La gota que colmó el vaso
El inicio del fin con mi marido.
La gota que colmó el vaso Por Libertad Aguas Siempre que quería tema hacía lo mismo, como yo solía dormir de lado y de espaldas a él. Me rodeaba con su brazo para alcanzar mis pechos y se apretaba firmemente sobre mí. Comenzaba a mordisquear mi cuello y espalda, y a presionar con su miembro mi periné. Si me apetecía, en un par de minutos de hacerme rogar me giraba, nos besábamos y hacíamos el amor. Esa noche, la que colmó el vaso, la verdad es que estaba algo indispuesta por la pesada cena en un restaurante argentino. Siempre que me pasaba con la carne muy hecha me ocurría lo mismo pero, aun así, me encantaba. Miguel, que así se llama mi marido, insistió e insistió, me atacó de todas las maneras que sabía: acarició con la yema de los dedos mis labios (me encanta que me haga eso), masajeó mis pezones, me hizo cosquillas por el cuerpo, atacó mi sexo frotando la palma de su mano fuertemente sobre mi vagina, intentó, por último, estimular directamente mi clítoris... pero nada, le rechace durante toda la noche hasta que se quedó dormido... La verdad es que me habían entrado ganas pero estaba tan molesta con el estómago que no quise. Paso la noche, con los primeros rayos de sol, volvió al ataque. Mucho más convincente, yo estaba mucho mejor, desde atrás me asió fuertemente con sus brazos cruzándolos sobre mis pechos e introdujo su, ya super erecto, pene por mi entrepierna frotando mi vagina y mi periné. Eso me volvía loca, me giré como señal de asentimiento para besarle pero él tomando mis caderas con sus fuertes manos me tumbó boca abajo, separó mis piernas colocándose de rodillas entre ellas, tiró hacia arriba de mis caderas y me colocó en su posición preferida para hacerme el amor. Aunque no era mi preferida, la verdad es que no me desagradaba. Masajeó durante unos instantes desde mi vagina hasta mi culito, como tantas veces, yo ya estaba rendida, me daba tanto gusto que sólo esperaba el momento de sentirle empujar fuerte. Torpemente, Miguel presionó con su glande mi ano: "que torpe que no encuentra el agujero correcto", pensé riendo para mis adentros. Acto seguido, noté como Miguel, agarraba su pene con la mano y presionaba de nuevo mi culito. Sentí algo de placer pero sobre todo molestias y desagrado. - ¿Pero qué haces, Miguel?- Le pregunté - Calla que vas a flipar- Me respondió volviendo al ataque y empujando más fuerte con su miembro. -¡Qué no!- Le grité girándome rápidamente y sentándome en la cama, mirándole a los ojos muy enfadada. Varias veces me había insinuado el hacer sexo anal pero siempre le dije que no, tajantemente. Sobretodo las noches que me decía que tenía trabajo que terminar en el despacho y, yo sabía, que venía de leer relatos calientes de Internet. -Libertad- me dijo- ya verás cómo te gusta, estoy seguro. Yo me levanté y me metí en el baño dando un portazo. Me sentí violentada, rabiosa, no podía aceptar que intentara algo que había dejado claro que nunca haría. Me senté sobre la taza del váter un buen rato, no llegué a llorar pero tenía ganas. Me eché algo de agua en la cara y salí del baño para pedirle explicaciones. ¡Qué sorpresa la mía cuando salí! Allí estaba Miguel frente a mí, se había vestido y con cuatro cosas en la mochila me dijo: - ¡Adiós, Libertad! Desde hace tres años estoy con una compañera del trabajo, tú nunca me has dado lo que necesito... lo siento, ya hablaremos - Y sin decir nada más, cogió la puerta y se marchó. Lloré, Lloré y lloré... jamás hubiera imaginado esto en la peor de mis pesadillas, apenas discutíamos, todo iba sobre ruedas, incluso hablábamos de tener un hijo... casí ni caí en la cuenta, en esos momentos, de lo de su compañera de trabajo sólo me repetía a mi misma: se fue porque... NUNCA LE DÍ LO QUE NECESITABA La herida que me produjo en mi corazón nunca se curará... Durante cuatro días lloré, dejé de comer, no fui al instituto y me pasaba las horas llorando, llorando y nada más pero de alguna manera en mi mente se fue formando la idea de una venganza necesaria, justa y dulce. El plan no estaba confeccionado pero la idea principal sí, no pararía hasta tenerlo de rodillas implorándome perdón... poco a poco iré contando en este blog como se fragua mi venganza, si es que la consigo, contaros todos los detalles me servirá de desahogo psicológico para no enloquecer y como parte del plan, ya que contaré todo lo que pueda hacerle a ese c..... de mi marido (todavía), dejémosle en Miguel.