La Gata

La historia de un encargo especial, sacar a pasear a la gata..

LA GATA

Como cada viernes me disponía a salir de casa alrededor de las diez de la noche.

Besé a mi mujer antes de coger las llaves del coche del pequeño cesto de mimbre que colgaba en el recibidor.

  • Que te vaya bien el trabajo!- me dijo desde el sofá.
  • Gracias amor.

De camino le daba vueltas a la cabeza y pensaba, 'algún día tendré que explicárselo' o mejor no. al fin y al cabo era una manera de ganarse la vida. Era mi manera.

Yo no era nadie, tenia un nombre '1' y me pagaban por hacer cosas sin que me importara que, pero aquel día mis servicios serian especiales, imprevistos y fuera de lo común.

  • Hola Cero
  • Hola, hoy tienes un encargo especial.
  • Cero, tenemos que hablar,..
  • Ahora no, confío en ti. Se que empiezas a estar cansado de esto, pero este encargo estoy seguro que es diferente, esta hecho para ti.
  • Esta bien, dime- No quería parecer resignado, pero lo estaba.
  • Debes ir a esta dirección- Me alcanzo un papel de celulosa fina, lo utilizaba porque se deshacia con facilidad al mojarse y no dejaba ningún tipo de rastro.- Una vez allí aquí tienes las instrucciones. Quiero que las leas y las cumplas a rajatabla, exactamente como indico. Tienes una bolsa de piel con todo lo que necesitas.
  • Esta bien, lo he entendido.
  • Una vez termines te deshaces de todo y la bolsa la dejas en el la entrada, que nosotros nos encargamos de ella.
  • Pasta?
  • Mucha, el cheque lo tendrás preparado a tu vuelta, te aseguro que sera una noche dura pero seras generosamente recompensado.

Generosamente recompensado.. Sonaba a gloria. Estaba cansado de minutas de mierda por sacar a pasear a mujeres sin tiempo y con dinero o tener que satisfacer a viudas sexagenarias podridas de manías y lujos.

Arranque el coche y me puse en marcha.

Llegue a la dirección indicada, era una urbanización de lujo. Aparque frente a la valla de acceso y presione el interfono. La valla se abrió automáticamente y seguí un camino que desembocaba en una mansión de estilo victoriano. Baje del coche y accedí al vestíbulo interior.

Mientras esperaba, me recosté en un sillón puesto a tal efecto y me dispuse a leer mi tarea. Como siempre, escueta y clara.

“Debes acompañar a la señora a esta dirección. En la bolsa encontraras un collar que deberás ponerle al cuello y una túnica. Solo si ves que puede estar en riesgo de lesión debes actuar. Una vez ella te indique la llevas de nuevo a casa.”

-La señora le espera- Me sobresalto una ama de llaves indicándome que subiera las escaleras.

Una vez arriba, vi una luz encendida tras una puerta entreabierta, por lo que supuse que debía ser allí donde debía ir.

  • Buenas noches?
  • Hola- Estaba sentada en un sillón clásico. Llevaba una bata de raso roja con motivos orientales y una especie de mascara felina en la cara.- Cual es tu nombre?
  • Me llamo uno.
  • Hola uno, quieres tomar alguna cosa?- movió una de sus manos y sin apartar la vista de mi señalo un carro donde había una docena de botellas de vidrio tallado con líquidos de diferentes tonalidades ámbar.
  • No gracias, es muy amable por su parte, pero no la tomare si usted no me acompaña- Puse una voz seductora para empezar a suavizar la escena.
  • Bien, yo no bebo, así que le diré lo que debes hacer.- Se levanto de un salto y dejo caer la bata quedando totalmente desnuda. Estaba totalmente depilada.- Colocame la túnica que traes.

Sin dudarlo, saque de la bolsa de piel una pieza de ropa. Se la coloque sobre los hombros y le di la vuelta para atarla. Era una túnica basta, de piel de algún animal que no conseguí identificar. Tenia varias aberturas una trasera que dejaba al descubierto sus nalgas y muslos, una frontal desde el ombligo hasta las rodillas y otra con un exagerado escote que apenas podía contener algo de su talla 95 de pecho.

  • Esta cómoda?
  • Si, gracias. Ahora debes ponerme el collar.

Cogí el collar de cuero y se lo coloque alrededor del cuello. Ate una cuerda trenzada también de cuero a la hebilla de la parte superior.

  • Ya esta, desea algo mas.
  • Si, abre ese cajón. En el encontraras un revolver, cogelo. Solo es por si lo necesitamos.

Se coloco un abrigo de pieles largo y salimos por la puerta principal. Durante el trayecto en coche respiraba tranquila. Estaba tan descolocado que no fui capaz de mostrar mis encantos. Tampoco parecía que necesitase mis halagos. Mas bien era como una mera comparsa.

Conduje hasta la dirección que indicaban mis notas, era un polígono industrial lúgubre, mal iluminado, pero tranquilo.

Salimos del coche frente a una puerta metálica gigantesca, ella se bajo y entro. No era la primera vez que lo hacia, creo. La seguí hasta unas escaleras y subimos a una planta superior.

Al entran en aquella estancia gigante había una docena de colchones por el suelo, algunos de ellos con somier y pequeños armarios, cómodas y mesillas esparcidas a un lado y a otro sin orden aparente. Parecía un albergue de estudiantes. Pero no había estudiantes.

Unas doce personas estaban allí, todos hombres, algunos recostados, otros de pie, otros sentados alrededor de una vieja estufa de leña y una mesa.

Ella se despojo de su abrigo, que tuve que recoger del suelo y quedo parcialmente desnuda. Todos, absolutamente todos se giraron a mirarla. Se coloco a cuatro patas me alcanzo la correa y me dijo:

  • Paséame.

Yo no daba crédito, pero era mi trabajo allí hoy. Pasear a una señora bien, medio desnuda, por una sala llena de hombres desconocidos y sucios. Se oían cuchicheos en voz baja en otros idiomas, risas contenidas.

Un Hombre que estaba recostado se levanto, se acerco a ella y por detrás comenzó a acariciarle las nalgas, con sus largos dedos negros recorrió el largo entre su ano y el coño. Introdujo dos dedos con facilidad, los saco y se los llevo a la nariz, como testando si estaba preparada.

Ella se paro, abrió ligeramente las piernas y agacho la cabeza, solo dijo:

-Miau- con una cadencia que se entendía sumisa y dispuesta.

Aquel hombre se bajo su pantalón de chándal, blandió su polla erecta y de una estocada la inserto dentro. El alarido se oyó por toda la sala.

La veía con la cabeza recostada en el suelo, con los ojos entornados, la polla de aquel hombre salia y entraba con facilidad brillaba en la oscuridad impregnada de flujo. Era un miembro grueso, no muy largo pero abría los labios del coño de aquella mujer unos cuatro dedos.

Cuatro hombre mas se acercaron a ver la escena de cerca. Algunos descaradamente se acariciaban el miembro por encima del pantalón. Otros directamente se habían despojado de el y blandían sus pollas frente a la cara de la mujer.

Entre gemido y gemido de placer, atino a coger una, la mas gruesa y se la llevo a la boca. De rodillas, apoyada en una mano, babeaba aquella polla introduciendola hasta lo mas profundo de su garganta, soltaba y volvía a engullir.

Aquel hombre mientras tanto, empujaba su cadera cogiéndola del pelo y haciendo que su garganta se hinchara. No tardo en correrse con un ruido sonoro. Ella hizo un gesto y se deshizo de aquel intruso dejando caer al suelo el chorro grande de semen que salia de su boca.

Giro la cabeza y vio al hombre que la estaba follando. Apretó los dientes y acelero su cadera, el hombre le marco sus dedos en las nalgas y con un sonido gutural se corrió dentro de ella.

Abundantemente, pues cuando saco su miembro del coño de mi clienta, un reguero de semen le bajaba por el muslo. Otro tomo el relevo en su lugar.

Era mas grande que el anterior, pero mas delgado, se agarro el miembro con una mano y con la otra unto el glande con abundante saliva. No le habría hecho falta porque entro sin problemas. Ella soplo al sentir la totalidad del miembro en su interior.

Pero antes que pudiera gemir, el segundo hombre frente a ella le había puesto la polla al lado de la mejilla. Sin pensarlo, la engullo. Esta vez mas despacio, recreándose en el capullo, era mas bien pequeña, o lo suficiente para que la volteara dentro de la boca a su antojo. Volvió a apoyar las dos manos para estabilizarse de las embestidas del otro y solo con la boca se bastaba para que el que estaba siendo mamado, echarse la cabeza atrás de placer corriéndose. El semen a borbotones le caía por la comisura de los labios.

El murmullo se hacia mas intenso, no porque hubiesen mas personas en aquella habitación sino

porque estaban mas cerca, prácticamente todos alrededor. Algunos ya mas desinhibidos al ver la escena se masturbaban delante de su rostro acariciándole la cara y los pechos ahora completamente fuera de la túnica. Con los pezones erectos. Se los pellizcaban, se los lamían, le azotaban las nalgas en un momento pude contar hasta siete de ellos a su alrededor.

Yo me mantenía al margen, había soltado la correa que ahora se arrastraba por el suelo mientras se la estaban follando.

Había visto en mi vida muchas cosas, pero aquella, aquella era desde luego la mas extraña.

La miraba fijamente mientras todo sucedía, quería adivinar si necesitaba mi ayuda. Pero no era así, su cara no era precisamente de pedir auxilio, mas bien de un animal desenfrenado. Por si acaso yo mantenía mi mano cerca del revolver, recostado en una esquina de la estancia.

De repente vi como la cogían en volandas entre dos fornidos hombres, el que la tenia de cara la penetro sosteniéndola en el aire con una pierna a cada lado de su cadera. Ella soltó un grito justo después que el otro se pusiese detrás y la empalase. Prácticamente no se podía mover entre aquellas dos masas. Sus tetas estaban aplastadas contra el primero y el otro se hincaba de pies para penetrarla mas profundo si podía. A cada embestida de alguno de ellos soltaba un gemido largo y después de unas decenas de embates giro la cabeza hacia un lado y soltó el mas sonoro y largo de todos, se estaba corriendo.

Los hombres siguieron follándola y en el justo momento que ella volvía a tener un orgasmo. Los dos hombres empezaron correrse. En un momento volvía a estar en el suelo estirada boca arriba, tenia el pelo enmarañado, su cara y su mascara manchadas de esperma seco. Sus pechos por encima del escote también regados de fluidos y de su coño y su culo emanaba aun mas.

Estaba abierta de piernas y respiraba agitada, con una mano se acariciaba su intimidad y se llevaba a su cara, como extasiada por el olor. Me miraba y sonreía como haciéndome cómplice de aquello.

Una voz se oyó gritar en un idioma desconocido, me gire y vi a un hombre de los que había visto alrededor de ella como señalaba un camastro. En él, había un chico joven, diría que menor de edad, negro. Todos empezaron a reírse. De repente entre cuatro lo cogieron, lo agarraron de las manos y empezaron a desnudarlo. Otros levantaron a la señora y la acompañaban hasta la cama donde estaba aquel chico con cara asustada. Le estiraron de la túnica y la dejaron completamente desnuda. El chico parecía asustado, ella en cambio, entendió perfectamente lo que le pedían.

Yo me acerque para ver mejor la escena ya que todos estaban alrededor de la cama.

Me abrí paso. Entonces, la vi como lamia el miembro de aquel chico, con un especial empeño, desde la base hasta la punta. Succionando el glande y acariciándole los huevos.

Los otros lo tenían sujeto de pies y manos, pero aquel chico ya no tenia voluntad de zafarse. Tenia los ojos en blanco y como seguramente era la primera vez que se la chupaban, se corrió. El resto lo jaleo como un triunfo, entre risas, pero ella continuaba mamándolo, el chico respiraba agitado y no tardo en volvérsele a poner dura. Su polla estaba tiesa como una estaca, hinchada y venosa. La señora se subió al camastro y de una sentada se la introdujo en el coño. Se balanceaba sobre aquel niño restregando su clítoris contra el vello púbico. Primero sosegadamente, como disfrutando de toda esa verga, luego acelerando al compás. A su alrededor algunos, se reían, otros daban palmas, otros la besaban, le cogían los pechos, le estiraban los pezones, la masturbaban, le introducían los dedos por el culo, pero ella continuaba, solo de vez en cuando correspondía algún beso con su lengua. Estaba mas atenta a su joven amante, le acariciaba el torso desnudo. Lo besaba a lo que el torpemente respondía. Le cogía las manos y se las ponía sobre los pechos. Era una amazonas educando a su joven amante.

El chico volvió a soltar el mismo alarido y se corrió dentro de ella. Ella fue decreciendo sus movimientos mientras se tocaba el clítoris hasta quedar satisfecha con un ultimo orgasmo.

Bajó del camastro, beso dulcemente a su ultima presa y se coloco de nuevo le túnica que estaba en el suelo.

Se acerco a mi, se puso a cuatro patas, me dio la correa y me dijo:

  • Llevame a casa, hemos acabado el paseo.

La monte en el coche, el olor era indescriptible, desagradable para mi. Pero ella se la veía satisfecha, sin nada que replicar, en silencio todo el trayecto de vuelta porque yo tampoco me atrevía a preguntar.

Entramos por la puerta trasera de su casa.

-Acompañame al dormitorio.-me dijo.

Una vez en su cuarto, entramos en el baño, ella se desnudo completamente. Cogí la túnica y el collar y los volví a poner en la bolsa.

Abrió el grifo:

  • Ahora debes irte, te agradezco los servicios prestados.

Me dio un beso en la mejilla y me acompaño a la salida de su dormitorio. Al girarme vi al ama de llaves cabizbaja y la seguí hasta mi coche. Conduje un largo rato hasta estar de nuevo en la oficina. No dejaba de darle vueltas al como y sobre todo al porque.

Deje la bolsa y tire las señas al retrete después de orinar. Cogí mi sobre y una vez dentro del coche lo abrí.

Una nota y un cheque.

“Estimado uno:

Son ya muchos años que llevamos juntos en el negocio. Por eso esta noche sera tu ultima noche, como deseas.

Dentro del sobre esta tu cheque, contiene medio millón, suficiente para retirarte. Solo tendrás que hacer una cosa. El Primer viernes de cada mes, sacaras a pasear a 'La gata'. Hasta que ella decida que es suficiente.

No te pediré nada mas que eso.

Cero”

Solo eso..