objetos que había introducido la habían dilatado parcialmente. Todavía no había cosido los labios, tal como había prometido, pero tampoco pensaba hacerlo ese día. Luego de torturarla se la cogería, pero no por la concha porque quedaría en un estado que no iba a ser conveniente usarla. Quizás se la metía por el culo. Lo primero que comenzó haciendo fue inyectar en cada labio externo de la raja suero fisiológico, con una jeringa. Pinchaba e inyectaba alternativamente en cada uno. Sonia sentía no solamente el pinchazo sino el ingreso del líquido. Los labios estaban cada vez más voluminosos, creciendo junto con el dolor de la esclava. Cuando consideró que era suficiente el líquido inyectado (Sonia gemía de continuo) pinchó el clítoris con vistas a repetir la operación. El grito de Sonia fue indescriptible. Tanto la introducción de la aguja en esa parte carnosa como la entrada del líquido eran tan dolorosas que llevaron a Sonia a implorar que cesara el castigo. Al finalizar esta parte del tratamiento tanto los labios exteriores como el clítoris estaban tremendamente hinchados, cerrando el paso del agujero de la vagina. Lucas introdujo por el conducto vaginal un vibrador de pequeño diámetro untado con un gel irritante. Al poner en funcionamiento el vibrador, el gel humectó toda la pared vaginal, provocando una irritación insoportable. Ahora la concha le dolía tanto en su parte externa como en el conducto vaginal. La esclava se revolvía en la mesa donde estaba amarrada con desesperación, implorando para que cesara el castigo. Muy por el contrario Lucas continuaría ahora con el conducto rectal. Introdujo otro vibrador también untado con el gel en el agujero del culo y lo puso a funcionar. Ahora la irritación también la sentía por el culo Pasada media hora retiró los dos vibradores, pero el efecto continuaría por largo rato. Libre ahora la concha del vibrador, era el momento de comenzar con las agujas. Tomando con una mano uno de los labios lo acomodó para que pudiese clavarlas adecuadamente. Poco después más de veinte agujas estaban clavadas en la vulva. La desesperación de Sonia no tenía límites. Si bien ella pensaba que no podía haber tortura más cruel que coserle la concha, lo que estaba sufriendo ahora suponía que lo superaba. Sin embargo Lucas no había finalizado y nuevos castigos le aguardaban a continuación. Por la posición que tenía su cuerpo, el esfínter estaba lo suficientemente abierto como para dejar los alrededores del mismo accesibles. Por ello, Lucas, tomando otras agujas, comenzó a clavarlas alrededor del ano. Nuevos gritos de dolor y desesperación partieron de la garganta de Sonia que continuaba haciendo esfuerzos por liberarse. Todo esto estaba siendo filmado para que luego se regocijaran las autoridades de Secta. En esta oportunidad alguno de ellos lo estaban siguiendo en tiempo real . Considerando que por ese día era suficiente castigo en la concha y el culo, Lucas pasó a otra parte del cuerpo de la esclava para continuar. Se detuvo en el ombligo. El pequeño pozo que hacía en el vientre de Sonia era un buen lugar para dejar una porción del gel irritante. Si bien allí la piel es menos sensible que en la concha, luego de unos minutos haría su efecto. Antes de diez minutos de colocado en gel en el ombligo, Sonia comenzó a sentir una picazón insoportable también allí que se sumaba a la que ya sufría en la concha y el culo. Luego Lucas prestó atención a las tetas que sería el próximo objetivo de los castigos. Rodeo cada pezón con un hilo, ajustó convenientemente para luego unirlo a una cuerda pendiente del techo. Al tirar de las cuerdas, los pezones se elevaban como puntas que quisieran separarse del total del seno. Un nuevo dolor ahora tomaba también su pecho. Ya sus partes más sensibles continuaban siendo castigadas. Ahora era el turno de azotar su vientre y la base de las tetas con unas disciplinas de tiento de cuero anudado. Sonia nunca había recibido azotes con este temible instrumento. El primer azote cayó sobre la parte del pubis que tenía depilada. Siguieron otros subiendo en el cuerpo de Sonia hasta casi llegar a las tetas. Allí se detuvo un momento para liberar los pezones de las ataduras y poder continuar azotándola. Justamente en las tetas descargó los golpes más fuertes. Sonia apenas podía quejarse. Estaba completamente agotada. Tal como le había prometido era el castigo más cruel y tenaz que había recibido. Todavía tendría que soportar la violación por el culo. Comenzó retirando las agujas para observar el estado de la entrada. Un poco de vaselina sería suficiente para penetrarla, aunque por la posición de su cuerpo la entrada sería dificultosa y dolorosa. Lucas empujó su pija dentro del recto de Sonia. Otro grito de dolor partió de su garganta. A todas las vejaciones que había sufrido se sumaba esta de ser penetrada por el culo, cosa que Lucas había hecho solamente una vez. Lo apretado del agujero excitó más Lucas que acabó rápidamente dentro de Sonia. Luego de dejarla un cuarto de hora en esa posición, la desató y la condujo nuevamente a la celda donde quedó encadenada. Sin duda Sonia no olvidaría jamás los sufrimientos de esa mañana. Sus manos, esposadas y fijas a una argolla embutida en la pared le impedía siquiera masajearse las partes azotadas o intentar calmar la picazón en la concha. Se estaba resignando a ser tratada de esa manera. Apenas había terminado de cerrar la puerta de reja de la celda cundo Lucas fue llamado por los jefes de la secta. Uno de ellos le dijo: -Sr. verdugo, hemos seguido en los monitores las torturas que le ha aplicado a Sonia. Vemos que Ud. es muy eficiente en su trabajo y queremos felicitarlo. Ha sido un castigo ejemplar y consideramos que el uso de las disciplinas que usó sobre esta esclava deberían ser usadas por lo menos una vez al día sobre cada esclava que deba ser castigada. Queremos proponerle que vuelva a la mazmorra y aplique cien azotes en la espalda, el culo y las piernas de Sonia para dejar bien marcada toda su parte trasera.- En ese caso una buena manera es colgarla de los tobillos con los brazos abiertos y atados a las argollas del piso. Queda bien expuesta y no podrá evitar los azotes. ¿Están de acuerdo?.- -Sí. Proceda como ha indicado. Queremos ver a Sonia con muchas marcas bien notables. Así podremos luego sacar buenas fotos del video que estamos filmando.- Lucas se dirigió nuevamente al tercer subsuelo. Sonia sería nuevamente torturada. La tomó de la celda y se encaminaron nuevamente a la Cámara de Castigos. Temiendo que sería nuevamente castigada Sonia rogaba que no continuara sobre su cuerpo. Lucas le indicó que era una exigencia de la Secta. Sonia fue dispuesta como había expresado Lucas. Sus tobillos fuertemente atados para ser colgada desde el techo. Unas muñequeras unidas a unos aros fijos al piso mantenían sus brazos separados. Su cabellera, desordenada estaba a unos cincuenta centímetros del piso. Lucas observó el cuerpo de Sonia. En la parte trasera habían casi desaparecido las marcas de los azotes de días anteriores. Podría ubicar sin dificultad los cien requeridos. Sin decir más, comenzó a descargar con las disciplinas los golpes en el culo. Sonia gritaba con desesperación al recibir cada azote e imploraba que detuviera el castigo. Sin embargo Lucas descargaba azotes cada vez más fuertes. Tanto el culo como la espalda fueron las primeras partes en recibir el castigo. Luego los muslos y las pantorrillas. Los cien azotes había dejado el cuerpo de la esclava muy maltrecho. Mientras tanto desde la dirección de la Secta seguían con suma atención los acontecimientos. Podían observar nítidamente las marcas rojo oscuro en la piel de Sonia. Esa noche sería difícil para ella poder descansar. Su espalda y culo ardían y le hubiera sido imposible sentarse o acostarse de espaldas. Por otra parte su vientre y pecho también habían sido castigados con las disciplinas. Apenas podía caminar cuando debió regresar a la celda. Sonia no podía contener el llanto y la angustia que la embargaba. Se preguntaba hasta cuándo continuaría su sufrimiento. En la celda fue encadenada nuevamente. Lucas se dirigió a la dirección del lugar para recabar opinión de su tarea. -Ha sido excelente. Su cuerpo ha quedado muy marcado y creo que será una lección que no olvidará. Me han gustado mucho las marcas del culo. Fueron tantos los latigazos que no quedó ninguna parte sin que tomara un color rojo cereza. Nuevamente lo felicito.- Lucas pidió una copia del video. Volvería a disfrutar, luego en su casa, observando los detalles que a veces el propio ejecutor de la sentencia pierde. Por otra parte se editaría el video y de allí se tomaría una buena colección de fotos mostrando a Sonia siendo torturada. Al día siguiente Lucas pensaba administrarle un castigo menor y por la tarde, para permitirle recuperarse parcialmente. Sin embargo apenas llegó a la mazmorra se dirigió a la celda de Sonia. Al verlo ésta comenzó a temblar suponiendo nuevos y dolorosas castigos. -Esclava, esta mañana no te castigaré. Lo dejaremos para la tarde.- Esto tranquilizó parcialmente a Sonia. Podría descansar un rato más para luego enfrentar nuevamente la Cámara de los Castigos. Lucas se dirigió entonces a la celda de Malena, quien resignadamente se encaminó a la Cámara. Sin embargo algún temor embargó a la esclava. Había escuchado los gritos de Sonia durante el día anterior, por lo que supuso que Lucas había sido muy duro con ella. Esperaba que si bien recibiría los castigos que le tenía preparados, Lucas también estuviera de humor para cogerla por la vagina. El día anterior con motivo de las torturas de Sonia, ella no había recibido el viril miembro ni siquiera en el culo. Afortunadamente para Malena, ese día Lucas estaba de humor. Se la cogió dos veces por vagina. Antes y después de castigarla. Malena ya estaba acostumbrada a recibir castigos y la pija de Lucas todos los días. La diferencia estaba en las torturas que debía soportar. Sin embargo la imaginación de su verdugo era grande, alimentada seguramente por lecturas de material especializado, porque casi a diario tenía alguna sorpresa. Por su parte Malena cuidaba su aspecto, depilándose diariamente y teniendo su concha siempre libre de sombra de vello. Una mañana Lucas le anunció que la cogería antes de torturarla (generalmente lo hacía al finalizar cuando ya estaba bien caliente) Esto le hizo suponer a la esclava que le esperaba una mañana de dolor. Luego de cogerla, le selló la boca con una esponja de goma y una cinta. No quería gritos. La amarró a mesa que había usado con Sonia, que permitía tener acceso a la concha y el culo fácilmente. Ya tenía el cuerpo a su disposición para comenzar. Cuidó que la iluminación fuera suficiente como para que las cámaras de video tomaran el castigo con claridad. Introdujo un consolador metálico profundamente en la vagina, que conectó con una las salidas de la fuente de la picana eléctrica. El otro cable estaba conectado a una pequeña varilla metálica. Para comenzar, luego de humedecer los pezones con agua salada, comenzó con esa parte de las tetas. Las descargas eran suficientemente fuerte como para que el cuerpo de Malena temblara al paso de la corriente. Una y otra vez pasaba la varilla de un pezón al otro. La esclava sentía el paso de corriente fundamentalmente en sus tetas, que ya se estaban poniendo de color rojo intenso, pero no en la concha dónde tenía el consolador. De su garganta y por efecto de la esponja y cinta en la boca, apenas salía un tenue quejido. Sin embargo, la expresión de su cara y las lágrimas de sus ojos eran una clara demostración del sufrimiento. Lucas levantó la varilla de las tetas por un momento para bajar al ombligo y el vientre, ahora con más intensidad de corriente. Se detuvo largo rato en el ombligo mientras que en su vientre dibujaba líneas que tomaban el color rojo por la quemadura eléctrica. Malena temía el momento en que Lucas decidiera bajas aun más con la varilla y tocara su concha, cosa que ocurrió poco después. Una y otra vez rodeaba los labios exteriores hasta que finalmente apoyó la varilla en el clítoris. La distancia del clítoris al lugar de la vagina donde el consolador hacía contacto con la piel era cercano. Sentía intensamente las descargas.La esclava se revolvía y temblaba sobre la mesa a la cual estaba amarrada. La tortura estaba superando lo que había imaginado. Mientras tanto Lucas continuaba moviendo la varilla entre todas las partes íntimas evitando tocar el consolador metálico. Luego de unos minutos decidió pasar al esfínter. Primero rodeando los pliegues que circundaban el agujero y luego adentrándose en el orificio, lugar en que dejó la temible varilla por largo rato. Cuando dio por terminada esta parte del castigo había pasado casi una hora desde el comienzo. Había sido la sesión de picana más larga a la cual haya sometido a alguna esclava. Le daría un descanso a seguir con las descargas eléctricas para comenzar con otro castigo. Este sería montar a la esclava en un caballete con una madera fina para que se le clavara en la concha. Allí la llevó y le ató los brazos en alto para permitirle el uso látigos en el resto de su cuerpo. Tomando una con cola de cuero trenzado, descargó el primer latigazo en la espalda. Exactamente 15 segundos después una marca rojo cereza se distinguía nítidamente sobre la blanca piel de la esclava. Como el efecto le pareció conveniente continuó con otros azotes más en la espalda. Al recibir cada azote la esclava se movía haciendo que la madera que tenía entre sus piernas se clavara más en la concha con el consiguiente aumento de dolor en esa parte. Lucas no tenía apuro. Lentamente iba descargando azote tras azote en la espalda y el comienzo del culo. Innumerables marcas se destacaban ya en la espalda cuando decidió pasar al frente. Allí fue cuando observó con detenimiento la cara de la Malena. Sus ojos rojos de llorar, su cara desencajada por el dolor y todo su aspecto de animal resignado al castigo que estaba recibiendo. Entonces comprendió que ahora recibiría los azotes por adelante. El primero fue debajo de las tetas, pero los siguientes tomaron desde la parte superior de las tetas hasta el bajo vientre. Lentamente pero sin pausa Lucas descargaba uno y otro golpe. Ahora también la piel del frente de la esclava estaba cubierta de marcas rojas. Lucas le colocó unas pinzas en los pezones para completar su sufrimiento y se retiró a tomar un café con los directores de la Secta que habían seguido los acontecimientos en los monitores de televisión. Finalizado el café y los comentarios sobre lo que se le estaba haciendo a Malena, Lucas regresó a la Cámara. La desató del caballete para atarle nuevamente las muñecas, unirlas a una cadena pendiente del techo y levantarla hasta que sus pies quedaran en el aire. Tomando otro de los aditamentos de la picana se lo introdujo profundamente en el culo y otro similar en la vagina. Comenzaron las descargas entre ambas partes. Malena hacía esfuerzos por expulsarlos pero la forma y cómo estaban colocados, no le permitía eliminarlos. Las descargas se prolongaron por largo rato con pequeñas interrupciones. El cuerpo suspendido de Malena se agitaba permanentemente producto de la electricidad y su propia desesperación. Cuando Lucas retiró ambos aditamentos de la concha y el culo respectivamente Malena se sintió aliviada, aunque debió permanecer suspendida de sus muñecas cerca de media hora más. Cuando finalmente la liberó de las ligaduras y la cinta de su boca, solicitó a Lucas que en vista que su boca no había sido torturada, estaba en condiciones de chuparle la picha y darle satisfacción a su verdugo. Con verdadera dedicación y esmero procedió a engullir la pija de Lucas y acariciarla hasta que un buen chorro ocupó su boca. Malena saboreó el semen de Lucas por unos momentos antes de tragarlo. Lucas le puso un dedo en la concha y a pesar del grito de Malena por lo sensible que estaba esa parte, notó cuán húmeda estaba. -Gracias Sr. Verdugo por todo lo que me ha hecho y sobre todo por permitirme saborear su leche. Siempre mi cuerpo estará a su disposición para complacerlo. El dolor que siento por los azotes y las quemaduras de la picana me recordará el placer que Ud. sintió mientras me torturaba y eso me llena de alegría. Muchas gracias.- Lucas también estaba satisfecho. Tal como marchaban las cosas tendría a su disposición una esclava complaciente y ya no sería necesario que la Secta del Marqués continuara dictando sentencias condenatorias. Estaba seguro que Malena no querría abandonar el lugar. Debería lograr algo similar con Sonia para así tener dos sumisas a su disposición. Cuando Lucas volvió al día siguiente a buscar a Sonia, ésta comenzó a temblar ni bien el verdugo abrió la reja de la celda. -Hoy seré más suave contigo. Primero me tendrás que satisfacer. Estoy muy caliente y quiero acabar en tu boca. Luego veremos.- Se encaminaron a la Cámara. Allí Sonia se arrodilló y comenzó su tarea de sacar la leche del pene de Lucas. Una vez recibida en su boca, la tragó, esperando nuevas órdenes. Éste revisó con detenimiento su cuerpo. Estaba con muchas marcas que perduraban y apenas tocaba algunas partes, era visible el dolor que provocaba en la esclava. A pesar de los castigos recibidos, las tetas era la zona que estaba en condiciones de recibir algún castigo adicional. La colocó boca abajo en un cepo de manera que sus tetas quedaran colgando en el aire. Tomó el prensatetas de madera, lo colocó en las mismas y comenzó a apretar el tornillo. Con cada vuelta se iban aplastando más y más. Sonia comenzó a gemir con el dolor de sentir sus tetas planas y cada vez más chatas Cuando Lucas cesó de girar el tornillo las maderas no se separaban más de 4 centímetros. Se aseguró que las maderas no podían moverse del lugar en que las había puesto y retiró a Sonia del cepo. Sobresalían las areolas de las maderas y sus pezones casi habían desaparecido por efecto de la deformación a que eran sometidos. Lucas le colocó unas esposas con sus brazos en la espalda y una cadena pendiente del techo rodeó su cuello y fue asegurada por un candado. Volvió a observar las tetas y considerando que aun se podían aplastar un poco más dio otra vuelta al tornillo de ajuste. Observando el pubis de la esclava vio una sombra de vello y pasando la mano comprobó que no se había afeitado. -Veo que no obedeces mis órdenes.- -Sr. Verdugo, esta mañana no pude afeitarme porque la piel todavía está muy sensible por los azotes de ayer. Toda la zona me duele mucho.- -No me gusta que me desobedezcan. Mañana te controlaré y si no estás depilada minuciosamente te torturaré sin compasión. Ahora saca la lengua que te castigaré allí.- Sonia, temerosa sacó todo lo que pudo su lengua. Lucas le colocó un par de pinzas que además de apretarla, con el consiguiente dolor, no le permitía ni guardar la lengua ni cerrar la boca. Otras pinzas se cerraron sobre las aletas de la nariz. La esclava permanecía inmóvil aguardando qué otro castigo recibiría. Sin embargo luego de soportar los aditamentos que tenía colocados por media hora Lucas se los retiró. -Por hoy creo que no te haré nada más. Mañana te volveré a castigar como lo vengo haciendo, pero como buena puta que eres tendrás que ser muy complaciente conmigo. Prepara tu concha y por supuesto, bien depilada.- -Sí señor. Así se hará.- Al día siguiente se dirigió a la celda de Sonia. Había descansado y se había depilado cuidadosamente. Lucas la llevó a la cámara. -Puta, ¿cómo me vas a complacer?- -Sr. Verdugo, aquí tiene mi concha para que Ud. la penetre a su gusto. Verá que me he afeitado como me ordenó. ¿Quiere cogerme así o prefiere primero azotarme en la concha para luego penetrarme?- -Veo que estás aprendiendo. Comenzaré clavándola en la vagina.- Lucas la penetró y acabó en su interior, al finalizar Sonia, arrodillándose comenzó a limpiarle el pene con la boca. Una vez finalizada preguntó: -¿Qué parte de mi cuerpo desea castigar ahora?- Lucas comenzó a atarle cada tobillo con una cuerda pendiente del techo. Accionó unas roldabas y la esclava quedó cabeza abajo y con sus manos rozando el suelo. Las esposó y las enganchó al piso. Ahora Sonia quedaba en posición invertida, con sus piernas bien separadas y los brazos estirados. La concha quedaba bien abierta, posición ideal para introducirle una pomada irritante que había conseguido unos días atrás. Se puso un guante de goma y tomó una pequeña cantidad en su dedo índice. Lo frotó en los la parte interior de la vulva y el clítoris. Se colocó una nueva cantidad que introdujo más profundamente en la vagina. Parecía no hacer ningún efecto en la esclava. Tomó una cantidad adicional y lo volvió a frotar en toda la concha. Luego pasó algo de producto en la entrada del culo. Visto que su efecto era nulo, se dirigió a un armario para buscar algún instrumento con el cual torturar a Sonia. Cuando estaba en ese menester, la esclava comenzó a gemir y luego a gritar con desesperación. Lucas se acercó y observó la concha. Estaba muy irritada y roja. Sonia se balanceaba con desesperación. La picazón en la vagina, la concha y el culo se le hacían insoportables y sus manos esposadas le impedían lograr cualquier alivio. Imploraba que le sacara el producto de su concha. Lucas miraba con curiosidad la reacción ya que era la primera que usaba esta pomada, que por lo visto tenía efecto retardado. Los ruegos y sollozos de Sonia lo llenaban de gozo. ¿Qué más podía pedir? Sonia pensaba que ese sufrimiento no acabaría nunca. Cada minuto parecía una hora, Lucas le separó las nalgas para ver el efecto en el esfínter. Era similar al de la concha. Toda la zona en la que había pasado la pomada estada al rojo. Quedó contemplando largo rato el cuerpo castigado de esta joven. Luego de bastante tiempo Sonia se fue calmando. Lucas observó nuevamente las partes afectadas y ahora estaban volviendo a su color normal. La desató pero no le quitó las esposas. Sonia debía mantener las piernas separadas para evitar más irritación. La hizo arrodillar para que recibiera su leche en la boca. La visión que acababa de ver lo había excitado. Cuando finalmente Sonia tragó la leche y limpió el pene con su lengua le dijo a Lucas: -Sr., Ud. me había prometido que mi concha sufriría mucho por lo que yo había hecho, pero todavía no me la ha cosido. ¿No le parece adecuado coserla ahora?. Con esa pomada está todo muy irritado y será un castigo más doloroso aun. Supongo que Ud. gozará pensando en que es mucho más cruento que si no tuviera la pomada.- -Tienes razón. Acuéstate en aquella mesa que te ataré y voy a coserte la concha. Será un placer verte.- Sonia se encaminó de inmediato a la mesa, se acostó, separó las piernas para que sus labios estuvieran accesibles y colocó los brazos sobre las correas para ser atada. Una vez amarrada Lucas comenzó a clavar la aguja con el hilo para cerrar el paso de la vagina. A pesar de los esfuerzos de Sonia no podía contener las lágrimas y la respiración espasmódica por el sufrimiento. Luego de diez puntos, la concha quedó cerrada con el catéter que se asomaba entre los pliegues de la vulva. Luego Sonia se observó la entrepierna. Ver su pobre conchita sellada con hilo le hizo fruncir el culo. Tuvo miedo pero, luego de ser desatada y arrodillándose frente a Lucas, le expresó su alegría por verlo feliz con el castigo que acababa de aplicarle. Lucas sonreía de satisfacción. Ahora disponía de dos esclavas sumisas y obedientes. Sonia, caminando lentamente por el dolor que sentía en su coño, se encaminó a la celda. Puso sus extremidades a disposición de Lucas para ser encadenada. Nunca antes hubiera imaginado pedir a su verdugo que le cosiera la concha, pero sentía que había cumplido con su deber y con su conciencia. Se ratificaba así que sería violada cuando Lucas lo decidiera, para luego volver a sellar la entrada a su vagina. Por su parte Lucas, luego de encadenarla y retirarse de la celda, gozaría con las filmaciones de las torturas que había aplicado y las que vendrían sobre sus jóvenes pupilas. Pensaba si también sería adecuado coserle la boca a alguna de las esclavas para que no tomaran alimentos sólidos. Ya lo pensaría...

Autor: Master Zero