La gatita peliroja, que compañera de trabajo! I

A veces, te encuentras con una nueva compañera de trabajo que te apasiona y te llevas la gata al agua

Esto me pasó hace unos años, por entonces no tenía pareja, y tampoco estaba buscando nada, estaba trabajando por las mañanas, estudiando por las tardes en la universidad, ya con 25 años tuve el gusanito de estudiar algo más, después de meditarlo bien, me lo pude combinar, y en el trabajo no me pusieron ningún impedimento para hacer un horario a mi ritmo, lo planeé todo muy bien; aunque lo confieso, a veces me dejo llevar por el corazón o la pasión, a veces me cuesta de distinguirlo.

Llevaba alrededor de un año trabajando en una inmobiliaria, y empezó una nueva compañera, de unos 35 o 36, una chica de esas con personalidad propia, de las que tienen los ovarios bien puestos (o cómo ahora se les llama, feminista), aunque trabajábamos en despachos diferentes nos encontrábamos varias veces a la semana para almorzar o hacer un café a media mañana, poco a poco nos fuimos conociendo.

Paula, se había separado hacía poco y tenía un par de niños pequeños, muchas veces se le escapaba comentarios sobre lo capullo que era su ex, pero intentaba no explicar mucho ya que aún lo tenía caliente y se le notaba que aún le dolía, pasase lo que pasase entre ellos, yo solamente me dedicaba a escucharla y hacerle ver la parte positiva, cuando había, otras veces le cambiaba de tema para que no se rayase más y se distrajera.

En unas pocas semanas ya nos cogimos confianza y yo por un no sé qué y sin pensarlo, le lanzaba pequeños comentarios de que aún estaba de buen ver, que por su carácter, simpatía y belleza no se iba a quedar sola, que no se preocupase, no iba en segundas ni nada, de verdad, y creo que lo llevaba dentro y simplemente fluíami deseo interior; ella me miraba por una parte con curiosidad y por otra pensando que sólo lo decía para quedar bien.

Para que me entendáis, os explico cómo es Paula, con sus treinta y cinco años, poco más de 1’60m, pelo largo muy rizado y pelirrojo (de un color muy vivo, como las de Europa del norte), piel clara, casi como la leche y con muchas pecas –yo sólo con esto ya me ponía salido, las pelirrojas siempre me han atraído la atención, además, ella con su personalidad y carácter: abierta, simpática, con salidas muy graciosas y siempre una sonrisa en su cara; con todo eso aún me atraía más–, con su altura y después de tener dos hijos, sí, tenía sus curvas, pero bien llevadas, con orgullo, y eso la honraba y le daba otro toque que sumar para que me atrajera, y cómo no, todos los compañeros la repasábamos y hablábamos cada día de ella.

Para esa época, pese a no tener novia, estaba físicamente bastante fuerte ya que llevaba un par de años haciendo BTT de competición, y con mi altura, espalda ancha, pese a no tener un cuerpo musculoso y no ser un guaperas estaba de buen ver, lo digo, porque no era el único que hacía miradas al otro, ella al principio intentaba cortarse pero al cabo de unas pocas semanas y al ver los comentarios que le hacía y como la miraba, se puso también a mirarme y repasarme de arriba abajo, con descaro, entramos en una dinámica de juego pícaro que en pocos días fue en aumento; eso sí, vigilando en el trabajo, para que no nos vieran ni el jefe, ni los compañeros.

El jefe me llamó a su despacho para decirme que quería que fuese a una feria de Madrid que se iba cada año, a pesar de llevar pocos meses en la empresa quería que fuese yo, eso sí, con otro compañero de trabajo que aún tenía que elegir, pero que fuera preparando el viaje de cuatro días, no sé porque, o sí, se me pasó por la cabeza de que si viniese ella sería un viaje inolvidable, pero no tenía nada de confianza ya que ella hacía pocas semanas que había llegado y por lo que me habían dicho en la empresa sobre esta feria siempre iba alguno de los veteranos, pero bueno, la ilusión yo ya la tenía y fantaseaba con ello.

Cuando faltaba un par de semanas el jefe me llamó a su despacho y me comunicó que mi acompañante sería Paula, por mi sorpresa, yo le contesté con sorpresa de porque era ella si era la nueva y además yo llevaba pocos meses y me respondió que yo tenía su confianza y que me había integrado muy bien en la empresa, además, los veteranos no tenían demasiado interés en ir, y que escogía a Paula porque así su formación y adaptación sería más rápida y que yo le enseñaría bien; y en eso estábamos los dos de acuerdo, ya en ese momento mis fantasías se dispararon.

Al día siguiente a primera hora se acercó a mi despacho, y me preguntó cómo había organizado el viaje, se lo estaba comentando con normalidad, ni con segundas ni nada; si los billetes de AVE, si el taxi hasta el hotel, lo bien situado que estaríamos para ir a la feria o para salir a cenar o conocer la ciudad, si las dos habitaciones de hotel... va y entonces se me acerca –que se encontraba al lado de mi mesa–, se me queda mirando con esa cabellera pelirroja, una sonrisa, sus pecas que tanto me gustan y me puso unos ojos de gata en celo, que casi brillaban por si solos, y con voz dulce –no habitual con ella, ya que de lo poco malo que conocía de ella, era que fumaba Ducados–, me dice:

  • ¿Porque derrochas dinero?

Me quedo petrificado, no entendía que quería decir, por una parte, por cómo me lo dijo, con esa cara, esos ojos, y estando tan cerca de mí, eso me había puesto cachondo, y por otra parte con desconcierto y nervios, ya que no la entendía. Y me dice de nuevo:

  • ¿Porque has cogido dos habitaciones si no nos van hacer falta?

Al instante, me relajo y le hago una muesca con cara de picardía y complicidad. Y ahora me dice:

  • Si no es, que no quieres.

  • No, no, para nada, pero tenemos que guardar las apariencias en la empresa–le replico.

Ríe, se da media vuelta y sale de mi despacho sin prisa, meneando bien el culo y mirándome de reojo con una gran sonrisa pícara al salir.

Los siguientes días en el trabajo, transcurrieron con normalidad y cuando coincidíamos continuábamos hablando cómo si el viaje no existiera, ninguno de los dos sacó el tema.

Al fin llegó el día, era lunes y mañana por la mañana a primera hora salía nuestro tren directo a Madrid. No la vi en todo el día, pero coincidimos a la hora de salir, puntuales, al despedirnos quedamos en quedar una hora antes en la estación para tomar algo antes de salir el tren, eso quería decir a las seis de la mañana en la estación.

Nos despedimos de forma inusual, con un par de besos y miradas pícaras, me hizo los besos en la mejilla con fuerza pero despacio, disfrutando del momento, para mí que simplemente eran unos besos hasta que me di cuenta que no, que lo estaba gozando con tranquilidad, y entre mejilla y mejilla, reaccioné de forma imprevista estrujando mi mano derecha que estaba en su cintura, transmitiéndole mis sensaciones de sorpresa y lujuria para su cuerpo, y ella reaccionó de forma sorprendente y creo que ni ella se lo esperó, me estrujó con su mano mi polla ya tiesa, se separó de mi despacio, yo no sabía cómo reaccionar. me costó mucho dejarla, pero lo tenía que hacer, y que cada uno se fue para un lado de la calle y nos estuvimos observando unos segundos mientras nos alejábamos.

Ella no sé, pero yo, me puse a mil, entre la despedida y que podía contar las horas hasta empezar lo que sería una bonita e inolvidable historia, llegué al coche que lo tenía en el aparcamiento y lo único en que pensaba era en lo cachondo que estaba, tenía la polla a punto de estallar, cuando entré, tiré para atrás al máximo el asiento y me quité los pantalones, necesitaba rebajar el calor y la presión de mi polla.

Encendí el coche y la música, puse el asiento en su sitio, y con los pantalones en el asiento del copiloto me fui para casa a preparar la maleta, y claro, desahogarme un poco.

Ya por la mañana a primerísima hora, cogí un taxi hasta la estación, llegué puntual y me esperé delante de la puerta, me puse a mirar arriba y abajo a ver si la veía llegar con sus pantalones apretaditos y con alguna blusa o camisa escotadita, como iba normalmente al trabajo.

De repente, la veo en una esquina, a media calle, a unos 400m, tirando de su maleta y por mi sorpresa va con una cazadora tejana y un vestido blanco con flores multicolores y falda larga, por encima de los tobillos, la cual, va ondeando a la par con su cabellera pelirroja debido a la brisa marítima de una mañana de primavera, sonrío y la voy observando con detalle, me devuelve la sonrisa. Me parece sacado de una película, pero cuando una mujer tiene personalidad y es orgullosa de ser como es, eso marca la diferencia entre las otras mujeres.

Al llegar, nos damos un par de besos en las mejillas, y hablamos un poco del buen día que hace, y el que nos vamos a encontrar en Madrid, mientras, vamos andando hacia el interior de la estación en busca de una cafetería para tomar algo, nos paramos un momento delante de un panel informativo y comprobamos que nuestro AVE sale a la hora prevista, ningún cambio, tenemos unos 45-50 minutos para desayunar, miramos por dónde está nuestra andana y ahora que la tenemos cerca y a la vista, vamos a la primera cafetería que nos queda cerca, ella pide un café con leche y un croissant, y yo un te rojo y un bocata de jamón, nos sentamos y nos ponemos a hablar de la feria, el plan de actuación y a quien visitar, ya durante todo el desayuno vamos hablando de trabajo, de forma muy distendida y con unas miradas de complicidad y deseo mutuo.

Llega la hora, nos quedan menos de quince minutos para que salga el tren y ya están dando el primer aviso de salida, nos dirigimos hacia el mostrador para pagar y aprovecho para ponerme detrás de ella y pegarme a su culo, para que notara que ya estaba armado y preparado, se gira para mirarme de reojo un par de segundos, el primero con cara de sorpresa porque no se esperaba ese movimiento atrevido, y en el segundo para hacerme una risita de que le gusta, y aprieta su culo contra mi polla.

Pagamos y nos dirigimos al tren hasta nuestros asientos, no hay mucha gente en nuestro vagón, se pone en marcha y vamos hablando aún de trabajo, hasta que me quedo encantado por sus piernas, las tenía cruzadas y se había levantado su falda hasta las rodillas, más que las piernas, me estaba imaginando cuándo le quitaría el vestido, que me encontraría allí debajo.

Y de repente, me pone la mano encima de mi pantalón y empieza a masajearme la polla mientras continua hablando de trabajo, la miro con ojos de deseo y ella vuelve a ponerme esos ojos de gatita en celo que me puso el otro día, y eso me pone más cachondo, me pone a mil, lógicamente nota que a parte de mi erección, se pone dura como el acero y se muerde el labio de la excitación, yo no aguantó más, y alargo la cabeza para ver a nuestro alrededor si hay alguien que nos vea directamente, y por suerte, estamos muy repartidos. Le pongo la mano en la rodilla y la voy subiendo lentamente mientras aparto su falda hasta llegar a su concha y me dice:

  • Ha sido una buena elección ponerme la falda.

  • No me lo esperaba... cómo me llegas a sorprender –¡no llevaba bragas!

A continuación, me giro un poco para respaldarme entre el asiento y el cristal de la ventana y con la otra mano me desabrocho los jeans, no duda ni un momento y me ayuda a bajármelos un poco, lo suficiente para que tenga tiempo de reaccionar si viene alguien y lo suficiente para que mi polla de unos veinte centímetros quede a su entera disposición.

Aprovecha que tengo el culo un poco levantado para bajarme los calzoncillos y dejar mi polla completamente libre, pone su mano en su bolso y se pone un poco de crema en la mano, y acto seguido empieza despacio, dando giros de mano como la rosca de un tornillo. ¡Esto que no me lo habían hecho nunca! me sabe a gloria, vuelvo a meter la mano bajo su falda y voy directo a su concha, le hecho una mirada de lujuria total y empiezo jugando con su clítoris dando pequeños círculos y de paso rozo sin entrar mucho en su rajita, los dos estamos excitadísimos mientras nos estamos masturbando mutuamente.

Despacio, jugando, disfrutando de cada segundo, mientras abrimos y cerramos los ojos a intervalos. Llevo un rato fijándome que no para de morderse el labio, y le digo:

  • ¡Para! Al final te vas a lastimar esos labios tan bonitos que tienes y yo también quiero jugar con ellos.

Sin mediar palabra y sonriendo, me deja la polla, haz un gesto con las piernas para que aparte mi mano, y se pone al suelo de rodillas para chupármela, no sin antes, bajarme los pantalones y los calzoncillos hasta abajo. Adelanto un poco el culo y con las piernas abiertas para que pueda jugar todo lo que quiera, va, y se pone a jugar a tres bandas: me masturba, chupa y juega con mis pelotas depiladas, me dejo llevar por la lujuria y el morbo, nunca lo había hecho en un lugar público, aunque nadie nos viera en ese momento.

Al cabo de unos minutos, le digo que pare porque si no, me vengo, y me mira con esos ojos de gatita rodeados por un pequeño mar de pecas, me guiña el ojo y continúa chupando, ahora con más insistencia hasta que con una mano le agarro de la cabeza y le dejo toda mi leche en su boca, frena, baja el ritmo y se lo traga todo, y ya, con delicadeza, mientras termina de estrujar mi polla para que saque hasta la última gota me la lame toda de arriba a abajo.

Sin mediar palabra, se incorpora y se sienta en el asiento de al lado, sentándose con la espalda recta, se pone la falda bien y hace un suspiro largo y toma aire, como si no pasara nada. Yo que la observaba con cierto desconcierto sin moverme, medio tirado en el asiento e intentando coger aire después dela mamada a tres bandas que me ha pegado la tía, mi cabeza (la superior) reacciona y me levanto un poco para subirme los calzoncillos y los pantalones, mientras ella me mira con una sonrisa y cara de niña mala, le digo: - Que gatita más mala que eres. - ¿Mala yo? –se pone a reír– pues espérate, que aún no hemos llegado ni a Madrid –me mira y me guiña el ojo.

Me levanto y le digo que voy al servicio, necesito mear y echarme un poco de agua, mientras me dirijo al servicio me fijo de reojo en un par de personas que estaban al principio del vagón, por si me miran o algo, para saber si se habían dado cuenta. Y no lo creo, uno está jugando con su laptop, sí, me mira, pero por el simple hecho de que paso por allí, y el otro, veo disimuladamente que está escuchando música y leyendo un libro.

Al volver, ya más relajado, me dirijo a nuestro sitio y veo que se ha puesto en el asiento de enfrente, ya que estamos en una zona de cuatro asientos, y con cara de desconcierto le pregunto porque ha cambiado de sitio y me responde, con su ya habitual risa de gatita en celo, que ahí estaremos mejor y da unos golpecitos en el asiento de su lado para que me siente. Y sí, me voy a sentar, pero no dónde ella dice, sino justo, delante suyo, eso la sorprende un poco, hace unas risitas de gatita y continúa leyendo un libro de bolsillo que tenía en la mano a mi llegada, no sé qué hacer, si pasar a la acción o esperar, ella está de lleno en la lectura del libro, así pues, decido esperar.

Cruzo las piernas y miro un ratito el paisaje, como pasa, a medida que va pasando el tiempo, estoy incomodo, cruzo las piernas al revés, me pongo normal, con los pies al suelo, la cabeza de un lado al otro, y me quito los zapatos para relajarme, casi sin darme cuenta también me quito los calcetines, cómo utilizo de esos mini, me los quito en un momento, y me pongo en diagonal con las piernas estiradas, intento darme una siesta. Ella ni se inmuta, sigue leyendo su novela.

Sigo sin encontrar la posición, me voy moviendo e instintivamente, con la confianza que ya tengo con ella, le meto el pie entre sus piernas, en la punta de su asiento, me mira un momento de reojo y continúa leyendo. Y entonces me doy cuenta de dónde he metido el pie, y que voy a hacer si no, la situación es perfecta, nadie nos ve y me toca a mí.

Despacio y con delicadeza, muevo el pie para ponerlo dentro de la falda, ella ni se da cuenta, hasta que, me vuelo a apoyar en el asiento y mi dedo gordo roza suavemente su muslo interior y va bajando poquito a poquito, hago un giro inesperado entre su clítoris y su ombligo, ella continúa leyendo pero se va poniendo nerviosa, rojiza, y se muerde un poco los labios, primero los de arriba, después los de abajo y viceversa, por mi parte, continuo con suavidad y con la punta del dedo gordo dando vueltas alrededor de su clítoris, hasta que ¡zas! Me voy directo al glande del clítoris, pero con suavidad, se le va los ojos, los cierra, mientras levanta un poco la cabeza, intentando disimular, y se muerde fuerte el labio inferior. De vez en cuando, mientras, voy dando círculos, bajando y subiendo, le doy un apretón al glande clitorial, y veo que se va volviendo loca, hace unos tumbos con la cabeza de éxtasis.

Vuelvo a llevar un empalme a tener en cuenta, pero en estos momentos, estoy centrado en ella, se lo ha ganado de sobras, le voy a devolver la jugada de antes, y veo que lo puedo conseguir, ponerla tan loca como me ha puesto a mí.

Así pues, sin dilatarme más, saco de golpe el pie de su falda, no sin ella antes, ponerse seria con los ojos abiertos como dos soles y mordiéndose el labio que le queda, le sonrío, y me pongo de rodillas delante suyo para ponerme dentro de su falda, con las dos manos le manoseo los muslos exteriores mientras le voy dando besitos poco a poco des del interior de la rodilla hasta cada vez acercándome más a su clítoris, cuando se piensa que ya he llegado, me voy a la otra pierna y vuelvo a empezar des del interior de la rodilla, noto des de debajo de su falda que intenta reprimirse, pero le cuesta y mucho. Vacilo un par de segundos cuando termino de dar besitos a la pierna antes de atacar la zona vaginal, va, y la tía, me da una pequeña torta y escucho que me dice: - No pares, hijo puta.

Le doy un par de besitos en la entrepierna, le doy un lengüetazo de abajo para arriba, noto como su espalda arquea y...

Me mete una hostia, me quedo inmóvil, y con su mano me empuja hacía fuera. ¡¡¡Hostias!!! Ahora entiendo, alguien viene, me siento, pero permanezco agachado, haciendo ver que me estoy quitando los zapatos, los cuales ya no llevo puestos. Pero no pasa nadie, y escucho alguien hablando detrás de mí, no muy lejos, hasta que se despiden y uno se va, supongo que el otro era uno de los dos que había en el principio del vagón.

Me fijo en ella, esta toda roja, con una mano delante de la boca y la otra en el libro, no sé si está leyendo, pero al menos lo parece.

Al cabo de unos segundos, todo parece tranquilo, me mira y dice: - ¿A qué esperas? ¡Que estoy muy caliente!

Me vuelvo a arrollidar y meto la cabeza de nuevo en su falda, mientras voy pa dentro, le doy algún que otro beso en sus muslos, no le disgusta, todo lo contrario, hace pequeños espasmos, hasta que llego de nuevo a su clítoris, y con la tenue luz, veo que está muy mojada, así pues, empiezo a darle lametazos, de abajo a arriba, unas cuatro o cinco veces, chupándole todos los jugos que le sobresalen, entonces, empiezo a chupar y penetrar muy poco su glande clitorial, y ahora sí, se arquea y empieza a moverse de un lado para otro de forma disimulada, sin hacer nada de ruido, tampoco hace falta, sólo con sus movimientos ya veo que he dado con la tecla para que goce como me lo había hecho pasar a mí.

Empiezo a tocarle el coño con un dedo y poco a poco la voy penetrando, no sin dejar de lamerle el clítoris, y ahora, paso a dos dedos, y empiezo un mete seca, voy combinando mi lengua entre su clítoris y la parte superior de su vagina, combinando todo a la vez, dedos y lengua. Me da algún golpe en la espalda, y me levanto, pero escucho: - No, no, continua cabrón!

Cuando llevo unos cinco minutos, y sin parar de pajearla, salgo para tomar el aire, tengo un calor insoportable, y así aprovechar para darle algún beso. Me mira poniéndome mil caras, le cuesta aguantarse la excitación que le estoy provocando, le doy un morreo con lengua, mientras sigo con el mete saca y a la par, con el dedo gordo, aprovecho para masajearle el glande. Da un pequeño bote y la muy cabrona me muerde la lengua que tengo en un su boca, y me fijo, que ya es la segunda vez que lo hace, que se le va la vista hacia el final del vagón.

Cuando deja mi lengua, me aparto para coger un poco de aire y así mi lengua se relaje, y sin parar de masturbarla, me giro para atrás del vagón, y veo un par de filas para atrás y al otro lado de los asientos, de cara a nosotros, la persona que había al principio del vagón, y no me había dado cuenta, era una chica con el pelo corto, no muy guapa, pero no estaba mal, unos veinte y pocos años, nos estaba mirando mientras tenía una mano dentro de su pantalón...¡se estaba masturbando! y con la otra se estaba mordiendo el dedo índice, al verme que la veía, se pone más cachonda y arquea su espalda para penetrarse más, llevándose a sí misma al éxtasis.

Paula, me dice: - Ve ahí abajo que –de forma entrecortada–tienes trabajo, me voy a...

No lo dudo, abro la falda con la otra mano, y me voy directo a su clítoris a lamerlo, en pocos segundos, noto que empieza a dar espasmos, columna y cadera adelante y para atrás, de mayor a menor intensidad, dejo de lamerle el clítoris y bajo hasta el coño, bajando el ritmo de las penetraciones y empiezo a lamerle los jugos vaginales que tengo por los dedos y dentro, penetrando con mi lengua su coño.

En un minuto o casi dos, y después de dejarlo todo bien limpio, salgo y me vuelvo a mi asiento, con un poco de dolor en la espalda, pero no importa, con lo bien que se lo ha pasado ella, ha valido, y mucho la pena.

Me acuerdo de la mirona de atrás, me giro, y ya no está, veo el perfil de su cabeza en su asiento en la parte delantera del vagón.

Mientras Paula, esta derretida, toda roja, parece una guiri después de un día entero bajo el sol, no para de hacer respiraciones largar y profundas, intenta recuperarse. Ahora soy yo quien ríe, y me dice: - Tu sí que eres malo, muy malo, y esto te lo voy a hacer pagar y mucho.

Yo todo tranquilo y con una sonrisa enorme: - Cuándo quieras, te estoy esperando.

Fin de la 1ª parte del viaje, si os gusta y me dejáis comentarios, voy a explicaros el resto

😉