La futura novia.

En la mesa él decía que lo que buscaba era un hombre que me protegiera...en la cama se dió cuenta que lo que quería era un hombre que me cogiera.

Como cada día, esperaba que viniera Jorge a verme, mis padres lo consideraban el hombre perfecto para mí; es que además de guapo y gentil, tiene un poder empresarial impactante.

Aun así, yo lo creía muy viejo para ser mi esposo, supongo que una jovencita de 20 años aspirará siempre a un hombre de edad equiparada, y no uno de 47 años, que aunque atractivo, no era mi sueño.

Se trataba de un hombre varonil, alto, ojos pequeños y castaños, con unos labios medianos tapados con ese bigote acompañado de una barba bien cortada; siempre olía a robles, o de menos así lo sentía cuando me abrazaba.

Estar con él era muy cómodo, sabía que nunca carecería de nada.

Antes de la boda, llegó la pregunta que todo hombre desea saber sobre su futura mujer:

-          Karla, yo quisiera saber sí tú: ¿eres virgen?-

-          No le veo la relevancia, Jorge, pero no, como sabes termine el bachillerato y en el viaje de graduación pues la mayoría perdimos nuestros dotes íntimos.- Contesté desfachatadamente, pues sabía que al casarme con él se daría cuenta.

-          ¡Es qué no lo puedo creer!, ¡Eres casi una niña!- Dijo con fingida sorpresa.

Lo que después me diría, fue realmente increíble, sobre todo porque yo le creía un hombre puritano.

-          Oye Karlita, entonces no creo que debamos esperar hasta casarnos para disfrutar tus mieles.

Sabía de sobra que de no acceder, probablemente en mi familia se conocería mi aventura de despedida escolar; no diré que fuera un sacrificio, la verdad es que moría por volver a tener a un hombre sobre mí.

En ese entonces, mi cabello era abajo del hombro y ondulado en color café, mis ojos son miel, y mi boca, según muchos, es muy apetecible, mi cuerpo era de esos que denominan de guitarra, puesto que poseo un culo de ensueño, una cintura pequeña aunque no marcada y unos senos a proporción, creo que no son excesivos pero tampoco desapercibidos.

Estábamos en su automóvil platicando, cuando en respuesta a su propuesta, posicione mi mano en su rodilla en señal de aceptación, creo que él ya no quería coqueteos, sí, él ya quería que follaramos; lo sé porque me tomó la mano y la puso sobre su miembro, todavía no estaba despierto pero parecía de muy buen tamaño.

Comencé a frotar con gracia y entonces Jorge me besó como nunca antes, jamás me había metido la lengua hasta la garganta, se notaba que el movimiento le gustaba, decidí desabrochar el pantalón de mi otoñal prometido y lo que vi era descomunal, un pené grande, fuerte, con un olor incitante a ser besado.

Creo que su excitación ya lo había perturbado, lo digo pues me agarró del cabello y me restregó la cara contra su entrepierna, el olor era más fuerte, pero me gustaba; quería un hombre así, un hombre salvaje.

Metí su pené en mi boca, su sabor fue amargo pero le hice una mamada excelente (en mi viaje de graduación había practicado mucho), mientras le tocaba sus testículos con frenesí, hasta que no lo pude evitar, el deseo se apoderaba de mí, mi zona íntima estaba muy húmeda, lamí sus testículos y manteniéndolos en mi boca apretando los labios, los jalaba suavemente una y otra vez.

Después de un rato de tan improvisado acto, me gritó entre gemidos:

-          ¡Ábrete la blusa, me voy a correr en tus senos!

Obedecí, al ver mis providencias sus ojos se abrieron como platos, lamió con furia cada uno, y mordió mis pezones, yo empecé a sentir como una fuerza eléctrica recorriéndome el cuerpo, húmedo por la excitación y sudado por la situación, me corrí y al recuperar la respiración, sentí los chorros de semen cayendo en mi torso desnudo…

Continuará.

-          Se escuchan sugerencias, soy nueva en esto pero quiero hacerlo bien.