La Forma Del Amor - Capitulo 5 -
El numerito que Bryan armo en la fiesta tiene consecuencias serias que podrian poner en peligro su amistad con Kyan
V
Dolor
- Kyan –
“So I'm confused
So you're not amused
So I'm feeling used
So what do we do?
Pushing you away
Away from me”
“So” – Static X
El corazón de Kyan latía a mil por hora, los eventos de la noche corrían en su cabeza una y otra vez: Gabriela arrastrándolo por toda su casa buscando encontrarse con Bryan; su amigo, bebiendo y comportándose de una manera beligerante y ridícula que nada tenía que ver con el; El chico que lo acompañaba y a quien besó en frente de todos; Gabriela besando a Bryan; Bryan intentando besarlo a el. Era ese último recuerdo lo que ponía su corazón a latir descontroladamente, ¿por qué no lo había besado?
¿Era eso lo que le molestaba? ¿Qué no lo hubiera besado? ¿Era por eso que no había respondido a los infantiles reclamos de su novia y había salido corriendo tras Bryan? ¿Era por eso que sentía un ataque irracional de celos, porque lo había visto besando a ese otro chico en lugar de a el?
En cualquier otra situación – Reflexionó - habría reaccionado de manera completamente diferente, Sentía una terrible incomodidad cuando alguien lo tocaba, especialmente otro hombre. De haber sido alguien mas quien se hubiera acercado así, habría respondido con los puños, pero no lo hizo. Al contrario, solo había retrocedido y cuando no pudo escapar se resignó casi esperando a que Bryan lo besara.
Recordaba el calor que emanaba de su cuerpo, su aliento, el sutil roce de sus labios, pero se había detenido en el último momento, ¿Por qué? Pero, sobre todo, ¿Por qué se retorcía entre el deseo de sentir ese beso y el horror que le significaría aquel contacto?
En algún momento durante la noche había empezado a llover, Kyan se arrebujó en su chamarra intentando protegerse de la lluvia y de las dudas que rondaban por su cabeza. Tras dar un suspiro y reunir fuerzas, levantó la mirada y divisó a Bryan, quien avanzaba a trompicones unos metros mas adelante. Apretando el paso lo alcanzó, necesitaba hablar con el, necesitaba saber que estaba pasando. Una vez que Bryan estuvo al alcance extendió su mano tomándolo del hombro con intención de hacerlo volverse y encararlo.
Bryan, tenemos que hablar.
¡Todo esto es culpa tuya! – Respondió Bryan en un grito tan lleno de ira y desesperación que Kyan se asustó. El chico tenía la ropa empapada y los ojos enrojecidos, ¿Acaso estaba llorando? - Esto es tú culpa. – Reiteró Bryan arrastrando las palabras, evidentemente estaba borracho. - ¡No puedo creer que no te des cuenta! ¡No puedo creer que estés tan ciego como para no darte cuenta de lo que está pasando!
Estas borracho. – Respondió Kyan Confundido. – Estas diciendo tonterías.
No, se perfectamente lo que digo, ¡El que no se da cuenta de nada eres tu! No te importa nada que no seas tu.
A mi me importas mucho.
Pues no parecía importarte mucho cuando dejabas que Gabriela te manoseara. – Kyan retrocedió sorprendido y horrorizado. - ¿Qué? ¿Creíste que no me iba a dar cuenta de que pretendías darme celos? – Respondió el otro con una horrible sonrisa.
¿Te estabas desquitando? ¿Hiciste todo este numerito, te emborrachaste, besaste al fulano ese, para darme celos a mi?
Dos pueden jugar el mismo juego. – Respondió Bryan con un brillo de frialdad en los ojos que Kyan encontró repulsivo.
¿Por qué? – Replicó Kyan demasiado ofuscado para entender. - La respuesta pareció enfurecer a Bryan, con un grito se dejó caer de rodillas al suelo, sollozando. - Discúlpame por lastimarte así. – Respondió Kyan mirando al suelo apenado. – La verdad es que yo… - Como en otras ocasiones, las palabras se negaron a salir, aquella confesión era demasiado para el, la garganta se le cerró y no pudo decir lo que en realidad sentía.
Bryan lo entendió al momento, aquellas palabras significaban lo que tanto ansiaba y lo que tanto temía: Kyan sentía lo mismo que el, pero no era capaz de corresponderlo, de decirlo si quiera y había sido consciente de ello todo el tiempo. El shock fue demasiado, un pesado cansancio cayó sobre Bryan y poco a poco todo empezó a ponerse oscuro.
- ¡No lo entiendes! – Gimió Bryan apagadamente. – No puedo odiarte... Intente hacerlo, intente sacarte de mi cabeza, pero no puedo... – y antes de caer inconsciente agregó para si. – No puedo hacerlo, porque te amo.
Kyan no logro entender los balbuceos de Bryan, el alcohol había hecho que sus palabras se volvieran cada vez más arrastradas e incomprensibles. Decidió no darle importancia, tenía que ayudar a su amigo.
Con considerable dificultad, llevó a Bryan hasta su auto, lo acomodó en el asiento trasero, y luego se sentó en el lugar del conductor. Mientras pensaba en las palabras de Bryan una extraña tristeza lo comenzó a invadir. Lo había echado todo a perder. El no era culpable de su confusión, de su dolor, de su miedo; por el contrario, le gustaba, quería estar con el, pero dadas las circunstancias aquello había sido imposible y lejos de hablarlo como amigos que eran, había decidido destruir aquel vínculo enredándose con Gabriela. Honestamente la única razón por la que toleraba ese acercamiento era para ver aquella expresión de celos y rabia en el rostro de Bryan. Aunque en realidad nunca se preguntó de quien sentía celos, al principio pensó que era por ella, pero, ¿podría ser por el? De hecho, nunca se había cuestionado la orientación de su amigo, no es que fuera importante, pero si existiera una posibilidad mas concreta… ¿Se atrevería a tomarla? Decidió no pensar mas en ello, se sentía confundido, incómodo, con frio. Pensó que lo mejor sería llevar a Bryan a su casa, así que encendió el auto y manejó en silencio.
Tras estacionar el auto, el verdadero calvario comenzó para Kyan. Sacar el cuerpo semi inconsciente de Bryan del auto resultó mucho mas complicado que haberlo metido, y llevarlo a cuestas no fue fácil en absoluto; debido a la diferencia de estaturas el sostenerlo resultaba bastante complicado, así que Kyan casi tuvo que arrastrarlo hasta el elevador. Mientras este subía, buscó las llaves del departamento de Bryan en sus bolsillos para después, arrastrar nuevamente su pesado cuerpo por el pasillo, dentro de su casa, hasta su cuarto y luego a su cama. Sin aliento, se derrumbó en la alfombra jadeando.
- ¡Hijo de puta! En verdad te estas desquitando. – Dijo para sí.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo, aún seguía empapado, si no se cambiaba se iba a enfermar. Con pesadez se levantó del suelo y mientras empezaba a desvestirse una idea cruzó por su cabeza: Bryan también estaba empapado, con cierta reticencia se volvió a mirarlo, la húmeda ropa se le pegaba a la piel delineando sus formas. Kyan tragó saliva, no podía dejarlo así, resignado tomó un par de toallas y se acercó al cuerpo inconsciente de su amigo.
Desvestirlo no fue mayor problema, con relativa facilidad le quitó el hoodie y la playera, al igual que los tenis, calcetines y jeans. El problema fue tenerlo ahí, casi desnudo y semi inconsciente. Pocas veces había tenido Kyan la oportunidad de contemplar el cuerpo de Bryan, tal vez había tenido un atisbo durante alguna función en el tiempo que compartieron juntos en el taller de teatro, o mas recientemente, la noche que había pasado en su casa. Pero nunca había podido verlo tan detenidamente: Los hombros anchos salpicados de pecas, el pecho amplio y masculino, la cintura y caderas estrechas, los músculos finamente cincelados bajo la piel suave como durazno. Kyan tuvo que reprimir las ganas de acariciar aquel cuerpo que tanto había deseado sentir junto al suyo. En un supremo acto de voluntad, Kyan tomó la toalla y empezó a secar la fría piel de Bryan. Durante el proceso los rostros de ambos quedaron a escasos milímetros, Kyan volvió a sentir aquel dulce aliento y tuvo que morderse los labios para no terminar lo que Bryan había empezado horas antes y continuar secando a su amigo, deteniéndose en la línea que marcaban sus ajustados boxers y saltándose hasta sus piernas.
Una vez acabada su faena, se encargó de si mismo, tras desvestirse y secarse, llevó la ropa húmeda a la secadora, tras encenderla volvió al cuarto; Bryan ya estaba despierto y sentado al borde de la cama; El chico se sujetaba la cabeza con las manos como si se le fuera a caer en cualquier momento, su rostro estaba contraído en un rictus de dolor.
¿Te sientes bien? - Preguntó Kyan en un susurro.
Si, muy bien. - Respondió Bryan cortante, intentó levantar la cabeza, pero el malestar debió vencerlo, pues al instante se quedó inmóvil. Hizo un par de intentos de levantarse, pero finalmente se tendió boca arriba en la cama poniendo sus manos bajo su cabeza en un gesto desinteresado.
Kyan, moviéndose como autómata se acercó a la cama y se tendió junto a el. Durante un rato se quedaron en silencio, contemplando la nada y con el sonido de la lluvia como fondo.
Kyan, – Musitó Bryan en un tono completamente apático - ¿Por qué estamos medio desnudos en mi cuarto?
Porque te emborrachaste, hiciste una escena en la casa de Gabriela y te fuiste en medio de la lluvia, te alcancé, discutimos, te desmayaste y te traje a tu casa y como estabas empapado te quité la ropa y te sequé. – Sumarizó Kyan imitando el sonsonete de Bryan. – Oye, acerca de esa discusión…
Kyan, – interrumpió Bryan. – No voy a escucharte, aún sigo muy molesto contigo.
¿Por qué? ¿Por lo que pasó en la tarde en el ensayo? ¿Por la discusión que tuvimos hace un rato? ¡Explícame por favor!
Al escuchar esto Bryan intentó levantarse, pero un súbito mareo provocado por la borrachera lo obligó a quedarse en la cama, solo atinó a girarse y darle la espalda a Kyan.
Bryan, – Continuó Kyan. - necesito saber porque te pusiste así, necesito entender que fue lo que dijiste cuando estábamos discutiendo.
¿Kyan, a que viene esa pregunta? – contestó Bryan en un tono seco y sin siquiera tomarse la molestia de mirar a Kyan, y es que, de haberlo hecho, se habría dado cuenta de que ocultaba algo.
¡Estabas borracho! Por lo que se aun lo estas, hiciste muchas tonterías y luego dijiste…
No fue nada.
Pero era importante.
¡Ya te dije que no fue nada!
Pero, había… - Kyan intentaba explicar como había visto en sus ojos una angustia que el compartía, y no sabía si tenía el mismo origen y deseaba entenderlo, ayudarlo; pero le faltaban las palabras. Finalmente, desesperado, gritó: – ¡Yo sé que me estas ocultando algo!
¡Con un demonio Kyan!, ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Por qué bese a Sergio? ¿Si soy gay? ¿Por qué intenté besarte? ¡Podrías ser más directo! O mejor aún podrías ser tu el que me diga que ocultas
¿Más directo? – Replicó Kyan mientras con brusquedad tomaba a Bryan del hombro y lo obligaba a volverse boca arriba, acto seguido se encaramó sobre el, buscando encararlo. - ¡Bien! ¡Quiero saber porque besaste al fulano con quien fuiste! ¡Quiero saber porque ibas a besarme! Quiero que me digas porque no pude hacer nada cuando intentaste besarme…
La voz de Kyan había perdido toda su potencia, la última frase había removido demasiado dentro de el, se había dejado llevar por el momento y terminó preguntando algo de lo que no estaba seguro de querer saber la respuesta. No pudo continuar, se quedó en silencio, jadeante e inmóvil sobre el cuerpo de su amigo.
Bryan no respondió, el también estaba sorprendido por las preguntas. Durante un momento reflexionó en aquellas dudas, ¿Por qué nunca le había dicho a Kyan lo que sentía por el? ¿Fue por respeto? ¿O tal vez tenía miedo de saber la respuesta? Ya no importaba, tal vez Kyan no se lo había dicho directamente, pero le había respondido de alguna manera. Su mente se perdió en los recuerdos de todas las noches que había tenido la necesidad de poder gritar a mas no poder ese amor que infectaba cada célula de su cuerpo. El mismo amor que en ocasiones lo mantenía desconectado del mundo, despierto durante toda la noche durante las que fantaseaba con como sería poder tocar a su amigo sin el temor de ser rechazado; noches en que el mas pequeño y sutil de los roces de su piel sería capaz de lanzarlo a un orgasmo perpetuo, pero siempre fueron solo eso: fantasías.
Invadido por la necesidad de expresar lo que sentía, y con la mirada perdida en los ojos de Kyan, extendió sus brazos, y con un movimiento lánguido y pausado envolvió con sus brazos el cuerpo que tenía sobre el uniéndose en un intenso abrazo, Bryan pudo sentir como el corazón de Kyan, al igual que el suyo propio, pasaba de un latido violento a uno mas pausado y rítmico; ambos corazones, al igual que sus cuerpos en ese momento, habían formado un vínculo que ninguno de los dos quería romper; durante un momento se quedaron así, sintiendo una sensación tan poderosa que podían jurar que los segundos se habían alargado eternamente.
Kyan fue el primero en reaccionar, la piel de Bryan en contacto con la suya era demasiado ardiente, sentía que iba a quemarse si mantenía aquel contacto que le causaba dolor y placer al mismo tiempo. Hizo un débil intento por separarse, pero lo único que logró fue cambiar su posición, ahora estaban tendidos de costado, frente a frente; Su corazón comenzó a latir mas rápido y presa de la incertidumbre intentó empujar a Bryan para alejarlo, pero sus brazos lo traicionaron y lo que hicieron fue corresponder el abrazo, uniéndose por detrás de su espalda. Ninguno de los dos estaba seguro de lo que estaba pasando, lo único que sabían era que este contacto era mas agradable de lo que hubieran querido aceptar.
Bryan, quien parecía estar mas en control de si mismo, deslizó su cabeza poco a poco hasta el punto en el que su frente tocaba la de Kyan.
- Va a besarme. – Pensó Kyan; sin embargo, no había una emoción clara en ese pensamiento, ¿era miedo? ¿Era pregunta? ¿Era desagrado? ¿Era añoranza?, ¿qué hacía Bryan?, ¿que tenía el?, ¿Por qué no lo rechazaba como a cualquier otro que hubiera intentado lo mismo?
Fue esa entrega, esa sumisión que Bryan le hacía sentir lo que al final hizo reaccionar a Kyan. No podía tolerarlo, no tenía la fuerza para luchar con sus miedos y para imponerse a su madre, para aceptar lo que sentía por el, para aceptarse a el mismo, corresponderle y lo que eso traería, la perspectiva le parecía demasiado desoladora, No estaba dispuesto a perderlo todo por el. Con brusquedad empujó a Bryan tirándolo de la cama, al tiempo que el se levantaba agitado.
Con el corazón retumbándole en el pecho, salió del cuarto, sacó su ropa aun húmeda de la secadora y huyó del departamento. Lo último que vio antes de cerrar la puerta tras de si, fue a Bryan, semi desnudo, en cuclillas en la sala, como si estuviera rogando; en esta ocasión no tuvo dudas, estaba llorando