La formalidad y sus límites...
Me tuve que conformar e ir a la cena de gala con los padres de Marta. Cuando tienes 24 años tus suegros no son tus suegros, son más los padres de tu novia que te fiscalizan cada paso. Y allí estaba yo sin conocer a nadie más allá de sus padres y ella. No me quedó más remedio que alquilar un smoking y con cara de póquer aparecer allí. Todo fuera por no enfadar a mi novia y quedar de formal con sus padres.
Me tuve que conformar e ir a la cena de gala con los padres de Marta. Cuando tienes 24 años tus suegros no son tus suegros, son más los padres de tu novia que te fiscalizan cada paso. Y allí estaba yo sin conocer a nadie más allá de sus padres y ella. No me quedó más remedio que alquilar un smoking y con cara de póquer aparecer allí. Todo fuera por no enfadar a mi novia y quedar de formal con sus padres.
Vinieron a mi casa a recogerme con el coche de mi suegro. Un BMW 750i que era el capricho del padre de Marta y que conducía orgulloso apenas sin hablar. En el trayecto me entretuve en ver el vestido de mi novia, estaba esplendorosa con un vestido rosa que hacía contraste con su piel morena de tomar el sol en la piscina de su casa.
Llegamos a la puerta de un conocido hotel de la capital donde se celebraba tan magno acto, abriéndonos la puerta el aparcacoches con su levita y su sombrero de copa. Una cena de alto standing en la que me sentía un poco convidado de piedra y donde tenía que interpretar el papel de la pareja de la hija. Formalismos que siempre me he autoimpuesto para poder sacar rédito en otras situaciones con mi familia política.
La cena estaba al nivel del lugar, un amplio salón muy clásico y donde se sucedían discursos, premios y la actuación de un grupo de cuerda. El chef era magnífico y eso me aislaba del suplicio de un acto que poco o nada me interesaba. La conversación era sólo con mi novia, que aguantaba todo y más por la felicidad de sus padres, diálogos anodinos para no meter la pata y soportando con devoción cada comentario.
Tras acabar la cena pasamos a otro salón también muy recargado en su decoración, volviendo a sucederse los discursos y encontrándome casi solo. Los padres de Marta presentaban a mi novia a distintos empresarios, promocionando su amplia formación y sus habilidades sociales. En una de esas conversaciones me excusé y fui a la barra a pedir algo, me sentía fuera de sitio y resistía a duras penas como podía. En esas estaba, intentando llamar la atención del camarero cuando escuché junto a mí: "Motherfucker...". Miré extrañado, era una chica castaña, de ojos grandes bastante alta y con curvas...Con un vestido de noche con flecos plateados. Le dije: "¿Disculpa?" . Ella me habló en un castellano bastante correcto pero se le adivinaba que no era española: "Lo siento, estoy algo enojada... no me gusta venir a estos sitios..." Me reí y le dije: "No te preocupes, yo estoy un poco igual aunque lo disimulo mejor...". Nos presentamos, se llamaba Sally y su enfado era mayúsculo.Ella me explicó que sus padres eran diplomáticos y era de Irlanda pero llevaba muchos años en España. Intentó explicarme que sus padres también pretendían posicionarla profesionalmente y por eso estaba cansada de estar allí. Hablamos un rato, nos echamos unas risas y no nos dimos cuenta que teníamos pareja hasta que nos despedimos... Debo decir que llevaba un perfume con una fragancia a coco que me había dejado prendado... Esas sensaciones que pueden pasar desapercibidas o dejarte pensando.
Volví a mi realidad, notando de nuevo como pasaban de mí y como mi novia esperaba para hablar con un ejecutivo de una consultaría. Mi sensación de estar desplazado y la cara de esos tíos, sintiéndose solicitados por su posición social, me deprimían. Mi novia me hizo un gesto para que me entretuviese así que decidí dar una vuelta.
Otra copa, la terraza... los pasillos y de nuevo Sally que hablaba por teléfono muy alterada. Hice un gesto como saludando mientras ella me decía con su mano que esperara un momento (ella mantenía una conversación en inglés muy desesperada). Colgó y comenzó a lamentarse. Le pregunté si se encontraba bien y me respondió: "Sí, es mi novio que no aguantaba más el ambiente y se ha ido en un taxi a su casa..." Me sonreí y le dije: "Vaya, los hay con menos paciencia que yo..." . Aún estando alterada no pudo más que reírse con mi comentario mientras me quitaba mi copa para darle un sorbo y decir: "Putos escoceses..." . Le respondí: "¿Es tu novio escocés?" . A lo que me contestó riendo: "No joder, tu whisky..." . Comentamos lo aburrido del acto y la hipocresía que respiraba en el ambiente. Lo harto que estábamos de aquel protocolo y que ella intentaba ser siempre ejemplar pero que le condicionaba su vida siempre. Con su acento irlandés apenas me dejaba hablar y de momento soltó: "Y tú, tan mono, dejas que tu novia te traíga aquí como un florero..." Me quedé un poco desconcertado: "Gracias por lo de mono..." sonreí mirándola, "pero no me quedaba otra opción...". Ella me contó que su novio era su prometido y no tenía más remedio que acudir acompañándola a todo por más que le irritase. Cuestiones de protocolo. Yo no pensaba cortarme después del piropo que me había lanzado y le dije que me parecía una chica muy atractiva y que el prometido tenía suerte. Ella no paraba de beberse mi copa mientras mostraba su cansancio con una relación que había comenzado a los 17 años... (Sally tendría unos veinticinco años).
La conversación era muy fluida y entretenida hasta que me pensé que debería volver. Se terminó la copa de un sorbo y fuimos a darnos dos besos para despedirnos. Una acción normal si no hubiera sido por un gesto instintivo que nos hizo darnos un "muerdo"... Los dos nos quedamos sorprendidos mientras ella decía: "Corre, tienes que irte...". Avancé por los pasillos camino del salón y sin dejar de pensar en lo que había pasado. Mi sensaciones eran extrañas: No había sido infiel jamás, debería volver a la formalidad del acto y olvidar lo sucedido...pero sin dejar de notar cierta excitación en mi cuerpo.
Cuando llegué, mi novia hablaba con ese renombrado ejecutivo junto a sus padres que alentaban cada palabra. Una entrevista de trabajo en plena copa y que ahora llaman "networking". Hice acto de presencia y volví a notar como era ignorado. Me fui a la barra y volví a pedir, un poco confundido decidí darme una vuelta de nuevo... Necesitaba ordenar ideas hasta que detrás de mí escuché: "¿Me buscas?" . Era de nuevo Sally que se reía: "De nuevo han pasado de ti, si yo tuviera un novio así no pasaría..." . Entretanto me quitaba la copa de nuevo y daba un trago largo. Yo pregunté sonriente: "Si tuvieras un novio así ¿qué pasaría?" . Detuvo su trago con la boca mojada de la copa y sin respuesta ni mediar palabra comenzamos a liarnos. Los besos eran locos, desesperados, ansiosos, faltaba el aire pensando que eran prohibidos pero muy pasionales. Mis labios mordían los suyos a muerdos, nuestras lenguas se saboreaban y todo era muy intensos... En un alarde de cordura le dije que nos quitáramos de aquel pasillo que podían vernos. Ella, de la mano, me llevó a unos baños en otra planta (estaba claro que llevaba toda la vida acudiendo a aquel hotel).
Llegamos a aquellos baños tan ornamentados y pasamos al de minusvalidos que suelen ser más amplios. Nuestros deseo se disparaba. Mis manos masajeaban sus redondos pechos por encima del vestido largo...comiéndole el cuello. A la vez, ella apretaba mi trasero por encima de los negros pantalones del smoking. Estiré el escote con poca delicadeza hasta aparecer uno de sus pechos desnudo. Un gran aureola rosa que no dude en comerme, besandolo, lamiendolo, sacando el otro pecho y pasando de uno a otro a la vez que mis manos los masajeaban.
Su mano bajo por mi cintura, recorriendo el contorno de mi miembro por encima de la fina tela del pantalón. Sentía sus dedos desde el tronco a mi glande por encima de mi smoking. No había tiempo que perder y ella bajo la cremallera mientras nos volvíamos a comer la boca. Con habilidad estiró mi boxer y mi polla saltó como un resorte, con las venas muy marcadas y con mi glande húmedo e hinchado. Empezó a pajearme con destreza, descapullándome suave pero con firmeza... Mis jadeos se repetían y se convirtieron en gemidos cuando Sally atrapó mi capullo entre sus labios y su lengua, empezando a dar lametazos haciendo hilos entre mi líquido preseminal y su saliva. Su mano bombeaba mi miembro duro y enorme mientras comenzaba a tragarse mi polla una y otra vez. Me tenía a mil mientras mi móvil comenzaba a sonar... Era mi novia pero no respondí. Sally sonriendo como una niña traviesa no dudo en acelerar el ritmo hasta que no pude más...y susurré: "Sally me corro, me corro..." Sacó mi miembro de su boca y apuntó a la puerta con su mano sin dejar de pajearme. Mi miembro empezó a escupir leche con fuerza, salpicando todo y resbalando puerta abajo...
Me limpié con rapidez e intenté guardar a duras penas mi miembro en el bóxer. Entretanto, ella se recomponía y grababa mi número de teléfono sabiendo que debíamos volver con mucha premura. Un beso entre los dos y escapé de aquel baño camino al salón donde estaba mi novia y mis suegros. Al verme tan sólo me hicieron saber que nos íbamos... Me senté delante para evitar hablar con mi novia y para que no oliera esa fragancia de perfume con aromas de coco que yo había saboreado...
No sé si fue causa de sentirme tan solo en ese evento o las ganas de vengar tanta condescendencia pero jamás me arrepentiré de lo que pasó...