La gatita pelirroja, que compañera de trabajo! III

No me lo creía, vaya viaje que estaba viviendo, ya no nos importó hacerlo en ¡lugares públicos! Cómo estábamos disfrutando...

Podéis leer la parte I, aquí:

https://todorelatos.com/relato/145127/

La segunda parte:

https://todorelatos.com/relato/145559/

Parte III:

Noto un beso en la mejilla y alguien que me da los buenos días, ufff! Tengo un sueño, aun me noto cansado del día anterior, abro los ojos y veo a Paula que se está poniendo ya los pendientes, me mira de reojo sonriente y me hace un movimiento con la cabeza para que me levante.

Me levanto y le pregunto si se ha duchado y me dice que sí, no me he enterado de nada, porque estaba durmiendo cómo un bebé. Me fijo en ella des de la cama, está casi vestida, con unos zapatos de tacón negro, falda roja por debajo de las rodillas y un corte hasta arriba por el lado del muslo izquierdo, que quieta sólo se veía el corte y un poco la rodilla, pero al andar, se le ve casi toda la pierna, acompañado por una camisa blanca y supongo que se pondría una torera o así; por mí parte, me pongo manos a la obra y me hago una ducha rápida y cojo el pijama, no antes sin mirar a lado y lado del pasillo para comprobar que no haya nadie y me cambio a mi habitación, dónde tengo el traje del día.

Bajamos al comedor para desayunar, conversamos y tonteamos un poco como si fuéramos una parejita de enamorados, o quizás sí que lo éramos, me da igual, por ahora, estaba siendo una salida de trabajo muy satisfactoria. Así pues, nos dirigimos hacía la feria y una vez allí, fuimos directos a los stands dónde teníamos esa mañana un par de reuniones concertadas. En la primera, una constructora nacional y que nuestra empresa ya había trabajado varias veces, nos reunimos con un encargado de obra y un ingeniero, nosotros no los conocíamos personalmente, así que al principio fue bastante formal, pero ya cuando vi que Javi, el ingeniero, teníamos buen feeling y nos entendíamos bien, la reunión se volvió más relajada e informal, en cambio, Mario, el encargado de obra, era ya por sí mismo, más formal y estricto, no creo que sería de mucho reír. Ya llevábamos más de una hora y nos propusieron ir a tomar un café y algo para comer, no nos opusimos, al ir a uno de los restaurantes, antes de sentarnos me desvié para ir al baño y Javi me siguió, y una vez dentro, fue directo, como si fuéramos amigos de toda la vida:

  • ¡Joder! Vaya rollo que os lleváis vosotros, ¡eh!

  • ¿Nosotros? Sólo somos compañeros de trabajo.

  • ¡Pero que cabrón! ¿Me dices que no sois nada y te estas tirando esta mazizorra estos días? No me lo puedo creer, que suerte tienes.

  • ¡No, no! Que no hemos hecho nada.

  • No soy tu jefe, tranquilo, no lo voy a contar a nadie, ya que a mí no me importa. Mejor pa ti. Te lo digo, porque se nota mucha por el buen rollito que lleváis, los ojos de enamorados que hacéis los dos, las miradas cómplices, y aunque intentáis mantener la distancia, no sois conscientes que os acercáis mucho, eso es de pareja.

Sólo pude poner una sonrisa de oreja a oreja, sin decirle nada más, creo que ya estaba todo dicho.

Volvimos a la mesa, pedimos unas pastas y unos mini bocadillos, acompañados de zumo de fruta y café, a gusto de cada uno. Y seguimos la reunión de trabajo de futuros proyectos de su empresa por nuestra zona, de vez en cuando Javi me miraba de reojo con cara de querer estar en mi situación, así como, se fijaba más con Paula y le echaba miraditas que ella al principio no se fijaba, pero al cabo de cuatro o cinco ya se dio cuenta, al igual que Javi y yo teníamos alguna mirada cómplice, en una de esas miradas, se giró de golpe y me hizo una mirada de extrañeza, del rollo de ‘¿de qué va esto?’, no sabía cómo responderla, así que le respondí con una cara de ‘y yo que quieres que haga’, supongo que también entendió que en el baño debíamos haber hablado.

Estuvimos un rato más, y nos emplazamos en una futura reunión para cuando fueran por nuestra zona y así cerrar los tratos en las obras proyectadas. Yo me despedí de Mario con un apretón de manos, Javi le dispuso la mano a Paula, pero ella fue directo a hacerle un par de besos, vi que le sorprendió ya que hizo un pequeño brinco, después intercambiamos, Paula con Mario también se despidió con un par de besos, y Javi y yo con un buen apretón de manos, y quedando para cenar cuando viniera, me estiró de la mano, y me dijo al oído:

  • ¡A esta no la dejes escapar!

Cada pareja se fue por su lado, y nosotros mientras nos dirigíamos a la siguiente reunión programada, Paula me preguntó por lo que me había dicho a la oreja, primero le dije que nada, pero al insistir, se lo conté, y se puso a reír y dijo:

  • Le he dejado una buena impresión –y se puso a reír como una gatita.

Esto me descolocó, ya que eso era sinónimo de calentura en ella, así pues, se lo pregunté y me respondió:

  • Al despedirnos, he comprobado si la llevaba cargada –se volvió a reír la tía.

Eso no me lo esperaba, ¡ahh! No fueron los besos lo que provocó el brinco, ¡fue eso! Que cabrona.

  • ¿Te gusta? ¿te lo quieres follar?

Me miró con cara de sorpresa, no esperaba esa pregunta, pensó un momento y me dijo:

  • Ahora estoy contigo –intentó ponerse seria.

  • No me has respondido –le repliqué.

Mirándome de nuevo, me dice:

  • No está mal, y tiene una buena arma –entonces se puso roja.

No hablamos más, seguimos andando entre medio de tanta gente, hasta llegar al stand de un fondo de inversión internacional, fuimos directos a la zona de reuniones que tenían habilitada con mesas altas y taburetes, debía haber unas quince o veinte, eso no me lo esperaba, cómo se nota que en Estados Unidos el trabajo se realiza de otra forma. Nos atendió amablemente una chica al llegar y después de pedirnos con quién teníamos hora, nos dijo que Mrs. Cousin había salido un momento con la reunión anterior y que no tardaría nada, que podíamos entrar a su mesa, Paula, aprovechó para irse sola al lavabo, mientras me acompañaba la asistente a la mesa, me fijé en lo buena que estaba y cómo meneaba el culo delante de mí, estaba tan atónito que cuando llegamos a la mesa, se giró de golpe y me pilló mirándole el culo, y tardé cero coma en ponerme rojo y sin mirarla a la cara, le di las gracias mientras me sentaba, no me pude fijar en la cara que hacía, si se había molestado o no. A pesar de todo, al cabo de un par de minutos, acompañaba a otro cliente a una mesa, a un par de hileras de la mía, volví a mirarla de arriba a abajo, ¡y vaya tía! Va, y la tía me mira de reojo, me ha vuelto a pillar, pero esta vez sí pude ver su cara, puso una ligera sonrisa, en lo que no me fijé es que en lugar de irse para la entrada vino hacia mí, se me puso al lado, y me preguntó:

  • ¿La chica con que vas, es tu pareja?

  • ¡No! –con cara de sorpresa, no esperaba eso, ya un poco más relajado, le dije– sólo somos compañeros de trabajo.

Se puso a reír tímidamente, se acercóa la oreja y me dijo:

  • Pues estoy segura que a esa chica le gustas, y mucho, no hace falta que te distraigas conmigo.

Por una parte, ¿tan evidente era el rollo que llevábamos?, y por otra, después de un par de segundos de estupor, le dije sin pensarlo:

  • ¿Distraerme?, con lo bonita que eres...

Justo entonces, aparece Paula, seria, sin mediar palabra se sienta a mi lado. Por su parte, la asistente me da un besito en la mejilla, se despide y se va para su sitio. Acto seguido, Paula me dice:

  • ¿Se te ha subido los humos? No has tardado ni 5 minutos en tirarle los tejos a otra.

  • ¡Eh, espera! Eso no es así, ha sido ella que se me ha acercado y se ha puesto a hablar.

Parece que no se lo creía, después de unos pocos segundos de un ambiente tenso y helado, le digo:

  • Lo nuestro se nota mucho, antes Javi, ahora esta asistenta, todo el mundo se piensa que estamos juntos.

Al momento que va a contestar, se para a nuestro lado una señora de unos cuarenta y pocos años, y nos da la bienvenida y se presenta como Sam Cousins, es cuando me quedo con cara de tonto y Paula medio sorprendida mirándome de reojo, entiende la situación y para romper la situación tensa del momento, dice:

  • No os preocupéis, no sois los primeros en pesar que soy un hombre, a pesar de que estoy en un sector predominantemente de hombres – con un español casi perfecto.

Ya me había parecido que la asistenta la había nombrado Mrs (señora) y no Ms (señor). Le respondí con una disculpa, no me lo habían especificado en la oficina y me había cogido a contra pie. Para seguir un poco con el buen rollo que había impuesto, le dije que tenía un castellano perfecto, respondió que se le daba bien los idiomas des de siempre, y que en casa había tenido una niñera que hablaba español y después en la universidad también lo estudió, además, que siempre que podía se iba de vacaciones a sitios de habla hispana y así aprovechaba para practicarlo.

Era la típica americana, mujer de metro setenta y pico, con un par de quilos bien encajados, por eso se le veía con unas fuertes curvas, que eran muy agradables a la vista, ¡y aún más si la pudiese acariciar!, el vestido de traje que llevaba era una combinación de profesional, moda e informal, y con un buen escote entre la camisa y la americana. Estuvimos casi dos horas conociéndonos, ya que los tratos entre nuestros jefes ya estaban casi cerrados, y ella cómo jefa de operaciones al sur de Europa quería conocernos personalmente antes de darle el ok definitivo, pero entonces, que hacía yo allí, a pesar de la confianza en mí de mi jefe, creo que no éramos las personas indicadas de la empresa, pero bueno, allí estábamos e intentamos responder lo mejor que supimos y darle una buena impresión, cosa que creo que conseguimos. Cuando dimos la reunión por terminada, ya era mediodía, hora de comer, y Mrs. Sam, muy amablemente nos invitó a comer, y no le pudimos decir que no, y por mi sorpresa cambió de opinión y nos dijo:

  • ¡Esperad! Mejor que no, que tengo que contestar unos emails y después tengo aún otra larga reunión, voy a comer algo rápido, cómo siempre. Pero sí que podemos quedar para cenar, si os va bien, sino es que tengáis planes.

Yo no supe que decir, pero por suerte, Paula, es una mujer decidida y con las cosas claras, y respondió:

  • No tenemos ningún plan, y será un placer cenar con usted.

Sam, replicó en seguida:

  • Por favor, no me llames de usted, ahora ya hemos pasado esa línea, en este tipo de negocios cuesta encontrar gente cómo vosotros. Un momento, no había caído, quizás sois pareja y yo me estoy metiendo en medio.

  • No, tranquila, solo somos compañeros de trabajo. De verdad, no teníamos ningún plan, así también nos va bien después de estar tantos días juntos –me hizo una mueca.

Nos pusimos a reír, Sam y Paula se intercambiaron los teléfonos, y quedamos para media tarde.

Yo no sabía que pensar, empecé a fantasear, todo y que las americanas y Sam no eran muy de mi gusto me van más las latinas, eso sí, hay que reconocerlo no estaba nada mal, y era guapa. Mientras nos íbamos de allí, Paula me dijo:

  • Ni que se te pase por la cabeza, va a ser una cena de trabajo para quedar bien y listos.

Hice una cara de ‘claro, no sé porque lo dices’, me dijo de nuevo:

  • Ya te he visto las intenciones, no va haber un trio, a mí no me va eso, no me gustan las mujeres.

Sin esperar ni un segundo le repliqué:

  • ¿Lo has probado?

  • No, ni falta que me hace, ¿o no te gusta lo que te hago?

  • Eso no hace falta decirlo, aunque hoy... –la miré con picardía.

  • Tranquilo, vamos a tener nuestra ración, el día será largo.

  • Ya, pero yo tengo hambre –ahora fui yo quien puso la cara de gatito.

Me cogió de la mano y nos fuimos directos a los lavabos más alejados, por la parte que la feria llegaba a los límites, así había menos gente. Entramos en los baños sin ninguna contemplación, indiferentemente si había alguien o no, no me dio tiempo a cerrar la puerta que se abalanzó sobre mí para comerme los morros, en un ratito, me desabrochó el pantalón y bajó a coger el micro, estaba como una fiera con su presa, iba de dura, sin su delicadeza gatuna. Creo que estaba mosqueada al salirle competencia, entre las fantasías de Mrs Sam y el beso de la asistente, creo que por eso se puso de esa forma, que nunca había visto en ella.

Cuando la había trabajado bien, se subió la falda y se quitó las bragas, se puso de dos patas encima del lavabo y manos contra la pared, dejando a mi merced todo su trasero, me acerco a ella, le paso la puntita por encima de su coño, noto que no está muy mojado, como ayer, me agacho, y mientras que con las manos le acaricio el culo y lo separo un poco, empiezo a lamerle de abajo a arriba el coño, combino con algunos mete seca con la lengua bien dura, la oigo exhalar con fuerza, antes de levantarme, lo dejo bien mojado, entre sus fluidos y mi saliva, vuelvo a pasarle un par de veces la puntita de mi capullo para que se empape un poco, y se la meto hasta el fondo, y empiezo un mete saca, fuerte, continuo, mientras se va oyendo cómo mis huevos le golpean la parte superior de su coño, mientras voy combinando el agarre con su culo a pillarle algún pezón, la cabrona no puede contenerse y chilla, yo sigo, no paro de bombear, escucho cómo exhala fuerte, pero, un momento, bajo un poco el ritmo del bombeo, no es sólo ella que exhala, hay alguien al lado que también está gozando de la situación, le pellizco por última vez, entre sus suspiros escucho que me dice:

  • Cabrón, esta te la devolveré.

  • ¿No querías duro? ¡Pues aquí tienes!

Le agarro con fuerza las dos nalgas y empiezo un brutal bombeo, suerte para ella que esta de cara a la pared y con sus manos se frena, porque si no la haría volar de los encontronazos que le estoy metiendo.

Mientras le voy metiendo, veo su ojete bastante dilatado, y sin pensármelo dos veces, con un dedo empiezo a acariciarle la zona próxima, le escupo, y cómo no dice nada, poco a poco le voy metiendo el dedo, esta ida, cómo loca, y cuando se da cuenta, ya lo tiene adentro, aparta su mano derecha de la pared y se agarra su nalga, mientras intenta decirme en voz baja e indecisa:

  • Por ahí no, ¡cabrón!

Esta tan cachonda y el ojete se ha dilatado con tanta facilidad que no dudo en meterle el segundo dedo, se va volviendo loca de remate, mientras me la estoy follando y pajeando el culo, a la vez que con mis dedos noto las embestidas que le meto, le vuelvo a echar saliva por encima de mis dedos.

Saco la polla de su coño, y sin mediar palabra, apunto con la mano a su culo, mientras estoy abriendo su nalga izquierda con la otra y ella estira de la nalga derecha, y... ¡puntita a dentro! Veo cómo se le van los ojos para arriba, mientras intenta decirme:

  • Por favor, despacio, que hace tiempo que no...

Voy insertándola poco a poco, no esta fácil, y la inserto hasta que más de la mitad, la saco casi toda, pero noto que no estruja y vuelvo a entrar, ahora es fácil, y así una y otra vez, haciendo un suave bombeo. Está completamente ida por el éxtasi y la lujuria, por mi parte, estoy excitado de cojones, y ese culo tan bonito y estrecho me está sabiendo a gloria, no sin prestar atención a nuestra vecina, a pesar de que ya no hace exhalaciones, la escucho cómo su mano golpea los muslos de su entrepierna, la cabrona se está masturbando a nuestro lado.

Al ser mi primera vez por el culo la polla parecía que iba a explotar toda en sí, no aguanté mucho a la vez que Paula con un orgasmo terrible, se está comiendo sus nudillos, cuando saco mi polla de su culo, aparte de que me sale disparado algunas gotas, veo que tiene todo el interior de las piernas mojadas. Y le digo:

  • Esto ayer no lo hiciste, te has corrido que da gusto.

Se pone medio roja, no sabe que decir, es la primera vez que la veo así des de que la conozco, le digo que no se lo digo con mala intención y ‘que no pasa nada’.

Nos arreglamos un poco y salimos, no he prestado atención si nuestra vecina ha salido ya o no, veo la puerta del baño contigua abierta, ya no sabré quien era la voyeur.

Mientras nos aseamos un poco, me meto la mano dentro del pantalón para ponérmela bien, y veo a Paula que me está mirando con una ancha sonrisa, paro la mano, me la agarro, noto que tiene aún para dar guerra, no lo dudo, la cojo y la vuelvo a meter en el baño, ella con cara sorprendida, no se lo esperaba. Solo entrar, sin dudarlo, se sienta abriéndose de piernas arriba, por mi parte, voy directo a quitarle las bragas, mientras me pongo de rodillas delante de ella y empiezo a penetrarla a la vez que las dos piernas me rodean la cabeza, cuando llevo un rato, paro para cambiar de posición, pero no sé cómo, ella en cambio lo tiene claro, me abraza y me besa a la par que una pierna empieza a subirse por mi glúteo, no lo dudo, con las dos manos le cojo del culo, la subo encima de mi polla y la voy bajando suavemente mientras la voy penetrando estando colgada de mí y de espalda a la pared, seguimos así un buen rato, hasta que mis brazos ya no pueden más, necesito relajarme un poco, y me pregunta:

  • ¿Te falta mucho, o qué?

  • Un poco, ahora, ven –me siento y con las piernas abiertas, le dejo con mi cipote duro y bien empalmado a su disposición, le hago un movimiento con las manos de que se gire de espaldas y empiece a cabalgar encima de mí.

No lo duda, mientras me mira de reojo con cara de gatita pervertida, con la mano se la dirige dentro de su coño, entra con facilidad gracias a la buena dilatación de los últimos días, y empieza un sube y baja sin parar, va cogiendo ritmo y se apoya con sus manos en mis rodillas para no perder equilibrio y poderse concentrar en la faena. Por mi parte, voy contemplando el espectáculo, viendo su cabellera pelirroja cómo va de un lado a otro, su coño hace desaparecer y aparecer mi polla, y mis manos van acariciando sus preciosos y voluptuosos glúteos, y así sin parar, hasta que empiezo a apretar el culo para correrme dentro, ella al darse cuenta, rápidamente, se tira para atrás encima de mí, me hace cerrar las piernas y no sé cómo lo ha hecho, sus piernas han pasado por encima, y ahora es ella que tiene las piernas abiertas, todo eso sin que salga mi polla, me acabo de correr mientras tanto, haciéndole unos empujones arriba brutales, no sé cómo puedo eyacular tanto después del ritmo que llevamos. Pasa su brazo izquierdo por detrás de mi cabeza para darme algún besito y mirarnos, mientras termina de correrse encima de mí, parece que le diera calambrazos cada cinco segundos. Nos quedamos durante unos minutos así, para tomar aire y coger fuerzas, no podíamos salir ahora tranquilamente, estábamos exhaustos.

Escuchamos cómo una puerta se cerraba, en otro, tiraban de la cadena, nos pusimos a medio reír y medio enrojecernos por la situación, esperamos un par de minutos más, mientras nos arreglamos la ropa, para así no encontrarnos a nadie, abrimos y salimos a lavarnos las manos, y por nuestra sorpresa aún había los dos chicos de unos treinta años, esperando de forma disimulada, se hubieran podido lavar cuatro veces las manos, nos querían ver la cara, uno, en segundos se fue, como si de una brisa se tratase, en cambio el otro, todo lo contrario, nos miraba sin pudor, con una sonrisa de arriba abajo, mientras se secaba las manos, paso despacio por detrás de nosotros, a mí, me miró a través del espejo con una cara de aprobación y una gran sonrisa, y al pasar por detrás de Paula, se la repaso de abajo a arriba, se le acercó al oído, mientras ella no sabía qué hacer, estaba roja de vergüenza, y le susurró, aunque le pude escuchar:

  • Me has provocado la mejor corrida des de que tenía quince años, tendrías que mirar la obra de arte que he dejado en el baño.

Paula se queda atónica, y el chico se va con tranquilidad y satisfacción.

Nos miramos, primero serios y a continuación, nos ponemos a reír cómo dos niños después de hacer una chiquillada. Mientras nos dirigimos de nuevo a la feria, Paula me dice:

  • Por hoy, ya tendrás suficiente, ¿no?

Con una sonrisa y con un poco de picardía le digo:

  • Por ahora, sí, pero por la noche ya veremos, ¡que la noche me confunde!

Nos ponemos a reír mientras nos miramos con complicidad.

Comimos en uno de los restaurantes del recinto y por la tarde visitamos otro pabellón que no habíamos visto, y estuvo muy bien, encontramos un par de empresas interesantes, un proveedor y un posible colaborador por la zona norte de España, así, tendríamos al jefe contento.

Ya se hacía tarde, y quedaba poco por cerrar la feria y nos llamó Mrs Sam, para ver cuál era el plan, Paula y ella estuvieron un buen rato hablando y vete a saber de qué hablaron, de lo poco que me enteré es que tenían buen rollo y que Paula le decía que no se preocupase, que ella se encargaba de todo y que no la íbamos a armar, que éramos personas de confianza y buenas personas, que salir sí, pero con control.

Nos dirigimos a buscarla en su stand, ya nos estaba esperando, nos dirigimos a coger un taxi y fuimos para el centro, estuvieron hablando entre ellas todo el rato, como si fueran amigas que hacía tiempo que no se veían, llegamos por la zona de Chueca como la otra noche, ya lo conocíamos un poco, así nos sería más fácil movernos. Fuimos de bar en bar, tomando copita de vino y tapa, hablando un poco de todo, nos íbamos conociendo y explicando batallitas de universidad o de fiesta, por lo que nos contaba, lo que nos llega aquí de las fiestas en las universidades americanas, son así, fiestas locas e interminables, alcohol y sexo sin contemplaciones, aquí pues, le contamos que no eran así, que había también de todo, como ellos, pero más íntimas y con menos gente, y aquí se liaban más parda que ellos, ya que la poli es más permisiva y las leyes muy blandas, en eso ella se quedó parada, no lo entendía, ya que en el mundo anglosajón las leyes son muy duras. Por eso, cuando vienen los giris de vacaciones a España la lían tanto. Eran pasadas las nueve y media, y si no me acuerdo mal, llevábamos seis bares, y en este, estábamos a gusto, y nos quedamos en la mesa para pedir un poco más de comida, ya que, sólo con la tapa y copa, nos estaba subiendo a la cabeza, jamoncito del bueno, una de calamares, otra de chipirones y unas bravas. Paula, se fue al baño, y Sam y yo nos pusimos a hablar, pero en seguida, se puso coqueta y con unos ojitos que le brillaban, yo no sabía cómo ponerme, me hacía pequeño por momentos, estaba un poco incómodo, ella ni corta ni perezosa me dijo:

  • No te gusto?

  • ¡¡Si, si!! No, no eres mi tipo –todo nervioso, no sabia que estaba diciendo–  pero eres muy guapa por ser americana.

Se puso a reír y me contestó:

  • A ti te va más Paula, ¿no?

  • ¡No, no! No tenemos nada nosotros, solo somos compañeros de trabajo.

  • Yo te he preguntado si te gustaba, no si estabais liados –y se puso a reír.

Estaba perplejo no sabía cómo responder, me había pillado, y para mi sorpresa, me puso la mano en la entrepierna que la tenía a medias y de sopetón se puso dura, y en esos dos segundos mientras intentaba reaccionar, va... ¡y me mete un morreo!

Y cómo no, ley de vida, en ese momento llegó Paula, y mirando la situación mientras se sentaba, intentando disimular pero se le veía molesta:

  • Os podéis cortar un poco, ¿no?

Sam, paró, se giró hacia ella, y le dijo:

  • ¿Te importa?

  • ¡No, no! Solo somos compañeros de trabajo y podéis hacer lo que queráis, que sois mayorcitos.

  • Ya me ha confirmado que estáis liados –Paula me hecho una mirada asesina, mientras intentaba decirle que no– tranquila, ha sido sin querer, al igual que tú, has caído a la primera.

Paula, se puso roja y bajo un poco la mirada, a la vez que Mrs Sam con el dedo índice le levantó la barbilla y para sorpresa de todos, también le hecho un morreo, Paula, ni siquiera reaccionó, estaba inmóvil. Mrs Sam se echó para atrás, me miró de reojo, nos quedamos mirando a Paula, y después de unos segundos de un ambiente helado, Paula reaccionó, se puso un poco roja y cerró la boca mientras se pasaba tímidamente la lengua por el interior de los labios. Mrs Sam se puso a hablar de los sitios que había visitado, relajando así el ambiente, y yo dándole pie a su conversación, mientras Paula estuvo unos cinco minutos callada, seria y no sé si prestando atención a la conversación, al menos lo parecía, seguramente pensaba en lo que había sucedido. Eran ya las once y algo, así que dimos la noche por terminada que nos quedaba feria aún, me dirigí e insistí en Mrs Sam que lo pagaba yo, que no se preocupase, al fin y al cabo, lo iba a pagar la empresa, mientras yo pedí la cuenta en la barra, ellas dos se fueron al servicio, cuando terminé de pagar, yo también me dirigí al lavabo, a pesar de ser pequeños, ellas aún no habían salido, paré un momento delante de las dos puertas y escuche con atención, no se oía nada de dentro, solo el ruido de la gente del restaurante, la puerta no estaba cerrada, solo ajustada, así que le di un pequeño empujón para poder echar un vistazo y por mi sorpresa, aún que en el fondo era lo que esperaba con deseo maligno, se estaban enrollando, y por lo que veía Paula no se cortaba ni un pelo, le tenía bien cogido el culo y estaba disfrutando del morreo.

No sé por qué razón, no dije nada y me fui al servicio, meé, me lavé las manos y salí, entonces las vi de espaldas a mí, entre la barra y la salida, me estaban buscando, aparecí entre ellas, cogiéndoles de la cintura y pidiéndoles perdón porque estaba en el baño, salimos del local, andamos un ratito mientras aún hablábamos de lugares del mundo que habíamos visitado, unos diez minutos, y así ver un poco el ambiente mientras nos bajaba un poco el alcohol en vena que llevábamos, hasta que Mrs Sam llamó un taxi, abrió la puerta y nos dijo:

  • ¡Vaaaa, subid! –estuvimos un par de segundos en silencio y paralizados–  ¿A qué esperáis? ¿Nos vamos o qué?

Paula, me miró y me dijo:

  • Nos has visto en el baño, ¿verdad?

Asentí con la cabeza y me cogió de la mano, y subimos todos juntos al taxi dirigiéndonos a nuestro hotel. El trayecto en taxi fue un poco incómodo ya que, al menos por nuestra parte, era algo que no esperábamos (aunque yo lo deseaba), a diferencia de Mrs Sam que se la veía más relajada, tanto es así, hasta que hacía al final del trayecto que le metía mano a Paula sin parar, ella, con un poco de vergüenza, que se le veía en su cara, se dejaba manosear por debajo de la falda.

Llegamos al hotel y subimos al ascensor, al cerrarse las puertas, Mrs Sam y Paula no lo dudaron, se agarraron una a la otra y empezaron a manosearse y besarse con total pasión, yo estaba apoyado en la pared del ascensor observándolas, disfrutando del momento de voyerismo, el ascensor se paró antes de tiempo, alguien iba a subir al ascensor, Paula y Mrs Sam, no pararon, ellas a lo suyo, por mi sorpresa y aún más, por la suya, por ser quién éramos y lo que ocurría, ella era... ¡la chica del tren! Y la que me crucé el primer día de hotel, estaba paralizada por lo que veía, y se puso a andar despacio hacia mi lado, casi al mismo tiempo que se cerraba la puerta del ascensor. Ellas, allí, besándose con pasión, manoseándose sin freno, yo mirándolas y de reojo a la chica del tren, además, no me había dado cuenta, tenía el paquete duro, duro, me estaba a punto de estallar los pantalones, la chica no sabía dónde mirar, estaba roja, iba mirando de un lado a otro, hasta que también se dio cuenta del enorme bulto de mis pantalones, en ese momento Paula, dijo:

  • Mírala, hola! ¿Qué tal?

La chica se la quedó mirando, sin saber qué responder, mientras Paula replicó:

  • Sam, esta chica, ya la conocíamos, bueno, es forma de decirlo, porque al viaje en tren hacía aquí nos estuvo observando cómo follábamos en el tren, y a la vez,  ¡se masturbaba!.

Yo me quedé paralizado, ¡joder! Paula había sido súper directa, eso no me lo esperaba ni en sueños, y Sam la respondió:

  • Así que le gusta el buen sexo. ¿Te apuntas con nosotras?

Le chica estaba flipando, le salían los ojos de orbita, me miró de reojo, estaba roja de arriba a abajo, en ese momento, se abre las puertas del ascensor, habíamos llegado a nuestro piso, yo, sin mediar palabra, salgo primero, y todas se me quedan mirando el bulto que llevo debajo de los pantalones, Paula se viene detrás mío, y Mrs Sam le vuelve a insistir:

  • ¡Venté!

Y escucho débilmente:

  • Es que no me van los tíos...

Y Sam le responde:

  • Eso no es problema, ya verás, si somos mayoría –la cogió de la mano y la arrastró hacia nosotros.

Llegamos a la habitación de Paula y observé mientras iba a abrirla, la experimentada Mrs Sam, se puso a morrearse a la nueva amiga, supongo para quitarle los nervios del momento, o no, simplemente para adelantar faena.