La gatita: Una Obsesión
Es increible lo rápido que cambian las cosas de un día para otro. Es un relato de amor y de sexo, un deseo irrealizable.
Este es mi sueño, una realidad irrealizable.
Quiero ser tu gatita, no solo por morbo, es algo más: por amor.
Sabes que para mí el sexo es amor y el amor es sexo, me conformo con ser tu gatita.
Me imagino atada a tu cama con una pulsera negra en el pie enganchada a una correa metálica anudada a la pata de tu cama, la correa es larga, tanto como para andar por toda tu habitación.
Mi cuerpo desnudo se estremece, no hace frío pero es la sensación del aire contra mi piel y de saber que estás hay mirándome.
Me pongo a cuatro patas:
-Ya soy tu gatita-digo dulzona mientras desabrocho tus pantalones y te los quito.
-Sí- respondes visiblemente excitado, mirándome con deseo.
Lamo por encima de tu boxer rojo, hasta que noto la humedad de tu pene y no lo resisto más.
Te los bajo y veo por fin lo que tanto ansío, tu pene duro y sabroso, saboreo la punta con mi lengua y respondes humedeciéndote más, deseo que sea mía y con frenesí la engullo jugando con mi lengua, tragándola todo lo que puedo.
De pie me miras, escapándosete algún gemido, cada vez te gusta más y no puedes evitar entrecerrar los ojos.
Me alientas a seguir y sigo, sigo subiendo el ritmo, dejando que poses tus manos sobre mi cabeza y me uses para correrte.
Mientras lo haces succiono, deseo tu semen y tú gritas de placer, agarrándote a mi pelo sintiendo el morbo de saber que te deseo y las sensaciones que provoca mi boca en ti.
Uso mi lengua para limpiarte y te sonrío feliz.
Decides que es hora de irse a la cama y te obedezco, me acurruco a los pies de la cama, recoges tu cuarto y te pones tu suave pijama blanco.
Me coges de los hombros y haces que me acueste contigo.
Siento como me abrazas, de espaldas a ti, tu miembro vuelve a estar duro y aunque yo estoy complacida mi deseo sexual sigue presente, así que me acaricio.
Tu bajas tu pijama, sin calzoncillos y buscas mi entrada, tan húmeda que es fácil de atravesar. Me penetras con un ritmo suave que me hace estremecer de placer, mientras mis manos me tocan pero apartas la que está sobre mi clítoris y usas tus sabios dedos hasta que llego al orgasmo entre suaves jadeos.
Cuando ves que acabo me acompañas llenándome y susurrando:
-Hoy has tenido doble ración, ahora a dormir mi gatita.
Estoy tan agotada y feliz que me duermo al instante.
Por la mañana me despierto antes que tú, temo molestarte pero mis manos no pueden estarse quietas, te acaricio el pecho y poco a poco meto mis manos por debajo de tu pantalón.
Me encanta sentirla, suave y húmeda, con la luz del amanecer entrando por la ventana veo que me miras aun medio dormido.
Sonríes y poco a poco me meto entre las sábanas para acabar lo que he empezado.
Notas mi lengua lamiéndote, luego mis labios succionándote con cuidado, intento controlarme pero me calientas demasiado así que mi boca se convierte en un remolino que trata de sacarte todo tu líquido, saboreando la suavidad de tu piel.
-Mmm-se escapan de mis labios- está demasiado bueno- gimo y tu sonríes pícaro mientras ves como vuelvo a engullirte.
Me separas con cuidado y suavidad de ti y comienzas a meneártela con más fuerza:
-¿Quieres tu vasito de leche?- preguntas entre jadeos.
-Sí, suplico- mientras abro mi boquita a la espera y pongo ojitos de cordero degollado, la deseo.
Pronto llega, el primer chorro entra en mi boca y rebosa por mis labios, mientras me acerco para engullirla y succionar esa dulce puntita.
Entonces enloqueces de pasión, cogiendo las sábanas con fuerza y mordiéndote los labios.
Acabo y subo por tu pecho llenándote de besos hasta llegar a tu boca para fundir nuestros labios.
Nuestra respiración se apacigua.
Me tumbo a tu lado y tú te levantas, debes irte. Te vistes y mientras te miro absorta, deseando cada pliegue de tu piel, tus ojos oscuros, tus cabellos suaves y largos.
Acabas, me sonríes y me besas con ternura.
-Hasta luego me dices.
Me quedo sola.
Como buena gatita que soy me levanto y hago la cama, aireo el cuarto, lo limpio y leo algún libro. Cuando queda poco para que llegues me tumbo en la cama y empiezo a tocarme, acaricio mi piel suave y clara, rozando mis pezones hasta endurecerlos.
Rozo mis ingles sin llegar al clítoris, provocándome.
Cuando llegas me ves tumbada boca arriba en la cama, con las piernas abiertas, y los ojos entre cerrados.
Te muerdes los labios y sin poder resistirte te lanzas sobre mí, sacándotela rápidamente y sumergiéndote en mi interior.
Te rodeo con mis piernas, exigiéndote más y tú lo haces, más y más fuerte.
Tus labios bucean entre mis pechos y yo te aviso de que me corro, así que me sigues derramándote dentro de mí, dejando mi sexo molido y sensible.
Pero mi cabeza solo quiere repetir.
Te dejas caer sobre mi con tu pene aun dentro y puedo escuchar tu respiración, hasta que nos relajamos.
Me besas y sales a por la comida, vuelves al instante con ella y comemos juntos.
Cuando acabas debes estudiar y hacer otras cosas así que descanso un poco.
Al despertar veo que me miras, salto de la cama y a gatas me acerco a ti, que estás sentado en tu silla delante de tu escritorio. Me meto bajo el y tu te desabrochas la bragueta mirándome con ojos brillantes.
La saco con cuidado, no quiero herir lo que más quiero, y la acaricio de arriba abajo con mis manos, tú me miras:
-Sigue con lo que estabas haciendo- te digo- no quiero entorpecerte.
-No lo haces- suspiras y vuelves tu atención al escritorio mientras con una mano me acaricias de vez en cuando la melena.
Miro mi objeto de deseo y toco con las yemas la punta, suave y delicada que empieza a chorrear, acerco la lengua y lamo el líquido.
El sabor me excita y sigo lamiendo esa punta tan suave y rosada que me encanta, bajo por el tronco notando cada pliegue de tu piel.
Me encanta sentirte en mi boca, la meto de golpe entera, cada vez entra mejor y me alegro, la saco haciendo presión con mis labios y la vuelvo a engullir mientras mi lengua la rodea y acaricia. Con una mano investigo entre tus nalgas, hasta posar un dedo en tu entrada, te sorprendes pero te dejas hacer, lo introduzco un poco y acaricio tu interior. Noto que te gusta. Vuelvo a empezar a sacar tu polla hasta que solo queda dentro la punta y me dedico a acariciarla y succionarla con la lengua, sigo jugando con ella hasta que veo que me miras.
-¿No te relaja?- te digo acariciándote.
-Sí, al principio sí- me dices mientras con tu mano en mi cabeza me acercas a tu pene que engullo gustosa- pero lo haces tan bien que llega un momento que solo quiero correrme.
Estoy tan cachonda de saber eso que me empiezo a tocar con una mano mientras acelero el ritmo de la cabeza, tu mano me ayuda a marcar el ritmo que necesitas, ya que las manos las tengo ocupadas.
-Me corro, cariño- me dices entre jadeos mientras noto que aprietas mi dedo con tu ano.
Y mi boca de gata succiona, tragando tu leche, exprimiéndote, a la vez noto que llego al orgasmo gracias a mis dedos.
Te limpio con cuidado y te abrocho la bragueta, tu me miras con amor, me alzas y me sientas encima para besarme, dispuesto a tocarme pero yo te paro.
-Ya me he corrido-
-Mmm, que gatita más mala- dices sonriendo con ojos entrecerrados- te has corrido sin mi permiso, esta noche tendré que castigarte.
Me excita oírte decir eso, nos besamos durante un rato y luego vuelvo a la cama, donde estudio aunque sin poder parar de imaginar que ocurrirá esta noche.
Tu te absorbes en tu trabajo y solo cuando es de noche te levantas y me llevas contigo a la ducha después de desatarme.
Me lavas con cuidado acariciando toda mi piel, que no tiene ni un solo pelo y yo hago lo mismo con la tuya, que también es suave como la de un bebe.
Cuando he acabado no puedo evitar la tentación de ponerme de rodillas y chupártela mientras el agua nos cubre.
-Buff, eres una gatita muy viciosa- dices con la boca entreabierta de placer.
-¿Paro? te pregunto.
-No- me dices sonriendo- me encanta que seas así.
Me dedico a tu miembro con toda la pasión que puedo hasta que estás a punto, entonces me paras y me alzas. Eres tu el que te agachas a lamer mi sexo que no se si está más húmedo por el agua o por mis flujos.
Tu lengua juega con mis labios desesperándome, me penetras con ella pero sabes lo que quiero, y te acercas a ello: a mi clítoris, aprietas con fuerza, con lametadas rápidas y un dedo en mi interior, siento que me corro pero no me dejas cuando te lo digo.
-Estás castigada, recuerda, sino tendré que ponerte dos castigos.
Me muerdo los labios muerta de ganas por acabar tocándome yo sola, pero me sacas de la ducha y con las toallas volvemos a tu cuarto.
Te tumbo en la cama y te susurro:
-No me has atado ¿Y si la gatita se rebela?- entonces me quito la toalla y te la quito a ti que me miras suspicaz.
Con mi toalla te ato las manos mientras estoy sobre ti, puedo ver tu pecho y tu tripita que me encanta, y comienzo a besarla.
-Ahora eres tú mi gatito- te digo y entrecierras los ojos.
-Si es que te dejo- dices riendo mientras intentas alzarte, pero yo apoyo mis manos sobre tus muñecas.
-Estate quieto, ahora mando yo- y con una mano cojo tu duro pene para apuntarlo a mi entrada, sin llegar a meterlo, mueves la pelvis pero yo me alzo para que no me penetres. Jugamos así hasta que por fin caigo sobre ti, clavándomela de golpe. Sincronizados soltamos un suspiro profundo y pronto comienzas a bombear, yo me pongo de cuclillas para ser quien domine el asunto y comienzo a penetrarme con fuera y rapidez.
-Hasta el fondo- te susurro.
Me muevo muy rápido, tanto que se que acabare irritada, pero me da igual, cuando noto que te corres paró y comienzo a moverme más suave, acariciando mi clítoris contra ti hasta que por fin me corro sobre ti, usándote.
Dejo caer mi cuerpo sobre ti y alzas las manos aun atadas rodeándome en un abrazo.
Te sueltas y noto tus caricias en mi espalda, tus uñas empiezan a arañarme.
-Ya me has desobedecido dos veces mi gatita- te oigo decir y mi piel se pone de gallina- voy a castigarte, pero después de cenar.
Me atas a la cama otra vez por mi pulsera del tobillo y vas a por la cena.
Cenamos tranquilos, yo estoy nerviosa pero trato de disimularlo.
Acabamos y te diriges a tu escritorio, pasa el tiempo y temo que el castigo sea una noche sin sexo.
Me acurruco en un lado de la cama y me duermo.
A penas a pasado nada de tiempo, y me despierto tumbada boca arriba en la cama, tu estás desnudo sobre mi y tu pene esta penetrándome, un cosquilleo placentero me recorre todo el cuerpo.
-Ojalá me castigues más a menudo- te digo muerta de placer.
-Esto no es el castigo- sonríes y acabas de penetrarme.
Nos besamos mientras me haces el amor.
-Ahora date la vuelta,- me dices con tu polla aun dentro, no tengo ganas de separarme de ella pero te obedezco, me pongo a cuatro patas como una buena gatita y tu me lames los dos agujeritos.
Mientras maúllo paras y entras en mi coño de golpe, haciendo que casi me caiga, luego la sacas del todo.
-Gatita mala- dices arañándome la espalda produciéndome un escalofrío orgásmico- muy mala- y me das una palmadita en el trasero, respondo gimiendo.
Me pegas unas cuantas palmaditas más en el trasero mientras me revuelvo excitada, se que tengo las nalgas rojas, ahora quiero que me penetres.
-Voy a usar el culito de mi gatita- me dices y dejo caer mi peso sobre mi pecho y cara mientras aun tengo alzado el trasero. Las manos las uso para agarrarme las nalgas y así puedas ver mejor donde metérmela.
Le pones un poco de lubricante y luego la diriges, estoy tan excitada que entra con facilidad.
-Clávamela hasta el fondo- te pido.
-Así no se como te voy a castigar- me susurras- te gusta todo lo que te hago, eres demasiado morbosa- y me la clavas satisfecho de poder usarme.
Grito de placer al notar que me atraviesas y saco más el trasero para que puedas entrar más al fondo.
Pido más y más y tú te aceleras, me coges de la cadera y me follas hasta el fondo, sin detenerte.
-Te voy a destrozar el culito- me dices aumentando el ritmo- prepárate que te la voy a clavar toda, si eso es lo que quieres, cariño.
-Sí, eso quiero- te grito sin poder contenerme corriéndome mientras noto como tus bolas rebotan en mí y tu pene me atraviesa hasta el fondo, abriéndose camino por lugares estrechos hasta derramarse dentro de mi.
Agotados y extenuados nos dejamos caer.
Ni te pones el pijama, cierras la luz y te pones de lado, yo nos tapo y te abrazo fuerte hasta dormirnos.