La fotógrafo
Mi amiga Lucila me convenció para posar con una fotógrafa.
LA FOTÓGRAFO
Me llamo Mónica, tengo 19 años y vivo en Extremadura. Soy rubia, piel muy blanca, más bien alta, delgada, media melena y ojos verdes.
Hace tres semanas, mi amiga Lucila me contó que una conocida suya le había propuesto hacerle unas fotos desnuda para una revista extranjera, que le había asegurado que no llegaba a España, se las había hecho y le había pagado un buen dinero y que si quería posar yo también. Al principio me dio un poco de vergüenza, pero Lucila me convenció y acepté. Me presentó a Tessa, una chica de unos 24/25 años, alta, bien formada, buenos pechos, con pelo largo color caoba, ojos marrones, ... una belleza. Hablamos del tema y convinimos en hacerlo a los dos días.
Nos fuimos a una casa que los padres de Lucila tienen en el Valle del Jerte, pues así podíamos aprovechar y ver el espectáculo del Valle con todos los cerezos en flor y fotografiarnos al natural entre ellos.
Al llegar, Tessa dispuso sus aparatos y empezó a fotografiarme mientras me iba dando órdenes de desnudarme, me indicaba posturas más o menos eróticas, provocativas, bucólicas ... Yo estaba al principio un poco cortada, pero me fue dando confianza en mí misma, y además Lucila me ayudaba con sus consejos.
Cuando llegó el último momento de despojarme de mi tanga blanco, dudé, pero Lucila se me acercó, tomó mi mano y con la otra, mientras me miraba a los ojos bajó la prenda. Vi en Tessa un cierto gesto como de disgusto y al preguntarle, me dijo que si tendría inconveniente en afeitarme mi monte de Venus, pues creía que, aunque tuviera el vello rubio y escaso, con mi aspecto daría mejor si tuviera el pubis rasurado. Nuevas dudas, pero al final me volvieron a convencer. Encontramos una maquinilla de afeitar del padre de Lucila. Me hicieron tumbar sobre una toalla en una cama y con cuidado, con agua tibia me enjabonaron y poco a poco me fueron afeitando.
Yo estaba toda excitada, no sabía si la humedad que había entre mis piernas era debido al afeitado o a mi excitación. Para apurar el afeitado metían los dedos entre mis labios y con disimulo rozaban mi clítoris; yo ya no podía más y empecé a notar la proximidad del orgasmo. Hasta ese momento nadie me había tocado ahí, excepto yo en mis momentos solitarios nocturnos; debo decir que seguía siendo virgen. Notaba una sensación de gusto impresionante y no quería dejar de gozarlo. Y al final llegó en toda su explosión.
No me había dado cuenta pero Lucila se había desnudado también y se acostó a mi lado. Nos abrazamos, nos besamos y nos acariciamos. Mientras tanto Tessa seguía con sus fotos, no se si pasaron de eróticas a porno, pero si no fue así, poco faltó; pero llegó el momento de tenerlo que dejar, pues debíamos volver a casa. Al llegar acordamos vernos el siguiente fin de semana, para dar tiempo a Tessa de revelar los carretes y poder ver los resultados. Esa noche di muchas vueltas en la cama pensando en si sería lesbiana o no, pues no paraba de pensar en Lucila, incluso en Tessa, me dormí con un dedo en mi recién afeitada rajita.
Y llegó el deseado fin de semana; íbamos a quedarnos todo él allí, pues los padres de Lucila no irían y disponíamos de la casa para nosotras. Después de dejar las maletas encendimos un buen fuego en la chimenea, nos pusimos cómodas, música romántica de fondo y Lucila puso una película de video que había traído. Sí, era porno, de lesbianas montándose un buen rollo. Entre eso y las fotos que sacó Tessa de sus carpetas, el ambiente no estaba caldeado, ... ¡¡¡ ardía!!! Pronto Lucila y yo empezamos a acariciarnos, primero la cintura, nuestras caras se juntaron, un besito cariñoso en el cuello, que luego fue a los labios, nuestras manos acariciaban nuestros pechos, ... pero nos dimos cuenta que Tessa también debía participar en nuestros juegos y la atrajimos hacia nosotras.
Quité a Lucila el jersey, desabroché su camisa y aparecieron sus pechos erguidos, mientras ella hacía lo mismo con Tessa y ésta conmigo. Seguimos así un buen rato, habíamos montado un trío de amor fenomenal, pero sobretodo yo estaba más dedicada a Lucila, pues era con quien tenía más confianza y además desde hacía ya una temporada soñaba con montármelo con ella, así que procedí a bajar la cremallera de su pantalón, deslizar éstos por sus piernas, y acariciar su pubis por encima de unas braguitas rosas de blonda que traía puestas y que permitían ver el pubis con su vello, no muy abundante, pero oscuro; acerqué mis labios a las braguitas y empecé a besar. Notaba cómo los jugos de Lucila iban humedeciendo las braguitas, ella empezaba a vibrar, por lo que terminé de desnudarla. Estaba hermosa y ofrecida a mí. Hacía tiempo que la deseaba así y ahora la tenía a mi disposición, pero yo también quería mi parte. Entre Lucila y Tessa me desnudaron y me ofrecí a ellas, mis jugos corrían por mis labios vaginales hacia mis piernas abiertas y las dos se peleaban por beberlos. Sin embargo Tessa seguía con el pantalón puesto; yo creía que dudaba por un lado si participar del todo o dejarnos a nosotras dos que viviéramos nuestro amor que estábamos descubriendo.
El caso es que llegó el momento en que Lucila y yo, después de que nuestros coños se hubieran besado, nos acoplamos en la posición del 69, ella boca arriba y yo sobre ella. Lucila devoraba mis labios, con la lengua masajeaba mi botoncito del amor, yo estaba en plena gloria y le devolvía sus caricias. Estaba ya muy caliente, veía muy cerca el primer orgasmo y noté que me acariciaban el culo, me lo besaban, una lengua recorría entre mis cachetes y se detenía en mi ano; después de ensalibarlo bien la lengua buscaba mi interior; era una sensación nueva y que me gustaba. Pronto la lengua dejó su sitio a un dedo y éste consiguió penetrar más, al mismo tiempo que mi ano se acoplaba a él y se iba relajando.
Yo seguía mientras tanto encelada con los jugos del coño de Lucila, la veía a punto de correrse y no quería que por mi culpa no fuera a disfrutar, así que me desatendí de mi culo, aunque el dedo ya eran dos. Estábamos las dos a punto del orgasmo, cuando noté un vacío en mi culo, se habían retirado los dedos, pero al instante, algo más grueso y caliente forzaba mi ano y se introducía aún más en mi interior. Aquello desató de inmediato mi orgasmo, al mismo tiempo que el de Lucila y un líquido caliente salía como de mi culo. Cuando me repuse del maravilloso momento quise saber qué era lo que me lo había producido y alargué mi mano hacia atrás. No podía dar crédito a lo que tocaba: Tessa estaba adosada a mi espalda y tenía introducido en mi interior ¡un pene! Era un auténtico Travesti; tanto Lucila como yo nos sorprendimos al principio, pero no lo dudamos, y aunque era la primera vez que teníamos uno a nuestra disposición nos lanzamos a agradecer a aquel pene los ratos maravillosos que nos había hecho pasar; lo dejamos limpio, recogimos con nuestras lenguas los restos de semen que tenía, nos disputábamos su posesión y conseguimos que volviera a una erección, que aunque no extraordinaria, sí era de cierta importancia.
Después fue el turno de Lucila, ayudando yo a dilatar su ano con mi saliva y dedos, para conseguir la introducción del aparato de Tessa; cuando lo consiguió me puse delante de Lucila y así mientras era bombeada, me daba con su lengua en mi raja, consiguiendo que otra vez el orgasmo nos viniera a las tres al mismo tiempo. El ambiente estaba ya en lo máximo, Lucila y yo estábamos desatadas, nos alternábamos en la posesión del pene, tanto en nuestras bocas como en nuestros anos, mientras nos completábamos una a otra.
Mi cuerpo pedía más y me decidí a ofrecer mi virginidad a Tessa; me tumbé boca arriba y en plena ofrenda me abrí delante de mi diosa. Se tumbó sobre mí, me besó con cariño y dulzura, le pedí que me lo hiciera, pero que tuviera cuidado pues era virgen; me dijo que no me preocupara y con suavidad me lo fue introduciendo; noté cuando llegó al himen y di un pequeño respingo, que ella notó. Se paró un momento, pero luego, con suavidad pegó un ligero empujón. Yo llevaba tanto tiempo en plena fiebre que casi no lo noté. Me penetró hasta el fondo de mi vagina, y pronto los síntomas del siguiente orgasmo empezaron a aparecer; me abracé con manos y piernas a ella, a ese cuerpo maravilloso y le pedí que me diera todo.
Nuevamente nos corrimos al mismo tiempo. Después de relajarnos un momento, le llegó el turno a Lucila, que no quiso ser menos y por segunda vez aquella noche una virgen dejó de serlo, pues también ella lo era. Poco a poco nos fuimos relajando, pues llevábamos varias horas en plena orgía; decidimos darnos una ducha, que como es lógico compartimos y después de ponernos los pijamas llegó el momento íntimo alrededor de la chimenea. Tessa nos contó su historia: desde muy pequeña se sentía mujer encerrada en cuerpo de hombre; con 12/13 años se confió a su hermana y después, con su ayuda, a su madre. Poco a poco la fueron enseñando a comportarse como mujer, a vestirse, a andar, a maquillarse, le compraban ropa, tanto de calle como interior; la ayudaron a conseguir hormonas. Hoy día es una extraordinaria profesional que guarda su secreto, aunque a veces lo comparte con alguna amiga.
En estos últimos días nos hemos visto en cuanto Tessa tenía un rato libre. Formamos un trío que compartimos nuestros momentos y confidencias. Tessa, con más experiencia que nosotras, nos enseña mucho y esperamos con ilusión la llegada de los fines de semana para irnos a casa de una o de otra. Yo por mi parte vivo en un gran sueño, en el que no se si estoy siendo follada por un hombre con tetas o estoy haciendo el amor con una lesbiana con pene. Pero de lo que no tengo ninguna duda es de que estoy totalmente en la gloria y por eso he querido rendir este pequeño homenaje a Tessa. Un gran beso a todos. Mónica.
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