La Forma del Amor - Capitulo 4 -
Finalmente Sergio y Bryan tienen una cita, pero lo que parecía una noche de diversión se torna en un espectáculo deplorable
Antes de iniciar, me gustaria agradecer a la gente que me ha escrito dandome su opinion y compartiendome su sentir, sus mensajes me impulsan a seguir adelante. Si tienes alguna duda, opinion o comentario, sientete libre de escribirme y te respondere con gusto
IV
Máscaras
- Sergio –
¡Qué grosero!
¡Qué bruto y qué grosero!
Te perdono porque sé que eres un pobre pordiosero
¡Qué grosero!
¡Qué bruto y qué grosero!
Eso tengo por llevarme con bandidos como tú
“Que Grosero” – Las Ultrasonicas
Hacia un rato ya que Sergio había acabado con su proyecto; sin embargo, seguía sentado en su restirador, contemplando el jardín trasero de su casa con inusitada nostalgia. El sol ya casi se había ocultado y las sombras largas que proyectaban los arboles dibujaban siluetas amorfas en el césped.
- ¡La cena esta lista! – Gritó una voz femenina sacando a Sergio de sus meditaciones.
Sergio bajó de su banco y se estiró como un gato. Aun algo agarrotado salió de su cuarto, el agradable aroma de la comida se volvió mas denso y confortante. Tal vez algo de tiempo con su familia le vendría bien.
¿Vas a cenar con nosotros, Hijo? – Preguntó la madre de Sergio, al verlo entrar al comedor
Si, ya terminé mis proyectos y me merezco un descanso.
Me da gusto que salgas de esa covacha y convivas con tu familia. – Agregó su padre, quien lo contemplaba sereno desde la cabecera de la mesa.
¡Papá! Sabes que no es porque no quiera…
Solo estoy bromeando. – Replicó el hombre, sonriendo. – Que bueno que nos acompañarás hoy
¡Miren lo que trajo el ratón! Exclamó una tercera voz, la hermana de Sergio, quien le dio la vuelta a la mesa y se sentó frente a su hermano. - ¿A que debemos el honor, hermanito? Pensé que iras a la fiesta de la chica esa de la universidad.
Si, bueno, Mariana… la verdad no tengo ganas.
¿No tienes con quien ir?
¡No me molestes! ¡Enana!
¡Niños! – Exclamó el padre en tono de ultimátum. – No discutan, quiero tener una cena familiar en paz, para variar.
¡No estamos discutiendo, papá! – Replicó la chica sonriente.
¿De qué fiesta estás hablando, Mariana? – Inquirió la madre interesada.
Es solo una fiesta mamá. – Respondió Sergio sofocado por tanta atención. – Es cumpleaños de una de las chicas de la facultad y organizó una fiesta en su casa.
¿Y porque no vas solo?
¡No se trata de eso! Yo…
El timbre de su celular interrumpió sus palabras, toda la familia volvió la mirada hacia el, esperando a que tomara el teléfono. Abochornado sacó el celular de su bolsillo, no reconoció el número, pero ante la insistente mirada de su familia contestó.
¿Bueno?
¿Sergio? - Preguntó una voz masculina que Sergio recordaba, pero no lograba ubicar.
Si, ¿Quién habla?
Soy Bryan.
¡Ah! Bry… - Sergio se atragantó con el nombre, recordó que su familia estaba atenta a todo lo que decía; no quería atraer mas la atención. - …Permíteme un momento, ¿Sí? Voy a tomar la llamada en mi cuarto, ¿Ok? – Esta vez se dirigía a su familia quien aún lo contemplaba con curioso interés.
Tan pronto como se lo permitieron sus pies, Sergio se levantó de la mesa y volvió a su cuarto, se aseguró de que la puerta estaba cerrada y retomó la llamada.
¡Perdón por eso! estaba… ocupado.
Si interrumpo, llamo en otro momento.
¡No, no, no! – Exclamó mas ansiosamente de lo que hubiera querido. – Es decir, no interrumpes.
¡Bien! – replicó Bryan riendo. – Espero no molestarte, Rodrigo me pasó tu número.
¿En serio? Esas no son siempre buenas noticias.
¿Por qué lo dices?
Por nada… eh… mejor dime, ¿qué puedo hacer por ti?
Bueno… quería saber si querías ir conmigo a la fiesta de Gabriela.
El corazón de Sergio, de por si acelerado por la llamada, empezó a latir con ritmo de doble estacato al escuchar la invitación.
¿Piensas ir? – Preguntó el chico queriendo mostrarse tranquilo, aunque tras pensarlo un segundo sus palabras le sonaron un tanto estúpidas.
No sé, la verdad no tenía muchas ganas, pero luego recordé como me fui el día de la función y quería disculparme, tal vez conocernos mejor y pensé que sería una buena oportunidad. – Bryan hizo una brevísima pausa que no hizo mas que incrementar la ansiedad de Sergio. Tras unos segundos, rio alegremente y continuó. - ¿Pero que estoy diciendo? Seguramente ya planeabas ir con alguien mas, Creo que Rodrigo mencionó que iría contigo o algo así, ¡No sé! No suelo ponerle mucha atención.
Y seguramente después te invitó a ir con el, ¿no? Es un tonto, Yo lo he tenido que aguantar toda mi vida.
O sea que el y tu…
¡No, por dios! ¡No! – Exclamó Sergio horrorizado. – Es mi vecino, lo conozco desde que éramos niños.
¡Oh! Bueno, eso explica muchas cosas… en fin, entonces…
¡Claro! Me encantaría ir contigo.
Excelente, ¿paso por ti? Si me das tu dirección yo…
¡No! – Exclamó nuevamente en un tono demasiado alto, Sergio maldijo nuevamente su falta de tacto, pero si Brian venía por el a su casa las preguntas empezarían y no quería problemas de ese tipo. – quiero decir… Eh… preferiría pasar yo por ti.
Ok… - Replicó Bryan en tono confundido. – No hay problema, te envío mi dirección por mensaje
Paso por ti alrededor de las 9, ¿Ok?
Bien, te veo en la entrada del edificio.
Sergio colgó, una sonrisa tonta se dibujó en su rostro, tenía mucho que no se sentía tan ilusionado por una cita. Sin perder mas tiempo empezó a prepararse, tomó un baño, buscó entre su ropa algo que le sentara bien y mientras lo hacía no podía dejar de voltear a ver la fotografía que tenía en el alfeizar de su ventana: Ahí estaba el, un par de años mas joven; a su izquierda estaba Rodrigo con su sonrisa de conquistador en el rostro y a su derecha un chico delgado de rasgos masculinos, piel morena y ojos oliváceos.
Erick… - Susurró pensativo al mismo tiempo que una sonrisa amarga se dibujaba en su rostro. – No puedo creer que ya hayan pasado dos años. Desperdiciamos mucho tiempo, pero no voy a dejar que pase lo mismo.
¡Vaya, vaya! Sergypoo consiguió cita para la fiesta. – Exclamó Mariana desde la puerta.
¿Qué no te enseñaron a tocar? – Replicó Sergio recuperándose del susto que le había causado su hermana. – ¡Y sabes que no me gusta que me digas así!
Ignorando a su hermana, Sergio se acomodó el cabello, y empezó a abrocharse la camisa.
¡Huh! Baño, Camisa nueva, y la loción cara. – Agregó Mariana olfateando el cuello de Sergio. – Esto es algo serio. Dime, ¿Quién es ella?
¿Por qué tienes que ser tan entrometida?
¡Porque me interesa verte contento! Aunque no lo creas, me da gusto verte salir. Desde que murió Erick te volviste muy ermitaño.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo al escuchar el nombre de su amigo pronunciado en voz alta y con tal ligereza. El sabía que su hermana no tenía mala intención, pero aquellas palabras le chocaron. Molesto, se desabrochó la camisa y la arrojó a la cama.
¡Me veo fatal!
Sergio… - Susurró ella apenada. – Perdón, se me olvida que tanto te duele, discúlpame si te molesté. Yo tengo a toda la gente que quiero cerca, no sé que haría si perdiera a mi mejor amigo.
Sergio contuvo una sonrisa amarga. Ni ella ni nadie entendía lo que en realidad sentía, ni que tanto le había dolido, después de todo, Solo el y Rodrigo sabían en realidad lo que había pasado ese día.
No te preocupes. – Respondió el, un tanto tajante. – ya sabes que cuando me agarra la depre me pongo mal. Mejor dime, ¿qué camisa se me ve mejor?
Creo que la Roja. – Exclamó ella señalando una de las camisas que Sergio mantenía en alto
Eso pensé. Te agradecería que me dejaras solo para terminar de arreglarme.
Esta bien, solo quería que supieras, – Le dijo confidencialmente mientras el se ponía la camisa nuevamente, – Que me da gusto que sonrías de nuevo.
Luego de darle un beso en la mejilla a su hermano, Mariana salió cerrando la puerta detrás suyo. Una vez solo, soltó un enorme suspiro y mientras terminaba de vestirse la angustia de que su familia se enterara de los detalles de su vida no lo dejó respirar con tranquilidad.
Tras 45 minutos de intentos, Sergio se conformó con un pantalón de vestir negro, una camisa vino y zapatos negros, tal vez iba algo formal, pero se le estaba haciendo tarde, sus nervios e incertidumbre habían sacado lo peor de el. Apresuradamente consultó su celular, ya estaba ahí el mensaje con la dirección de Bryan. Tan discretamente como pudo tomó las llaves de su auto y salió en silencio de su casa, justo cuando arrancaba y empezaba a pensar que había esquivado a su familia, un mensaje llegó a su celular; el texto era de su padre: “Diviértete y no llegues muy tarde. PD: Nos da gusto que hayas encontrado a una chica con quien salir, aunque sea de último momento”. En otras circunstancias, – o en otra vida, pensó. – se habría sentido feliz de recibir un mensaje así, pero aquellas palabras solo aumentaban su angustia. Decidió borrar el mensaje, fuera de su vista, fuera de su mente. Quería disfrutar esa noche tanto como pudiera.
Sergio manejó despacio, no deseaba llegar demasiado temprano; además la casa de Bryan no estaba lejos. Encendió el estéreo, bajó la ventanilla y dejó que el aire nocturno le llenara los pulmones. Por primera vez en un largo tiempo se sentía vivo y con ánimos de hacer algo mas que languidecer en su casa. No sabía que esperar, después de todo la cita podría ser un fracaso, pero tenía la corazonada de que las cosas saldrían bien, había algo, aun no identificaba que, Que encontraba familiar en Bryan. Ya lo había notado desde aquella vez que lo vio actuar hacía meses; cierta magia en su manera de moverse, en sus ojos, lo dejó con el deseo de conocerlo en persona, pero su depresión y sus miedos no se lo habían permitido, hasta que finalmente reunió el valor de acercarse y preguntar por el.
La primera impresión había sido confusa en el mejor de los casos, a pesar de que había sentido “algo” al momento que cruzaron miradas, Bryan no tardo en salir corriendo. Su amigo Uriel se disculpó profusamente y prometió hacer lo posible por ayudarlo a que se conocieran, pero no pensó que fuera tan pronto. Sergio se había prometido así mismo que si se daba la oportunidad la tomaría en el acto.
Así que aquí estaba, 8:55 y ya estaba en el edificio de departamentos que indicaba la dirección, el lugar parecía enorme, no sabía por dónde entrar, aunque la preocupación no le duró; cien metros mas allá, estaba Bryan agitando los brazos en un intento de llamar su atención. Conforme se fue acercando, notó que Bryan había optado por un look mas casual: jeans, tenis, una playera blanca y un hoddie azul sin mangas; Sergio se sintió estúpidamente incómodo al ir mucho mas formal.
¡Que tal! – Saludó Bryan mientras subía al auto y le extendía la mano a Sergio para después atraerlo hacia si y darle un abrazo. El chico, sorprendido e incómodo, no alcanzó a corresponderlo
Eh… Hola. – Respondió Sergio reacomodándose en su asiento.
Perdón, ¿Te incomodé? – Preguntó Bryan confundido.
No, perdóname tu a mi. No estoy acostumbrado a saludar tan efusivamente, ya sabes, costumbres raras que tiene uno.
No te fijes. - Respondió Bryan quitándole importancia al asunto. - ¡wow! No sabía que la fiesta era formal… eh, si me das un momento voy y me cambio.
¡No! – Interrumpió Sergio riendo, Bryan lo miró confuso. – No, es que… ¡Dios! – Tras controlar sus carcajadas continuó. – La verdad no sabía que ponerme, quería impresionarte.
Bryan se le quedó mirando al mismo tiempo que su rostro empezaba a enrojecer; una mal disimulada sonrisa se pintó en sus labios, Sergio lo imitó.
Debo admitir, – Exclamó Bryan aun en medio de su ataque de risas, – Que te ves muy bien.
Gracias. – Ahora fue el turno de Sergio para ruborizarse. - ¿Nos vamos? – Bryan asintió, Sergio puso en marcha el motor nuevamente y salieron hacia la noche.
Disculpa que sea suspicaz. – Empezó Bryan rompiendo el silencio que se había extendido por un par de minutos. – pero… ¿por qué decidiste acercarte y presentarte ese día en la escuela?
Sergio casi frena de la impresión, no pensó que Bryan fuera a ser tan directo. Aprovechando el alto, bajó el volumen del radio y luego de pasar saliva respondió.
Bueno, quería conocerte. Hace meses te vi en una función y me llamaste la atención. – Sergio buscó las palabras, quería expresar lo que Bryan le había inspirado sin dejar ver demasiado de si mismo. – había una… “magia” alrededor tuyo, era como si te sintieras libre ahí.
Si, es algo muy similar a lo que siento cuando estoy en el escenario. – Replicó Bryan, en su rostro había una expresión de sorpresa singular. – Perdón por hacer una pregunta tan estúpida. Debería agradecerte por aceptar mi invitación. Es que a veces soy un tanto hermético con mi vida personal.
No te disculpes, lo entiendo, no siempre es fácil, además estamos conociéndonos, es natural que tengas tus dudas. Además, yo soy el que debería sentirse honrado, estoy seguro que tenías varias invitaciones para salir hoy.
Si, claro. - Bryan soltó una risa que asemejaba mas a un ladrido. – No, Sergio, no salgo con nadie y tampoco tengo novio, por si te interesaba saberlo. – Agregó con una media sonrisa que Sergio no supo interpretar.
¡Llegamos! – Exclamó Sergio mientras frenaba de golpe. Ambos se tuvieron que reacomodar en el asiento después de tan brusca parada. Algo no se sentía bien, aquella media sonrisa reflejaba algo extraño, torcido, que nada tenía que ver con la impresión que había tenido de Bryan en las ocasiones anteriores.
Sergio solo atinó a sonreír tontamente mientras Bryan lo miraba desconcertado. Tras unos segundos de incómodo silencio ambos bajaron del auto; frente a ellos estaba la casa de Gabriela, aun desde la banqueta se escuchaban claramente la música y las voces de sus invitados. Sergio se volvió mirando a Bryan, el sonrió nuevamente y con una elegante reverencia le cedió el paso.
Después de ti.
Gracias.
Mientras avanzaba por el camino de gravilla, Sergio sintió un escalofrío, acababa de darse cuenta de que era lo que lo había perturbado, aquella sonrisa tan perfecta y ensayada no le llegaba a los ojos. La sonrisa de Bryan era falsa.
La noche, al igual que la sonrisa de Bryan empezó a torcerse. En cuanto Bryan entró por la puerta hizo todo lo posible por volverse el centro de atención; no le resultó difícil, después de todo con su carisma y apariencia podía robar las miradas que quisiera. Sergio, horrorizado, notó que era algo muy similar a lo que hacía cuando estaba en el escenario, casi como si se hubiera transformado en otra persona, pero a diferencia del actor, esta parecía ser una versión reducida y barata, como si un prodigio de magia hubiera sido reemplazado con un truco barato y evidentemente falso. Sergio se vio arrastrado a una vorágine de saludos y pláticas banales; Bryan lo paseó por todo el lugar como si fuera un trofeo y haciendo notar de manera muy obvia que venían juntos.
Bryan, ¿Qué te pasa? – Le recriminó Sergio mientras hacían una breve parada en la mesa de las bebidas.
¿A qué te refieres? – Le respondió el mientras se servía mas tequila. Luego de vaciar el caballito de un golpe vio en derredor de el, como si buscara a alguien. - ¿No te estas divirtiendo?
¡No! Te la has pasado tomando y llamando la atención desde que llegamos.
¡Solo me estoy divirtiendo! – Replicó Bryan acercándose mucho a Sergio, el chico pudo percibir el alcohol en su aliento y sus azules ojos cubiertos por una nube acuosa. – Ven, vamos a bailar.
Sin miramiento alguno, Bryan arrastró a Sergio hasta la sala donde varias parejas bailaban. Con movimientos dramáticos se colocó en el centro y comenzó a contonearse al ritmo de la melodía electrónica que sonaba en ese momento. Sergio se quedó impávido, Bryan se movía lasciva e incitantemente, la escena le disgustó; No comprendía como el chico que era capaz de hacer magia en el escenario se comportara como un patán en la vida diaria.
Decidió irse, dio media vuelta y fue entonces que las piezas cayeron en su lugar. Detrás de ellos, al otro lado de la sala, estaban Gabriela y su novio. Sergio conocía de vista al chico, ya lo había visto en varias ocasiones con ella y acompañando a Bryan. La chica parecía furiosa, al parecer Bryan le estaba robando el foco de atención que ella tanto anhelaba.
- Sergio. – Llamó Bryan jadeante, el se volvió y de súbito sintió los labios de Bryan sobre los suyos.
El beso lo tomó por sorpresa por lo que tampoco pudo detener las manos agiles de Bryan que reptaron por su cuerpo aferrándose a el. Por un momento no supo que hacer, se sintió asqueado y molesto; un amargo sabor le llenó la boca y no era solamente el aliento alcohólico de Bryan, era el haberse dado cuenta de que estaba siendo usado. De un fuerte empujón se desasió del férreo abrazo.
¿Qué te pasa? ¡Imbécil!
Pensé que nos estábamos divirtiendo. ¿No querías salir conmigo?
¡No si es para darle celos a alguien mas! – Bryan retrocedió como si Sergio lo hubiera abofeteado, el azul de sus ojos se aclaró un poco y una expresión apenada llenó su rostro.
Lo siento…
Como salida de la nada, Gabriela se interpuso entre ambos chicos y sin preámbulo besó a Bryan en la boca. Los demás invitados ya los habían rodeado y miraban la escena en un silencio expectante, Gabriela sonrió por un segundo antes de que Bryan la empujara violentamente terminando el forzado beso.
¡Pero bueno!, ¿a ti que te pasa?
Pues te vi besando a Sergio, y pensé que estabas regalando besos, así que pensé venir por el mío. – Respondió Gabriela guiñándole un ojo.
¿Estas loca? ¡Ni aunque me pagaran accedería a besarte!
Entonces me vas a decir que besaste a este maricón porque te gusta, ¿No?
¡No te atrevas a llamarlo así! ¿Me oíste? – Exclamó Bryan, sus ojos despedían chispas. – Suficiente hice ya pasándome de pendejo con el, como para que lo denigres de esa manera.
La respuesta tan fiera tomó por sorpresa tanto a Gabriela como a Sergio. El sonrió, por un segundo vio un atisbo del Bryan que le había gustado meses atrás, aunque aquel brillo desapareció rápidamente tras volver la mirada hacia donde estaba Kyan.
El chico contemplaba la escena mudo, su rostro tenía tal expresión de miedo y confusión que casi era cómico. Las miradas de Gabriela y Sergio siguieron a la de Bryan; la sala continuaba en silencio, todos querían saber que pasaría a continuación.
- Si quieres jugar a eso, Gabriela, entonces no te importará que bese a tu novio. - Gabriela soltó una risotada histérica de incredulidad, como retando a Bryan a que lo hiciera. El chico no se amilanó, le dio una última mirada a Sergio en la cual se leía que tan arrepentido estaba por haberlo arrastrado a este punto y enseguida caminó con decisión en dirección a Kyan.
Solo hasta ese momento Kyan reaccionó. dudoso empezó a caminar hacia atrás tropezando con varios muebles en el intento, intentando escapar de la sombría figura en la que se había convertido Bryan. Al final dio contra la pared; estaba acorralado. Asustado, contempló como su amigo ponía sus firmes brazos uno a cada lado suyo, negándole cualquier escape; Kyan cerró los ojos y tensó su cuerpo preparándose para lo que venía. Pudo sentir el calor que desprendía el cuerpo de Bryan, su aliento tibio, sus labios casi rozando su piel y luego nada.
Pasaron un par de segundos en los que el silencio continúo ininterrumpido, Kyan abrió los ojos, Gabriela aún estaba al otro lado del cuarto, su pose denotaba que tan molesta estaba y sus ojos que estaba a punto de romper a llorar. A su lado Sergio parecía un tanto asqueado y dolido, los invitados aun los rodeaban, pero Bryan no estaba a la vista. Tras mirar a todos lados logró ver su figura saliendo a toda prisa.
- ¿¡Por qué lo dejaste hacer eso!? – Le gritó Gabriela histérica. – No tuvo suficiente con arruinar mi fiesta de cumpleaños, ¿y remata con esto? ¡Acosando a mi novio! ¡Respóndeme!
Kyan se le quedó viendo a su novia como si fuera alguna clase de animal exótico o como si todo el reclamo se lo hubiera dicho en algún idioma extraño. Simplemente no respondió, volvió su mirada al lugar por donde había salido Bryan y sin saber porque lo siguió.
Sergio había visto toda la escena con una especie de incredulidad, como si viera un drama del que de alguna forma ahora era parte, pero no lograba entender. Con cierto gusto malsano vio como Gabriela comenzaba a llorar, algunas chicas se acercaron a ella para consolarla, el silencio del momento se rompió y miles de conversaciones estallaron al mismo tiempo. El ya no tenía nada que hacer ahí, tan discretamente como pudo salió de casa de Gabriela, una vez fuera esperó encontrar a Bryan o a Kyan, pero no estaban por ningún lado.
Con un paso lento y relajado caminó hasta su carro. Por alguna razón se sentía curioso, ansioso de saber mas de la historia de Bryan, tenía que haber una explicación a semejante circo, Suspirando entró a su carro, y luego de mirar en el asiento del pasajero no pudo evitar reír de nuevo, ahí, olvidado, yacía el celular de Bryan.