La Forma Del Amor - Capitulo 10 -
Las historias se cruzan en el peor momento, las emociones se llevan lo peor de todos y las consecuencias no se dejan esperar
Antes de iniciar este capitulo hay un par de anuncios importantes: Este no es el final de "La forma del amor", si no el final de su primer arco argumental; como un final de temporada. Y como en los finales de temporada, habra una pequeña pausa antes de que el siguiente arco y/o capitulo se publique (un par de semanas a lo mucho).
Me gustria agradecerle a todos los que se tomaron la molestia de leer y seguir este relato y recordarles que si tienen algun comentario, queja, pregunta, etc. sientanse libres de hacermelo llegar en esta pagina o en mi correo (que encuentran en mi perfi). Aprecio mucho cualquier comentario respecto a esta historia. Y pues sin mas por el momento, ojala disfruten el ultimo capitulo de esta temporada
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Final
- Bryan –
“Say something, I'm giving up on you
I'll be the one, if you want me to
Anywhere, I would've followed you
Say something, I'm giving up on you”
“Say Something” – A Big great world
Desde que Sergio se había despedido y lo había dejado solo en su departamento, Bryan había experimentado una creciente ansiedad
Las últimas horas habían sido duras, reveladoras e incluso agradables. Había discutido con Kyan y había hecho las pases con Sergio. Gracias a su nuevo amigo, se había visto reflejado en el espejo y no le había gustado. La historia de Sergio era tan escalofriantemente similar a la suya que no sabía que pensar. Evidentemente no quería terminar de la misma manera, pero había algo en la historia que había vibrado dentro de el y no quería dejarlo ir: una esperanza.
- No dejo de pensar, – Le había dicho Sergio poco antes de irse, – Que, si le hubiera dicho la verdad a Erick, no importando si me hubiera correspondido o no, seguiría vivo.
Esa palabra, esa idea, “hubiera”. Se había incrustado en su cerebro y empezaba a germinar como una enredadera que amenazaba con asfixiarlo, tenia que intentarlo una vez más, tenía que asegurarse de que su esperanza estaba en realidad muerta, de otra forma no podría vivir con la duda. Envalentonado con la idea, Bryan tomó las llaves de su auto y salió en dirección a casa de Kyan.
El camino le resultó inusualmente largo y tedioso. Bryan ocupó cada minuto intentando anticipar cada palabra, cada respuesta, como si estuviera ensayando para alguna presentación, era la única forma que conocía para enfrentar el terrible nerviosismo que corría por todo su cuerpo.
Tras lo que le pareció una eternidad, llegó a la calle donde vivía Kyan. A lo lejos, frente a su casa, divisó su coche, entonces Kyan estaba allí. Rápidamente se estacionó e hizo el camino hasta la puerta de la casa, murmurando entre labios una y otra vez las palabras que había pensado decir.
Cuando finalmente estuvo frente a la puerta, se congeló; no había marcha atrás, pasara lo que pasara este sería el final y debería vivir con las consecuencias. Bryan tragó saliva y levantó la mano para tocar, pero unas amortiguadas voces que venían del interior lo clavaron en su lugar. Sin dificultad alguna reconoció la voz grave y armoniosa de Kyan, pero la otra voz, la que le respondía en tono meloso, era la de una mujer, era la voz de Gabriela. Mientras los celos y la furia se llevaban lo mejor de el, se dio cuenta de que no estaba ni lejanamente preparado para enfrentar lo que se avecinaba, así que hizo lo que mejor sabía: se dejó llevar por la emoción e improvisó.
De un ligero empujón abrió la puerta y se enfrentó con una visión que le arrancó de cuajo el corazón. En medio de la sala, en lo que a él le parecía un abrazo apasionado, estaban Gabriela y Kyan.
- Entonces ¿Es esto lo que en verdad quieres? – Exclamó Bryan desde la puerta en un tono plagado de furia.
La pareja se separó asustada al escuchar la voz que de improviso llenó la sala. Kyan fue el primero en reaccionar, y poniéndose frente a Gabriela en forma protectora, cosa que hizo que Bryan torciera la cara en un gesto de dolor, le respondió al visitante.
¿Qué haces aquí, Bryan?
¿Qué hago yo aquí? ¿Qué hace ella aquí?
Ella es mi novia y tiene todo el derecho de estar aquí, pero tu…
¡Tu novia! ¡claro! La que empezó a andar contigo con tal de acercarse a mi. – Interrumpió Bryan.
¡Eso no es cierto! – Replicó la chica dando un paso adelante para luego retroceder temerosa, la enfurecida presencia de Bryan era demasiado para ella.
¿Crees que soy tan tonto como Kyan? ¿Crees que nunca me di cuenta de cómo te retorcías y manoseabas a Kyan con tal de que te prestara atención? ¡Carajo, intentaste besarme enfrente de el! Y todo para darme celos… y si, lo admito, lo lograste, tenía celos de el.
¿Perdón? – Preguntó ella confundida.
¡Bryan, cállate!
Ya no estoy dispuesto a callarme. Ya estoy harto de ser sutil, de hacerte entender, de jugar este enfermo juego que jugamos cada vez que estamos juntos. Estoy enamorado de ti, Kyan. Necesito que lo sepas, necesito que me respondas, porque de otra manera no voy a poder seguir adelante. – Con cada palabra la voz de Bryan perdía su potencia y se quebraba más y más. Para cuando terminó su discurso estaba susurrando y extendía su mano en un gesto implorante hacia el rostro de Kyan.
¡No te me acerques! – Gritó Kyan mientras de un manotazo rechazaba el gesto de Bryan. - ¡No quiero saber más de ti mientras viva!, ¿me oyes? ¡Nunca!
Entonces prefieres revolcarte con esta Zorra…
¡No le vuelvas a llamar así! – Exclamó Kyan mientras le lanzaba un golpe al que había sido su mejor amigo.
Bryan no se movió y recibió el golpe de lleno en la cara, el dolor no era nada comparado con lo que sentía en el alma en ese momento. Pero con ese golpe, la rabia comenzó a hacerse presente, un odio contenido como nunca lo había sentido comenzó a correrle por las venas y la única manera que encontró para deshacerse de esa rabia fue responder el golpe con otro igual.
Kyan no esperaba un contra ataque, Bryan reaccionó demasiado rápido, demasiado inesperadamente y con demasiada fuerza; simplemente sintió el brutal impacto del puño del muchacho en su rostro, el golpe fue tan fuerte, que Kyan salió impulsado hacia atrás, cayendo sobre la mesa de cristal de la sala y rompiéndola en el proceso.
La rabia que corría por el cuerpo de Bryan ahora ardía sin control, sin mediar consecuencias caminó hacia Kyan y siguió golpeándolo en el rostro sin contemplación alguna.
¡Suéltalo, salvaje! – Gritó Gabriela mientras, inútilmente, intentaba quitar a Bryan de encima de su maltrecho novio. – ¡Que lo sueltes! - Desesperada, Gabriela mordió a Bryan en un hombro, el chico, al sentir los dientes de Gabriela clavarse en su carne, la apartó de un manotazo y se levantó, encarándola.
¡¿Cómo te atreves!? – Gritó Bryan colérico. – Todo esto es tu culpa.
Kyan aprovechó la distracción de Bryan para levantarse, mientras lo hacía, su mano topó con uno de los vidrios de la mesa, sin pensarlo lo empuñó y se lanzó contra Bryan.
- ¡Bryan, cuidado! – Gritó Gabriela al darse cuenta de que Kyan también había perdido el control. Bryan apenas alcanzo a reaccionar haciéndose a un lado, pero no fue suficiente, el filo del cristal lo cortó haciéndole una larga herida en el abdomen.
Un agudo dolor atravesó a Bryan, pero su enojo era mayor. Haciendo caso omiso del dolor, tomó la muñeca con la que Kyan sujetaba el cristal y aprovechando el impulso le retorció el brazo, obligándolo a soltar su arma.
Cobarde. – Susurró Bryan.
Al menos yo no soy un maldito maricón.
Esas palabras desataron toda la ira de Bryan en una terrible explosión. Sin piedad alguna, afirmó la muñeca de Kyan y retorció aun con más fuerza, el muchacho dejó escapar un terrible grito de dolor al tiempo que caía sobre sus rodillas.
- ¿Ahora quien es el maldito maricón? – Preguntó Bryan en un susurro.
El silencio fue lo que lo devolvió a la realidad, Gabriela había dejado de gritar, ahora lo contemplaba muda y horrorizada; En seguida los gemidos de dolor de Kyan le llenaron los oídos. Confundido, soltó a Kyan, quien se alejó sujetando su brazo como si se le fuera a desprender. La rabia que Bryan había sentido estaba desapareciendo y sin ella apareció el remordimiento, la tristeza y el dolor. La herida en su abdomen le ardió con intensidad obligándolo a llevarse la mano al lugar donde el dolor le carcomía la carne; con sorpresa sintió la tibia humedad de la sangre.
Bryan, ¿estás bien? – Preguntó Gabriela quien había estado abrazando a Kyan hasta ese momento.
Si, me duele un poco… y no me gusta la sangre. – Balbuceó el
Vete de mi casa, No quiero volver a verte. – Gabriela lo miró y empezó a manotear en un vano intento de detenerlo, la chica sabía perfectamente que ambos estaban muy alterados e intentaba controlar los daños, pero era muy tarde. – No sabes lo contento que estoy de saber que me largo de aquí, lejos de ti, lejos de todo. - Bryan apartó la mirada de la sangre en su mano, Gabriela hizo otro tanto, confundida. – Me largo a España con mi madre. No van a volver a verme.
Al escuchar estas palabras algo se rompió dentro de Bryan y empezó a sentir aquel conocido y odiado dolor detrás de sus ojos. Sin saber bien que responder, solo atinó a sonreír desencajadamente, dar la vuelta y salir de ahí tan pronto como pudo.
Gabriela intentó ir tras el, al igual que con Kyan, había reconocido esa mirada de dolor y desesperación. Quería hacer algo, quería ayudar, pero Kyan, enfurecido le gritó clavándola en su lugar.
- ¡Por supuesto! Ve tras él, siempre lo supe, el tiene razón. Lo que ninguno de los dos sabe es que yo también te usé, también intente darle celos a él, y ahora el karma me esta haciendo pagar. Váyanse, déjenme solo, quiero olvidarme de todo y de todos.
Bryan estaba conduciendo demasiado rápido y demasiado imprudentemente, no recordaba cómo había llegado a su auto y mucho menos cuando había salido a toda velocidad a las calles, solo sabía que estaba sangrando y que sentía un dolor en el alma.
- No puedo, no puedo. – Se dijo mientras aceleraba intentando escapar del dolor. Apenas habían pasado 10 minutos desde que salió de la casa de Kyan, y los sentía como si fueran años. - ¿Cómo voy a seguir viviendo así?
La perspectiva de pasar el resto de su vida con ese dolor le aterraba, el saber que ya nunca sería lo mismo, la perspectiva de volver a su casa y encontrarla sola, con su olor y sus recuerdos por todos lados; era como pasar por la muerte de Hector nuevamente.
- ¡No puedo hacerlo! – Se dijo mientras Golpeaba el volante y gritaba angustiado.
El sonido de su celular lo devolvió a la realidad, confundido miró la pantalla y vio el nombre “Sergio”, sin saber bien por que, respondió.
Lo jodi todo
¿Perdón? ¿Bryan? ¿Estás bien? – Preguntó Sergio ante la inusual respuesta.
Fui a Buscar a Kyan, peleamos, dije e hice cosas horribles… ahora sí, lo perdí de la peor manera posible.
Bryan, ¿Dónde estás?
En mi carro, creo que estoy en periférico, no sé, no estoy poniendo atención.
¡Por dios! Bryan, cálmate, estaciónate, voy a buscarte, pero por favor no hagas ninguna tontería…
De súbito una luz lo cegó, y deja de escuchar a Sergio. De pronto Bryan ya no está en su coche, se encuentra sentado en su clase de teatro, en la preparatoria. Le sudan las manos. No recordaba lo nervioso que se sentía ese día. Alguien va a buscarle y de pronto está con el resto de sus compañeros. La directora le comenta que aún falta gente por llegar, nombra a Kyan, pero él se siente demasiado aturdido por tanta atención y no responde nada.
Se sientan todos en una mesa. ¿De que estaban conversando? – Esto ya lo viví - pensó Bryan para sí. – También estaba Uriel, recordó... estaba sonriendo ese día. – Un escalofrió recorre su espalda.
Y entonces todo se hace más borroso. Aparece alguien. No puede verle. Unos ojos dorados le observan, parecen brillar tanto que casi le dejan ciego, una mano estrecha la suya y siente un cosquilleo en el brazo, una sensación de deja vu y ahora consigue abrir los ojos; Es Kyan. Bryan sonríe, sintiéndose feliz. - Has vuelto. - Piensa. Kyan se sienta frente a el y prosigue la conversación. Siente que no le puede quitar los ojos de encima. Siente algo cálido en su pecho. Todo se oscurece y vuelve la luz nuevamente, no sabe dónde está, le falta el aire. Intenta gritar, pero no puede. Una punzada en el pecho. - ¿Era un sueño? - No, eran recuerdos. Intenta abrir los ojos, pero algo lo impide. Hay algo viscoso y caliente en su mano. Asustado intenta gritar, pero una voz lejana le dice que se relaje, que la ambulancia está en camino.
- ¿Kyan...? - consigue preguntar por fin, pero nadie responde. Un manto espeso cae sobre él y ya no parece haber nada. Ni siquiera parece estar él.