La Frutera De Campo 1
La familia Nera siempre se ayudan entre ellos, Pablo le pide ayuda a Zoé la cual acepta con una sola condición, poco a poco, parece ir avanzando la cosa, hasta que entra Mario en acción y lo cambia todo, de pretendiente con posibilidades a un simple mirón, que triste destino.
La Frutera De Campo 1
La mire a los ojos aun sin poder creer que quisiera que le prometiera tal cosa, aunque a mí me daba igual mentir, para conseguirla, lo que no podía permitirme es fallar de ninguna manera, aun no sabía lo que le hacían en mi familia al que fallara, pero lo que si sabia seguro es que yo no era ningún perdedor, hasta ahora nunca había fallado en nada y no pensaba permitir, que esto fuera una excepción.
-Te lo prometo- Prometí con gesto serio, ella solo suspiro pensativa como si en el fondo no me creyera del todo, yo volví a hablar -¿No me crees?- ella seriamente respondió –Pues no mucho- Yo solo sonreí y respondí –Bueno, ¿Qué puedo hacer para compensarte, mi error?- Ella me miro como si estuviera sorprendida por mis palabras -¿realmente quieres compensarme?- Yo solo asentí con la cabeza.
Nuria estaba tan sorprendida que no sabía que decir, abrió un par de veces la boca nerviosa, pero no dijo nada, ansioso por saber cuál sería mi pena, decidí preguntarle, para añadir un poco de tensión al ambiente que ya casi podía sentirse en el ambiente. -¿Y bien, cuál será mi pena?- Ella intentando mas escapar que otra cosa -¿Cuál propones, tu?- La verdad me sorprendió con esa pregunta, pero dejarme callado a mí, a un Nera era misión imposible, al menos sin taparme la boca con unos labios.
-¿Qué te parece llevarte y ayudarte a negociar con mi hermana?-Ella sonrió satisfecha por mi oferta, sin saber que estaba cayendo en otra trampa para seducirla –Vale, ¿Cuándo?- Respondió interesada en saber, -¿Qué te parece mañana a la misma hora, que hoy?- Ella dudo un momento –Vale…- Respondió no muy segura de sí misma. -¿Qué pasa?- Pregunte extrañado –Que mi marido va a empezar a sospechar- Me dijo claramente, cometiendo un error.
-¿Sospechar de qué? Si no hay nada que ocultar, esto solo son negocios- Ella sonrió e inocentemente mordiendo totalmente el anzuelo de la caña, Dijo –Tienes razón- Yo para estar un rato mas con ella y para ayudar a que se me pasara el alcohol, le pedí: -¿Damos un paseo, para bajar el alcohol?- Ella solo asintió, dejamos la mesa tal y como estaba y nos fuimos paseando por los pasillos del corte ingles, primero en silencio.
-Oye, gracias por todo esto- Me dijo ella aun un poco cortada con sus manos fuertemente entrelazadas de los nervios,-¿Gracias porque?- Dije un poco extrañado de que volviera a agradecérmelo, -Porque lo único que te vas a llevar de todo esto es un simple, beso- Respondió Nuria con una diminuta sonrisa casi imperceptible. -¿Simple? A mí me ha parecido maravilloso- Conteste sin mirarla, ya que ahora que estábamos recuperando otra vez el buen ritmo, no quería que todo se fuera al traste de nuevo.
Ella empezó a reírse -¿maravilloso? Pues anda que no te ha salido caro “el beso maravilloso” creo que no te sale a cuentas- Dijo tomándoselo a broma, -Las cosas valen lo que su comprador esté dispuesto a pagar- Dije consiguiendo que dejara de reír y que se sonrojara un poco.
Pasamos por donde había una parte de venta de chocolate, ella se paró a mirar y me pare a su lado a mirar, que miraba ella. –Me encanta el chocolate, sobre todo este- Me señalo el Ferrero roché, la niña no era tonta, -A mi también, sabe bien- Dije por seguirle un poco la conversación, parecía que estábamos a gusto, cuando sonó el móvil ella se puso bastante nerviosa y se alejo de mi para contestar. Estuve mirando los gestos que hacía, según lo que veía, ya me imaginaba lo que estaba pasando, el marido le estaría preguntando que donde estaba, ella le diría que estábamos en el corte ingles, negociando, entonces el marido querría saber y le preguntara todo lo que pueda saber, entonces ella le contara todo, menos que la invite a comer y los besos, el se quedara tranquilo y ella le dirá que ya está terminando, pero que mañana tiene que ir a un campo, para negociar…
Ella colgó poco después de eso y un poco en shock volvió hasta mí y me dijo: -Me ha colgado- tenía la mirada pérdida mirando la nada, yo solo me acerque a ella y la abrace, al principio me abrazo, pero luego se retiro y yo la deje –Tengo que volver y explicárselo- Dijo en voz alta hablando consigo misma. -¿Te llevo?- Dije intentando ayudarla, -¿Te encuentras bien, para conducir?- Me pregunto preocupada, -más o menos y por ti, hare un esfuerzo- Ella dentro del disgusto que tenía, sonrió y me pidió nerviosa: -Vámonos, ya- Dentro de lo que cabe, el marido seguía fastidiándola y yo haciendo lo correcto, íbamos rápido buscando el garaje, íbamos en silencio, ella jadeaba un poco, yo no quería decir nada, ya que cualquier cosa que dijera, ahora no sería buen momento, nos montamos en la moto, pero antes de ponerse el casco –Gracias, Pablo- yo solo respondí –De nada, lo prometido es deuda Nuria-
Conduje todo el camino pensando, si todo se habría ido a la mierda gracias a la actitud recelosa del marido, aunque cuando salimos de la ciudad al aumentar la velocidad, ella me rodeo con sus brazos sujetándose fuerte y haciéndome notar sus pechos en mi espalda. Fuimos todo el camino así, yo solo pensaba en decirle algo, pero no me salía decirle nada, si me salía algo, seria espontaneo del momento, cuando llegamos a Conil, ella se volvió a sujetar a los lados y empezó a guiarme, hasta su casa, al llegar la aparque la moto, la ayude a bajarse, se quito el casco un poco despeinada, estando muy graciosa y haciéndome reír.
-¿De qué te ríes?- Pregunto molesta –Estas muy graciosa con el pelo así, aunque deberías peinarte- Ella me miro un poco molesta como si yo tuviera la culpa, pero me hizo caso, se asomo al espejo retrovisor de la moto, agachándose y poniéndome por delante su trasero, saco un peine de su bolso y se peino. -¿Cómo estoy?- Pregunto levantándose, yo con una sonrisa le respondí –Muy guapa- Nuria me devolvió la sonrisa, me hizo quitarme el casco para darme dos besos y se giro en dirección a su casa diciendo –Hasta mañana- yo le dije agarrándole el brazo tan solo un segundo para detenerla –Hasta mañana y recuerda, no has hecho nada malo, ¿vale?- Ella me miro de reojo, me sonrió un poco y me contesto siguiendo su camino –lo sé- Me monte en la moto, me puse el casco y la observe mientras entraba en casa moviendo el culo, tras eso, me fui para la casa de mi hermana, tenia cosas que hacer, antes de poder relajarme hoy.
No tarde demasiado en llegar a casa de mi hermana en Chiclana, tenían un campo de tres mil metros que usaban para cultivar para no malgastarlo y les salían frutas y verduras, hasta por las orejas, mi hermana siempre se estaba quejando, de que tiraban más de la mitad, aunque intentaban usarlas muy a menudo y que nos daban a nosotros una buena cantidad. Su marido era un hombre de campo y ella era abogada, el estaba todo el día trabajando el campo, ella en su despacho, solo salía de casa cuando iba a vernos, cuando iba a comprar algo a la ciudad o cuando tenía algún caso.
Llame a la puerta, espere unos instantes hasta escuchar la femenina voz de: Zoé, -¿Si, quien es?- Espere unos segundos antes de contestar –Soy yo, Zoé- Tras unos segundos, me abrió la puerta -¡Pasa, Pablo!- Contesto con emoción al llevar casi un mes sin vernos. La cerradura se abrió, permitiéndome entrar tras empujar la pesada verja de hierro, luego la cerré tras de mí y comencé a caminar por las piedras que llevaban hasta la puerta principal, por el pequeño jardín de flores que tenia plantado a todo alrededor, mi hermana.
Cuando estaba llegando a la puerta de su casa, la puerta se abrió, mi hermana me abrió con una bata de piel de terciopelo, lo que teníamos en común mis hermanas y yo, eran los ojos verdes claro de mi padre, lo que nos diferenciaba, era que yo era pelirrojo oscuro, parecido al de mi madre, que era pelirrojo intenso, Zoé tenía el pelo rubio como su madre, yo era bajito mi estatura estaba entre el metro cincuenta de mi madre y el metro ochenta de mi padre, media metro sesenta y nueve, Zoé era la más alta de mis hermanas, rozando el metro setenta y ocho.
Además a Zoé siempre le había gustado tener una gran melena, que ahora la tenía un poco despeinada, y la tenia porque le hacía sentirse femenina, usaba muchas faldas, vestidos y también tenía una buena figura heredada de su madre, que a sus cuarenta y un años, estaba de bastante buen ver y ahora me había abierto tan solo con una bata, se tiro a mis brazos y me comió a besos.-¿Cómo es que has venido a verme, Pablo?- Pregunto interesada, mientras me guiaba hasta dentro de la casa y cerraba la casa de nuevo, no tenían calefacción, pero la chimenea estaba puesta y adentro hacia un clima mucho más apacible.
-Bueno, tengo que venir a verte de vez en cuando, ¿no?- Dije con una sonrisa a pesar de que, desde que se había casado hace un año no había venido a verla a su casa, Ella respondió –Claro, ponte cómodo que te vas a asar, ¿quieres tomar algo?- Me pregunto mi hermana desapareciendo de mi vista, yo me quite la chaqueta la puse en un lado del sofá y dije: -Una coca cola fresquita- Ella volvió con ella en la mano y un vaso de agua para ella, se sentó a mi lado y mirándome a los ojos me dijo: -Dime, porque has venido- Sabia que nunca había podido resistir su mirada y mucho menos, mentirle a la cara. –Necesito tu ayuda- Ella me echo una sonrisa al ver que me había pillado y luego me apremio a que hablara –Dime, que necesitas- Yo trague saliva un momento y empecé a hablar.
-¿Recuerdas el ritual del que siempre hablan papa y el abuelo?- Mientras comenzaba a abrir la lata y a hacer el típico juego de haber que letra te toca, -Como olvidarlo, desde niña escucho al abuelo decirle a papa tienes que hacer a un chico para que perpetué el apellido y hasta que me case hace un año, lo escuchaba hablar contigo ansioso del día en que cumplieras diecisiete años y tuvieras que hacerlo-Ella cruzo las piernas provocando que la bata se abriera un poco por la parte de debajo del cinturón mostrándome sus piernas bien ejercitadas, -¿y recuerdas a la chica, que elegí?- Habiéndome salido de letra una Z, haciéndome solo sonreír estúpidamente, -Si, ¿la frutera, no?- Dijo ella dándole un buche al agua y mirándome intentando averiguar que me hacia tan gracia, -Pues resulta que está casada y me lo está poniendo difícil- Al decir las palabras “está casada” escupió todo el agua que había bebido de un tirón, -¡¿Qué?!- Grito tras toser, mientras miraba, que se había puesto perdida la bata.
-Si sirve en mi defensa, no lo sabía cuando la elegí-Dije levantando las manos como si me rindiera, -¿has intentado cambiarla?- Respondió mientras que se quitaba la bata mojada, quedándose en un Tanga negro y un sujetador blanco, que no era del mismo conjunto, pero a mí no me sorprendía, ya que me había criado con eso. –Lo he intentado, pero han insistido en que si la elegí a ella, tiene que ser ella, ya sabes lo “espirituales” que son- haciendo referencia a que siempre que pasa algo, mi abuelo y mi padre piensan que es algún tipo de señal del destino o del más allá -y sabes que me harían si no la consigo, ¿no?- Pregunte para ver si lo recordaba.
-sí, sí, lo sé, desheredarte, tratarte siempre como un niño o algo peor, quizás echarte de la familia por ser una deshonra- Dijo sin hacerme mucho caso, ya que se estaba dedicando a recoger lo que había derramado, aunque sus palabras me habían acojonado -Bueno, la cosa es que estoy aquí, porque necesito tu ayuda- En ese momento llame su atención, -¿mi ayuda? Espera un momento y estoy contigo- Llevo la bata a la secadora y el trapo también, volvió en ropa interior sin tapujos ningunos y pregunto tras sentarse a mi lado de nuevo -¿En que necesitas mi ayuda?-
-a ella le va mal el negocio, entonces necesita hacer ofertas que por lo que le piden los proveedores no puede hacer, pero si tu le vendieras todo lo que normalmente tiras a un precio asequible, su negocio saldría a flote y posiblemente me haría caso, también- ella sonrió al comprender al fin lo que quería de ella, -¿y cómo piensas atraer clientes a su tienda? ¿Te vas a vestir de hortaliza o algo?- Ella se rio de su propio chiste, incluso yo tuve que reírme, porque había tenido gracia.
-Mas quisieras… le hice una página web, que ya está operativa- Dije mirando a mi hermana con algo de picardía, -Vale, ¿y a qué precio has pensado, que le venda?- Pregunto mi hermana, -Bueno, yo había pensado que le vendieras a treinta céntimos el kilo, así vosotros le ganáis algo y ella también le saca partido- Dije intentando negociar con mi hermana, -Para esto deberíamos de llamar a mi marido que es el que entiende, pero como favor personal, que me lo vas a deber y porque si no, los tiramos, te lo dejo a ese precio- Nada mas decir eso, la abrace, convirtiéndose en una situación un poco embarazosa dada la poca ropa que ella tenía y que estaba mojada, la solté al poco -¿Cómo lo vamos a hacer?- Pregunto ella.
-Mañana almorzamos con vosotros y de mientras negociamos- Dije, sin dejar de mirar a mi hermana, al comprobar que estaba mojada, -Muy ingenioso, no solo estas salvando su negocio, sino que almuerzo de parejitas- Dijo mi madre que no perdía detalle de lo que yo decía y hacia, mirándose a sí misma. -¿Crees que podrás con una mujer casada?- Pregunto interesada, -No lo sé, no tengo otra- Dije encogiéndome de hombros, -¿Quieres algún consejito?- Aunque no me gustaba aceptar consejos de nadie, mi hermana estaba casada y podía ver la historia un poco mas desde el otro lado. A
Sí que le asentí con la cabeza. -¿Cuánto lleva con el marido?- Pregunto mi hermana, yo me encogí de hombros por toda respuesta, -Pues entérate, si lleva poco con él, aun estará muy enamorada, si lleva bastante tiempo con él, será más fácil, estará muy harta de el- yo me anime a contestar, -Supongo que llevaran poco, porque es relativamente joven- ella asintió, se encendió un cigarrillo y mientras fumaba, contesto –Entonces lo que tienes que hacer es que el marido quede mal y tu quedes bien, eso la hará pensar, que estoy haciendo con este, si tengo a mi lado a un tío mejor, vamos que la harás dudar- Yo le pregunte, provocándole una sonrisa -¿a ti te ha pasado?- y ella contesto –Vamos, estamos hablando de ti, no de mi- yo no dije nada, pero me lo tome como un sí.
-¿Qué tal se lleva con su marido?- me dijo echándome el humo en la cara, -Mal, están peleados, por los problemas económicos- Dije, tras toser un poco, provocando la sonrisa de mi hermana, -Mejor, una mujer nunca perdona que le falle el marido y que le ayude un desconocido no lo olvidara nunca- Dijo mostrándome su blanqueada dentadura, a pesar de fumar. –Vamos, que me has dicho todo lo que ya estaba intentando, así que, voy bien- Ella asintió y sonrió, pero añadió –Tu eres más joven que su marido así que aprovéchate y seguro que eres más guapo, así que haz que vea que ligas, pero que no quieres, porque te gusta ella, eso hará tres cosas- tras una pausa para fumar –La primera que vea que no solo te ve guapo ella, sino que lo eres, la segunda la hará encelarse un poco, si le gustas y por último, la tercera al ver que puedes y no haces nada, la harás sentirse especial- Ese consejo sí que me había ayudado, se lo agradecí con un suave beso en los labios, como en mi familia hacíamos mis hermanas y yo, desde pequeños.
-Y ahora ve con tu cuñado, que si se entera que has estado aquí y que no lo he llamado, me mata, además, yo tengo cosas que hacer- Me dijo mi hermana con una sonrisa tierna, -Voy, ¿Dónde está?- pregunte una vez que estaba de pie a punto de marcharme, -Pues al fondo del campo estará, como siempre, digo yo- Haciendo patente su queja de poca atención respecto a ella, yo solo sonreí y me largue a ayudar a mi cuñado, ya que en el fondo me gustaba el campo, me tome una cerveza con él, me obligaron a quedarme a cenar con ellos, ahora recordaba porque no venia nunca y luego me obligaron a llevarme fruta y verdura para mi familia, además de un poco para mi frutera.
Me marche por la noche ante las reticencias de dejarme marchar de mi hermana, pero yo tenía que ir a casa, tenía que sacar la basura de la gente que confiaba en que yo lo hiciera, como quien diría, soy empresario, tengo una reputación que cumplir. Hice mi trabajo más cansado que nunca, pero la adrenalina de que pasaría mañana me mantuvo despierto, volví a casa y dormí como un tronco.
Al día siguiente me costó levantarme, pero yo siempre era muy enérgico para ir a estudiar, pues aunque fuera en el fondo, me gustaba. Fui al instituto como siempre, pensando en cómo iría hoy la cosa con mi frutera y en cómo le habría ido a ella ayer, seguramente mal, pero bueno, yo no vendía nunca antes la piel del oso, sin haberlo cazado.
Estuve durante toda la mañana de clases pensando en otra cosa, cuando sonó la alarma de salida, fui por vez primera el que salía más rápido que ninguno, puesto que ya lo tenía preparado todo y al poco, pase por delante de su frutería, que estaba llena por primera vez, llegue a casa, para llevarle las frutas que me había dado mi hermana para ella, para que las probara. Cargue con ellas hasta la frutería y me abrí paso entre la gente como pude, pase junto a la barra, ella me miro sorprendida, yo descargue las frutas al fondo y espere allí sentado, hasta que la cosa se fue quedando vacía.
Cuando la cosa se vació por completo, ella me miro desde la barra un poco agitada aun y apoyándose en ella cansada–Gracias, tu idea ha funcionado, llevo toda la mañana trabajando a este ritmo- yo le ofrecí la silla que había cogido del almacén -¿Quieres sentarte?- ella negó con la cabeza y me hizo un gesto con la mano de que me sentara -¿estás sola?- ella asintió con la cabeza un poco cabizbaja -¿y tu marido?- ella miro de reojo para la puerta y contesto tras un suspiro –Ayer protestaba porque la frutería solo nos daba deudas… y hoy protestaba porque había que trabajar mucho en ella, para ganar algo, así que se fue al bar- yo me sentí apenado por ella y note que a ella, le estaba costando hablar sin llorar.
-¿Qué me traes allí?- Pregunto curiosa que a pesar de estar tan ocupada cuando entre, parecía no haberme quitado la vista de encima en ningún momento, al menos hasta que me senté. –Una muestra de los productos de mi hermana- Ella se acerco a mí, se agacho a mi lado y comenzó a mirar la caja, la verdad es que comparándola con la fruta y verdura en tamaño y calidad, no tenían nada que ver. –Esto es todo material de campo bien cultivado, me encanta- Dijo con su graciosa sonrisa de siempre, -¿entonces te ayudo a cerrar y vamos a negociar con ella?- ella asintió y pregunto: -¿De veras piensas seguir ayudándome, así por nada?- yo asentí y no conteste, tan solo me dedique a ayudarla como el primer día, hoy hubo un poco mas de trabajo, más que la otra vez, aunque también hubo algo más de conversación.
-¿y esto que me lo ha regalado?- pregunto mientras barría el suelo, a la vez que yo guardaba cajas en la nevera o el almacén según estuviera la fruta y la verdura, -Claro, regalo de la casa, para que veas el material-Ella siguió limpiando sin decir nada, -La verdad es que me viene bien, ya ha venido alguno con los descuentos y les he dicho que empezaba la semana que viene-Yo le sonreí, me contaba sus cosas, estaba metiéndome en su vida paso a paso o al menos así me sentía. –Uf, al fin acabamos estoy destrozada- dijo tocándose la dolorida espalda, -¿Quieres un masaje?- Ofrecí yo sin mala intención.
Ella sonrió ante mi ofrecimiento, -Pero aquí no tenemos sitio- dijo señalando a su alrededor, -si me permites un segundo, traigo una sabana y unos cojines…- Nuria se empezó a reír, me asintió tomándome poco en serio y se quedo congelada al ver que yo me dirigía a mi casa con paso rápido. No habían pasado cinco minutos cuando volvía con lo que necesitaba para darle el masaje. -¿Sabes? Pensaba que estabas bromeando- dijo atónita, al ver como los colocaba, en un lado donde no estorbara.
-Yo siempre hablo en serio, Nuria, túmbate- Ella me miro intentando averiguar mis intenciones, luego tras cerrar la verja de la frutería, se tumbo no muy segura de lo que hacía, -Descúbrete la parte que te duele-Ella obedeció sin rechistar, yo me senté sobre su culo y empecé a acariciar suavemente sus lumbares. Al principio ella se quejo de dolor, pero luego la respuesta no se hizo esperar y empezó a gemir suavemente, pero claro, uno tampoco es de piedra y yo también empecé a excitarme, clavándole poco después, mi parte sexual en sus nalgas.
Conforme iba avanzando el masaje, mis manos se metieron en su espalda, traspasando los débiles límites de su ropa, pasando primero por encima de su sujetador, además fui cogiendo valor, llegando a zonas más erógenas, como las caderas y su cintura. Al echarme para adelante le clavaba un poco más la polla en sus nalgas y sus suaves gemidos se hacían más fuertes en ese momento, luego por efecto del masaje, comenzaron a hacerse más largos y profundos.
-mmm… mas- pidió Nuria, sorprendiéndose tanto así misma, como a mí, envalentonado por sus palabras pero sin olvidar la zona dolorida, avance desde la zona y alcance toda su espalda, pasando por debajo de su sujetador, que aunque molestaba me aguante y punto, las lleve hacia atrás llevándola por los lados rozando su sujetador por el lado y vuelta a repetir, entre sus suspiros y gemidos.
-Sigue- dijo mas como un gemido, que como una palabra que saliera por su boca, echo sus manos para detrás y con una agilidad increíble ante mis ojos, se abrió de un tirón el sujetador. Empezaba a tener dificultades para contenerme, esto había pasado sin saber cómo, de ser un inocente masaje a ser acariciar cada recoveco de su cuerpo, acariciaba toda su espalda, su pelo suelto, sus hombros, su cintura, su cadera, a la parte que llegaba de su abdomen y los laterales de los pechos, me estaba deleitando con eso, ella cerró los ojos por completo, entregándose al placer, mientras que ahora, era incapaz de articular palabra, solo gemía, suspiraba y jadeaba.
En ese momento un golpe en la verja, nos saco a ambos del momento, ella solo reacciono, poniéndose de lado, haciéndome a mi perder el equilibrio y caer fuera de la vista, desde fuera. -¿Qué haces ahí tirada?- pregunto el marido con tono de estar bastante ebrio, nada más levantar la verja que nos hacía de puerta y que evitaba que cualquier mirada indiscreta o persona no invitada como el, pasara a interrumpirnos.
Ella se puso el sujetador con disimulo, intentando taparse con la pared, se puso en pie y recogió todo, tirándomelo todo encima, yo pillando la indirecta, dentro de lo que cabe, intente ocupar lo menos posible y abultar poco. –Estaba descansando un poco, que estaba molida- Escuche como me colocaba la silla al lado y la caja de fruta la arrastro hacia mí, para intentar taparme. –Entonces no querrás hacerme un apaño, ¿no?-Pregunto él, tropezando con algo y protestando por haberse tropezado, como si el objeto tuviera la culpa y no su estado –No, estoy enfadada contigo- dijo ella bastante molesta o incomoda porque estaba yo allí, -Vamos cariño, que mientras que bebía, no podía hacer otra cosa que pensar en ti…- Dijo el marido, mientras que se pegaba a ella y le daba besos sonoros en alguna parte, que deduje, sería el cuello, -¡Te dicho que no, apestas!- Lo empujo ella, provocando que se callera al suelo, cosa que fue obvia, por el golpe que sonó.
-¡Mario! ¿Estás bien?- Pregunto ella preocupada, por un boquetito, que vi en la sabana, vi como ella se acercaba a él, para ayudarle a levantarse, el se levanto protestando, -¿quieres matarme?- pregunto tocándose la cabeza el marido, pero ambos perdieron el equilibrio y quedaron tirados por el suelo a escasa distancia de mi. Esta vez el estaba sobre ella, empezó a comerle el cuello a Nuria, que intentaba detenerlo sin éxito, con escusas, luego él, empezó a meterle puntazos y dijo: -Pero si estas toda mojada, lo estas deseando- Ella al escucharle decir eso, se le escapo una miradita hacia mí, que se clavo en mi ojo, que veía toda la escena, con una mezcla de morbo y celos brutal.
Eso significaba que él se estaba aprovechando, de lo que yo me había trabajado, yo la había puesto súper cachonda y él se la tiraba, solo esperaba que esto no fuera mucho tiempo así. Ella que hasta ahora se había negado dentro de sus posibilidades, empezó a dejarse con la mirada fija en mi, -No tengo condones, cariño- Le informo él, pero ella le susurro algo, que no llegue a oír, el se levanto casi de un salto se saco la polla y la puso en su cara, ella puso una cara de morbosa increíble, me miro de reojo un segundo y comenzó a lamer esa polla, frente a mis ojos.
Mientras que el marido gemía, ella con una mano comenzó a acariciar la polla del marido, mientras el marido comenzaba a resoplar, ella comenzó a meterse la cabeza de la polla en la boca abarcándola toda con sus labios, mientras empezaba a pajearla con la mano y a mover la lengua dentro de la boca. –Uf que te pasa últimamente, que te estás volviendo loca- Dijo el Marido, mientras empezaba a jadear anunciando que no le quedaría mucho, yo no podía creer lo que estaba viendo, ella seguía mirándome sin parar, yo la tenía como un tronco, aunque debo admitir, que me dolía el pecho, no quería ver esto, pero no podía evitarlo, tampoco, cerrar los ojos, ya no era una opción y me hubiera masturbado, pero, no tenia espacio para ello.
Al ver que el marido, estaba a punto de correrse, se metió más de la mitad en la boca, provocando que se corriera en su boca, el marido dio un par de puntazos hacia adelante, consiguiendo que se la tragara casi toda, por la comisura del labio se le escurrió un poco de semen del marido, ella abrió la boca demostrando que se lo había tragado todo, se dio con un pañuelo de papel en la cara que cogió de su bolso y se metió un caramelo en la boca.
El marido se la guardo, busco a Nuria para besarla, pero ella le rehuyó el beso, apenas rozo sus labios y le dijo: -Mario, vete a casa- Dijo ella con una mezcla de sentimientos que yo no podía ni imaginar, pero que se reflejaba en la cara de ella. -¿No vienes conmigo?- Contesto el un poco decepcionado, ya que parecía querer seguir con la fiesta en casa.
-No, tengo que quedarme a hablar con el informático, para que la frutería siga yendo bien- Dijo mirando hacia mi preocupada, tras pasar el morbo del momento –Que le den a la frutería, vámonos a casa- Gruño Mario, tan molesto con su mujer, como con el local, -Estas borracho, no sabes lo que dices- Protesto ella, pero Mario, no quería aceptar un no por respuesta, -Me importa un cuerno esto, solo quiero que vengas a casa conmigo, ya- Ordeno él, enfadando a su mujer hasta límites insospechables para nadie, -¡Todo te importa una mierda, ¿verdad?! No te importa que tanto tu como yo, perdamos todo el dinero que hemos metido aquí, ¡¡No te importa que mis padres que son los que nos avalaron, pierdan su casa, ¿Eh?!!- El marido al escuchar semejantes gritos de su mujer, que nunca se había puesto así con él, decidió huir ahora, ya hablaría con ella, cuando él estuviera menos borracho y ella menos enfadada.
-Me voy a casa, hablamos luego- Gruño él, yéndose como podía, -¡Eso, vete, que es lo que haces siempre!- Mientras ella rompía a llorar, escuche como el otro abría y cerraba la verja tras él, entonces me descubrí de mi cárcel de tela, me levante, camine hacia ella y me abrace a Nuria, que aun con los brazos encogidos sobre su pecho, dejo caer su cabeza sobre mi hombro llorando. –Lo siento mucho, siento realmente que hayas presenciado, esto- y yo con una pequeña sonrisa en el rostro, pero con lágrimas contenidas en los ojos conteste: -¿Cuál de las dos cosas?- Nuria se pego mas a mí al notar que le rozaba la entrepierna con algo y yo la apreté contra mí al notar que ella se pegaba mas, clavándosela totalmente sin querer en la entrepierna aun con ropa, que estaba empapada tal y como había dicho Mario momentos antes, todo el tronco que tenia entre las piernas, apretaba contra su raja, a pesar de nuestra ropa, que nos separaba.