La flauta de mi sobrino

Mi sobrino, estudiante de música, me demuestra ser todo un virtuoso

Entré en la trastienda preocupada. Preocupada, porque lo que acababa de escuchar hacía un minuto, era preocupante, y afectaba a mi familia.

Se trataba de mi sobrino Jordi, mi único sobrino, hijo de mi hermana Natalia, mi única hermana.

Dos chicas, que habían estado unos minutos antes en la tienda, hablaban entre ellas, sin demasiada discreción sobre alguien, que, por lo que yo pude captar, era el relato de una escena que una de ellas, había tenido con un chico al que quería ligar, para llevarle a su apartamento, y correrse una noche de sexo desenfrenado. Pero, según parece, él se negaba a ir, dando excusas, que ella no parecía escuchar, hasta que él, le tuvo que decir la verdad, que era homosexual, que no le gustaban las mujeres, y que no quería ir con ella a ningún sitio.

Hasta ahí, no pasaba de ser una anécdota más del día, pero, cuando ya se iban a marchar, se refirieron al joven en cuestión como Jordi, el del Conservatorio. Esto coincidía con lo que mi sobrino estaba estudiando. Sería una casualidad, -me dije a mí misma.- ¿O no lo era…?

Porque yo, conocía bien a mi sobrino, pero claro, en estas cosas del sexo, una tía puede llegar a tener hasta cierta confianza con su sobrino, pero en mi caso, ni siquiera se me había pasado por la cabeza que pudiera ser homosexual. Pero, pensándolo detenidamente, la mayoría de las veces, las salidas del armario, pillaban por sorpresa a la familia más allegada.

La cosa es, que me preocupaba, no por el hecho en sí, de que mi sobrino fuera homosexual, ya que, hoy día, la homosexualidad es una opción admitida por un gran sector de la sociedad, No era por mí, sino por sus padres. La verdad, yo era la más progre de la familia, y no tendría absolutamente nada que objetar a mi sobrino, si es que esa, era su elección. En realidad, me preocupaba porque mi hermana, diez años mayor que yo, no estaba dentro de ese sector de sociedad que comprendiera, ó asumiera la homosexualidad, sino que, muy al contrario, era de las que pensaba que los homosexuales, eran unos anormales, un fallo de la naturaleza, y una vergüenza para la sociedad. Opinión que, con algún matiz, era compartida por mi cuñado, otra persona muy chapada a la antigua, y, supongo que como reza el dicho: “Dos, que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma opinión.”

Así que, ya os podéis imaginar cuál era mi preocupación. Si mi hermana ó su marido se enteraban del asunto, podían liarla gorda con mi sobrino.

Y yo, no sabía qué, pero algo, tenía que hacer. En primer lugar, tenía que salir de dudas sobre la identidad del presunto homosexual, pues, no fuera a ser que, entre tantos Jordi como pueden haber en Cataluña, aquél no tuviera nada que ver con mi sobrino.

Tenía que pensar la forma en que mi sobrino, me sacara de dudas respecto a su tendencia sexual. Nunca habíamos tocado ese tema, y la verdad, tampoco conocía demasiado, lo que él podía pensar al respecto. Pero, claro, no podía hacerle la pregunta directamente, pues, podía pasar que, si era cierto, lo negara directamente, y si no lo era, se podía ofender muchísimo con la pregunta. Así que, por una parte, debía actuar con prudencia y tacto, aunque era inevitable tener que entrar en un terreno un tanto escabroso para mí. Pero el motivo, era más que justificado. No quiero ni pensar, en la que se podía organizar en casa de mi hermana, el día que se enteraran del asunto. Si es que era cierto. Que yo, la verdad, tenía muchas dudas de que lo fuera. Pero lo averiguaría.

Durante varios días, estuve madurando la idea de cómo hacerlo.

Hacía unos meses, me había hecho instalar en casa un jacuzzi. La verdad, apenas lo había usado, pues, por una razón u otra, nunca parecía tener tiempo para disfrutarlo.

Pero podía servirme de él para mis propósitos. Le diría a mi sobrino, que no conseguía aprender a manejarlo, y que, si no le importaba, cuando él tuviera tiempo, me gustaría que se pasara por casa, para que me instruyera un poco en su manejo. Así que le llamé por teléfono, y hablamos sobre sus estudios de música en el Conservatorio, donde tocaba la flauta, y otras cosas sin importancia, para, al final, como quien no quiere la cosa, dejarle caer lo del jacuzzi.

-Jordi, por cierto… a ver cuando puedes venir a enseñarme el manejo del jacuzzi, pues no me aclaro con él…

-Claro, tía, cuando quieras… ¿Conservas las instrucciones…?

-Sí, claro… -dije.

-Pues si te parece bien, me paso el sábado por la tarde, y lo vemos…

-Vale. Estoy pensando que,… prepararé una cena, y aprovecharemos para charlar… Ya sabes, a tu tía, le interesan mucho tus cosas… ¡ja, ja, ja!

-Bueno, de acuerdo, precisamente este sábado, no iba a salir…

-Pues entonces nos veremos el sábado, sobrino… ¡vaya, si parece una cita…!

-Ja, ja, ja,…eres una caña, tía… ¡No parece que seas hermana de mi madre… Sois tan diferentes…! ¿A las ocho te va bien…?

-Claro que sí, sobrino,… bueno… te tendré el jacuzzi lleno de agua calentita, y así lo probaremos los dos,… ¿te parece…?

-¡Vaya, si no fueras mi tía, pensaría que me quieres seducir… ja, ja, ja…!

-Anda, tonto,… ya sabes que soy la tía que más te quiere,… ¡sobre todo, porque no tienes otra… ja, ja, ja!

-Vale, ahí estaré… chao, tía…

-Hasta el sábado, chao, Jordi…

El sábado preparé a conciencia el escenario. No sabía cómo se iba a desarrollar la acción, pero yo, estaba decidida a salir de dudas.

Cuando mi sobrino se marchara, ya lo sabría con toda seguridad. Hice la compra para la cena, y puse unos ambientadores muy sugerentes estratégicamente distribuídos, y unas velas aromáticas alrededor del jacuzzi. Preparé la cena y dejé todo dispuesto para la acción.

Me duché y preparé el jacuzzi, con agua caliente. A las ocho menos diez, llegó mi sobrino. Tras un beso protocolario, encendí el horno, y metí el asado que había preparado. Busqué el librito de las instrucciones del jacuzzi, y nos dirigimos al mismo.

-Jordi, mientras repasas las instrucciones, me cambiaré para tomar el baño. Tú, te puedes desnudar aquí mismo…

Mi sobrino, estuvo repasando las instrucciones. Cuando volví, Jordi me miró con los ojos muy abiertos, pues me había puesto un bikini tanguita muy atrevido. Los chorros estaban ya en marcha.

-Pero Jordi, venga, desnúdate y ven al agua, y aquí me explicas…

Jordi se comenzó a desnudar, y se quedó sólo con el boxer.

-Tía, no me he traído bañador…

-No importa, Jordi. Sin nada, venga, si soy tu tía. No me voy a escandalizar por verte desnudo. Mira, para que no te dé corte, me quitaré el bikini yo también…

Mi sobrino, abrió aún más los ojos. Con cierta prisa, se metió al agua, sentándose frente a mí. Me deshice de las dos piezas del bikini, y volví a sentarme, después de asegurarme de que le había mostrado primero, mi hermoso culo, y después mi depilado coñito, que, a pesar de los treinta y cuatro años, aún se veían tersos y sonrosados.

Vi a mi sobrino tragar saliva.

-¿No te estaré incomodando… verdad, Jordi…?

-Eeehh… no, no, claro que no, tía…. es que… bufff,… ¡estás tremenda…! ¡Por no decir otra cosa… ¡

-¿Qué pasa?... ¡yo creí que tu tía no te excitaría…!

-Joder, tía… digo no, joder, no… bueno, ¡no sé ni lo que digo….!

-Vamos a ver, Jordi… es de lo más natural sentirse atraído por una mujer… bueno, por una tía… bueno, da igual, qué más da… la cuestión es que la naturaleza es sabia. Si te atrae una mujer, es lo más normal del mundo, aunque sea tu tía, no crees…?

-Claro, claro, tía… ¡pero… es que… a mí…!

-Dime, a ti… ¿qué…? ¿No te atrae…? ¿Acaso  tú… te sientes atraído por “otras cosas”…? Mira, que yo soy tu tía Gala, la que no se escandaliza por casi nada del mundo…

-No, no, tía … es que a mí, sentirme atraído por ti… no sé… es… es…

-Es lo normal en un hombretón como tú…-dije- y si no,… a ver,… -me acerqué hacia él, y busqué bajo el agua su polla, que ya estaba como una estaca.

-¿Ves…? Aquí está la prueba… ¡Ya me parecía a mí que no podías ser tú, el Jordi del que hablaban la pareja de chicas en la tienda!

-¿Una pareja de chicas en la tienda…? ¿Y qué hablaban…?

Comencé a contarle lo sucedido, mientras su cara iba cambiando hacia una risa hilarante…Cuando concluí, él, ya no podía reprimir las carcajadas.

-Joder, joder tía,… ¡jajajaja, que película me has montado…! ¡jajaja! ¡tú creías que… jajajaja…! Perdona, tía pero, es que tiene mucha gracia…. ¡jajajaja!

-Verás,… -dijo- fué una pesada que andaba detrás de mí varias semanas ya, y no se me ocurrió otra forma de quitármela de encima… ¡jajajaja!

-Entonces… ¿tú, no…?

-No, tía… ya lo has podido comprobar…

-Perdóname, pero me preocupé… No sabía cómo hacer… Tuve miedo de, -si era cierto-  la reacción de tus padres… tenía que asegurarme…

-Pues no es así… -dijo, mientras se ponía en pié,- Y, ahora… ¿que hacemos con este instrumento….? –señaló a su enorme polla, mientras se la cogía con la otra mano…

Me embargó el sentimiento de haberle juzgado a la ligera, y, de alguna manera la necesidad de desagraviarle. Además,.. ¿para que iba a seguir buscando argumentos?. Al ver la tremenda polla, me entraron unas ganas terribles de follarme a mi sobrino…

Sentí una electrizante descarga de jugos en mi coño. Mi sobrino tenía la polla más hermosa, que había visto en muchos años. No tuve ya otra opción, que tomarla con mi mano, y meterme en la boca toda la que pude.

La tenía muy gorda, caliente, palpitante. Era una maravilla, un sueño para una solterona como yo, que, a pesar de ser muy liberal, no podía decir que disfrutara muy a menudo de una buena polla, como aquella.

Se la mamé, se la chupé, se la succioné, le hice mil y una maravillas con mi boca. Su polla correspondió a mis caricias, dejando caer en mi lengua, algunas gotas del néctar de sus gordas pelotas, que me sabían a dulce gloria bendita.

Hasta que, no aguantando más, me puse sentada sobre aquella polla, y, rodeando su cintura con mis piernas, y colgándome de su cuello, nos apretamos mutuamente, hasta que, con un fortísimo espasmo, nuestros cuerpos vibraron y gozaron por unos segundos, de las más fuertes sensaciones que los humanos pueden experimentar.

Después de limpiarle con mi boca su precioso falo, me hizo tumbar sobre el borde del jacuzzi. Su lengua se deshizo en atenciones con mi clítoris, y, apartando con ella mis sonrosados labios, se introdujo dentro de mi coño, donde fué libando el néctar de mi flor, de la forma más delicada y placentera posible para mí, consiguiendo arrancarme los más sentidos gemidos, que mi boca, nunca antes habían emitido.

Sus manos, recorrían mi vientre con delicadeza, alcanzando mis pechos, los cuales amasaba con dulzura, sus dedos se empleaban en castigarme los duros pezones, frotándolos con precisión, haciendo que mi calentura, ya quedara totalmente fuera de control.

Finalmente, atrapando con su boca mi clítoris, succionando y mamando de forma simultánea, consiguió hacerme explotar en un fortísimo orgasmo, como nadie antes había conseguido arrancarme.

Tenía que reconocer que mi sobrino, era todo un virtuoso, manejando sus manos y su boca sobre mi cuerpo.

Cuando pude incorporarme, su cara reflejaba una mezcla de felicidad y agradecimiento. A sus diez y nueve años, había mostrado más destreza y habilidad, que muchos otros amantes ocasionales que había tenido. Y desde luego, una madurez que yo no sospechaba. Decidí que seguiría gozando, tanto como mi sobrino quisiera, de aquella hermosa polla, que tanto me había hecho gozar ese sábado.

Después cenamos, charlamos, y ya en la madrugada, nos despedimos como dos novios, hasta el sábado siguiente.

Creo que le quedó claro que yo, su tía Gala, era la tía que más le quería en este mundo. Y respiré aliviada, porque ahora yo, sabía que mi sobrino, también quería mucho a su tía Gala.