La fuente

Nuestros caminos separados, un reencuentro, nuestra fuente.

La fuente

Caminabamos entretenidos en amena charla, despues de haber disfrutado, de un delicioso almuerzo en una picanteria tradicional y antigua de esta bella ciudad blanca, el destino habia dividido nuestros caminos, despues de encontrarnos tras tantos años.

Luzmila y yo en algún momento fuimos más que amigos, y eso nos dio ó nos trajo un algo que flotaba en el aire a nuestro alrededor, tambien en algún momento, nos tomamos de la mano, nuestros pasos nos llevaron al parque aquel, que tanto sabia de nuestros años juveniles, risas y tristezas.

El silencio se apodero de nosotros, detuvo los pasos y enfrentados, simplemente nos besamos, primero fueron roces y la pasion fue adueñandose de ellos; ella de puntillas y yo inclinandome, ella pequeña y yo muy alto, para ella(1.55 vs 1.85), se detuvo, nos miramos, tomo otra vez mi mano, me llevo a la fuente, circular, amplia los niños jugando, grupos de madres conversando, un grupo de mayores al otro lado de la fuente, alrededor de unas mesas de ajedrez, otros hablando, en fin, como cualquier parque de barrio denso y tranquilo, dia diafano y radiante.

Sentado yo, ella de pie, entre mis rodillas abiertas, los besos volvieron, nos acaloramos bastante, mis manos se hundieron bajo su blusa, recorrian su espalda sin prisa, era delgada, sus senos, turgencias pequeñas de conico perfil, rematados en dos duros pitones que rozaban amenazadores mis pectorales.

Se acomodo a horcajadas, en mi regazo, su amplia falda hindú, cubria mis piernas y las suyas, sus brazos alrededor de mi cuello, sus piernas en mi cintura. El roce de nuestro sexos era intenso.

Vamonos a mi casa le dije

Tu hermana y sus hjos - pregunto ella con reproche

Entonces un hotel aqui a la vuelta

Despues - sentencio sin darme lugar a réplica, su mirar de loba hambrienta me dijo lo demas.

Una manito suya se introdujo entre nosotros, forcejeo con el cinturon, siguio con la traba del pantalon y cuando quise ayudarla, un mordisco me hizo replegarme y la deje sola en su batallar, el ziper no fue rival, menos el elastico del boxer, en su mano el prisionero enhiesto y orgulloso se empinaba, dispuesto a dar guerra, su miraba me anunciaba que queria mas que eso.

Vamos a otro lado

Si vuelves a decirlo; te los apreto hasta arrancartelos - remato tomandome las joyas con poca amigable intencion, fria sensual y amplia sonrisa.

Si tu lo dices zorra - apostille para picarla

Que me vas a llevar la contraria? Con otra traccion del joyero que me puso perro perro

Mis manos en su cintura, casi donde cambia la espalda de nombre la afirmaban, retrocedio un poco se acomodo en mis muslos, lo enfiló, topamos con la molesta braga

Agarrate le dije - metiendo mis manos la desgarre.

Me acabas de romper la tanga -

Tienes miedo perrita, ve con papá.

Lentamente fue avanzado, otra vez sentia la humedad de sus jugos empapando las perneras de mis pantalones, su expresion era un poema y refugio su rostro entre mi cuello y hombro, sus dientes hicieron presa en mi clavicula, un golpe de cadera y nuestros pubis se encontraron.

Busco mis labios y me comió la boca con desespero, suave e intenso, lentamente, en ese momento abri los ojos, algo golpeo mi pie, una pelota de unos infantes que jugaban cerca. Sus ojos canela, traviezos y cadentes me sonrieron, pletorica, desafiante, un vaiven circular, casi imperceptible, me hicieron lanzarme a sus labios, ansioso, sus talones en mi espalda marcaron el ritmo, su sonrisa, alzando sus brazos se elevaron al cielo arqueando su espalda, expresaron su dicha.

Rei con ella, el morbo era intenso, una pareja de policias municipales, paso frente a nosotros, saludaron.

Buenas tardes señores - les respondio ella.

Si supieran como me tienes en este instante, nos meten presos por indecentes susurro en mi oido, y volvio el fuego a sus ojos; sus musculos vaginales me tenian a las puertas del cielo.

Habran sido unos quince o veinte minutos o una hora no se decirlo exactamente sus musculos se tensaron en abvertencia de su orgasmo, paso sus brazos bajo los mios acurruco su cabecita en mi pecho, y cerrando su cepo doble en mi torso, convulsiono, silenció sus labios, mordiendome, ello catapulto el mio, en fuertes chorros al interior de su utero, inundandolo.

Alli quedamos, inmoviles, recuperando nuestro aliento.

Creo que dormito en mis brazos durante varios minutos, los gritos agudos de una niña en sus juegos la desperto.