La Forma Del Amor - Capitulo 12 -

Tras la tormenta viene la calma y la hora de las decisiones importantes

Cap XII

- Bryan/Kyan -

Caminos

I've found a reason for me

To change who I used to be

A reason to start over new

And the reason is you

“The Reason” - Hoobastank

En retrospectiva, el periodo que Bryan pasó en el hospital fue uno de los mas agradables que hubiera tenido desde hacía mucho tiempo. Finalmente se había entregado al vacío al que tanto temía y había sobrevivido. La experiencia de perder prácticamente todo le había dado una nueva perspectiva y el deseo de rehacer su vida. Bryan se dio cuenta de cuanto dolor había llevado a cuestas durante los últimos años: el rechazo de su familia, la muerte de Héctor, su soledad, la fallida relación con Kyan… El choque que imprudentemente había provocado lo llevó a tocar fondo y a reabrir sus heridas, pero, contrario a lo que se pudiera pensar, le permitió sacar todo el dolor acumulado en su corazón, dejándolo limpio, prístino, permitiéndole ver las cosas con claridad por primera vez en mucho tiempo

Tras su previa y traumática experiencia en un hospital, Bryan descubrió con agrado que sus días de recuperación pasaron tranquilos, ociosos, soleados y felices. Con frecuencia recibía la visita de los amigos a quienes había apartado de su vida, Uriel solo o acompañado de Christian y sobre todo de Sergio.

El chico pasaba muchísimo tiempo con él, le acompañaba en sus terapias físicas, conversaban durante horas y en más de una ocasión lo acompañó en esas noches donde la soledad acechaba de nuevo y le ayudaba a combatirla. Y sin la constante presencia de Kyan, se dio cuenta de que tan nociva había sido su obsesión con él, y que tanto amor había a su alrededor; día a día el anhelo de empezar desde cero con una persona nueva era mas grande.

Finalmente, justo el día que lo iban a dar de alta, Bryan se armó de valor y mientras Sergio le ayudaba a poner en orden sus cosas y papeles.

  • ¿Sabes? – Exclamó Bryan pensativo. – Antes no entendía porque Uriel decía que estaba reemplazando a Héctor con Kyan. Sonaba ridículo, ¡Hasta incestuoso! Pero tenía razón, ahora lo comprendo

  • ¿A qué te refieres? – Preguntó Sergio sentándose en la cama, junto a el.

  • Cuando Héctor quedó en coma, me pasé el año completo en el hospital, cuidándolo, hablándole, leyéndole, llorando por él y rogando que despertara y que todo volviera a ser como antes. Claro que esto ya lo sabes. - Sergio desvío la mirada, apenado. – No tienes porque apenarte, si Uriel te lo contó es porque era importante y tenía razón… ¡Carajo! Casi siempre la tiene. En fin, el caso es que durante ese tiempo estuve en una especie de limbo, justo como estaba Héctor en ese momento: sin vivir, continuando viviendo, haciendo que cada día se emponzoñara con una esperanza infecta. Sí, deseaba que despertara, pero si la alternativa era que muriera deseaba quedarme flotando en ese espacio donde nada ocurría; me era mas fácil sufrir que enfrentar la realidad

No lo admitiría enfrente de mis tíos, pero lo que hicieron fue lo correcto, por mucho que me doliera, desconectarlo era lo mejor

  • ¿Tan mal estaba? – inquirió Sergio tomando la mano de Bryan

  • Si, lo hablé mucho con los doctores. Incluso si hubiera llegado a recuperar la conciencia hubiera quedado como un vegetal. Él no hubiera querido eso. – Replicó Bryan mientras las lágrimas se le escapaban. – La cuestión es que, con Kyan estaba en la misma situación, en un punto donde deseaba estar con el, y vivía con la duda de si quería o podía corresponderme. Una persona cuerda se habría alejado, pero yo me aferré a una ilusión con tal de no sufrir y al mismo tiempo cerré mis ojos a todo lo demás

  • Bryan, no fue tu culpa

  • Lo sé, pero tampoco puedo evadir mi responsabilidad en el asunto. Además, - Añadió limpiándose las lágrimas. – Es la primera vez que puedo hablar de esto, admitirlo y sentirme libre de todo ese dolor; y hay una razón importante para todo esto

  • ¿Cuál es?

  • Tu. – Sergio enrojeció de inmediato y Bryan, aprovechando que ya estaban tomados de la mano, lo atrajo hacia sí. – Quiero agradecerte, de no ser por ti no habría podido enfrentarme a todo esto, y aunque metí la pata de manera monumental mas de una vez, me gustaría que me dieras la oportunidad de…

El súbito sonido de la puerta del cuarto abriéndose de golpe y el alegre saludo de Christian cortó de tajo la declaración de Bryan

  • ¡Bryan, buenas! Aquí está la maleta que… - Christian se interrumpió de inmediato, mientras veía con un gesto entre cómico y apenado, la escena que había interrumpido: Frente a él, inmóviles y apenados, estaban Bryan y Sergio tomados de la mano, sus rostros a escasos centímetros el uno del otro. – Creo que Debí haber tocado antes

  • Está bien. – Exclamó Sergio incorporándose. – Igual tenía que buscar los papeles para el alta

Bryan vio con gesto decepcionado como Sergio se alejaba de la cama y salía del cuarto, no sin antes dedicarle una sonrisa coqueta

  • ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! – Canturreó Christian acercándose a la cama y juntando las manos en un gesto de ruego. – De haber sabido que estabas romanceando con Sergio…

  • ¡Párale a tu rollo! No tienes porque disculparte. – Replicó Bryan a punto de soltar la carcajada, encontraba todo el asunto muy gracioso. – Ya habrá tiempo de eso después. Y hablando de romanceo, ¿Qué onda contigo y Uriel? Siempre vienen juntos, no he tenido chance de preguntar… ¿ya andan?

  • Bueno… No sé

  • ¿Cómo que no sabes?

  • Bueno, hemos estado saliendo y el día del accidente nosotros… - Christian se detuvo de súbito, sonrojándose notablemente al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir

  • ¡Oh por dios! ¡Ya lo hicieron! ¡Cuéntamelo todo! – Exclamó Bryan batiendo palmas notablemente emocionado

  • No, si, es decir… no sé, digo…

  • Tranquilo, solo estoy jugando. – Replicó Bryan entre risas, pero al ver que Christian solo le respondía con una tímida media sonrisa, se preocupó. – Chris, ¿Qué pasa?

  • Estoy preocupado por Uriel

  • ¿Por qué?

  • El día del accidente estuvo en mi casa, hablamos, me contó su historia con Miguel, lo que tuvo contigo, su ansiedad, todo. – Bryan no pudo evitar pasar saliva cuando oyó que Christian mencionaba su fallida relación con Uriel, si bien no era secreto, no era algo que ninguno de los dos mencionaba a la ligera. – Y si, si quieres saberlo hicimos el amor ese día.

Bryan sonrió enternecido al escuchar que Chris dijo “hicimos el amor”

  • Hemos estado saliendo, y ha sido genial, me gusta mucho pasar tiempo con el y me da muchísimo gusto que se haya abierto y haya compartido conmigo como se siente…

  • ¿Pero?

  • No sé, hay algo… a veces lo siento incómodo, temeroso. Podemos estar tranquilamente platicando y de repente su mirada se pierde, se estremece y veo en sus ojos una angustia horrible. Le he preguntado mil veces que le ocurre, pero me dice que no es nada, que está bien, pero sé que me oculta algo

Bryan se quedó en silencio por un momento, le dolía ver la expresión de preocupación en el rostro de Chris, lo que es mas, sabía exactamente a que se refería. Ya había visto a Uriel así antes, cuando de la nada algo le recordaba que Miguel existía, había sido tanta su angustia que a veces terminaba llorando desconsolado. Con el tiempo los accesos fueron disminuyendo en intensidad y frecuencia, hasta el punto de que desaparecieron casi por completo. La pregunta era ¿Por qué volvían ahora?

Sintiendo como se le revolvía el estómago de culpa, Bryan recordó la mañana de la función, donde le había echado en cara cruelmente a Uriel su incapacidad de olvidar a Miguel; y mas tarde se lo había reiterado aún mas agresivamente cuando discutieron en el ensayo. Uriel había estado lidiando con su depresión desde hacía mucho, y el, lejos de ayudarle, le había puesto el dedo en la herida.

Nuevamente se dio cuenta de que tan cegado lo había tenido su obsesión por Kyan, tenía muchas relaciones que sanar. Tras dar un suspiro de resignación y esbozar una ligera sonrisa, le respondió a Christian

  • Honestamente no sé qué pueda estarle pasando. – Mintió. – Pero ya sabes que es muy inseguro y trae muchas cosas arrastrando. Dale tiempo, sé que en su momento te dirá que le pasa; presionarlo tendría un efecto contrario, créeme, lo he intentado. Pero voy a hablar con él, necesito que sepa que cuenta conmigo

  • Él lo sabe. – Exclamó Chris correspondiendo la sonrisa de Bryan.

  • Te sorprendería saber que yo he estado dependiendo mas de la gente de lo que pudiera parecer. Es hora de que sea recíproco. – La sonrisa de Bryan se torció un poco al decir esto; pero tras una brevísima pausa mudó su rostro y con una genuina sonrisa agregó: - Y quiero que sepas que me da muchísimo gusto que estés con el. Eres una gran persona, ambos lo son, y me hace muy feliz que mi mejor amigo haya encontrado a alguien a quien amar y que lo ame de la misma manera

Chris, efusivo como siempre, abrazó a Bryan con fuerza. Enseguida entendió porque a Uriel le gustaba tanto, sus sentimientos eran genuinos, transparentes, de tal forma que uno no tenía que resolver rompecabezas emocionales para construir una relación. De pronto se encontró deseando conocer su historia, ser como el: sencillo y honesto consigo mismo

Un fuerte y deliberado toquido en la puerta los hizo volverse, desde el otro lado les llegó la amortiguada voz de Sergio

  • ¡Voy a pasar! ¡Espero no interrumpir! – Exclamó de manera exagerada para enseguida abrir la puerta lenta y parsimoniosamente. - ¿Ves, Chris? Eso debes hacer para evitar interrumpir declaraciones amorosas. Ahora, gracias a tu entrada, Bryan no sabrá mi respuesta

Chris estalló en carcajadas, la postura y actitud de Sergio, aunado a la cara de decepción de Bryan eran demasiado graciosas

  • ¿Cómo que no voy a saber tu respuesta?

  • Tendrás que vivir con la duda. – Replicó Sergio con una sonrisa burlona y guiñando un ojo

  • Bueno… Creo que mejor me retiro. No quiero ser la causa de mas decepciones amorosas. – Añadió Christian uniéndose a la farsa. – Caballeros, fue un placer. Espero, Lord Luna, que algún día me perdone por mi brusca intromisión. ¡Adiós!

Con esto, salió del cuarto cerrando la puerta tras de si en medio de ademanes exagerados

  • ¿A qué te refieres con que no voy a saber tu respuesta? – Reiteró Bryan acongojado

  • Ya tengo tu alta. Vamos, vístete, es hora de volver a casa. – Fue la respuesta de Sergio, mientras en su rostro se dibujaba una enorme y burlona sonrisa

Sergio llevó a Bryan a casa, a donde sus amigos lo esperaban con una pequeña fiesta de bienvenida. Bryan casi no podía creer que ese lugar que hasta hacia poco le resultaba silencioso y desolador, se hubiera convertido nuevamente en un hogar lleno de vida, esperanza y amor; y la idea de volver a la normalidad, a la cotidianeidad antes perdida nunca le había resultado tan deseable.

La reunión terminó temprano, y Bryan se encontró con la sorpresa de que tendría el departamento para el solo; Uriel pasaría la noche con Christian

  • Bueno, pensamos que querrías algo de tiempo a solas… O hacer algo, no se… – Replicó Uriel en gesto conspirativo cuando Bryan le preguntó

  • Bonito pretexto, ¿no será que tu quieres pasar tiempo a solas con Christian?

  • ¡Eso también! – Se apresuró a responder Christian mientras abrazaba a Uriel por la espalda.

  • Espera. – Interrumpió Bryan, picaresco. – Eso quiere decir que Uriel y tu…

  • ¡Si, Bryan! ¡Si! Christian y yo somos pareja, ¿Satisfecho? – Respondió Uriel fingiendo fastidio, pero la enorme sonrisa que iluminaba su rostro rompía todo el efecto. Mientras hablaba tomó la mano de Christian y reclinó su cabeza entre sus brazos

Bryan se enterneció al ver aquel gesto, y sobre todo al ver la expresión de paz en el rostro de Uriel. Sin embargo, de un momento a otro la expresión de chico cambió, su cuerpo se tensó, en sus verdes ojos una sombra de miedo y dolor opacó el brillo que habían mostrado antes. Preocupado al notar el súbito cambio, el mismo que Christian le había mencionado antes, Bryan intentó hablar, pero Uriel lo detuvo en seco

  • ¡Es hora de irnos! – Exclamó Uriel con la voz quebrada. – Nos vemos mañana. - Y deshaciéndose del abrazo, condujo a Christian afuera

  • ¿Qué fue eso? – Preguntó Sergio, quien también había notado el cambio de actitud en Uriel

  • Algo que tendré que atender después… – Respondió Bryan preocupado. Luego de una breve pausa, encaró a Sergio y tomándolo de la mano le preguntó: - ¿Quisieras quedarte?

  • ¿Esta noche?

  • Conmigo. Se que a veces soy insoportable y que aún tengo mucho que arreglar, pero si algo he tenido claro desde que desperté en el hospital, es que te quiero en mi vida.

  • ¡Qué curioso! Justo pensaba lo mismo. – Replicó Sergio para después besar a Bryan.


Kyan llevaba ya casi una hora frente al edificio de departamentos donde vivía Bryan; aun no reunía el valor para entrar y encarar al que había considerado su mejor amigo y a la persona por la que tal vez sentía algo.

Después de haber peleado con Bryan y corrido a Gabriela de su casa, se había quedado ahí, en el suelo, incapaz de moverse o hablar. había, casi literalmente, vomitado los secretos que llevaba guardados desde hacía mucho y lo había hecho de la peor forma posible, se sentía agotado.

Moviéndose mas por instinto que por convicción, se había limpiado y curado las heridas que se hizo en la mano con el cristal. Fue así como lo encontró su madre, con la mano vendada y la mirada perdida. La mujer, lejos de preocuparse por su hijo, comenzó a interpelarlo por haberla dejado hablando sola, por no comportarse como una persona madura y por el estado de la sala; la misma cantaleta de siempre. Kyan ni siquiera escuchó el sermón, su mente estaba lejos de ahí, intentando discernir que había pasado.

Por un segundo se imaginó explicándole a su madre que sentía algo por otra persona, persona a quien ella desaprobaba ferozmente y además era de su mismo sexo. La idea lo aterró, de ninguna manera podría enfrentar lo que sentía por Bryan y lo que ello podía implicar; su vida, como la conocía quedaría en el pasado y el, solo y miserable.

De súbito sus labios se abrieron y con voz átona y muerta pronunció su sentencia; iba a sacrificar su libertad, si, pero al menos estaría protegido de ese miedo que le estaba carcomiendo el alma

  • Lo siento, madre. – Susurró interrumpiendo el sermón de su progenitora. – Tienes razón. Lo siento, hare lo que me digas. Me iré contigo a España.

La mujer, sorprendida ante tal interrupción, rompió en llanto y empezó a balbucear algo de sentirse orgullosa y hacer planes para el futuro, para después retirarse bajo pretexto de estar agotada, no sin antes exigirle a Kyan que limpiara el desastre en la sala

Kyan, la observó subir por las escaleras, escuchó como se encerraba en su cuarto y luego el silencio y la penumbra. De nuevo, moviéndose por instinto, había empezado a recoger los vidrios y limpiar los obscenos goterones de sangre que decoraban el piso, sangre de Bryan que el había derramado.

A partir de ese momento, sus días se volvieron grises y sin sentido. Su madre había tomado el control de su vida nuevamente y esta vez con mas fuerza. Ella se encargó del papeleo escolar y de la venta de la casa; decidió vender también los muebles y obligó a Kyan a desechar todo lo que no fuera indispensable con tal de llevarse solo lo mas estrictamente necesario, bajo pretexto de que en España iniciarían desde cero. Con el paso de los días, Kyan se vio encerrado en una casa casi vacía, solitaria y silenciosa; podría haber gritado, pero nadie lo oiría y la peor parte es que el lo había querido así.

Kyan se sentía desolado, no se había dado cuenta de que Bryan había cambiado su vida, lo había sacado de ese capullo de seguridad y le había mostrado el mundo. Y entre mas vacío había en su vida, mas se encontraba anhelando la compañía de Bryan. Frenéticamente buscó alguna idea, algún pretexto para llamarle, para hablar con él, para pedirle que lo detuviera. Al cabo de unos días la halló: libros, libretos, comics, películas y una playera con una mancha de mostaza; todos pertenecientes a Bryan. Los juntó todos en una caja, agregó una nota garabateada con prisa y aferrándose a ella salió en dirección a casa de Bryan

Eso había sido hacia casi una hora, y aun se debatía entre si subir o no. Había dicho y hecho cosas terribles, ¿Bryan lo perdonaría? ¿Tan si quiera querría hablar con el?

  • ¿Kyan? ¿Qué haces aquí? – Exclamó la grave voz de Uriel sobresaltando a Kyan, quien enseguida se clavó en el suelo mirando asustado al chico. Lo acompañaba aquel otro muchacho a quien había conocido en el ensayo de hacía unas semanas. La boca de Kyan se movió, pero no logro emitir ningún sonido, solo atinó a extender sus brazos con la caja en ellos. - ¿Qué es esto?

  • Son de Bryan, quería entregárselos. – Susurró Kyan con dificultad

  • Kyan… no creo que sea el mejor momento…

  • Mañana me iré a España, con mi madre. – Continuó Kyan como si no hubiera escuchado a Uriel. Su voz subía y bajaba, era claro que luchaba por encontrar las palabras adecuadas. – Quería hablar con él antes de…

  • Si quieres nosotros se la podemos dar. – Dijo Uriel quitándole la caja de las manos a Kyan, el no hizo ningún esfuerzo por detenerlo, pero sus labios se siguieron moviendo

  • Necesito hablar con el porque… porque creo que siento algo por el

Uriel lo miró incrédulo y molesto, tras mesarse el cabello suspiró, le dio la caja a Christian para después tomar a Kyan por los hombros y encararlo

  • Kyan, no pretendo comportarme como un imbécil, pero tu sabes que eso no es cierto

  • ¿Qué? Tú no sabes… lo que pasó no es…

  • Sé lo que pasó, y a pesar de que los sentimientos de Bryan estaban trastocados venían de un lugar real. Luchó por ti, ¡Carajo! ¡Casi se mata por ti! Estaba dispuesto a enfrentarse a todo y a todos por estar contigo. ¿Harías lo mismo por el?

La pregunta lo petrificó. Uriel lo había abofeteado con la realidad de una manera tan contundente que fue incapaz de responder

  • Ya no se hagan mas daño, ambos se merecen ser felices… lejos el uno del otro. – Agregó Uriel para después irse acompañado de Christian. Se habían llevado la caja dejándolo ahí, solo, con la verdad

Kyan volvió a su casa. Aun mas desconsolado que antes, se tiró en la cama y se quedó ahí toda la noche, sin poder dormir y sin poder pensar en otra cosa que en las palabras de Uriel: “¿Harías lo mismo por el?”


Los tibios y brillantes rayos de luz que se colaban por entre las cortinas terminaron por convencer a Bryan de abrir los ojos. Por un momento se sintió desorientado, y es que, tras semanas durmiendo en el hospital, su cuarto le pareció desorientador.

Era curioso como a pesar de ser el mismo lugar parecía distinto, sin embargo, era su cuarto de eso no había duda, y se sentía tan bien estar en el. Un agradable aroma interrumpió sus pensamientos, sonriente, cerró los ojos y dio un profundo suspiro, permitiendo que su alma se llenara de aquella dulce fragancia; tras unos segundos perdido en el goce de aquel olor, abrió los ojos topándose con la visión que complementaba aquel aroma: Sergio durmiendo con la cabeza apoyada en su pecho desnudo.

La sonrisa de Bryan se ensanchó mientras veía la placidez con la que Sergio dormía arrullado por el acompasado movimiento de su propia respiración, con el negro y lacio cabello alborotado, su torso desnudo, su piel tibia, su mano alargada posada con suavidad sobre su abdomen, paralela a la cicatriz que Kyan le había dejado.

Con suavidad, extendió su mano hasta alcanzar la de Sergio, y con dulzura la envolvió sintiendo su calor, nuevamente cerró los ojos y se dejó llevar por la grata sensación que lo envolvía, y mientras lo hacía deseó que esa simple felicidad se quedara dentro de el.

  • Buenos días. – Susurró Sergio mientras buscaba a Bryan con la mirada. – ¿Como dormiste?

  • Como nunca. – Respondió Bryan sujetando con mayor intensidad la mano de Sergio. – ¿Y tu?

  • Excelente. – Respondió con una sutil risa. – ¿Tienes mucho despierto?

  • No, acabo de despertar

  • ¿Y que estabas haciendo?

  • Pensando… estaba pensando

  • ¿En qué?

  • En que tanto hacía que no me sentía tan bien, tan completo, tan feliz. – respondió Bryan, soñador. - Deseo despertar así siempre

Y tras decir esto se besaron, larga y dulcemente, y en los labios de ambos iba implícita la promesa que se habían hecho el uno al otro

  • No se tu Sergio, pero yo me muero de hambre. – Exclamó Bryan tras dar un pequeño y último beso en los labios de su amante

  • Yo también. Supongo que la comida de hospital no es muy buena, tengo la impresión de que adelgazaste

  • ¡Si! – Respondió Bryan en un sonsonete chillón. - ¡A este paso moriré en los huesos! Así que mejor preparo el desayuno, ¿Se te antojan unos hot cakes? – Preguntó Bryan mientras se levantaba y comenzaba a vestirse

  • Suena bien. - respondió Sergio sonriendo. – Pero si no te molesta me voy a bañar mientras los preparas

  • ¡En absoluto! ya lo sabes, mi casa es tu casa. - Sergio asintió sonriendo y levantándose de la cama fue en dirección al baño.

  • ¡Que ni se te ocurra! – Gritó Sergio súbitamente al sentir la ardiente mirada de Bryan seguirlo a cada paso

  • ¡¿Qué!? – Preguntó el otro, sobresaltado sin poder quitar la mirada al definido y sensual cuerpo desnudo de Sergio

  • Tengo mucha hambre como para un mañanero. – respondió guiñando el ojo

Una risita de complicidad escapó de los labios de Bryan, quien, resignado, se dirigió a la cocina, no sin antes encender el estéreo llenando la casa con la voz de Doug Rob interpretando “the reason”

Mientras cocinaba el timbre de su celular comenzó a sonar insistentemente; Bryan contestó malabareando con las sartenes

  • Espero no molestarte. – Le llegó la voz de Uriel algo mas ronca que de costumbre, como si hubiera pasado la noche en vela, fumando

  • ¿Uriel? ¿Estás bien?

  • Eh estado mejor, pero eso no importa, escucha, hay algo que tengo que decirte y espero no joderte la mañana con esto

  • Ok… Me estas asustando

  • No es nada grave. Anoche, cuando salimos nos encontramos con Kyan

  • Aha…

  • Tenia una caja con cosas tuyas y quería verte. – Uriel hizo una pausa inusualmente larga que no hizo sino desesperar a Bryan

  • ¿Y qué pasó? ¿Por qué no entró?

  • Le dije algunas cosas… no se si estuvo bien. Ya sabes que se me va la lengua… No le dije nada cruel o malo, pero tal vez fui demasiado directo

  • Bueno, sea lo que sea ya no lo puedo arreglar. El tomó su decisión y… - A pesar de que Bryan tenía la firme idea de dejar a Kyan en el pasado toda la conversación le estaba dejando un mal sabor de boca

  • No es todo… me dijo que cree que siente algo por ti, y que se va a ir a España con su mamá, la mentada caja tiene una nota con los datos del vuelo. – Un incómodo silencio llenó la línea. Tras casi un minuto y pensando que la línea se había cortado, Uriel exclamó: - ¿Bryan? ¿Sigues ahí?

  • Si… es solo que acabo de quemar el desayuno. – Había molestia en su voz. Mientras arreglaba el estropicio y abría la ventana de la cocina para ventilar el olor a quemado, agregó: - Uriel, ¿porque me dices todo esto?

  • Honestamente pensaba quedarme callado, pero esto del silencio hace daño. Además, no tengo derecho a decidir por ti. Se lo difícil que es tu historia con él, sé que estas avanzando por un camino diferente, pero sigue siendo decisión tuya… Discúlpame, no quería causarte molestias

  • No tienes porque disculparte, hiciste lo que creías correcto y tienes razón, la decisión es mía. Ahora, si me disculpas, tengo mucho en que pensar

  • Vale, te veo mas tarde

  • Y Uriel, tenemos que hablar, pero será después. Salúdame a Christian y agradécele por poner prudencia en esa cabecita tuya

Bryan colgó antes de darle tiempo a Uriel de responder, y apenas levantó la mirada del teléfono, vio a Sergio acercarse por el pasillo, envuelto en una toalla y con gesto de preocupación

  • ¿Qué pasó aquí? ¿Estás intentando quemar la casa?

  • Accidentes de cocina. Ven, siéntate, necesitamos hablar. – Pidió Bryan mientras servía café

Bryan hizo un somero resumen de lo que Uriel acababa de contarle; Sergio lo escuchó pacientemente dando ocasionales sorbos a su taza de café

  • Bryan, – Comenzó Sergio dejando su taza en la mesa. – No entiendo porque esto te causa tanto conflicto. Ambos tomaron su decisión, no sé el, pero no creo que tu te quieras retractar

  • No, no pienso hacerlo. Es solo que deseé durante tanto tiempo que esto ocurriera y ahora que decidí dejarlo atrás ocurre. Que irónico. – Exclamó Bryan con una sonrisa amarga en el rostro. – Además no puedo evitar sentirme culpable

  • ¿Por qué?

  • Creo que le hice mucho daño a Kyan, y no hablo solo de la pelea que tuvimos. Todo este juego de secretos y toda la carga que le di siendo mi salvavidas… no fue justo. El tiene sus propios problemas… el hecho de que haya preferido irse a vivir con su madre al otro lado del mar en vez de enfrentar las cosas… no quiero ni pensar lo que debe estar sufriendo. Pero ya lo dijiste, el tomó su decisión y yo la mía, ambos viviremos con eso

  • ¿Por qué no vas a despedirte de el? – Preguntó Sergio sonriente. – Eso es lo que quieres, ¿cierto?

  • ¿Cómo lo…?

  • Yo habría hecho lo mismo, además, - Agregó Sergio tomando las frías y temblorosas manos de Bryan. – Te quiero y confío en ti. Se que si haces esto es por que es necesario; y no tengas duda de que tienes mi apoyo

  • Gracias. – Exclamó Bryan tomando la mano de Sergio y poniendo la en su mejilla. – Por darme la oportunidad de empezar de nuevo, sin dolor, sin drama. Nunca pensé que amar a alguien pudiera ser así

  • Gracias a ti por confiar en mi. – Y estirándose por encima de la barra de la cocina besó a Bryan. – Eso si, después de que me vista voy a hacer yo el desayuno, me niego a comer hot cakes calcinados


La mañana encontró a Kyan tumbado en su cama, no había dormido, aun llevaba puesta la ropa del día anterior y se sentía miserable. La luz que entró por su ventana no hizo mas que resaltar el vacío y frialdad que había a su alrededor; ni muebles, ni ropa, ni nada. Al ver que su cuarto y su vida estaba tan vacía de todo y llena de nada se le revolvió el estómago.

  • ¡Kyan, apúrate! Aun tenemos mucho que hacer antes de irnos al aeropuerto. – Llegó el imperioso grito de su madre desde la sala

  • Ya voy. – Respondió él con voz átona, para enseguida levantarse, desnudarse y meterse a bañar

Ausente y sin motivación realizó su rutina diaria, como lo había hecho desde hacía semanas. Su madre, lejos de preocuparse por su falta de ánimo, lo había felicitado repetidamente, reiterando lo orgullosa que estaba de su actitud dócil y cooperativa; Kyan solo sonreía sin ánimo y continuaba haciendo lo que ella le ordenaba.

Ese día no había sido diferente, pero cuando subieron al taxi en dirección al aeropuerto, el peso de su decisión comenzó a calarle hondo. No era solo el hecho de que había rechazado a Bryan, a Gabriela y a su vida como la conocía actualmente; era la certeza de que si continuaba en este camino estaría atrapado para siempre, atrapado en la seguridad, pero atrapado al fin y al cabo.

Ya en el aeropuerto, el paso del tiempo se volvió vertiginoso, Kyan se sentía cada vez peor, tanto física como mentalmente, el simple hecho de respirar le costaba trabajo

  • ¿Estás bien Kyan? – Preguntó la mujer al ver el rostro inexpresivo de su hijo. – Te ves pálido

  • Si… estoy bien… son solo… nervios

  • Entiendo, pero déjame decirte Kyan que estoy muy orgullosa de ti. – Reiteró la mujer por millonésima vez

  • Gracias Madre. – Respondió Kyan mientras el estómago le daba tumbos

Una voz aguda y desagradable anunció que el vuelo que lo llevaría lejos de todo estaba casi por salir, Kyan se puso aún más blanco, si eso era posible

  • Madre, ¿Por qué no te adelantas? Creo que tendré que ir al baño antes de subir al avión

  • Está bien. – Dijo la mujer un tanto preocupada. – Pero no tardes, ya es la última llamada, no quiero que te deje el avión. - Kyan asintió desganado y mientras veía a su madre acercarse a la puerta de abordaje, la pregunta que Uriel le había hecho empezó a retumbar en su cerebro: “¿Harías lo mismo por el”?

Jadeando y sintiendo el pánico cebarse en su cuerpo, Kyan corrió al baño. Tan rápido como pudo entró y se mojó la cara con agua fría. Desde el espejo un Kyan francamente patético le devolvía la mirada: tenía el rostro y parte del cabello empapados, unas profundas ojeras se dibujaban bajo sus dorados ojos, y una expresión de nostalgia enmarcaba su cara. Estaba convertido en una piltrafa.

Desganado miró la mochila que llevaba consigo. Su vida, o lo que quedaba de ella, estaba ahí adentro: ropa, objetos personales, una fotografía… Los altavoces del aeropuerto le recordaron de nuevo que tenía que abordar, era la última llamada. De mala gana tomó sus cosas y salió. Frente a él, a unos 50 metros estaba la puerta de abordaje y su futuro. Con un aplomo recién hallado, Kyan comenzó a caminar alejándose de la puerta que lo llevaría a la vida que su madre había planeado para él. De alguna forma había decidido en el último momento tomar otro camino, uno desconocido y que le aterraba, pero a estas alturas era lo único que le quedaba

Fue entonces que notó una figura familiar en la sala de espera, un joven alto, de hombros anchos y cabello castaño; Bryan había venido. Sin poder contenerse, Kyan corrió a su encuentro y lo abrazó con tal fuerza que casi lo tira al suelo

  • ¡Hey! ¡Contrólate! ¿Qué van a decir de ti? – Exclamó Bryan alegremente

  • ¡No sabes lo feliz que estoy de verte!

  • A mi también me da gusto, Kyan. Por un segundo pensé que no iba a alcanzar a despedirme de ti

  • ¿Qué? – Preguntó Kyan, la angustia había comenzado a estrujarle el corazón

  • No quería que te fueras sin que arregláramos las cosas. – Continuó Bryan con el mismo tono alegre. – Necesito pedirte disculpas, puse demasiadas expectativas en ti, no era justo. Lejos de ayudarte a imponerte a tu madre y luchar por lo que tu querías te use como pretexto.

  • Bryan, no tienes porque disculparte… – Susurró Kyan entrecortadamente. – Yo también…

  • Pero igual tengo la necesidad de hacerlo. – La voz de Bryan tembló, parecía que podría romper a llorar en cualquier momento. – Te quise, me enamoré de ti y me obsesioné contigo, nos hice daño a ambos. Entiendo porque tomaste tu decisión y la respeto. Espero que puedas encontrarte a ti mismo allá donde vayas. Estoy seguro de que esto es lo mejor para ambos, un nuevo comienzo, sin las presiones del pasado, lejos el uno del otro. Ahora entiendo que yo no era la persona correcta para ti, y eso está bien. - Kyan enmudeció, las lágrimas empezaron a correr por su rostro; Bryan había decidido seguir adelante sin el. - ¡No llores! – Pidió Bryan con ternura, aunque él mismo ya empezaba a llorar también. - Cuando sea tiempo encontrarás la forma de lidiar con lo que sientes y con quien eres, hasta entonces se fuerte, cree en ti mismo, lucha por ti y por lo que quieres. No dejes que nada ni nadie te detenga, haz lo que sueñas con el corazón en la mano, yo voy a rezar por ti, para que todo te salga bien

  • Bryan no…

  • Adiós Kyan, siempre tendrás un lugar muy especial en mi corazón. – Susurró Bryan entre lagrimas

Finalmente se besaron, un beso casto en los labios, para Bryan un beso de despedida, pero para Kyan era la constatación de que todo había sido en vano.

Tras el beso, Bryan dio media vuelta y se fue, Kyan se quedó ahí, petrificado, todo había pasado tan rápido que ni siquiera había podido reaccionar. Su celular comenzó a sonar escandalosamente, en la pantalla aparecía brillando casi con furia la palabra “Madre”

Nuevamente comenzó a correr, debía haber algo que pudiera hacer, tal vez si le explicaba a Bryan, él entendería y le ayudaría y podrían estar juntos. Sus pies lo llevaron por el aeropuerto y en dirección hacia el estacionamiento, la gente se apartaba al verlo acercarse, su celular seguía sonando rabiosamente, sus pasos y su corazón retumbaban con un frenético ritmo de staccato. Fue en la entrada principal del aeropuerto donde localizó nuevamente a Bryan, el chico caminaba a paso ligero en dirección a un auto cercano, donde, recargado en el cofre lo esperaba Sergio. Kyan los vio besarse; un beso completamente diferente al que acababa de experimentar, un beso lleno de amor, de pasión, de promesas… todo lo que el y Bryan nunca pudieron tener.

La mente de Kyan era un hervidero de emociones. Quería gritar, llorar, maldecir… su celular seguía sonando. Con un gesto indolente lo apagó y finalmente y a pesar de que todo se había ido al carajo, sonrió satisfecho; había perdido todo, pero al menos y por primera vez, había sido por decisión propia