La Gitana

Soy muy guarra y me encontré a una gitana que lo era más que yo.

LA GITANA

Este es un relato que contiene fetichismo de los pies, del pelo, urología y escatología. Al que no le gusten estos temas, que no siga leyendo.

Si alguien no me conoce les diré que me llamo Ana (nombre ficticio ya que mis historias son todas reales) y que estoy publicando la historia de mi vida en otro apartado sobre las relaciones sexuales con mis hijas. He parado momentáneamente de escribirla porque ayer mismo me pasó algo con una mujer que estoy desando contaros.

Estaba yo en un centro comercial de mi ciudad de compras de ropa para mis hijas. Estaba dando vueltas y me llamaron por teléfono desde la oficina. Debo deciros que yo tengo un tipo de trabajo “sin horario” y tengo mucha libertad para salir cuando quiero. El caso es que estaba atendiendo la llamada, parada enfrente de un carrusel de caballitos pequeño que hay dentro del mismo centro comercial. Me fije en la mujer que estaba a cargo de aquello. Debo deciros que he tenido relaciones con hombre, de hecho he estado casada, pero me considero lesbiana y soy muy guarra. Por lo tanto, me fije en esa mujer con ojos que no son los habituales de una mujer para otra. Era la típica gitana, muy morena, ojos oscuros. Yo le calculé una edad como la mía, treinta y cinco o treinta y seis años. A diferencia de lo normal de las mujeres gitanas a esa edad, ella no estaba gorda, más bien tenía un tipazo. Era muy guapa y tenía esa piel morena de las gitanas tan sensual. Llevaba una blusa blanca sin mangas, una falda de flores sobre fondo negro que le llagaba hasta los pies y calzaba unas zapatillas de las que se usan para estar en casa. Viéndola yo pensé para mi lo buena que estaba y que me gustaría “hincarle el diente”.

De pronto, la gitana se llevó la mano a la cabeza para arreglarse el pelo y vi que tenía en el sobaco una mata de pelo negra muy poblada. Inmediatamente me dio como un calambre en el coño porque eso me encanta. Yo deseaba que estuviera así un buen rato para saborear visualmente del “espectáculo”. En ese momento, nuestras miradas se cruzaron. Ella debió darse cuenta de cómo y a donde la miraba porque se quedó como parada y curiosa. Yo la sonreí. Ella no hizo caso y siguió a lo suyo. Arrancó el carrusel en el solamente se montaba un niño. Yo me disponía a irme cuando de pronto la gitana volvió a mirarme con cara de interés y de frente a mi se llevó las dos manos al pelo para arreglárselo. Sin duda estaba enseñándome sus sobacos para ver mi reacción. Yo la miré con descaro e incluso me pasé la lengua por los labios con más descaro aún. Ella inició una leve sonrisa y yo pensé que, quizás, allí había alguna posible experiencia de las que a mi me gustan.

Esperé un rato, a pesar de que hacía tiempo que había terminado de hablar por teléfono, para ver si la gitana hacía algún movimiento de “avance”. Efectivamente, cuando acabó el recorrido del carrusel el niño se bajó. Había muy poca gente con lo que no se podían esperar más clientes infantiles a esas horas de la mañana. La gitana se levanto del taburete donde estaba dentro de un pequeñísimo habitáculo, salió y lo cerró, a la vez que apagaba las luces de la atracción. Yo la seguí con la vista y vi que se dirigía hacia los servicios que había en otro extremo. Cuando llegó a la puerta se giró y me miró directamente. Se paró unos segundos y luego entró en los servicios. Pensé que era una clara señal.

Yo me dirigí hacía los servicios y entré. La gitana se estaba lavando las manos junto a una señora mayor. Yo esperé a que acabara la señora porque solo había dos lavabos. Mientras, a través de le espejo, la gitana y yo nos mirábamos. En sus ojos había aparecido sin duda una mirada distinta, más perversa.

La señora mayor acabó y se fue. Nos quedamos las dos solas. La gitana se fue hacía uno de los wateres y entró. No cerró la puerta y la dejó entreabierta. Yo, sin dudarlo, la seguí y me quedé en la entrada del water.

“Pasa y cierra”, oí.

Así lo hice. Allí estábamos las dos solas frente a frente.

“¿Y tu que mirabas tanto?, me preguntó como si no lo supiera. Yo en la vida ya he aprendido a no andarme con rodeos. Si alguien no me sigue, no me interesa, así que dije:

“Unos sobacos que me vuelven loca”. Ella sonrió y levanto los brazos.

“¿Estos?”, preguntó.

Allí estaba ella, de pie y enseñándome los sobacos como una invitación. Yo no lo dudé y me lancé a por ellos. Debo decir que soy muy guarra pero que no me gusta la gente que no se lava. La excesiva higiene no me “pone” y la gente que pasa los días sin lavarse me da asco, pero el olor “del día” me encanta. Esos tenues olores cargados de feromonas me vuelven loca. Los sobacos de que aquella gitana eran de estos. Olían de maravilla y unas minúscula gotitas de sudor se adherían a mi nariz.

“Vaya…así que eres una paya guarra…” Yo asentí con la cabeza.

Estuve un rato deleitándome con aquellos sobacos peludos. A ella estaba claro que le gustaba y le daba morbo.

“Huele, huele, reina….¿Te gusta?” Asentí de nuevo.

“¿Que más quiere oler, tesoro?”, me preguntó medio en tono de sorna. Yo me alcé y le miré los pies.

“Ya”, dijo ella. Se sentó en la taza del water y sacó un pie de la zapatilla ofreciéndomelo.

“Toma, guarra”, me dijo sonriendo. Yo me arrodillé y me llevé su pie a la nariz. A pesar de estar bastante sucio no olía demasiado por no estar preso en un zapato. Se lo besé y olí con deleite. Urge entre sus dedos y a estas alturas yo ya estaba empapada. De pronto dijo ella:

“Dame tus bragas”. Yo me incorporé, me levanté la falda, me bajé las bragas y se las di. Ella las cogió las abrió y las miró como si buscara algo.

“Me gustar catar antes de chupar” y se llevó las bragas a la nariz. “Mmmmmmmmm………………que bien huele la paya”, dijo como si yo no estuviera allí. “Trae el chocho que te mame”, me ordenó.

Yo me levanté. Ella se sentó en la taza. Yo me levanté las faldas y le acerqué mi coño a su boca. Está claro que tenía mucha experiencia porque me estaba haciendo una mamada increíble. Yo me agaché para cogerle las zapatillas y las olía mientras ella me mamaba. Soy multiorgásmica y puedo tener siete u ocho orgasmos en una sola sesión, de modo que el poco tiempo me corrí en su boca mientras ella me clavaba sus uñas en las nalgas.

“¡Mama! ¡Mama, gitana cabrona! ¡Mama, so puta! ¡Mama, cerda!....” Me gusta correrme diciendo este tipo de cosas. A ella le gustaba también hablar así.

“¿Te ha gustado, puta?...Menudo chochazo rico que tienes, tesoro.”, me dijo.

“Déjame a mi ahora”, le dije.

“Ella se levantó y se subió la falda hasta la cintura. Me sorprendió que no llevara bragas. Ante mi apareció el coño más peludo que he visto en mi vida. Le llegaban los pelo hasta el ombligo y casi no se le veía la raja. Se sentó en la taza y yo le dije:

“No, con la taza abierta”

“Ya”, dijo ella, como si ya supiera lo que le iba a pedir.

Se quitó la falda para mayor comodidad y además hacia mucho calor allí. Tenía unas piernas impresionantes. Me puse supercachonda otra vez. Se sentó en la taza y subió los pies y los apoyó en la tabla, a los lados se su culo. Así pude ver su raja abierta invitándome a ir a por ella. Así lo hice. Olía un poco más fuerte pero no me importó, estaba muy muy caliente. Ella empezó a retorcerse mientras me agarraba la cabeza y la apretaba contra su coño.

“¡Mama, reina, mama!.....¡ que bien lo haces para ser paya..! …. ¡Me vas a reventar el chocho….!....¡que buena boca, jodía!....¡eres una mamona de la ostia!...........¡Joder! me voy a correr!...........¡ostias, me corrooooooooooooooo!....¡sigue,sigue, cerda..!....................¡ya, ya, yaaaaaaaaaaaaaaa!........” y noté perfectamente su estremecimiento en mi lengua.

Yo seguí pegada a aquel coño que cada vez me gustaba más.

“Ahora querrás que te mee, ¿no?”, me preguntó como adivinando mis pensamientos. Yo asentí con la cabeza.

“Pues toma, puta”, dijo y me soltó un chorrazo de pis en la boca. Yo no desperdicié ni una gota. Ella se reía.

“Mira que eres guarra, paya”

Cuando acabó yo seguí saboreando el sabor salado de su meada lamiendo todo su coño y la cantidad de pelos que tenía. De pronto noté que empezaba a hacer esfuerzos. Yo creía que quería seguir meando y me preparé. Se tiró un par de pedos y noté como caía algo al agua de la taza del water y enseguida un olor inconfundible me inundó la nariz y la cara. Se estaba cagando.

“Perdona, reina. Me han entrado ganas”, me dijo como disculpándose. Como vio que no me retiraba se animo y siguió cagando con más fuerza.

“Vaya, pues si que eres una guarra como yo, paya. Te gustan los cagaos como a mí. ¡joder, que maca!”

De pronto me empujo hacia fuera, se levantó y se dio la vuelta. Después se agachó y me mostró su culo en pompa. Yo me lancé a por él. Tenía unas nalgas muy firmes y tersas para su edad. Yo se las abrí. En el culo tenía también muchísimos pelos y, como es lógico, tenía restos de su cagada anterior pegados a sus pelos. Yo me empecé a lamerle todo el culo de arriba abajo.

“¡Así, asi, guarra! ¡Límpiame bien el cagao!....¡menuda puta guarra paya que me he encontrao!”, decía mientras se retorcía de gusto porque yo la pajeaba con otra mano.

Yo se lo dejé bien limpio mientras ella se corría como una loca. Se incorporó y nos quedamos frente a frente. Me dio un beso en la boca metiendo bien la lengua por todos los rincones saboreando su propia mierda.

“De verdad que eres guarra, ¿eh?....Ahora te toca a ti, puta”, me dijo “Caga aquí” y me señaló el suelo. Yo me pude en cuclillas y me costó un poco pero al rato solté un buen chorizo. Ella lo miraba con interés. Me apartó. Se agachó y metió su dedo índice en el montoncito de mierda que yo había hecho. Cogió un poquito y se lo llevó a la nariz. Aspiró profundamente y dijo “No se que tiene la mierda de las payas que huele raro...” Y se llevó el trocito a la boca y se chupó el dedo como un manjar “Pero me gusta”.

Después se sentó en la taza del water, cogió entonces un puñado de mi mierda y con la palma de la mano se la extendió por todo el coño. Después empezó a pajearse.

“Tu, cerda, ponme el culo en la boca y échame algo que te quede”, me ordenó mientras se pajeaba cada vez más deprisa con el coño y la mano llena de mierda. Yo le ofrecí el culo y apreté todo lo que pude. Fue fácil porque me estaba metiendo la lengua hasta las entrañas. Debí echarle dos buenos trozos. Cuando terminé elle me relamió todo el culo y cuando me di la vuelta tenía toda la cara llena de mi mierda, pero no había trozos. Sin duda se los había comido.

Poco tiempo después se corrió como una loca mientras gritaba “¡La puta que te parió, paya……! ¡Que mierda más buena tienes……..! ¡Que ostia de cagada más buena………..! ¡Ostias!..............¡Me corro, mamona de miedaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!...............¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!......” y efectivamente se corrió como una salvaje.

Después de todo aquello estábamos hechas un cuadro, sucias hasta las cejas. Nos limpiamos como pudimos con el agua de la cisterna y cuando nos aseguramos que no había nadie fuera nos terminamos de lavar en los lavabos.

“La puta que te parió, paya. No me había encontrado a ninguna tan guarra como tu…! Me dijo riendo. “Ni yo” le dije yo y volvimos a reír”

Después nos despedimos y me dijo “Ven cuando quieras”.

Seguramente volveré a verla.